sábado, 8 de enero de 2011

La Sencillez Perdida de Las Buenas Nuevas


La historia que voy a narrarles, no obstante referirse a hechos ampliamente divulgados, y por ende, supuestamente ser de dominio público, pertenece a esa clase de relatos genéticamente manipulados en su concepción,  cual si fuera mezclada en una especie de probeta, la realidad de los acontecimientos descriptos, con los aderezos que los volvieran apetecibles  al consumo de las grandes masas, aceptando el resultado de este nuevo sabor como si fuese el genuino y en consecuencia, el único socialmente digerible.
Cuando se nos habla del nacimiento del Salvador, las referencias a las cuales podemos recurrir provienen de una única fuente, los Evangelios de Mateo y el de Lucas, allí en forma muy breve y escueta se nos describen, algunos, muy pocos, de los hechos que dan motivo a este artículo.
Ambos Evangelios fueron escritos originalmente en griego, el de Mateo, su autor, pertenece al discípulo, recaudador de impuestos, que atendiendo al  llamado de su Maestro, le sigue y se convierte en uno de sus apóstoles, el otro, el de Lucas, es el escrito que personalmente más me conmueve, porque es realizado, por un hombre joven, poseedor de una amplia cultura, médico de profesión, de origen no israelita, que no era testigo contemporáneo de Jesús.
Sus escritos sobre la vida y obra de Jesucristo, son fruto de una exhaustiva  investigación de los hechos descriptos, que han llegado a nosotros gracias a que decidió registrarlos en forma escrita para enviárselos a su amigo, Teófilo, como testimonio, para que él, Teófilo, tuviese conocimiento de los hechos tal cual habían sucedido.
Existen, se dicen que existen, otros documentos, los llamados apócrifos, que no son aceptados como válidos, por los recopiladores que han compendiado lo que hoy conocemos como: El Nuevo Testamento , la segunda parte de la Biblia, lo que hace que estos dos libros mencionados, sean los únicos referentes autorizados a los cuales podremos recurrir.
Así las cosas, entiendo que la recreación de los acontecimientos que han sacudido, cual un terremoto, todas nuestras concepciones de lo trascendente, de ese hilo conductor, ese cordón umbilical, que une y nutre a la vez,  a ese , para algunos incomprensible, eterno vínculo, entre nosotros, considerados insignificantes mortales, y El Dios que nos ha creado a su imagen y semejanza, bien puede ser abordado una vez más, por cualquiera de nosotros, sin importar las credenciales que nos exijan los eruditos versados en el tema, pues entiendo que es un derecho natural que cualquiera de nosotros , sus hijos, podemos alegar que poseemos ¿no?
Cuando estas cosas ocurrieron no contábamos, como muchos piensan que sí teníamos, el enorme bagaje de información que hoy disponemos, el acceso al conocimiento era algo sumamente restringido, sólo los muy doctos podían leer escritos celosamente custodiados, con el agregado de que aún ellos, los doctos e informados, jamás se interesarían por lo que pudiese ocurrir en la vida de los personajes que participan en nuestra historia, recordemos que los acontecimientos narrados, han llegado al alcance de lo que hoy podríamos llamar “opinión Pública” muchos siglos después , luego de soportar innúmeras traducciones de los antiguos  textos originales.

Narraremos nuestra versión de los hechos prescindiendo de efectuar citas a los textos bíblicos que ya hemos mencionado, aunque obviamente invitamos a nuestros lectores a que puedan corroborar su contenido con aquellos pasajes de las escrituras que consideren conveniente recurrir.
Nuestra historia comienza de esta manera:
Situación Política
Desde hacía más de medio siglo, Palestina estaba bajo el dominio del imperio romano, luego de haber sido dominada por la influencia helénica,  cultura que desde hacía unos tres siglos fue ejerciendo cambios  sustanciales en el comportamiento y preferencias sobre todo de las clases acomodadas, vinculadas al ejercicio del poder a través de su vasallaje incondicional a la autoridad dominante.
Los líderes religiosos de la época sumamente preocupados en la defensa de sus preceptos, lograron mediante su tenacidad y por la demostración del grado de influencia que ejercían sobre el pueblo, que el imperio romano decretase ciertos privilegios a la nación judía, a los efectos de alcanzar por este medio, mantener la cada vez más problemática convivencia entre ambas culturas.
Es entonces que la  palestina queda en manos del Sanedrín, el cual oficia de Consejo en todos los asuntos relacionados con el cumplimiento de sus leyes internas, tal como lo explicitaba la llamada Ley de Moisés en toda su extensión, bajo la tutela y aprobación del representante de la autoridad romana en Jerusalén.
Roma les permitía regirse por estas normas, podrían guardar el día sabático, aplicar la justicia en  asuntos civiles y religiosos, procesar sus alimentos de acuerdo a su particular sentido de la pureza y limpieza de los mismos y sus hombres estaban exentos del servicio militar.
En contra partida, se les tenía prohibido el ejercicio de la política, las actividades de defensa eran de uso exclusivo del imperio y sus legiones, y debían pagar tributo por sus propiedades, su producción, así como sobre el intercambio de bienes y servicios.
En el interior del Templo de Jerusalén, ejercían su influencia los poderosos saduceos, los cuales pertenecían a la alta aristocracia y administraban los recursos provenientes de las ofrendas.
Mencionamos también, a los escribas y a los fariseos, los meticulosos defensores de “la letra de la ley” a quienes Jesús compararía con los sepulcros, cuando les dijo que aunque estuviesen blanqueados por fuera, por dentro estaban llenos de podredumbre.
Según el  orden establecido por Moisés, el sacerdocio era ejercido por la tribu de Levi, éstos, en su mayoría, residían más bien en el área rural, vivían de sus diversos oficios y representaban los sectores más bajos  de la sociedad, la enseñanza de la ley se efectuaba en las sinagogas, era allí, entre sus paredes, que cultivaban los principios religiosos, donde subyacía, latente, como un volcán adormecido, el anhelo de la liberación prometida por Jehová, la llegada de un libertador, Un  Mesías, que hiciera prevalecer el Convenio que el Gran Jehová de los Ejércitos, había suscrito con ellos, el único (según ellos) pueblo escogido entre todas las naciones de la tierra.
Este era entonces el clima socio-político - religioso, en una palestina ocupada por el imperio romano y bajo la autoridad de un monarca idumeo, cruel y ambicioso de nombre: Herodes el Grande.
En la Corte Celestial
Nadie puede creerse que un acontecimiento como el que intentamos describir, donde nada menos, se están ultimado los detalles de la inminente venida del Hijo Unigénito de Dios el Padre, pueda estar librado a la improvisación, es evidente que se habían tomado todos los recaudos, para que un hecho inédito, que supera la capacidad de entendimiento de cualquier mortal,  pueda cristalizarse en absoluta armonía con lo dispuesto en los cielos desde el principio de los tiempos, mucho antes incluso, de que este mundo al cual habitamos, se hubiese creado.
Entonces, como no podía ser de otra manera, Dios el Padre, convocó a su presencia al Arcángel Gabriel, jefe de la campaña que enfrentó a Lucifer, en  la gran batalla de los cielos, para que junto a l Unigénito, ultimasen todos los detalles referentes  a los acontecimientos previos a su nacimiento en la carne, así como compartir con María y con José, las instrucciones que éstos ya habían recibido con motivo  de su preordenación en los cielos, preordenación ésta, que el manto de olvido que cubre nuestras experiencias previas al nacimiento, les ha mpedido recordar.
Una vez acordados  los tiempos y las formas, Gabriel y sus asistentes comienzan a cumplir con sus asignaciones.
La visita a Zacarías
Zacarías era un levita muy devoto que estaba casado con Elizabeth, mujer de unos 35 años        - edad  considerada avanzada en aquella época – la cual era estéril , tanto ella como su marido anhelaban un hijo y durante muchos años, elevaban sus oraciones pidiendo se les concediera la gracia de ser padres.
Estaba en esta oportunidad, Zacarías, prestando servicios en el templo, ocasión que se le brindaba de tanto en tanto, debido a la cantidad de sacerdotes de su clase que potencialmente podrían ser asignados,  era para él, entonces, una ocasión muy especial, y como tal, su fervor religioso le hacía sentir el gozo de estar prestando servicio en la casa de Jehová.
La tarea encomendada consistía en ofrecer el incienso, por lo que debía ingresar al santuario del Señor, mientras la multitud, le esperaba, ansiosa, para oír sus palabras de prédica, fue entonces, en el lugar Santísimo, que el ángel Gabriel se le apersono para informarle que el Señor había prestado oído a sus plegarias por lo que su esposa, Elizabeth, concebiría un niño varón, al que deberían llamarle, Juan.

