viernes, 31 de marzo de 2017

El Aporte De Todos


En su uso más amplio, el término aporte refiere a aquella contribución que alguien realiza a otro individuo o a una organización. La mencionada contribución puede consistir en un bien inmueble, una suma de dinero o tratarse de una contribución de tipo espiritual, artística o intelectual.

Cuando hablamos de aportes que no tienen que ver con un bien material o una suma de dinero estaremos haciendo alusión a aquellos que una persona produce a través de algún trabajo o desarrollo que ha generado en el desempeño de algún quehacer específico dentro de un área. Por ejemplo un investigador científico que consigue tras un arduo trabajo desarrollar una vacuna que curará una peligrosa afección.

También la persona que a través de un trabajo intelectual incorpora una serie de ideas y de conceptos que son de suma importancia para la comunidad en la cual se desarrolla.
Desde cualquier área una persona podrá realizar algún aporte, asimismo un amigo que aconseja a otro para que evite un mal paso en la vida estará haciendo un aporte.

Normalmente los aportes que alguien realiza en niveles políticos, culturas, intelectuales, y que por los alcances afectan de manera positiva a las personas, las comunidades, los estados, entre otros, suelen ser reconocidos con menciones, premios, que dejan sentado en la historia ese aporte fundamental. 

Si revisamos la historia en general nos encontraremos con muchísimos ejemplos en este sentido, y que son básicamente los que permitieron el gran avance y evolución de la humanidad.

Los científicos, los intelectuales, los políticos, los militares, personalidades de la cultura y del arte marcan supremacía en este sentido.

No cabe duda de que en nuestra sociedad cada vez se hace más necesario analizar el contexto ético de las decisiones, en el actuar científico, laboral y profesional. 

El conocimiento se va haciendo más amplio y complejo, en la misma medida que la toma de decisiones y las acciones a que se ven enfrentados los profesionales deben tomar en cuenta variados aspectos, con complejidad creciente. 

Los conflictos de interés, la información privilegiada, el lucro personal indebido, el uso de conocimiento para el propio fin, la falta de respeto al prójimo, son aspectos a tener en consideración al momento de formar científicos y profesionales jóvenes en todas las disciplinas.


El compromiso personal de cada uno de los miembros de la comunidad universitaria va a hacer posible desarrollar de mejor forma la propia identidad de cada institución y su aporte prioritario a la sociedad. 

Las universidades cumplen un rol indispensable en la formación científica, profesional y ética de los jóvenes, lo que es un aporte de gran importancia para el pleno desarrollo del país. Cultivar estos valores, acoger la crítica y evaluación de cada uno de nuestros procesos, indicadores y resultados, es un compromiso público que la sociedad demanda.


Sobre Adicciones


Cada cierto tiempo, los medios de comunicación de diferente corte y pelaje sacan una noticia con un estudio sobre cómo las nuevas tecnologías y su uso desmesurado producen patologías y trastornos en los usuarios advirtiendo a la población de que, además de ser irreversibles, van en aumento.

Estar enganchado al móvil o ser adicto a internet son las consecuencias nocivas de las que más se habla y las que más se teme padecer. La nomofobia -no mobile phone phobia- o pánico a no estar conectado por el móvil, la tecno ansiedad, o tecnostress, el síndrome de la vibración fantasma, etc. son algunas de las características del cuadro clínico que presenta esta dependencia tecnológica. 

Pero, ¿es cierto todo lo que se dice sobre los males que genera la tecnología o es miedo a lo desconocido y al cambio?

“Al principio también se pensaba que la velocidad de los trenes era perjudicial para el cuerpo humano y recuerdo leer artículos de finales del siglo XIX donde mucha gente criticaba el teléfono y su uso, advirtiendo de cómo iba a destruir el contacto personal”, cuenta José Miguel Gaona, psiquiatra y Doctor en Medicina por la Universidad Complutense de Madrid, que dirige el Instituto Neurosalus, especializado en el tratamiento de la depresión y las adicciones. “Internet per se no produce adicción. 

En 25 años de profesión no hemos visto ni una sola persona que fuese -con los síntomas propios de una adicción-, adicta a internet”.

La idea de que pudiera existir una adicción a internet tuvo supuestamente su origen en una broma que, en 1995, el psiquiatra Iván Golberg propagó por la recién estrenada red.

Cada tecnología que nace y se desarrolla viene asociada con una nueva patología. Ocurrió con el teléfono, la televisión, la consola y ahora con las TIC (tecnologías de la información y la comunicación). “Toda tecnología como acción humana tiene unos efectos no previstos y no deseados.

Es una ley general a todo avance técnico pero, dicho esto, no creo que las TIC sean más perniciosas ni parece que las personas se vuelvan más adictas que con cualquier otro uso de las tecnologías”, asegura Francesc Núñez, Doctor en sociología y profesor agregado de la UOC, (Universitat Oberta de Catalunya) cuya investigación se centra en la sociología de las emociones, consumo y tecnología.

“Todas esas alertas que periódicamente salen en los medios, seguramente haya personas que tienen esos enganches, pero casi siempre en un porcentaje muy minoritario. La mayoría de la gente que hace un uso de las tecnologías de la comunicación no está teniendo esos efectos negativos”, asegura el investigador.

