lunes, 11 de mayo de 2020

Los Trastornos Personales

La personalidad puede sintetizarse como el conjunto de características o patrón de sentimientos y pensamientos ligados al comportamiento, es decir, los pensamientos, sentimientos, actitudes y hábitos y la conducta de cada individuo, que persiste a lo largo del tiempo frente a distintas situaciones distinguiendo a un individuo de cualquier otro haciéndolo diferente a los demás.

La personalidad persiste en el comportamiento de las personas congruentes a través del tiempo, aun en distintas situaciones o momentos, otorgando algo único a cada individuo que lo caracteriza como independiente y diferente. 

Ambos aspectos de la personalidad, distinción y persistencia, tienen una fuerte vinculación con la construcción de la identidad, a la cual modela con características denominadas rasgos o conjuntos de rasgos que, junto con otros aspectos del comportamiento, se integran en una unidad coherente que finalmente describe a la persona.

Ese comportamiento tiene una tendencia a repetirse e a través del tiempo de una forma determinada, sin que quiera decir que esa persona se comporte de modo igual en todos los casos. Es decir, la personalidad es la forma en que pensamos, sentimos, nos comportamos e interpretamos la realidad, mostrando una tendencia de ese comportamiento a través del tiempo, que nos permite afrontar la vida y mostrarnos el modo en que nos vemos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea.

Nos permite reaccionar ante ese mundo de acuerdo al modo de percepción, retro-alimentando con esa conducta en nuestra propia personalidad. 

Cada persona al nacer ya tiene su propia personalidad con ciertas características propias, que con el paso del tiempo más el factor ambiental y las circunstancias es como se definirá esa persona. La personalidad será fundamental para el desarrollo de las demás habilidades del individuo y para la integración con grupos sociales.

Para quienes no tienen ningún trastorno de la personalidad, los rasgos de la personalidad son patrones de pensamiento, reacción y comporta

Libres Para Pensar

Defendemos la libertad de expresión, aunque no tenemos costumbre de pararnos a pensar si tenemos libertad de pensamiento. Entendiendo a esta como la oportunidad de tomar una decisión libre y meditada con la que elijamos nuestros valores sin condicionamiento cultural, político, social ni económico.


Desde que nacemos, lo habitual es que las personas que nos cuidan traten de hacernos partícipes de su manera de pensar. Pueden hacer esto de una manera abierta, manifestándolo directamente, o indirecta, solo permitiéndonos contacto social con las personas que siguen su misma línea de pensamiento y no hablando demasiado bien de las que se oponen.

Es difícil saber si somos libres para pensar. Lo cierto es que estamos condicionados por lo que hemos vivido y habitualmente lo tomamos como punto de partida para construir el resto del mapa que configuran nuestros pensamientos. Así, este condicionante ha penetrado tan hondo en nosotros que puede costarnos una gran cantidad de esfuerzo y tiempo determinar cuánta y cómo ha sido su influencia.

Esto significa que es difícil opinar o pensar de una manera distinta a la que estamos acostumbrados. Hacerlo probablemente supondría poner en cuestión otros aspectos que van más allá de la parcela que nos ha elicitado ese pensamiento. Sería como arriesgarnos a que ocurriera un pequeño o gran terremoto.

Sin embargo, pensar libremente sería “salirse” de cualquier opinión o forma de vida conocida, cuando en realidad, estamos acostumbrados a coincidir y agruparnos en semejanza de opiniones. Bien mostrando acuerdo hacia lo que piensan “los nuestros” o bien mostrando desacuerdo hacia lo que piensan “los otros”.

Sin duda, nuestros progenitores fueron un referente -bueno o malo- en algún momento. Así aunque más tarde, nos desmarquemos de lo que nos enseñaron, siempre quedará en nosotros esa forma particular de ver la vida nuestros padres nos enseñaron. Podemos diferenciarnos mucho de ellos respecto a tendencias o matices, pero si buscamos en nosotros mismos, encontraremos valores, opiniones, sentimientos y actitudes, que reconoceremos en ellos también.

Esto también nos condiciona para no ser “libres” pensando. No partimos de “cero”, sino desde una educación y de unas vivencias de la infancia que nos predisponen para enfrentar el resto de acontecimientos que se nos presenten.

Por otro lado, desde la infancia, todo nuestro contexto social, cultural, político y familiar, nos transmite claramente lo que se espera de nosotros. Es decir, nos van indicando cual es nuestro sitio, o lo que es lo mismo, el lugar que la vida espera que nosotros ocupemos.

Por otro lado, crecemos inmersos en una cultura, con sus ideales y formas particulares de vivir. Sin duda, esto es lo que en gran medida nos aporta cierta seguridad y bienestar, ya que lo hemos hecho así durante muchos años y al final hemos creado una manera particular de identificación.

