sábado, 4 de abril de 2020

Frases Que Nos Animan


Michel Eyquem de Montaigne (Burdeos, Francia, 28 de febrero de 1533 - 13 de septiembre de 1592) fue un filósofo, escritor, humanista, moralista y político francés del Renacimiento, autor de los Ensayos, y creador del género literario conocido en la época moderna como ensayo.

"A medida que el hombre exterior se destruye, el hombre interior se renueva."
"A nadie le va mal durante mucho tiempo sin que él mismo no tenga la culpa."
"A quienes me preguntan la razón de mis viajes, les contesto que sé bien de qué huyo pero ignoro lo que busco."
"Aunque pudiera hacerme temible, preferiría hacerme amable."
"Dejemos que la naturaleza actúe a su aire; ella conoce su oficio mejor que nosotros."
"Del mismo papel en que el juez ha escrito una sentencia contra un adúltero rasgará un pedazo para escribir unas líneas amorosas a la esposa de un colega."
"Del obedecer y del ceder nace toda virtud."
"El hombre sabio no lo es en todas las cosas."
"El matrimonio es como una jaula; uno ve a los pájaros desesperados por entrar, y los que están dentro igualmente desesperados por salir."
“El mejor matrimonio sería aquél que reuniese una mujer ciega con un marido sordo."
"El provecho de uno es el perjuicio de algún otro."
 "El tiempo… excelente médico de nuestras pasiones."
"El valor, como las demás virtudes, tiene sus límites."
"Encuentro más soportable estar siempre solo que no poderlo estar nunca."
"Encuentro tanta diferencia entre yo y yo mismo como entre yo y los demás."
"En perfecta salud he tenido más miedo a las enfermedades que cuando las he sufrido."
"Es más fácil escribir un poema insignificante que comprender uno bueno."
"Es preciso prestarse a los otros, pero no darse sino a uno mismo."


Encuentros Y Desencuentros

Viajar con frecuencia tiene estas cosas.

A veces todo parece perfectamente ordenado, y todo sale según el guión previsto. Otras veces los acontecimientos giran en direcciones inesperadas y aquello que parecía fácil, casi hecho, se vuelve imposible.

Hace tiempo que acepté que los viajes están llenos de encuentros y desencuentros. No todos los encuentros son esperados o planeados, pero no por ello dejan de ser agradables. Incluso cuando ves por azar a alguien que hace mucho tiempo que desapareció de tu vida. El pasado lima las diferencias si las hubo.

Algunos desencuentros son tristes. No se puede satisfacer a todo el mundo. No hay tiempo ni energía para ello. Hay que aceptar que siempre vas a quedar mal con alguien, o que alguien no tiene el mismo interés que tú en facilitar el encuentro. Así son las cosas.

Pero en el fondo, el encuentro y el desencuentro más fructífero de todo viaje es con uno mismo. Te ves en lo mejor y en lo peor: alegre y cansado, disfrutando y aburriéndote, confiado y temeroso. Te ves en tu realidad más descarnada, sin distracciones ni rincones conocidos en los que esconderte.

De ahí mi consejo de siempre. Si quieres conocer de verdad a una persona, viaja con ella. Si quieres conocerte, adóptate como compañero de viaje. Nunca dejarás de sorprenderte

Sentirnos Útiles

¿La conoces? ¿Conoces esa maravillosa sensación de sentirte útil? Es algo realmente alentador para el ser humano. Ese sentido de utilidad, ese «estoy siendo útil para alguien», ese sentirse partícipe del cambio de otra persona, es algo muy valioso. Un oasis dentro de este temporal de egoísmo y falta de empatía en el que a veces vivimos.

Seguro que en más de una ocasión te has visto dudando sobre tu capacidad para hacer aportes interesantes a un proyecto. Te has preguntado ¿para qué valgo yo? ¿Qué puedo aportar al mundo? Bueno… este tipo de cuestiones requieren de una respuesta bien elaborada, de manera que la interioricemos y evitemos que las dudas se cronifiquen y se conviertan en el mejor caldo de cultivo para la inseguridad.

Nuestra existencia a veces queda relegada a una serie de pasos bien definidos y estructurados. Pasos que muchas veces hemos elegido sin desearlos realmente, pasos que otras veces eran los que creíamos debíamos tomar…

Muchas veces nos encontramos viviendo sin un propósito que sirva como una motivación intrínseca. Trabajamos por muchas razones: para ganar el dinero que cubra nuestras necesidades, ya sean reales o espejismos, para estar ocupados y sentirnos realizados en nuestro día a día, para establecer relaciones sociales, etc. Trabajamos en aquello que nos gusta, o trabajamos en aquello que no nos quedaba otro remedio trabajar para poder sobrevivir. Si es que tenemos la suerte de poder trabajar.

De una manera o de otra, para muchas personas el trabajo se convierte en una auténtica prueba de voluntad, ya que no les gusta nada. Una situación que asumen pero que no se cuestionan porque intuyen que si miran para abajo los metros de caída pueden ser muchos. Han dejado de preguntarse qué les emociona, qué les alimenta o qué podría enriquecer sus almas.

Sin embargo, también hay esperanza. A veces se produce ese «CLICK». Algo toca nuestro ser. Algo aparece bien nítido y definido. Un sentido de vida, un sentido de utilidad, ¡un motivo por el cual vivir! Vivir una vida digna de ser vivida, una vida bien vivida desde MI persona.

Esa sensación es maravillosa. Ese momento exacto en el que nos descubrimos a nosotros mismos siendo relevantes. El ser humano, como sabemos, es un ser social. Necesita de un buen apego en la infancia para poder tener una psique sana con la que desarrollarse en su adultez. Somos seres sociales por naturaleza.

Ser útiles tiene que ver con crear o producir que se percibe como valioso, ya sea en nuestro mundo, en los alrededores o en las lejanías. Repercutir en los otros y serles de utilidad es una sensación que nos reafirma y nos conecta con aquello que es importante para nosotros. Muchas veces nos sentimos así a través de la profesión que desempeñamos, pero este no es el único ámbito de nuestra vida donde podemos sentirnos útiles.

