martes, 19 de junio de 2018

Las Excusas


Los seres humanos somos expertos en crear pretextos. Somos capaces de crear mil y una excusas con el mero fin de sobreprotegernos, de mantenernos en nuestra zona de confort, donde sabemos lo que tenemos; pero jamás sabremos lo que podríamos llegar a tener. Y es que las excusas son pequeñas ladronas de oportunidades.

Una vez hemos convertido nuestras acciones en hábitos y, por lo tanto, en rutinas, es posible (sucede a menudo) que nos estén privando de lo que más queremos. Las excusas siempre están más cerca del engaño que del argumento. Existen infinitos pretextos para no llevar a cabo alguna acción que a priori, y en teoría, sí queremos llevar a cabo.

“El verdadero enemigo del éxito no es el fracaso, como muchos piensan, sino el conformismo y la mediocridad. Todos cargamos con más cosas de las que estamos dispuestos a admitir; excusas que ni nosotros mismos creemos, con las que pretendemos explicar por qué no hemos hecho lo que sabemos que tenemos que hacer”
Camilo Cruz

El ser humano tiene una conversación interna constante, en esa conversación tratamos de autoconvencernos o de autoimponernos excusas que nos “permitan” no realizar la tarea que teníamos pensada “sin sentirnos mal”. El problema de ese “no sentirnos mal” es que es momentáneo. Porque, en el fondo, sabemos que esas excusas son mentiras que nos contamos, y una vez volvemos a la consciencia de nuestros objetivos se produce un efecto rebote que hace que no sólo nos sintamos mal, sino que comencemos a maltratarnos psicológicamente por haber hecho tal cosa.

Una vez el diablo que tenemos dentro ha vencido a nuestro “Pepito Grillo”, comienza la lucha externa. Esa lucha externa nos hace poner en práctica todas esas excusas que nos hemos puesto, y nos quedamos paralizados sin llevar a cabo la acción.

Las excusas nos “protegen” del fracaso. Hacen que nos preparemos a nosotros mismos, que no intentemos algo “por sí sale mal”. Y lo que hacemos en realidad es no intentarlo, y así privarnos de la posibilidad de tener éxito; además de la generación de nuevas experiencias que siempre nos enseñarán algo.

“No tengo tiempo”. Nos repetimos esta frase una y otra vez. “Claro, es que él tiene más tiempo que yo”; “Ella no tiene tantas cosas que hacer y, por eso, tiene tiempo”. 
                               
Afortunadamente, y aun siendo la más utilizada del mundo, es muy fácil desmontar esta excusa. Es imposible que una persona tenga más tiempo que otra. Y el porqué es tan fácil de explicar cómo imposible de negar: los días tienen 24 horas para todo ser humano. Sí, 24 horas, 1.440 minutos, 86.400 segundos. Mismo tiempo para todos. 

Cada persona decide de manera libre en qué emplear su tiempo: en trabajar, en dormir, en comer, en jugar, en leer, en estudiar, en entrenar, en ver televisión, etc. Uno siempre es libre de ajustar su tiempo a sus necesidades. Y es que la vida no es más que un cúmulo de decisiones que deberían estar regidas por nuestras prioridades. Y tú, ¿de qué manera estás libremente dedicando tu valioso tiempo?

“Hay mil excusaspara fallar, pero ni una sola buena razón”

Mark Twain

lunes, 18 de junio de 2018

Originalidad

La originalidad, es hacer las cosas por sí mismo y de la manera que personalmente se considere mejor.

Original es aquel que rompe los paradigmas para expresar la esencia que lleva por dentro, para ser quien quiere ser y no seguir muchos obsoletos modelos de conducta.

Para llegar al éxito, ciertamente debemos estudiar a otras personas, debemos conocer ejemplos de personas que lo lograron, que cumplieron el mismo sueño de nosotros que es llegar a la cima.

Pero, estudiar a quienes han llegado donde tú quieres llegar, aprender de ellos y seguir sus enseñanzas, no quiere decir que pierdas las originalidad, no quiere decir que dejes de ser tú mismo para siempre.