Zacarías, una vez recobrado de la fuerte impresión que le había causado la presencia de Gabriel, le contesta dubitativo, que tal cosa, la que Elizabeth, concibiera en su vejez, era algo imposible de realizar, el ángel entonces, le reprende, afirmando que nada es imposible para Dios, que Elizabeth, concebiría en su vientre un varón, que debería llamarle Juan, y que por causa de su incredulidad no volvería a pronunciar palabra alguna hasta que se cumpliera con  lo que el Señor Jehová, le había asignado comunicarle, dicho esto, Gabriel se retira de su presencia, Zacarías, perdió el habla, y debió dirigirse a la congregación que le esperaba, haciendo gestos, su estado se había transfigurado, de tal forma, que todos comprendieron que algo muy importante había sucedido en el santuario.
José y María
El evangelista Mateo, comienza su  relato, dando una descripción muy precisa, de la genealogía de Jesús, partiendo del patriarca, Abraham, y culminando con José y María, esto colocaba, sin sombra de dudas, al pequeño Jesús, en la línea de sucesión al trono de David, por lo que queda evidenciado el estatus de sus progenitores, José y María eran de la tribu de Judá,  y por línea patriarcal, José era un príncipe, candidato potencial al trono de Israel.
Cuando se le menciona, José, no es presentado, como un “humilde carpintero” dejándonos la sensación de ser  un hombre  de condición social baja, pero nada más alejado de la realidad, José, no era el “empleado de una modesta carpintería”  José era un Carpintero, así, con mayúscula, poseía un oficio muy importante para la época, algo similar a los ingenieros actuales, la madera era un artículo esencial no solamente en la construcción de puentes y viviendas, el mobiliario y la gran mayoría de los enseres, tanto domésticos, como de uso industrial o agrícola, incluida la industria bélica, dependían del uso adecuado de este material, entonces, cuando hablamos de un carpintero, no nos estamos refiriendo a un oficio cualquiera.
Lo mismo nos sucede con María, el personaje cobra importancia, por su condición de “madre de Jesús” por lo que “iba a llegar a ser” , eternizada en su “ virginidad” y en concepción “ sin pecado concebida” nada más, o muy poco ,se nos dice de esta joven mujer, nada sabemos de sus  habilidades y expectativas de futuro, nos la presentan más bien, como si fuese la ganadora de un concurso, agraciada entre miles, con el premio de ser “ la madre del Hijo de Dios” sin darnos ninguna referencia a los “por que”  de su elección.
En realidad, María, como dijimos, reunía en si misma muchas cualidades que la calificaban para ser seleccionada,  además de ser joven y hermosa, como hemos comentado, provenía de la nobleza,  lo que equivale a decir, que ella era una princesa de la casa de David, además de probadas condiciones tanto morales como intelectuales, basta que citemos el diálogo que mantuvo con el ángel Gabriel -Evangelio de Lucas- para darnos cuenta de su naturaleza humilde y sagaz a la vez.



Cuando Gabriel la entrevista, le explica las razones de su visita, le menciona las promesas del Señor para con la Casa de Israel, y que tal como se le había mencionado antes de ser enviada a este mundo, ella era la preordinada para ser la madre del Mesías prometido, también se le aclararon todas sus inquietudes , la trascendencia de su misión requeriría de toda su probada obediencia y abnegación, su respuesta al Ángel del Señor nos exime de cualquier otro comentario al respecto: “ He aquí la sierva del Señor: hágase conmigo conforme a su palabra”
Lo que ocurrió posteriormente, bien que puede ser considerado como el primer caso en la historia de la humanidad, en que el Padre de todas las ciencias, recurre a la inseminación artificial para fertilizar el vientre fecundo de una aún asombrada y virgen, María.
Cuando llegó el tiempo de la confirmación de lo anunciado por Gabriel, María, conocedora de las estrictas normas morales de la llamada Ley de Moisés, se dio cuenta de que corría serios riesgos de ser lapidada hasta la muerte, en el caso de ser acusada de adulterio, que debía hablar con José, con quién estaba desposada, y ponerle al tanto de lo que estaba sucediendo con ella, éste, en un primer momento, superado por  la situación descripta por María, pensó en salir discretamente de la vida de ella, terminar esa incipiente relación que le unía con una joven a la que sin duda amaba intensamente.
Estando José, como seguramente lo estaría cualquiera de nosotros en una situación similar, sumamente traumatizado por los acontecimientos, se nos dice que habiendo contraído un sueño profundo, tal vez algunas copas de vino hayan contribuido a ello, me pregunto: ¿quién en tales condiciones no hubiese hecho lo mismo? Lo cierto es que según el relato de Mateo, un Ángel del Señor le visitó en sueños y descorriendo el velo que le impedía, a un atribulado y aún confuso José, recordar las promesas dadas por Jehová a su pueblo, y éste, una vez que estuvo debidamente informado, acepto  asumir la  responsabilidad que le había sido  encomendada.
 Mateo se extiende algo más en su, de por sí, muy escueto relato de estos hechos al añadir: “Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer.” Aclarando además, algo extremadamente importante y aún tozudamente ignorado por la gran mayoría de las autoridades cristianas de hoy día,  cuando nos dice: “Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito: y le puso por nombre Jesús.”  
 Mateo 1: 24 – 25
El matrimonio de José y María se consumó, con la salvedad, de que el compromiso que José contrajo con el ángel, de no conocerla hasta después del nacimiento del niño, seguramente lo debe de haber cumplido, pienso que eso es parte de la intimidad de la pareja, de cualquier forma ambos debieron haber acordado mantener las apariencias, recuérdese, que para aquella época en particular, como en cualquier otra época, todos partimos del supuesto ,de que sería sumamente extraño el celibato entre dos jóvenes recién casados.