La idea de que pudiera existir una adicción a internet tuvo supuestamente su origen en una broma que, en 1995, el psiquiatra Iván Golberg propagó por la recién estrenada red. En ella hablaba de un nuevo síndrome al que llamó ‘desorden de adicción a Internet’ (IAD, en inglés) y en el que describía precisamente los síntomas mencionados al comienzo del texto: ansiedad, la necesidad de conectarse horas y horas, y el movimiento involuntario de los dedos para teclear.

Aquella falacia se dio por verdadera y pronto se inundó la web de gente que se veía identificada con esas dolencias. Ese mismo año, la psicóloga Kimberley Young, referente en la materia, fundó el Centro para la Recuperación de la Adicción a Internet netaddiction.com que continúa actualmente ofreciendo sus servicios.

La adicción a Internet (ni ninguno de los trastornos derivados de las nuevas tecnologías), no ha ingresado como desorden mental en el manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales que edita la Asociación Americana de Psiquiatría, aunque los defensores de su existencia argumentan que Internet es aún muy nuevo y por eso no ha sido aún aceptada.

“Hay mucho de tecnofobia. En muchas de las entrevistas que hemos realizado sobre el uso de las nuevas tecnologías y las relaciones de pareja, todo el mundo está de acuerdo en que es preferible el cara a cara, porque la mediación tecnológica todavía despierta cierto recelo”, explica el sociólogo. “Pero fuera de esta ‘desconfianza’ inicial, el uso y las ventajas que ofrecen las TIC se extiende a cualquier ámbito. ¿Hay quien hace un mal uso y abusa?, pues seguro, pero en sí mismas no creo que encierren más peligro que otras tecnologías”.

Para el psiquiatra José Miguel Gaona, la posible dependencia que se desarrolla hacia el móvil o internet está ligada a la neurofisiología de cada uno lo que influirá a la hora de vivir en mayor o menor medida ese ‘enganche’. “Los circuitos de pregunta-respuesta se crean con bastante intensidad, requiere una acción inmediata, y eso produce -si se puede llamar así- cierta adicción. Han acostumbrado a sus neuronas a que cuando recibe un wassap contesten y si no lo hacen se siente incómodo y eso es lo que puede generar ansiedad”.
Helena Matute, catedrática de Psicología de la Universidad de Desto, quien se dio a conocer al ser una de la primeras en publicar un artículo en 2003, cuestionando estas patologías derivadas de las nuevas tecnologías, explicaba muy gráficamente: “Si alguien no puede dejar de entrar en Internet es como si fuera al mismo bar de la esquina todos los días. Podría ser un problema, pero no una adicción”.


jueves, 30 de marzo de 2017

La Simpleza


El término simpleza se utiliza para hacer referencia a una condición, cualidad o modo de comportamiento que se interesa por las cosas y las sensaciones simples antes que por las complejidades o grandes angustias que la vida nos propone. La simpleza puede ser entendida como una cualidad de una persona así como también la cualidad de un objeto o elemento concreto. Al mismo tiempo, podemos señalar que en algunos casos particulares la noción de simpleza puede tener un significado negativo o peyorativo si hace referencia a la falta de intereses mayores o más complejos.

La simpleza tiene mucho que ver con la búsqueda de los elementos más naturales y puros en todas las cosas, en todas las personas y las situaciones. Así, una persona simple probablemente se interese por la belleza de la naturaleza antes que por los lujos de la vida moderna. La simpleza pasa por conformarse con lo que uno observa alrededor y ser feliz con ello. Obviamente, alcanzar este nivel de comportamiento o de sentir implica estar muy feliz con uno mismo y con el entorno que lo rodea de modo que las preocupaciones diarias y las necesidades socialmente impuestas no interrumpan la tranquilidad del vivir. Hoy en día, este tipo de actitud hacia la vida no es muy común debido al stress y la vida rápida que lleva la mayoría de la población.
La simpleza, como se dijo antes, también puede tener un lado negativo en algunos casos y esto tiene que ver con la utilización del término como algo peyorativo. Así, puede una persona mostrar rasgos de excesiva simpleza cuando no pretende demasiado de la vida y, por tanto, no tiene expectativas ni sueños ni grandes fantasías a cumplir a lo largo de su vida. Si bien una persona simple siempre puede encontrarse satisfecha con poco, al mismo tiempo podríamos decir que es una persona que no posee ambiciones y que entonces no se permite crecer o descubrir nuevas sensaciones.
Poema:

“Nunca llegué a concebir que en la simpleza hubiera tanta belleza.
Viajamos hacia lo simple por el camino de lo complejo.
¡Qué contradicción de términos para ti, y para mí, no siendo más que simples mortales!
Que para Ser, tenemos que dejar de serlo.
Que para saber, debemos desaprender...
Y penamos, y batallamos contra aquella imagen de nosotros mismos,
que enferma y distorsiona, que confunde y empobrece. 
¡Oh extravagante simpleza, que para ser lo que Soy, tuve que olvidar lo que era!
Hoy navego, por el mar de la indiferencia,
y remo por los confines más absurdos de mis apegos y mi ceguera.
¡Oh extravagante simpleza, quién te viera, quién se atreviera a verte o siquiera a vislumbrarte!
¡Ay, y qué sería de los simples mortales, si supieran que sólo te presentas ante los ojos certeros y ante el corazón desnudo de sí mismo!
Porque es en la simpleza, donde radica la belleza.”

