miércoles, 23 de agosto de 2017

El Esfuerzo


El principio y el final de cada acontecimiento tienen lugar en el mismo instante.
Cada detalle del árbol maduro existe dentro de su semilla.

Sin embargo, para nosotros el resultado final de una acción es misterioso en el momento en que la emprendemos, y la forma en que comienzan las cosas puede ser muy distinta de cómo terminan.
Algunas veces esto acaba teniendo un buen resultado, pero a menudo incluso un inicio muy positivo puede llevar a una conclusión negativa. 

Otras veces, empezamos con un objetivo concreto y el camino hacia éste nos lleva a un resultado distinto.

Así que no es suficiente que el inicio de un proyecto sea bueno.

Aun con el mejor inicio no hay certeza de cuál será el resultado, pues la distancia entre el inicio y el final puede ser mucho mayor de lo que imaginamos.

Nuestro trabajo consiste en mantener nuestra fuerza hasta el final de todos nuestros proyectos.
Esto no es de ninguna forma fácil porque nosotros con frecuencia avanzamos en el camino que hemos escogido sin una visión clara de adónde nos llevará, pero no por ello nos debemos de quedar estáticos.

Frases Sobre Esfuerzo:
“Un poco más de persistencia, un poco más de esfuerzo, y lo que parecía irremediablemente un fracaso puede convertirse en un éxito glorioso” -Elbert Hubbard.
“El esfuerzo es solo esfuerzo cuando comienza a doler”  -José Ortega y Gassett.
“El éxito depende del esfuerzo” -Sófocles.
“Si tienes una actitud positiva y te esfuerzas constantemente para dar tu mejor esfuerzo, con     el tiempo vas a superar tus problemas inmediatos y encontrará que estás listo para retos mayores”          -Pat Riley.
“La fuerza y el crecimiento vienen sólo a través del esfuerzo y la lucha continua”-Napoleón Hill.

Hugo W Arostegui

El Principito



Sinopsis: El valor de la amistad, el heroísmo como meta y la responsabilidad como motor de la conducta moral encuentran su plasmación definitiva en el mundo que descubre El principito , añorado planeta del que todos los hombres han sido exiliados y al que sólo mediante la fabulación cabe regresar.
Pido perdón a los niños por haber dedicado este libro a una persona grande. Tengo una seria excusa: esta persona grande es el mejor amigo que tengo en el mundo.
Todas las personas grandes han sido niños antes. (Pero pocas lo recuerdan.)
CUANDO yo tenía seis años vi una vez una lámina magnífica en un libro sobre el Bosque Virgen que se llamaba «Historias Vividas».
Las personas grandes nunca comprenden nada por sí solas, y es agotador para los niños tener que darles siempre y siempre explicaciones.
Estaba más aislado que un náufrago sobre una balsa en medio del océano.
Cuando el misterio es demasiado impresionante no es posible desobedecer.
—Pero ¿adónde quieres que vaya?
—A cualquier parte. Derecho, siempre adelante...
Las personas grandes aman las cifras. Cuando les habláis de un nuevo amigo, no os interrogan jamás sobre lo esencial. Jamás os dicen: «¿Cómo es el timbre de su voz? ¿Cuáles son los juegos que prefiere? ¿Colecciona mariposas?».
«La prueba de que el principito existió es que era encantador, que reía, y que quería un cordero. Querer un cordero es prueba de que se existe»
Hubiera deseado comenzar esta historia a la manera de los cuentos de hadas. Hubiera deseado decir: «Había una vez un principito que habitaba un planeta apenas más grande que él y que tenía necesidad de un amigo...»
Pero las semillas son invisibles. Duermen en el secreto de la tierra hasta que a una de ellas se le ocurre despertarse.
La lección que doy es digna de tenerse en cuenta.
Cuando uno está verdaderamente triste son agradables las puestas de sol...
—Un día, vi ponerse el sol cuarenta y tres veces.
—Las espinas no sirven para nada. Son pura maldad de las flores.
Se infla de orgullo. Pero no es un hombre; ¡es un hongo!
—Si alguien ama a una flor de la que no existe más que un ejemplar entre los millones y millones de estrellas, es bastante para que sea feliz cuando mira a las estrellas. Se dice: «Mi flor está allí, en alguna parte...». Y si el cordero come la flor, para él es como si, bruscamente, todas las estrellas se apagaran.
Lo tomé en mis brazos. Lo acuné. Le dije: «La flor que amas no corre peligro... Dibujaré un bozal para tu cordero. Dibujaré una armadura para tu flor... Di...». No sabía bien qué decir. Me sentía muy torpe. No sabía cómo llegar a él, dónde encontrarlo... ¡Es tan misterioso el país de las lágrimas!
—¡Ah!, acabo de despertarme... Perdóname... Todavía estoy toda despeinada...
El principito, entonces, no pudo contener su admiración:
—¡Qué hermosa eres!
—¿Verdad? —respondió suavemente la flor—. Y he nacido al mismo tiempo que el sol...
—No debí haberla escuchado —me confió un día—; nunca hay que escuchar a las flores. Hay que mirarlas y aspirar su aroma.
Debí haberla juzgado por sus actos y no por sus palabras. Me perfumaba y me iluminaba. ¡No debí haber huido jamás! Debí haber adivinado su ternura, detrás de sus pobres astucias. ¡Las flores son tan contradictorias! Pero yo era demasiado joven para saber amarla.
Evidentemente, en nuestra tierra, somos demasiado pequeños para deshollinar nuestros volcanes. Por eso nos causan tantos disgustos.
Procura ser feliz.
El aire fresco de la noche me hará bien. Soy una flor.
—Pero los animales...
—Es preciso que soporte dos o tres orugas si quiero conocer a las mariposas.
No sabía que para los reyes el mundo está muy simplificado. Todos los hombres son súbditos.
«Si ordeno —decía habitualmente—, si ordeno a un general que se transforme en ave marina y si el general no obedece, no será culpa del general. Será culpa mía.»
Hay que exigir a cada uno lo que cada uno puede hacer —replicó el rey—. La autoridad reposa, en primer término, sobre la razón.
—Te juzgarás a ti mismo —le respondió el rey—. Es lo más difícil. Es mucho más difícil juzgarse a sí mismo que a los demás. Si logras juzgarte bien a ti mismo eres un verdadero sabio.
—Admirar significa reconocer que soy el hombre más hermoso, mejor vestido, más rico y más inteligente del planeta.
—¡Pero si eres la única persona en el planeta!
—¿Por qué bebes? —preguntole el principito.
—Para olvidar —respondió el bebedor.
—¿Para olvidar qué? —inquirió el principito, que ya le compadecía.
—Para olvidar que tengo vergüenza —confesó el bebedor bajando la cabeza.
—¿Vergüenza de qué? —indagó el principito, que deseaba socorrerle.
—¡Vergüenza de beber! —terminó el bebedor, que se encerró definitivamente en el silencio.
—Millones de esas cositas que se ven a veces en el cielo.
—¿Moscas?
—No, cositas que brillan.
—¿Abejas?
—¡No, no! Cositas doradas que hacen desvariar a los holgazanes. ¡Pero yo soy serio! No tengo tiempo para desvariar.
—¡Ah! ¡Estrellas!
Cuando encuentras un diamante que no es de nadie, es tuyo. Cuando encuentras una isla que no es de nadie, es tuya. Cuando eres el primero en tener una idea, la haces patentar: es tuya. Yo poseo las estrellas porque jamás nadie antes que yo soñó con poseerlas.
Cuando enciende el farol es como si hiciera nacer una estrella más, o una flor. Cuando apaga el farol, hace dormir a la flor o a la estrella. Es una ocupación muy hermosa. Es verdaderamente útil porque es hermosa.
Los relatos de los exploradores se anotan con lápiz al principio.
—Los libros de geografía —dijo el geógrafo— son los más valiosos de todos los libros. Nunca pasan de moda. Es muy raro que una montaña cambie de lugar. Es muy raro que un océano pierda su agua. Escribimos cosas eternas.
Podría amontonarse a la humanidad sobre la más mínima islita del Pacífico.
Las personas grandes, sin duda, no os creerán. Se imaginan que ocupan mucho lugar. Se sienten importantes, como los baobabs.
El principito se sentó sobre una piedra y levantó los ojos hacia el cielo:
—Me pregunto —dijo— si las estrellas están encendidas a fin de que cada uno pueda encontrar la suya algún día.
—Buenos días —dijo al azar.
—Buenos días... Buenos días... Buenos días... —respondió el eco.
—¿Quién eres? —dijo el principito.
—Quién eres..., quién eres... —respondió el eco.
—Sed amigos míos, estoy solo —dijo el principito.
—Estoy solo..., estoy solo..., estoy solo —respondió el eco.
Es su único interés. ¿Buscas gallinas?
—No —dijo el principito—. Busco amigos. ¿Qué significa «domesticar»?
—Es una cosa demasiado olvidada —dijo el zorro—. Significa «crear lazos».
Para mí no eres todavía más que un muchachito semejante a cien mil muchachitos. Y no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que un zorro semejante a cien mil zorros. Pero, si me domesticas, tendremos necesidad el uno del otro. Serás para mí único en el mundo. Seré para ti único en el mundo...
si me domesticas, mi vida se llenará de sol.
Los campos de trigo no me recuerdan nada. ¡Es bien triste! Pero tú tienes cabellos color de oro. Cuando me hayas domesticado, ¡será maravilloso! El trigo dorado será un recuerdo de ti. Y amaré el ruido del viento en el trigo...
Si quieres un amigo, ¡domestícame!
—¿Qué hay que hacer? —dijo el principito.
—Hay que ser paciente —respondió el zorro—.
Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, comenzaré a ser feliz desde las tres. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado e inquieto; ¡descubriré el precio de la felicidad!
—Adiós —dijo el zorro—. He aquí mi secreto. Es muy simple: no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.
Sólo los niños aplastan sus narices contra los vidrios.
—Sólo los niños saben lo que buscan —dijo el principito—.
—El agua puede también ser buena para el corazón...
—Las estrellas son bellas, por una flor que no se ve...
Siempre he amado el desierto. Puede uno sentarse sobre un médano de arena. No se ve nada. No se oye nada. Y sin embargo, algo resplandece en el silencio...
—Lo que embellece al desierto —dijo el principito— es que esconde un pozo en cualquier parte...
«Lo que veo aquí es sólo una corteza. Lo más importante es invisible...».
«Lo que me emociona tanto en este principito dormido es su fidelidad por una flor, es la imagen de una rosa que resplandece en él como la llama de una lámpara, aun cuando duerme...». Y lo sentí más frágil todavía. Es necesario proteger a las lámparas; un golpe de viento puede apagarlas...
—En tu tierra —dijo el principito— los hombres cultivan cinco mil rosas en un mismo jardín... Y no encuentran lo que buscan...
—No lo encuentran... —respondí.
—Y, sin embargo, lo que buscan podría encontrarse en una sola rosa o en un poco de agua...
—Seguramente —respondí.
Y el principito agregó:
—Pero los ojos están ciegos. Es necesario buscar con el corazón.
Si uno se deja domesticar, corre el riesgo de llorar un poco...
—Lo que es importante, eso no se ve.

