domingo, 1 de mayo de 2016

Obsecuencia: Conmemorando Un Nuevo 1ro. De Mayo

Tal como se puede apreciar en los enfrentamientos que actualmente sacude a las masas ya un tanto uniformes que componen “los adherentes” a los partidos políticos, los cuales se comportan, cada vez más, con una aptitud de meros acólitos, seguidores de algún gurú de gran influencia mediática ,cuyos seguidores pareciera que anteponen el fervor al razonamiento
Así estamos, envueltos en una bruma que nos impide observar con la claridad necesaria los acontecimientos que cada día se tornan cada vez más difusos a un punto tal de que ya no es posible distinguir lo que estimamos como correcto con aquellas acciones  que obviamente no lo son.
Es notorio que la inercia de las masas se acelera en detrimento del buen juicio. Cada vez son menos los que deciden anclar en el sano ejercicio del razonamiento. Las posturas tienden a radicalizarse volviéndose blanco o negro a la vez que se va engendrando una conducta maniquea de buenos y malos. Las divisiones se pronuncian al compás de discursos vehementes pero de vacío contenido. Ya no importa lo que se dice sino como se lo dice y quien lo profesa. Así es como el burócrata encontró en el marketing a su mejor aliado.
Se torna entonces pecaminoso mostrarnos indiferentes frente al ultraje que la técnica padece a manos de la política, que con su retórica imponente enmaraña a una sociedad cada vez más diezmada.
Seguir al líder es la premisa fundamental porque toda verdad radica en él, más no en el estudio riguroso de las cosas. Lo que el mandamás esgrime es mostrado como una revelación y poco importa la acallada vocación al conocimiento.
La idea de militancia emerge con una fuerza inconmensurable ante la mirada ya escéptica de una ciudadanía cuantitativamente inferior.
Casi sin darnos cuenta fuimos testigos cómplices del triste devenir social.
 Nos desprendimos sigilosamente de los emblemas republicanos para convergir en el lúgubre camino del caos. La única ley permitida es aquella labrada por las palabras del iluminado a seguir. Bajo el apotegma “conmigo o contra mí”, el partidismo militante enfatiza en la rivalidad perpetua. No hay opositores, hay enemigos. Si alguna vez la política supo ser el instrumento capaz de permitirnos una armoniosa convivencia, hoy ya no lo es. El giro ha sido copernicano: el medio se volvió un fin y el fin se volvió un medio. Ya no se trata de un marco donde la política es para los individuos sino que es al revés. Los objetivos se volvieron meramente electoralistas y en consecuencia el éxito estriba en la persuasión de quienes “eligen”.
El gran laurel es el ejercicio del poder y no se permiten segundos puestos. La verdad solo puede brindarla quien llega primero y toda disidencia es tomada como grito de guerra. De esta forma, el manual del militante nos enseña que no hay lugar para grises: se está con el líder o no se está. Pareciera que quien gobierna no comete yerros, puesto que toda disfuncionalidad del “modelo” responde siempre a fuerzas malévolas que confabulan en contra del legítimo Mesías.
Por ello, en la mentalidad de la militancia, la justificación es uno de los pilares fundamentales. Por muy surrealista que esto parezca, así es la realidad que nos agobia. Los fanáticos coparon el último bastión de nuestra sociedad: la mente.
Nos encontramos contaminados con el virus del dogmatismo más visceral.
No se piensa más en pos de una idea superadora, se piensa en términos de partidos y bandos. El sector que abrace mayores voluntades será quien venza sin importar la más cruda y objetiva realidad.
De esta forma, entre bombos y platillos, nos refriegan su victoria, una victoria que mutila la más mínima intención por sumergirse en el enriquecedor océano de replanteos. Los pensamientos que no son afines a quienes detentan el poder son confinados al obituario que significa el rótulo.
La censura es más sofisticada que en otras épocas, porque ahora se cobija bajo el manto de la descalificación.
Quien diside es imputado con un sin fin de improperios y no escapa a la condena de verse vinculado con la representación de “intereses mezquinos”. La maldad y el desacuerdo se volvieron sinónimos porque la militancia dejó en jaque al civismo.
Resulta alarmante la hipocresía con la que se manejan quienes hoy justifican actos que en otros tiempos hubiesen considerado un atropello.
Ahora llaman medios para la concientización a metodologías que en otros tiempos acusaban de propagandísticas y propias de una dictadura.
 Asimismo aplauden la violencia con la que amedrentan a los hacedores siendo que antes clamaban por la paz.
Triste dicotomía de una mentalidad perversa. Se hace evidente que la estrategia ya no radica en una gestión que abogue por el bienestar general sino en una que pueda manejar voluntades.
La mirada es cuantitativa, de modo que apelan al persuasivo discurso de lo nacional y popular para pegar impunemente al motor que genera la riqueza: el emprendimiento.
Tragicómicamente dicen defender los intereses de los trabajadores al mismo tiempo que cercenan las prerrogativas de quienes suministran los puestos de trabajo.
Difícil es poder predecir el puerto que nos depara un horizonte no muy lejano, lo cierto es que éste no es el rumbo.
Con un gobierno que detenta un poder omnímodo y una militancia cada vez más envilecida, se hace difícil poder retomar el camino de la razón. Las ideas cayeron en el sopor de una sociedad simplista porque su meta no es la verdad sino la eterna confronta. Se torna inevitable que en el declive del raciocinio las confusiones afloren a través de conceptos superfluos: derechas; izquierdas; intereses concentrados; justicia social; etc.
Es la semántica, sin dudas, un arma de efectivos resultados para el burócrata.
La repetición vaga de ciertas palabras, con sus respectivas significaciones e intencionalidades, se imponen como verdades absolutas e hipnotizan la conciencia colectiva.  Lamentablemente la partidocracia sepultó el espíritu innovador y pensante del individuo mientras erigió la consonancia del fanatismo.
De esta forma es que permitimos un gobierno de improvisados que gestionan según la coyuntura. Lo que digan no importa porque de todos modos serán defendidos a ultranza. Es que hemos llegado al punto donde la razón agoniza y emerge la obsecuencia.
edicionabierta.com.ar/
Hugo W Arostegui

