Algunos
interrogantes. ¿Existe una historia de todos Nosotros? ¿Puede haber una
historia que integre a todas las culturas o se trata de una ilusión
etnocéntrica denominada habitualmente Historia Universal? ¿Qué excepciones
pueden presentarse al “todos Nosotros”? ¿No albergan las distintas culturas
encrucijadas históricas absolutamente incomparables y heterogéneas entre sí?
¿No existen temporalidades diferentes, imposibles de unificar en un sentido
último y cuya diferencia es relativa a las distintas geopolíticas a tener en
cuenta?
Sin
embargo, estas preguntas, que como se puede apreciar, intentan relativizar la
posible consistencia de una Historia Universal encuentran una respuesta
contundente en esta Pequeña Historia de Todos Nosotros. Tanto la extensión
planetaria del Capitalismo, que sin duda atraviesa con su orden a las culturas
más diversas, así como también el dispositivo científico técnico, que domina el
campo del saber y sus distintas competencias en todo el orbe, nos revelan que,
sean cuales sean las diferencias culturales, la historia ha desembocado en una
estructura donde se combinan y se articulan Mercancías y Saberes, y donde
independientemente de los centros privilegiados de dichas estructuras, sus
efectos se padecen e intervienen a escala mundial. ¿Qué ha sucedido a lo largo
de la historia humana para que esta convergencia entre Capital y Técnica, se
fuese preparando a través de los siglos y lograra conquistar una potencia de
expansión, transmisión y emplazamiento de las cosas, de los hombres y las
mujeres y de los pueblos, realizándose como una Voluntad de dominación inédita?
Una Voluntad de poder que problematiza seriamente el proyecto de emancipación
humana. ¿Qué condujo al ser parlante, sexuado y mortal al orden del Capital y
la Técnica?
Esta
pregunta obtiene su verdadero alcance si se tiene en cuenta que ya no puede
haber un paso atrás, una vuelta a otro origen a un momento anterior al del
Capital y la Técnica. Esos retornos no son más que espejismos narcisistas de
salvación que eluden la cuestión política de nuestro tiempo, a saber: ¿puede el
ser humano encontrar otra forma de habitar el mundo, otro modo de construir la
realidad que las concebidas por las estructuras del Capital y la Técnica?
¿Cómo
deben pensar los pueblos la historia acontecida para poder vislumbrar un nuevo
lugar para la experiencia de la Verdad que no sea el producido por la
circulación de la mercancía y su espectáculo actual.
¿Qué
es el trabajo humano cuando no rinde utilidad alguna, cuando no genera
plusvalía, cuando se hace a pura “pérdida”? En definitiva, ¿qué actividad
humana se puede concebir que no esté gobernada por la lógica del Capital? ¿Y
cuál sería el discurso capaz de presentar una experiencia semejante? ¿Qué
legados, herencias simbólicas permitirán aunque sea, conjeturar dichos
discursos?
Tal vez, esta “Pequeña historia de todos nosotros” pueda ser una
invitación a afrontar este desafío.
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