miércoles, 13 de junio de 2018

Inquietudes


Hay un refrán popular que dice así: “Vísteme despacio, que tengo prisa”. Seguro que lo conoces y, además, es muy probable que lo hayas sufrido personalmente, comprobando su veracidad. ¿Cuántas veces hemos querido acabar rápidamente algo, para llegar a tiempo a una cita importante, y hemos acabado perdiendo más tiempo, al tirarnos encima el café, por ejemplo, o borrando el archivo que teníamos que enviar?

Ya sabemos por experiencia que las prisas no son buenas, la vida se encarga muy a menudo de recordárnoslo. Lo mismo ocurre con la inquietud mental, cuando queremos estar en demasiadas cosas a la vez, o somos incapaces de permanecer el tiempo suficiente en la tarea que estamos haciendo, acabando agotados y consiguiendo resultados mediocres.

La incapacidad de prestar atención, de estar plenamente en lo que estamos haciendo, nos cobra su precio, en ocasiones bastante elevado. Muchas veces, por no tomarnos el tiempo necesario para observar dónde estamos y adónde queremos llegar, acabamos empleando gran cantidad de recursos, y agotándonos en el proceso, cuando se podría haber conseguido un mejor resultado con mucho menos esfuerzo.

Esto me recuerda algo que les ocurrió a unas amigas que iban de viaje con su caravana. Tenían que llenar el depósito de agua potable después de pasar unos días disfrutando de un precioso entorno pero, por las características del lugar, no podían acercar la caravana hasta la toma de agua. Dispuestas a superar cualquier obstáculo, emprendieron una peregrinación cargando cubos de agua desde la fuente hasta la caravana, unos 300m, que recorrieron una y otra vez hasta llenar el depósito. Ni que decir tiene, que fue un trabajo pesado, que agotó sus fuerzas y les llevó bastante tiempo. Cuál sería su sorpresa, al descubrir al día siguiente ¡que había una toma de agua a 50m en la otra dirección!

Este es un pequeño ejemplo, de la vida real, que nos ilustra lo costoso e ineficaz que puede ser no tomar el tiempo suficiente para observar, y ver dónde estamos realmente, antes de seguir con nuestra frenética actividad.


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