viernes, 29 de abril de 2016

La Motivación

Cada vez que me siento ante la pantalla de mi ordenador me surge casi involuntariamente una interrogante, entonces me pregunto: cuál es la razón, si es que existe alguna, para  intentar plasmar en un escrito el caudal de vivencias que me conmueven y a las cuales no les permito que se acumulen en mi intelecto  para evitar que cual si fuesen ríos embravecidos desborden mi mente e inunden mis escasas neuronas que a esta altura pienso que ni saben nadar.
Es entonces que las respuestas a tales interrogantes, a medida que voy tecleando las palabras en el teclado, parecen acudir en mi auxilio, es como si alguien me arrojara desde la borda un salvavidas del cual me aferro con vehemencia para evitar, con el agua al cuello, tener que tragar mis palabras a las que apenas puedo contener, una tecla se une a la otra y las letras van formando una palabra y las palabras se refugian en nuevas frases que hilvanan un contenido que la mente, casi desordenadamente, como dando manotazos, las intenta ordenar en un comentario coherente.
Pienso que es en estos instantes cruciales, que parecen aguijones que se clavan  en mi cerebro, que me doy cuenta donde es que reside la chispa que enciende todo el proceso y, lógicamente, cuando siento su presencia dominante me someto voluntariamente a sus requerimientos, esa chispa inspiradora tiene un nombre: Motivación.
Uno de los aspectos que cada día incrementa su relación con el desarrollo de la vida de los seres humanos es la motivación, esto ocurre tanto en lo personal, como en lo laboral.
Motivar a alguien, en sentido general, no es más que crear un entorno en el que éste pueda satisfacer sus objetivos aportando energía y esfuerzo.
     La motivación está constituida por todos los factores capaces de provocar, mantener y dirigir la conducta hacia un objetivo.

La motivación también es considerada como el impulso que conduce a una persona a elegir y realizar una acción entre aquellas alternativas que se presentan en una determinada situación. En efecto, la motivación está relacionada con el impulso, porque éste provee eficacia al esfuerzo colectivo orientado a conseguir los objetivos de la empresa, y empuja al individuo a la búsqueda continua de mejores situaciones a fin de realizarse profesional y personalmente, integrándolo así en la comunidad donde su acción cobra significado.

     La motivación es resultado de la interacción del individuo con la situación. De manera que al analizar el concepto de motivación, se tiene que tener en cuenta que su nivel varía, tanto entre individuos como dentro de los mismos  individuos en momentos diferentes.

Tal es mi concepto de motivación y es así que siento su presencia en cada escrito que publico

Hugo W Arostegui


jueves, 28 de abril de 2016

El Valor Del Desprendimiento

Seguramente muchas de las situaciones que nos causan mayores “cargos de conciencia” sean esas cosas por las cuales recurrimos más asiduamente al “refugio de los egos evadidos” es decir, cuando algo que valoramos como únicamente nuestro, algo que nos pertenece por derecho intransferible, que hemos adquirido soberanamente y que nadie nos lo puede arrebatar.

Cuando alguien, seguramente más necesitado, nos solicita colaboración, argumentando la necesidad que padece y por la cual recurre a nuestra solidaridad, es entonces que nos invade el egoísmo y buscamos instintivamente al refugio de las infaltables excusas donde intentamos vanamente “adormecer nuestra conciencia” para no caer en manos de los  agobiantes “sentimientos de culpa”.

El sentido de posesión se relaciona estrechamente con el de egoísmo y cuando estos dos intereses se asocian suelen provocar la presencia de la angustia, la cual, en su soledad, se oprime contra el corazón generando ese “complejo de culpa” al cual tanto tememos y buscamos a toda costa evitar.

Cuando nos encontramos en situaciones como las descritas es muy importante considerar de que no existen otros antídotos más eficaces que la puesta en práctica del “valor del desprendimiento” es a través de este medio, el valor genuino del desprendimiento, el modo humano de practicar la solidaridad entre todos y el único medio por el cual nos podemos despojar del egoísmo, el cual es el enemigo natural de la generosidad.