SASHA BARTEL



Aportando Amabilidad


Podemos ser amables, generosos y afectuosos cada día con los demás y sentirnos contentos con nosotros mismos por comportarnos de esa manera. Pero si en algún momento nuestro bienestar comienza a depender de que algunas de esas personas también sean amables con nosotros, 
seguramente sufriremos y nos sentiremos frustrados porque es muy difícil que los demás actúen como nosotros lo deseamos. 

Nuestra alegría no depende de que el mundo funcione como cada uno de nosotros quiere ni de que los demás se comporten como nosotros creemos que deberían hacerlo, tampoco depende de que podamos hacer todo lo que nos gusta. 

La felicidad sólo depende de nuestra capacidad y disposición de ser generosos, amables y afectuosos a pesar de las circunstancias. La alegría y el bienestar interior, nacen de la experiencia consciente y madura de dar y compartir incondicionalmente con los demás lo mejor de nosotros.

Recordemos que lo que hagan nuestros amigos, seres queridos, conocidos y desconocidos está fuera de nuestro control. No podemos hacer que todo funcione como nosotros desearíamos, no podemos cambiar a los demás, aun cuando el beneficio de ese cambio sea para ellos mismos, pero sí podemos ser amables, pacientes, tolerantes, comprensivos, solidarios, responsables, honestos y atentos para hacer el bien y dar nuestro aporte consciente al mundo cada día, a pesar de que los demás no lo hagan o no puedan reconocer lo que nosotros estamos haciendo. 

Vale la pena hacerlo y nadie nos puede impedir que lo hagamos. Por muy afectada y desequilibrada que esté una sociedad, ésta no puede impedir que una persona continúe haciendo el bien.

¿Cuántas veces nos justificamos en los demás, para no seguir realizando el trabajo de vivir la diferencia? Casi siempre tenemos una excusa o una justificación del porqué hacemos cosas equivocadas o tenemos actitudes que hemos criticado a los demás en su momento. 

Es vital comprender la importancia que tiene vivir de acuerdo con nuestras creencias y basados en el rescate y la puesta en práctica de nuestros valores esenciales. Los momentos difíciles son los más apropiados para que nos esforcemos en compartir con las otras personas todo lo bueno y especial que hay dentro de cada uno de nosotros. 

No te dejes desanimar, no le permitas a los demás con sus comentarios negativos o con su comportamiento indolente, mediocre o irresponsable que te contagien y apaguen tus ganas y tu determinación de vivir cada día con alegría, esperanza y valor.

Puedes convertirte en esa persona que con una frase amable y entusiasta suavice y refresque la vida de otra persona, que con su gesto o con su comportamiento le devuelva la esperanza y la confianza en el género humano. 

Algunas veces podemos ser ese instrumento que motive a otros a recuperar la fortaleza y la determinación de actuar de una mejor manera. No perdamos la oportunidad de hacerlo.

Cada vez que algo nos afecte o nos haga experimentar el rechazo o la negativa a dar... detengámonos a tiempo de revisarnos y preguntarnos: ¿Qué nos pasa?, ¿qué podemos hacer para superarlo, para que no nos afecte como lo hace? 

De manera que podamos continuar experimentando la felicidad y el bienestar esencial.


Hugo W Arostegui

Roles Sociales


El término francés rôle llegó al inglés como role y luego derivó, en nuestra lengua, en rol. Se trata de la función o el papel que desempeña alguien en un cierto contexto. 

Social, por su parte, es aquello que está vinculado a la sociedad (la comunidad de individuos que comparten una cultura y que interactúan entre sí).

Con estos conceptos en mente, podemos analizar la noción de rol social. Esta expresión, frecuente en el ámbito de la sociología, se refiere a las pautas de comportamiento que la sociedad espera de una persona. Puede decirse que el rol social es aquello que debe representar un individuo en su comunidad.

El rol social es una imposición de la sociedad al sujeto. El entorno exige a la persona que cumpla con su rol social: es decir, que brinde las respuestas esperadas de acuerdo a su condición (profesional, económica, cultural, etc.). La imposición del rol social se desarrolla a partir de la actuación de las principales instituciones sociales, como la familia, el Estado y la religión.

El marco del rol social de cada persona acarrea la obligación de amoldar su comportamiento a un perfil determinado. Se espera que un docente, por ejemplo, respete las normas establecidas, ya que su función en la sociedad es instruir a los demás y, por lo tanto, debe dar el ejemplo. Otros comportamientos no son exigidos, aunque sí permitidos, mientras que también existen los comportamientos prohibidos.

