lunes, 13 de julio de 2020

Realidad De Los Sueños


Una mala compañera llamada ansiedad nos lleva a ansiar que todo suceda rápidamente, por arte de magia y que en un abrir y cerrar de ojos todo funcione.

El ímpetu de los comienzos es apasionante, pero en esa fuerza corremos el riesgo de atropellarnos. Las metas necesitan de dos patas inseparables: objetivos claros y paciencia.

Cumplir un sueño, está más lejos del cuento de hadas y más cerca de la realidad del sacrificio. En una época signada por la cultura de lo instantáneo, creemos que es posible lograr metas a corto plazo, pero generalmente sucede bastante poco.

El peligro de tener una visión exitista y rápida, es que la tolerancia a la frustración será escasa. Entonces, apenas nos atraviese el mínimo problema se tenderá al abandono de los objetivos y aquel sueño que proyectamos corre el riesgo de quedar sólo como un mal recuerdo.

No es un mal de unos pocos. La escasa proyección a planes de largo plazo, es el mal de la época. Para pensar en la cultura del trabajo debemos remontarnos a aquellos inmigrantes de principios del siglo XX que comenzaron su trayectoria laboral como obreros o trabajadores incansables y de a poco, con sacrificio extremo y dedicación plena iniciaron su camino hasta lograr una estabilidad.

Entonces, no debería separarse el contexto de la tendencia. Sin dudas, muchos valores e instituciones están en crisis y por lo tanto, no es casual que los proyectos, las metas o los sueños quieran lograrse de un día para el otro, sin tener en cuenta la búsqueda, el camino, los aciertos y los fracasos que implica poder obtener alguna aspiración.

Uno de ellos es el compromiso. La responsabilidad como parámetro es fundamental para lograr una meta: ser coherente entre lo que se dice y se hace con uno mismo y con las personas involucradas; ser ordenado en los objetivos y que el principal involucrado en la meta demuestre su esfuerzo trabajando igual o más que sus compañeros.

Otro valor fundamental es el sacrificio. Todos podemos ser creadores o tener excelentes ideas, pero el arte más admirable es llevarlas a cabo ¿Cuántos creyeron ser los ideólogos de enormes sueños pero ante el gran trabajo que conllevan quedaron en palabras? Es que ser creativo es sólo una parte de la tarea. El 90 por ciento de un sueño se basa en lo que hacemos por él y no en lo que decimos del mismo.

 Recuperar los valores perdidos quizá sea le primer paso para pensar un sueño. El ser y el hacer son inseparables para poder lograr nuestros objetivos. Proyectar a largo plazo a través de la cultura del trabajo será la mejor forma que aquellas ideas de las deseamos vivir se conviertan en hechos.

Las Convicciones

No te calles nunca. Que la injustica no te sea indiferente, que tu voz sea capaz de alzarse

contra aquello que tus ojos vean y no sea correcto, contra aquello que tus oídos oigan y no sea correcto.

No te calles nunca. No dejes que nadie te obligue a callar, no dejes que ganen aquellos que oprimen, que maltratan, que humillan.

Las palabras tienen poder
Somos muchos, somos legión todos los que pensamos que otro mundo es posible, todos los que creemos en que hay lugar para todos en nuestro hogar.

Las palabras tienen un gran poder, no las dejemos morir en nuestra garganta, dejemos que broten, que se oigan altas y claras expresando aquello que debe ser oído, aquello que debe ser entendido.


Alza tu voz, alcemos nuestras voces, que todo el mundo sea un clamor tan alto que nadie pueda ignorarlo, que no les quede más remedio que escuchar.


El Poder De Las Palabras


No te calles nunca
No te calles nunca. Se fuerte para levantar la voz contra aquello que consideres injusto.

No te calles nuca. Se valiente para apoyar a aquellos que lo necesitan.

No te calles nunca. Alza la voz contra el abuso, contra el maltrato, contra las injusticias.

No te calles nunca. Que tu voz sirva para apoyar la necesidad de que el mundo sea un lugar más justo, que sea un lugar donde todos tengamos cabida.

No te calles nunca. Defiende aquello que es justo, que tu voz se oiga alta y clara cuando sea necesario y cuantas veces lo sea. Si todos alzamos la voz nos oirán, por fuerza nos oirán porque somos muchos.

No te calles nunca. Que la injustica no te sea indiferente, que tu voz sea capaz de alzarse contra aquello que tus ojos vean y no sea correcto, contra aquello que tus oídos oigan y no sea correcto.

No te calles nunca. No dejes que nadie te obligue a callar, no dejes que ganen aquellos que oprimen, que maltratan, que humillan.

Las palabras tienen poder
Somos muchos, somos legión todos los que pensamos que otro mundo es posible, todos los que creemos en que hay lugar para todos en nuestro hogar.

