Nadie dice que
aprender sea sencillo. Ni en la vida real, ni en un curso de reciclaje, ni en
la Universidad para adultos. Todo aprendizaje debe encerrar un contenido y un
método que facilite la asimilación. Cuando hacemos esto correctamente,
disfrutar y asimilar pueden ir unidos de la mano.
Hoy en día parece
que se nos ha olvidado lo que era aprender disfrutando. Cuando éramos niños
aprendíamos día a día, sin gran esfuerzo y con la mente abierta. Poco a poco lo
fuimos convirtiendo en una auténtica carrera de obstáculos, acompañado de un
fuerte sentimiento de frustración o inseguridad.
El aprendizaje, si fuera bien
entendido y facilitado, debería ser, sin lugar a dudas sinónimo de auténtica
experiencia y de constante crecimiento.
Si lo pensamos
detenidamente nos damos cuenta de que todos los días tenemos la oportunidad de
aprender, siempre y cuando lo acometamos desde la tranquilidad y el equilibrio.
Uno de los derechos que tenemos es el derecho a disfrutar y muchas veces somos
nosotros mismos quienes nos lo tenemos que permitir.
Por parte de los
educadores lo que se pide es que con normas y seguridad aporten sensación de
seguridad a los alumnos. Aquellos educadores que presumen de aprobar a una
mínima parte de alumnos deberían replantearse las formas y técnicas que
utilizan para la enseñanza.
No debe ser una anarquía, pero tampoco debe
convertirse en una fuente de estrés y nervios para los alumnos.
En el mundo laboral
siempre o prácticamente siempre existe una persona que con frecuencia muestra
una clara tendencia a actuar de una forma desagradable hacia los demás. Ya sea
por no asumir las culpas y hacer creer que es culpa del compañero, por mirar
por encima del hombro a todo el mundo o por quejarse constantemente de todo y
de todos.
Ante este tipo de
personas tenemos diferentes opciones de actuación para no permitir que nos
amargue la existencia y por supuesto aprender: alejarnos de él y de la
situación que está tratando de crear, iniciando una conversación con otra
persona para restarle importancia, mirarle directamente con cara de extrañeza
para hacerle ver que no tiene sentido lo que está diciendo o haciendo en ese
momento, etc.
Todos los
días podemos aprender algo nuevo, los días que no lo hagamos podemos decir que
son días vacíos.
El aprendizaje constante debe ser una forma de vida.
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