En muchos casos, no nos atrevemos a romper la “zona de confort” en la que hemos crecido, ya que nos aporta protección y comodidad. 

Nos quedamos quietos a pesar, de que a veces no nos sintamos dueños de nuestra vida, sino parte de una tradición o forma de vivir “que siempre fue así”.

Ser libre de pensamiento significa ser diferente a la mayor parte de las personas que te rodean, sentirse un “bicho raro” y, asumir que no vamos a coincidir de manera absoluta con nadie. Significa entender que ese precio, que en determinadas ocasiones nos puede parecer muy grande, es el que tenemos que pagar por configurar nuestra propia identidad.

Para ello, te animamos a salir de tu zona de confort, a romper y cuestionar las tradiciones de toda la vida, ser creativo para atreverte a pensar diferente y no a favor o en contra de las posturas más conocidas. Es en esta determinación donde reside tu libertad.

domingo, 10 de mayo de 2020

El Lenguaje


El idioma español está considerado como una lengua romance del grupo ibérico y uno de los más limpios del habla moderna porque a no ser porque la H es muda, se lee y escribe tal cual se pronuncia. Es rico en conceptos y se los articula fácilmente y con una curiosidad: tiene 15.000 verbos que han sido publicados ya hace mucho tiempo en un diccionario especial (Sopena).

En ese número de verbos están incluidos los de la vieja habla castellana pero ello no impide reflexionar sobre la poca cantidad de verbos que se utilizan en la actualidad. Desde la Academia Nacional del Idioma se dijo que la mayoría de los rioplatenses empleaba alrededor de 600 palabras en el lenguaje coloquial cotidiano. Este achicamiento idiomático está relacionado seguramente con el abandono del hábito regular de la lectura, algo que ha ido decayendo pronunciadamente en los últimos años como consecuencia de la invasión tecnológica y de un cierto debilitamiento en la enseñanza dentro del sistema educativo.

El mundo del idioma español es muy rico y ello se nota en los grandes disertantes y en los escritores. La riqueza que ha dejado Jorge Luis Borges en su producción es inmensa y ha sido considerada mundialmente.

El idioma se articula con palabras y la palabra es la unidad mínima del significado de una lengua. La palabra es considerada específicamente como un conjunto de sonidos que expresa una idea. Por ello, utilizar los términos con precisión impide que quien escucha se equivoque en la interpretación de los significados. 

Esta observación es fundamental para la apreciación del idioma.

Por otra parte, las diferencias generacionales son visibles en el uso idiomático. En principio porque el idioma responde a la realidad de la vida, es decir tiene un presente en su expresión así como un pasado en su estructuración. No obstante, en un amplio sector de los jóvenes se incluyen modismos antojadizos y contracciones en el uso de la palabra, por ejemplo no dicen «vamos a ver una película» sino vamos a ver una «peli». Y, hay que admitir que estas caracterizaciones se llevan aula y que a los profesores de lengua les cuesta poner las cosas en su lugar. Mucho más con la indisciplina tan frecuente hoy en el ámbito escolar.

El aporte más importante que puede hacer una persona al idioma, es hablar bien en la vida cotidiana, es decir expresar correcta y claramente sus ideas para evitar cualquier confusión . 

Hay que hablar teniendo en cuenta que la palabra es el vínculo y que, entendida como tal, mejora y profundiza la comunicación.



La Intuición


 Todos estamos acostumbrados a utilizar nuestros cinco sentidos, mente e intelecto para analizar y percibir estímulos. Esto es porque todo nuestro sistema educativo está orientado a enseñarnos sólo a usar nuestros cinco sentidos a la hora de analizar situaciones y resolver problemas. Las ciencias modernas generalmente ignoran la dimensión sutil, ya que no pueden probar su existencia utilizando herramientas tradicionales de medida y análisis…

Desconocido para la mayoría de la humanidad, hay un vasto mundo sutil e intangible más allá de la comprensión de nuestros cinco sentidos, mente e intelecto. 

Este mundo también se conoce como mundo sutil, dimensión sutil, mundo espiritual, reino espiritual o dimensión espiritual. Este mundo sutil influencia nuestra vida en gran medida, tanto positiva como negativamente. 

Muchos de los problemas y dificultades de nuestra vida se deben a influencias dañinas procedentes del mundo sutil. Nuestra ignorancia e incapacidad para percibir e influenciar el mundo sutil nos convierte en víctimas indefensas de estos efectos dañinos. También nos priva de la oportunidad de mejorar nuestras vidas espiritualmente. Como el mundo sutil afecta a cada aspecto y a cada paso de nuestra vida, tener conocimiento sobre él nos ayuda a tomar las decisiones correctas que nos ayudarán a fomentar la felicidad y a protegernos de su influencia dañina.

Se llama percepción extrasensorial a la supuesta habilidad que permitiría adquirir información por medios diferentes a los sentidos conocidos. La percepción extrasensorial se denomina a veces sexto sentido. 