Si amas a una flor que se encuentra en una estrella, es agradable mirar el cielo por la noche. Todas las estrellas están florecidas.

Diversidad Social


La diversidad social es la expresión primaria de la diversidad cultural, pero también atañe a ella la expresión de las fallas en la distribución de la riqueza y de las oportunidades.

La sociedad es el núcleo de protección y realización de lo humano es un fenómeno que permite superar las deficiencias individuales mediante la cooperación y el aporte de cada uno de sus miembros, la acción externa de otros grupos sociales puede ser la ayuda o la condena. Ninguna sociedad está exenta de ambas, pero cuando la intolerancia predomina, la injusticia y la postergación muestran la peor de la facetas de la Humanidad.

La estratificación social es la conformación en grupos verticales diferenciados de acuerdo a criterios establecidos y reconocidos. La estratificación social da cuenta o es un medio para representar de la desigualdad social de una sociedad en la distribución de los bienes y atributos socialmente valorados. El concepto de estratificación social implica que existe una jerarquía social así como una desigualdad social estructurada. Dicha desigualdad esta institucionalizada, y tiene una consistencia y coherencia a través del tiempo. Formas de estratificación social, generalmente citadas, son las castas, estamentos y clases sociales.

Un estrato social está constituido por un conjunto de personas, agregados sociales, que comparten un sitio o lugar similar dentro de la jerarquización o escala social, donde comparten similares creencias, valores, actitudes, estilos y actos de vida. Se caracterizan por su relativa cantidad de poder, prestigio o privilegios que poseen. Si bien el punto central de la estratificación se refiere a la distribución de bienes y atributos la estratificación social, aunque también se puede considerar sobre la base de la etnicidad, género y edad.

El término estratificación social es usado a veces como sinónimo de clase social por algunos economistas, sociólogos y cientistas políticos debido a que no posee la connotación marxista que sí tiene el término clase social.
Cultura y biología están inevitablemente unidas en los seres humanos. 
Por una parte, la arquitectura neuronal y las capacidades cognitivas que permiten los procesos culturales son producto de la evolución
Por otra, la cultura modifica el ambiente en que nos desenvolvemos los seres humanos y, por ello, determina en cierta medida la acción futura de la selección natural. 
Transmisión cultura acumulativa.
Quizá la característica más notable del comportamiento humano.
Esta variación ha sido documentada sea la enorme variabilidad conductual  
Aprendizaje individual y aprendizaje social.