Muchas personas descubren este sentido después de haber estado en múltiples trabajos, y llegan a la conclusión que estos trabajos no estaban alimentando sus necesidades más genuinas. Y es de manera azarosa como, en muchas ocasiones, acaban descubriendo ese sentido de utilidad. Se descubren ayudando a los demás y se encuentran, paradójicamente, a sí mismos en este movimiento.

Cuando somos útiles de manera genuina, y el sentimiento tiene que ver con nuestras habilidades y nuestras fortalezas más auténticas y propias, generamos la sensación de que tenemos un poder potencial mucho más grande que el que nos correspondería si comparásemos nuestra insignificancia física con la inmensidad del Universo. Fluimos. Somos conscientes de que nos estamos ayudando -o de que estamos ayudando al otro- y eso nos llena de ilusión y alimenta de paz.

Por ello, ser agradecidos con quien nos ayuda -de una manera en la que lo perciba- es una actitud que no deberíamos obviar ni olvidar. La gratitud alimenta el propio corazón y el ajeno. Todavía estás a tiempo de descubrir dónde te encuentras siendo útil y a la vez sintiéndote en plenitud por ello. ¡Tienes todo tu presente por delante!

Audacia Creativa


Practicar el valor de la audacia es tener gallardía, ser valiente y decidido. Es es atreverse a tirar la primera piedra, cuando los demás hacen silencio. La vida es un proyecto, una misión en cuya realización se encuentra el pleno sentido. Todo proyecto implica cierto riesgo, aventura e imprevisto. 

Hay que prever y programar, pero es imposible hacerlo en modo absoluto. El que espera una programación perfecta sin ningún tipo de riesgo jamás podrá triunfar.


Todo ser humano tiene el deber de ser valiente, audaz. Ser fuerte y decidido a luchar por los demás, para emprender grandes obras. 

El cobarde muere dos veces, pero la valentía no se manifiesta con violencia, ni con riñas y pleitos con nuestros hermanos. Se practica la audacia con proyectos de vida. Asumiendo metas, propósitos que persigan logros importantes para la familia y la comunidad. Sea audaz. Sea valiente. Luche por sus derechos.

Ser audaz es no transigir ante la oleada de antivalores. Hay que ser valiente para no dejarse seducir por el mundo bajo. Ser audaz es mantenerse sano, limpio y libre de contaminación ente las tentaciones de la sociedad actual. Sea audaz, luche por superarse. Luche por encaminar a su familia y su comunidad hacia adelante. Nuestra sociedad tiene que ser redimida, tiene que ser liberada. Pero esta integración social solo es posible transformarla con el aporte de personas audaces.

La persona audaz se resiste al consumismo al que nos empuja la sociedad actual. Los cobardes caen endeudados, deprimidos, envueltos en las trampas del consumo irracional. De los recursos naturales sin control. De joyas, vestimenta, vehículos y demás artículos suntuosos. Ser audaz es resistir todo esto y sobreponerse y practicar la organización, la humildad y la valentía. Hoy más que nunca nuestra sociedad necesita y espera el ejemplo de personas audaces para echar hacia adelante.

Cuánta falta hacen los protagonistas en este proceso de cambios que esta sociedad ha emprendido. 

Las personas audaces ocupan un espacio interesantísimo para forjar la unidad de las mayorías. 

Solo con audacia podemos cambiar todos los males que nos arropan. Necesitamos hombres y mujeres audaces, en la familia, en la sociedad, en los grupos sociales, en las instituciones públicas, en el gobierno, en las presidencias de las repúblicas.


Comprometernos Al Cambio

Aceptación y Compromiso: una nueva fórmula para superar los problemas del Déficit Atencional del Adulto.


Si muchas veces, ante los desafíos de la vida diaria, el desánimo se apodera de ti y sientes que nada de lo que hagas por mejorar tendrá resultados, déjame decirte que no estás sol@ en eso.

Una de las consecuencias psicológicas del ADHD es un fenómeno que Martin Seligman bautizó en los 70 como Learned Hopelessness (desesperanza aprendida) y que se caracteriza por la creencia de que no importa lo que hagas, las cosas no van a mejorar.

Al considerar las dificultades características del ADHD no es sorprendente que esto suceda, ya que es muy probable que a lo largo de tu historia hayas experimentado muchos tropiezos y frustración por no lograr alcanzar tus metas.

Esto hace que muchas veces, ante nuevos desafíos o proyectos relativamente complejos puedan surgir pensamientos desmoralizadores (“para qué intentarlo si ya sé que no va a funcionar”), los cuales por lo general vienen acompañados de desánimo y desaliento.

Evidentemente que en ese estado todo se vuelve más difícil…

¿Qué hacer ante esta situación?

Actuando a pesar de todo.

El poder de los “pensamientos automáticos” y la influencia recíproca entre ellos y la conducta y las emociones.

Cuando ante situaciones difíciles surgen pensamientos desalentadores, existen distintas opciones.
Las técnicas de la terapia cognitiva tradicional buscan primero identificar estos pensamientos y luego modificarlos por medio de un procedimiento llamado “reestructuración cognitiva”. Básicamente se trata de registrar y anotar los pensamientos que puedan surgir en una situación dada y luego someterlos a cuestionamiento para examinar su validez.

Veamos un ejemplo…
Pensamiento: “no me van a resultar estas técnicas, ya lo he intentado antes y no ha funcionado”.
Cuestionamiento: ¿Qué evidencias sustentan esta convicción? ¿Cuántas veces lo has intentado? ¿De qué manera? ¿Con qué persistencia? ¿Por cuánto tiempo? …Y un largo etcétera.

La idea es desmantelar la “armazón cognitiva” que sustenta el pensamiento o la creencia y desafiar su estatus de verdad incuestionable (como suele presentarse), de modo tal que la persona pueda liberarse de su influencia y seguir adelante.