Las palabras tienen un gran poder, no las dejemos morir en nuestra garganta, dejemos que broten, que se oigan altas y claras expresando aquello que debe ser oído, aquello que debe ser entendido.

 Alza tu voz, alcemos nuestras voces, que todo el mundo sea un clamor tan alto que nadie pueda ignorarlo, que no les quede más remedio que escuchar.

Definir Objetivos


 “¿QUÉ QUIERES de la vida?” Con esta pregunta empieza A Guide to the Good Life, el libro de William B. Irvine sobre el estoicismo. “De todas las cosas a las que podrías dedicar tu vida, ¿cuál de ellas crees que es la más valiosa?” continúa. 

“Si vives sin un gran objetivo, no tienes una filosofía de vida coherente. ¿Y por qué es importante tener una filosofía tal? Porque si no la tienes, corres el riesgo de malvivir –de que, a pesar de todo lo que hagas, a pesar de todas las cosas placenteras de las que disfrutes, acabes viviendo una mala vida.”

Las palabras de William me hicieron reflexionar. Llevaba varios días dándole vueltas a cuál va a ser el siguiente paso en mi viaje, y la idea de “un gran objetivo vital” me hizo detenerme. Al fin y al cabo, tenía sentido empezar clarificando ese gran objetivo para poder alinear el resto de mis planes con él. 

Saqué un cuaderno, un bolígrafo y me puse a pensar.

Empecé descartando el vivir para ganar dinero o para acumular cualquier tipo de riqueza material. Sencillamente, no le veo el sentido a dedicar mi vida a algo así sabiendo que al morir lo voy a perder todo. Además, millonarios como Bill Gates o Warren Buffett, que ya han logrado ese objetivo, ahora se dedican por completo a la filantropía, lo que deja claro que el dinero no es un buen objetivo vital.

El siguiente “gran objetivo” que consideré fue la felicidad. ¿Era una buena idea dedicar mi vida a ser feliz? Cuando me puse a pensar en esto, me di cuenta de que no tenía muy claro qué era exactamente la felicidad. Sentía que el concepto de felicidad englobaba muchas emociones positivas, pero que unas eran muy diferentes de otras. Por ejemplo, soy feliz cuando me como un helado (placer físico) o cuando completo un proyecto importante para mí (satisfacción). 

En ambos casos siento felicidad, pero son dos tipos de felicidad muy diferentes.

Con la intención de resolver mis dudas, me puse a investigar más sobre el tema, y así es como encontré esta charla TED de Daniel Kahneman que me aclaró muchas cosas sobre cómo vivir la vida alineado a una filosofía que encajara conmigo al 100%.


Las Mochilas Ajenas


A lo largo de nuestra vida , casi sin darnos cuenta, vamos cargando una mochila emocional de palabras no dichas, sentimientos no expresados, heridas que duelen, historias ajenas que asumimos como propias, lealtades familiares que hacemos nuestras entre otras muchas cosas.

En piloto automático llevamos un peso en los hombros que cada vez pesa más y más. Llega un punto que es tanto el peso que explotamos, o lo soltamos de golpe, o incluso nos rendimos. En el mejor de los casos pedimos ayuda. Pero a menudo podemos pensar que este peso nos toca llevarlo solos, que no hay nada que podamos hacer para remediarlo. Enfado no expresado, miedo no resulto, tristeza de compañera perpetua…. ¡¡Cuántas cosas vamos acumulando en nuestra mochila!!

Todo lo que vivimos deja una marca en nuestro cuerpo a lo largo de los años. Tenemos memoria emocional, que se va acumulando en nuestro día a día. 

Desde traumas del pasado, heridas infantiles hasta lemas familiares y responsabilidades que no son nuestras. En la mochila también van vivencias positivas, pero esas no pesan normalmente. Esas son livianas y ligeras. Lo que pesa, es lo que duele, son los asuntos pendientes no resueltos, lo que me hubiera gustado decir y no dije.

"Las heridas emocionales de nuestra infancia que no quedan sanadas, dejan una marca en nuestro cuerpo y se acumulan en nuestra mochila emocional".
¿Podemos gestionar nuestra mochila emocional? O ya es una carga insalvable y perdida? ¿Es posible soltar lastre? ¿Es posible dejar ir? ¿Hay posibilidad de vaciar nuestro pasado y sentirnos ligeros en nuestro presente? La respuesta es un rotundo SÍ.

¿Okay, se puede. ¿Pero, cómo? ¿Cómo lo hago si llevo tantos y tantos años con esta mochila que ya parece parte de mi piel? ¿Si ya no sé lo que es vivir sin esta mochila porque incluso me he acomodado a ella?