A lo largo de la historia han sido incontables las influencias mutuas de la cultura occidental con el resto de culturas. Esta influencia intercultural no ha cesado con el transcurrir de los siglos, sino que incluso se ha incrementado. Hoy en día es posible que diferentes grupos de investigadores, estudiantes o profesionales compartan y construyan conocimiento conjuntamente gracias al surgimiento y desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación.


Cuando se concibe la diversidad social y cultural como una fuente de riqueza que puede incrementar los conocimientos que el ser humano acumula a lo largo de su historia, se está en mejor disposición para intercambiar información y admitir las críticas de los demás. Esto posibilita que todas las personas que estén dispuestas al diálogo con otras sociedades y culturas posean una mente más abierta, mayores habilidades sociales y más recursos e ideas con las que enfrentarse a los problemas cotidianos


La Vida Sin Ilusiones


¿Nos hemos preguntado qué les falta a las personas que se sienten infelices o agotadas, a las que nos dicen “¡ya no puedo más”!, a los amigos que vemos apáticos y decaídos, a muchos niños “de hoy” que parecen estar “aburridos”, a tanta gente “mayor” con los ojos sin brillo?... ¿Qué nos falta cuando nos sentimos impotentes y sin esperanzas? 

Nos faltan ilusiones.
Es difícil vivir sin dinero y más aún sin salud, pero es imposible vivir sin ilusiones.

El ser humano no puede vivir sin ilusiones porque entonces nuestra existencia sólo es un cúmulo de obligaciones sin sentido, de esfuerzos malgastados, de falsas responsabilidades, de insatisfacciones permanentes de trampas constantes… que terminan por agotarnos.
Perder las ilusiones es como perder la brújula, la fuerza que nos mueve.
Las ilusiones en todos los momentos de nuestras vidas, deben constituir el eje que dé sentido a nuestros movimientos.

Uno de los primeros aspectos que conviene trabajar cuando se ha perdido la ilusión, es volver a encontrar nuestra misión, esa meta que justifica nuestros esfuerzos y la utilidad a nuestro trabajo o sacrificio.

Todos tenemos una misión y el día que la persona no lo sienta así, será el principio de su desaliento y solo le quedará la desesperanza.

¿Para qué vivimos?

Quizás nadie como el doctor Viktor Frankl (1905- 1997) en su libro “El hombre en busca de sentido” ha dado respuestas tan lúcidas a esta pregunta. Esta obra marcó un antes y un después en el análisis existencial del ser humano y desarrolló una aproximación revolucionaria a la psicoterapia, conocida como “logoterapia” o terapia basada en el sentido.

Una de sus mayores aportaciones nace del siguiente enunciado, tan simple como esencial:

“La última de las libertades humanas, la libertad esencial, aquella que nadie nos puede arrebatar, es la de elegir nuestra actitud sean cuales sean las circunstancias que nos rodean, por difíciles, dolorosas o complejas que sean tales circunstancias. Y es precisamente esta libertad que no nos puede ser arrebatada, la que hace que la vida tenga sentido y propósito.
Si existe tal libertad, incluso ante el dolor y la muerte, el ser humano no está totalmente condicionado y determinado, sino que es él quien determina si ha de entregarse a las situaciones o hacer frente a ellas. En otras palabras, el ser humano, en última instancia, se determina a sí mismo; no se limita a existir, sino que siempre decide cuál será su existencia.”

Su mensaje es extraordinariamente positivo sobre nuestra capacidad de superar adversidades y construir una vida con sentido no solo para nosotros mismos, sino para los demás.

El amor a alguien o a una tarea que realizar -amor y creatividad- son los pilares sobre los que se construye la esperanza y el sentido de la vida. Hay que ser capaz de trascender los estrechos límites de la existencia centrada en uno mismo y creer que uno puede hacer una contribución a la vida de los demás. Solo así podemos hablar de sentido, de cumplimiento y de realización.

A veces, simplemente tendremos que “mirar” con esos “ojos de ver”. En otras ocasiones, será bueno que encontremos ilusiones nuevas que nos motiven y nos ayuden a salir de un estado lamentable. Para conseguir recuperar esas ilusiones tendremos que llevar a cabo cambios importantes en nuestra vida y tendremos que conseguir desarrollar e implantar nuevos hábitos.





Compartimos


Compartiendo intereses. El placer de compartir inquietudes.

Está claro, demostrado científicamente, que cada persona aprende aquello que despierta su interés, lo que despierta su curiosidad y le conecta con sus intereses personales. Es una de las bases sobre las que se deberían sustentar las enseñanzas y aprendizajes de todo modelo educativo, potenciar aquellas facetas que apasiona a cada persona. Sólo hay que fijarse en cómo se concentra un niño (o adulto) en una actividad cuando realmente le apasiona lo que está haciendo. 

Por desgracia, con el currículum tan sumamente cargado de contenidos, esto se hace francamente difícil, cuando no imposible, y más teniendo en cuenta el elevadísimo número de alumnos y alumnas que tenemos en cada clase. Son razones de peso que hace una misión imposible ofrecer una enseñanza personalizada a cada alumno en función de sus preferencias, sus inquietudes o, si lo preferimos llamar así, sus competencias, habilidades, destrezas...

Una de las características que más me está sorprendiendo de mi curso este año es la cantidad de intereses que quieren compartir con sus compañeros. En lo poco que va de curso hemos visto ya varios libros con y sin desplegables (a cual más bonito e interesante), productos típicos de la sierra de Huelva en otoño recogidos in situ, una mandíbula de tiburón, colecciones de minerales, juegos educativos, mascotas de gel, etc.

Tan importante y tan interesante me parece esta manera de compartir las inquietudes e intereses que, en la medida de lo posible, vamos facilitando en clase que se produzcan momentos en los que podamos compartir nuestros intereses. Aunque dista mucho de lo que sería lo "deseable", al menos lo vamos intentando, y muchas veces, se nos va el tiempo hablando y debatiendo sobre cuestiones que, más o menos relacionadas con el currículum, despiertan el interés de los chicos y chicas. 