En cuanto a la normalidad de las relaciones futuras, existe suficiente evidencia al alcance de cualquiera que se interese en el asunto, de que José y María fueron padres de varios hijos, por lo menos de cuatro varones y dos mujeres, hermanos menores de Jesús.
Es interesante, la obstinación de muchos, en negar este hecho, resulta incomprensible que se haya pretendido castrar por el resto de su vida a José, como también negarle a María el derecho de vivir su sexualidad y traer a este mundo a otros niños, niños que conformarían una familia feliz, téngase en cuenta que tanto José, como María, eran muy devotos, cumplidores estrictos de la Ley de Moisés, sería lamentable, que pensáramos que  ellos, nada menos que ellos, recurrirían a prácticas reñidas con la moral y las buenas costumbres, o que tengamos que llegar a la conclusión, de que lo que hoy se predica ,en contra del uso de cualquier método que altere el derecho a la vida y a la concepción, se les haya permitido, exclusivamente  a este matrimonio.
La imagen que se nos ha impuesto, de una sagrada familia, compuesta por una madre y un padre, híbridos, asexuados, con un niño, que es hijo único y que solamente responde a la voluntad divina, sin la participación en su formación de quienes asumieron la responsabilidad de brindarle la seguridad de un hogar, un entorno familiar, atención adecuada, y sobre todo amor y educación, no es de recibo.
José y María vivieron para la vida real, como cualquier pareja, no fueron creados para figurar en los altares, ni en los libros sagrados, nadie les reverenció, ni oró a sus pies pidiéndole gracia alguna, ellos eran parte de un entorno y en él supieron granjearse el reconocimiento de sus amigos y vecinos, que les aceptaron tal como eran, como lo puede ser usted, amigo lector, con aquellas personas con las cuales se relaciona, los honores y las reverencias les llegaron muchos siglos más tarde, a través de los relatos que han llegado a nuestras manos, luego de pasar por una grosera, y por qué no, maliciosa manipulación.
Al comienzo de la primavera de lo que llamaremos el año uno de nuestra era, un edicto del emperador Augusto César,  decretaba que debía realizarse un censo de población, cada uno debía empadronarse en los lugares de origen de sus respectivas familias, siendo José y María de la tribu de Judá, debían trasladarse, desde su residencia en Nazaret, hasta Belén, la cual quedaba distante unos 140 kilómetros, para María, este sería un viaje muy sacrificado, por el avanzado estado de su  gravidez, la distancia , y los peligros potenciales propios de los caminos, especialmente bandidos y salteadores.
Estas travesías no se hacían en forma improvisada, se organizaban grupos de viajeros para darles mayores garantías de seguridad y protección, recuérdese, que el edicto imperial exigía la comparecencia de todos los integrantes de la familia, hombres, mujeres, ancianos, jóvenes y niños, de manera que la llegada a Belén, se realizó con la premura de lograr ubicación para los agotados viajantes, donde entre sus filas, habían, como lo hemos mencionado, niños y ancianos, a los cuales había que atender en forma prioritaria, todo esto, debía ser resuelto, en medio de un pueblo abarrotado de peregrinos, provenientes de todos los rincones del imperio.


Es por esta razón, de que no nos extrañamos de las dificultades que tuvieron,  José y María, para encontrar ubicación acorde a las necesidades, de una parturienta ,que podría dar a luz en cualquier momento, a diferencia de lo que nos han inducido a creer, no fueron alojados en un establo, por carencia de recursos económicos, ni por falta de solidaridad, lo más probable es que, siendo ambos,  devotos cumplidores de la Ley, no sería de extrañar, que ellos mismos, hayan preferido pasar por algunas privaciones , dejándole espacio a madres con niños pequeños ,o a cansados ancianos, o enfermos necesitados de un lugar para descansar y reponerse.
Resulta interesante observar, cómo algunas decisiones, tomadas con el propósito de acomodar algunos sucesos de gran impacto en la opinión pública, para amoldarlos a los intereses de los formadores de opinión, algo similar al fenómeno de Santa Claus o Papá Noel, una leyenda que toma forma a través del genio de un dibujante, una multinacional de refrescos compra todos los derechos, difunde la imagen por el mundo, y ahora, todos estamos pendientes de su venida el día de navidad,
Con este razonamiento, analicemos lo siguiente, el viaje de José y María, se realizó en la primavera  o sea en los meses de marzo -abril, María entró en trabajo de parto alrededor de las seis de la tarde y el niño nació más o menos a las siete o siete y media, ese día memorable para toda la humanidad fue en el mes de abril, más precisamente, el día seis de abril del año uno de nuestra era, ahora, ¿ porqué festejamos su nacimiento un 25 de diciembre? Para responder a esta interrogante, deberemos remontarnos a los tiempos de los primeros cristianos romanos, el auge del cristianismo fue adquiriendo tales dimensiones, que comenzaron a verse, como una gran fuerza  expansiva, que  en poco tiempo podría conmocionar los cimientos del imperio.
Es entonces, que el emperador Constantino, decide incorporar  a los cristianos a sus planes de imponer a los romanos una disciplina que le permitiesen a él, Constantino, someter todo tipo de resistencia  política y lograr el apoyo de las masas.
Comenzó primeramente legalizando la religión cristiana, permitiendo que su culto se oficiara legalmente en todo el imperio para luego oficializarla como la religión oficial de Roma, para llegar a este punto, el emperador se autoerigió en el protector de la iglesia y en la principal figura dominante, impuso cambios en la doctrina, y por supuesto, manejó a su antojo a todas sus autoridades.
La tradición del pueblo romano mantenía una muy fuerte inclinación a las festividades de origen pagano, eran momentos de cambio y confusión, se imponía lograr cierto sincretismo entre lo pagano y la doctrina oficial, es  ahí, entonces, que llegamos a los por qué, del 25 de diciembre como fecha de nacimiento del niño Jesús,  en esa fecha se realizaban las saturnales, fiesta pagana por excelencia, en la cual se efectuaban bacanales  en homenaje al dios sol, el venerado antiguo dios de los romanos, como agregado a esta movida, el día santo de la iglesia católica, se desplaza, del día sabático judío, al día del sol romano, como dice el idioma inglés, Sunday.


Para ese entonces, ya había transcurrido más de trescientos años de la era cristiana.
Al invento descarado, de sustitución de las fiestas saturnales, por la navidad cristiana, deberíamos agregar, las  imágenes de tres reyes magos en los pesebres de todo el mundo, nos preguntamos: de dónde surgen que eran tres?  Sus nombres, Melchor, Gaspar y Baltasar, quién se los puso?  Y por último quién los hizo partícipes de la natalidad?
Los datos reales a los que tenemos acceso, nos dicen que hubo reyes sabios orientales, llamados magos, por sus conocimientos de alquimia, que observando el universo, constataron una nueva estrella  en el firmamento, cuyo fulgor les indicaba que era el presagio de que había ocurrido un acontecimiento trascendente para la humanidad.
Estos reyes magos, organizaron entonces una caravana, llevando consigo, tal como se indica en las escrituras, oro, incienso y mirra, elementos esenciales para rendir tributo a una divinidad, por supuesto que no iban solos en este emprendimiento, les acompañaban sus guardias, su séquito de servidores, el abastecimiento básico, tiendas, enseres, etc. los cuales debieron ser transportados por una tropilla de camellos considerable, la imagen de los tres reyes magos y sus camellos, transitando solitarios con sus camellos, tiene solamente el peso de una tierna fábula.
Debemos agregar, que su traslado a través  de las arenas del desierto, sin rutas ni bases de aprovisionamiento a la vera de los caminos, les demandó un esfuerzo  importante, jornadas de intenso calor, noches extremadamente frías, toda una odisea, que implicaba, no solamente un gasto importante de recursos, sino, además, un tiempo considerable.
El evangelista Mateo, nos relata que cuando ellos ubicaron al niño Jesús, éste estaba en su casa, en compañía de sus padres, por lo que calculamos que ya tendría unos dos años de edad.
En resumen:  El acontecimiento más trascendente en la historia de la humanidad, que marcó un hito incomparable, no merecía tanta manipulación, la perla de gran precio, vale por sí misma, sin la necesidad de envolverla y colocarla en un estuche, que se ha ido transformado en un objeto, mucho más valioso que el contenido que intenta preservar.
Una Navidad en diciembre, Reyes Magos en enero, y un Papá Noel colorido, que les ha de desplazado a un segundo plano, con el apoyo del marketing y el tremendo poderío de las multinacionales.
Hugo W. Arostegui  
 

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Mañana...¿Cuando es mañana?