Simplemente, quiere decir que debes moldear tu interior para afinarlo en pro del éxito, y el moldeamiento es a tu manera, y como tú lo prefieras.

Ser original muchas veces nos lleva a hacer cosas nuevas y agradables ante los demás, nos permite impactar al mundo… Lo cual está perfectamente bien, siempre y cuando sea algo positivo 


Perspectivas Humanas


Como seres humanos todos somos iguales, como personas todos somos diferentes. La educación conjuga y armoniza estas dos dimensiones. Su base es el ser humano, su finalidad cada persona.

La educación está inserta en el ser humano pues no es otra cosa que el sacar y desplegar lo que es y tiene dentro de sí como ser humano. Por eso a la educación se la cataloga como derecho humano fundamental, es decir un derecho propio, hecho unidad con el ser humano.

La educación tiene que ver con todo el ser humano, en cuanto humano, con la materia (energía cósmica) y con el espíritu más allá de la materia, en la materia.
Por eso, la educación es un proceso de todo ser humano, en el que coincidimos todos, porque en un sentido propio todos lo cargamos como algo común a todos.

Así aprendemos a leer y escribir, a pensar con lógica ejercitando las matemáticas, el lenguaje hace factible la comunicación para entendernos. Desde estos cimientos se empieza a construir nuestra vida escolar y educativa la que en su desarrollo compartido, va encontrándose con la física, biología, historia, sociología, filosofía; las TICS; es decir, con todo lo que denominamos currículo o programa de estudios. He ahí el común denominador de nuestro crecimiento por la ruta de la educación. El quehacer educativo se organiza como un sustento común para todos desde el ser humano para el ser humano.

El ser humano, como ser compartido ontológicamente por todos, se encarna en cada persona con su identidad propia, se hace persona, se personaliza y en esta particularidad de cada persona es dónde y cómo se desarrolla el proceso educativo, es en esta dimensión de persona donde radica y se despliega el proceso educativo, la construcción de la persona, la autoafirmación como personas y el crecimiento de cada personalidad.

De ahí que el proceso educativo como tal se origina en cada persona, (en su potencial y calidad de dicho potencial), termina en cada persona (en su construcción, autoafirmación y desarrollo) y como tal se trasciende a sí misma por su esencia y realidad intrínsecamente social y comunicativa creando la comunidad de aprendizaje en la interacción social.

De ahí que en pedagogía prive la dimensión de persona, con su identidad propia, con su capacidad propia, con su ritmo propio recorriendo el espacio de los conocimientos, actitudes, destrezas, habilidades, hábitos y valores, activando la estructura psicoafectiva de la persona en sus diferentes manifestaciones, de motivación, comunicación, creatividad, autoestima, etc. y proyectándose al ámbito psicosocial en comunicación e interacción con las otras personas conformando la vida ciudadana.

En el ser humano radican sus derechos que son iguales para todos como lo son las responsabilidades correspondientes, pero tanto los derechos como las responsabilidades tienen un carácter eminentemente personal.

Los aprendizajes, competencias y valores son producto de un proceso y esfuerzo personales pero adquieren sentido verdadero en la colectividad humana organizada que llamamos ciudadanía.

La educación en el contexto humano y social actual pretende alcanzar dos grandes objetivos, la formación para el trabajo y la construcción de la ciudadanía, en otras palabras, la educación para la vida real. El trabajo como realización personal y finalidad social y la ciudadanía como espacio activo compartido de una ciudadanía proactiva
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En el fondo el gran reto de la educación es armonizar el ser humano que somos todos con la persona que somos cada uno, porque la posibilidad real de la educación está en la naturaleza humana, pero su realización está en cada persona.

Todo el aparato educativo está visualizado y organizado desde una perspectiva general donde entramos y cabemos todos, pero el proceso enseñanza- aprendizaje se realiza en una perspectiva personal, individual.


El reto educativo parece ubicarse en la interacción de personas de forma que el ser humano encuentre su salida pedagógica en cada persona pero formando un universo de personas con identidad propia y con sociabilidad intrínseca necesaria para hacer de cada identidad un elemento de universalidad. 