Me vuelvo a remitir a Francisco Mora: "Solo se aprende aquello que se ama" (Neuroeducación).

https://clonlaraboletin.wordpress.com/2008/05/18/compartiendo-inquietudes



Integración Social


“Si, por el contrario, lo que se busca es una “sociedad integrada”, con un mínimo de cohesión interna, que no homogeneidad (habría que hablar, más bien, de ordenada convivencia entre diferentes), la integración ha de concebirse no como un proceso unilateral, sino bilateral o incluso multilateral”

“Cuanto más tiempo dedico al estudio de la migraciones, más convencido estoy de que el principal elemento que conforma este fenómeno, en destino, es la integración social de los inmigrados. Justo porque la integración social no puede producirse de forma abstracta, teórica, si no en la realidad, de manera práctica” (Fernando Checa)

Cuando se habla de cómo tendrían que interrelacionarse los inmigrantes y la población del país que los recibe, con frecuencia se utiliza la expresión ‘la integración de los inmigrantes’. Da lo mismo que se hable a favor de ella o en contra, de que se haga con la mejor voluntad o con la intención de colocar el mayor número de piedras en el camino, pero esta expresión resulta profundamente desgraciada. ¿Por qué? Esta expresión denota un proceso unilateral en el que todo el esfuerzo parece que ha de ser realizado por parte de los inmigrantes, que como recién llegados pretenden incorporarse al tronco principal de la sociedad de acogida. Si, por el contrario, lo que se busca es una “sociedad integrada”, con un mínimo de cohesión interna, que no homogeneidad (habría que hablar, más bien, 
de ordenada convivencia entre diferentes), la integración ha de concebirse no como un proceso unilateral, sino bilateral o incluso multilateral.

En cuanto proceso de intercambio cultural y de convivencia étnica no impositivo, 
la integración requiere ser concebida como un proceso bidireccional (a two way process) y dinámico de adaptación mutua y reconocimiento recíproco (una definición en línea, por cierto, con los principios básicos comunes de integración patrocinados por la Unión Europea). 

Si el esfuerzo por adaptarse únicamente se les exige a los inmigrantes, eso ya no se parece en nada a la integración: eso recibe el nombre de asimilación. Mediante la integración se intentaría evitar la emergencia de una sociedad fragmentada, compuesta por sociedades paralelas, y propiciar que todos los individuos tengan las mismas expectativas y las mismas posibilidades, pero también las mismas exigencias y los mismos deberes. 

No se trata, sin embargo, de que todos piensen lo mismo, crean lo mismo, sigan los mismos valores o lleven el mismo modo de vida. La finalidad básica de este modelo de convivencia se expresaría bien con el conocido lema «igualdad en la diversidad». Se trataría, entonces, de conseguir, nada más y nada menos, que toda la población disfrutase de unas condiciones de bienestar similares, empezando por un acceso efectivo a los derechos compartidos por la mayoría de los ciudadanos, pero también por el efectivo cumplimiento de las obligaciones que esos derechos llevan aparejadas.


Aunque muchas fórmulas terminológicas no son más que herramientas en la lucha simbólica que sirven para estructurar el discurso político y para articular una percepción interesada de la realidad y, por tanto, nunca son neutras, he aquí algunas acepciones básicas del término «integración social»:

Fraternidad


Se entiende por fraternidad a la unión y buena correspondencia entre hermanos o entre los que se tratan como tales.

Proclamada como virtud en el Antiguo y Nuevo Testamento, la fraternidad ha sido enseñada también como principio filosófico por los estoicos de Grecia y Roma.

Diversas escuelas filosóficas han apelado al sentimiento de fraternidad:
Los positivistas por el altruismo.

Stuart Mill y Herbert Spencer, en nombre de la unión de los intereses.

Schopenhauer, por el sentimiento de la piedad, limitativo del derecho natural del más fuerte.
El socialismo, como una aspiración.

La república francesa incluso la tiene por una de sus divisas: libertad, igualdad, fraternidad.
Fraternidad es un término derivado del latín frater, que significa hermano. Por esta razón, fraternidad significa parentesco entre hermanos o hermandad. La fraternidad universal designa la buena relación entre los hombres, en donde se desarrollan los sentimientos de afecto propios de los hermanos de sangre, unión y buena correspondencia.

La fraternidad es el lazo de unión entre los hombres basada en el respeto a la dignidad de la persona humana, en la igualdad de derechos de todos los seres humanos y en la solidaridad por de unos por los otros.

La fraternidad es un valor que no se resume solo a los hombres sino un valor universal y transversal a todos los seres humanos de considerarnos todos hermanos. De esta manera el valor de la fraternidad nos lleva a ser solidarios, respetuosos y empáticos unos con los otros. 

Como concepto filosófico, la fraternidad está vinculada a los ideales promovidos por la Revolución Francesa en 1789, basada en la búsqueda de la libertad, igualdad y fraternidad.


La fraternidad está muy desarrollada entre los estudiantes de las universidades americanas. Es similar a una asociación en la que los miembros se reúnen para organizar fiestas y otros eventos que permiten la socialización de los estudiantes. La amistad, el compañerismo, la camaradería y otros principios se practican entre los miembros.

El movimiento Scout es también un movimiento que promueve la fraternidad. A través de la práctica del trabajo en equipo, del respeto al ser humano, del amor por los animales y la naturaleza, los jóvenes participantes se convierten en ejemplo de liderazgo, responsabilidad, generosidad, altruismo y fraternidad.

martes, 22 de agosto de 2017

Control De Las Emociones


Conocer como reaccionamos ante los estímulos que nos rodean y saber calibrar la cantidad de respuesta emocional que nos interesa dar, nos ayudará a no gastar nuestras fuerzas y energías de forma inadecuada. Por ejemplo, si me enfado con gran intensidad con un desconocido al que muy probablemente no volveré a ver en la vida, estoy gastando una energía valiosa de forma improductiva y, para colmo, esta sensación de disgusto se prolongará en el tiempo mucho más de lo que sería razonable.

Temo que un buen número de personas piense que las emociones no son controlables ni gestionables, que es algo que surge y nos inunda. Sentimos miedo o amor y no sabemos cómo, por qué y, lo que aun es peor, no nos planteamos la posibilidad de comprender y gestionar esos sentimientos.

Cuando no profundizamos en este tema, no nos tomamos el tiempo suficiente para conocer y comprender las distintas emociones y cómo nos afectan.
Por este motivo, en ocasiones, confundimos los sentimientos; podríamos pensar que alguien está enfado, cuando realmente está preocupado y esta confusión puede producir graves consecuencias en nuestras relaciones interpersonales.

Para poder distinguir los sentimientos necesitamos primero conocerlos e identificarlos en nosotros mismos, para después ser capaces de hacer lo mismo en los otros.

Es necesario ponerles nombres y pararnos a averiguar, en el momento, qué es lo que sentimos, respondiendo a la pregunta ¿Qué siento exactamente? ¿Ira, enfado, disgusto…?

Porque la primera fase para poder gestionar la emoción sería identificarla. Es fácil reconocer emociones, las vemos en los demás. Lo que las hace complejas es el hecho de que suelen producirse varias a la vez.

Podríamos decir: “me siento infeliz”, pero ¿Qué quieres decir realmente? ¿Estás: triste, enfadado, avergonzado, celoso, te sientes culpable…? ¿Cuál responde a tu sentimiento?

