jueves, 23 de noviembre de 2017

Hacia Dónde Nos Dirigimos


Hemos podido ver cómo a lo largo de la historia las Sociedades han ido evolucionando. Un proceso que nos ha permitido llegar hasta donde ahora nos encontramos. Lo que nos permite concluir que nos encontramos envueltos en una evolución de nuestra actual Sociedad.

Pero debemos tener presente que es una evolución rapidísima en su realización, basada en avances tecnológicos, que están permitiendo una eclosión sin precedentes del maquinismo. Esta irrupción de las máquinas en todos los ámbitos -no solo en lo relacionado con el aspecto laboral- va a ocasionar una serie de cambios en el comportamiento humano, inimaginables hace unas pocas décadas.

El Big Data, unido a la inteligencia artificial, nos abocará a una Sociedad en la que las personas tengamos una perfilación de todos los aspectos de la vida, que provoquen un conocimiento casi total de los individuos. Además, ya vemos que las máquinas van a sustituir a las personas en muchísimos puestos de trabajo. Y además, a causa de este maquinismo, veremos como las personas estarán cada vez más apoyadas e influenciadas por las máquinas.

Con este escenario, creo sinceramente que la Sociedad a la que nos dirigimos va a ser una Sociedad en la que las personas van a tener cada vez menos oportunidades de obtener empleo. Así, las personas van a poder disponer de mucho tiempo libre, y tendrán que buscar la manera de utilizarlo.

Grado de bienestar
Esta Sociedad hacia la que nos dirigimos no va a poder alcanzar el grado de bienestar que se llegó a obtener en el Siglo XX. Se aprecia que los niveles salariales no están alcanzando los niveles necesarios para lograrlo.

Además, esta Sociedad más empobrecida verá como las máquinas que sustituyen a los empleados no pagan los impuestos que pagaban los trabajadores empleados, lo que provocará que los Estados recauden menos en esa materia.

Y pese a vivir en la Sociedad de la Información, creo que vamos a ver cómo las personas tienen mucho menor conocimiento.

En definitiva, nos dirigimos a una Sociedad más inculta, más pobre, con más tiempo libre, al albur de sus propios medios, y que tendrá un pensamiento más radicalizado. Además, como se puede ver ya, con un alto grado de sumisión al poder.


Lucidez Mental: Mantenimiento


Sentirse activo y lúcido es fundamental para nuestra salud. Pero, ¿cómo lograrlo? Aquí algunos consejos importantes para mantener nuestra frescura mental a lo largo de los años. 

A la lucidez sólo es posible evaluarla en relación con las habilidades que cada uno desarrolló en su juventud. Por eso la vejez, aun cuando forma parte de la naturaleza, constituye uno de los grandes temores humanos. 

En la actualidad, existen ejercicios y tratamientos específicos para la preservación de las capacidades cognitivas, aunque no hay estándares universales ni garantías, ya que cada persona es diferente. 

No obstante, se pueden tener en cuenta algunas recomendaciones: 

Estimular las capacidades cognitivas durante la juventud, a través de la actividad social e intelectual, del juego y de todo aquello que estimule el ejercicio de la inteligencia y la salud mental.

Realizar palabras cruzadas, sopas de letras, sudokus.
Ejercitar la mano izquierda cuando uno es diestro, o viceversa. 
Estimular las capacidades sensoriales.
Ejercitar la memoria con actividades tan simples como no consultar la lista de compras mientras se está en el supermercado y corroborar sólo después.

Trabajar con series numéricas concretas, nombres de los meses del año en sentido directo e inverso. 
Para mantener el concepto numérico y el cálculo, se resuelven problemas y operaciones aritméticas y juegos numéricos. 

El razonamiento se estimula mediante ejercicios que trabajen la capacidad de clasificar características de los objetos, mientras que los aspectos del lenguaje y la capacidad visoespacial se ejercitan mediante la escritura, el dictado y el dibujo. 



Nuestra Mente Se Refleja


A la hora de construir cada paso de nuestro crecimiento personal nos enfocamos en exceso tan solo en nuestro interior, cuando gran parte de lo que podemos aprender reside en el exterior o en nuestro entorno de confianza. Infinidad de leyendas nos enseñaban desde la antigüedad que lo que vemos en los demás nos revela información sagrada de lo que somos nosotros mismos.

Muchos han sido los estudios sobre psicología personal que afirman que el exterior actúa como un espejo para nuestra mente. Un espejo donde vemos reflejadas diferentes cualidades, características y aspectos personales de nuestra propia esencia, de nuestro ser más primitivo.

Hablamos de las situaciones que frecuentemente se nos dan en nuestro día a día cuando observamos algo que no nos gusta de los demás y sentimos un cierto rechazo, incluso disgusto. Pues bien, estamos ante la ley del espejo, la cual establece que de alguna manera ese aspecto que nos disgusta de determinada persona existe en nuestro interior. ¿Por qué sucede esta experiencia? Hoy te compartiremos su función y el origen de esta ley.

“La gente solo nos devuelve el reflejo de la forma en que les hablamos.”
-Laurent Gounelle-

La ley del espejo establece que nuestra inconsciencia, ayudada por la proyección psicológica que realizamos durante ese momento, nos hace pensar que el defecto o desagrado que percibimos en los demás solo existe “ahí fuera”, no en nosotros mismos. La proyección psicológica es un mecanismo de defensa por el que atribuimos a otros sentimientos, pensamientos, creencias o incluso acciones propias inaceptables para nosotros.

La proyección psicológica comienza a ponerse en marcha durante experiencias que nos suponen un conflicto emocional o al sentirnos amenazados, tanto interior como exteriormente. Cuando nuestra mente entiende que existe una amenaza para nuestra integridad física y emocional, esta emite como rechazo hacia el exterior todas esas cualidades, atribuyéndoselas a un objeto o sujeto externo a nosotros mismos. Así, aparentemente, colocamos dichas amenazas fuera de nosotros.

Las proyecciones suceden tanto con las experiencias negativas como con las positivas. Nuestra realidad la trasladamos sin filtro al mundo exterior, construyendo la verdad exterior con nuestras propias características personales. Una experiencia característica de la proyección psicológica sucede cuando nos enamoramos y atribuimos a la persona amada ciertas características que tan sólo existen en nosotros.



Observar Nuestro Entorno



¿Por dónde pasa la vida?
Esta es una de las preguntas estrella que Teatro y Consciencia aterriza en los alumnos a lo largo de los cursos. Parece simple al escucharla, pero a la hora de la verdad, responderla no es tan fácil. ¿Por dónde pasa la vida?

Sabemos racionalmente que la vida es el motor esencial de nuestra existencia y que está en continuo movimiento dentro de nosotros y en nuestro alrededor. Aun así, en la sociedad occidental no tomamos en consideración experimentar y cultivar esta realidad que nos fundamenta, y pasamos la mayor parte del día sin sentirnos vivos, actuando de forma autómata, dejando que nuestras mentes y cuerpos funcionen mecánicamente.

