martes, 9 de mayo de 2017

Desesperanza


El estilo atribucional propio de la desesperanza se caracteriza por una tendencia a explicar los sucesos negativos a partir de causas internas, estables y globales, así como a presentir consecuencias negativas y concluir que, si dichos sucesos negativos han tenido lugar, eso significa que algo falla en uno mismo. 

Esto es, las personas con este estilo hacen una interpretación "fatalista" de los problemas que les ocurren, pensando que "no tienen solución", que "no hay nada que puedan hacer para mejorar la situación" y que las consecuencias "son inevitables, permanentes y que afectarán a todos los ámbitos de la vida". Además, se "echan la culpa" de lo que les sucede y piensan que les "seguirá pasando en el futuro".

La Teoría de la Desesperanza de la Depresión propone que el estilo atribucional descrito actúa como factor de vulnerabilidad al interactuar con acontecimientos estresantes. De esta manera, cuando un adolescente experimenta circunstancias vitales adversas, tales como un suspenso o un rechazo por parte del grupo, interpretará causas y consecuencias muy negativas para dichas circunstancias, poniéndose en riesgo de desarrollar depresión. Además, el modelo establece que el riesgo es sobre todo para un tipo de depresión denominada Depresión por Desesperanza, que incluye síntomas tales como baja autoestima, falta de energía, tristeza, etc.

Este modelo de la desesperanza permite explicar el aumento de prevalencia de depresión en la adolescencia, ya que algunas de las características claves de esta teoría, tales como la vulnerabilidad cognitiva y los sucesos estresantes, experimentan un considerable aumento en esta etapa evolutiva.

Así mismo, se ha propuesto que el estilo atribucional de la desesperanza podría ser útil para entender el hecho de que las mujeres muestren un mayor número de síntomas depresivos que los hombres, ya que las mujeres tienden a mostrar en mayor medida dicho estilo cognitivo y, por tanto, serían más vulnerables ante ciertas circunstancias estresantes (Hankin y Abramson, 2001).

La teoría de la Desesperanza de la Depresión ha generado muchas investigaciones a nivel internacional, con resultados muy variados. Algunas de las limitaciones que han obstaculizado estos estudios se refieren a la necesidad de contar con instrumentos de medida adecuados para evaluar el estilo cognitivo de desesperanza. En el estudio publicado en Ansiedad y Estrés, en el que han participado casi 1.000 adolescentes, se ha adaptado con buenas propiedades psicométricas un test para evaluar el estilo atribucional (Cuestionario de Estilo Atribucional para Adolescentes). Los resultados muestran que la desesperanza y los acontecimientos estresantes se asocian significativamente a la depresión y que las chicas muestran más síntomas de depresión, particularmente aquellos más consistentes con el modelo de la desesperanza.

Además, el estudio sugiere que la vulnerabilidad cognitiva al estrés se da particularmente entre las chicas. Por un lado, las chicas muestran una mayor tendencia al estilo atribucional de desesperanza, ya que atribuyen en mayor medida los acontecimientos negativos a causas globales; y perciben un mayor número de consecuencias negativas para sí mismas y el futuro. 

Por otro lado, si bien el estilo de desesperanza se asocia a más síntomas de depresión tanto en chicos como en chicas, es solamente en estas últimas en quienes actúa como factor de vulnerabilidad, haciendo que el impacto de los estresores en los síntomas depresivos sea mayor entre las chicas caracterizadas por este estilo cognitivo.

Los resultados de esta investigación contribuyen a conocer mejor la etiología de la depresión, especialmente el trastorno del estado del ánimo vinculado a la desesperanza, así como las diferencias de género en la prevalencia de esta patología. Las conclusiones a las que se llega tienen aplicación en la práctica clínica, tanto en el ámbito de la prevención como del tratamiento. En concreto, las estrategias de reestructuración cognitiva dirigidas a modificar los estilos atribucionales negativos que los adolescentes aplican cuando se enfrentan a acontecimientos estresantes pueden ser de gran valor en este contexto.

El modelo de la desesperanza, como otras teorías de vulnerabilidad al estrés, nos lleva a reflexionar sobre el papel de nuestros pensamientos como elemento que matiza el impacto de los acontecimientos negativos en nuestro bienestar emocional, y sobre la necesidad de educar y fomentar el desarrollo de estilos cognitivos saludables entre los adolescentes.