Cuando lo identifiques podrás profundizar, analizar y tomar decisiones al respecto.

Separar e identificar las emociones me permite saber lo que siento, aprender a conocerme mejor y, partiendo de esta base, afrontar de una forma más eficaz mis retos.

Si nos enseñaran desde la infancia a identificar y gestionar nuestras emociones, la vida sería más fácil. Si no tuvimos la suerte de que nos lo enseñaran siendo niños, ahora es el momento de empezar.



Visión De La Realidad



Como personas, nada de lo humano nos es ajeno.
Contamos con ciertas características similares que condicionan nuestra existencia y relación con los demás en este mundo.
Sin embargo, y a pesar de que somos seres sociales por naturaleza, y que indispensablemente necesitamos de los demás para subsistir, cada uno de nosotros tiene -por decirlo de alguna manera- un elemento individualista que yace en la mente.
Se trata de nuestra visión o percepción de la realidad. A pesar de que todos percibimos el mundo a través de los mismos sentidos, es nuestro cerebro quien interpreta estás visiones o percepciones de la realidad y las convierte en algo tangible para nosotros.
Nuestra visión de la realidad está condicionada por la manera como interpretamos lo que ocurre a nuestro al rededor, “nuestra realidad se forma en nuestra mente”.
Está científicamente demostrado, que todo lo que vemos, sentimos y escuchamos, no representa un total de lo que verdaderamente es el mundo real. Con esto me refiero a que existen sonidos que no podemos escuchar, colores que no podemos ver… etc.
Esto nos lleva sin duda, a pensar, que cada uno de nosotros entonces, tendrá su propia representación (percepción) de la realidad en su mente, interpretando las situaciones de manera diferente, y prácticamente a nuestro modo.
Ésta es una de las causas principales de las discusiones y malentendidos en todo el mundo. Como todos nosotros percibimos de forma diferente nuestro entorno, lo que para algunos es bueno, para otros no tanto.
Nuestra percepción de la realidad, es lo que nos hace únicos con respecto a los demás. Es lo que nos diferencia. Es nuestra visión de la realidad lo que permite que no seamos un conjunto de robots creados en serie bajo reglas comportamentales simétricas y predefinidas.
Es humano, ver el mundo a nuestra manera. Y al ser personas, nada de esto nos es ajeno.
Es un error común entonces, pensar que todos deberíamos estar de acuerdo en determinado momento con ciertas ideas o formas de pensar. Es como esperar a que todos los planetas de muchos sistemas solares estén completamente alineados. A pesar de que es posible, quizás tome mucho tiempo, o resulte desgastante.


Dicen: Cosas De Viejo Independiente


Saber tomar decisiones es muy importante. Algunas son sencillas como qué ropa ponerse hoy, y otras más complicadas como las decisiones respecto al futuro, pero todas dependen de nosotros y debemos tomarlas de manera responsable.
La experiencia es un grado
A lo largo de nuestra vida hemos ido decidiendo entre diferentes posibilidades, algunas veces hemos acertado y otras no, pero con todo lo que hemos vivido, hemos ido aprendiendo unas cuantas cosas:
• EXPERIENCIA. Los éxitos y fracasos del pasado son muchas veces la base de una buena decisión futura.
• BUEN JUICIO. El sentido común y la madurez conseguidos con el paso de los años son nuestros mejores aliados.
• AMPLITUD DE MIRAS. Todo lo pasado a lo largo de nuestra vida nos hace saber que no hay una sola manera de ver las cosas.
Cómo afrontar la toma de decisiones
Lo primero que hay que hacer, es pensar de una forma positiva acerca de nuestra capacidad para decidir.
Pensar de una manera positiva nos ayudará a:
• Ver las cosas como retos, como desafíos.
• Saber que siempre se puede hacer algo ante los problemas.
• Buscar soluciones, solos o con ayuda.
• Sentirnos mejor con nosotros mismos, más capaces, más seguros.
Recuerda que una actitud positiva nos predispone al éxito en la toma de decisiones.
Lo que hay que hacer para tomar decisiones
Si necesitamos decidir sobre algo, a continuación encontraremos unas cuantas recomendaciones que podemos seguir para hacerlo del mejor modo posible. Es importante que las sigamos en el mismo orden que las exponemos.
• Ser lo más concreto posible. Hay que analizar y encontrar cuáles son las cuestiones importantes y cuáles no.
• Buscar soluciones. Se trata de ver todas las posibilidades  existentes en relación con la cuestión que hemos de resolver.
• Elegir la solución que más nos convenga para lograr el resultado que buscamos.
• Pasar a la práctica. Hasta ahora hemos pensado, ahora hay que poner en marcha nuestra decisión.
• Comprobar cómo nos ha ido, para rectificar en caso de que los resultados no hayan sido los esperados.
Vamos a lo práctico.
Antes de nada… pensar
Vamos a poner en práctica las anteriores recomendaciones ante una situación de duda e inseguridad que sufrimos frecuentemente al hacernos mayores: ¿QUÉ VOY A HACER EN EL FUTURO?
• SER CONCRETO.
Preguntarse “¿Qué voy a hacer en el futuro?” es plantear el problema de manera demasiado general e inabarcable. Hay que concretar más:
“¿Dónde quiero vivir? ¿Con quién? ¿Cómo quiero vivir?”.
De cómo responda a estas cuestiones, dependerá mucho mi vida.
• BUSCAR SOLUCIONES.                                                                                                
Ponerse en situación de cada una de las alternativas y valorar pros y contras:
“Si voy a una residencia tendré que dejar mi barrio y me costará más dinero, aunque estaré más segura y cuidada. Si vivo en mi casa seguiré siendo independiente aunque me sentiré más sola.”
Después… actuar
• ELEGIR. Si lo que valoramos es continuar siendo autónomos, elegiremos vivir en la propia casa. Esto implica tener que pedir y aceptar ayuda de vez en cuando de vecinos, servicios sociales, amigos y familia.
• PASAR A LA PRÁCTICA. Una vez hecha la elección hay que preguntarse qué se necesita para llevarla a cabo. Habla y pide consejo a tus familiares. Haz gestiones, solo o con ayuda para conocer los servicios sociales y las ayudas que puedes solicitar para tener una vida más confortable y segura.
• COMPROBAR. Por último, debemos preguntarnos si hemos conseguido lo que queríamos. Puede pasarnos que obtengamos ventajas que no habíamos previsto.
Puede ocurrir también que la decisión no haya resultado tan buena como esperábamos. Es el momento de introducir cambios. Los pasos que hemos ido dando nos ayudarán a saber dónde y quién nos puede ayudar a hacerlos.
Tres consejos más
• Es importante no decidir nada cuando estamos alterados. La tranquilidad es una buena aliada.
• Sabemos que cada persona tiene su “propio estilo” para decidir. Estas recomendaciones pueden ayudarnos a saber lo que solemos hacer bien y en lo que tenemos que mejorar.
• Tener más años no significa dejar de tomar decisiones. Todo lo contrario. Ya hemos aprendido que podemos equivocarnos,  pero también sabemos que aprendemos de nosotros mismos y de los demás. Eso nos ayudará la próxima vez. No olvidemos, de sabios es rectificar.