Mañana ¿Cuándo Es Mañana?

Estamos tan acostumbrados a que los días transcurran, uno tras otro, que nos parece que la vida no es otra cosa que una sucesión interminable de espacios de tiempo a los que llamamos minutos, horas, días, semanas, meses, años, etc.
Ahora, ¿existe el minuto siguiente? ¿La hora siguiente? ¿Los días, semanas, meses, años, etc.?
En realidad, lo que aún no ha sido creado, no existe, damos por descontado que tendremos el minuto siguiente, la hora, los días, y así sucesivamente, en una secuencia natural, de la cual nos hemos apoderado, tal como si fuésemos los creadores, amos y señores de todo lo porvenir.
Esa ilusión, de que el tiempo nos pertenece, es la que nos lleva a pensar que podemos hacer uso y abuso de todo lo que gira en su entorno, el ayer ya pasó, hoy, no sé si lo podré realizar, pero mañana… ha… mañana sí, sin duda, comenzaré a realizar lo que no pude o no quise hacer, ayer, antes de ayer, o quizás hoy mismo.
Nosotros transitamos por la vida y lo que la vida consume es tiempo, de no contar con este precioso elemento, tan esencial como el aire que oxigena nuestros pulmones, la existencia, tal como la percibimos, dejaría de ser, nos sentimos atrapados por el tiempo, de la misma forma que los objetos, sujetos como a una ley de gravedad que nos condena a no poder salir de la materialidad que nos rodea.
Pero: ¿será que sólo somos sujetos temporales? Descartes, nos señala un camino cuando expresa: "pienso, luego existo" la gran interrogante que siempre nos ha conmocionado es la de pretender saber, de dónde venimos, a qué hemos venido, y a dónde vamos, lo que no es otra cosa que percibir, en lo profundo de nuestro ser, que somos algo más que la materia que nos recubre, que esta etapa de nuestra existencia no es otra cosa que eso, una etapa, en el devenir de la inmortalidad de nuestro espíritu.
La conjunción del espíritu con nuestro cuerpo físico, constituyen el alma humana, cuerpo y espíritu se unen para transitar por esta vida terrena, el espíritu como conductor y el cuerpo físico como vehículo mediante el cual se realiza dicho tránsito.
Cuando decimos que nuestro cuerpo es el vehículo en el cual transitamos, lo que pretendemos señalar es cuán importante es el cuidado y atención que le brindemos.
El  poeta romano Decimus Iunius Iuvenalis, conocido como Juvenal, en uno de sus versos nos dice: "Mente Sana In Corpore Sano" como un ejemplo de complementación de estos dos componentes esenciales de la criatura humana.
De Juvenal, agregamos parte de sus versos, publicados en su décima sátira:
"Se debe orar a los dioses que nos concedan una mente sana en un cuerpo sano.
Pedir un alma fuerte que carezca de miedo a la muerte.
Que considere el espacio de vida restante entre los regalos de la naturaleza.
Que pueda soportar cualquier clase de esfuerzos.
Que no sepa de ira, y esté libre de deseos.
Y crea que las adversidades y los terribles trabajos de Hércules son mejores que las satisfacciones, la fastuosa cena y la placentera cama de plumas de Sardanápalo."
Comenzamos este artículo hablando del tiempo, de la vanidad de pensar que podemos disponer de sus secuencias futuras, del minuto siguiente, de las horas, días, etc. cuando en realidad, el vehículo que disponemos, nuestro cuerpo físico, carece de garantías en cuanto a su fecha de vencimiento.
Permítaseme realizar la siguiente comparación:
Imaginemos, que nos encontramos en un lugar, donde se nos dice, que estamos de paso, que disponemos de un cuerpo físico que puede ser perfecto en cuanto a sus funciones básicas, - recuérdese que las sagradas escrituras nos mencionan que hemos sido hechos a imagen y semejanza de los dioses – con la salvedad, que muchos de nuestros congéneres, nacen con discapacidades, ya sea por herencia genética, gestación no deseada, consecuencias ambientales, etc.
Cualesquiera que fuesen las razones, el cuerpo físico que tenemos es el único que tendremos en esta vida y del cual nos valeremos para realizar nuestras acciones diarias, nuestro "yo soy" será identificado por el Ser espiritual interior y su apariencia externa, el logro de un equilibrio armónico entre ser y apariencia, el alcanzar la íntima aceptación de lo que somos, tanto por dentro como por fuera, será un paso muy importante en la conformación de nuestra propia identidad.
Ahora bien, una vez constituidos en espíritus incorporados, es decir, lo inmortal de nuestro ser espiritual, con lo finito, de nuestro cuerpo físico, es como si estuviésemos literalmente conduciendo un vehículo, un vehículo cuyo panel de control nos emitirá determinadas señales, las cuales, si las atendemos en forma adecuada, nos permitirá lograr los mejores resultados posibles en cuanto a su capacidad y rendimiento.
Pero el tiempo que transcurre inexorablemente, desde que nuestro reloj biológico comienza a marcar el paso de las horas, no nos pertenece, es un regalo que se manifiesta minuto a minuto, como un maná proveniente de los cielos.
Así será mientras dure nuestra existencia, habrá muchas horas e incontables días, pero no se nos es permitido saber hasta cuando, de ahí la importancia de saber aprovechar al máximo el tiempo que se nos concede, hoy, estoy vivo, hoy puedo manifestarme, ¿ mañana? ¿habrá un mañana? Puede ser, Dios lo quiera.
Hugo W Arostegui