El valor del desprendimiento consiste en saber utilizar correctamente nuestros bienes y recursos evitando apegarse a ellos y, si es necesario, para ponerlos al servicio de los demás.

El desprendimiento como valor se origina al reconocer que todos tenemos necesidades y en algunos casos encontramos personas con carencias. En cualquier situación debemos superar nuestro egoísmo e indiferencia para colaborar en el bienestar de los demás, no importa si es mucho o poco lo que hacemos y aportamos, lo importante es tener la conciencia de ofrecer algo, de aportar. En la generosidad que requiere el desprendimiento no cabe el ofrecer algo que nos sobra.

El valor del desprendimiento tiene que ver con varios aspectos, entre ellos: la importancia que le damos a las cosas, el uso que hacemos de ellas y la intención que tenemos para ponerlas al servicio de los demás. 

En ocasiones vivimos y trabajamos sin descanso para poseer aquello que tanto nos ilusiona (autos, joyas, ropa, aparatos, etc.) y nuestra vida se mueve a ese compás, sin embargo si no tenemos cuidado puede llegar el momento en que a pesar de la insatisfacción que nos produce llenarnos de cosas, pretendemos que éstas llenen un vacío interior. 

Debemos recordar que en el orden de los afectos, las personas y su bienestar ocupan el primer lugar antes que nuestra persona misma o lo que poseemos.

Existen personas que materialmente ponen el corazón en las cosas materiales. A veces por los recuerdos que evocan, pero en otras debido al valor económico que tienen o simplemente por el trabajo que supuso adquirirlos. A esta particular forma de afecto se le llama apego y de ninguna manera se relaciona con el hecho de cuidar las cosas y hacer buen uso de ellas.

Cuando nuestro aprecio es mayor por las cosas que por las personas, nos parece absurdo compartir lo que tenemos, o en su defecto lo hacemos a regañadientes. El desprendimiento supone un esfuerzo para superar ese sentimiento de posesión y exclusividad de lo que poseemos para ofrecerlo gustosamente a los demás.

No debemos confundir el desprendimiento con el hecho de deshacernos de todo aquello que no utilizamos, que es inservible o se ha convertido en un estorbo, esta actitud manifiesta poco respeto por la persona que lo recibe, independientemente de su condición y situación actual. Somos tan soberbios que consideramos un insulto recibir algo de segunda mano, ¿por qué los demás deben soportar lo que nosotros consideramos desprecio?

Puede parecer que este valor se enfoca únicamente a objetos, pero nuestros recursos van más allá de lo que se puede tocar, poseemos conocimientos, cualidades y habilidades que muchas veces nos cuesta trabajo poner a disposición de las personas, porque requiere prescindir de nuestro descanso, gustos, preferencias y comodidades para llevarse a efecto.

Nos sorprendemos con el médico que atiende enfermos sin cobrar honorarios; personas que pasan los días trabajando en obras de caridad; profesores que trabajan horas extras desinteresadamente; padres de familia que se niegan gustos y diversiones personales para pensando en su familia; lo más inaudito es que muchos de ellos no viven en una condición del todo desahogada. El verdadero desprendimiento no tiene medida, sin calcular cuánto es lo indispensable para cumplir, es una entrega generosa de todo, Sí, de todo lo que tenemos.

El valor del desprendimiento ayudará a nuestra sociedad al convertirnos en personas más altruistas y generosas, brindará un mejor ambiente en nuestras relaciones con amigos y familiares y nos convertirá en personas que tienen el corazón puesto en el lugar correcto.