Este es, según mi opinión el trasfondo de las diversas teorías y enfoques de las grandes corrientes filosóficas, sociológicas y pedagógicas de la historia humana en las que se han alimentado los procesos formales, no formales e informales del proceso educativo universal.

Desenvoltura Social


La habilidad social de una persona determina a menudo su éxito o su fracaso. El invitar a alguien a salir o el expresar interés cara a cara, por teléfono, por medio de una tercera persona o por escrito, son acciones que requieren diferentes habilidades, y cada una debe ser objeto de atención especial. Pero ahora vamos a analizar solamente las relaciones cara a cara. Los varios aspectos, verbales y no verbales, de estas relaciones pueden desarrollarse de varias maneras.
Algunas personas parecen querer expresar que en realidad no les importa que su petición sea aceptada o no, que se trata sólo de un «por cierto, si no tienes nada que hacer el viernes por la noche, ¿te gustaría...?» Otros hombres, en cambio, se muestran bruscos y arrogantes; «¡Hola, guapa! ¡Vamos a salir el viernes tú y yo! ¿Qué te parece?» Hay muchas maneras de arreglar con alguien una cita, y cada una de ellas tiene más o menos probabilidades de ser bien recibida.
La habilidad social incluye lo que decimos, cómo lo decimos y cuándo lo decimos y, una vez hemos adquirido esta habilidad, nuestras probabilidades de tener relaciones sociales positivas son mucho mayores. Cuando una relación social negativa no puede ser atribuida a una escasa habilidad social, es importante esforzarse más, procurar usar adecuadamente los mensajes verba les y no verbales. Es necesario observar atentamente todas las señales importantes que pueden decirle qué estrategia y qué táctica debe seguir. Y es necesario tener paciencia y perseverancia. Dadas las circunstancias adecuadas y la disponibilidad de una persona para las relaciones sociales, si no tiene usted éxito es porque no se ha esforzado lo suficiente.
Y lo mismo puede decirse de los hábitos verbales y no verbales en la relación social- Las personas que han pasado por una gran variedad de experiencias sociales suelen haber adquirido una variedad igualmente grande de experiencias sociales y, con el tiempo, estas respuestas se han utilizado tantas veces que se convierten en grupos de hábitos. Entonces, para poner en marcha estos hábitos, lo único que se necesita es la valoración de la situación social en la que uno se encuentra. 
La utilización de estos hábitos nos libera de pensar constantemente en todas aquellas cosas que facilitan las relaciones sociales: lo que vamos a decir después, si debemos seguir con este tema o sacar otro, si deberíamos hacer un comentario marginal, etc. Los grupos de hábitos verbales y no verbales nos evitan el pensar de antemano lo que vamos a decir, el prepararlo. Los tímidos, en cambio, no actúan según unos hábitos socialmente correctos. 
La única actitud habitual en una persona tímida es la de permanecer silenciosa e inexpresiva, tanto en el aspecto verbal como en el no verbal. El tímido está tan preocupado consigo mismo -piensa en lo que está diciendo, en cómo lo está diciendo, en el efecto que causarán sus palabras- y con el deseo de escapar a la situación, que no le cabe en la cabeza nada más. No tiene la mente libre para pensar en aquellas cosas que harían la conversación agradable y fluida. 
Ya hemos visto que una de las razones de esta excesiva preocupación es el temor a la valoración negativa; otra razón puede ser, simplemente, la falta de soltura o de costumbre en lo referente a las situaciones sociales inesperadas o informales, y, por ello, como el principiante en el golf, debe atender con mayor cuidado a todos los detalles de su conducta. Sólo cuando estos detalles se han ensayado, tanto en la teoría como en la práctica, pueden convenirse en hábitos. Y sólo entonces pueden crearse grupos de hábitos y puede disminuir el esfuerzo.
Estos grupos de hábitos que facilitan las relaciones sociales informales dejan de funcionar cuando la ansiedad persiste. Los psicólogos y otros investigadores estudian aún la naturaleza de la ansiedad y de la tensión, sin haber llegado a comprender del todo el mecanismo de dichas reacciones. Pero hay una cosa en la que todos están completamente de acuerdo: la ansiedad inhibe la libertad.
Una persona ansiosa ve limitada su libertad de respuesta. La tensión hace cerrarse su mente, como una tuerca, en tomo a unas ideas fijas. Y el temor limita sus pensamientos y acciones. Este principio es tan universalmente aceptado que se ha aplicado a los programas de la enseñanza privada.
Estos efectos de la tensión se dan también en las personas no tímidas. Cuando una persona no tímida se encuentra en un ambiente social nuevo, tiene que hacer un esfuerzo consciente para responder a las señales que capta. «Nunca había estado aquí. ¿Cómo será esta gente? ¿Conoceré a alguien? Si encuentro a algún conocido, ¿qué le diré? Lo mejor será que me atenga a mi conducta habitual.»
Cuando las personas se encuentran en una situación social nueva y no saben cuál es la conducta más adecuada, se limitan a decir y hacer aquello de lo que están seguras, aquello que, con toda certeza, no puede molestar a nadie. Pero, incluso actuando de este modo, la persona tiene que observarse continuamente para saber si se está comportando con corrección.