1. Se consciente de que la mochila PESA: Porque a veces llevamos tanto equipaje que ya nos hemos habituado a él y lo normalizamos o incluso lo minimizamos. : ¡No pesa tanto! Nos podemos decir. Pero en realidad sí que duele y pesa.
2. Ponla delante de ti en vez de detrás: Cierra los ojos. Visualiza tu mochila emocional delante ¿Qué color tiene? ¿Qué forma tiene esta mochila? ¿Cuán grande es?
3. Abre la mochila: Mientras cierras los ojos, imagina que vas vaciando esta mochila poco a poco. ¿Qué hay dentro? ¿Cuántas cosas pendientes tienes sin resolver? Desenreda el nudo que compone esta mochila. Si separas la carga de pronto ya no parece tan pesada.
4. Identifica qué cosas te cuesta más soltar: Una vez vayas sacando las cosas poco a poco, Ej. La rabia hacia una situación, el hacerte cargo de asuntos que no son tuyos, el pasado que fue mejor.
5. Suelta lo que ya no te sirve: Identifica lo que te toca aceptar a ti y el resto déjalo a quien corresponda. (Con el pasado, con tus padres, a la vida)…
6. Deja solo lo que te va servir de aprendizaje de vida: Hay cicatrices que al tocarlas nos refuerzan y nos vuelven resilientes;  nos empujan a vivir con más fuerza.


Suelta amarres, deja la mochila medio vacía para hacer espacio a las nuevas experiencias que tienes por delante

domingo, 12 de julio de 2020

Conquistar La Ilusión


La ilusión puede tener su origen en el sentimiento de incapacidad. Ella nace en este tiempo vacío de los pensamientos, y nos distrae del momento presente.

Cuando nos observamos a nosotros mismos, nos encontramos entre las ideas y sus formas. El ser humano es, en verdad, un pozo de dudas, que se convierten en miedos, estorbando su desarrollo, su crecimiento y su éxito, en todas las instancias de su vida.

Cuando nos encontramos, nos confrontamos con las potencias interiores y exteriores de nuestro ser provenientes de la naturaleza, y con nuestro propio dinamismo instintivo. La ilusión aparece en una fase precoz del desarrollo natural de los deseos, para hacer suceder lo que no es real.

Confundimos ilusión con sueños y deseos, pero las ilusiones se quedan en el vacío del ser humano, en cambio los sueños y deseos podemos realizarlos, pues muchos de ellos dependen sólo de nosotros mismos. Cada cual debe buscar las armas necesarias para su realización. Cuanto menos dañemos al prójimo, más nos acercaremos a la realización de un sueño duradero.

Cuando lleguemos a adquirir la fuerza de transformar las ilusiones en sueños, y los sueños en realidad, estaremos dominando las fuerzas que destruyen nuestros miedos y lanzándonos al mundo mágico de los deseos. En ese nuevo mundo, estaremos extrayendo de nuestro interior las energías necesarias para dominar las ilusiones exteriores, fruto exclusivo de nuestros pensamientos mal definidos.

Tenemos que mantener siempre la serenidad, de lo contrario seremos siempre incapaces de oponernos a tales energías. Por un movimiento racional, ella recurre siempre a afectos opuestos, a otras fuerzas emocionales, cuya función es dominar lo más perfectamente posible lo que escapa al control de la razón.

 En ese proceso el ser humano desarrolla lo que podemos denominar “ilusión”, moldeándola de acuerdo a su propia experiencia individual en las primarias de la vida. Confrontándose con fuerzas peligrosas, primitivas e incomprensibles, se acuerda del tiempo en que se sentía seguro con la presencia de la madre o del padre, de sabiduría y poder superiores a los suyos, cuyo amor y protección podía conquistar mediante la obediencia y el respeto.


Andar Al Garete

Cuando algo nos ha salido mal decimos que “se ha ido al garete”, pero también podemos usar esta expresión para indicarle a alguien que nos deje de molestar, diciéndole que se vaya al “garete”.

Al parecer y según el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, la palabra “garete” viene de la construcción francesa “être égaré”, cuyo significado es “andar extraviado”.

Su uso comenzó siendo marinero, usándose para indicar que una embarcación andaba a la deriva, sin rumbo ni gobierno, y a merced de los vientos y corrientes marinas; evolucionando hasta el uso actual de tal expresión.

Al garete también puede utilizarse en locuciones verbales. En este sentido, irse algo al garete significa que ha fracasado o se ha estropeado. Por ejemplo: “El país se fue al garete”.

Andar al garete, por su parte, se refiere a llevar una vida desordenada, disipada, sin rumbo. Por ejemplo: “Desde que a Luis la esposa lo dejó, anda al garete”.

Estar al garete, asimismo, se usa para significar estar a la deriva, desorientado, sin propósito definido. Por ejemplo: “Cuando llegamos a la ciudad, el primer día sentimos que estábamos al garete”.