La otra parte de la fórmula es el Compromiso, que se refiere a tomar la decisión de actuar en la dirección de tus propias metas, con determinación y a expensas de lo que tu mente te pueda decir mientras lo intentas.

Es decir se trata de acción comprometida, con propósito, dirigida hacia la vida que quieres vivir.


Ahí está la clave para actuar de forma poderosa y decidida: no es necesario cambiar los pensamientos o creencias “negativos” por otros “positivos”, sino que es posible hacerlo directamente a nivel conductual, aceptando y haciendo espacio para todo aquello que surja en tu mente y que es producto de tu historia y la de tu ADHD.


viernes, 3 de abril de 2020

Lo Que Trasciende


Trascender (de trans, más allá, y scando, escalar) significa pasar de un ámbito a otro, atravesando el límite que los separa.
Desde un punto de vista filosófico, el concepto de trascendencia incluye además la idea de superación o superioridad. Este es el significado concreto de esta palabra, pero ahora debemos pensar que es lo que diferencia al hombre corriente de una persona "que trasciende", pues bien, toda persona que intenta superar los límites que le pone la vida, que intenta buscar sentido y conocimiento de su yo y de su existencia trasciende a un plano en el que la vida enseña su verdadera esencia y verdad.
No hace falta ser un monje o un iluminado espiritual para trascender en la vida, una persona que ayuda a otra cuando la ve en apuros ya está trascendiendo, una persona que realiza un voluntariado en una ong, está trascendiendo, una persona que escucha a otra contarle sus problemas con verdadero interés y da consejos para aliviarla trasciende, y así en todos los actos de bondad que los humanos realizamos a diario. 
También una forma de transcender, aunque no lo creamos, es el mero hecho de conversar con la gente. Hoy en día apenas conversamos con nuestros conocidos, vecinos, familiares, siempre vamos enganchados a los móviles o a Internet pero esas conversaciones no son verdaderas en el sentido "espiritual" de la palabra, hemos perdido el contacto humano que hace que la conversación sea un placer y una forma de intercambiar energías e ideas que poco a poco tiende a desaparecer.

En todas las culturas anteriores a esta era tecnológica la conversación entre las personas ha sido uno de los medios de comunicación más importantes y usados, gracias a ella las gentes transmitían sus conocimientos, sus inquietudes y sus ideas para trascender en el desarrollo del grupo al que pertenecían. Mediante ella se transmitían los valores que regían a las personas y las desarrollaba como tales.

Hoy en día la falta de conversación en las nuevas generaciones está propiciando que la gente se aísle en sus casas, que se conviertan en gente taciturna y tímida y que tienda a buscar "amistades" mediante el ordenador en Internet esto no lo considero una verdadera conversación, pues no existe el intercambio de "impresiones" entre las personas y sí, se proporcionan la información, pero esta carece de "alma" por lo que enseguida la olvidamos o quizás pasemos de ella, no existe entonces la empatía con la persona y por lo tanto no hay verdadero sentimiento de haber conversado.

Sé que este concepto es un poco engañoso, porque la gente conversa con el WhatsApp todos los días y a cada momento, con el chat, con el móvil, pero la mayoría de las conversaciones por estos medios no tienen la "esencia" y alma de una conversación cara a cara. También las prisas con las que vivimos, la exigencia del trabajo en el día a día, la falta de tiempo para el ocio y el esparcimiento nos hacen vivir en un bucle existencial en el que no nos podemos parar a pensar en lo trascendental de la vida, que quizás sea lo único realmente importante que existe en ella.  Trascender en la vida es algo necesario, no solo pensar en los quehaceres mundanos, también debemos tener tiempo y valor para enfrentarnos a los misterios de la vida, de la muerte, del conocimiento, de lo "trascendente", de lo que va más allá de lo que vemos en la materia, tener tiempo para ser un poco más "espiritual" y no ver el mundo como algo predecible, sino como un misterio increíble que nunca va a dejar de sorprendernos.


Vergüenza Ajena

La vergüenza ajena es un sentimiento que nace a partir de la inteligencia social fundamentada en la empatía. Es decir, el ser humano tiene la capacidad de ponerse en el lugar del otro o de proyectarse a sí mismo en posibles situaciones de futuro similares a las que observa en otras personas. De este modo, el sentimiento de ridículo no solo puede sufrirse a partir de un hecho propio, sino también en términos de alteridad (a partir de la interpretación de cómo me sentiría yo si estuviese en ese lugar).

El sentimiento de vergüenza está muy condicionado por la propia percepción y punto de vista personal del sujeto. Cuando sientes vergüenza ajena por una situación que vives como si fuese propia, no estás tan condicionado por ese hecho objetivo observable en sí mismo, sino por tus propias creencias y experiencias previas. Es decir, proyectas tu propio miedo al ridículo en una situación en la que tú crees que te sentirías así si fueses tú el protagonista de esa escena que estás viendo. Sin embargo, en muchos momentos podrás observar cómo la libertad se manifiesta también en este punto cuando al sentir vergüenza ajena observas a esa persona libre y segura de sí misma, sin dejarse condicionar por aquello que opinen los demás.

Tu mente recibe estímulos constantes a partir de las vivencias prácticas del vivir. De este modo, cuando observas una escena que genera en ti este sentimiento de vergüenza pueden volver a ti emociones relacionadas con situaciones similares del pasado que te han condicionado en primera persona. Es decir, estableces una asociación de ideas entre aquello que estás viendo y tu propia vida. En ocasiones, este sentimiento también surge a partir del aprendizaje social.

Por medio de la experiencia de la vergüenza ajena, la persona también establece la conclusión de que quiere diferenciarse de ese alguien a partir de aquello que el otro hace y uno mismo evitaría. Sin embargo, la interpretación de la realidad no es innata sino que surge a partir de filtros específicos, por ejemplo, las normas sociales, la educación y los patrones culturales.

Cuanto más reducida sea la zona de confort vital de una persona, tiene mayores posibilidades de sufrir este sentimiento de forma recurrente. Por el contrario, quien tiene una mayor apertura mental, es menos vulnerable ante este condicionamiento. Los seres humanos somos distintos, pero también, tenemos puntos en común. Es esta naturaleza común la que establece el punto de partida hacia la comparación de las realidades interpersonales.