La persona tímida tiene que enfrentarse a dos motivos de ansiedad: el primero consiste en el temor a la valoración negativa y al fracaso; el segundo consiste en el hecho de que las situaciones nuevas coartan su pensamiento e impiden la expresión libre y relajada de su conducta social. 
Si las tensiones sociales alcanzan un cierto grado de intensidad, pueden llegar a convertir en tímida a una persona que no lo era.

Diversidad Y Cultura


Este año ha sido seleccionado “La DIVERSIDAD un camino de encuentro”.

De no respetar, de no tener en cuenta el sentir, el pensar, el color, la emoción de nuestro próximo, estaríamos faltando a aquel precepto universal, atemporal, de “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Y amar es tomar al otro con todo lo que lo constituye. De no poder “amarlo”, respetarlo es la consigna

Esto no constituye, sin embargo, en no reparar en el posible desvalor o incorrección en la que pueda caer el otro.

Éste sería un silencio tan culpable como el de no ser respetuoso de la DIVERSIDAD del otro y sería alejarse del camino del encuentro

La DIVERSIDAD cultural puede enriquecernos y nos permite comprender mejor al otro, situarnos en su lugar y poder de este modo colaborar en la obtención del respeto mutuo.

Hagamos  “un camino de encuentro” a través del respeto a las diferencias;  tratemos de tener en cuenta el porqué de su proceder, de sus reacciones, de sus sentimientos y poder lograr así una convivencia plena, enriquecedora, placentera, pacífica, que a todos nos beneficie.

Convoquemos, invitemos a transitar este camino a nuestra comunidad. Tal vez se logre que de la nuestra se multiplique el efecto y de la familia educativa pase a otro eslabón de la sociedad, ya que “sociedad es compartir un conjunto de bienes que suponen valores”.


La Toma De Decisiones


¿Se ha puesto usted a pensar por qué tanta gente se propone cambios y al avanzar los meses no logra cumplirlos? Dietas, ahorros, aumentar los tiempos de compartir con la pareja y familia, cambiar actitudes, fortalecer el carácter, dejar relaciones o sustituir hábitos termina siendo una frustración para quienes “tomaron una decisión” sin llevarla a cabo.

A continuación anoto las tres consideraciones que me gustaría presentar como  la base de nuestra reflexión:

Lo difícil no es tomar una decisión sino mantenerse en ella: generalmente expresamos “tomé una decisión” para referirnos al acto de pensar en aquellas cosas que nos gustaría ajustar o mejorar, no al acto de ejecutar la acción, por lo que primeramente creo oportuno cambiar nuestra manera de expresarnos para así cambiar nuestra manera  de entendernos.   El tomar la decisión es el primer paso, mantenerla el segundo.