Estamos tan acostumbrados a que los días transcurran, uno tras otro, que nos parece que la vida no es otra cosa que una sucesión interminable de espacios de tiempo a los que llamamos minutos, horas, días, semanas, meses, años, etc.
Ahora, ¿existe el minuto siguiente? ¿La hora siguiente? ¿Los días, semanas, meses, años, etc.?
En realidad, lo que aún no ha sido creado, no existe, damos por descontado que tendremos el minuto siguiente, la hora, los días, y así sucesivamente, en una secuencia natural, de la cual nos hemos apoderado, tal como si fuésemos los creadores, amos y señores de todo lo porvenir.
Esa ilusión, de que el tiempo nos pertenece, es la que nos lleva a pensar que podemos hacer uso y abuso de todo lo que gira en su entorno, el ayer ya pasó, hoy, no sé si lo podré realizar, pero mañana… ha… mañana sí, sin duda, comenzaré a realizar lo que no pude o no quise hacer, ayer, antes de ayer, o quizás hoy mismo.
Nosotros transitamos por la vida y lo que la vida consume es tiempo, de no contar con este precioso elemento, tan esencial como el aire que oxigena nuestros pulmones, la existencia, tal como la percibimos, dejaría de ser, nos sentimos atrapados por el tiempo, de la misma forma que los objetos, sujetos como a una ley de gravedad que nos condena a no poder salir de la materialidad que nos rodea.
Pero: ¿será que sólo somos sujetos temporales? Descartes, nos señala un camino cuando expresa: "pienso, luego existo" la gran interrogante que siempre nos ha conmocionado es la de pretender saber, de dónde venimos, a qué hemos venido, y a dónde vamos, lo que no es otra cosa que percibir, en lo profundo de nuestro ser, que somos algo más que la materia que nos recubre, que esta etapa de nuestra existencia no es otra cosa que eso, una etapa, en el devenir de la inmortalidad de nuestro espíritu.
La conjunción del espíritu con nuestro cuerpo físico, constituyen el alma humana, cuerpo y espíritu se unen para transitar por esta vida terrena, el espíritu como conductor y el cuerpo físico como vehículo mediante el cual se realiza dicho tránsito.
Cuando decimos que nuestro cuerpo es el vehículo en el cual transitamos, lo que pretendemos señalar es cuán importante es el cuidado y atención que le brindemos.
El  poeta romano Decimus Iunius Iuvenalis, conocido como Juvenal, en uno de sus versos nos dice: "Mente Sana In Corpore Sano" como un ejemplo de complementación de estos dos componentes esenciales de la criatura humana.
De Juvenal, agregamos parte de sus versos, publicados en su décima sátira:
"Se debe orar a los dioses que nos concedan una mente sana en un cuerpo sano.
Pedir un alma fuerte que carezca de miedo a la muerte.
Que considere el espacio de vida restante entre los regalos de la naturaleza.
Que pueda soportar cualquier clase de esfuerzos.
Que no sepa de ira, y esté libre de deseos.
Y crea que las adversidades y los terribles trabajos de Hércules son mejores que las satisfacciones, la fastuosa cena y la placentera cama de plumas de Sardanápalo."
Comenzamos este artículo hablando del tiempo, de la vanidad de pensar que podemos disponer de sus secuencias futuras, del minuto siguiente, de las horas, días, etc. cuando en realidad, el vehículo que disponemos, nuestro cuerpo físico, carece de garantías en cuanto a su fecha de vencimiento.
Permítaseme realizar la siguiente comparación:
Imaginemos, que nos encontramos en un lugar, donde se nos dice, que estamos de paso, que disponemos de un cuerpo físico que puede ser perfecto en cuanto a sus funciones básicas, - recuérdese que las sagradas escrituras nos mencionan que hemos sido hechos a imagen y semejanza de los dioses – con la salvedad, que muchos de nuestros congéneres, nacen con discapacidades, ya sea por herencia genética, gestación no deseada, consecuencias ambientales, etc.
Cualesquiera que fuesen las razones, el cuerpo físico que tenemos es el único que tendremos en esta vida y del cual nos valeremos para realizar nuestras acciones diarias, nuestro "yo soy" será identificado por el Ser espiritual interior y su apariencia externa, el logro de un equilibrio armónico entre ser y apariencia, el alcanzar la íntima aceptación de lo que somos, tanto por dentro como por fuera, será un paso muy importante en la conformación de nuestra propia identidad.
Ahora bien, una vez constituidos en espíritus incorporados, es decir, lo inmortal de nuestro ser espiritual, con lo finito, de nuestro cuerpo físico, es como si estuviésemos literalmente conduciendo un vehículo, un vehículo cuyo panel de control nos emitirá determinadas señales, las cuales, si las atendemos en forma adecuada, nos permitirá lograr los mejores resultados posibles en cuanto a su capacidad y rendimiento.
Pero el tiempo que transcurre inexorablemente, desde que nuestro reloj biológico comienza a marcar el paso de las horas, no nos pertenece, es un regalo que se manifiesta minuto a minuto, como un maná proveniente de los cielos.
Así será mientras dure nuestra existencia, habrá muchas horas e incontables días, pero no se nos es permitido saber hasta cuando, de ahí la importancia de saber aprovechar al máximo el tiempo que se nos concede, hoy, estoy vivo, hoy puedo manifestarme, ¿ mañana? ¿habrá un mañana? Puede ser, Dios lo quiera.
Hugo W Arostegui

Evo: Dicese de Aquello que es Sin Principio Ni Fin


Evo:  Dicese de aquello que es sin principio ni fin

Hubo una vez, en que las inteligencias, carentes aún de organización, pugnaban unas contra otras.

En medio de la disputa, algunas de ellas, comenzaron a emitir ondas sonoras de intensa vibración, con la finalidad de imponer su criterio sobre las otras, lo que fue respondido con una reacción similar por parte de las demás.

A medida en que aumentaba el descomunal ruido, se dice que las menos desarrolladas aunaron esfuerzos en virtud de sus posibilidades acústicas generando tal estrépito que nadie podía siquiera lograr la mínima concentración.

Tal estridencia generó el caos entre ellas, y de este caos surgió el desorden jamás conocido anteriormente.

En medio de tal desorden no pudo establecerse el control y su ausencia dio lugar a que se instalase entre ellas la no conocida hasta entonces imprudencia.

La imprudencia trajo consigo la ausencia de límites.

Fue entonces que: El caos, el desorden, la ausencia de control, la imprudencia y la absoluta carencia de límites, colapsaron de tal forma que ya nada podía impedir que se produjese,  lo que los científicos modernos han denominado, La gran explosión, que como todos sabemos, se piensa, que haya sido la causa originaria del universo

Es en esas circunstancias  que Elohim, el elegido de los Dioses, es asignado para bajar en medio de todas ellas y una vez que lograra imponer su atención mediante el poder de su Hijo Unigénito, las organizase de  acuerdo a la esencia de cada una.

La majestuosidad de los dones del Espíritu Santo , ha sido el complemento, la ayuda idónea, para organizar con Elohim los cuerpos espirituales de aquellas inteligencias, que constituían el germen de la estirpe de los Dioses.

Las inteligencias organizadas fueron constituyendo el orden y la evolución, de lo que hoy conocemos como los reinos: mineral, vegetal y animal, con el compromiso de que cada una de ellas según su especie, cumpliría fielmente con la medida de su creación,
compromiso que han cumplido hasta el presente y que es avalado por un sentimiento ancestral de los hijos de los hombres, que les impulsa a denominar a este conjunto de inteligencias, interrelacionadas entre sí, con el sagrado nombre de Madre Naturaleza. 

Las inteligencias son el elemento esencial de la vida, sin ellas nada puede existir, cada partícula del universo por ínfima que pueda ser, posee en su esencia cierto grado de inteligencia, nada podría existir y evolucionar, ni los Dioses, ni su entorno, ni hábitat alguno para la convivencia de las distintas especies, si no hubiese en su constitución algún grado de inteligencia organizada.

Es a través de este procedimiento que comienza la organización de los cielos, todas    y cada una de las inteligencias, tendrían su espacio, su tiempo, los sonidos ahora respetarían los necesarios silencios, la obra maestra de la creación garantizaba su desarrollo armónico, la mano de Dios marcaba el compás de su partitura, y esa partitura es la ley de los cielos, la verdad infinita.

Este es un camino, el del abordaje de este tema, cuyo transito carece de guías o señales de orientación, muy pocos se han atrevido a recorrerlo, cuando se ingresa al portal de lo que es por el simple hecho de ser, la razón y el intelecto no encuentran el lenguaje adecuado para recrear la experiencia vivida de un modo que pueda ser comprendida por quienes se animen a incursionar por la lectura.

Cuando intento describir lo que mi mente ve, y empiezo a buscar las palabras en mi precario lenguaje, me siento, como enfrentado a un telar, en el cual me propongo crear una hermosa tela cuyo diagrama desconozco, a medida en que avanzo en la trama y me detengo para admirarla, encuentro con que debo desandar lo andado y volver a empezar, esto es, una y otra vez, hasta que logro algo que por lo menos se aproxime a lo que deseo comunicar.

Existen momentos en que uno recibe impresiones que son muy difíciles de transmitir a otras personas, porque el primer gran impacto lo recibe uno mismo, créanme que cuesta muchísimo tener que admitir ideas y conceptos que son como aguijones que traspasan el intelecto y nos dejan en soledad  en medio de lo desconocido.

Los escritos sagrados nos hablan de una trinidad de dioses, las distintas religiones tienen matices diferentes al referirse a Dios el padre, a su hijo Jesucristo y al Espíritu Santo.