En este otro artículo de Psicología-Online te descubrimos por qué nos ponemos rojos cuando sentimos vergüenza.

¿Por qué sentimos vergüenza ajena cuando estamos cerca de personas que queremos? Existe una situación en la que la vergüenza ajena te resulta especialmente incómoda. Por ejemplo, cuando es alguien de tu grupo de amigos o familiares quien dice algo que te parece fuera de lugar. Y, entonces, te preocupa que la imagen que pueda producir esa persona que está contigo, pueda afectarte a ti mismo.

Esta circunstancia es relativamente frecuente cuando estás muy preocupado por querer causar una buena imagen en un momento que es significativo para ti y este deseo de tenerlo todo bajo control hace que cualquier gesto de espontaneidad que rompe con el criterio de lo que para ti resultaría lógico sea especialmente incómodo para ti.

¿Cómo se encuentra tu propia autoestima? Intenta reflexionar sobre tu nivel de seguridad cuando vives un momento de estas características ya que este puede ser un síntoma de que necesitas quererte un poco más y no dar tanta importancia al criterio ajeno. En lugar de interpretar esta situación desde la perspectiva del otro, intenta extraer una conclusión personal sobre qué puede decir de ti mismo este sentimiento.

La Creatividad

Es la capacidad del ser humano de desarrollar actitudes artísticas apoyadas por su experiencia o juicio creativo para crear nuevos espacios estéticos. 

La creatividad no es patrimonio del arte, pero a través de ellas podemos con contenidos pedagógicos apoyar el potencial creativo en el ser humano, promoviendo actividades prácticas para fomentar la iniciativa del niño en su búsqueda a la perfección de la imagen en la construcción de la forma.

Actualmente la creatividad constituye una necesidad para enfrentar las exigencias del desarrollo científico, económico y social. La creatividad aparece de un momento a otro, en cualquier momento de nuestras vidas.

Todos los seres humanos somos capaz de crear, pero es fundamentalmente necesario los medios pedagógicos artísticos para estimular su sensibilidad creativas. La sensibilidad nos permite estar abiertos al mundo exterior e interior de las cosas, entender esta forma, es captar el pensamiento abstracto con capacidad a crear. Además ayuda a reducir nuestra tensión muscular, mejorando los movimientos y coordinación del cuerpo. 

Para el dibujante-pintor, templa el pulso, de esta forma maneja con mayor precisión las construcciones de la figura y sus trazos serán más seguros.

Desarrollar la creatividad y la inteligencia del niño a través del arte, es enseñarle a vencer sus temores expresar sus deseos, emociones, sus fantasías, el desarrollo de la motricidad fina.

Cuando se trabaja con niños, se debe poseer un trato pedagógico para comprender sus expresiones y comportamiento.


En la actualidad, en este mundo competitivo, la creatividad encara ser tema obligatorio en todas las áreas, en las ciencias, tecnología y las humanidades.

Hoy Por Ti Mañana…

El refrán “Hoy por ti, mañana por mí” es un dicho popular basado en los valores de la amistad, la solidaridad y, muy especialmente, la reciprocidad.

El refrán da a entender la disponibilidad de una persona para ayudar a alguien con quien tiene una relación amistosa, y que en el futuro espera contar con su apoyo.
Quien invoca el uso del refrán normalmente es la persona que acude solícita a ayudar al amigo. Ante la pregunta cortés “¿Cómo he de pagarte?”, el buen amigo invoca la expresión “Hoy por ti, mañana por mí”, como quien dice “no te preocupes, ya me podrás corresponder de ser necesario”.
En este sentido, el refrán representa la vida como una reciprocidad de dones. No se admite el pago de los favores, pero sí la solidaridad mutua y el intercambio de valores espirituales, invocando a la capacidad de corresponder al bien recibido por medio de otro bien.



El Ser Consciente

En un estudio de la Universidad George Washington hallan la zona del cerebro que sería el asiento de la consciencia, avivando la discusión científica.

Investigadores de la Universidad George Washington informaron haber descubierto el “interruptor de encendido y apagado” de la consciencia humana.

En lo profundo, al interior del cerebro se encuentra una delgada zona llamada en latín Claustrum (claustro).

El equipo de Mohamad Koubeissi, de esta universidad, publicó en la revista Epilepsy & Behavior el caso de una mujer de 54 años con epilepsia a quien estimuló eléctricamente el claustro y se observaron sus reacciones.

Cuando a la paciente le estimulaban eléctricamente esta región del cerebro, la mujer perdía la consciencia súbitamente y se quedaba como en blanco, sin responder a ningún tipo de estímulo; y cuando cesaba la estimulación, despertaba de su letargo sin recordar lo que había sucedido.
El claustro parece unir todos nuestros sentidos, percepciones y operaciones mentales en una sola experiencia cohesionada. Sin embargo, ¿debemos llamar a todo eso “consciencia”?

Definición de consciencia
Cuando se trata de la consciencia humana, al igual que del resto de las funciones de nuestro cerebro, el conocimiento científico actual es mínimo. A pesar de todo un siglo de neurociencia “moderna”, apenas si tenemos un esbozo de cómo funciona el cerebro humano.

¿Qué es la consciencia? No es una pregunta fácil de responder, y no existe un acuerdo en cuanto a qué es y qué abarca.

Presentamos algunas definiciones breves como referencia que nos permitirán entender el alcance de este descubrimiento del claustro.

La consciencia según la Filosofía
El filósofo francés René Descartes define la consciencia a través de su famosa máxima filosófica Cogito ergo sum, en latín; Je pense, donc je suis, en francés; Pienso, luego existo, en español.