Hugo W Arostegui

La Insastifacción Crónica


Antiguamente, cuando éramos más jóvenes, a quienes padecían de una Insastifacción crónica, se les decía que “tenían el mal de la parda Flora”  lo que se acompañaba con la siguiente frase: a la parda Flora si le haces una caricia grita y si no la atiendes llora”.
Pues bien. Resulta que este mal “el mal de la parda Flora” continúa muy activo en las redes sociales y son varias las personas que padecen actualmente de este mal, que como lo hemos mencionado, ahora ostenta una denominación científica más acorde con los tiempos modernos de la era informática.
Todavía podemos escuchar ciertos comentarios de gente que ha realizado ingentes esfuerzos por lograr sus objetivos y una vez que éstos han sido alcanzados, en lugar de demostrar su satisfacción por el aparente éxito de su trabajoso emprendimiento, suelen manifestar a los cuatro vientos, de que no están en absoluto conformes con los resultados obtenidos, en fin, parece que este “mal de la parda Flora” continúa haciendo de las suyas aún en plena era informática.
Agregamos:
La insatisfacción es un sentimiento que aparece cuando las cosas que tenemos o que hemos conseguido no nos parecen suficientes o no cubren por sí mismas nuestras expectativas. Todas las personas sufrimos de alguna u otra manera de un sentimiento de insatisfacción ‘sana’, que nos ayuda a seguir buscando, a intentar ser mejores cada vez, y a progresar en nuestra jerarquía de prioridades, en busca de la autorrealización. Por lo tanto, desde esta perspectiva, la insatisfacción es una emoción buena y necesaria, que nos impulsa hacia el crecimiento personal.
Sin embargo, algunas personas, lejos de manifestar un sentimiento de insatisfacción concreto suscitado por un determinado suceso, algo natural que todos hemos experimentado en alguna ocasión, presentan unos elevados niveles de insatisfacción crónica, que se mantienen en diferentes momentos de su vida, interfiriendo de manera significativa en todos los aspectos de la misma.
La causa más frecuente de la insatisfacción crónica son los problemas del estado de ánimo, como el trastorno depresivo; pero puede existir una insatisfacción crónica sin presencia de depresión en aquellos casos en los que la persona no se siente realizada, o considera que lo que ocurre en su vida no persigue ningún objetivo concreto, bien porque ella misma no acierte a establecerlo, o bien porque otras personas o circunstancias le impidan conseguirlo. En el primer caso, la insatisfacción cursa con elevados niveles de frustración, tristeza y apatía, mientras que, en el segundo caso, es la ira quien coge de la mano a la insatisfacción para hacerle la ‘tarea’ más complicada a quien la padece.
Finalmente, existen personas para quienes la insatisfacción no está siempre presente, sino que aparece poco tiempo después de haber conseguido su objetivo. Este hecho, que podría parecer contradictorio, suele ocurrir en personas que tienen un pronunciado rasgo de búsqueda de sensaciones y que, por lo tanto, rápidamente se 'cansan' de sus logros, y pierden interés por ellos. También ocurre en aquellos casos en los que las metas han sido demasiado fáciles de conseguir por lo que, una vez alcanzadas, pierden interés.
En definitiva, parece que gritar y llorar, continúa vigente

Hugo W. Arostegui

miércoles, 27 de abril de 2016

Solidaridad



Estos días pasados hemos sido testigos de algunos desastres climáticos que han golpeado fuertemente en nuestra región, en algunos casos como el ocurrido en la ciudad de Dolores, dpto. de Soriano, Uruguay, donde un tornado, algo inusual para este país, destruyó casi totalmente toda la infraestructura de esta ciudad donde afortunadamente no hubo que lamentar la pérdida de vidas humanas.

También han ocurrido precipitaciones muy copiosas que han superado largamente las previsiones para esta época del año y muchas poblaciones del  interior, incluyendo grupos urbanos y zonas rurales que han quedado prácticamente aisladas del resto del país con la pérdida total o parcial de la totalidad de sus pertenencias, situación que aún persiste y que ha causado enormes daños en hogares, plantaciones, caminería, etc.

Cabe agregar el terremoto de Ecuador con su terrible saldo de muertes y heridos y la situación en las provincias argentinas de Corrientes y Entre Ríos, situaciones éstas que nos han sacudido por sus repercusiones en la economía y por la pérdida de bienes en las poblaciones más carenciadas que han sido impedidas de regresar a sus hogares por las persistentes lluvias y el mal estado de sus caminos.

Es en estas situaciones límites en las que surge espontáneamente el enorme sentido de la solidaridad del resto de la sociedad la cual ha respondido con premura a los pedidos de ayuda recibidos brindándose con su tradicional generosidad en gestos dignos de ser destacados.

La solidaridad es el apoyo o la adhesión circunstancial a una causa o al interés de otros, por ejemplo, en situaciones difíciles. La palabra solidaridad es de origen latín “solidus” que significa “solidario”.
Cuando dos o más personas se unen y colaboran mutuamente para conseguir un fin común, se habla de solidaridad. La solidaridad es compartir con otros tanto lo material como lo sentimental, es ofrecer ayuda a los demás y una colaboración mutua entre las personas.
En este sentido, se puede citar como ejemplo a La Cruz Roja como símbolo de solidaridad, ya que es una organización imparcial con una misión humanitaria basada en el principio de solidaridad que consiste en proteger la vida y dignidad de las víctimas de guerra y de violencia, así como prestarle asistencia.
La solidaridad es sinónimo de apoyo, respaldo, ayuda, protección, que cuando persigue una causa justa cambia el mundo, lo hace mejor, más habitable y más digno.  

La solidaridad es un valor por excelencia que se caracteriza por la colaboración mutua que existe entre los individuos, lo que sin duda permite lograr la superación de los más terribles desastres, como guerras, pestes, enfermedades, entre otros, aplicarlo también con nuestros familiares, amigos y/o conocidos que se encuentren en situaciones difíciles y con la ayuda recibida permita salir adelante y mejorar en cierto modo la situación.
La solidaridad entre los seres vivos permite resistir las adversidades que se presenta a lo largo de la vida. La persona solidaria no duda en colaborar y apoyar a todos aquellos individuos que se encuentran en situaciones desfavorecidas, lo que permite distinguirse de las personas indiferentes, egoístas ante sus compañeros. 
Es importante fomentar la solidaridad desde la infancia ya que puede ser vista como la base de otros valores humanos que logra desarrollar valiosas relaciones de amistad, familiares y/o sociales basadas en la ayuda, apoyo, respeto y tolerancia.    