Toda decisión es un proceso y no una acción aislada: nadie puede ejecutar una decisión asertiva de la noche a la mañana, esto es un proceso que une varios eventos, la ausencia de uno de ellos puede retroceder a alguien (valorar, medir consecuencias, identificar recursos, opciones, etc).

Quien no se mantiene en una decisión dejo de desearla: esta es la consideración más valiosa, ya que una persona que quiere mantener una decisión lo hará aunque los obstáculos sean muchos, pero para eso su voluntad requiere ser madura.  Si dejas de querer, dejas de vivir respecto a aquello que propusiste.

Dejemos claro un punto en esta reflexión, una decisión no es solamente una idea, un deseo, un intento, una expectativa o bien un sueño, es un acto que requiere lo que he llamado el “DCR”: disposición, constancia y responsabilidad.
  
Disposición pues es el elemento que abre la voluntad, constancia para mantenerla activa y responsabilidad para lograr el compromiso.  ¿Dígame si hace un año usted soñó, deseó o intento cosas que hoy un año después no alcanzó?, será que hubo déficit del “DCR”.

Generalmente lo que lleva a una persona a convertirse en alguien de doble ánimo, son sus emociones, es decir, si el alma es la mente, la voluntad y las emociones, en la mayoría de personas el timón del alma lo dirige las emociones, por lo que la mente y la voluntad simplemente son arrastradas por lo que se siente.



Inteligencia Y Verdad

Filosofía
Inteligencia Y Verdad
El libro Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, escrito por Nietzsche, trata en la primera de sus dos partes qué es la búsqueda de la verdad y la crítica del lenguaje. Aquí, el autor describe la verdad como un modo de expresar lo que se siente. Por ello, señala que los animales están hechos para mentir, sin embargo, no únicamente los animales son los que mienten, sino también los seres humanos, ya que su objetivo es asegurar la supervivencia y la relación con los demás.
I. La función de la inteligencia humana.
El autor presenta su obra, diciendo que, el intelecto humano en medio de la naturaleza se presenta sombrío y efímero, pues nos hay, para ese intelecto una misión que no valla más allá de la vida del hombre, sino que sólo es humano. Así como, nada hay en la naturaleza, por despreciable y escaso que parezca, que no se hinche como un odre por un pequeño soplo de esa fuerza del conocimiento “cualquier ganapán quiere tener su admirador, así el hombre más orgulloso, el filósofo, piensa que todos los ojos del universo, desde todas partes, están dirigidos telescópicamente hacia sus actos y su pensamiento”. No deja de ser extraño este poder del intelecto, sin embargo, no es más que un recurso de los seres más desdichados, porque envuelve los ojos y sentidos de los hombres en nieblas falaces y los engaña.
II. El impulso hacia la verdad.
En esta parte, el autor señala que el intelecto, únicamente sirve para asegurar la supervivencia del individuo, donde desarrolla sus principales fuerzas es en el fingimiento “en el hombre culmina el arte del fingimiento; el engaño, el halago, la mentira y el fraude” y por ello, no hay nada tan inconcebible como el hecho de que entre los hombres haya podido desarrollarse un honesto y puro impulso a la verdad. Están ellos sumergidos en ilusiones y fantasmagorías; su mirada no hace más que deslizarse por sobre la superficie de las cosas, percibiendo "formas"; su sentir no conduce en parte alguna a la verdad, sino que se contenta con recibir estímulos y entretenerse, como si dijéramos, con un juguetón tanteo del lomo de las cosas. El hombre se deja engañar en los sueños, por los instintos. Por ello, se hace esta cuestión ¿De dónde le viene, el impulso a la verdad?
III. La inteligencia humana en sociedad y el lenguaje.
Nietzsche señala, que el individuo quiere hacerse valer frente a otros individuos, por ello usa el intelecto, solamente con fines de fingimiento, porque quiere existir también como ser sociable, tiene necesidad de entenderse con sus semejantes. Sin embargo, este entendimiento trae consigo algo que se diría impulso a la verdad, es decir, se inventa una denominación de las cosas válida y obligatoria para todos, usando las denominaciones convencionales, las palabras, para hacer pasar por real lo que no es real “dice por ejemplo: "soy rico", cuando el término correcto para denominar su condición sería, precisamente, "pobre". Abusa del rígido esquema convencional trastrocando, cuando no invirtiendo, a su antojo las denominaciones”. Por ello, cuando así lo hace en forma egoísta y por lo demás perjudicial para el bien común, la sociedad ya no le cree y, así, lo expulsa de su comunidad. Por tanto, el hombre aspira a la verdad en tal sentido limitado, no le interesa el conocimiento puro. Esto se puede comprobar. Por ejemplo, hablamos de serpiente; pero el término no sugiere más que el retorcerse, quiere decir que lo mismo podría corresponder al gusano. La cosa en sí, se limita a denominar las relaciones con respecto al hombre, y para expresarlas recurre a las más audaces metáforas, es decir, una primera imagen que se le viene un sonido que conoce. Lo cierto es, pues, que a la génesis del lenguaje no preside la lógica y que todo el material con que trabaja y construye el hombre dedicado a la verdad, el investigador, el filósofo, proviene, si no del reino de Utopía, tampoco de la esencia de las cosas.