Afortunadamente, se dan situaciones que inevitablemente provocan que volvamos a la vida. Cuando ponemos la atención en el presente, escuchamos con todos nuestros sentidos y abrimos el corazón

Un abrazo que nos reconforta, una canción que nos eriza el vello, el primer llanto de una tristeza profunda, un paisaje que nos hace vibrar, unas palabras sinceras que rompen nuestros esquemas, un sabor que nos traslada a la infancia, un baile desenfrenado, los colores de un atardecer que nos retuerce el estómago, el ataque de risa por una tontería, un grito al cielo que por fin desatasca aquel dolor, el gesto vulnerable de alguien a quien considerábamos “duro”, una auténtica expresión de amor temblorosa… No son escenas que sólo se hacen evidentes en las películas.

Son instantes reales, de distintos calibres e infinitos colores, que surgen de nosotros mismos y suceden constantemente a nuestro alrededor. Y nos conmueven como si fuera la primera vez, por muy pequeños y sutiles que sean. Es aquí por donde pasa la vida, es aquí donde podemos apreciar las sincronicidades, lo intuitivo y la inspiración. Y descubrimos que formamos parte de algo intangible, mágico e inexplicable, pero tan real como la misma experiencia: el sentido de Ser Humano.

De este modo, la vida pasa por sentir la calidez y la esperanza que produce la luz de un atardecer cualquiera en la plaza del barrio. La vida pasa, también, por dejarse embalsamar por la música de una pianista solitaria en el túnel del metro. 


miércoles, 22 de noviembre de 2017

Humanidad Es Trascender



Todos nos equivocamos… somos seres humanos: reímos cuando somos felices, nos sentimos derrotados cuando algo no sale bien, lloramos nuestras tristezas, gozamos los triunfos…

En fin, vivimos muy a nuestra forma de ser, las emociones y vivencias del día a día.

Como cualquier persona, todo el esfuerzo que dedicamos en nuestro trabajo, nuestro esfuerzo, entrega y dedicación, son actitudes tenemos con el objetivo de trascender, ir más allá de lo que esperamos.

Sí, trascendemos por nuestros hechos, pero el término implica mucho más que esforzarse, lograr un ascenso en el trabajo, etc… Trascender realmente como persona, se da como resultado de nuestra capacidad de compartir y por lo que logramos desprender de nuestro entorno para entregárselo a los demás.

Dejar una huella importante en los demás, saber que lo que hicimos ha sido importante para cambiar una actitud, solucionar un problema, es parte fundamental de lo que debe ser nuestra forma de actuar.

En muchas ocasiones, nosotros mismos nos negamos la oportunidad de compartir algo bueno con los demás, damos la espalda a los problemas que a alguien le aquejan pensando que “es su rollo”, sin tomar en cuenta que tal vez un poco de nuestra ayuda, o el simplemente escucharle y tratar de encontrar una solución, sería de gran utilidad.

Hoy son muchas las asociaciones, instituciones y dependencias que nos invitan a ser partícipes del hermoso regalo de la caridad, a través de proyectos destinados a dar un poco a los que más lo necesitan, y no precisamente algo material.

Como padres de familia, tratamos de ser papás y mamás ejemplares que trabajan, no descuidan su hogar, brindan cierta comodidad económica a sus hijos y se dan lujos de vez en cuando…Pero, ¿En qué momento ponemos el ejemplo de ayudar a alguien que necesita un poco de ayuda? ¿Cuándo ven nuestros hijos las necesidades reales que se viven en cuanto pobreza se refiere? ¿Cuándo les permitimos salir de su “burbuja” para que visiten hospitales, asilos de ancianos, orfanatos, etc.?

Creo que son pocos los que pueden jactarse de lo anterior, porque creemos que para eso está el gobierno: para ayudar, para eso se crean instituciones: para que les den, para eso hay ciertas asociaciones: para que atiendan necesidades de los más vulnerables.

Si realmente es nuestro deseo trascender, tenemos que primero que nada analizar nuestro alrededor y ver que nuestros problemas pueden ser enormes, pero tal vez ni se comparen con los de otros, que realmente viven una situación compleja.

Amemos nuestro trabajo; aportemos lo mejor de nosotros mismos para que nuestra pasión por la profesión que tenemos, nos permita aportar éxitos al logro de los objetivos de la empresa en la que laboramos.

Disfrutemos el tiempo con nuestra familia; vivamos cada instante con ellos, que de eso dependerá la unión, confianza y respeto con el que se pueda actuar después.

Seamos vecinos, compañeros y ciudadanos cordiales; fomentemos una sana convivencia que se traduzca en armonía.

Escuchemos a los demás, demos buenos consejos y estemos dispuestos a recibirlos.

Inculquemos en nuestras familias el valor de compartir algo con los demás; formemos niños sensibles y atentos a la problemática actual.

Pero, nunca por favor nunca, olvidemos la gran importancia de la labor social, la gran necesidad de aportar algo a la sociedad, algo de lo mucho que hemos recibido; seamos generosos y procuremos trascender con nuestros hechos, ya que ello deja una marca imborrable en muchas familias.

Sólo recuerde esa sonrisa que puede regalarle un niño huérfano, cuando compartimos unos minutos con él haciéndolo sentir importante, valorado.

Sólo imagine que “alguien” que no nos conoce bien pueda recordarlo con cariño y le esté mucho más agradecido que cualquier otra persona.


Trascender, debe ser un deseo de todos los seremos humanos… trascender en todos los sentidos, trascender a pesar de todo.

Los Buenos Momentos


¿Por qué recordamos bien algunas cosas mientras que otras se desvanecen? Investigadores sugieren que se debe a que los eventos positivos se quedan durante más tiempo en la memoria que los malos, algo que ayuda a la raza humana a mantenerse alegre y resistente.

De acuerdo con psicólogos, el aferrarnos a los buenos recuerdos -dejando atrás los malos- nos ayuda a lidiar con situaciones desagradables y mantener una actitud positiva ante la vida.

Fue hace 80 años que se propuso por primera vez la idea de que los recuerdos malos se desvanecen más rápido
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En los años 30, los especialistas recogieron lo que quedaba en la memoria de las personas después de las vacaciones, categorizándolas en agradables y desagradables.

Semanas más tarde, los investigadores pidieron a los participantes que recordaran las vacaciones. Casi el 60% olvidó las experiencias desagradables, mientras que sólo el 42% de las agradables habían desaparecido.

Esto es algo que muchos de nosotros puede sentirse afín, tras un descanso solemos acordarnos de los buenos días y de las personas que conocimos y olvidarnos de los retrasos en los vuelos u otros inconvenientes.

Más tarde se hicieron otros estudios rigorosos del llamado fenómeno Fading Affect Bias (FAB), que ocurre cuando la información de emociones consideradas como negativas se borra de la mente más rápido que la positiva.

En un trabajo hecho en los años 70, en vez de preguntarle a la gente que recuerden memorias aleatorias -pues las personas podrían preferir aquellas positivas- a los participantes se les pidió que llevaran un diario, registrando la intensidad emocional de esos recuerdos.

Pero debido a que el 80% de toda la investigación psicológica se hace con estudiantes estadounidenses, no quedaba claro si esta preferencia a mantener en la memoria los buenos recuerdos existiría en otras culturas.



Cuando El Miedo Nos Detiene


El  miedo es uno de esos estados emocionales que hace que el mundo se detenga, que todo el resto del entorno entre en un compás de espera hasta que ese peligro sea resuelto de alguna manera.