Por otro lado, quedar al garete se refiere a quedarse una embarcación a la deriva en el mar por algún desperfecto inesperado (haber perdido las anclas, tener una avería en las máquinas, etc.), de modo que queda a la voluntad de las corrientes o los vientos. 

Por ejemplo: “El capitán se dio cuenta de que se habían quedado al garete”.

Un sinónimo de la expresión al garete es a la deriva.

Desprendimiento

Desprenderse de todo lo que uno ha vivido duele, saber que en el camino tenemos que ir dejando a un lado a personas, momentos y lugares porque ya no nos pueden acompañar en nuestra vida, duele, y mucho.

Lo sabemos tan bien que preferimos ignorarlo para evadir un sufrimiento que es ineludible, pero necesario para nuestro crecimiento. Como saber que parte de ti muere todos los días y que, a pesar de ello, no estás preparado para morir; que la juventud es sólo un proceso y la vejez un resultado; que los cambios son inevitables al igual que las lágrimas y las risas; que perder y ganar pueden ser un gran equilibrio al final.
Sabemos que desprendernos duele porque es un proceso indispensable para nuestra evolución como seres humanos y, por lo tanto, es muy sano. Es una invitación para seguir adelante y para vivir mejor. Hoy es diferente de ayer y tienes que vivir con lo que haces hoy, no con lo que hiciste ayer.
El desprendimiento es un gran maestro. Se nos olvida que llegamos desnudos al mundo, nada nos pertenece. Nacemos empacando una maleta que nos acompañará a lo largo de nuestra vida, la cual tendrá que estar vacía al final, porque los equipajes pesados no se llevan cuando morimos, por salud espiritual.
Uno aprende la lección cuando se desprende del momento. A mí nadie me enseñó cómo se tiene que enterrar a un ser querido, lo aprendí cuando no tuve más opción. ¿Qué me enseñó? Que sigo vivo, enterré a otra persona, yo aún tengo batallas que librar porque lo único que no puedo perder, todavía, es la vida.
Nos enseñan a vivir, pero no a morir; a seguir lo que dicta la ley cívica, la moral y lo tradicional, pero nadie nos enseña a ser auténticos. Tenemos que ir lidiando y robando personalidades que no son la nuestra, hasta encontrarnos con nosotros mismos. Y el día que eso pasa nos desprendemos de todo lo demás, de todo lo que aprendimos y de todas las mentiras que creímos, porque ya no las necesitamos. De hecho, ya nos pesan en nuestro andar.
Puedo compararlo con la piel de una cebolla. Hay que ir perdiendo capas para llegar al corazón, a lo que importa para ser más ligeros y, con ello, más felices.
Desprenderse de las palabras; hablar menos, pero escuchar más. Soltar las críticas. Las opiniones de los demás son sólo eso, opiniones, y no son mías. ¿Por qué creerlas y conservarlas?
Que cada quien cargue con su cruz. Despréndete de los juicios.
Empieza el año, los proyectos, los finales y los comienzos. Llega el momento en que la toma de decisiones es fundamental, así que no tengas miedo a la hora de decidir algo nuevo o diferente. Admírate por tener el valor de tomar decisiones.
 No importa qué tan grandes o pequeñas sean, todas harán eco en tu vida. Pero, sobre todo, toma la decisión de desprenderte y… ¡asómbrate!, que ya verás lo que pasa a continuación. Muchos le llaman “libertad”.

Me gusta  retratar la vida diaria y los problemas que nos rodean.

Valioso Aporte


En la Conferencia Mundial de Humanidades, celebrada en Bélgica en agosto de 2017, se fijaron principios rectores para la enseñanza de las humanidades.

La UNESCO se esfuerza por difundir esta visión y dar a conocer los nuevos usos que de unos años a esta parte revolucionan esta disciplina entre los más jóvenes, incluso fuera del contexto escolar, en los nuevos medios de comunicación, y la utilización que hacen hoy los filósofos del dibujo, la música y la cultura visual.


La directora general de la UNESCO recordó que, aún hoy, la filosofía es un baluarte contra la estrechez de miras, una forma de cultivar la distancia crítica ante la saturación informativa y los discursos simplistas que tienen por objetivo enfrentar a las culturas entre sí.


“Por ello urge convocar la filosofía, que si bien no da respuestas, permite hacer las buenas preguntas. Nos invita, como escribió el poeta Rabindranath Tagore, a “trascender los límites de nuestra sensibilidad y nuestra visión mental para acceder a una mayor libertad”.


“Esta es una oportunidad que hay que aprovechar: exhorto a todos los Estados Miembros a que den vida a este mensaje, que entronca con la esencia misma del mandato de la UNESCO”, concluyó.