Hugo W Arostegui


martes, 26 de abril de 2016

Decepción



«Los deseos conducen a la permanente preocupación y decepción, ya que todo lo que se desea de este mundo es miserable y corrupto».
Marco Aurelio

¿Cuántas decepciones te has llevado a lo largo de tu vida? Seguramente, muchas. No obstante, hay algunas que nos han hecho cambiar de algún modo. Tras esas experiencias, hemos aprendido a ser más prudentes y, quizá, más desconfiados.

Suele decirse que toda decepción tiene su impacto emocional en el ser humano.
Es, por tanto, un proceso normal que forma parte de nuestro ciclo vital. Ahora bien, es conveniente saber gestionarlas de modo adecuado para que no acaben cerrando nuestro corazón para siempre.
La vida debe ser siempre una invitación continua a experimentar, a arriesgarnos, a mantener la ilusión. Y, desde luego, toda decepción duele, pero si las vivimos es por algo: para aprender.


 Hay quien, tras ser rechazado, piensa que no vale como persona. Se mira al espejo y se convence a sí mismo de que no hay nada positivo en su imagen, que no agrada, que su personalidad no parece estar hecha para encajar con otras parejas.
Es un error. La opinión de una persona no te define. Es su palabra, es su mundo, sus creencias y nada de ello tiene que ver contigo por en muy alta estima que la tuvieras.
Las decepciones que nos llegan de una o varias personas en concreto son solo muestras de que, en realidad, “no encajamos con sus mundos”. Y, lo creas o no, existen muchos más mundos, más universos creados por personas maravillosas que sí encajarán con tus esquinas, vacíos y recovecos.

Lo complejo de las decepciones es que en ocasiones, nos llegan de personas que nos son muy significativas. Por tanto, es normal sufrirlas.

Ahora bien, ese sufrimiento debe ser puntual y no cargarlo para siempre en nuestro corazón, o quedaremos prisioneros de nuestros propios enemigos. Las decepciones se asumen, y después, nos deben servir de aprendizaje.

mejorconsalud.com/decepciones-te-hacen-abrir-los-ojos-cerrar-corazon


Hugo W Arostegui

lunes, 25 de abril de 2016

Idiosincrasia


Se dice que de poetas y de locos todos tenemos un poco, de manera que cada cual o cada cuala, desarrollamos ciertas características muy particulares que nos definen e identifican, son ciertos rasgos que bien pueden representar el  cómo, posiblemente la vida misma, en su constante deambular por lo cotidiano va bosquejando, tal como lo haría un caricaturista, lo que bien se define como “nuestra idiosincrasia”

Y aunque tal “representación” de nuestra “puesta en escena” nos parezca que no se esfuerza lo suficiente con el concepto de “fulano de tal” que cada uno ha elaborado para sí mismo, lo cierto e innegable es que tal definición, vale decir, nuestra idiosincrasia, es aquella imagen que irradiamos y que permanecerá en nosotros, “conditio sine qua non.”

“Sine qua non expresión en latín que en español significa “sin la cual no”. Es una expresión que hace referencia a la condición o acción que es indispensable, imprescindible o esencial para que suceda algo.

“La idiosincrasia es una característica de comportamiento, manera característica de pensar, sentir, actuar, rasgos y carácter propios o culturales, distintivos y peculiares de un individuo o un grupo, y es la palabra de origen griego ἰδιοσυγκρασία, que se define como temperamento particular. La idiosincrasia identifica, por tanto, las similitudes de comportamiento en los aspectos culturales, en las costumbres sociales y en el desempeño profesional. El término tiene varios sentidos, depende de dónde se utiliza, y también se puede aplicar a los símbolos que significan algo para una persona en particular.

La idiosincrasia, en la medicina y en la fisiología, se refiere a cómo los médicos definían la enfermedad en el siglo XIX, es decir, cada enfermedad se relaciona con cada paciente, en lugar de evidencias como lo es actualmente. Era un tecnicismo que indicaba peculiaridad o particularidad individual. En psiquiatría, el término idiosincrasia es una condición mental específica de un paciente, y en el psicoanálisis se utiliza para referirse a la forma como los individuos reaccionan, perciben y experimentan una situación común.

En economía, la idiosincrasia es parte de la teoría de la cartera o la teoría del portafolio, donde existen riesgos de cambios en los precios debido a circunstancias especiales en determinados casos.

En la religión, la idiosincrasia es el comportamiento extraño o diferente del usual en las personas, diferente de lo común.

La comedia de observación se basa en gran medida de la idiosincrasia, porque algunos detalles de la conducta de determinadas personas pueden ser muy divertidos.”