Extraído del “Programa de Envejecimiento” de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología. Con la colaboración de la Organización Mundial de la Salud.

Enfocar Nuestra Atención


Sería bueno preguntarnos si nuestro déficit de atención globalizado proviene de causas externas, como la celeridad de los estímulos que nos embisten y que no logramos aprehender, o a nuestra propia falta de serenidad interna que nos impide fijar la atención en un punto a la vez sin distraernos. O bien si las dos causas están interactuando.

Si en nuestra vida diaria escuchamos sin oír, miramos sin ver, comemos sin oler ni saborear, hablamos sin pensar y pensamos de forma automática, nos va a ser muy difícil disfrutar de una vida plena. Por eso buscamos compulsivamente más variedad y mayor intensidad en los estímulos con el fin de suplir lo que nos parece una vida vacía y sin sustancia. Estamos convencidos de que así aprovechamos el tiempo, pero la verdad es que sin plenitud desperdiciamos trozos enteros de vida.

Vivir conscientemente.
En los Estados Unidos se ha puesto de moda el concepto “mindful”. Muestra cierto parentesco con la moda de la lentitud (“slow”) que se extiende en nuestro continente. Este adjetivo se aplica a la medicina, a la reducción del estrés, a la manera de comer para adelgazar, al entorno laboral, a la crianza y educación de los niños. “Mindfulness” podría traducirse como atención consciente. Estar atentos al momento presente es la base de una vida consciente. La idea proviene de una de las más antiguas formas de meditación de la tradición budista (“vipassana”). Su objetivo final, dicen, es erradicar completamente las distracciones de la mente, para obtener los beneficios de la tranquilidad, la paz mental y la habilidad de aceptar las cosas como vienen. De este modo podemos llegar a ver las cosas como realmente son y no como parecen ser. Llegar a la auténtica realidad y no quedarnos con la apariencia. Por ejemplo, darnos cuenta de que lo que parece permanente, en realidad no lo es. 

La práctica de esta meditación hace que uno se dé cuenta del surgir y el cesar de los fenómenos mentales y físicos. Con esto se obtiene una compresión más clara de lo que está ocurriendo en la mente y el cuerpo, al mismo tiempo que se consigue aceptar las cosas como se presentan, con menos agitación. 
Uno de los introductores de esta tradición en Occidente fue el monje budista vietnamita Thich Nhat Hanh con su libro “Lograr el milagro de estar atento” publicado por primera vez en 1975 en Norteamérica.

Observar, no juzgar y darnos cuenta.
Se suele pensar que la meditación es una técnica oriental incompatible con nuestro estilo de vida. Pero no es así. La meditación consciente se puede realizar durante cualquier actividad. En realidad, comer una manzana con atención podría ser una actividad de meditación consciente siempre que sintamos su sabor, olamos su aroma, y contemplemos el tacto de su piel.

No hace falta ser religioso, ni budista, ni místico, ni ir a un retiro espiritual para meditar. 
Los tres objetivos de una vida atenta.
Ser conscientes del momento presente.
Darnos cuenta de lo que estamos pensando y haciendo, hasta lo más trivial. 

Desautomatizar pensamientos y acciones. 
Andar estando alerta. Escuchar a los pájaros con atención. Comer saboreando. Saber lo que se está sintiendo.

Observar sin enjuiciar ni reaccionar.
Tenemos el hábito de percibir y decidir inmediatamente si un sonido o un sabor o una emoción son buenos o malos. Si observamos con juicios, nuestra mente no deja de pensar, charlar y discutir consigo misma. Al juzgar nos basamos en unas experiencias pasadas que están condicionando nuestra percepción. La observación consciente tendría que ser como una mirada nueva, ingenua, sin juicios ni valoraciones. De este modo se logra que la mente vuelva rápidamente a silenciarse  y a serenarse.

No intentar atrapar lo que observamos ni alejarlo con aversión.
En el ámbito de las emociones, por ejemplo, no deberíamos elegir la alegría y rechazar la tristeza sistemáticamente. Es parte de nuestra condición sentir todo tipo de emoción. Por esta razón, tampoco tendríamos que rechazar las emociones más inconfesables como la rabia, los celos o la envidia. Deberíamos simplemente darnos cuenta de que estamos sintiendo esas emociones y dejar que sigan su curso de nacimiento, crecimiento y extinción. No es necesario empeñarse en luchar contra las emociones “malas” ni reaccionar. Con identificarlas es más que suficiente.

Introducir la atención consciente en nuestra actividad diaria.
Practicar la atención al cuerpo observando todas las sensaciones corporales. Por ejemplo, mientras andamos, observar todos los movimientos del cuerpo en el espacio; cuando nos lavamos las manos, fijarnos en la sensación del contacto de la piel con el agua. Concentrándonos en estas sensaciones logramos conectar con la experiencia directa.

Observar la respiración es una manera de entrenar a la mente para estar en el momento presente. No preocuparse de si se está respirando rápido o lento, si se hace bien o mal, solo hay que fijarse en la respiración tal como es. 

Etiquetar mentalmente las sensaciones y emociones. Si uno piensa, habría que decirse a sí mismo: “estoy pensando”. Si se está triste, “tengo tristeza”, si se tiene sueño, “sueño”, si se tiene rabia,”rabia”. 
Una vez identificada la emoción, dejar que esta se apague sin reaccionar. De este modo, la mente se queda libre y disponible para conectar con todos los momentos presentes.

Ver, oír, tocar, oler, saborear y pensar.
Usar los sentidos para conseguir el bienestar  psicofísico.


En la Facultad de Medicina de la Universidad de Massachusetts se encuentra el mayor y más antiguo centro del mundo dedicado a la reducción del estrés (University of Massachusetts Stress Reduction Clinic). Fundado en 1979 por el Dr. Jon Kabat-Zinn, su reclamo ofrece “una invitación para lograr un mayor equilibrio, control y participación en la vida…” La técnica utilizada es la llamada Reducción del Estrés basada en la atención consciente (MBSR, sus siglas en inglés a partir de Mindfulness-Based Stress Reduction). Nunca antes se había aplicado el entrenamiento en la disciplina de la meditación como método terapéutico en ningún centro médico en los Estados Unidos. 