Desde el punto de vista de las razones por las cuales una persona encara un rol social determinado, es posible distinguir entre los siguientes dos tipos: el rol adscrito, que no lleva a cabo por voluntad propia, sino que lo asume (como ser su nacionalidad, su etnia y su sexo); el adquirido, que espera del individuo un esfuerzo, una participación activa, y que puede o no realizar, según decida. Cabe mencionar que el rol adquirido es opcional hasta un cierto punto, ya que la presión de la sociedad suele ser muy intensa para llevarnos a cumplirlo. Por otro lado, los límites de ambas clases pueden confundirse según el enfoque del análisis.

Se denomina conflicto de rol a la situación que tiene lugar cuando un individuo no cumple con las expectativas externas con respecto a su conducta; de forma opuesta, si acepta su rol y todo lo que él conlleva, su proceder es aceptado por el entorno. 

A su vez, se habla de conflicto interno (cuando se origina en la propia persona), externo o poseer características de ambos tipos. Los sociólogos Richard Moreland y John Levine propusieron en el año 1982 la siguiente distinción de conflictos:

* inter-rol: tiene lugar cuando el desempeño de un rol determinado no resulta compatible con el de otros que también debe llevar a cabo el individuo;

* intra-rol: describe el choque entre expectativas que provienen de orígenes diferentes, aunque todas se enfocan en el mismo rol. Dichas expectativas pueden haber surgido en el propio individuo o bien en terceros que mantengan un vínculo de influencia para él.

Cuando no existe una definición clara de las expectativas sobre las normas de comportamiento vinculadas a un rol social determinado, se habla de un fenómeno denominado ambigüedad de rol

Ambos conceptos, el conflicto y la ambigüedad, pueden desencadenar en la tensión de rol, una suerte de incomodidad que una persona experimenta al intentar cumplir con las pautas señaladas con respecto a su rol particular. Cada uno busca la forma de asumir el rol que mejor encaje en el marco de sus valores y creencias para no atravesar dicho malestar, aunque esto no es fácil de alcanzar.


La Ilusión Que Construye


Juan Rulfo se preguntaba “¿La ilusión? Eso cuesta caro. A mí me costó vivir más de lo debido”. La ilusión está vinculada a los sentidos y es esa capacidad que poseemos las personas para reunir todas nuestras fuerzas y concentrarlas a favor de la conquista de un objetivo.

Ilusión es una palabra que procede del latín ilusionis y significa engaño. Porque así es la ilusión, es ese don que tenemos los seres humanos para creer en aquellas cosas que no vemos, pero que nos ayudan a vivir.

La ilusión está conectada a emociones positivas. Cuando nos ilusionamos nos sentimos bien, nos sentimos plenos y motivados. Nuestra mirada cambia. Nuestro estado emocional también. 
Nos sentimos entusiasmados y cargados de energía. Es un sentimiento que nos empodera.

Desde pequeños recurrimos a las ilusiones para construir nuestro proyecto de vida, para diseñar nuestros sueños y fijar nuestras metas. Vivimos con ella porque es la fuerza que nos empuja a alcanzar nuestros objetivos. La ilusión es nuestra compañera de viaje. 

Con ella pensamos dónde nos gustaría ir, qué nos gustaría ser o a quien nos gustaría tener a nuestro lado. La ilusión nos ayuda a hacer realidad nuestros sueños.

La ilusión sirve para no rendirnos, para llenarnos de aliento y empujarnos a conseguir nuestros objetivos a largo plazo. Con el paso de los años parece como si el depósito de nuestras ilusiones se fuera agotando. Esta sensación está asociada a la experiencia. 

Las cosas no nos hacen la misma ilusión cuando las hacemos por primera vez, que cuando la repetimos muchas veces. Por eso las ilusiones hay que renovarlas.

El problema de las ilusiones llega cuando no sabemos conformarnos, es decir, cuando construimos nuestro objetivo sobre expectativas de las que dependen directamente nuestra felicidad o nuestra autoestima y que, si no las conseguimos, nos hacen sentir mal. Por eso, debemos motivarnos, ilusionarnos sin despegar mucho los pies del suelo.

La ilusión conecta con los sentimientos más positivos del ser humano y es contagiosa

Recurrimos a ella para sentirnos mejor, para alcanzar algo que nos hace feliz. Eduardo Punset argumenta que “en el hipotálamo del cerebro está lo que los científicos llaman circuito de la búsqueda. Este circuito, que alerta los resortes de placer y de felicidad, sólo se enciende durante la búsqueda y no durante el propio acto.

En la búsqueda, en la expectativa, radica la mayor parte de la felicidad”. Dice Gilbert Keith Chesterton que “hay algo que da esplendor a cuanto existe y es la ilusión de encontrar algo a la vuelta de la esquina”. La ilusión aviva nuestro sentimiento de felicidad por eso es algo que debemos cultivar.

La ilusión sirve para no rendirnos, para llenarnos de aliento y empujarnos a conseguir nuestros objetivos a largo plazo. Con el paso de los años parece como si el depósito de nuestras ilusiones se fuera agotando. Esta sensación está asociada a la experiencia. Las cosas no nos hacen la misma ilusión cuando las hacemos por primera vez, que cuando la repetimos muchas veces. Por eso las ilusiones hay que renovarlas.