El Trabajo Digno



El filósofo y economista Karl Marx ya lo anunció en el siglo XIX: “el trabajo dignifica al hombre”. Una frase que no puede tener más vigencia. Aunque quizás, eso sí, “el trabajo dignifica a las personas”, suene mejor en la actual coyuntura.

A día de hoy el trabajo se ha convertido en el principal factor de inclusión social y debe estar al alcance de TODOS, sin ningún tipo de discriminación por razón de sexo, edad, discapacidad… Sobran los motivos para argumentarlo y quizás pueden parecer obvios, pero conviene recordarlos brevemente.

Por qué el empleo dignifica a las personas

1)-  Porque nos diferencia de otros seres vivos. El desempeño de una labor cotidiana y remunerada es patrimonio exclusivo de la humanidad. A diferencia de otros seres vivos, las personas podemos modificar nuestra esencia, nuestra rutina y/o nuestra conducta con la realización de una actividad libre y constante. Cuando trabajamos, por tanto, nos sentimos parte activa de la sociedad de la que formamos parte.

2).-Porque es fuente de motivación y las personas no funcionamos sin ella. El trabajo no es sólo el entorno donde pasamos un tercio de nuestro día, sino que es motor de motivación; una motivación que todos necesitamos para ser felices. Sin motivación no hay acción y sin acción nos sentimos inertes.

3)- Porque nos brinda los mayores momentos de autoestima.  Es en el trabajo donde alcanzamos los mayores picos de realización personal. Comprobamos que, gracias a nuestros conocimientos o experiencia, podemos realizar una labor útil y remunerada. Esta remuneración nos permite, a su vez,  mejorar nuestra calidad de vida y la de nuestros seres queridos. Todo ello hace que nos sintamos socialmente reconocidos y valorados. Autoestima, en definitiva.

4)- Porque previene patologías mentales. Trabajar exige una rutina, una planificación y una constancia. Mantener la mente ocupada con los quehaceres del trabajo permite que aparquemos, aunque sea momentáneamente,  preocupaciones y quebraderos de cabeza. Así, focalizando nuestra atención en las tareas rutinarias (o no) del trabajo, mantenemos una equilibrada salud emocional y prevenimos trastornos como la depresión.
También previene de circunstancias indeseables como la violencia de género.

5).-Porque normaliza y combate la exclusión, equiparando a las personas, más allá de cualquier diferencia. Cuando atravesamos una situación difícil, discriminatoria o de especial vulnerabilidad, el empleo aporta  equilibrio para normalizar nuestra vida, consiguiendo que esas aparentes desventajas o limitaciones queden sepultadas bajo el desempeño de una actividad productiva y remunerada, que nos equipara a cualquier otra persona y demuestra nuestro talento, por encima de cualquier circunstancia que pueda estigmatizarnos.


El Mundo Y Sus Mentiras


“En el mundo de la mentira, que no es más que nuestro propio mundo, funcionan dos máximas que debemos asumir antes de iniciarnos en esta provocadora disciplina: en primer lugar, somos muy malos detectores de la mentira y, en segundo lugar, todos somos unos mentirosos”

Casi todos somos unos pequeños mentirosos deshonestos, y unos pocos somos unos grandes mentirosos deshonestos. Aunque, en honor a la verdad, los costos para nuestra sociedad de los pequeños mentirosos son descomunales en relación a los costos de los grandes defraudadores.

Nos engañamos pensando que la mentira es necesaria para el funcionamiento eficaz de nuestra sociedad y que disponemos de una holgada capacidad para justificarnos: el "vivo" es el héroe de nuestra sociedad. 

Además, ni siquiera podemos confiar en nuestros mayores. Ni policías, ni jueces, ni personas con alta experiencia, tienen una capacidad para detectar mentiras. Es decir, no existen buenos detectores de mentiras en ninguna parte de nuestro mundo. De hecho, las investigaciones realizadas al respecto apuntan a una mayor fiabilidad de los "no expertos" que de los "expertos"

Ni taparse la boca, ni apartar la mirada, o cualquier otro estereotipo que venimos aceptando como cultura social, tiene validez científica para ser considerada como una mentira. Si bien es cierto que algunas personas pueden engañar mejor que otras, es conveniente conocer cuándo nos enfrentamos a buenos mentirosos potenciales para así abordar una estrategia.

Una estrategia empieza por desconfiar del extrovertido, alguien con una alta estabilidad emocional y una dosis de frialdad afectiva. Es decir, aquellos en los que acostumbramos a confiar.

La buena noticia es que no todo está perdido. Detectar mentiras es una tarea compleja, pero no imposible. Mentir es muy difícil y requiere de un trabajo extraordinario: el mentiroso debe planificar, saber de lo que miente, y crear una verdad alternativa; además de analizar si le creemos y controlar el miedo a que lo descubran. 

No es fácil y requiere un elevado despliegue de recursos que lo hace más vulnerable, especialmente si tenemos la posibilidad de controlar nuestra relación con él.