Parafraseando sería: “me doy cuenta de que pienso (consciencia); y ese acto hace de mi un ser que “es”, que existe: un ser humano.” La consciencia sería, según Descartes, propia de los seres humanos

Todo Lo Humano


Pocos son los hombres que han escrito con mayor propiedad acerca de la vida como lo ha hecho Humberto Maturana, un biólogo que en su pensamiento nos habla de emociones, lenguaje, amor y vida. Polémico, singular, Maturana parte del ser biológico para llegar a asomarse a las profundidades del alma. El lector tendrá la oportunidad de recorrer, junto al autor, los caminos que develan el sentido de lo humano.

En este libro, el autor nos invita a recuperar la vida matríztica de la infancia: "Atrevernos a ser nosotros mismos, no aparentar, ser responsables de nuestro existir", es uno de sus mensajes.

El libro está enfocado a la parte educativa, tomando en cuenta las emociones, lenguaje, amor y vida. Parte de convertir el aprendizaje en una educación para el amor. Considera que el convivir humano parte del lenguaje y que el aprender a ser humanos, se logra a través de una continua interrelación del lenguaje y emociones según nuestro vivir.

El punto central consiste en afirmar que el convivir del ser humano parte del lenguaje es decir de la comunicación y que se logra a través de la interrelación con otros; por lo tanto se puede decir que el ser debe conocerse desde su interior y que a través de la convivencia y aceptación logra comprender a los demás.

Si aprendemos a valorarnos y sabemos lo que queremos en la vida y estamos conforme con lo que somos, queremos y hacemos podemos comprender a nuestros semejantes. 

En tal sentido se puede señalar que en el mundo de lo cotidiano es importante la interrelación, las acciones del ser humano influyen significativamente en la comprensión social, y es allí donde la Educación debe presentar una tarea constructora de saberes y por lo tanto va más allá de transmisión de conocimientos. 

Debe ser un curriculum para la vida donde el ser comprenda la importancia de la convivencia.


jueves, 2 de abril de 2020

La Primera Impresión

Seguro que te ha pasado alguna vez. Te presentan a una persona y al poco, sin saber muy bien la razón, terminas haciendo una valoración sobre ella. No necesitas ni un minuto para tener esa primera impresión. Su apariencia, sus gestos, modales, su voz… pequeños detalles que conforman una imagen que acabas catalogando de un modo u otro.


Puede que te sorprenda, pero los estudios nos dicen que, en general, las personas somos bastante buenas en esos breves análisis que perfilan las primeras impresiones. Sea como sea, habitualmente disponemos de muy poco tiempo no solo para analizar a otros, sino para dar nosotros mismos una buena impresión.

“Nunca hay una segunda oportunidad para causar una primera buena impresión”
-Oscar Wilde-

Si la persona que tenemos ante nosotros la juzgamos como amenazante y peligrosa, nuestra primera reacción será la huida. Las personas necesitamos hacer evaluaciones instantáneas para tomar decisiones al momento. En cierto modo, esos análisis aparentemente tan rápidos tienen mucha relación con nuestra personalidad, con nuestros miedos y también con nuestras necesidades. Bien es cierto que disponemos de esa parte instintiva –y casi irracional- que nos indica al instante si algo es inofensivo o amenazante, pero también pesa mucho nuestra propia experiencia.

Puede que una persona pulcra y bien vestida te parezca aséptica y superficial, puede que prefieras una imagen un tanto más informal porque te da más cercanía y te recuerde a otros de tus amigos… rasgos todos ellos que tienen mucho que ver con nuestra personalidad, y nuestro estilo particular. Podríamos decir que nuestro cerebro está programado para llegar a una rápida conclusión con muy poca información.

¿Cómo funciona la primera impresión?
Día a día nos llegan cientos, miles de estímulos. No tenemos tiempo de procesarlos todos ni de desmenuzar todas esas informaciones al milímetro. Entonces ¿cómo llegamos a ciertas decisiones? 

De modo inconsciente. Esa es la realidad, la mayoría de nuestras decisiones las tomamos de modo rápido y mediante el inconsciente, ahí donde está archivados nuestros recuerdos, nuestras sensaciones, nuestras experiencias, nuestra personalidad…

El cerebro lo que hace es organizar la información en categorías, y a partir de ahí hace comparaciones rápidas. Muy rápidas y siempre con ayuda de las emociones. ¿Se parece esta persona a alguien de nuestro pasado que nos hizo daño? ¿Ese tono de voz te es agradable? ¿Es su sonrisa tan sincera como la de nuestro padre, o es tan falsa como la de nuestra vecina?


El efecto halo es un sesgo cognitivo muy común. Tiene que ver con la influencia de nuestras percepciones, en juzgar las cualidades de una persona a partir de nuestra primera impresión. Este término lo acuñó el psicólogo Edward L. Thorndike en 1920, al darse cuenta de que las personas solemos sacar conclusiones globales de grupos o etnias de personas, sin conocerlas de modo individual.

Hacer Lo Que Debes

Al paso del tiempo siempre nos preguntamos qué es lo que haremos con nuestra vida y todo nuestro entorno, el personal, académico, profesional, laboral, familiar; y si somos honestos generalmente pensamos en un futuro próspero, una bonita familia, un excelente trabajo; pero lo que la mayoría de las personas no hacen es pensar en los pasos que los llevara a ello. Algunos dicen que harán lo que sea para conseguir lo que desean, otros para conseguir lo que puedan y unos tantos más para conseguir lo que quieren. La pregunta importante es: ¿Será lo mismo el poder, el querer y el deber?

Desde que iniciamos nuestra vida, tenemos dos caminos para conseguir o lograr lo que nos proponemos: el del deber o el del querer y también agregaría uno más, el del poder. Lamentablemente la mayoría toma la vía del deber, inclinándonos por la creencia de que es el camino correcto y además el único. Nos enfrentamos a tomar esta decisión porque simplemente no encontramos otras alternativas, culpamos a las circunstancias que nos rodean, además de que nos dejamos guiar por otras opiniones que llegan a convencernos de que si escogemos el camino de lo que queremos no tendremos un futuro prometedor, lamentablemente entendemos demasiado tarde, que los únicos responsables de elegir el camino correcto, somos cada uno de nosotros.

