Filosofía
El Eterno Querer Ser
La primera fuerza o
necesidad que el hombre experimenta
ya desde su adolescencia,
es la de encontrar un sentido a su propia vida.
La voluntad de placer, de gozar
de la vida, no es la fuerza fundamental del hombre,
no es la que puede explicar toda la historia de
la humanidad y de cada hombre en particular. Tampoco la voluntad de afirmarse y
de ser alguien en la sociedad es
la última y más importante tendencia del hombre.
Lo que en realidad el hombre más necesita es encontrar un
sentido a su existencia, ubicarse en el mundo del porque y saber si todo tiene
un sentido, o en cambio es
solo una promesa que nunca se realizara.
El hombre es capaz de vivir e incluso morir por sus ideales y principios,
pero no puede inventar el mismo estos ideales. No podemos como nos propones Sartre,
inventar nosotros el sentido de nuestra vida. Podemos descubrirlo, no
inventarlo.
La vida del hombre no es, pues, un estado de
satisfacción, sino una tensión, un conflicto,
una lucha para descubrir una solución al problema fundamental.
El hombre es esencialmente esta tensión entre el tedio y
el deseo. Experimentar el vacío la pérdida del sentido de la vida es lo que
constituye la angustia existencial del hombre.
A veces, el hombre quiere huir de esta realidad y compensarla
con el dinero,
con el sexo,
la droga,
el poder,
la actividad frenética.
Pero la pregunta existencial: "Vale la pena todo esto ?
", vuelve a inquietar siempre al hombre. Vale la pena encarar este tema y
buscar las pistas de solución.
El hombre quiere realizarse según su proyecto,
pero muchas veces esto no es posible. Cuantos seres humanos no alcanzaron
siquiera un minuto de realización.
Cuáles son las condiciones que se precisan
para llevar a cabo nuestros proyectos.
Siempre, hasta el hombre más afortunado, queda insatisfecho
de lo que es y de lo que hace. Dos soluciones parecen
abrirse al hombre insatisfecho: o apagar sus deseos y quedarse tranquilo con lo
que tiene, cortar su deseo de plenitud y de infinito y vegetar, vivir o morir,
o buscar más allá del tiempo la
realización de su ser.
La primera tentativa no tiene posibilidad de éxito.
El hombre siempre espera algo más de lo que tiene, tiende hacia le felicidad
que nunca puede encontrar mientras viva. La muerte inexorable
acabaría con toda felicidad.
La segunda tentativa es la que abre al hombre al hombre al
ser absoluto, a un sentido último de la existencia.
Que podemos esperar
La esperanza podría ser una ilusión, un engaño, una
incapacidad para aceptar la realidad de la vida, así como es, una inconsciente
cobardía a aceptar la muerte.
El hombre es un ser finito, contingente, limitado y si se
crea ilusiones de plenitud y de felicidad imposibles, él y solo él es el
responsable de las inevitables desilusiones.
Queremos en cambio, demostrar, partiendo de la estructura del
hombre mismo, que la esperanza que la inquieta nos es un residuo de la infancia,
ni de ninguna manera de signo de madurez o cobardía, sino que se revela la
misma naturaleza del
hombre.
Las cosas materiales y
las personas que el hombre experimenta a lo largo de toda su vida no cubren la
inmensidad del ser. Siempre podemos pensar en nuevos mundos, en realidades más
grandes de las que conocemos.
Detrás del intelecto que tiene un horizonte infinito esta la
voluntad como tendencia hacia el bien conocido, hacia el ser manifestado por el
intelecto.
Si el intelecto tiene una apertura infinita, también la voluntad
tiene un deseo infinito.
Querer que el hombre se conforme con lo temporal y presente,
limitado, es como matar al hombre, cortarle la tensión natural hacia el bien
infinito.