Necesidades Básicas Insatisfechas


Los enfoques básicos empleados para la identificación empírica de la pobreza han sido el Método del Ingreso o de la Línea de Pobreza (método indirecto) y el Método de la Necesidades Básicas Insatisfechas (método directo). Ambos suponen una definición de la pobreza, de sus causas y del tipo de políticas que se consideran más adecuadas para combatirlas.

La pobreza según los ingresos:

El método de la Línea de Pobreza, método indirecto ya que lo que identifica es la satisfacción potencial de las necesidades, identifica a los pobres como aquellas personas con un ingreso deficiente. Este método se relaciona con la definición de pobreza como estándar de vida ya que considera pobres a las personas cuyo ingreso no es suficiente para mantener un nivel de vida considerado mínimo. Tras el método de la línea de pobreza subyace la idea de que la pobreza es el resultado de la distribución desigual del ingreso, producto de un desarrollo insuficiente de la región o de la concentración de ingresos en ciertos sectores de la sociedad.

En América Latina se aplica el Método de la Línea de la Pobreza en su variante alimentaria, el cual consiste en establecer, a partir de los ingresos de los hogares, si éstos tienen capacidad de satisfacer un conjunto de necesidades alimentarias y no alimentarias consideradas esenciales. La fuente de información son las Encuestas Permanentes de Hogares.

Para calcular la Línea de Pobreza es necesario contar con el valor de la Canasta Básica Alimentaria (CBA) y ampliarlo con la inclusión de bienes y servicios no alimentarios (vestimentas, transporte, educación, salud, etc.) con el fin de obtener la Canasta Básica Total (CBT). La CBT es el resultado de la multiplicación de la CBA por la inversa del Coeficiente de Engel (se define como la relación entre los gastos alimentarios y los gastos totales derivados e la población de referencia: Coef. de Engel = Gastos alimentarios / Gastos totales).

En cada período se actualiza tanto el numerador como el denominador del coeficiente de Engel con la variación relativa al Índice de Precios al Consumo. En función de la variación relativa de los precios, se determina para cada período de medición de la pobreza, el valor del coeficiente.

Para expandir el valor de la CBA, de hecho lo que se hace es multiplicar su valor por la inversa del Coeficiente de Engel: CBT = CBA * inversa del Coeficiente de Engel.
Por último, se compara el valor de la CBT de cada hogar con el ingreso total familiar de dicho hogar. Si el ingreso es inferior al valor de la CBT se considera que el hogar y los individuos que lo componen se hallan por debajo de la Línea de Pobreza.

La pobreza según el método de las Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI):

Es el método directo más extendido en América Latina. Este método define a los pobres como aquellas personas que tienen carencias, privaciones o necesidades básicas insatisfechas, sobre todo en materia de servicios públicos: vivienda, agua, drenaje, educación. Considera que la pobreza es producto de la desigualdad en el consumo, en el acceso de los servicios públicos, etc. Este método utiliza como base informativa a los Censos y a la Encuesta Permanente de Hogares. Parte de seleccionar las necesidades que se consideran básicas y luego fijar los umbrales mínimos de satisfacción en términos de mercancías. Serán pobres los hogares o individuos que no disponen o consumen todos o una combinación de los bienes y servicios.

Se selecciona un conjunto de necesidades que se consideran básicas para la vida en sociedad. Entre ellas se cuentan necesidades habitacionales, educacionales y ocupacionales y para medir estas necesidades se construyen una serie de indicadores, como por ejemplo: hacinamiento (hogares con más de tres personas por cuarto); vivienda (hogares que habitan en una vivienda de tipo inconveniente: pieza de inquilinato, vivienda precaria, etc.); condiciones sanitarias (hogares que no tuvieran ningún tipo de retrete); asistencia escolar (hogares que tuvieran algún niño en edad escolar que no asista a la escuela); capacidad de subsistencia (hogares que tuvieran una tasa de dependencia económica de tres inactivos por miembro ocupado y jefe con nivel educativo bajo).