En los inicios de la filosofía, al hombre le daba temor preguntarse el porqué de las cosas que sucedían, por tal razón la mayoría de los filósofos se dedicó a observar su entorno y contemplar todos los acontecimientos desde su más mínimo detalle tanto en la naturaleza hasta en el comportamiento de los seres humanos. Con respecto a este último, Aristóteles y Sócrates hablaron de la felicidad perfecta y de lo que era una virtud.

Para Aristóteles, la felicidad perfecta consistía en hacer lo que le causara más placer a un ser humano, en su caso, era la contemplación, le gustaba pasarse horas en esta actividad y descubrió que eran los momentos más felices de su vida.

Para Sócrates, aquel ser humano que era capaz de encontrar su virtud o areté, era el ser más dichoso del mundo, en otras palabras, aquella persona que sabe para qué es bueno será feliz desempeñando esa actividad o lo que sea que fuere.

A qué viene lo anterior, que desde hace muchísimos años el ser humano descubrió como ser feliz eligiendo el camino del querer. Pero entonces ¿Qué sucedió? ¿Por qué el cambio repentino de decir “quiero hacer esto” a debo hacer esto” o más aun “solo puedo hacer esto”?

La respuesta, pues simplemente dejamos de hacer lo que queríamos porque consideramos el deber como un mandato, una regla que debo de cumplir para lograr mis metas; debo trabajar para tener una linda casa, debo tener una buena figura para que alguien se fije en mí, debo comportarme según me dicte mi entorno social para ser aceptado(a), etc., y la lista puede continuar y encontraremos miles de cosas que anteponen el “debo”.

Ahora hagámonos la siguiente pregunta: ¿Lo que hago es lo que realmente quiero hacer? A lo largo de nuestra vida, cuantas cosas hacemos cuando ni siquiera tenemos ganas ni el ímpetu de hacerlo, aquí es donde entra el “hago lo que puedo”, lo que significa que hemos entrado en una etapa de conformismo personal “hago lo que puedo porque no debo hacer más”, sin embargo, todas estas frases son las que se utilizan cotidianamente en el léxico de cada persona, si ponemos atención, 
escuchamos estas frases día a día, se han heredado de generación en generación y le hemos inculcado a las generaciones futuras lo que deben hacer mas no lo que quieran hacer.

Podemos poner como ejemplo a los estudiantes que están por salir de un bachillerato, personalmente me ha tocado escuchar a sus padres decir; que si eligen ser músicos, artistas, cantantes, o profesiones que no son muy comunes; se morirán de hambre; cabe mencionar que si sus progenitores se dedican a la medicina o a la abogacía, pretenden que sus hijos sigan ese mismo camino sobre todo por comodidad laboral, ya que no batallaran para conseguir algún trabajo, tendrán buenas influencias debido al legado de sus padres. 

En este momento, estas personas que están por salir de su bachillerato se verán influenciadas para tomar la decisión que deben más no la que quieren.
Debido a lo anterior, frecuentemente los seres humanos están acostumbrados a que les faciliten el camino a sus metas y si dentro de esto, está el no hacer lo que se quiere, hará lo que debe por comodidad. Lo anterior en palabras de Ortega y Gasset, quien decía que el ser humano se ha vuelto desagradecido y comodino, por eso lo llamo el “hombre masa”, quien solo espera a ver quién le facilita las cosas para poder hacerlas aunque no lo quiera.

Tenemos que comprender que el deber y el querer, no significan lo mismo. El deber es una palabra autoimpuesta por nosotros, por la sociedad en sí; hemos comprado la idea de que el deber es más importante que el querer y que es una regla que debo cumplir.

Querer, significa tener una capacidad de elección y de ejercer voluntariamente mis deseos o de rectificarlos, decidir qué es lo más importante para mí y para cumplir mis objetivos, tomar en cuenta la viabilidad de lo que quiero realizar, las oportunidades y todo lo que tenga que ver con el entorno de mi meta.

¿Y qué sucede con el poder? Bueno, el poder tiene que ver con las circunstancias que rodean mi objetivo, a veces se presentan situaciones que no dependen de nosotros y que hacen que cambiemos de metas o de caminos, lo primordial en este caso, es que no desistamos en ningún momento de lo que queremos, sin embargo, cuando utilizo, el “yo solo puedo…” para quedarme conforme, solo estamos limitándonos de saber de qué somos capaces, hasta donde somos aptos para llegar a conseguir lo que deseamos.

Lo importante hasta este momento es que ya se observe la diferencia entre el querer, el poder y el deber. Ahora ya sabemos que de acuerdo a lo anterior, la frase más importante es “lo que quiero es…” debemos dejar a un lado lo que los demás quieren para nosotros, debemos pensar en que es lo más importante para lograr mis objetivos pero sin afectar lo que realmente estoy dispuesto a hacer.
Y ahora, ¿Cómo vamos a pensar en lo que queremos? En primer lugar debemos discriminar lo que debes hacer de lo que quieres hacer, cambia el tengo o el debo por el quiero, si ya estás en algo que debes hacer, busca el lado bueno y aprende a querer lo que haces, aprende a cumplir lo que realmente debes y que te corresponde solo a ti y por último, no desistas, si fallas en hacer algo que quieres, sigue intentado, no hay límites.

Finalmente, la decisión es de cada uno de nosotros, reflexionemos acerca de si lo que estamos haciendo es lo que debo o lo que quiero o simplemente lo que puedo, demos rienda suelta a nuestros sueños, imaginemos cada minuto que es lo que realmente queremos lograr, visualicemos que sucedería si cambio de perspectiva y hago lo que quiero.

Es importante tomarse el tiempo necesario para tomar conciencia de lo que nos generan determinadas circunstancias o actos, es decir, si nos hacen feliz o nos hacen sentir infeliz o simplemente nos da igual; lo anterior para poder vislumbrar nuevas posibilidades, nuevas rutas de acción o nuevos propósitos.