La atención consciente, “mindfulness”, es una manera de relacionarse directamente con todo lo que está ocurriendo en la vida de una persona momento a momento. Las aplicaciones de la atención consciente van del dolor crónico, pasando por la fatiga, la ansiedad y la hipertensión, a todo tipo de estrés y sus consecuencias.

lunes, 21 de agosto de 2017

El Cultivo De Valores

Un hábito es una conducta que se repite en el tiempo de forma sistemática, implica que se ha interiorizado de forma natural hasta que se convierte en una actitud espontánea. No se consigue interiorizar una conducta hasta convertirla en algo espontáneo sin repetición y el entrenamiento.
Los valores son cualidades de una persona que se expresan en su forma de vivir y de actuar. Son intangibles e inmateriales y se hacen evidentes a través de las persones y de cómo viven y se relacionan.

Los valores se comunican a través de la vida y se adquieren por imitación. La práctica de los valores se traduce en hábito que permiten que los niños y jóvenes crezcan y  se desarrollen. Estos hábitos son las virtudes.

En el entorno educativo se aprende a discernir valores y es en este proceso que van adquiriendo una visión crítica de su vida, de sus sentimientos, de sus intereses y de su forma de actuar. Sólo pueden pasar por este proceso si aprenden a valorar sus acciones reflexionan sobre sus acciones y que carencias y beneficios ha generado.

La educación emprendedora y también la financiera sólo tienen sentido si buscan poner en práctica hábitos y valores. Sólo si se estimulan determinados valores que veremos a continuación podremos contribuir a generar ciudadanos emprendedores, no como actividad circunscrita en el campo económico sino como filosofía de vida.

Son muchos los valores, hábitos y virtudes que podemos presentar a nuestros alumnos a través de las actividades relacionadas con la educación emprendedora y financiera. Destacaremos en este post el de la CONSTANCIA, la HUMILDAD, EL COMPROMISO.

LA CONSTANCIA: cuando trabajamos un proyecto sea de educación emprendedora o financiera, presentamos, ineludiblemente este valor. La realización de cualquier proyecto requiere constancia. Necesitamos creatividad, audacia, ilusión y sentido crítico pero sin constancia es imposible hacer realidad un proyecto. Cualquier emprendedor necesita de este hábito de la repetición y la persistencia en el esfuerzo para conseguir el objetivo.

La HUMILDAD, especialmente necesario hacer hincapié en la educación en este valor cuando trabajamos proyectos de emprendimiento. He tenido la oportunidad de asistir a numerosos actos en los que jóvenes presentan sus proyectos y en demasiadas ocasiones se confunde el hecho de presentar una buena iniciativa con soltura y buena comunicación, con un acto de vanidad mal entendido. La humildad proviene de la palabra latina humus y significa conciencia de la propia limitación. Debemos pedir a nuestros alumnos que tengan la capacidad de proyectar a futuro sus deseos y objetivos pero que tengan la capacidad de escuchar y digerir bien las críticas y dejarse aconsejar.

EL COMPROMISO, en palabras de Francesc Torralba (filósofo) comprometerse significa tomar parte de la realidad, implicarse en ella, intentar cambiar las estructuras del mundo en que vivimos y transformarlo positivamente. Especialmente en los proyectos de emprendimiento debemos propiciar que la selección de los proyectos contemple una función social y de transformación del entorno en el que se encuentran nuestros alumnos.

Tiene sentido realizar proyectos de educación emprendedora y financiera si nos sirven para presentar valores humanos, para que pongan en práctica algunos hábitos y hagan de ellos sus propias virtudes.


Vive Con Tu Corazón


 “Vive como tu corazón te diga que la vida debe ser vivida y el mundo se volverá en un lugar mejor para todos”.
-Paul Goodman-

Vivir con intensidad en verdad representa un gran riesgo: tener una vida plena y feliz. Y es que una vez que das el primer paso, te resulta imposible dejarlo y no entiendes cómo vivías antes. No es que de pronto obtengas algún superpoder o algo por el estilo, sino que aprendes a vivir viendo y explorando todas las posibilidades.

Vivir con intensidad significa reír, despeinarte y aprender. También implica que llorarás y te preocuparás solo cuando haga falta. Mucha gente cree que vivir con intensidad forzosamente implica gastar demasiado dinero o correr riesgos sin control. Ninguna de estas cosas es cierta.
Rompe clichés y concéntrate solo en ti

Vivir con intensidad y buscar la perfección son dos cosas que no combinan. No necesitas cumplir con ningún estereotipo o canon de belleza para tener una vida intensa. Lo único que te hace falta es vivir por y para ti. Piensa qué te gusta y luchar por lo que quieres.

Solo necesitas tomar la decisión y abrir las puertas que te llevan a tus objetivos. Vivir con intensidad implica vivir con pasión y alegría. Pensarás que es una locura cuando tienes tantas cosas de qué preocuparte.

Despéinate cumpliendo tus sueños
Vivir con intensidad te obliga a trabajar y salir de tu zona de confort. Entiendo que es más fácil quedarte en tu cómodo sueño que salir a buscar lo que quieres. Quizás piensas que ya es suficiente con el esfuerzo que implica levantarte cada día para ir al trabajo y cumplir con las obligaciones diarias.

Justo es esta mentalidad la que hace que mucha gente viva en automático. No es fácil y no va a haber nadie que te agradezca por cumplir tus sueños. No pienses que esto es injusto o que por ello no vale la pena intentarlo. Nadie aparte de la persona que te ve a través del espejo tiene que agradecerte cada vez que hagas algo por ti.

Olvida esa idea o te quedarás estancado. Mejor concéntrate en vivir con intensidad: ríe, despéinate, suda, ensúciate, cánsate y reta tu cuerpo y mente a llegar más lejos.
Haz algo por tu mundo

¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo para mejorar al mundo? No hablo de entrar a las redes sociales y compartir una publicación. Lamento decirte que eso realmente no aporta nada a nadie, solo sirve para que sientas que has hecho algo. Me refiero a salir y ayudar a alguien.

Comprometerse con una causa también es vivir con intensidad. Cuando vemos desde lejos a personas que cada día se levantan para hacer algo por el mundo no entendemos la razón. La mayoría de ellos lo hace sin recibir una gran remuneración a cambio. Algunas veces solo reciben un “gracias” y aun así lo hacen con una sonrisa en los labios.

Lo mejor de la vida no atiende a planes o programaciones. La mayoría de las veces basta con dejarnos llevar, con permitir que las cosas sucedan por sí mismas, con la sutileza de la casualidad, con la apertura de quien es humilde y no espera nada, pero en verdad… lo sueña todo.

Yo creo que la clave para entender las razones de esa sonrisa es hacer algo. No importa la causa que elijas ni lo pequeño que pueda ser tu esfuerzo. Siempre puedes hacer un cambio y lo que a ti te parece insignificante para otro puede ser imposible de lograr.


domingo, 20 de agosto de 2017

Solidaridad Humana

La solidaridad nace del ser humano y se dirige esencialmente al ser humano.