Recomenzar


¿Observaste alguna vez la actitud de los pájaros ante las adversidades?
Están días y días haciendo su nido recolectando materiales, a veces traídos desde largas distancias… Y cuando ya está terminado y están prontos para poner los huevos, las inclemencias del tiempo o la obra del ser humano o de algún animal, lo destruye y tira por el suelo lo que con tanto esfuerzo se logró.

¿Qué hace el pájaro? ¿Se paraliza? ¿Abandona la tarea?
¡¡De ninguna manera!!

Vuelve a recomenzar una y otra vez hasta que en el nido aparecen los primeros huevos.

A veces, sucede que antes de que nazcan los pichones, algún animal, un niño, una tormenta, vuelve a destruir el nido pero, esta vez con su precioso contenido.

Duele recomenzar desde cero. Pero aun así el pájaro jamás cambia su actitud ni abandona su tarea, sigue cantando y construyendo, construyendo y cantando.

¿Sentiste alguna vez que algunas áreas tu vida no son como las soñaste?
¿Quisiste decir basta cuando el esfuerzo era demasiado para vos?
¿Estás cansado de recomenzar, del desgaste de la rutina diaria, de la confianza traicionada, de las metas no alcanzadas?

Por más que se presenten dificultades en la vida, no te des por abatido.
Recuerda que las situaciones de la vida se pueden enfrentar de diferentes maneras, pero la verdadera solución se encuentra en cómo reaccionás a eso que te pasa.


Siempre seguí adelante. La vida es un desafío constante pero vale el esfuerzo aceptarlo. Y sobre todo… nunca dejes de cantar alegremente

El Pensamiento Honesto


El comportamiento como simple justificación racional puede atentar contra aquello que pretende defender. Si lo racional desoye la voz de la conciencia, lo racional hace de «la libertad» una perversión del pensamiento.
Y si la conciencia no acepta el acervo de la razón, puede constituirse en una simple manipulación sentimental que enajena a la persona en su libertad.

La razón o la conciencia en sí misma movilizada por cualquier tipo de «autoridad», ya sea religiosa, política o económica, con propósitos interesados y egoístas, alienan a la persona; disponen al ser humano a la irresponsabilidad, habilitándolo para acciones crueles (como fueron los soldados nazis, como son los miembros de las sectas religiosas, o los consumidores empedernidos de estos días).

Comprender tal realidad nos hace “menos hipócritas” y “más honestos”. Sobre todo si adherimos ambas realidades, elevándolas a la altura del espíritu.
El pensamiento honesto, iluminado por la conciencia, es lo que define a la persona espiritual.

En este punto ganamos todos. Pues nos obligamos a callar ante la posibilidad de enjuiciar la conducta de otros.