Recordemos que la vida es fugaz y estamos aquí para hacer lo que realmente queremos y que nos hace felices y que esta alegría se transmite al entorno en el que nos encontramos y que todo esto nos generara satisfacciones personales que nos llevaran a vivir una vida plena, pero lo que sí es una obligación, es que debemos tomar decisiones prontas y oportunas, porque un día nos daremos cuenta que es demasiado tarde y que dejamos ir todo lo que queríamos y ya no habrá tiempo para retomar el camino.



¿Cuán Grandes Somos?

Las leyendas e historias populares dan grandes lecciones. Contaba un fabulista famoso que había una vez una rana presumida que rechazó con mucha soberbia a un sapo por considerarlo «poco» para ella. Contaba también que más tarde la rana necesitó de la ayuda del sapo y que, con humildad, se vio obligada a pedirle perdón y a asumir que ella no era más que cualquier otro anfibio.

Lo que le ocurrió a la famosa rana de esta fábula es lo que les ocurre a muchas personas, o lo que puede pasarnos a todos en algún momento determinado de nuestras vidas. Además, están tan acostumbradas a que su actitud sea consentida que no se molestan en disimularla.

«Donde hay soberbia, allí habrá ignorancia; mas donde hay humildad, habrá sabiduría.»
-Salomón-

¿Qué significa ser humilde?

Como siempre que tratamos de definir algo de la forma más estándar posible, nos solemos acercar al diccionario. En este caso, el Diccionario de la lengua española dice que la humildad equivale a tener la virtud de ser conscientes de las debilidades y limitaciones propias.

Según esto, ser humilde se opone al orgullo vanidoso que va más allá del que tiene que ver con el amor propio y la dignidad individual. En el momento en el que la rana de nuestra fábula decide rechazar al sapo, lo hace porque lo considera feo, pero empleando una actitud arrogante de superioridad.

En este sentido, el comportamiento prepotente y la superioridad moral no definen a las personas humildes. Se trata de entender quiénes somos sin la necesidad de recordárselo al resto en forma de logros y éxitos.
¿Cuándo estamos practicando la humildad?

La humildad, es en la misma medida, una cualidad y un comportamiento que nos sitúa ante los demás, por lo que podemos decir que la humildad se puede practicar en cualquier acción que tomemos. Por ejemplo, lo hacemos en estas situaciones:

Descubriéndonos a nosotros mismos: comprendiendo que todos tenemos nuestras experiencias y circunstancias y dando por hecho que no podemos juzgar el camino de los demás sin habernos puesto sus zapatos.

Admitiendo nuestras equivocaciones y aprendiendo a pedir perdón cuando sea oportuno: esta quizá sea una de las actitudes que más nos cueste asumir porque nos pone de cara a nosotros mismos. Por esa razón, saber perdonar y aprender de los errores nos hace humildes.

Valorando las limitaciones y las libertades que tenemos: somos libres para decidir, para tomar direcciones hacia un futuro u otro, pero dentro de unas limitaciones. Saber cuáles son los defectos que nos frenan nos ayudará a superarlos humildemente.

«El que con perspicacia reconoce la limitación de sus facultades, está muy cerca de llegar a la perfección»
-J. W. von Goethe-

Reconociendo que vivimos en una sociedad y que como tal la integran personas de diversa formación, con mayor o menor edad, más constantes o más inteligentes, etc. Con el respeto de unos hacia otros, teniendo en cuenta esas particularidades se puede seguir siendo humilde.

Elogiando las virtudes de los demás de una forma sincera: dice mucho de lo que somos el ser capaces de reconocer las virtudes de los que nos rodean tanto como lo hacemos con las nuestras. No es una forma hipócrita de acercarnos a otros, sino de hacer saber que todos tenemos un valor preciado, ya sea descubierto o por descubrir.

Teniendo en cuenta todo lo dicho, la humildad tiene tanto valor que aquel que la consigue recordará siempre como mantenerla, porque habrá sabido encontrar armonía y paz interior. Además, habrá sabido alejarse de la vanidad y del apego material a las cosas.

La mariposa siempre recordará que fue gusano porque sabe que puede caerse en algún momento del vuelo y, entonces, entenderá que no es lo mismo ser humilde que tener una baja autoestima. La humildad desbordada es muy bonita, siempre que sepamos cuáles son los límites a los que hay que llegar, porque de lo contrario podemos hacernos daño.

La humildad logra que nos perfeccionemos, que sean amables y fraternales con nosotros, que encontremos a gente auténtica que nos quiera de verdad, que valoremos el esfuerzo por conseguir lo que nos hace felices, que huyamos del ego…

 «Un hombre debe ser lo suficientemente grande como para admitir sus errores, lo suficientemente inteligente como para aprovecharlos y lo suficientemente fuerte para corregirlos».
 -Khalil Gibran-

Nuestros Logros


Tener la capacidad de Valorar los logros personales es muy importante para mejorar la
autoestima. 

Muchas personas pueden no dar importancia a la mayoría de sus logros simplemente porque no han logrado alguno en particular. Sin embargo, es importante darse cuenta de todo lo que se ha hecho en la vida y todo lo que se ha aprendido por pequeño que sea.

Algunas personas también son capaces de reconocer sus logros personales pero no le dan la importancia que deberían porque se comparan con otras personas que han logrado otras cosas que también les hubiera gustado conseguir.

Para poder mejorar la autoestima, lo mejor es tomarse un tiempo para plantearse y pensar todo lo que se ha logrado en la vida y todas las cosas que hoy nos hacen felices y hemos conseguido.

Mucha gente puede no darse cuenta que toda su vida persiguió un supuesto sueño y que aunque no lo ha logrado ha conseguido otras tantas cosas que le han dado una gran felicidad. Por este motivo,
sentarse a pensar o hacer una lista sobre los logros más importantes que se han conseguido, es una excelente práctica para mejorar la autoestima. 

Seguramente nos sorprendamos nosotros mismos de las cosas que más valoramos y que hoy nos hacen felices y que nunca hubiéramos pensado.
Por ejemplo, es habitual ver personas frustradas y con baja autoestima porque piensan que no lograron nada solo porque no obtuvieron el trabajo que querían. Sin embargo, estas personas pueden ser incapaces de valorar que han logrado formar una familia que les quiere, que han tenido hijos de los cuales pueden sentirse orgullosos y un sinfín de cosas más.