Algunas dicen que las tres constituyen un solo Dios, que se expresa en el Hijo de Dios en la carne,  otras le reconocen una identidad individual a cada una de ellas.

Los profetas modernos nos identifican a un Dios de cuerpo tangible e independiente, a su hijo unigénito, nuestro Señor Jesucristo, y al Espíritu Santo como un personaje de cuerpo espiritual cuya misión entre los hijos de los hombres tiene cometidos excepcionales en todo lo referente al conocimiento y aceptación del Reino de Dios.

Hay una relativa coincidencia en aceptar, que todos los pecados que el género humano pueda cometer en la carne , le serán perdonados por la expiación de Jesucristo, pero ninguna admite que puedan ser perdonados aquellos pecados que constituyan una blasfemia contra el Espíritu Santo.

Nos hemos preguntado alguna vez, ¿ por qué será ? que se le recubre con un manto de tanta devoción y respeto.

Nada se menciona en las escrituras en cuánto a que género pertenece, El Espíritu Santo, se hace expresa mención de Dios el Padre y de su hijo Jesucristo como pertenecientes al sexo masculino, nadie pone en duda algo tan obvio.

Se nos ha enseñado que somos hijos de Dios y hermanos de Jesucristo, pero nada se nos dice, de algo que nadie menciona, pero todos sentimos, como que falta definir con precisión, ¿ quién ha colaborado en nuestra constitución como hijos de Dios con cuerpos espirituales ? ¿ hay una Madre en los Cielos ?

Y si la respuesta es afirmativa ¿ cual es su aporte de madre entre todos nosotros, sus hijos?

¿ No es acaso, tarea propia de una madre amorosa, el hacer arder el pecho de sus hijos con su influencia ?

¿ De donde provienen los dones espirituales, la luz del conocimiento y la orientación divina ? ¿ quién nos confirma en el corazón la veracidad de todas las cosas ?

He reflexionado mucho sobre este  tema y me pregunto: La tarea asignada en los cielos al integrante de la Santísima Trinidad, conocido por todos por el Espíritu Santo, ¿ no podría ser desempeñada por una Madre Celestial, podría existir un ser mejor calificado que aquel que ha engendrado a todos los hijos de Dios.?

¿ No podría este Espíritu Santo ocupar un cuerpo físico femenino ?

¿ Alguien podría pensar que esto significaría algún menoscabo, falta de respeto o blasfemia a su dignidad ?

Si lo que pensamos, no fuese una idea descabellada, si existiera la remota posibilidad de veracidad, ¿ no nos estaría poniendo las cosas en su debido lugar ?

¿ No estaríamos ubicando al ser mujer, al sexo femenino, en el sitial que la tradición excesivamente machista siempre le ha negado?      

Cuando llego a este punto, me vienen a la mente, las palabras de Nod, antes de abrirme el portal.

“ Si quieres participar, eres bienvenido, pero recuerda las condiciones que las letras te pondrán, observa y escucha , no uses, ni tus oídos, ni tus ojos, usa la mente y el corazón.”

“Las letras entonces dijeron: No te rijas por el tiempo, no te limites por el espacio ni por la distancia, no permitas que intervenga la razón convencional, no dejes ingresar al preconcepto. ”

Hugo W. Arostegui


La Ley de Los Cielos


La ley de los cielos, determinaba, que había llegado el momento de convocar a todas las inteligencias, que han existido desde siempre.

Elohim, la inteligencia mayor, el creador del universo, las había organizado y proporcionado cuerpos espirituales, a su imagen y semejanza, es decir, a imagen y semejanza de los Dioses, de los cuales eran su germen.

En un procedimiento, que debido al velo de olvido que hoy padecemos, no podemos entender, el creador de todas las cosas, las transformó en sus hijos e hijas, criaturas dotadas de una conciencia de ser, que supieron, desde siempre, que tal como ellas eran ahora, su Padre Celestial lo había sido, por lo que eran concientes, que cada uno de ellos, tenía, en si mismo, el potencial de llegar a ser como su Padre es ahora.

Estos hijos de Dios, impusieron su influencia, los unos sobre los otros en virtud del grado de inteligencia que habían alcanzado, si dos estaban presentes, uno era mas inteligente que el otro, y habría otro mas inteligente que ellos, así sucesivamente.

Esa era la gran diferencia y la razón de los distintos niveles de jerarquía, que en la organización de los cielos alcanzaron aquellos mejor dotados para imponer de hecho
su liderazgo sobre aquellos menos calificados.

Los nombres que se distinguían por su capacidad e influencia eran: Jehová, el unigénito, Lucifer, llamado el lucero de la mañana, Miguel, Gabriel, Tubal, Caín,
- quién pactaría con Lucifer, apoderarse de la primogenitura de Adán - , Daniel,
Shulem y otros.

Debemos también destacar a Sara, cuyo significado es princesa, y fue llamada Eva, madre de todos los mortales, Elizabeth, María, Magdalena, Esther, Egiptus – esposa de Cam y madre de Faraón - , Rut y otras.

Los hijos espirituales se fueron ubicando, según su esfera de influencia, en una relación de cercanía al trono de Dios, similar a las ondas concéntricas que ocurren en un estanque de agua cuando se deja caer una piedra, el efecto es el de una generación de círculos, que van adquiriendo una mayor dimensión, a medida en que se alejan de su centro.

Aquellos que estaban situados  cercanos al Trono de Dios participaron activamente en la elaboración de los detalles, la información y consulta se propagaba mediante la emisión de ondas informativas que cubrían todas las constelaciones creadas por las distintas comunidades en que se agrupaban los hijos de Dios, en una relación de ida y vuelta, la emisión de información y consulta, se complementaba, con la recepción de la correspondiente respuesta, asegurando una correcta y fluida comunicación entre todos.

El Padre Celestial, había previsto un medio, conocido como El Plan de Salvación, 
mediante el cual, se preveían todos los detalles relacionados, con el inminente envío, de todos los hijos espirituales, a vivir la vital experiencia, del llamado :  Segundo Estado, de acuerdo a lo previsto en la Ley de Progreso Eterno que rige la existencia de los Dioses.

En realidad, nunca hubo un plan alternativo, lo que sí surgieron, fueron distintos enfoques, en puntos extremadamente sensibles por su relevancia, que despertaron una cerrada resistencia, de algunas de las inteligencias mas brillantes, las cuales no estaban dispuestas a aceptarlos por considerarlos lesivos a sus intereses y ambiciones personales .

Los puntos cuestionados hacen a la preservación de valores esenciales, como lo son
sin duda, la defensa del libre albedrío, la autodeterminación, la pre-ordenación, y la estricta observancia de una ley de obediencia y sacrificio.

Los rebeldes, que resistían estos aspectos del plan, sólo aceptaban la libertad entre iguales, lo que equivalía, a que se determinara a priori, quienes serían los directores del proyecto, a los cuales se le adjudicarían, la gloria y la honra de sus resultados.

En sus postulados, defendían la predeterminación, en sustitución del libre albedrío, alegando, de que de esa manera, se aseguraba la salvación de todos, recompensando su comportamiento, destinándolos al usufructo de los grados de gloria menores - que ya estaban previstos en el plan original  -  en condición de dependencia y vasallaje con relación a aquellos predestinados a la gloria mayor. 

Con esta postura pretendían bloquear la postura del Unigénito, que en defensa de la Gloria del Padre, estaba dispuesto a ofrendar su vida y exponerse al suplicio de la expiación a fin de satisfacer las demandas de la justicia, y de esta manera, redimir a sus hermanos, quienes, a través del arrepentimiento de sus pecados, el bautismo por inmersión, y la mediación del Espíritu Santo, podrían lograr  su exaltación.