El término Percepción Extrasensorial (por sus siglas en inglés ESP) fue acuñado por Joseph Banks Rhine  pero la noción de la percepción extrasensorial existe desde la antigüedad. Los antiguos Chamanes u Oráculos basaban su trabajo en el supuesto uso de poderes sobrenaturales para obtener conocimiento como son la Precognición o la Clarividencia. 

Ancestralmente siempre se ha relacionado el uso de estos poderes con alguna deidad o poder diabólico, no siendo hasta el siglo XX cuando, además, se intenta profundizar y darle una explicación científica o más esotérica.

La intuición es el resultado de una serie de fenómenos que no residen en la conciencia. La intuición es la voz del alma y es más poderosa que la razón. El ser humano tiene la capacidad de poder entrenarse para educar sus reacciones inconscientes para hacer juicios de manera efectiva. Porque, efectivamente, nuestros juicios y primeras impresiones pueden educarse.

La evolución ha dotado al ser humano de herramientas esenciales como el lenguaje o la capacidad de abstracción, no debería extrañarnos que también haya sido dispuesto con la capacidad de tomar decisiones de manera rápida y eficaz, y más aún en la sociedad de ritmo tan acelerado que le está tocando vivir
.
Hasta finales del siglo XX, pocos eran los científicos que confiaban en este tipo de estímulos inconscientes en la toma de decisiones, y se había determinado que eran estímulos irracionales carentes de fundamentos de peso. Sin embargo, numerosos estudios han demostrado que la intuición puede llegar a ser mejor que los modelos de elección racional, fundamentalmente porque el cerebro se mantiene alerta las 24 horas, y ante situaciones que requieren respuestas inmediatas, piensa mucho antes de ser nosotros conscientes de ello, y nos envía señales a modo de respuesta, pero que en la mayor parte de las veces ni siquiera podemos apreciarlas porque no estamos lo suficientemente preparados para comprenderlas.

El problema es que el pensamiento consciente y el inconsciente funcionan independientemente y difícilmente se van a poner de acuerdo si el individuo no ha sido preparado para ello
.
La sudoración o la variación en el ritmo cardíaco son solo alguna de las consecuencias físicas a las señales que nuestro inconsciente nos puede estar mandando en estas situaciones. Pero hay otras muchas que no apreciamos, porque nuestro cuerpo no está preparado ni entrenado para sentirlas conscientemente, porque la mayor parte de ellas se deshilachan a un nivel tan bajo a nuestra mente que no somos capaces de detectar. Pero como toda capacidad del ser humano, si se practica y ejercita con dedicación, se volverá fuerte y eficaz.

Cuando meditamos, el cuerpo reduce nuestro stress y prepara nuestra mente para recibir información que muchas veces pasamos por alto, porque favorece nuestra concentración, y es una de las mejores maneras de desarrollar y potenciar nuestra intuición.

Un ejercicio muy sencillo y al mismo tiempo efectivo consiste en sentarnos cómodamente en una silla, con la espalda recta y los pies descansando en el suelo, cerrando los ojos y sintiendo como la silla absorbe todo nuestro peso, nuestro estrés y nuestras preocupaciones, centrándonos en todo momento en nuestra respiración, lo que hará que nos sintamos más y más relajados, podamos acallar nuestros pensamientos mas superficiales de modo que podamos llegar a escuchar nuestra voz interior. A medida que más practiquemos, mayor será la capacidad que vayamos adquiriendo.

La mejor manera de desarrollar nuestra intuición es confiando plenamente en ella. Al principio, nos podría asustar la idea de dejar todas nuestras decisiones en manos de nuestra intuición, pero lo cierto es que ella es nuestra guía interior y debemos comenzar a confiar en ella.


Empecemos a escuchar nuestra voz interior. Aquella que nos hace experimentar una sensación en el estómago que nos impulsa a hacer algo sin razón aparente, y prácticamente sin haber tenido el tiempo suficiente para pensarlo. Dejémonos guiar por ella, porque nuestra intuición sabe, por experiencia propia, lo que la razón desconoce.

Percibamos El Tiempo

En la revista digital Psychology Today, otra de las teorías afirma que “el paso del tiempo que percibimos está directamente relacionado con la cantidad de nueva información perceptual que absorbemos”. Con muchos estímulos nuevos, 
nuestros cerebros tardan más en procesar la información, por lo que el tiempo pasa y nosotros no nos damos cuenta realmente
.
Además, en situaciones no habituales nuestro cerebro graba con más detalle los recuerdos y como consecuencia, lo vivido parece más lento y a la vez más extenso de lo que realmente fue.

Una de estas hipótesis en la web Buffer Social es casi contraria, pues explica que “cuanto más edad tenemos, más familiar y reconocible es nuestro entorno.

