Se aprende algo nuevo cada día. Es importante que este aprendizaje sea
de forma consciente, es decir, que sepas perfectamente qué cosa has
aprendido cada día y por qué.
Hace poco estuve revisando un interesantísimo estudio de
la Universidad de California basado en técnicas de neuroimagen que
demostraba que cuanto mayor es el nivel de curiosidad que nos
despierta algo, más predispuesto está nuestro cerebro a aprender.
No me canso de repetirlo: si algo somos los seres
humanos es curiosos. Mucho. Demasiado. La curiosidad nos
mueve, para bien o para mal. Si es para bien seguro que el aprendizaje será
un gran compañero de viaje.
El aprendizaje es como el mejor de los
regalos para nuestro cerebro. El descubrimiento de una novedad
siempre nos genera cierto placer, de alguna forma obtenemos la
apertura de un registro de recompensa que nos genera todavía más motivación para
seguir buscando motivos emocionales.
Todo aquello capaz de sorprendernos gratamente es capaz de activar una
zona muy concreta de nuestro cerebro, el núcleo accumbens, un
área considerada como en núcleo principal del placer, y más si esto
sucede de forma imprevista.
A partir de esta introducción, la propuesta es que te
propongas este reto diario, buscando esos motivos capaces de
provocarnos la emoción placentera de descubrir, conocer,
aprender y poner la semilla de la siguiente experiencia.
Dicen que el saber no ocupa lugar, quizás porque el
saber es tan placentero que consideramos que es ligero, etéreo y gratificante. Sócrates, un gran conocedor, lo dejó
muy claro hace muchísimos años: sólo sé que no sé nada.
¿Cuál va a ser tu reto de hoy para aprender? Porque
el reto empieza hoy, ya sabes: no dejes para mañana lo que puedas hacer
hoy. Mañana, además, también deberás hacerlo. Un autocompromiso en el
que espero que me acompañes cada día.
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