Quizá resulte más eficiente cambiar esa tendencia de creer que “si las cosas fueran de otra manera, estaría mejor, sería más feliz, encontraría trabajo antes” por la siguiente creencia “mis circunstancias pueden empezar a cambiar e incluso, ser radicalmente distintas, si empiezo a actuar de otra manera”.
Dedicar tiempo y esfuerzo a conocernos, es el primer paso para hacer realidad el objetivo que nos marquemos. Párate a pensar, reflexiona, haz un buen balance personal y profesional y define claramente qué quieres, por qué lo quieres y por qué eres bueno en eso que tú quieres.

Trabaja por tener claro tu proyecto.

¿Por qué no empezando con una sonrisa? 


Hugo W Arostegui

miércoles, 29 de marzo de 2017

Habilidad Para Aprender




La mayoría de la gente no se siente frenada por sus habilidades innatas pero sí por su forma de pensar. Piensan que la inteligencia está predeterminada, pero no es así. Tu cerebro es como un músculo. Mientras más lo uses y ejercites más crece.

Nuevas investigaciones muestran que podemos tomar el control de nuestra habilidad para aprender. Todos podemos convertirnos en mejores estudiantes. Solo necesitamos desarrollar nuestro cerebro de la manera adecuada.

La vida es un largo camino del que conocemos su origen, pero no sabemos ni su fin ni cómo transcurrirán sus etapas. Durante nuestra andadura alcanzamos cimas, momentos felices en los que nos sentimos motivados, queridos, protagonistas de nuestro propio éxito, pero también transitamos por valles donde todo es monotonía o nos encontramos con obstáculos que debemos ir sorteando.

En todo este proceso, lo realmente importante es que tú seas el verdadero protagonista de tu vida y que alcances las metas que te marques tal y como has querido hacerlo. 

No es fácil mantener la fe en sí mismo, cuando las cosas o no marchan bien o simplemente fracasan. Es normal, que podamos llegar a sentirnos  inseguros y que ello influya en la forma en que encaramos la búsqueda de los objetivos o sueños que nos hemos planteado,  tanto a nivel personal como profesional. Creer en ti mismo no es fácil, lo sabemos todos porque todos nos hemos visto ante las adversidades y todos hemos enfrentado el fracaso.

Creer en ti mismo no es fácil cuando las cosas van mal, pero es algo que solo tú puedes lograr, dar el primer paso más allá del fracaso, intentar, siempre levantarte y volver a empezar. 

No esperes que nadie crea en ti, aunque muchos lo harán y siempre es un gran consuelo. Pero si sientes que han perdido la fe en ti, lejos de sentirte abandonado, fracasado o con ganas de dejar todo de lado, debes mantenerte firme en tu capacidad, en tus posibilidades…nadie debe creer en ti más que tú mismo, porque tú puedes lograrlo a partir de que asumes que eres tú el que tiene que creer, intentar, seguir, y triunfar…

Vamos que se puede

Hugo W Arostegui

Ser Protagonistas


Los niños que suspenden un examen suelen decir “me han suspendido”, sin embargo cuando un niño obtiene una buena calificación en examen, suele decir “he sacado un 9 sobre 10”, incluso si su equipo de fútbol preferido gana un partido suele decir “hemos ganado”, apropiándose así del éxito de otros; esto se repite a lo largo de nuestra vida, incluso de adultos cuando nos encontramos ante situaciones de éxito o de fracaso nos comportamos apropiándonos del éxito y disociándonos del fracaso.

En este artículo veremos cuáles son las causas, los beneficios y los perjuicios de comportarse con una actitud de victima ante el día a día y la vida.

Antes de continuar sería bueno que por unos minutos reflexiones si tu mismo/a tienes una actitud de víctima o de protagonista, también reflexiona ante qué circunstancias te comportas como protagonista y cuáles como víctima. Piensa también en las personas de tu entorno más cercano, intenta detectar comportamientos de victimismo o de protagonismo de tus amigos, familiares, compañeros de trabajo…

 La mayoría de estos comportamientos son inconscientes, es decir ante cualquier situación desagradable o no deseada, reaccionamos con un comportamiento irracional, a los niños no se les puede reprochar este tipo de comportamientos, son niños, sin embargo en la edad adulta esto puede tener perjuicios que no se valoran en el momento de la reacción, por ejemplo, cuando un adulto llega tarde a una cita o reunión y este se excusa por el tráfico, en la mayoría de los casos no está asumiendo la responsabilidad de planificar bien el desplazamiento o tomar en consideración que puede encontrarse con tráfico que le impida llegar a tiempo, ¿tiene sentido?

Ante estas situaciones, bajo mi punto de vista, entiendo que el perjuicio más grande de eludir las responsabilidades, es decir, adoptar un comportamiento de víctima, es la pérdida de poder personal, poder para liderar su propia vida, impidiendo a la persona que tiene este tipo de comportamiento a cambiar favorablemente sus resultados.

 Me gustaría que por unos minutos pensaras y reflexionaras en aquellas situaciones que un comportamiento de víctima ha impedido alcanzar un objetivo o propósito de la manera que hubiera sido ideal.