Existen demasiados condicionantes que pueden alterar el resultado de un análisis de credibilidad, como las razones que nos mueven a mentir y para qué mentimos. Algunos aspectos en la cultura de la mentira pueden ser válidos en algunos casos y ser muy diferentes en otros, como los tiempos de reacción a una pregunta que son superiores a lo normal (especialmente si alguien no está preparado para una entrevista). 

Hay mucho "ruido" en el mundo de la mentira. Los manuales para la detección de mentirosos son bastante decepcionantes, existen demasiados aficionados con fórmulas de lenguaje corporal sin validar que solo representan una ofensa a los equipos de científicos que trabajan validando investigaciones en muchas universidades.

Entonces, ¿debemos renunciar a mejorar nuestra capacidad para evitar el engaño? La respuesta es no, solo debemos ser conscientes de que no existen elixires mágicos y que este proceso requiere de un trabajo serio y avalado por profesionales.


Hazlo Tu Mismo


Todo comienza con uno mismo. Desde la infancia empezamos a tener una imagen propia de quiénes somos, cómo lucimos físicamente, para qué tenemos capacidades, talentos y cuáles son nuestras debilidades.

Nos formamos esa autoimagen mental desde niños y le vamos dando forma gracias a todas las experiencias que vivimos y en gran medida “gracias” a la convivencia con los demás. Y digo gracias entre comillas porque lamentablemente le solemos dar demasiada importancia a lo que los demás dicen sobre ellos, sobre nosotros o sobre lo que se supone debería de ser, por lo que es muy frecuente que el concepto que tenemos de nosotros mismos lo dejamos en manos de otros, dándole valor a la opinión de los demás. Es entonces cuando auto saboteamos nuestra propia imagen y dudamos o dejamos de creer en nuestras capacidades, esas que nos hacen únicos y son la herramienta para lograr metas o deseos.

Gracias a lo que dicen los demás, dudamos de nuestras capacidades, actitudes, de nuestro comportamiento y perdemos la motivación. Por ende, nuestra autoestima baja y no encontramos motivos para actuar, seguir adelante persiguiendo nuestros sueños. Y bueno, como bien dicen, si no crees en ti mismo, entonces nadie tendrá una razón para hacerlo... si no crees en ti mismo, cualquier esfuerzo que hagas por superarte es inútil....

Esto sucede porque olvidamos que somos piezas maestras, porque te recuerdo -por si acaso lo has olvidado— que tú no eres parte del montón, no fuiste producido en serie, eres único, original, diferente, y si no me crees, mira que cada quien tiene su propio sello, nadie repite las huellas digitales. Todos hemos sido equipados con la personalidad apropiada, los regalos adecuados, los talentos adecuados y las conexiones adecuadas para hacer exactamente lo que sea nuestro propósito durante esta presencia humana en la tierra. La pregunta es: ¿reconoces ese tesoro que posees?

Todo en ti es único e importa cada detalle de ti, pero es posible que, al compararte con los demás, quisieras tener más dinero, una mejor casa, un auto del año, tener más estatura, verte mejor, tener tu ojos azules o verdes, tener más cabello o de otro color y un sin fin de tópicos que simplemente te pueden agobiar; por lo que te digo, es mejor que dejes de compararte, que dejes de mirar las realidades ajenas porque no son las tuyas y que, reconociendo tus bondades, bendiciones, habilidades, posibilidades, empieces a enfocarte en lograr todo lo que puedes, agradeciendo lo que tienes y sabiendo que eres perfectamente imperfecto, que eres una obra maestra.

Cuando reconoces esto, en primer lugar, por simple que parezca, abres tus caminos a nuevas posibilidades, nuevas puertas empiezan a ponerse en frente a ti y comienzan a abrirte. Como tú te ves y te amas, así te verán los demás y te amarán. Si tu te ves como poca cosa, que no vales, que nadie dará cinco centavos por ti y que ni al caso entender porque estás en esta vida, así te verán los demás. Pero si tú, en buen plan, empiezas a reconocer, asumir y por ende creerte todo lo que eres y con lo que vienes equipado y por lo cual nadie en este mundo puede competir contigo porque eres único, entonces crees en ti y los demás creerán en ti.

Debes sentir orgullo de la persona que eres, ya que, te repito, como bien dicen y es una verdad absoluta: de la forma que tú quieres que te vea el mundo así te observarán.

Cuando te amas, te aceptas, sabes que mereces lo mejor, lo asumes, lo crees y lo proyectas y es entonces cuando la vida, Dios, el universo, la fuente, trae hacia ti nuevas oportunidades y los sueños dejan de ser efímeros y se tornan realidades.