Vivimos en un estado emocional. Cuesta imaginar cómo sería nuestra vida sin alegrías, tristezas, enojos o miedos. Las emociones constituyen una parte crítica de nuestra experiencia que adhieren color a nuestros estados mentales e influyen en nuestras conductas. También son claves para nuestra memoria, para tomar decisiones, para ayudarnos a evitar el dolor y a buscar el placer. En todo aquello que nos resulta importante están involucradas las emociones. Los antiguos griegos las llamaban "pasiones" y son las que nos emparentan con nuestras raíces animales. Nos atan a nuestro pasado evolutivo (tenemos hambre, miedo, instintos sexuales) pero, al mismo tiempo, nos hacen únicos dentro del reino animal.

La emoción es un proceso influido también por nuestro pasado personal que produce cambios corporales y de comportamiento. El estudio moderno de la emoción comenzó con Charles Darwin. Él fue quien se dio cuenta de que algunas emociones (el miedo, la tristeza, la alegría, la sorpresa, la ira y el disgusto) estaban presentes en diferentes especies animales y eran homólogas a las emociones humanas. Hoy sabemos que las estructuras cerebrales fundamentales para el procesamiento emocional son arquitectónica y funcionalmente muy parecidas en todos los mamíferos y hay quienes sostienen que estructuras similares se pueden encontrar también en reptiles, pájaros y peces. 

En otras palabras, la detección eficiente de estímulos relacionados con la supervivencia (como la presencia de alimentos, de potenciales parejas o de predadores) es algo que se fue desarrollando durante millones de años y que no se modificó demasiado. La diferencia entre los seres humanos y otras especies radica en el procesamiento de esas emociones (en especial en términos de "sentimientos"). Esto se debería al desarrollo de otras capacidades mentales complejas y su interacción con el sistema más "primitivo" de procesamiento de estímulos de relevancia biológica involucrados en la supervivencia de la especie. 

Además de las emociones básicas, hay emociones secundarias como la culpa, la vergüenza y el orgullo, que dependen del contexto cultural y social.

El psicólogo estadounidense Paul Ekman descubrió que ese set de emociones básicas de las que hablaba Darwin estaba presente en diferentes culturas. Fue así que realizó investigaciones transculturales en una tribu en Papúa Nueva Guinea cuyos integrantes nunca habían tenido contacto con Occidente. Estos miembros de una cultura aislada podían reconocer las expresiones emocionales cuando veían la foto de alguien con quienes nunca habían estado familiarizados. Y no sólo eso: cuando les pedía que representaran esas emociones, ellos podían hacerlo sin complicaciones. La conclusión de Ekman fue la siguiente: si estas emociones básicas tenían rasgos faciales distintivos y estaban presentes en todas las culturas humanas, deberían contar con un sello biológico.
"La emoción es un proceso influido también por nuestro pasado personal que produce cambios corporales y de comportamiento"

De estas emociones básicas, sin dudas la que se ha estudiado con mayor detalle a lo largo de las últimas décadas ha sido el miedo. El miedo es un estado emocional negativo generado por el peligro o la agresión próxima. Como referimos en los primeros renglones, cualquier otro estado emocional puede ser pospuesto; el miedo, no. Uno tiene que responder al miedo de manera inmediata; por lo tanto siempre se halla privilegiado en relación a otras emociones. La amígdala, un pequeño núcleo de neuronas situado en los lóbulos temporales de nuestro cerebro, desempeña un papel crucial en la detección y expresión de ciertas emociones, pero particularmente en el miedo. Individuos con lesiones en esta parte del cerebro tienen dificultad en reconocer expresiones de miedo en otras personas y presentan un déficit en su "memoria emocional", es decir, carencia de memoria para eventos pasados personales que tuvieran una connotación emocional, especialmente negativa.

¿Cómo podríamos caracterizar la secuencia de eventos que nos suceden cuando sentimos miedo? Imaginemos el caso extraordinario de que un tigre hambriento entra en nuestra casa. ¿Qué es lo primero que nos sucede? Sin dudas, los cambios en nuestro cuerpo como el aumento de la frecuencia cardíaca y la sensación de terror y pánico. Estos dos procesos son diferenciables: el primero podemos medirlo de manera objetiva; el segundo, a través de un autorreporte que nos brinda la misma persona que lo experimenta, es decir, del procesamiento de la emoción. Ante un estímulo amenazante, se activa la amígdala, que actúa como una central de alarma en nuestro cerebro y se inicia una respuesta que involucra a nuestro organismo para la huida o la defensa.

Los humanos además contamos con un sistema más elaborado para protegernos: la ansiedad. El miedo (detectar y responder al peligro) es común entre las especies. Sin embargo, la ansiedad (técnicamente se llama así a un estado emocional negativo en el que la amenaza no está presente, pero es anticipada) depende de habilidades cognitivas que solamente han sido desarrolladas en el humano. Esta característica está dada por la habilidad única que tenemos los seres humanos de poder revisar el pasado y proyectar el futuro. Es así que podemos vislumbrar varios escenarios posibles en el futuro y recrear, a la vez, eventos del pasado que podrían haber ocurrido pero que no existieron realmente.

Esta capacidad de proyección sobre el pasado y el futuro le ha otorgado a los seres humanos un instrumento crucial para su supervivencia: resolver antes de que sea tarde, prepararse antes de que el peligro se haga presente.



Las Meras Intenciones


El pretexto ordinario de aquellos que hacen la desgracia de los demás, es que dicen querer su bien. 

El padre o madre que asfixió al hijo que lloraba mucho, lo hizo porque no quería que le pasara algo malo con tanto llanto y se le pasó la mano al taparle la boca por más tiempo de lo adecuado. Revelamos el secreto de un amigo por nuestra perversa curiosidad de dejar libre el asunto que se nos rogó mantuviéramos encadenado, pero lo hicimos pensando en su bien, aun sabiendo que cometimos una traición. Insultamos a nuestros hijos y cónyuges, destrozando su confianza y cariño, pero decimos que lo hicimos para ver si así ‘se corregían’. Los ejemplos los podemos enumerar a montones.

Cuando se trata de nuestra propia conducta viciosa, prometemos corregirnos. Recordemos el refrán: “El camino al infierno está empedrado de buenas intenciones”. Séneca, en su Epístola 112, le escribe a su amigo Lucilio: Este hombre del que me escribes, ¡oh Lucilio! y que me recomiendas, no tiene fuerzas: se dio a los vicios. A la vez se marchitó y se endureció; no puede entrar en razón, no puede nutrirla. ¡Pero desea corregirse! No le creas. No digo que te mienta: él cree desearlo, sólo se cansó del lujo y de la molicie, pero pronto volverán a agradarle. Pero dice que su género de vida le ofende. No lo negaré. ¿A quién no le ofende? Los hombres, a un tiempo, aman sus vicios y los odian.

Deseamos corregirnos pero a la vez ardemos en el objeto de lo que deseamos corregir: lujuria, avaricia, soberbia. Queremos dejar de estafar, de traicionar, pero a la vez deseamos inmensamente los bienes que obtenemos por estafas y traiciones. Es como el beneficiario de toda traición: adora el beneficio de la traición y odia al traidor
.
“El infierno está lleno de buenas voluntades y deseos”, afirmó el religioso suizo San Francisco de Sales.