En cuánto al Espíritu Santo, de quién los rebeldes  no dudaban de su pureza y poder,
pretendían que oficiase de mediador y garante  de los derechos de cada uno de los hijos de Dios, sin alterar el orden impuesto por aquellos que ejercieran  el poder y la gloria.

A grandes rasgos, esta era la situación imperante en el Reino de los Cielos, previo al Concilio y el motivo de que se realizasen entre unos y otros innúmeros contactos con la finalidad de fijar posiciones y lograr la adhesión a sus postulados.

Se tenía conocimiento de la existencia de  pactos y alianzas que evidenciaban la creación de partidos que negociaban entre sí la estrategia adecuada ante la inminencia de una inevitable confrontación que los involucrase a todos.

Los que integrábamos el comando de campaña del Unigénito, estábamos en conocimiento de los sondeos de opinión que nos llegaban a nuestra mesa de trabajo.

Éstos sondeos indicaban una reñida disputa, si bien, las estimaciones indicaban una relación de 3 a 1 a favor de los postulados del Plan de Salvación, se estimaba que esa diferencia, en el caso de llegar a una confrontación, se reduciría sustancialmente, porque muchos de los encuestados mostraban claros signos de abstención, en el caso de que fueran convocados a defender por la vía de los hechos su postura .

De más está decir, que cada uno de nosotros, estaba determinado a enfrentar a los rebeldes, teníamos muy claro que el enfrentamiento traería consecuencias trágicas y dolorosas, en lo profundo de nuestro ser, albergábamos la esperanza, de que nuestros amados hermanos, depusieran su actitud, que su altivez y arrogancia no les llevase a la desobediencia y al desacato al orden establecido en los cielos.

Nuestro Padre celestial, nos habló, y sus palabras contenían toda la emoción que sólo un padre amoroso podría manifestar, nos dijo, que los cielos llorarían ese día, que la expulsión de Lucifer y sus seguidores, marcaría el comienzo de una prolongada batalla entre el bien y el mal, que se extenderá  a lo largo de los siglos y que sus efectos mas dolorosos y terribles, se manifestarán en el gobierno de las naciones de la tierra, las  que permanecerán bajo el dominio de Lucifer y aplicarán sus enseñanzas, en lo político, en la distribución de la riqueza, en el comportamiento social  y especialmente, en la religión.

Estos son los elementos principales que marcaron los instantes previos al Concilio, lo que allí ocurrió, es parcialmente conocido por los hijos de los hombres, no obstante, si las circunstancias lo permiten, ahondaremos en el comentario de estos hechos, eso sí, lo haremos,  tratando de evitar la mención de circunstancias particulares, que por su proximidad , pudiesen herir, innecesariamente, la susceptibilidad del lector.

lunes, 6 de diciembre de 2010

La Historia de Dina y Siquem


Voy a presentarles a esta pareja de jóvenes, que como todos ustedes saben, han venido a acompañarme, conjuntamente con Cozbi y Zimri, nos dice Zoar, ellos me han pedido que sea yo quien les cuente la historia de sus vidas, ellos han sido protagonistas de una aventura de amor,  que por los motivos que les expondremos, lamentablemente, se convirtió, en una terrible tragedia.

Conozcamos a Dina:

Dina, es la hija menor de la pareja formada por Jacob y Lea, sus hermanos son los siguientes: Rubén, el primogénito de Jacob, Simeón, Leví, Judá, Isacar, el cual fue concebido por causa de las mandrágoras que Rubén le trajo a su madre, y que ésta  a su vez, las usó para alquilar al prostituto Jacob.

Ya sé, no me digan nada, nos dice sonriente Zoar, veo que me están mirando un tanto escandalizados por lo que he dicho sobre Jacob, pero por fuerte que pueda parecerles la expresión, yo pregunto: Si alguien consiente, en vender o alquilar su cuerpo para tener una larga noche de amor,¿no está de alguna manera ejerciendo la prostitución?

Bueno, continuemos presentando a los hermanos de Dina, hablamos de Rubén, de Simeón, Leví, Judá, Isacar, y por último nos faltaba mencionar a Zabulón.

Como pueden apreciar, Dina, proviene de una ilustrísima familia, cuyos hermanos son, nada más, ni nada menos, que los titulares, de ese club exclusivo, que representa a las doce tribus de Israel.

Conozcamos ahora a Siquem:

Siquem es el hijo primogénito de Hamor, el heveo, que era el príncipe de aquella tierra.

Les recuerdo que ha sido a este príncipe, Hamor, el padre de Siquem, a quién Jacob le compró una parte de un campo, en cien monedas, donde plantó su tienda y se fue a vivir con su numerosa familia.

Vale decir entonces, que Dina y Siquem, fueron primeramente vecinos, luego, con la impetuosidad propia de su juventud, se fueron gustando el uno al otro, y surgió entre ellos, lo que primero fueron tiernas miraditas a lo lejos, hasta que la temeraria Dina, se fue animando a dar algunos pasitos, cada vez mas lejos de la mirada de su madre y hermanos para tener un contacto en vivo y en directo con el apuesto Siquem.

Como no podía ser de otra manera, estos encuentros fueron incrementando su intensidad hasta que sucedió lo que tenía que suceder y de lo cual ninguna familia esta libre de experimentar, si nó, preguntémosle, a los castos hermanos de Dina.

los acontecimientos que voy a narrarles, nos dice Zoar, nos van seguramente a impactar por su gravedad y crudeza, por esta razón, voy a preferir que primero leamos el relato bíblico de los hechos, para luego, entonces sí, realizar algunos comentarios al respecto.

“ Salió Dina la hija de Lea, la cual ésta había dado a luz a Jacob, a ver a las hijas del país.

Y la vió Siquem hijo de Hamor heveo, príncipe de aquella tierra, y la tomó, y se acostó con ella, y la deshonró.

Pero su alma se apegó a Dina la hija de Lea, y se enamoró de la joven, y habló al corazón de ella.

Y habló Siquem a Hamor su padre, diciendo: Tómame por mujer a esta joven.

Pero oyó Jacob que Siquem había amancillado a Dina su hija; y estando sus hijos con su ganado en el campo, calló Jacob hasta que ellos viniesen.

Y se dirigió Hamor padre de Siquem a Jacob, para hablar con él.

Y los hijos de Jacob vinieron del campo cuando lo supieron; y se entristecieron los varones, y se enojaron mucho, porque hizo vileza en Israel acostándose con la hija de Jacob, lo que no se debía haber hecho.

Y Hamor habló con ellos, diciendo: El alma de mi hijo Siquem se ha apegado a vuestra hija; os ruego que se la deis por mujer.

Y emparentad con nosotros; dadnos vuestras hijas, y tomad vosotros las nuestras.

Y habitad con nosotros, porque la tierra estará delante de vosotros; morad y negociad en ella, y tomad en ella posesión.

Siquem también dijo al padre de Dina y a los hermanos de ella: Halle yo gracia en vuestros ojos, y daré lo que me dijeres.

Aumentad a cargo mío mucha dote y dones, y yo daré cuánto me dijereis; y dadme la joven por mujer.

Pero respondieron los hijos de Jacob a Siquem y a Hamor su padre con palabras engañosas, por cuánto había mancillado a Dina su hermana.

Y les dijeron: No podemos esto de dar nuestra hermana a hombre incircunciso, porque entre nosotros  es abominación.

Mas con esta condición os complaceremos: si habéis de ser como nosotros, que se circuncide entre vosotros todo varón.

Entonces os daremos nuestras hijas, y tomaremos nosotros las vuestras; y habitaremos con vosotros, y seremos un pueblo.