Nuestra casa o nuestro lugar de trabajo ya no nos sorprende”. Para los niños, el mundo es un lugar desconocido que está continuamente lleno de nuevas experiencias. “En las vivencias cotidianas, el tiempo no se percibe al cien por cien y por ello parece que avance más rápido”.

Peter Mangan, psicólogo en el Colegio Clinch Valley de Virginia, junto a sus compañeros realizó un experimento, publicado en Sun Sentinel, a jóvenes de entre 19 y 24 años y adultos de entre 60 y 80 años. A ambos grupos y de forma separada, se les pidió que contaran 3 minutos, segundo tras segundo y a la vez.

El primer grupo lo hizo de manera casi perfecta: solo se pasaron 3 segundos. Por su parte, los ancianos creyeron que habían llegado al objetivo 40 segundos después.

Mangan reflexiona que “los relojes internos que controlan los ciclos diarios de actividad, perciben el tiempo de forma totalmente diferente según los años”. Así que todas esas veces que miras el reloj y te sorprendes son totalmente normales según tu edad.

Compartir Puntos De Vista


Te das cuenta que dependiendo de la forma en que veamos las situaciones que nos acontecen serán las reacciones y acciones que asumamos, lo que a su vez genera ciertas consecuencias o resultados. Nuestras conductas guardan estrecha relación con la manera como vemos las situaciones y dependen de nuestro punto de vista personal; de esta manera, podemos afirmar que detrás de cada conducta, hay una actitud.

Así, las actitudes negativas sólo llegan a ser un obstáculo en la vida, en consecuencia no existe una proyección del futuro idóneo que queremos vivir para lograr nuestra superación personal; si por el contrario asumimos una actitud positiva obtendremos resultados favorables que serán proyectados sin lugar a duda en nuestra conducta y en consecuencia de lo que deseamos hacer y ser en la vida. 

Creer que nuestras vivencias cotidianas son producto del destino, la suerte o el azar implica una resistencia a reconocer que todo lo que obtenemos va en función de la manera como lo hacemos, lo pensamos o creemos, es decir, de la actitud que asumimos ente los diversos acontecimientos que se nos presentan
.
Las personas que salen adelante en la vida mantienen una actitud positiva ante las circunstancias. En su comportamiento podemos encontrar que suelen ser optimistas, entusiastas, no creen en la suerte o el destino, si no por el contrario son persistentes, luchan y buscan cómo salir adelante o cómo lograr lo que desean; saben  que lo que quieren no les caerá del "cielo" y con esta actitud proyectan seguridad en sí mismas.

Los valores personales determinan las actitudes que asumimos en la vida y que proyectamos con nuestros comportamientos. Algunas personas se dejan llevar por lo que otros piensan porque no cuentan con valores que orienten su decisión para hacer o decir algo, lo cual indica que su actitud ante la vida es la de actuar en función de los intereses de otros y no de los propios.

Si tenemos ciertos valores éstos serán los que determinan nuestra forma de pensar, propiciando actitudes positivas ente la vida que proyectamos con nuestros comportamientos, sin embargo, no siempre es así ya que podemos encontrar personas que piensan de cierta manera y actúan contrariamente a sus pensamientos y/o sentimientos, quedando en juego sus "valores" y viviendo con actitudes negativas.

Si actuamos en base a nuestros valores lo hacemos por convicción y no por obligación o presión de otras personas, estaremos practicando algunos valores que se consideran de índole universal, como la honestidad, responsabilidad, justicia, solidaridad, entre otros.

Las personas pasamos por situaciones en las que se hace evidente que algo nos gusta o nos atrae, manifestando conductas que muestran las preferencias por ciertos tipos de actividades o experiencias, y cuando esto sucede entonces estamos hablando de que algo nos interesa, es decir, nos agrada.

Podemos decir que el interés es una actitud positiva que nos conduce hacia la elección de una situación, objeto o actividad relacionada con nuestros valores.
Los intereses no se manifiestan con palabras, sino con acciones a través de la participación en actividades cotidianas. 


Hacer lo que te gusta y hacer lo que mejor sabes hacer, es un hábito importante para que amplíes los horizontes de tus intereses.



Escuchar Con El Corazón


Hace unos días leí una pequeña historia de la que hablaba de la importancia, a veces, de estar junto a una persona que sufre algún dolor, solo con el corazón... 
Un médico psicólogo atendía una consulta en un hospital... sus pacientes eran adolescentes... Cierto día le derivaron un joven de 14 años que desde hacía un año no pronunciaba palabra y estaba internado en un orfanato... Cuando era muy pequeño, su padre murió... Vivió con su madre y abuelo hasta hacía un año... a los 13 muere su abuelo, y tres meses después su madre en un accidente...
 Solo llegaba al consultorio y se sentaba mirando las paredes....sin hablar... Estaba pálido y nervioso... 