Hugo W. Arostegui

domingo, 24 de abril de 2016

Insastifacción


Para detenernos a hablar sobre los sentimientos que nos embargan cuando percibimos como insuficiente todo lo que hemos logrado hasta el presente, pienso que resulta algo inevitable, el hecho de que nos hagamos una retrospectiva y nos detengamos a evaluar sobre cuáles creemos que han sido las oportunidades que se nos han presentado y que por acción u omisión de nuestra parte no las hemos aprovechado en la forma adecuada.
Deberemos, además, considerar si la Insastifacción que nos inquieta y que tanto nos agobia proviene de algo que nos atañe como actores remisos u omisos en alguna actividad determinada o si la misma es una consecuencia de algo que atribuimos a logros alcanzados por aquellos que conforman el círculo de probables competidores en contra de nuestras aspiraciones.
Siempre existe en el individuo la necesidad de encontrar los medios válidos que le permitan desarrollar al máximo posible sus posibilidades de superación, eso es una parte integral de nuestra condición humana y está muy bien que así sea, mejor será cuando descubramos que cuando compartimos estos desafíos con aquellos que son parte de los que podríamos considerar “la competencia” mejoraremos  sustancialmente nuestras propias expectativas.
La insatisfacción es un sentimiento que aparece cuando las cosas que tenemos o que hemos conseguido no nos parecen suficientes o no cubren por sí mismas nuestras expectativas. Todas las personas sufrimos de alguna u otra manera de un sentimiento de insatisfacción ‘sana’, que nos ayuda a seguir buscando, a intentar ser mejores cada vez, y a progresar en nuestra jerarquía de prioridades, en busca de la autorrealización. Por lo tanto, desde esta perspectiva, la insatisfacción es una emoción buena y necesaria, que nos impulsa hacia el crecimiento personal.
Sin embargo, algunas personas, lejos de manifestar un sentimiento de insatisfacción concreto suscitado por un determinado suceso, algo natural que todos hemos experimentado en alguna ocasión, presentan unos elevados niveles de insatisfacción crónica, que se mantienen en diferentes momentos de su vida, interfiriendo de manera significativa en todos los aspectos de la misma.
La causa más frecuente de la insatisfacción crónica son los problemas del estado de ánimo, como el trastorno depresivo; pero puede existir una insatisfacción crónica sin presencia de depresión en aquellos casos en los que la persona no se siente realizada, o considera que lo que ocurre en su vida no persigue ningún objetivo concreto, bien porque ella misma no acierte a establecerlo, o bien porque otras personas o circunstancias le impidan conseguirlo. En el primer caso, la insatisfacción cursa con elevados niveles de frustración, tristeza y apatía, mientras que, en el segundo caso, es la ira quien coge de la mano a la insatisfacción para hacerle la ‘tarea’ más complicada a quien la padece.
Finalmente, existen personas para quienes la insatisfacción no está siempre presente, sino que aparece poco tiempo después de haber conseguido su objetivo. Este hecho, que podría parecer contradictorio, suele ocurrir en personas que tienen un pronunciado rasgo de búsqueda de sensaciones y que, por lo tanto, rápidamente se 'cansan' de sus logros, y pierden interés por ellos. También ocurre en aquellos casos en los que las metas han sido demasiado fáciles de conseguir por lo que, una vez alcanzadas, pierden interés.
Hugo W Arostegui


sábado, 23 de abril de 2016

Ser Intransigente



Encontramos en la lectura de algunas posturas de asiduos expositores en los muros de las redes sociales el contenido de ciertos rasgos de intolerancia para con las expresiones emitidas por otras personas, demostrando, de esta manera, una marcada intransigencia.

Puede apreciarse que literalmente “marcamos la cancha” con aquellos que opinan diferente y les hacemos notar que “si no están con nosotros” simplemente “están en contra de nosotros.

“La intolerancia se define como la falta de la habilidad o la voluntad de tolerar algo.

En un sentido social o político, es la ausencia de tolerancia de los puntos de vista de otras personas.
Para un principio social, es demasiado abierto para interpretación subjetiva debido al hecho de que hay una lista de definiciones sin fin para esta idea.

En este último sentido, la intolerancia resulta ser cualquier actitud irrespetuosa hacia las opiniones o características diferentes de las propias.

En el plano de las ideas, por ejemplo, se caracteriza por la perseverancia en la propia opinión, a pesar de las razones que se puedan esgrimir contra ella. Supone, por tanto, cierta dureza y rigidez en el mantenimiento de las propias ideas o características, que se tienen como absolutas e inquebrantables.
Tiene por consecuencia la discriminación dirigida hacia grupos o personas por el hecho de que éstos piensen, actúen o simplemente sean de manera diferente.

Estos rasgos de comportamiento conspiran en contra de nuestra intención de integrarnos al “resto del mundo” creemos que es necesario fortalecer nuestra empatía aceptando que podemos conformar una sólida integración entre todos aunque mantengamos posiciones diferentes y aun totalmente discordantes.

Debemos esforzarnos en el intento de lograr conciliar en medio de la diversidad, nuestra civilidad bien lo merece.