Pero desea corregirse, le dice Lucilio a Séneca, refiriéndole las buenas intenciones del hombre que se ha dado a los vicios. Y aquí Lucilio se equivoca, pues solamente está atendiendo a las meras palabras que expresa aquél. Por ello Séneca saca del engaño a su amigo sobre las buenas intenciones de esa persona. Y es que Lucilio al atender a las meras palabras, olvida que resulta indispensable en toda persona estar atento no a la buena intención sino a lo que realmente siente el que desea enmendarse, y además cerciorarnos de los más profundos motivos que dan nacimiento a lo que siente.

Cuando caemos ante un vicio y nos quedamos en él es porque las fuerzas de nuestro espíritu son menores que nuestros perversos deseos.

La conducta reiteradamente viciosa, sea en el terreno del engaño para hacernos de bienes, en el consumo de drogas, en la mentira, en la destrucción de honras o en la traición, llega realmente a endurecer el corazón. Se petrifican nuestros sentimientos malvados y ante la desbordante conducta inadecuada, nos convertimos en máquinas que tratan de razonar pero sólo producen argumentos falsos, autojustificaciones y una inmensa capacidad para autoengañarnos.


Muchas veces el que desea corregirse al expresar su deseo de cambio lo hace con la mejor intención y sin el menor propósito de mentir. Es sincero en su deseo, pero su debilidad emocional y su temperamento quebrado vencen sus propósitos. Ya sabemos que el hilo se revienta por lo más delgado y con frecuencia eso es nuestra debilidad por las conductas viciosas. Ya de por sí las personas débiles de carácter son las menos sinceras y las más tendientes a mentir, y no por maldad sino por su temperamento. 

Por ello una de las peores miserias que podemos padecer en nuestra vida consiste en ser débiles y en no luchar por la fortaleza de carácter.

martes, 21 de noviembre de 2017

Luchando Con La Lectura


"Si parezco confundido, es que estoy pensando".
Samuel Goldwyn

Con toda seguridad, usted dejará de leer este artículo en el segundo párrafo. No se culpe, pero tampoco me culpe a mí. Según el pensador Nicholas Carr, esto sucede por lo que Internet le ha hecho a su cerebro, y porque seguramente el móvil, la televisión o el correo electrónico interrumpirán nuestro, ya de por sí breve, vínculo, para hacerlo aún más breve.

Las reflexiones de Carr vienen a decir que “nuestros hábitos en la Red son lo suficientemente sistemáticos, repetitivos e instantáneos para reamueblar nuestro mapa neuronal y reprogramar nuestro proceso de pensamiento de manera casi irreversible”, apunta la periodista y escritora Marta Peirano

Y dicho así asusta, pero el problema tiene cura: leer libros o periódicos en soporte de papel. Aislados y abstraídos. “Me doy cuenta sobre todo cuando leo –explica Carr-. Antes me era fácil sumergirme en un libro o en un artículo largo. Mi mente quedaba atrapada en la narración o en los giros de los argumentos y pasaba horas paseando por largos tramos de prosa. Ahora casi nunca es así. Ahora mi concentración casi siempre comienza a disiparse después de dos o tres páginas. Me pongo inquieto, pierdo el hilo, comienzo a buscar otra cosa que hacer. La lectura profunda que me venía de modo natural se ha convertido en una lucha”.

Nos adaptamos. Pero a un precio que nuestro cerebro aún no sabe si puede permitirse pagar. La primera capacidad en caer ha sido la de la concentración, que deja paso a la agilidad lectora y selectiva, al ser bombardeados continuamente, terrible.

Y la parte más dramática reside en la rapidez con la que ha sucedido el cambio de paradigma. Sin embargo, al haber ocurrido de forma tan sutil e intuitiva, el hecho de levantarnos con Internet en el móvil desde la mesilla -para ver el correo y el Facebook- y el de trabajar con 30 pestañas abiertas en el navegador son ya situaciones tan cotidianas como lavarse los dientes; aunque hace cinco años nadie las viviera. Según la infografía elaborada por ocialHype y OnlineSchools.org denominada 'Obsesionados con Facebook', prácticamente la mitad de los usuarios consultan Facebook como primera actividad del día. De este porcentaje el 28% escribe un comentario según sale de la cama.

Nos adaptamos. Pero a un precio que nuestro cerebro aún no sabe si puede permitirse pagar. La  primera capacidad en caer ha sido la de la concentración, que deja paso a la agilidad lectora y selectiva, al ser bombardeados continuamente con nuevos datos. Tras ésta, la capacidad de comprender lo que leemos: “Cuando leemos en la Red, nuestro cerebro está demasiado ocupado decidiendo si pincha o no en los enlaces, ignorando los anuncios y valorando el interés de los otros titulares para prestar atención a lo que lee, sin mencionar la interrupción constante de nuestros avisos de actualización (RSS, correo, SMS, etc). Al segundo párrafo nos impacientamos porque el navegador nos recompensa con deliciosas endorfinas cada vez que descubrimos algo nuevo, aunque sea irrelevante”, sentencia Peirano.

¿Le está pasando a usted? ¿Cuánto más usa la Red, más tiene que luchar para concentrarse en escritos largos? No le entretengo más. Lo más probable es que ya haya dejado de leer.


La Paz Interior


En tiempos como los actuales, en que la tónica general es la zozobra y la angustia, la paz confiere ventajas al que la posee. Las más importantes son:

 La serenidad del pasado. El pasado queda allí donde pertenece: no agobia, y se transforma en un punto de partida desde el que es posible crecer y construir.

La claridad de visión de las oportunidades del presente, adecuadas a nuestras capacidades.
Permite visualizar un futuro profesional esperanzador

La persecución activa de la paz interior, no debe confundirse con la falta de inquietud como meta. El buen estrés ayuda a pensar, actuar y vivir nuestro trabajo con satisfacción y eficacia. El estrés excesivo en cambio, tiene efectos destructivos.

La paz de verdad no es fantasiosa, y considera la realidad tal cual es. La tensión surge cuando pretendemos llevar una vida desadaptada a los hechos. Las 7 actitudes/acciones clave que generan paz interior (con mayúsculas), son las siguientes:

1. Afrontar los hechos. No esconder la cabeza. Aceptarse uno mismo en lo que es inevitable.

2. Ver las cosas en perspectiva y con visión de conjunto, sin perderse en los detalles. Aprender a diferenciar lo que es trascendente de lo que no lo es. Acostumbrarse a identificar lo que es importante y lo que no lo es. No hacer nada que no sirva para nada.

3. Aceptar la incertidumbre. Mejorar lo que se puede mejorar, aceptar lo que no se pueda mejorar… y aprender a distinguir la diferencia entre unas cosas y otras…

4. No pre-ocuparse. Es decir: no ocuparse de las cosas antes de hora. Un viejo proverbio chino dice así: “Si tienes un problema y lo puedes solucionar, no te preocupes y soluciónalo. Si no lo puedes solucionar, no te preocupes y olvídalo”.

5. Actúa lentamente: hay tiempo de sobra. La impulsividad, actuar instintivamente sin pensar, es propio de los animales. Concederse un tiempo de reflexión antes de actuar es un camino mejor. Y nunca, nunca, nunca… pagues una ofensa con otra.

6. No detenerse en los propios fracasos o fallos, que objetivamente no son otra cosa que experiencias… aunque duras, quizás. Hay que seguir adelante y verlos como una oportunidad de aprendizaje.