La verdadera solidaridad, aquella que está llamada a impulsar los verdaderos vientos de cambio que favorezcan el desarrollo de los individuos y las naciones, está fundada principalmente en la igualdad universal que une a todos los hombres. Esta igualdad es una derivación directa e innegable de la verdadera dignidad del ser humano, que pertenece a la realidad intrínseca de la persona, sin importar su raza, edad, sexo, credo, nacionalidad o partido.

La solidaridad trasciende a todas las fronteras: políticas, religiosas, territoriales, culturales, etc. Para instalarse en el hombre, en cualquier ser humano, y hacer sentir en nuestro interior la conciencia de una “familia” al resto de la humanidad.

La solidaridad implica afecto: la fidelidad del amigo, la comprensión del maltratado, el apoyo al perseguido, la apuesta por causas impopulares o perdidas, todo eso puede no constituir propiamente un deber de justicia, pero si es un deber de solidaridad.

Un análisis del concepto del valor de la solidaridad nos ofrece los siguientes componentes esenciales:

1º Compasión: porque la solidaridad es un sentimiento que determina u orienta el modo de ver y acercarse a la realidad humana y social, condiciona su perspectiva y horizonte. Supone ver las cosas y a los otros con los ojos del corazón, mirar de otra manera. Conlleva un sentimiento de fraternidad, de sentir la empatía por el dolor de los otros.

2º Reconocimiento: no toda compasión genera solidaridad, sólo aquella que reconoce al otro en su dignidad de persona. La solidaridad así tiene rostro, la presencia del otro demanda una respuesta.

3º Universalidad: “La desnudez del rostro”, la indefensión y la indigencia es toda la humanidad y simboliza la condición de pobreza de esfera intimista y privada.

La solidaridad siempre implica los siguientes puntos:

· La solidaridad es una virtud contraria al individualismo y al egoísmo.
· Se refleja en el servicio y busca el bien común.
· Su finalidad es intentar o solucionar las carencias espirituales o materiales de los demás.
· Requiere discernimiento y empatía –ponerse en el lugar del otro-

¿Por qué solidaridad?

Solidaridad, porque es lo justo, porque todos vivimos en una sociedad, porque todos necesitamos de todos, porque todos estamos juntos en este barco de la civilización; porque somos seres humanos, iguales en dignidad y derechos.


Imaginación Creativa



Tenemos que triunfar en nuestra imaginación antes de hacerlo en la vida.
-John Addison
Hay muchas veces que creemos que triunfar en la vida dependerá de nuestro currículum, de nuestras capacidades, de nuestros contactos, de la suerte… Todo eso puede influir pero lo primero que debemos hacer para triunfar es creer que podemos hacerlo.
De eso habla la cita de hoy: primero debemos triunfar en nuestra imaginación. Si creemos en nosotros mismos, si pensamos que conseguiremos nuestros objetivos, estaremos mucho más cerca de conseguirlos.
Cuando en vez de centrarnos en pensar que conseguiremos triunfar, nos centramos en nuestros pensamientos negativos, nos estamos conduciendo a nosotros mismos al fracaso. Pensar cosas como “no van a darme ese trabajo porque no soy lo bastante bueno” o “seguro que les caigo mal a todos y no quieren ser amigos míos” sólo conduce a que esos malos augurios se cumplan. Piénsalo bien: si tú fueras un jefe, ¿le darías el trabajo a alguien que no cree ser lo bastante bueno? ¿Saldrías con alguien que se considera a sí mismo antipático?

Tú debes ser la persona que más confíe en ti, debes creer que puedes conseguir todo lo que quieras, debes verlo primero en tu imaginación.

Transformaciones


La vida cotidiana o la vida de cada día, es estudiada por las ciencias sociales en tanto producción y reproducción de sentidos y valoraciones acerca de lo experimentado. La naturalidad con la que ella se despliega la vuelve ajena a toda sospecha y amparada en su inofensivo transcurrir selecciona, combina, ordena el universo de sentidos posibles que le confieren a sus procedimientos y a su lógica el estatuto de normalidad.

Estilo de vida o forma de vida son expresiones que se designan, de una manera genérica, al estilo, forma o manera en que se entiende la vida; no tanto en el sentido de una particular cosmovisión o concepción del mundo -poco menos que una ideología, aunque sea esa a veces la intención del que aplica la expresión, cuando se extiende a la totalidad de la cultura y el arte, como en el de una identidad, una idiosincrasia o un carácter, particular o de grupo -nacional, regional, local, generacional, de clase, subcultural, etc. Expresado en todos o en cualquiera de los ámbitos del comportamiento (trabajo, ocio, sexo, alimentación, ropa, etc.)

Abordar lo que llamamos vida cotidiana, implica vislumbrar los contornos de la subjetividad de cada época. En los últimos años se han producido importantes cambios en la subjetividad, y por lo tanto, en nuestra vida cotidiana.

Sin embargo, estas transformaciones no son iguales para todos. Si bien el capitalismo ha mundializado las formas en que modela las entrañas de nuestra existencia, también es necesario señalar las diferencias, dependiendo de la pertenencia de clase, generación y género, tanto como los lugares donde se desarrolla la propia vida.

Pensar desde América Latina la transformación de los saberes en la llamada “sociedad del conocimiento” debería implicar como requisito contextualizador elucidar lo que eso significa en sociedades que son al mismo tiempo “sociedades del desconocimiento”: el no reconocimiento de la pluralidad de saberes y otras competencias culturales que comparten tanto las mayorías populares como las minorías indígenas o regionales. Saberes y competencias que ni la sociedad ni la propia universidad están sabiendo valorar e incorporar a sus desactualizados mapas del “conocimiento”.

Lo que distingue a la sociedad en gestación no son, pues, las nuevas tareas a que se dedica sino el haber colocado en su centro, en cuanta fuerza productiva directa, a la cultura en su más profunda acepción: la capacidad de procesar símbolos, es decir de conocer y de innovar.

El lugar de la cultura en la sociedad cambia cuando la mediación tecnológica de la comunicación deja de ser meramente instrumental para espesarse, densificarse y convertirse en estructural.


Pues la tecnología remite hoy no a la novedad de unos aparatos sino a nuevos modos de percepción y de lenguaje, a nuevas sensibilidades y escrituras. Radicalizando la experiencia de desanclaje producida por la modernidad, la tecnología deslocaliza los saberes modificando tanto el estatuto cognitivo como institucional de las condiciones del saber, lo que está conduciendo a un fuerte emborronamiento de las fronteras entre razón e imaginación, saber e información, naturaleza y artificio, arte y ciencia, saber experto y experiencia profana.