Si bien es cierto, no siempre nuestros días brindan lo que esperamos y a veces nuestra vida toma rumbos imprevisibles, más que preguntarte constantemente por qué tu vida se ha tornado como es ahora o por qué no es como la de tu semejante - llámese mejor amigo, conocido, familiar, compañero de trabajo— acepta el camino abierto que tienes por delante con todas tus capacidades para lograr lo que deseas.

Recuerda aquellos momentos atrás en los que superaste grandes dudas, conflictos, retos, en los que muchas de tus ahora realidades eran sueños, planes, proyectos, metas. Recuerda cuando triunfaste en algo que creías imposible. Tú eres esa misma persona, con esas mismas cualidades y dones, y continuarás venciendo e imponiéndote. No lo olvides, no lo cambies, no dejes de creer.

Cree en ti mismo y entiende que hay algo dentro de ti mayor que cualquier obstáculo. Todos tenemos adentro una brújula que nos conduce a donde anhelamos. No olvides confiar en tu brújula, consúltala a menudo, porque el conocer su presencia te dará fortaleza para lo que la vida te depare. No elijas permitir que te desvíen. Pídele la verdad a tu corazón, y te dará la respuesta y el discernimiento para tomar las decisiones que son para ti. Como bien dicen Wayne W. Dyer: “si crees totalmente en ti mismo, no habrá nada que esté fuera de tus posibilidades”. O bien, como ha dicho Cynthia Kersey: “cree en ti mismo y llegará un día en que otros no tendrán más remedio que creer en ti”.

Si tú crees en ti, no importa lo que diga el resto. Estas aquí para hacerlo, no para escuchar opiniones o mejor dicho: críticas. Si crees en ti mismo no necesitas q nadie apruebe tus decisiones y planes. La confianza en ti mismo es suficiente para emprender vuelo. No olvides que todo esfuerzo es inútil si no crees en ti. Intenta decir algo tan sencillo como: “Yo creo en mí mismo”. No siempre es fácil pero, si tú no crees en ti mismo, ¿quién lo hará?

Puedes tener éxito aun cuando nadie crea en ti, pero nunca lo tendrás si no crees en ti. Persigue tus sueños y siempre cree en ti. Pon tus ojos en las estrellas y la esperanza en tu corazón. Ocúpate de tu persona, sé tu propio maestro, cree en ti.


Nuestros Talentos

¿Crees que no tienes ningún talento? Estás muy equivocado. Sin conocernos, puedo asegurarte, insisto, que si piensas que no tienes ningún talento estás muy equivocado. No hay nadie, escúchame bien, nadie en el mundo que no tenga ninguna virtud. ¿Conoces a alguien que no la tenga?


Cualquier persona que podamos imaginar, por muy desagradable que nos parezca, desde el indigente más holgazán hasta el dirigente más engreído, desde el asesino más perverso hasta el ermitaño más huraño, todos tienen alguna virtud. 
Quizás tenga paciencia, quizás tenga don de palabra, quizás tenga inteligencia, quizás sea un superviviente nato. Todos tienen su virtud. ¿Por qué ibas a ser tú diferente? ¿Crees que lo eres?

No, no eres diferente. Tú también tienes tus virtudes. Igual que yo. Igual que todos. Todo el mundo tiene virtudes, todas las personas tienen talentos. Si tú crees que no los tienes, entonces es que no has buscado lo suficiente. ¿Has mirado dentro de tí? ¿Has mirado a tu alrededor? ¿Has preguntado a los que te rodean?

Debes analizar todas las cosas que haces a lo largo del día. ¿Qué haces bien? ¿En qué eres bueno? ¿Qué se te da bien? No lo dudes, puedes encontrar tus virtudes en tu interior. Aprende a sacar lo mejor de ti mismo, encuentra tus virtudes, se consciente de tus talentos.

Cada persona somos una fuente inagotable de ideas. Sólo tenemos que aprender a sacar esas ideas. No digas que tú no las tienes. No digas qué no tienes ninguna virtud, te estarías engañando. No digas que no tienes ninguna virtud, te estarías ocultando la realidad. No dejes que el pesimismo te lleve.

Repítete a ti mismo: "Yo soy bueno esto", "Se me da bien aquello", "Soy el mejor en lo otro". Repasa a menudo tus virtudes. Encuéntralas y repásalas.

Una vez que tengas claro en que eres bueno, escríbelo, repásalo, métetelo en la cabeza. Deja notas por todas partes recordándotelo. No tengas miedo de repetírtelo. "Soy bueno en tal cosa o en este aspecto".

Y por supuesto creértelo, cree en ti.

Recuerda: todos tenemos virtudes, todos tenemos cosas que mostrar al mundo, todos somos buenos en algo.

Descubre haciendo que cosas eres bueno. 