Para mejorar la autoestima, es importante saber valorar los logros que se han conseguido y no sufrir por aquellos que no se han alcanzado. Si tanto nos duele no haber conseguido algo, lo mejor es luchar por conseguirlo pero no sentarse a sufrir, a lamentarse, a sentirse mal y a quitarle importancia al resto de las cosas que si se han conseguido.

Tener la capacidad de Valorar los logros personales es muy importante para mejorar la autoestima. Muchas personas pueden no dar importancia a la mayoría de sus logros simplemente porque no han logrado alguno en particular. Sin embargo, es importante darse cuenta de todo lo que se ha hecho en la vida y todo lo que se ha aprendido por pequeño que sea.

Algunas personas también son capaces de reconocer sus logros personales pero no le dan la importancia que deberían porque se comparan con otras personas que han logrado otras cosas que también les hubiera gustado conseguir.

Para poder mejorar la autoestima, lo mejor es tomarse un tiempo para plantearse y pensar todo lo que se ha logrado en la vida y todas las cosas que hoy nos hacen felices y hemos conseguido.

Mucha gente puede no darse cuenta que toda su vida persiguió un supuesto sueño y que aunque no lo ha logrado ha conseguido otras tantas cosas que le han dado una gran felicidad. Por este motivo, sentarse a pensar o hacer una lista sobre los logros más importantes que se han conseguido, es una excelente práctica para mejorar la autoestima. Seguramente nos sorprendamos nosotros mismos de las cosas que más valoramos y que hoy nos hacen felices y que nunca hubiéramos pensado.

Por ejemplo, es habitual ver personas frustradas y con baja autoestima porque piensan que no lograron nada solo porque no obtuvieron el trabajo que querían. Sin embargo, estas personas pueden ser incapaces de valorar que han logrado formar una familia que les quiere, que han tenido hijos de los cuales pueden sentirse orgullosos y un sinfín de cosas más.

Para mejorar la autoestima, es importante saber valorar los logros que se han conseguido y no sufrir por aquellos que no se han alcanzado. Si tanto nos duele no haber conseguido algo, lo mejor es luchar por conseguirlo pero no sentarse a sufrir, a lamentarse, a sentirse mal y a quitarle importancia al resto de las cosas que si se han conseguido.

Crecer En La Adversidad

Todas las personas, en un momento u otro de nuestras vidas, nos enfrentaremos a alguna situación difícil o complicada. De hecho, a veces, estas circunstancias aparecen cuando menos lo esperamos. Por ello hay que estar preparados y saber cómo hacerles frente, consiguiendo crecer ante las adversidades.

De lo contrario, si no se toman las decisiones apropiadas, estas situaciones que irrumpen en nuestra rutina diaria, pueden suponer una verdadera catástrofe. Es importante mantener una buena actitud antes y después del suceso negativo.

«La adversidad es un hecho de la vida. No se puede controlar. Lo que sí podemos controlar es cómo reaccionar ante ella.»
-Anónimo-

Muchas veces la más mínima acción puede desencadenar las adversidades. Y, ante ellas, en primer lugar hay que dejar de lado la apatía, esa actitud de indiferencia o desmotivación. Pues esto supondrá una tendencia inevitable a enfocarse en lo negativo, llegando a convertirse en un cúmulo de problemas que pareciera no tener solución de ningún tipo. Por tanto, tener una actitud apática puede ser un gran obstáculo para superar las situaciones difíciles.

Debes tener en cuenta que la batalla se pierde en el momento en el que nos deja de importar. Muchas veces decimos o pensamos “da igual”, sin saber que cualquier conducta que realicemos puede cambiar el curso de los sucesos, y, asumiendo una actitud negativa solo lograremos ir hacia el desastre.

«Los golpes de la adversidad son muy amargos, pero nunca son estériles.»
-Ernest Renan-

Tener una actitud positiva y proactiva ante la vida es como construir una presa para cambiar el rumbo de la corriente. Esto no es sencillo, pero con constancia, esfuerzo y persistencia se puede conseguir.

«No hay nadie menos afortunado que el hombre a quien la adversidad olvida, pues no tiene oportunidad de ponerse a prueba.»
-Séneca-

Al asumir una actitud positiva se pueden evitar las situaciones desagradables, pero esto no es infalible. A veces, los sucesos negativos están de una u otra forma destinados a ocurrir, sea como consecuencia de la acción de otros o no.

Cuando llegan esas adversidades, lo recomendable es mantenerse firmes, respirar y, con calma y tranquilidad, intentar reflexionar sobre el problema y su posible solución.

Lo más sano es analizar a fondo el camino recorrido, hay que aprender a identificar qué acciones pudieron preceder al problema y cuáles fueron las posibles razones de lo sucedido.

Pero, no se trata de buscar culpables, sino de adquirir el conocimiento necesario para evitar que una situación similar a esta se pueda repetir.

«Todas las adversidades que he tenido en mi vida, todos los problemas y obstáculos, me han fortalecido. Uno no se da cuenta cuando sucede, pero una patada en los dientes puede ser lo mejor que le puede pasar en un momento dado.»
-Walt Disney-

Es muy importante crecer ante las adversidades. Esto nos ayudará a encontrar nuestro camino y a conocernos mejor a nosotros mismos. Ya que en la situaciones límite, es cuando realmente ponemos a prueba nuestras capacidades y, por tanto, podemos evaluar nuestras reacciones.

Y, recuerda, intenta ser previsor y no llevar a cabo acciones que puedan desencadenar en graves problemas. Pero, si estos suceden sin que puedas evitarlo, sé firme y observa atentamente lo que ocurre a tu alrededor, sin perder la calma mientras pasa todo. De tu actitud dependerá el impacto que en ti tengan esas adversidades.

«La adversidad tiene el don de despertar talentos, que en la comodidad hubieran permanecido dormidos.»
-Horacio-