7. No solamente hay que trabajar: hay que cuidar el corazón, el cuerpo y el espíritu; amar, hacer deporte, dormir… y orar. Según muchos estudios e investigaciones, orar es el principal generador de paz.


No vivir de acuerdo a estos enunciados trae estrés negativo (distrés), y más estrés cuanto más nos distanciemos de ellos. Conviene pues, y más que nunca en los momentos duros, verificar regularmente que nuestras actitudes no se alejan de las que convienen al ser humano. 

Estas nos traerán la paz.

Imponderables



En comunicación uno puede planear todo, menos lo que sucede inesperadamente. Es una obviedad, pero es también una de esas cosas que siempre hay que tener presente. Hay situaciones que no pueden preverse ni siquiera en su mínima dimensión. No son crisis que pueden dibujarse en escenarios posibles, son imponderables. 

Un imponderable es, según la Real Academia Española, una circunstancia imprevisible o cuyas consecuencias no pueden estimarse. Veamos algunos ejemplos.

En el nivel local, un caso prototípico de imponderable es la crisis del campo que atravesó toda la primera mitad de 2008 en la Argentina. ¿Alguien en el gobierno podía prever que el campo se tornaría un adversario político de tamaño calibre en la escena nacional? Ni siquiera los dirigentes de las entidades rurales tenían previsto un respaldo tan masivo de tantos otros actores, y principalmente de la opinión pública. Su virtud estuvo en reaccionar adecuadamente al nuevo escenario que se les planteaba y hacer uso de las herramientas comunicacionales a la mano.

El otro caso, más reciente aún, es el de la crisis financiera estadounidense. No me refiero tanto al impacto que supone para el gobierno de Bush, sino a su incidencia directa en la campaña presidencial de Obama y McCain, los dos candidatos demócratas y republicano respectivamente. El segundo decidió suspender su campaña para buscar una solución en el Senado, y Obama dio su apoyo al plan oficial para asistir a los damnificados. El plan fue rechazado en primera instancia con votos de ambos partidos, y la primera conclusión que surge es que si el Congreso rechaza de esta manera un pedido de sus dos candidatos a la presidencia, esto supone una licuación de poder para ambos antes de que uno de ellos asuma el cargo ejecutivo por el cual compiten. 

En el campo empresario, los ejemplos podrían ser muchos. Una larga lista de crisis puede ser prevenida, como lo indican los manuales, pero existe otra lista que está oculta a los ojos de todos. Un ejemplo: ¿alguien en las aseguradoras había pensado en un ataque terrorista a las Torres Gemelas, que pondría en jaque a los activos físicos de sus clientes? No. 

Los imponderables se presentan, insolentes y autónomos, y entonces el comunicador tiene que sacar a la luz sus dotes de improvisación, su prudencia y su creatividad para seguir adelante con la nueva hoja de ruta. 

La obra que acompaña estas reflexiones es "Pandora", de John William Waterhouse. Fue pintada en 1896 y refleja la historia de la famosa caja, de la cual brotan todas las desgracias del mundo. Pero eso sí: la leyenda dice que Pandora alcanzó a cerrar la caja antes de que saliera una virtud: la esperanza.



El Ser Y Su Circunstancia

Filosofía

Cuando alguien te dice: “mira es que yo soy yo y mi circunstancia”, entendemos que nos está queriendo decir que no todo lo que le sucede depende de él, que él o ella no son del todo responsables porque también han influido las circunstancias.

Se trata de una famosa frase del filósofo español Ortega y Gasset. ¿Está el filósofo proporcionando una forma de excusarnos, de no ser del todo responsables de lo que somos?

 Es increíble lo que sucede con algunas frases de la filosofía: cuando pasan al lenguaje cotidiano, cambian totalmente de sentido. Ortega decía que el “yo” era uno de los ingredientes de mi vida y que había otro ingrediente y este era “la circunstancia”.

Por “circunstancia” entendía literalmente lo que está a mi alrededor, “circum-stancia”, lo que me circunda. Somos un organismo vivo. Un organismo vivo tiene su medio, decimos que la vida de un organismo está formada por el propio organismo y su medio, forman una unidad, lo que quiere decir que si cambia el medio cambia al organismo y viceversa (esto es importante).

Ahora bien, aun siendo organismos vivos, en los seres humanos hay algo más. Los humanos tenemos logos, pensamiento, y por tanto buscamos sentido en las cosas. Nos preguntamos el porqué y el cómo de lo que somos.

Yo tengo mis circunstancias, mi paisaje por así decirlo. Pero puedo explicarlas, encontrarles un sentido, y de esa manera hacer un acto creador al transformarlas en discurso.

A Ortega le gustaba mucho la siguiente anécdota de Heráclito. Encontrándose Heráclito en su cocina (hecho insólito, supongo, en la Antigüedad), se aproximaron unos discípulos, en buena parte embarazados por encontrarse con el maestro en ese lugar. 

Heráclito los animó a pasar, diciéndoles: “Aquí también están los dioses”. O sea, también esta circunstancia tiene valor, también merece ser explicada mediante el logos.

Esta famosa frase tiene un agregado, una segunda parte que dice así: “si no la salvo a ella, no me salvo yo” (refiriéndose a la circunstancia). Si yo explico mi medio, lo salvo del silencio y del sin-sentido. A eso es a lo que nos invita Ortega y Gasset.




Atrapados En La Red



Esta es una obra de pensamiento libre en el que el autor se ha aventurado a explorar las tendencias de un nuevo mundo.

¿Por qué el título de Atrapados por el futuro? Porque el lector podrá ir comprendiendo las ideas que trata de exponer el autor que entiende que el porvenir empieza a emitir una sintomatología mucho antes de que las personas lleguemos a tomar conciencia y seamos capaces de racionalizar lo que está sucediendo.

Por eso el futuro tiene vida antes de que seamos conscientes de su llegada. Sin pretender tener certeza sobre lo que va a suceder, el autor trata de prever acontecimientos.

Sin duda pensar sobre las orientaciones del futuro no es una acción baldía, más bien parece una reflexión conveniente cuyo objetivo no es tanto acertar, sino tomar conciencia de que la vida va a cambiar drásticamente y preparar la mente para ello.

Y eso es justo lo que pretende el autor, crear debate en cada lector consigo mismo o con otras personas para tomar conciencia de qué y cómo debemos reajustar nuestros comportamientos sociales y personales. Esta es una obra de pensamiento libre en el que el autor se ha aventurado a explorar las tendencias de un nuevo mundo.

Es un libro de aventura y exploración.Lo único que, probablemente, tenía claro el autor al comenzar a escribir este libro era la siguiente pregunta: ¿qué orientaciones y consejos me permitiría dar a mis hijos que les resultaran útiles para viajar por el nuevo mundo que les espera? Y con solo ese bagaje y muchas buenas intenciones, se va, poco a poco, adentrando en tratar de interpretar las sintomatologías que se perciben para proyectarlas en un posible dibujo del futuro.

¿Por qué el título de Atrapados por el futuro? Porque el lector podrá ir comprendiendo las ideas que trata de exponer el autor que entiende que el porvenir empieza a emitir una sintomatología mucho antes de que las personas lleguemos a tomar conciencia y seamos capaces de racionalizar lo que está sucediendo.