La Realidad Al Desnudo

Uno de los atributos de los grandes pensadores y filósofos que lograron describir la realidad conforme ella es, fue la toma de conciencia (que es el darse cuenta) de la realidad interna y externa. Y lo contrario, la incapacidad de darse cuenta (de dictadores, dogmáticos, intelectualoides, etc.) provocó que se viviera dentro la irrealidad y por esto la humanidad estuvo sumida en la oscuridad de la ignorancia.


 Hoy en día la necesidad de tomar conciencia de la realidad y tener un sentido crítico de ella se hace imprescindible, puesto que, a cada día que pasa, la desinformación emerge como un fantasma que va devorando las mentes de muchos hombres y mujeres que viven todavía dentro de la irrealidad. Y si viven en la irrealidad serán más susceptibles de ser engañados.

 La toma de conciencia no es una capacidad que se adquiere desde el nacimiento, sino que es una habilidad que se va desarrollando en la medida que se interactúa en los ámbitos interno y externo. 

 En un primer momento, esta toma de conciencia conduce al sujeto a tener un sentido común depurado, o sea, un buen “olfato”.  La persona con sentido común desarrollado, podrá darse cuenta de la realidad externa con una mayor facilidad. En la vida cotidiana emergen individuos con una alta capacidad de sentido común quienes interpretan la realidad de forma rápida y reaccionan ante ella con los comportamientos adecuados a la situación.

 En un segundo instante, la toma de conciencia conlleva elementos afectivo-mentales, donde a partir de una vivencia o vivencias, el individuo se da cuenta de su realidad interna o de la realidad externa. En la medida que el individuo a traviesa por el camino de la vida, el proceso experiencial le permite darse cuenta de lo que sucede en el entorno (intra o extra ambiental).

En un tercer momento, la toma de conciencia involucra elementos intuitivos, tomando la intuición, desde la fenomenología, como la capacidad de captar la realidad tal cual ella es. 

El individuo a partir de un proceso de crecimiento personal y espiritual tiene la habilidad de darse cuenta de lo que realmente sucede en su entorno. Sin embargo, en la sociedad abigarrada en la cual vivimos, no todos tienen la capacidad de darse cuenta de la realidad y viven inmersos en la irrealidad, y refuerzan este hecho como parte de su vida y creen que los otros deben estar también inmersos en esa ficción. 

Entonces, en este contexto, si no hay toma de conciencia, la transformación de la sociedad es más difícil.

Nuestras Expectativas


Siempre que en algo que realizamos o en una persona que conocemos ponemos grandes expectativas y no se producen las mismas, el desengaño es muy grande, mucho más que la satisfacción que se produce si las expectativas se cumpliesen.

Esto es debido a que siempre ponderamos en mayor medida el fracaso o desengaño que el éxito o acierto. Principalmente porque cometemos un grave error: el considerar que las expectativas positivas es algo normal y lo lógico es que se cumplan.

Lógicamente siempre debemos de tener expectativas positivas sobre algo o alguien porque si no es tontería el depositarlas. Pero lo que no nos damos cuenta en muchas ocasiones es de la dificultad de conseguir que estas expectativas se cumplan. Si no se alcanzan en su totalidad consideramos que es un fracaso, cuando puede que entre la consecución y el fracaso total haya una gran variedad de situaciones.

Pero siempre solemos adoptar la postura de que o bien se consiguen todas nuestras expectativas o el fracaso es completo. No solemos tener un término medio.

Me gusta mucho un proverbio que dice que ‘quien nada espera, nada pierde’, porque si ponemos la situación inversa, ‘quién todo espera, todo gana’, es cuando menos irreal porque todos sabemos que cumplir todas las expectativas es algo bastante difícil en ocasiones.

Nuestra forma de actuar debe ser la de saber ponderar las expectativas y el grado de consecución de las mismas ya que la consecución del total de las mismas no implica que se haya fracasado ya que, muy probablemente, lo que ocurrió es que no supimos marcarnos las expectativas de forma adecuada.

Vivimos en un mundo altamente cuantificable y en el cual es la ‘foto de la cifra’ conseguida lo que marca el éxito, con lo cual la no consecución de todo lo planificado se confunde con la mediocridad y eso es un gran error que se ha extendido por muchas de nuestras organizaciones. Nunca pensamos que hayamos cometido un error a la hora de determinar nuestras expectativas, siempre pensamos que estas son las correctas y que por culpa de imponderables no se han conseguido, y esto no tiene por qué ser siempre de esa manera.

Cambiar nuestras expectativas iniciales ante los cambios que nos rodean por otras más ajustadas a lo que ocurre en realidad, es una de las cualidades que marcan a los líderes en todo momento. 

Adaptarse al cambio, aceptar el mismo y conseguir verlo como una oportunidad de mejora, es lo fundamental a la hora de trabajar con nuestras expectativas y evitar el que se produzcan grandes desengaños que probablemente no sean.