Hugo W. Arostegui 

viernes, 22 de abril de 2016

La Soberbia


"La soberbia es una discapacidad que suele afectar a pobres infelices mortales que se encuentran de golpe con una miserable cuota de poder." José de San Martín

Lamentablemente abundan los casos en los cuales las actitudes que observamos se asemejan en demasía a aquellas conductas reprobables que solemos apreciar entre quienes comparten espacios catalogados como copartícipes de una supuesta “red de amigos”

Suele ocurrir que un exceso de autoestima o la simple sobrevaloración de nuestras pretendidas condiciones – sean éstas de carácter socioeconómico, familiares, académicas o laborales, que “circunstancialmente” puedan dar la apariencia de que “estamos situados por encima de” para que nos consideremos con el derecho natural de subestimar las expresiones de aquellos que valoramos como “inferiores”

"El oro hace soberbios, y la soberbia, necios." Proverbio

La palabra soberbia proviene del latín superbĭa y es un sentimiento de valoración de uno mismo por encima de los demás, sobrevaloración del yo respecto de otros, es un sentimiento de superioridad que lleva a presumir de las cualidades o de las ideas propias y menospreciar las ajenas.

La soberbia se diferencia del orgullo en que éste último es disimulable, apreciado cuando surge de virtudes o de causas nobles, y la soberbia manifiesta el deseo de ser preferido por otros, basándose en la satisfacción de la propia vanidad, del yo, del ego. Se puede decir que el orgullo puede derivar para la soberbia. La soberbia es una actitud orgullosa consistente en la perspicacia de aquella persona que se envanece a sí misma.
Popularmente, se llama también soberbia a la rabia o al enfado que muestra una persona de manera exagerada ante una contrariedad. Y es considerado por la teología como uno de los pecados capitales.
Algunos sinónimos de soberbia son, altanería, altivez, arrogancia, vanidad, etc. Lo contrario de soberbia es la humildad, la sencillez, la modestia, etc.
Manifestaciones del orgullo en grado de soberbia
Si una persona es autoritaria al mandar, tiene envidia de los valores de los demás, critica a los envidiados, es una persona con soberbia.
La mayoría de los momentos con malhumor en la convivencia familiar y la mayoría de enfados derivan de un orgullo individual que se ha transformado en soberbia.
Las personas con soberbia nunca tienen dignidad y mucho menos aceptan sus errores.
Un antiguo verso gauchesco nos dice lo siguiente:
“La vanidad es un yuyo malo que envenena toda huerta, es preciso estar alerta manejando el azadón, pero no falta el varón que lo riegue hasta en su puerta”
Hugo W Arostegui




jueves, 21 de abril de 2016

Zona Gris: La Ambición



Un asiduo lector de mis artículos, muy consternado, me consultó por “un asunto” que desde hacía un buen tiempo le tenía preocupado, algo que en su fuero íntimo le causaba “cierta desazón” pues lo que entendía que estaba en juego era nada menos que el concepto que él tenía sobre sí mismo en todo lo relacionado con sus valores y los principios éticos que sustentaban su condición de cristiano.

Resulta que en una conversación mantenida con alguien que se identificó como “un fiel creyente” de la doctrina cristiana éste le espetó “conozco a muchas personas ambiciosas que si no se arrepienten irán camino al infierno tal como si se deslizarán por un tobogán”.

Tal expresión le sumió en una confusión tal que francamente le llevó a autocuestinarse ciertos hábitos de vida que desde su niñez tenía incorporado en sus acciones diarias.
Pensando en una respuesta adecuada a su inquietud, recordé un artículo que había leído en el cual, su autor se refería con mucha claridad conceptual sobre este tema.

El artículo en cuestión dice lo siguiente:

“Muchas veces me encuentro con gente que confunde la palabra ambición con algo malo.
Y desde pequeños se nos ha enseñado que no debemos ser ambiciosos, que no debemos querer más de lo necesario y que incluso debemos ser “humildes”.
Como si la humildad significara ausencia de abundancia, o simplemente pobreza. La verdad nunca he estado de acuerdo con esta concepción.
Recientemente me encontré con un artículo en Wikipedia en español que hablaba sobre la ambición como algo que dañaba al ser humano, como un sentimiento malo y perverso que podría surgir en nuestras mentes cuando buscamos querer más y que peor aún, que con este sentimiento dañábamos a los demás.
Sólo hay un pequeño problema con esto. Están confundiendo la ambición con la avaricia y la codicia.
Son cosas MUY DIFERENTES.
Y si no lo sabías, hoy quiero hablar un poco de ello, y darte una nueva visión para que, no sólo conozcas la verdadera definición de ambición, sino para que esta te deje de limitar en el ámbito financiero y personal de vida como lo ha venido haciendo hasta ahora seguramente.
Lo Que La Ambición NO Es
La ambición no es el deseo ciego por obtener fines como la riqueza sin importar los medios. Una persona ambiciosa no pasará por encima de los demás para lograr sus objetivos y de hecho muchas veces sus deseos y sueños también están orientados a beneficiar a otros.
La ambición no es el deseo de crecer indiscriminadamente o de crecer por crecer. Es más bien un deseo que como seres humanos e incluso como animales tenemos de buscar protección, seguridad y bienestar. Y si existe alguna manera de gestionar estos fines y amplificarlos, es a través de la ambición que puede lograrse.
Dejemos de confundir la ambición con defectos que tienen las personas, en el pasado era muy común escuchar que alguien ambicioso debía ser castigado o que estaba cometiendo pecado, pero no es porque ahora ya la ambición se haya convertido en algo bueno, sino que desde siempre se ha tenido esta palabra en un muy mal y equívoco concepto.
Un buen ambicioso requiere de una gran causa que lo guíe a través de la adversidad, que le permita superar todo tipo de obstáculos y seguir con la frente en alto. ¿Cómo podría lograrse esto sin ambición?
¿Crees que podrías lograr una meta grande y beneficiosa si no tuvieses un deseo ardiente por lograrla?, quienes son ambiciosos con cosas malas en realidad no son ambiciosos. Y si se trata del dinero, peor aún.