Este médico no podía hacerlo hablar.. Comprendió que el dolor del muchacho era tan grande que le impedía expresarse...y él... por más que le dijera algo, tampoco serviría de mucho. Optó por sentarse...y observarlo en silencio....acompañando su dolor.... 

Después de la segunda consulta, cuando el muchacho se retiraba....el doctor le puso una mano en el hombro: "Ven la semana próxima si gustas....duele verdad?..." el muchacho lo miró, no se había sobresaltado ni nada... solo lo miró y se fue... 

Cuando volvió a la semana siguiente....el doctor lo esperaba con un juego de ajedrez.. Así pasaron varios meses...sin hablar....pero el notaba que David ya no parecía nervioso... y su palidez...había desaparecido... 

Un día mientras el doctor miraba la cabeza del muchacho mientras él estudiaba agachado en el tablero... pensaba en lo poco que sabemos del misterio del proceso de curación... 

De pronto....David alzó la vista y lo miró: "Le toca - le dijo" 
Ese día empezó a hablar... hizo de amigos en la escuela, ingreso a un equipo de ciclismo... Y comenzó una nueva vida... su vida. 

Posiblemente el médico le dio algo... pero también aprendió mucho de él... Aprendió que el tiempo hace posible lo que parece dolorosamente insuperable... a estar presente cuando alguien lo necesita... a comunicarnos sin palabras. Basta un abrazo, un hombro para llorar, una caricia... un corazón que escuche 

¿Será verdad que el tiempo lo cura todo, aun por doloroso que sea?

Tener Un Objetivo

Un objetivo personal cuenta con un propósito. Debe ser un plan.
Es algo que esperas hacer. Debes tener objetivos y la única manera de alcanzarlos es trabajando disciplinadamente.

En primer lugar, con objetivos definidos, liberas tu propia energía y comienza a suceder cosas.

¿Te  imaginas a Sir Edmund Hillary, el primer hombre que conquistó el Monte Everest, explicando su logro?
Imagínatelo diciendo:
“Bueno, yo salí a dar una caminata un día cuando de repente me di cuenta que sin proponérmelo había llegado a la cumbre”.
Probablemente suena absurdo, ¿verdad?

Sin embargo, él se propuso el objetivo personal de llegar a la cumbre y por lo tanto se preparó.

Mira hacia dónde quieres dirigirte, y no cambies la decisión de seguir adelante.
Eres el único que puedes fijar tus metas en la vida y la constancia es una opción que te va ayudar a mantenerte en el camino hacia tus propósitos.

Cualidades De La Persona Con Objetivos Personales Claros.

Si tú eres de las personas que han marcado su norte con objetivos claros, eres un ganador, y debes alumbrar con cualidades como éstas:

Ser parte de la respuesta y no del problema que se presente.

Tener una mentalidad positiva. “Puedo hacerlo” será tu expresión favorita.
Como ganador, siempre has de tener un plan o proyecto, sin excusas para no realizarlo.

Ver la oportunidad frente al obstáculo, y no los obstáculos tapando las oportunidades.

Ser constante. La constancia es una virtud que lleva a dar fruto a quien la posee.

Florecitas De Invernadero

“Uno puede ser un mediocre muy competente, es decir, aplicado y servil pero sin convicciones. En ese caso, el futuro es suyo
ALAIN DENEAULT

A nadie le ofende un sándwich mixto, pero difícilmente alguien lo elegiría para su última cena. Es la metáfora ideal de un mundo en el que lo mediocre, lo que no destaca por ser ni demasiado malo ni demasiado brillante, está acaparando el poder.

Piense en un helado de vainilla. No, mejor aún, piense en un sándwich mixto. Aquí tiene una foto para inspirarse. Visualice el mejor sándwich mixto posible, con su jamón caliente, su queso fundido, su pan tostado... ¿Es la mejor comida del mundo? Desde luego que no. ¿Es la peor? Seguro que tampoco. A nadie le disgusta un sándwich mixto pero difícilmente alguien lo elegiría para el menú de su boda o como última cena en el corredor de la muerte. No es un plato brillante, pero para salir del paso nunca está mal; cumple su función. «Perdone, la cocina ya ha cerrado, pero si quiere le podemos hacer un sándwich mixto».

Podríamos decir que el sándwich mixto es un plato sencillamente mediocre. No malo, ojo, me-dio-cre. Es decir, «de calidad media», según estricta definición de la RAE. «De poco mérito». Vamos, del montón.

Ahora olvide el sándwich y mire hacia el despacho de su jefe. Ahí lo tiene. Piense en el profesor de sus hijos o ponga un rato las noticias y fíjese en nuestros políticos. Incluso en la última película de moda o el disco más vendido. El último best seller... ¿No me diga que no le sabe todo a jamón y queso? Bienvenidos a la dictadura de lo mediocre.