Por eso el futuro tiene vida antes de que seamos conscientes de su llegada.

Sin pretender tener certeza sobre lo que va a suceder, el autor trata de prever acontecimientos.

Y eso es justo lo que pretende el autor, crear debate en cada lector consigo mismo o con otras personas para tomar conciencia de qué y cómo debemos reajustar nuestros comportamientos sociales y personales.


lunes, 20 de noviembre de 2017

Libertad De Opiniones



Aprendemos de la diversidad de opiniones

Si nos descuidamos un poco, estaremos actuando como los demás quieren que lo hagamos. Que digamos lo que ellos deseen y que callemos lo que a los otros les parece mal. Así muchos se encuentran asintiendo a todo lo que les dicen, nunca oponiéndose a algo. Sin embargo, cuando no están los otros presentes, se desahogan criticando y señalando lo que les parece mal.

Está bien respetar a los demás. Es una buena práctica de relaciones humanas. Sin embargo, esto debe ir equilibrado con el respeto a ti mismo. Las opiniones de los demás son importantes, pero también lo son las tuyas.

Es correcto no ser destructivo, pero también tienes derecho a dar tu opinión y tu punto de vista. No tienes por qué estar de acuerdo con todo. Es más, aprendemos de la diversidad de opiniones y ellas nos permiten mejorar nosotros y mejorar los procedimientos.

La sinceridad en tu palabra permitirá ganarte el respeto y confianza de los demás, naturalmente con criterio y respeto.

Que tú sí sea sí y tú no sea no.



Compromiso Social



Solidaridad es el apoyo a una causa o al interés de otros, especialmente en situaciones comprometidas o difíciles. En su acepción derivada del ámbito jurídico tiene un componente de compromiso y de responsabilidad contraída por cada uno de los sujetos implicados. 

En el concepto actual permanece la idea de “compartir” algo inexorablemente sin poder “dividirse” de la responsabilidad asumida por el grupo. Es decir, el destino del grupo se convierte en destino asumido en totalidad por cada uno.

En la actualidad se está trabajando en la definición del derecho humano a la solidaridad, que se apoya en el art. 28 de la Declaración Universal de Derechos Humanos y en el que se dice que “toda persona tiene derecho a que se establezca un orden social e internacional en el que los derechos y libertades proclamados en esta Declaración se hagan plenamente efectivos”. El objetivo general de este derecho a la solidaridad internacional será crear un entorno propicio en el que todos los derechos humanos, incluido el derecho al desarrollo, puedan ser progresivamente realizados por todos los pueblos y las personas a través de las medidas de cooperación internacional y solidaridad adoptadas por los Estados, las organizaciones internacionales, la sociedad civil y todas las demás partes interesadas.

Por eso, toda medida orientada a promover el desarrollo debe tener en cuenta la defensa de lo público para asegurar la cohesión social y la resolución de los problemas globales que nos afectan. Es necesario un contrato social fundamentado en la redistribución de la riqueza y en una mirada de derechos humanos que supere el asistencialismo, que promueva esa idea de la corresponsabilidad que recoge el concepto de solidaridad.

Nos encontramos ante tres desafíos que nos afectan local y globalmente: la pobreza, la desigualdad y la sostenibilidad, y es necesario abordarlos desde la raíz. 

Es importante y necesario trabajar para educar y educarnos en la virtud solidaria, distintiva de la comunidad del hombre, reconociendo que moralmente es necesario darles mayor peso a este comportamiento de apoyo a los demás, sin descuidar a nuestra propia personalidad.

Compromiso, es la palabra que habla con valentía de nuestras intenciones, se lo puede observar en los diferentes contextos en los que el hombre vive, como lo es el trabajo, colegio, universidad, en la calle, se presenta en cualquier momento, se lo aplica y se expresa con aquella actitud que nos inclina a responder favorablemente a las necesidades de nuestro grupo, de nuestro prójimo y una forma de conducta cuando se concretiza en acciones.


Compromiso es lo que transforma una persona en realidad, es la acción que habla más alto que las palabras, es hacerse el tiempo cuando no lo hay, es cumplir con lo prometido cuando las circunstancias se ponen adversas. 

Compromiso es el material con que se forja el carácter para poder cambiar las cosas, es el triunfo diario de la integridad sobre el escepticismo, pues hemos nacido para colaborar.

Imaginación Permeable


La ciencia está descubriendo que la imaginación juega un papel fundamental en la percepción que tenemos de la realidad y en la elaboración de los recuerdos, los sueños y los pensamientos. La inteligencia depende de ella, al igual que la creatividad, y solo potenciándola podemos avanzar hacia una sociedad más sana y más sabia.

El escritor Gabriel García Márquez afirmó en una ocasión: “La vida no es lo que uno vivió, es lo que uno vivió y cómo lo recuerda para contarlo”.

Efectivamente, lo que vives y lo que recuerdas está impregnado de imaginación. Fuente de placeres y temores, de descubrimientos y creaciones, la imaginación no es una facultad menor, sino esencial en nuestra vida interior.

¿Qué es la imaginación?
Numerosos filósofos han visto en la imaginación una dimensión clave de la actividad mental; en cambio, la psicología desdeñó durante mucho tiempo el papel de la imaginación, considerándola como una facultad marginal, que nada tendría que ver con otras más elevadas, como la percepción o el conocimiento.

Sin embargo, la ciencia contemporánea está descubriendo que la imaginación es una función cognitiva fundamental, que desempeña un papel clave en todas las formas de vida mental, desde la percepción a los recuerdos, sueños y pensamientos.

Gracias a la imaginación podemos pensar más allá de los confines de nuestra situación inmediata, generando vívidos contenidos mentales con los que podemos revaluar el pasado o evocar un posible futuro.

La mayoría de las ideas, por más abstractas que parezcan, nacen como imágenes. De hecho, etimológicamente, la palabra griega idea significa “visión”. En este sentido, idear es imaginar. Pero la imaginación no solo surge de las imágenes. También puede ser desencadenada por una descripción verbal, al leer una novela o un poema, por ejemplo.

En cualquier caso, sin imaginación no habría lenguaje. Aprendemos a leer gracias a la imaginación, que convierte marcas de tinta sobre un papel en evocaciones de cosas ausentes. El poder transformador de la imaginación es tan grande que la simple lectura de un texto escrito puede llegar a conmovernos profundamente.

Su relación con la inteligencia
No hay “inteligencia artificial”: la verdadera inteligencia es natural –y cordial: arraigada en el corazón–. Sin imaginación no habría creatividad: todo sería predecible y aburrido. La imaginación es vida.

Empatía: imaginar a los demás
La empatía, la capacidad de conectar con lo que siente otra persona, sería imposible sin la capacidad de imaginarnos viviendo la experiencia ajena. Cuando siento empatía, una parte de mí deja de estar aquí y, a través de la imaginación, viaja hacia ti. En cambio, el psicópata y el tecnócrata son incapaces de imaginar en el otro la interioridad que lo convierte en persona. Solo ven lo que atañe a sus propósitos.

Por eso señalaba el psicólogo James Hillman que “una educación que de algún modo descuida la imaginación es una educación para la psicopatología”.