Un punto más favorable es que nos ahorra a “los predicadores ambulantes” (esos que con cinismo hablan en nombre de “su dios”, sosteniendo discursos que ni ellos mismos creen, porque saben, según su propia razón, que es imposible vivir eso que anuncian); en el mismo orden se ubican los políticos y otros tantos que habitan la ciudad para sacar provecho de los recursos ajenos y de las personas. Pasan por encima de las necesidades elementales de los ciudadanos, y convierten «la plaza del intercambio mutuo» en un «mercado de necesidad ilimitadas».

Vivir lo que predican, cumplir lo que prometen, saciar la necesidad que dicen resolver, eso, todo eso, sería denunciarse así mismo, porque saben que sus palabras en gran parte se fundamentan en argumentos falsos. En un supuesto que eso pasara, entonces, los predicadores, los políticos y el comerciante no tendrían más alternativa que callar.

Con razón, la sabiduría de los maestros iluminados es extraída del silencio, la meditación, el estudio y la oración. Ellos dirán que la palabra es lo último que se dice.

El escrito sagrado de la carta a los Gálatas, expresa: «al llegar la plenitud de los tiempos nos envió a su propio hijo» (4, 4), de otra manera, se manifestó en su Palabra. Con razón, dice en otro pasaje, que: «el verbo se hizo hombre y acampo entre nosotros» (Jn 1, 14). 

Esa es la honestidad: La voz en el silencio de los siglos, que al hacerse visible en la historia, manifiesta la verdad de Dios y la verdad de lo humano.

La persona honesta es «visibilizada en el mundo», sólo después que se ha abandonado en el silencio y convertido en lo que cree, como fruto de su reflexión. La reflexión no es un amasijo de «razones puras», ni de la «pura conciencia», sino de la liberación del espíritu que parte de ambas realidades (lo racional y la recta conciencia). 

domingo, 17 de junio de 2018

Ser Agradecidos


Hay dos clases de gratitud: la condicional y la incondicional. La primera consiste en sentirse bien cuando las cosas salen como uno espera. Como no siempre es así, acaba siendo una emoción esquiva y poco duradera. La segunda consiste en una actitud y un hábito de vida, sentirse bien sin que haya ocurrido nada especial; es decir: estar agradecido por todo y por nada a la vez. Y al no estar condicionada por ningún otro acontecimiento, esta actitud es la precursora de la felicidad y el éxito personal en la vida.

¿Tenemos en cuenta cuántas personas han contribuido a que este día sea posible? Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos estamos recibiendo las bendiciones de innumerables personas, la mayoría desconocidas, que hacen de nuestras vidas una experiencia mejor. Por ejemplo, ¿cuántas personas han intervenido en la elaboración del desayuno? El agricultor, el granjero, el molinero, el transportista, el tendero… el sol, la lluvia, el viento, el agua… las manos que lo prepararon y sirvieron. Si contásemos cuánta gente nos sirve directa e indirectamente en un solo día de nuestra vida, no podríamos más que sentir puro agradecimiento.

Por no mencionar a nuestros padres, nuestros médicos, nuestros maestros, nuestros amigos, nuestros compañeros o empleados… todas las personas que han contribuido a que consiguiéramos algo significativo, o simplemente que nos han ayudado a sobrevivir hasta el día de hoy.

Es innegable que debemos un inmenso reconocimiento a infinidad de personas que hacen posible que sigamos con vida o que disfrutemos de nuestro momento actual tal como es. Y para poder expresarlo es necesario estar muy presente de manera que seamos conscientes de las cosas buenas y positivas que nos rodean.

Si además miramos hacia atrás en el tiempo y repasamos todos los descubrimientos y avances tecnológicos que hacen nuestra vida más cómoda y segura, sin olvidar los pensadores y sabios que la han enriquecido, entonces este sentimiento debería extenderse casi a los orígenes de la humanidad.

Cuando reflexionamos sobre todo ello, cada día se convierte en una sucesión de oportunidades para acordarnos con una sonrisa de personas que han contribuido con mucho o poco a nuestra vida y para sentir el deseo de devolver el favor a las generaciones futuras.