La vida es como una película con un guión incierto, sin embargo, muchas personas dejan pasar los folios en blanco de este libro como si la vida fuese eterna, viven a la espera de que llegue un momento mejor para hacer realidad sus sueños. Se equivocan al pensar que siempre habrá un mañana porque la verdad de la vida es el ahora.

Por tanto, disfruta de este instante, no seas un actor secundario en la trama cuando está en tu poder ser el protagonista, quien toma las decisiones importantes, quien toma las riendas de su vida con ilusión.

Hoy es un buen día para, a modo de coaching, hacer un cambio importante en tu vida y pasar de ocupar un papel secundario en la historia, para ocupar el papel principal en este  cartel tan fascinante de la existencia donde tú eres quien decide el título principal de tu vida:

¿Cuál es el lema que dirige tu existencia? ¿Qué mensaje llena de luz tu alma? ¿Qué frase te hace vibrar por dentro de verdad?

En la vida puedes adoptar una actitud de espectador o una actitud de protagonista. Ser espectador significa conformarse, ver cómo los demás obtienen las grandes recompensas de la vida, o peor aún, quejarse de la situación desventajosa pero sin hacer nada para cambiarlo.
Por otro lado, ser protagonista significa tomar acción encausada, utilizando toda tu capacidad y tus recursos, para perseguir tus sueños y alcanzar los objetivos concretos que te propongas. No digo que sea sencillo alcanzar tus sueños; seguramente no sea de un día a otro, ni siquiera de un año a otro (solo en las películas), pero seguro avanzaremos tomando acción inmediata (por más pequeña que parezca) y hacerlo de manera constante.


Marquemos La Diferencia



Lo que va a marcar la diferencia en nuestras vidas va a ser si damos o no lo mejor de nosotros mismos. 

Podemos dejarnos llevar por la costumbre, el miedo o el qué dirán, o bien lanzarnos a la piscina de construirnos la vida que de verdad queremos. Quedarnos en el sofá lamentándonos de nuestra suerte no va a cambiar nada, al contrario, lo va a empeorar. Es nuestra decisión hacer algo por transformar nuestras vidas para que sean cada vez más como nosotros queremos.

Veamos algunos consejos prácticos sobre cómo dar lo mejor de nosotros mismos.

La actitud es una elección que podemos hacer consciente o inconscientemente. Yo puedo decidir levantarme cada mañana de mal humor, o hacerlo con ganas de transformarme a mí mismo y ser el cambio que quiero ver en el mundo.

Viktor Frankl en su libro “El hombre en busca de sentido” ya dijo que la libertad última del ser humano es la actitud. Imagínate, ¡en un campo de concentración hablando de actitud! ¿Qué peor puede pasarte que perder a todos tus seres queridos, tu libertad y dignidad y sufrir los abusos de un campo nazi? Y aun así, hablaba de actitud. Así que… ¡no hay excusas!


Cuando me levanto por las mañanas lo primero que hago es dar las gracias por todo lo que ya hay en mi vida. Seres queridos, oportunidades, salud… quiero mejorar mi vida, está claro, pero la mejor manera de hacerlo es desde la gratitud por lo que ya tengo.

Así que, mira a tu alrededor, ¿de qué puedes dar las gracias? ¿Cuáles son las cosas que mañana al despertar quieres que sigan allí? Desde un ser querido, a una ducha de agua caliente, date cuenta de cuántas cosas buenas hay ya en tu vida. Si te sientes víctima pierdes el poder de transformar tu vida.

También cada mañana al despertar pienso en cómo puedo marcar hoy la diferencia. Está muy bien tener planes a largo plazo, pero es todavía mejor traducirlo en pequeños resultados que podamos aplicar hoy. ¿Qué puedes hacer hoy que marque una diferencia en tu destino y el de otras personas?
Todos tenemos un talento único que nos distingue, una luz que brilla en nosotros. 

Descubre lo mejor que hay en ti y ponlo al servicio de marcar la diferencia desde hoy mismo. Porque si cada día te esfuerzas por ser un poco mejor, tu autoestima y bienestar aumentarán y contribuirás a crear una sociedad mejor.

Quizás sientas que la vida ha sido demasiado injusta contigo, pero si te quedas en la queja, mañana seguramente la emoción habrá desaparecido, pero tú seguirás aquí. Y seguirás no sólo un poco más amargado, sino que además no habrás podido construir nada que te merezca la pena.



martes, 28 de marzo de 2017

Logros Personales: Remisos En Reconocer Valores


Tener la capacidad de Valorar los logros personales es muy importante para mejorar la autoestima

Muchas personas pueden no dar importancia a la mayoría de sus logros simplemente porque no han logrado alguno en particular. Sin embargo, es importante darse cuenta de todo lo que se ha hecho en la vida y todo lo que se ha aprendido por pequeño que sea.

Algunas personas también son capaces de reconocer sus logros personales pero no le dan la importancia que deberían porque se comparan con otras personas que han logrado otras cosas que también les hubiera gustado conseguir.

Para poder mejorar la autoestima, lo mejor es tomarse un tiempo para plantearse y pensar todo lo que se ha logrado en la vida y todas las cosas que hoy nos hacen felices y hemos conseguido.