«Vivimos un orden en el que la media ha dejado de ser una síntesis abstracta que nos permite entender el estado de las cosas y ha pasado a ser el estándar impuesto que estamos obligados a acatar», denuncia Alain Deneault, filósofo y profesor de Sociología en la Universidad de Québec y autor de Mediocracia, cuando los mediocres llegan al poder (Ed. Turner), un ensayo que llega hoy a España y que analiza cómo las mediocres aspiraciones que invaden la sociedad están provocando ciudadanos cada vez más idiotas. Condenados -diríamos- a desayunar, comer y cenar un sándwich mixto. «La mediocracia nos anima de todas las maneras posibles a amodorrarnos antes que a pensar, a ver como inevitable lo que resulta inaceptable y como necesario lo repugnante».

«Generamos una especie de promedio estandarizado, requerido para organizar el trabajo a gran escala en el modelo alienante que conocemos hoy», explica el autor. «Los mediocres se organizarán para adularse unos a otros, se asegurarán de devolverse los favores e irán cimentando el poder de un clan que irá creciendo atrayendo a sus semejantes», sostiene. «Es un círculo vicioso».

- ¿Es más peligroso un profesional mediocre que uno directamente malo?

- Para el poder, no. Mediocridad no es sinónimo de incompetencia. Los poderes establecidos no quieren perfectos incompetentes, trabajadores que no cumplan su horario o que no obedezcan órdenes. En realidad cuesta ser mediocre. Uno puede ser un mediocre muy competente, es decir, aplicado, servil y libre de todas las convicciones y pasiones propias. En ese caso, el futuro es suyo porque las instituciones de poder son reacias a codearse con personas comprometidas política y moralmente o que sean originales en sus pensamientos y métodos.

- ¿Somos más mediocres que antes?

- No vamos a inventar un mediocrómetro para estudiar el grado de mediocridad de las personas, pero sí podemos establecer una evolución de los términos mediocridad y mediocracia en el curso de la modernidad. Inicialmente, era una expresión desdeñosa utilizada por las élites para denunciar el reclamo de las nacientes clases medias que querían probar la ciencia, el arte o la política. Por el contrario, la mediocridad en nuestro tiempo ya no es deplorada, sino promovida. Se ha convertido en un sistema.





Personas Rutinarias

La rutina, su hábitat, es el medio donde mejor se desenvuelven, pues aquí su vida y su ambiente nuca ha transcendido,


El tiempo ha pasado, pero ni cuenta se han dado.

El miedo de progresar se ha apoderado de ellos, prohibido vivir nuevas experiencias, e que mejor es “preferible lo malo conocido a lo bueno por conocer”, no saben que afuera hay grandes glorias
Que les esperan, nuevos conocimientos por aprender, pero ellos se asemejan a un fósil, resisten la evolución, la única verdad que prevalece es la mediocridad.

No pueden pensar por sí mismos, puesto que en su mente tienen las doctrinas y dogmas de sus antepasados
.

Y si ellos vivieron y murieron, pues ellos también lo harán, claro, sin dejar sombras, menos aún huellas en este mundo.
La rutina, su hábitat, es el medio donde mejor se desenvuelven, pues aquí su vida y su ambiente nuca ha transcendido,

El tiempo ha pasado, pero ni cuenta se han dado.








Saber Que A Alguien Le Importas


Cuando estás afrontando una situación estresante o atravesando un mal momento, las personas que hay en tu vida pueden ayudarte a afrontarlo. Si alguien a quien le importas sabe por lo que estás pasando, te ayudará a sentirte comprendido, y no tan solo.

Saber que alguien te quiere significa mucho. Y es algo muy importante cuando uno está estresado. Los problemas parecen menores y más fáciles de sobrellevar cuando se habla con la persona adecuada. Somos capaces de afrontar mejor las cosas y de ver soluciones con mayor facilidad cuando compartimos nuestros problemas.

Hay muchas formas diferentes de dar y recibir ayuda. A veces sólo necesitamos unas palabras de ánimo. Otras veces necesitamos que nos orienten o nos den una nueva perspectiva sobre las cosas. La ayuda puede ser algo muy específico e inmediato, como apoyo para llevar a cabo unos deberes en concreto. O puede ser más duradera, como recibir clases de repaso para aprobar una asignatura pendiente o terapia para sobrellevar una situación personal difícil.

Probablemente recordarás los momentos en que alguien te ha ayudado. Uno de tus padres puede haberte enseñado a conducir o haberte apoyado para abandonar un mal hábito. Tal vez un amigo te ayudó a sobrellevar la tristeza o a superar una decepción. O tu profesor favorito puede haberte guiado en el proceso de rellenar la solicitud para ir a la universidad. Y probablemente también podrás recordar momentos en que tú ayudaste a otras personas.

