En el curso de la historia,
la humanidad se ha preocupado por transmitir valores, actitudes y habilidades
de una generación a otra. Estos tres tipos de conocimiento ya se enseñaban
tiempo antes de que se inventara la escuela formal. Aun en la actualidad, es
evidente que la familia, la religión, los compañeros, los libros, los medios de
comunicación y entretenimiento, y las experiencias generales de la vida son las
principales influencias que determinan las opiniones de la gente acerca del
conocimiento, el aprendizaje y otros aspectos humanos.
La ciencia, las
matemáticas y la tecnología en el contexto de la escolaridad también pueden
desempeñar un papel clave en el proceso, ya que se erigen sobre un conjunto
claro de valores, reflejan y responden a los valores de la sociedad en general
y tienen una influencia creciente en la conformación de riqueza cultural
compartida. Así, en el grado en que la escuela se preocupe por valores y
actitudes un asunto de gran sensibilidad en una sociedad que aprecia la
diversidad cultural y la individualidad, y es cautelosa con la ideología, debe
tomar en cuenta valores y actitudes científicos al preparar a los jóvenes para
la vida fuera de la escuela.
De manera similar, hay
ciertas destrezas de pensamiento asociadas con la ciencia, las matemáticas y la
tecnología que las personas jóvenes tienen que desarrollar durante sus años
escolares. Se trata, principalmente (pero no de manera exclusiva), de
habilidades matemáticas y lógicas, que son herramientas esenciales para el
aprendizaje formal e informal y para un tiempo vital de participación en la
sociedad como un todo. En conjunto, estos valores, actitudes y destrezas se
pueden considerar como hábitos de la mente porque todos ellos se relacionan de manera directa con la perspectiva de una persona sobre
el conocimiento y aprendizaje, y las formas de pensar y actuar.
La educación en la ciencia
debe contribuir al conocimiento de las personas de los valores compartidos de
los científicos, matemáticos e ingenieros; el refuerzo de los valores sociales
generales; la inculcación en los individuos de creencias informadas y
equilibradas sobre el valor social de la ciencia, las matemáticas y la
tecnología en el desarrollo de actitudes positivas en la gente joven hacia el
aprendizaje de estas disciplinas.
La ciencia, las matemáticas y
la tecnología incorporan valores particulares, algunos de los cuales son
diferentes en tipo o intensidad de los de otras empresas humanas, como
negocios, leyes y artes. Para comprender aquellas disciplinas es esencial estar
pendiente de algunos de los valores que las sustentan y les dan carácter, y que
son compartidos por la gente que trabaja en los tres campos. revolucionaría y conservadora.
El
conocimiento que genera obliga en ocasiones a cambiar incluso a descartar
creencias añejas sobre la humanidad misma y su función en el gran esquema de
las cosas. Las revoluciones que se asocian con Newton, Darwin y Lyell han
tenido mucho que ver con el sentido de humanidad, lo mismo que con el
conocimiento de la Tierra y sus habitantes. Además, el conocimiento científico
puede sorprender, incluso causar problemas, especialmente cuando se descubre
que el mundo no es como se percibe o como se desearía que fuera. Por ejemplo,
el descubrimiento de que la Tierra tiene miles de millones de años (en vez de
sólo miles) de haberse formado. Tales hallazgos pueden ser tan angustiantes que
puede tomar años o la sociedad como un todo varias generaciones adaptarse al
nuevo conocimiento.
Parte del precio que se paga para obtener el conocimiento
es que éste puede incomodar a la gente, al menos inicialmente.
Darse cuenta de
la repercusión del desarrollo científico y tecnológico en las creencias y los
sentimientos humanos, debe ser parte de la educación científica de cualquier
individuo.
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