Mas si no prestareis oído para circuncindaros, tomaremos nuestra hija y nos iremos.

Y parecieron bien sus palabras a Hamor, y a Siquem hijo de Hamor.

Y no tardó el joven en hacer aquello, porque la hija de Jacob le había agradado; y él era el más distinguido en toda la casa de su padre.

Entonces Hamor y Siquem su hijo vinieron a la puerta de su ciudad, y hablaron a los varones de su ciudad, diciendo:

Estos varones son pacíficos con nosotros, y habitarán en el país, y traficarán en él; pues he aquí la tierra es bastante ancha para ellos; nosotros tomaremos sus hijas por mujeres y les daremos las nuestras.

Mas con esta condición consentirán estos hombres en habitar con nosotros, para que seamos un pueblo: que se circuncide todo varón entre nosotros, así como ellos son circuncindados.

Su ganado, sus bienes y todas sus bestias serán nuestros; solamente convengamos con ellos, y habitarán con nosotros.

Y obedecieron a Hamor y a Siquem su hijo todos los que salían por la puerta de la ciudad, y circuncindaron todo varón, a cuántos salían por la puerta de su ciudad.

Pero sucedió que al tercer día, cuando sentían ellos el mayor dolor, dos de los hijos de Jacob, Simeón y Leví, hermanos de Dina, tomaron cada uno su espada, y vinieron contra la ciudad, que estaba desprevenida, y mataron a todo varón.

Y a Hamor y a Siquem su hijo los mataron a filo de espada: y tomaron a Dina de casa de Siquem, y se fueron.

Y los hijos de Jacob vinieron a los muertos, y saquearon la ciudad, por cuánto habían amancillado a su hermana.

Tomaron sus ovejas y vacas y sus asnos, y lo que había en la ciudad y en el campo, y todos sus bienes; llevaron cautivos a todos sus niños y sus mujeres, y robaron todo lo que había en casa.”
                                                                                  Génesis 34: 1 –29

Confieso nos dice Zoar, que este relato me asquea, me resulta increíble que esté inserto en un libro considerado sagrado, y que se intente de alguna manera hacernos creer que este crimen brutal y despiadado pueda ser presentado como un hecho más entre las travesuras de los hijos escogidos de Jehová : “ Los Israelitas Boys”.

El amigo Moisés, al incluir este macabro episodio entre los tantos que incluye en su Torah, menciona solamente a dos de los hijos de Jacob, a Simeón y a Leví, pero Dina, la cual está aquí entre nosotros, nos declara que fueron todos los hijos varones de su padre Jacob, los que intervinieron en estos actos de barbarie, genocidio, pillaje, robo, secuestro de niños y mujeres, verdaderos terroristas, viles salvajes, escoria de la humanidad.

Dina, nos comenta con lágrimas en sus ojos, que cuando la fueron la buscar sus hermanos, ella ya estaba unida a su esposo Siquem, que sus hermanos mataron delante de ella a su cuñado y a su suegro, quienes le amaron desde el primer día en que la recibieron en su nueva casa.

Ustedes pueden extraer sus propias conclusiones, pero me permito hacerles saber las mías, yo les pregunto y no tienen que contestarme:

Se puede admitir, el engaño, la burla, el desprecio, el permitir que Hamor, Siquem, y todos los hombres y jóvenes hayan circuncindado sus prepucios , en una clara y contundente demostración de solidaridad, de respeto por creencias que no eran las suyas, de capacidad de ofrecer todo lo que poseían en un gesto que los enaltece como ejemplo de convivencia e integración, con un pueblo extranjero al cual no conocían pero que recibían con la mayor buena voluntad.

Repito, me pregunto, es aceptable que los hijos de Jacob, la casa de Israel, actúen mediante el engaño y como las hienas esperen a que la presa este débil y confiada para después proceder a masacrarla en un acto que avergüenza y denigra, que nos hace dudar de que realmente interesen valores tales como la verdad y la justicia.

Debo dedicar un breve espacio de tiempo para hacer una ligera mención a la actitud del padre de Dina, ya lo he llamado de cobarde y permítanme ahondar en el epíteto.

Cuando Jacob se enteró de que Hamor, el padre de Siquem le andaba buscando para hablarle sobre la situación, simplemente se borró, como se suele decir ahora, claro estaba solo, sus hijos estaban en el campo y él no tenia las agallas suficientes como para enfrentar en solitario un tema en el cual estaba en juego el futuro de su propia hija.

Y cuando sus hijos volvieron esa tarde del campo, en lugar de asumir la conducción de tan delicada situación, les dejó a ellos actuar a su antojo, dejando que se divirtieran a expensas de la credulidad de sus confiados vecinos.

No en balde, los Israelitas Boys, fueron capaces de vender a uno de sus hermanos a los mercaderes que pasaron por el desierto,  claro no van a faltar los argumentos de los doctores de la ley, de que lo estaban haciendo para cumplir con el mandato divino.

Cuando Jacob se entera de las travesuras de  sus hijos en la masacre del principado de Hamor, su reacción, es digna del mayor destaque, su actuación, lo pondría encabezando la lista de candidatos al Nóbel a la cobardía, si hipotéticamente hablando, ese premio se pudiese otorgar.

Por suerte todavía hay personas de todas las razas y religiones que han sido galardonados por dignificar los mejores atributos que enaltecen a toda la humanidad.

Pero leamos lo que les dijo Jacob a sus muchachos:

“ Me habéis turbado con hacerme abominable a los moradores de esta tierra, el cananeo y el ferezeo; y teniendo yo pocos hombres, se juntarán contra mí y me atacarán, y seré destruido yo y mi casa. ” 
                                                                                              Génesis 34: 30

Les prometo de que no voy a decir mas nada, no hace falta,  este pasaje que les he citado lo pinta a Jacob de cuerpo entero, ¿ verdad ?, disculpen por insistir, hay veces que no puedo con mi genio.

Esta historia que habéis escuchado, repito es una historia real, son hechos consumados , la evaluación y calificación de los mismos es responsabilidad de cada uno, ustedes ya saben cual es mi opinión, y no voy a repetirla, no se preocupen.

He dejado para el final, contarles que ha sucedido después, veamos:

Siquem, como han podido saber, pasó tres días como recién casado pero no quiere no acordarse de lo mal que lo estaba pasando por el tema de circuncisión, es perfectamente entendible, una pavada de luna de miel la que tuvieron con Dina.

Después de que sus noveles cuñados, irrumpieran abruptamente en su habitación y a filo de espada le quitaran la vida, todo lo demás careció absolutamente de interés, se sintió aliviado de sus dolores físicos y se propuso esperar por el reencuentro con su amada esposa, cosa que ocurrió unos veinte años después.

En el caso de Dina, salió con sus hermanos prácticamente de arrastro, en cuánto pudo habló con su madre, la cual la consoló con gran amor, se vistió de luto, ella había sido desposada por Siquem, por lo que nadie podía negarle su condición de viuda.

Así vivió, estuvo con su madre hasta la muerte de ésta, el resto de sus días prefirió estar en soledad, la relación con sus hermanos era nula, todavía, a pesar de los años transcurridos, ella era para ellos , la deshonrada por Siquem.

Una noche, en medio de sus recuerdos, exhaló su último suspiro y sus labios dijeron suavemente, Siquem, Siquem.

Como era costumbre entre el pueblo de Israel, sus hermanos rasgaron sus vestidos en señal de luto, y contrataron a unas viejas lloronas para que la llorasen durante todo el día.

Poco después, depositaron sus restos en la tierra de Egipto.

Como lo pueden apreciar, aquí están, viviendo su amor a pesar de la adversidad.