El ser humano es un ser imaginativo. La imaginación, estrechamente relacionada con los recuerdos, las fantasías, los sueños y la percepción, pertenece al núcleo de la mente y de la conciencia. Hoy sabemos que la imaginación moviliza las mismas capacidades neuronales que la visión precisa y la cognición, y que no se localiza en un área específica del cerebro.

La imaginación visual a veces se sitúa en la parte posterior de la corteza cerebral, pero en otros casos no. De hecho, las personas que pierden su córtex visual en un accidente son ciegas, pero la mayoría de ellas pueden visualizar perfectamente a través del ojo interior de la imaginación.
Incluso pueden tener vívidas alucinaciones, como si su imaginación visual fuera más poderosa que antes. En realidad, múltiples áreas del cerebro entran en actividad cuando imaginamos. Neurológicamente, la imaginación es un proceso múltiple, dinámico y no-lineal, todo lo cual puede tener que ver con su carácter espontáneo.

¿Cómo podemos entender la imaginación a nivel neurocientífico?
Sin embargo, el rastro de la imaginación no se limita al cerebro. Se ha demostrado que cuando una persona visualiza un objeto o una situación, sus ojos se mueven como si lo percibiera y no solo como si se lo figurara.

Cuando imaginas un rascacielos, tus ojos tienden a moverse arriba y abajo, como si estuvieras abarcando toda su altura, mientras que si imaginas el paso de un vehículo, tus ojos se moverán horizontalmente. Algo semejante se aplica al movimiento corporal.

Neurológica y fisiológicamente imaginar una acción es semejante a realizarla. Si visualizas que levantas con tus brazos un objeto pesado, habrá actividad eléctrica en tus brazos, por más que estés en reposo.

La imaginación y la percepción son actividades distintas, pero están más relacionadas de lo que pudiera parecer. Son parte de un continuo que tiene en un extremo la imaginación libre y espontánea y, en el otro, la percepción nítida de algo que tenemos ante nosotros.

Entre uno y otro extremo, en la mayor parte de nuestra experiencia confluyen imaginación y percepción. Vemos formas de animales en las nubes o, en un ejemplo clásico de la tradición filosófica india, podemos asustarnos ante una serpiente y luego darnos cuenta de que era una cuerda.

La fusión de imaginación y percepción que se da en estos casos, así como en las ilusiones ópticas, sucede igualmente, más sutil, en la vida cotidiana. La imaginación nos permite relacionar e interpretar lo que percibimos, dándole así sentido.

Francisco Varela, pionero de la ciencia cognitiva, llegó a afirmar que la percepción ordinaria es una forma de imaginación que se ve limitada por lo que nos brindan los sentidos.





El Sentido De Pertenencia



El concepto de sentido de pertenencia es esencial para construir la identidad y la subjetividad de una persona. Hablamos así de elementos que nos hacen sentir parte de algo colectivo, grupal, que nos da subjetividad pero en el entorno de un grupo de personas con las que podemos compartir un sinfín de cosas.

La individualidad se construye en conjunto con otras personas

Cuando intentamos definir el concepto de sentido de pertenencia nos encontramos con un dilema muy importante: el pertenecer nos habla de ser parte de un grupo, de un colectivo de personas. Aquí debemos entonces señalar que nuestra individualidad es en gran parte aportes que elegimos nosotros tanto a nivel conciente como a nivel inconsciente y la construcción que hacemos de ella es absolutamente única en cada caso.

Sin embargo, todos esos elementos son parte de algo más complejo que es la sociedad o la comunidad y por lo tanto no pueden estar aislados de ella. Al estar en ese marco, podemos decir que nuestra identidad se elabora a partir del entorno y de aquellas personas y fenómenos sociales que nos rodean, que son esos y no otros por una razón social también.

Cuando nos sentimos parte de algo mejora nuestra calidad de vida

Como seres sociales que somos, está claro que sentirnos parte de un conjunto o de un colectivo social nos ayuda a subir nuestra autoestima, a sentirnos reconocidos, etc. El sentido de pertenencia social se puede hacer presente de muchas maneras diversas: uno puede sentirse parte de una nación, de una religión, de una convicción o creencia política o simplemente ser admirador en conjunto con otras personas de determinados estilos y grupos artísticos, deportivos o culturales.

El sentido de pertenencia también puede construirse en base a colectivos sociales que determinan nuestra vida, por ejemplo como pasa con el colectivo LGBT que agrupa a aquellas personas que escapan a las reglas del patriarcado, o al feminismo, determinadas agrupaciones sociales y de protesta, etc. Todos estos ejemplos son claros en lo que hace a que una persona se sienta acompañada y parte de algo mucho más fuerte que la identidad individual.

Desde siempre, los Estados locales o nacionales han necesitado generar y consolidar sentimientos de pertenencia que tuvieran que ver con identificaciones más emocionales que racionales. Las mismas han variado en gran parte según el contexto histórico, pero han ido desde lo político (por ejemplo, la necesidad de construir una identidad o pertenencia nacional) pasando por lo religioso (como cuando la religión se ha convertido en un elemento definitorio de la pertenencia a una comunidad) hasta lo social (cuando determinados movimientos políticos llegan al poder y construyen identidad de clase desde allí).

En todos los casos, tiene que ver con la necesidad de aglutinar a las poblaciones detrás de ciertas ideas, convicciones o sentimientos que nos hacen sentir plenos y acompañados por muchos otros individuos.

Alternativas

Cada uno de nosotros tenemos dos alternativas distintas para decidir sobre que hacemos con nuestras vidas.

La primera alternativa es decidir ser menos de lo que lo que somos capaces de ser. Ganar menos. Tener menos. Leer menos y pensar menos. Intentar menos y tener menos disciplina. Estas son las elecciones que nos llevarán a una vida vacía. Estas son las elecciones que, una ves hechas, nos conducen a una vida de constante aprensión en lugar de una vida de maravillosa anticipación.

Y la segunda alternativa?
Hacer todo lo que podamos! Convertirnos en todo lo que podamos llegar a ser. Leer cada libro que podamos. Ganar tanto dinero como el que podamos. Dar y compartir tanto como podamos. Esforzarnos y producir hasta conseguir tanto como podamos. Todos tenemos estas alternativas.

Hacer o no hacer. Ser o no ser. Ser más o ser menos, o no ser nada.

Como el árbol, sería un valioso reto para todos nosotros crecer y crecer hasta alcanzar la altura completa de nuestras posibilidades. Porque no intentar hacer todo lo que esté a nuestro alcance, a cada momento que podamos, lo mejor que podamos, por tanto tiempo como podamos?

Nuestro objetivo final en la vida debería ser crear tanto como nuestro talento y habilidades y deseos nos permitan. Conformarnos con hacer menos de lo que podemos es fallar en la tarea más digna de emprender.

Los resultados son la mejor medida del progreso humano. No son las conversaciones, ni las explicaciones, ni las justificaciones sino los resultados! Si nuestros resultados son menores de lo que nuestro potencial sugiere que podrían ser, entonces debemos esforzarnos hoy por convertirnos en más lo que éramos ayer.