Lo que pasa es que por algún extraño motivo la sociedad no quiere que progresemos y nos quiere encajonar siempre dentro de sus sistemas que por cierto difícilmente funcionan bien para la mayoría de nosotros. Y luego nos preguntamos en qué es lo que fallamos.
Si esto te suena familiar, que bueno que estés leyendo este artículo y que estés en este blog, aquí aprenderás a abrir tus ojos y a alejarte de estas malas influencias que lo único que hacen es (consciente o inconscientemente) querer alejarte de tus sueños y aspiraciones.
Y Entonces… ¿Qué Es La ambición?
La ambición realmente puede tratarse como el deseo de obtener algo en grande, de tal manera que como seres humanos, llegamos a fijarnos metas ambiciosas, refiriéndonos con esto al hecho de querer lograr superar nuestras propias expectativas. La ambición es el deseo por superarse y llegar mucho más lejos. Provee la motivación y determinación necesaria para lograr objetivos y metas en la vida.
La ambición es el motor de los emprendedores, de las personas de éxito y de quienes han llegado lejos alguna vez en la vida.
Si la primera persona que llegó a la cima del Everest no hubiese sido ambiciosa, quizás nunca hubiese llegado allí. Y como este tendríamos miles de ejemplos válidos, pero creo que captas la idea.
Lo importante es que no confundas la ambición con la avaricia y la codicia, que respectivamente son: una inclinación o deseo desordenado de placeres o de posesiones y un afán excesivo de riquezas, sin necesidad de querer atesorarlas.
Es muy diferente cuando decimos que la ambición se trata de querer lograr más, llegar más lejos, vivir mejor, beneficiar a más personas… etc.
Cada que yo escucho que alguien confundo este término inmediatamente procedo a corregirlo, porque el problema es que si tenemos una mentalidad de que la ambición es mala caeremos en el conformismo, el mayor limitante del éxito en nuestras vidas.
No deberíamos ser víctimas de nuestras propias palabras, o más bien de nuestra propia ignorancia con respecto a ella, sabiendo esto te darás cuenta de que eres ambicioso, y de hecho puedes y deberías serlo, el día en que pierdas tu ambición, ese día podrás perder el rumbo al éxito y toda esperanza de llegar lejos alguna vez.
La ambición debería ser la propulsión que mueva los motores de tu vida, y debería ayudarte a conseguir tus ideales de una manera que no perjudiques a nadie, o que más bien beneficies a muchos.
Muchos proyectos son ambiciosos, e incluso proyectos filantrópicos, por lo que me parece simplemente risible el hecho de pensar que las personas han encajado esta palabra dentro de lo que consideran malvado.
Creo que uno de los principales culpables es la religión, pues ellos se enfocan mucho en enseñar que debemos ser humildes.
Otra palabra que hay que tomar con pinzas. La humildad NO ES POBREZA. Una persona rica, abundante y exitosa puede ser humilde. La humildad y la ambición pueden encontrarse en una misma mentalidad y reforzarse la una a la otra para crear abundancia y beneficiar a los demás seres humanos.
No confundamos la ambición con la avaricia y la codicia, pues a estas no les importa los fines con que se llegue a la riqueza, y estas son la base de las personas que practican la ilegalidad y los actos de violencia contra otros.
Incluso políticos tiranos podemos decir que son avariciosos y codiciosos pues rara vez les importa por cuánta gente pasen por encima. Pero tú puedes ser ambicioso con tus proyectos de vida, puedes desear ganar más dinero (en este caso recuerda que el dinero no debería ser un fin, sino un medio), puedes desear tener una mejor vida, tener mejores cosas, brindarle lo mejor a tus hijos… etc., y no por esto deberías ser castigado.
Espero que comprendas la diferencia y que a partir de ahora me ayudes a enseñar a los demás que la ambición no es mala, que podemos aspirar a ser mucho más grandes sin miedo.

Eso sí, siempre buscando no herir a nadie en el camino y brindando felicidad y bienestar a todo ser como sea posible.”

 Juan Sebastián Celis Maya

Espero que esta lectura pueda contribuir a esclarecer algunos conceptos para que nos puedan orientar en medio de las brumas que suelen entorpecer esa zona poco conocida de nuestro derrotero.

Hugo W Arostegui