Mucha gente puede no darse cuenta que toda su vida persiguió un supuesto sueño y que aunque no lo ha logrado ha conseguido otras tantas cosas que le han dado una gran felicidad. 

Por este motivo, sentarse a pensar o hacer una lista sobre los logros más importantes que se han conseguido, es una excelente práctica para mejorar la autoestima. Seguramente nos sorprendamos nosotros mismos de las cosas que más valoramos y que hoy nos hacen felices y que nunca hubiéramos pensado.

Por ejemplo, es habitual ver personas frustradas y con baja autoestima porque piensan que no lograron nada solo porque no obtuvieron el trabajo que querían. Sin embargo, estas personas pueden ser incapaces de valorar que han logrado formar una familia que les quiere, que han tenido hijos de los cuales pueden sentirse orgullosos y un sinfín de cosas más.

Para mejorar la autoestima, es importante saber valorar los logros que se han conseguido y no sufrir por aquellos que no se han alcanzado. Si tanto nos duele no haber conseguido algo, lo mejor es luchar por conseguirlo pero no sentarse a sufrir, a lamentarse, a sentirse mal y a quitarle importancia al resto de las cosas que si se han conseguido.

Se nos suele dar muy bien recriminarnos por aquello que pensamos que hacemos “mal” o por lo que percibimos que no somos capaces de conseguir. Es importante equilibrar la balanza poniendo también atención a nuestros logros personales, por pequeños que estos puedan parecernos, en lugar de centrarnos en el supuesto lado negativo de nuestra persona.  

Reprendernos constantemente olvidando, en cambio, felicitarnos por nuestros méritos, nos conducirá inevitablemente hacia una pobre opinión de nosotros mismos, lo que a su vez contribuirá a minar más nuestra autoestima.

Todas nuestras actitudes forman parte de nosotros aquí y ahora y el punto de partida para modificar las que no nos gustan es aceptarlas. No podemos trascender aquello que primero no hemos aceptado que ya es.

Pero igual que atendemos a lo que consideramos negativo; a nuestras propias sombras, es importante mirar también hacia lo que sí nos gusta de nosotros mismos; hacia nuestras luces.

 A veces cuando pido a personas que expongan sus logros y fortalezas, suelen expresarlas con voz tenue y restándoles importancia, dando mucho más peso a sus supuestas debilidades. Esto puede guiarnos hacia un sentimiento de incapacidad e indefensión.

Pensamos que ha llegado la hora de asumir defectos y virtudes ponernos las pilas que de alguna forma nos hacen demostrar nuestros valores a la hora de las definiciones, sin duda todavía hay mucho paño para cortar en este asunto de asumir potencialidades.

Hugo W Arostegui


Cuando Nos Equivocamos


A nadie le gusta equivocarse, y reconocerlo es algo que muchas veces nos cuesta hacer.

Equivocarnos no nos hace menos valiosos, ni menos sensatos, ni menos dignos. Los errores son parte de la vida y nos brindan la oportunidad de ser mejores aprendiendo de la experiencia y aceptando consecuencias. 

Pedir perdón o cometer un error no nos tiene porqué quitar valor, no tengamos miedo a reconocer lo que hicimos mal.

Reconocer nuestros errores habla de nuestra madurez como seres humanos, puede que ello no sea muy sencillo que digamos, pero si lo pones en práctica, con el tiempo descubrirás que es la mejor manera de aprender de la vida, de tu vida.

Es más liberador que difícil reconocer que nos equivocamos, entonces hagamos el sano ejercicio de pronunciar dos palabras: ¡Me equivoqué! Nadie está exento de equivocarse:

El caminar tiene sus tropiezos y caídas, pero esto no significa que haya que dejar de dar pasos. 

Equivocarse trae muchas ventajas, si aprendemos a mirar lo que sucede con ojos de sabiduría. Los errores son importantes para nuestro bienestar así pueda sonar algo confuso, pero para que estos no pasen en vano por nuestras vidas, es importante registrarles y resarcirles. Duele equivocarnos. 

Pero a veces nos duele más reconocerlo… Es una sensación inexplicable de dolor en donde no te están apretujando un dedo, pero si te están apretujando el alma.

Pasamos entonces a tener una mezcla de sentimientos revueltos en la panza y aunque deseemos reconocer que nos equivocamos, nos rendimos ante la facilidad del no hacerlo. No nos gusta desacomodarnos: Queremos seguir teniendo la “razón” así cueste, el orgullo no permite que nos movamos de nuestra posición “privilegiada” y allí nos enredamos y nos desgastamos intentando creer que no nos hemos equivocado, o que si lo hicimos, fue de una minúscula forma: es como si eligiéramos entre la ceguera y el astigmatismo avanzado, vemos tan borroso, que preferimos creer que no hay nada de mancha en el horizonte.

El orgullo y el no querer vernos en nuestra condición de seres en proceso de construcción puede llenar de lodo nuestros pasos. Si nos equivocamos, nada hay de malo en reconocerlo y aceptar las consecuencias, todo lo contrario, ello nos llena de mayor valor: necesitas de más determinación y valentía para mirarte a ti mismo antes que mirar a los demás.