Los amigos, los padres, los profesores y otros adultos pueden ser valiosos recursos cuando necesitamos ayuda. También hay momentos en que necesitamos la ayuda adicional que puede aportar un buen profesional. Los terapeutas, psicólogos y psiquiatras ofrecen ayuda especializada sobre cuestiones de salud mental y problemas personales.

Dirigirse a la persona adecuada para pedir ayuda compensa con creces. Sólo tienes que pedirla.

Valora Lo Que Tienes


El origen de muchas de nuestras decepciones está en esperar a que los demás actúen como nosotros mismos lo haríamos. Aguardamos la misma sinceridad, el mismo altruismo y reciprocidad, pero sin embargo, los valores que definen nuestro corazón no son los mismos que habitan en mentes ajenas.

William James, filósofo, fundador de la psicología funcional y a su vez, hermano mayor de Henry James, comentaba en sus teorías que una forma muy sencilla de encontrar la felicidad, reside en el hecho de minimizar nuestras expectativas. Cuanto menos esperes, más puedes recibir o encontrar. Es un razonamiento sin duda algo controvertido, sin embargo, no deja de tener su lógica.

No esperes nada de nadie, espéralo todo de ti mismo, de este modo, tu corazón almacenará menos decepciones.

Todos tenemos muy claro que en lo que respecta a nuestras relaciones, es inevitable no tener expectativas. Esperamos ciertos comportamientos y anhelamos aspectos como ser queridos, defendidos y valorados. Ahora bien, eso no quita que, en ocasiones, estas previsiones nos fallen. Quien espera demasiado de los demás suele acabar herido en algún detalle, en algún matiz, de ahí, que valga la pena tener en cuenta una serie de aspectos.

Padres y madres que esperan que sus hijos actúen de un modo determinado, parejas que lo esperan todo de sus compañeros/as sentimentales, y amigos que aguardan que les apoyemos en cada cosa que hacen, aunque en ocasiones, vaya en contra de nuestros valores. Todas estas situaciones tan comunes son claros ejemplos de lo que se conoce como “la maldición de las expectativas”.

En ocasiones, hay quien llega a creer que lo que él o ella piensa, siente y juzga es algo casi “normativo”, e incluso llega a colocar un listón tan alto en lo que se refiere al concepto de amistad, de amor o de familia, que nadie logra alcanzar dichas cumbres y, por lo tanto, la decepción recae en ambas partes. 

La clave, como siempre, está en el equilibrio y ante todo en la necesidad de ser realistas.

Queda claro que hay determinados tipos de expectativas que entran dentro de lo que es esperable (la no traición, la sinceridad, el respeto, la fidelidad…) todo ello son pilares que sustentan las relaciones positivas y saludables. Sin embargo, en cuanto alguien se obsesiona con la “excelencia” del vínculo, ya sea en materia afectiva, paterno-filial o de amistad, aparece la frustración, el resentimiento o incluso la ira. Es algo a tener en cuenta.

Nadie es ingenuo por necesitar ver siempre el lado bueno de las personas. Tenemos derecho a verlo, a buscarlo e incluso a promoverlo, pero con cierta cautela, con cierta prudencia. Porque la decepción es la hermana de las grandes expectativas, así que siempre será más adecuado “no deslumbrarnos” antes de hora y usar las gafas de la objetividad y el realismo más sereno.

“Un hombre debe ser lo suficientemente grande como para admitir sus errores, lo suficientemente inteligente como para aprovecharlos y lo suficientemente fuerte para corregirlos”.
 -Khalil Gibran-

Enseñanza Bovina

Una vaca es como un libro abierto; parece que me está diciendo: 
"tranquilo amigo, sosiégate. Aprende de mí; estoy en paz conmigo misma y con el mundo. Soy algo gruesa –aunque tampoco es para tanto- y mi existencia es modesta. No me doy muchas vueltas: como hierba, doy buena leche, mujo, y ante todo soy una sencilla vaca, feliz de serlo”. Pienso que puede ser un buen mensaje para el hombre de hoy.

Los filólogos nos dicen que el término sereno significa “sin nubes, cosa clara”. Es hermoso contemplar con frecuencia el regalo diario que los amaneceres nos ofrecen en las jornadas de buen tiempo. El turquesa celeste, contrapunteado por la discreta forma de los árboles y la funcional arquitectura urbana, se abre en un haz de luz benefactora. Pero este lujo de las zonas meridionales no está al alcance de todas las latitudes. Hay lugares donde la lluvia, las nubes y el frío tienen una presencia anual muy considerable. Ciertamente hay gente que ha cantado bajo la lluvia; el escritor Chesterton la consideraba como un fenómeno “tonificante y moral”. La nieve tiene también su indudable magia y es campo de juegos y batallas para escolares.

