lunes, 18 de junio de 2018

Perspectivas Humanas


Como seres humanos todos somos iguales, como personas todos somos diferentes. La educación conjuga y armoniza estas dos dimensiones. Su base es el ser humano, su finalidad cada persona.

La educación está inserta en el ser humano pues no es otra cosa que el sacar y desplegar lo que es y tiene dentro de sí como ser humano. Por eso a la educación se la cataloga como derecho humano fundamental, es decir un derecho propio, hecho unidad con el ser humano.

La educación tiene que ver con todo el ser humano, en cuanto humano, con la materia (energía cósmica) y con el espíritu más allá de la materia, en la materia.
Por eso, la educación es un proceso de todo ser humano, en el que coincidimos todos, porque en un sentido propio todos lo cargamos como algo común a todos.

Así aprendemos a leer y escribir, a pensar con lógica ejercitando las matemáticas, el lenguaje hace factible la comunicación para entendernos. Desde estos cimientos se empieza a construir nuestra vida escolar y educativa la que en su desarrollo compartido, va encontrándose con la física, biología, historia, sociología, filosofía; las TICS; es decir, con todo lo que denominamos currículo o programa de estudios. He ahí el común denominador de nuestro crecimiento por la ruta de la educación. El quehacer educativo se organiza como un sustento común para todos desde el ser humano para el ser humano.

El ser humano, como ser compartido ontológicamente por todos, se encarna en cada persona con su identidad propia, se hace persona, se personaliza y en esta particularidad de cada persona es dónde y cómo se desarrolla el proceso educativo, es en esta dimensión de persona donde radica y se despliega el proceso educativo, la construcción de la persona, la autoafirmación como personas y el crecimiento de cada personalidad.

De ahí que el proceso educativo como tal se origina en cada persona, (en su potencial y calidad de dicho potencial), termina en cada persona (en su construcción, autoafirmación y desarrollo) y como tal se trasciende a sí misma por su esencia y realidad intrínsecamente social y comunicativa creando la comunidad de aprendizaje en la interacción social.

De ahí que en pedagogía prive la dimensión de persona, con su identidad propia, con su capacidad propia, con su ritmo propio recorriendo el espacio de los conocimientos, actitudes, destrezas, habilidades, hábitos y valores, activando la estructura psicoafectiva de la persona en sus diferentes manifestaciones, de motivación, comunicación, creatividad, autoestima, etc. y proyectándose al ámbito psicosocial en comunicación e interacción con las otras personas conformando la vida ciudadana.

En el ser humano radican sus derechos que son iguales para todos como lo son las responsabilidades correspondientes, pero tanto los derechos como las responsabilidades tienen un carácter eminentemente personal.

Los aprendizajes, competencias y valores son producto de un proceso y esfuerzo personales pero adquieren sentido verdadero en la colectividad humana organizada que llamamos ciudadanía.

La educación en el contexto humano y social actual pretende alcanzar dos grandes objetivos, la formación para el trabajo y la construcción de la ciudadanía, en otras palabras, la educación para la vida real. El trabajo como realización personal y finalidad social y la ciudadanía como espacio activo compartido de una ciudadanía proactiva
.
En el fondo el gran reto de la educación es armonizar el ser humano que somos todos con la persona que somos cada uno, porque la posibilidad real de la educación está en la naturaleza humana, pero su realización está en cada persona.

Todo el aparato educativo está visualizado y organizado desde una perspectiva general donde entramos y cabemos todos, pero el proceso enseñanza- aprendizaje se realiza en una perspectiva personal, individual.


El reto educativo parece ubicarse en la interacción de personas de forma que el ser humano encuentre su salida pedagógica en cada persona pero formando un universo de personas con identidad propia y con sociabilidad intrínseca necesaria para hacer de cada identidad un elemento de universalidad. 

Este es, según mi opinión el trasfondo de las diversas teorías y enfoques de las grandes corrientes filosóficas, sociológicas y pedagógicas de la historia humana en las que se han alimentado los procesos formales, no formales e informales del proceso educativo universal.

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