Temperamentales


¿Te han dicho que tienes el carácter fuerte? Puede tratarse de una ventaja evolutiva
Se sabe desde hace tiempo que el temperamento sesga nuestros juicios y percepciones, pero usualmente éste efecto es referido como algo irracional y desventajoso. Una nueva teoría argumenta que el estado de ánimo surge de las experiencias y puede ayudarnos a la rápida adaptación al entorno.

De acuerdo a la nueva teoría, del University College London, conforme las personas aprenden de las experiencias que son afectadas por el temperamento, sus expectativas vienen a reflejar no sólo las gratificaciones asociadas con cada estado en particular, sino también cambios recientes en la disponibilidad de recompensas en su entorno. De ésta forma, la existencia del estado de ánimo nos permite aprender a tomar en cuenta el impacto de los factores ambientales generales.

Los investigadores aseguran que el efecto del temperamento debería resultar útil cuando distintas fuentes de recompensa están interconectadas o poseen un impulso subyacente. Esto podría ser el caso en el mundo moderno, conforme el éxito de la adquisición de habilidades, recursos materiales, estatus social e incluso parejas pueden afectarse entre sí.

El equipo de científicos notó que el estado de ánimo positivo o negativo maximiza su utilidad al persistir hasta que las expectativas están en concordancia absoluta con los cambios en las recompensas. Esta podría ser la razón de por qué la felicidad eventualmente regresa a un nivel básico incluso después de un cambio significativo de las circunstancias, incluyendo ganar la lotería.

Por ejemplo, un estado de ánimo negativo persistente puede causar que una persona perciba los resultados subsecuentes como peores de lo que realmente son, derivando en una espiral descendente. Esto puede convertir el estado de ánimo en una auto profecía y derivar en episodios depresivos. Por lo tanto, al definir una función potencial del humor y describir el proceso de aprendizaje detrás de éste, esta teoría podría ayudarnos a entender mejor las causas de los trastornos emocionales.

Debido a que las emociones tienen un gran impacto en nuestras vidas, es probable que se les haya conferido una ventaja competitiva significativa a través del curso de la evolución. 

Ser temperamental en ocasiones puede ser un pequeño precio por la habilidad a adaptarse rápidamente cuando nos enfrentamos a cambios en nuestro entorno.


La Diversidad Cultural


Si los hombres han hecho de la cultura su naturaleza es porque la naturaleza ha hecho de ellos seres indeterminados e inestables.

Han tenido que satisfacer en su mundo abierto los impulsos que los demás animales satisfacen sin problemas en su entorno cerrado. El mundo del hombre es por esto la naturaleza una y otra vez transformada, el resultado de su actividad, de sus siempre cambiantes habilidades, experiencias, conocimientos y tendencias.

Es obra suya incluso su ser de primate vertical que ha liberado las manos del desplazamiento para poder hablar con la boca. La evolución natural ajusta cada especie a su medio, que es siempre una selección de características del exterior, y, mediante esa misma selección, ajusta también cada medio a una especie, pero el hombre ha tenido que hacerse cargo de esta doble tarea, suplantando la acción de la selección natural. 

Por esto es difícil pensar que un ser de esta índole haya podido vivir un solo tipo de vida. Eso es algo que compete a otros animales, no a él.

Él es el animal que no sólo se entrega a una variedad inabarcable de culturas, sino que estas culturas, una vez aparecidas, parecen irremediablemente destinadas a transformarse en otras.

¿No existirá algún punto hacia el que converge este caudal? El contraste con los otros animales no puede ser más grande. Una golondrina hacía su nido hace 10.000 años igual que ahora. Nuestros antepasados del Neolítico verían lo mismo que nosotros en esta ave, pero entre ellos y nosotros apenas hay algo en común, si se exceptúa un organismo natural inadaptado cuyas obras no parecen llegar a un final estable.

¿Tiene algún sentido el desenvolvimiento de las culturas humanas? Parece que no.

Sin embargo, muchos piensan que todos los ríos desembocan en el mismo mar, el Mar del Final de la Historia, cuyas aguas son más puras que las de todos los afluentes.