Sin embargo, en ciertas mañanas de invierno alguien puede ver el día más patético que prometedor. Qué decir si además uno tiene la ocurrente lotería de chocar levemente con otro conductor y se dispone a la gravosa firma de partes para las aseguradoras automovilísticas...¡Qué mala pata!...Pero también qué gran ocasión para vivir la serenidad. Las personas podemos penetrar con luz propia en las borrascas de cada día. Frecuentemente nos abrumamos por las situaciones adversas, pero también podemos despejar brumas cuando el periscopio de nuestra alma racional es capaz de ver, por encima del turbio oleaje, contornos más luminosos y nítidos.


La serenidad no es el temperamento del flemático, ni el vacío insustancial de un corazón frío. Tampoco es la lentitud triste del abúlico. La serenidad, aunque nuestro temperamento fuera fogoso, es un ejercicio del carácter por el que lo racional intenta sobreponerse a lo puramente impulsivo. La serenidad es un imperio de la inteligencia sobre los vaivenes de la vida; se trata de un fruto de la templanza. La serenidad da algo de luz en la noche.

Algunos estudiosos relacionan la palabra serenidad con el término latino serum, “la tarde, el anochecer”. Tras un día de trabajo llega la paz de la noche. Surge una pregunta oportuna pero incisiva: ¿Tienen paz nuestras noches?...Dicen que la mejor almohada es una conciencia tranquila. Se trata de una frase feliz dicha por alguien con el cuerpo sano. Sospecho que debe haber más de algún irresponsable que duerme a pierna suelta y un buen número de personas sensatas que tienen problemas de sueño. En cualquier caso la caída de la tarde supone una cierta reflexión sobre el día transcurrido. Cuando se hacen cosas que merecen la pena –y, por tanto, la incluyen- se termina la jornada con cierta satisfacción.

Entre esas cosas destaca como un lucero aquella por la que, según el clásico castellano, seremos juzgados al final de nuestras vidas.



Relación Social



Si bien, algunas propuestas buscan el sustento en perspectivas que la reconocen como acuerdo social, finalmente este acuerdo lo configuran en una dirección: como una fijación que debe guiar los procesos de práctica social o como una imposición social que define dichas prácticas.

Pretendemos mostrar que la práctica social es algo más que una actividad, incluso que debe superar los acuerdos sociales desde los cuales se imponen unas funciones que los miembros de un grupo social deben cumplir y en el marco de las cuales debe realizar sus prácticas sociales, que tampoco, por sí mismas definen sociedades; antes que imposición, es una expresión de muchas cosas que se conjugan en el ser humano; es particularidad y socialidad, es creación y reconocimiento sociohistórico, es manifestación ética, estética, comunicativa, política… es todo esto a la vez.

La práctica social debe ser considerada como expresión de toda la humanidad del ser humano representada en sus imaginarios sociales; esto es, que debe reconocer, en primer lugar, que el ser humano, quien realiza la práctica social es un ser socializado, o sea que cuando interactuamos con alguien, ese alguien es de por sí y por herencia social, un sujeto con un complejo entramado socio/histórico el cual influye en una práctica social.

En segundo lugar, que la relación con el mundo de quien realiza la práctica social está mediada por la dimensión simbólica e imaginaria que ese ser humano socializado ha configurado sobre el mundo, el ser humano, la vida y la muerte. 

O sea, quien realiza la práctica social se basa en esa dimensión simbólica / imaginaria del mundo, la cual subsume las otras dimensiones racionales y conjuntistas (ensídicas). Si bien se debe reconocer la existencia de las dimensiones racional, ensídica y conjuntista del mundo, no es sobre ellas que el ser humano configura su realidad y define sus acciones e interacciones, pues cada una de estas acciones en interacciones corresponde a una significación que da sentido a dicha acción.

En tercer lugar, es importante considerar que, pese a esa fuerza de la historia y la tradición en la práctica social, los sujetos particulares matizamos los acuerdos sociales con nuestras propias significaciones sobre el mundo, el ser humano, la vida y la muerte.

Los sujetos damos sentido particular a los acuerdos desde la imaginación radical que cada uno construimos, gracias a esas fuerzas psicosomáticas que permiten ver el mundo con nuestros propios lentes, lo que implica una radical creación, aunque en una relación magmática con lo social.

Y por último las prácticas sociales no son linealmente (unidireccionalmente) producto de nada ni generan condicionalmente nada, sino que estas fuerzas se presentan articuladas a manera de magmas, que configuran significaciones imaginarias sociales en las cuales se funden las formas de ser/hacer, 
decir/representar de los actores sociales que realizan una práctica determinada.

En consideración a ello, pese a su capacidad de generar comportamientos e incluso grupos sociales, son también generadas desde ese magma de significaciones sociales que involucran lo racional, lo ensídico, lo particular (psicosomático) y lo social; pese a estar dinamizadas por los acuerdos sociales (en un aparente estado de inmovilidad respecto de cómo debe ser la práctica en ella misma existe ebullición constante que hace posible permanentes transformaciones por parte de los sujetos particulares o grupos sociales que la realizan.