La mayor recompensa está siempre reservada para aquellos que atraen gran valor hacia ellos mismos y al mundo que los rodea como resultado de lo que han llegado a convertirse.


sábado, 18 de noviembre de 2017

Nos Guste o Disguste



Un porcentaje no pequeño de nuestras decisiones y conductas se anima por el “juicio del gusto”. No pocas veces involucran sentimientos muy profundos. Compras, ventas, matrimonios, partos o sepulturas… suelen asumirse por un desplante patente o latente del “gusto” que nos impone e inspira un objeto o un sujeto. ¿De qué depende que algo nos guste, nos disguste o deje de gustarnos?  ¿Somos, acaso, una especie hedonista y frágil a la que se ha victimado fácilmente por la vía de seducirla con sus “gustos”. Nos guste o no aceptarlo?

También el capitalismo aprendió a dominarnos por nuestros “gustos” y nos enseñó a gustar de la dominación misma. Luego de chantajearnos por los alimentos, por nuestros miedos, por la vivienda… por lo básico, el capitalismo entendió que podía vendernos lo que nos place y hacer con la dominación de los “gustos” un negocio inmenso. Rápido nos educaron para que nos gustaran los “gustos” del patrón, su forma de vida, sus valores, sus comodidades y su poder. Rápido nos educaron para que dejaran de gustarnos nuestros pares y comenzaran a ser de nuestro “gusto” todas las personas y las cosas que nacen, crecen y se reproducen en el seno de la clase que nos explota. Y nos educaron para comprar y comprar todo lo que ellos inventan pero, eso sí, con “gusto”, como el “buen gusto”.

Parece ser factor decisivo ante los “gustos” el -nada infrecuente- componente irracional de sus causas y sus efectos. ¿Por qué se gasta lo que se gasta en el mundo en juguetes bélicos para niños? ¿Por qué se invierte lo que se invierte en bebidas alcohólicas, gaseosas y todo género de cotillón para “animar” fiestas o celebraciones variopintas? ¿Por qué se consume “con gusto” la masa ingente de películas, series televisivas, programas, música, noticieros y en general mercancías ideológicas burguesas? ¿Por qué la adquisición de ropa, maquillajes y parafernalia de moda a cualquier costo y con calidades dudosas?¿Por qué nos gusta endeudarnos, por qué nos gusta embrutecernos, por qué nos gusta pelearnos?

Y a pesar de todos los enigmas que rodean al “juicio del gusto” (es decir a nuestra capacidad de afirmar o negar algo sobre lo que nos gusta) nada de lo que se diga sobre los “gustos” está exento de la lucha de clases ni de la influencia histórica que imprime, en toda conducta, la ideología de la clase dominante. Simplismos al margen. En el objeto o sujeto de nuestros “gustos” o disgustos se objetiva la escala completa de lo que sabemos y de lo que ignoramos. Todos nuestros parámetros se cimbran. ¿Lo que nos gusta o disgusta proviene de lo que nos enseñaron en casa, en la escuela, en el trabajo, en la iglesia o en la tele? ¿Nos “gusta” sólo aquello que conocemos o lo que desconocemos también, nos gusta lo que les gusta a todos o lo que nos hace distintos? ¿Nos gustan las combinaciones, las mezclas o las ambigüedades? ¿De dónde sacamos que nos gusta lo que nos gusta?

Y más complejo es saber por qué nos “gusta” lo que nos daña. Por qué aceptamos con gusto hacer, decir, pensar e imponer como modelos de vida “gustos” cuya consecuencia -de corto o largo plazo- será algún daño a la salud, a las relaciones sociales, a la política o al planeta entero. ¿Nos gustan las películas de Hollywood, las telenovelas, las tele-series, fumar, alcoholizarnos, drogarnos… financiar dependencias de todo tipo y contribuir a enriquecer mafias a granel?

Por colmo, transferimos “gustos” a nuestros hijos o amigos porque esa transferencia es un ejercicio de poder con el que hacemos reinar la parte más individualista de nuestra “estética” que, por cierto, suele no ser tan individual como creemos. Por una y muchas razones la crítica a los “gustos” suele tomarse como una agresión que ofende fibras muy sensibles y suele irritarnos hasta lo irreconciliable. Incluso quedan aún zonas de pudor que se lastiman cuando alguien descubre algo que nos gusta y que nos es difícil de aceptar. De ese alguien se espera la complicidad y silencio con que se forjan asociaciones estéticas que incluyen, no sin frecuencia, alianzas patológicas en sentidos varios. Adictos se les llama. ¿Por puro “gusto”?

En el almacén demencial de mercancías -que el capitalismo nos impuso como si fuese la vida misma- abarrotado con no pocos objetos inalcanzables e inútiles, se impuso un criterio resbaloso para impulsar el consumismo a destajo y ese criterio se funda en el “gusto”. Se compra el televisor que “gusta” para ver los programas que “gustan” y toda la publicidad que “gusta” a un pueblo anestesiado con “gustos” de mercado y estética de clase. Se compra la licuadora que “gusta”, el abrigo, las cucharas, los muebles… y principalmente el “status”, lo distintivo, la plataforma ideológica que facilita la ilusión de pertenencia al mundo del patrón y al universo de sus “gustos”. Cueste lo que cueste.


“Avivados”



La foto muestra junto a un árbol del ornato callejero, un baldecito, con arena y una supuesta pala porque en realidad es tan sólo lo que se ve: el mango hundido en arena. El resto, la parte metálica de la pala, no existe… Todo es obra de un chico, que se cree “vivo” al que una bondadosa vecina quiso ayudar. Según la vecina, el chico un día llegó a la puerta de su casa solicitando una moneda.
Pedido que atendiera y que ampliara, preguntándole si no se animaba a realizar una “changa”. La señora, quería tener prolijo el frente de su casa y colocar en torno al árbol unas baldosas que faltaban a la vereda. Para ello, acordó que ella le pagaría cierta suma de dinero, le aportaría el portland necesario para la mezcla. Él se encargaría de traer la arena. 

El pasado martes 1º de agosto apareció pero con otro chico, que le ayudaría. Como en realidad no lo esperaba, me había olvidado de comprar el Portland. Lo que siguió era obvio y hasta lo intuyo. El chico planteó que le diera el dinero para ir a comprar media bolsa de portland a la barraca y así comenzar a realizar el trabajo.

Pese a la desconfianza generada por otras experiencias frustrantes, la buena vecina, decidió probarlo. Le entregó el dinero… El chico y su “ayudante” se retiraron de inmediato, rápidamente. Y como lo intuyó, no apareció más. Ahí, como lo muestra la foto, quedó el baldecito lleno de arena, la falsa pala, recostado al árbol, esperando inútilmente. Me imagino que todo será , robado quien sabe de dónde, quizás de un basural porque el balde está rajado y la “cuchara” es solamente ese cabo que se asoma de la arena.

No es la primera y seguramente no será la última vez que pasan cosas así. Porque la gente sana y honrada, siempre tiene la creencia y esperanza que los demás se conduzcan como ellos lo hacen. Lamentablemente los “vivos” no lo entienden y se van cerrando puertas, que pueden afectar a alguien necesitado y que tiene real buena voluntad de trabajar y ganarse dignamente el dinero de una changa. Así se corre el riesgo de que justos paguen por pecadores.

Lástima que no entiendan esa realidad. Hay quienes así van generando rechazos y actitudes que no son las correctas, pero que las inconductas como estas, alientan permanentemente para desgracia de las buenas personas. Esto lo denunció C.E. y no es la primera que enfrenta este desaire de alguien que necesita que le ayuden.