Las Mal Llamadas Limitaciones


En el mundo en que vivimos nos encontramos a menudo sintiéndonos presos de nuestros sueños no cumplidos, de nuestros deseos reprimidos, de las deudas que hay que pagar, de nuestra rutina y responsabilidades. 

El tiempo destinado para explorar nuestra alma y encontrar un verdadero punto de equilibrio se hace particularmente difícil en un mundo que se nos presenta muy material, caótico y externalizado.
Pero es este mundo en que vivimos, querámoslo o no, lo único que tenemos, y por lo mismo, es necesario aceptarlo inicialmente exactamente como es, para luego, en base a nuestra propia determinación, despertar una chispa de cambio comenzando desde nuestro propio mundo interno.

Nuestras limitaciones nacen en nuestra cabeza, la que a menudo se lo pasa juzgando aquello que está mal en nosotros, maximizando hasta nuestros más pequeños defectos y errores, yendo de un lado para otro en medio de miles de pensamientos sin sentido y mermando en muchas ocasiones nuestra propia capacidad de enfocarnos y sentirnos libres.

La libertad, desde mi experiencia, no nace de estar en un lugar físico determinado: Es un estado interior, de calma, de caminar a través de lluvias, aglomeraciones y situaciones poco favorables con determinación, sabiendo que, si bien estamos presentes en el momento, no somos eso, sino que, en perspectiva, estamos en un plano superior.

Para barrer con todas las limitaciones que nos impiden ser más y lograr más, es necesario un cambio de estilo basado en acciones permanentes y sostenidas en el tiempo. 

Tal como aprendemos a adquirir nuevos hábitos, es en este caso fundamental el incorporar algunos aspectos en nuestro interior de modo de poder sellarlos como raíces potentes y beneficiosas para nuestro cotidiano:

Liberarnos de nuestras limitaciones es nuestra tarea personal e interna de todos los días. Mi invitación es a disfrutar el proceso dentro de un entorno dinámico y una vida que es corta en nuestra dimensión física. La clave para ello está en querer y en pasar a la acción con determinación.

En la ceremonia de graduación de Harvard, recientemente, el cineasta Steven Spielberg expresó que la forma de crear un mejor futuro es conociendo nuestro pasado. Él insiste a sus hijos que vean hacia atrás, que traten de comprender el pasado. Para que entiendan quiénes son ellos, deben saber quiénes fueron sus padres, sus abuelos y como era su país antes que ellos nacieran.

También nosotros tenemos que entender nuestro pasado, buscar las causas que originaron un conflicto que parece estar aún tan presente en nuestro tiempo. Esto nos podría ayudar a reconocer nuestras limitaciones, no solo como individuos sino como grupo social.


Sin Fecha De Desalojo


El miedo a la muerte es un temor universal, en mayor o menor medida, todos nos vemos sometidos a pasar por un episodio obligatorio, del que además no tenemos mayor información. Sabemos que es un acontecimiento inevitable, que nos toca vivir a todos por igual y ni siquiera tenemos el control (en condiciones naturales), de decidir el momento en el cual preferimos que ocurra.

Nos sentimos muchas veces como si tuviésemos el tiempo contado, que la vida es muy corta, que quisiéramos multiplicarnos para poder hacer todo lo que queremos a lo largo de ella.

Si pudiésemos estar conscientes de que la muerte no existe como tal y que estamos en una larga cadena evolutiva a través de muchísimas experiencias similares a esta, estaríamos un tanto más relajados en lo que se asocia a la muerte en este plano.

Recientemente leí una analogía que me pareció muy válida y me gustaría compartir:
Imaginemos que nos vamos a vacaciones por un tiempo y rentamos una casa en donde nos hospedaremos, por algún motivo, hacemos de esa casa nuestra, se nos olvida que debemos salir de ella más pronto que tarde y nos dedicamos a tomar esa casa vacacional como la nuestra, le ponemos un nombre en la entrada, compramos cosas a nuestro gusto, la acondicionamos, invitamos a algunas personas a tomar té, en fin… es ahora nuestra casa.

Pero un día llega el dueño y nos solicita que dejemos esa casa y en ese momento sentimos el mundo caer, que es el fin, nos preguntamos qué pasará luego… Y algo así es lo que nos ocurre cuando encarnamos para vivir esta experiencia, se nos olvida que esta vida no es más que una herramienta para aprender y evolucionar, para amar y ser amados, esto no es todo, venimos de algo superior que nunca muere. Solo dejamos acá nuestro medio de transporte, pero nuestra esencia que no tiene nada que ver con algo tangible, nos lo llevamos, nos acompaña en ese viaje eterno, junto a nuestro respectivo historial de amores, que hará nuestra alma cada vez más sabia.

Cuando entendemos que la muerte no es más que una ilusión, se hace más sencillo llegar a ese momento sin generarnos un drama, viviendo esta vida de la mejor manera posible, amando y cultivando, amando y cosechando, amando y siendo amados.

“¿Dónde está la utilidad
de nuestras utilidades?
Volvamos a la verdad:
vanidad de vanidades”

Hugo W Arostegui