viernes, 8 de junio de 2018

Solidaridad En La Diversidad

Uno pensaría que a la altura de este siglo no queda mucho por descubrir acerca de los temas más antiguos de la cultura humana. Pero la realidad nos sigue superando con asuntos que no logramos desentrañar al centro mismo de sus misterios.

Sobre el eterno debate de la diversidad étnica, regresó recientemente un estudio publicado en Journal of Personality and Social Psychology por un equipo de Singapore Management University liderado por Jared Nai, profesor asistente de Comportamiento organizacional y Recursos Humanos.

¿Los resultados? Por igual reconfortantes y polémicos: los vecindarios racialmente diversos son más propensos a una conducta prosocial y de solidaridad
.
Pero si uno es de los que dudan de tesis optimistas, habría que asegurarse de que este estudio cumplió con el mayor rigor científico.

Para llegar a estas conclusiones la investigación se concibió en diferentes etapas. Partiendo de la teoría sicológica del contacto —que sugiere que el intercambio con personas de otro grupo étnico crea una percepción más humanizada de estos— el equipo de investigadores de conducta rastreó un corpus de 60 millones de tweets e identificó con cuánta frecuencia eran usadas palabras asociadas al deseo de ayudar a personas extrañas.

Al analizar las palabras usadas por los usuarios de 200 zonas urbanas, se observó que los tweets de las áreas racialmente más diversas se distinguían por un uso del lenguaje más pro social, según los vocablos registrados en el diccionario de James Pennebaker como palabras de solidaridad.

En una segunda etapa de la investigación, el equipo intentó aumentar la precisión de los resultados.

Por aquello de que el lenguaje es un constructo social, y con un alto grado de subjetividad, se decidió analizar una muestra de 128 diferentes naciones. La Encuesta Mundial Gallup, de 2012, proporcionó las respuestas a una pregunta perfecta para este estudio: «¿En el pasado mes, has ayudado a algún extraño?»

El resultado iba nuevamente hacia la fórmula mayor diversidad/mayor solidaridad, pues la cantidad de respuestas afirmativas nuevamente coincidía con países de superior diversidad étnica.

Tal vez otro estudio hubiera terminado en esta etapa y publicado rimbombantes titulares inflados en la prensa especializada de su área, pero el equipo de Nai decidió proseguir hacia mayor contrastación de datos antes de dar por probada su hipótesis.

Ahora, en un tercer momento, se trataba de averiguar si lo que movía a las personas de comunidades diversas hacia una mayor solidaridad era un autoconcepto más amplio, el sentirse parte de la humanidad toda.

Para indagar sobre esa posibilidad utilizaron la misma pregunta, pero esta vez con usuarios de internet en Estados Unidos. Se eligió a 500 participantes equilibrados en cuanto a género y con una edad promedio de 33 años.

También realizaron una segunda pregunta a los encuestados. Se les propuso que eligieran entre la pertenencia a uno de estos tres grupos:
La población de mi comunidad
Los estadounidenses
Todos los seres humanos del mundo.

Otra vez, como en las etapas anteriores, fueron los vecindarios más diversos en orígenes étnicos los que arrojaron más respuestas hacia una identidad más global.
Sin embargo, este análisis estadístico podía sugerir que la solidaridad estaba asociada a la identificación con toda la humanidad, pero no lo probaba indefectiblemente.

Para ello, los investigadores apostaron por trabajar con el indicador de ayuda a personas extrañas en medio de una crisis.

Para este paso se utilizaron datos reales sobre el auxilio prestado   tras el atentado a la maratón de Boston. Tras analizar un sitio web creado para buscar voluntariado tras el ataque, se evidenció que la mayoría de los ofrecimientos provino de códigos postales asociados a lugares más diversos racialmente.

Y por si nos resultara aún poco convincente, en una muestra de 300 usuarios de internet, la mayoría de los que se sintieron dispuestos a ofrecer ayuda a extraños luego de un bombardeo respondió afirmativamente luego de que se les pidió que imaginaran vivir en una comunidad diversa.

De esta manera, la correlación entre diversidad y una identificación con la humanidad se reiteró en los resultados del estudio, que manejó variables como los niveles educacionales, la diversidad religiosa, y la nacionalidad.

Así vuelve a ponerse sobre el tapete el asunto nunca cerrado de la interacción entre diferentes grupos humanos.

¿Cuán reales son las divisiones? ¿Cuán distintos nos percibimos según los constructos culturales o según la percepción neurológica más básica? ¿Cómo cambian estos modos de percepción con ambientes diversos y en largos periodos de tiempos? Esos son temas que aún alimentarán otros estudios desde las más diversas disciplinas.

Por lo pronto, a la investigación de este equipo se le aplaude haber dialogado con la tesis del prestigiado politólogo estadounidense Robert Putnam, profesor de la Universidad de Harvard, cuya teoría afirmaba que en comunidades interraciales los niveles de confianza son menores.

Se señala también que este ensayo solo realiza un corte en un periodo de tiempo específico, y no a través de varios años. Pero los resultados aportan, sin duda, al debate.

Las miradas contrapuestas se enriquecen y animan a mayores pesquisas para develar un misterio tan terco como el de las relaciones humanas.


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