Se consideran hogares con NBI a aquellos que reúnen al menos una de estas condiciones. Esto se debe a que, al considerar básicas todas las necesidades deben ser cumplidas simultáneamente.

Necesidades Básicas


Se ha creído tradicionalmente, que las necesidades humanas tienden a ser infinitas; que están constantemente cambiando; que varían de una cultura a otra, y que son diferentes en cada período histórico. Pero tales suposiciones son incorrectas, puesto que son producto de un error conceptual, que consiste en confundir las necesidades con los satisfactores de esas necesidades.

Las necesidades humanas fundamentales son finitas, pocas y clasificables. Además las necesidades humanas fundamentales son las mismas en todas las culturas y en todos los períodos históricos. Lo que cambia, a través del tiempo y de las culturas, son la manera o los medios utilizados para la satisfacción de las necesidades.

Las necesidades fundamentales son: subsistencia (salud, alimentación, etc.), protección (sistemas de seguridad y prevención, vivienda, etc.), afecto (familia, amistades, privacidad, etc.) entendimiento (educación , comunicación, etc.), participación  (derechos, responsabilidades, trabajo, etc.), ocio (juegos, espectáculos) creación (habilidades, destrezas), identidad (grupos de referencia, sexualidad, valores), libertad (igualdad de derechos).

Concebir las necesidades tan sólo como carencia implica restringir su espectro a lo puramente fisiológico, que es precisamente el ámbito en que una necesidad asume con mayor fuerza y claridad la sensación de “falta de algo”. Sin embargo, en la medida en que las necesidades comprometen, motivan y movilizan a las personas, son también potencialidad y, más aún, pueden llegar a ser recursos. La necesidad de participar es potencial de participación, tal como la necesidad de afecto es potencial de afecto.

Integrar la realización armónica de las necesidades humanas en el proceso de desarrollo, significa la oportunidad de que las personas puedan vivir ese desarrollo desde sus comienzos; dando origen así a un desarrollo sano, autodependiente y participativo, capaz de crear los fundamentos para un orden en el que se pueda conciliar el crecimiento económico, la solidaridad social, el crecimiento de las personas y la protección del ambiente.


Las necesidades humanas básicas referidas, deben constituirse en derechos inalienables del ser humano, ya que su posesión y práctica hacen a la dignidad del individuo y las comunidades. 

La satisfacción de estas necesidades implica un marco ambiental sano. La degradación del ambiente, provocada por los procesos de contaminación y  “explotación”  irracional de los recursos, atenta gravemente contra ellas. Actualmente y a nivel mundial, los modelos de desarrollo económico y tecnológicos han provocado que millones de seres humanos no hayan tenido posibilidad de acceder a la satisfacción de estas necesidades básicas.

Confianza


¿Qué es la confianza en uno mismo?

La confianza en uno mismo es una manera sana de comunicarse. Es la capacidad de defenderse de forma honesta y respetuosa. Todos los días, nos enfrentamos a situaciones en las que tener confianza y seguridad en nosotros puede ser de gran ayuda; por ejemplo al invitar a alguien a una cita, al acercarse a una maestra para hacerle una pregunta o presentarse a una entrevista para la universidad o un trabajo.

No todos tienen confianza en sí mismos naturalmente. Algunas personas se comunican de manera demasiado pasiva. Otras personas tienen un estilo demasiado agresivo. Un estilo seguro es el equilibrio ideal entre estos dos extremos.

Ser seguro significa lo siguiente:
Puedes expresar una opinión o decir cómo te sientes.
Puedes pedir lo que deseas o necesitas.
Puedes expresar tu desacuerdo de manera respetuosa.
Puedes hacer sugerencias o dar a conocer tus ideas.
Puedes decir "no" sin sentirte culpable.
Puedes defender a otra persona.

¿Por qué es importante?

Un estilo de comunicación seguro puede ayudarnos a hacer los que deseamos, pero es mucho más que eso. Cuando nos sentimos seguros de nosotros mismos, nos respetamos y respetamos a otros.
Las personas que hablan con seguridad y confianza demuestran que creen en sí mismas. No son demasiado tímidas ni demasiado avasalladoras. Saben que sus ideas y sus sentimientos son importantes. Tienen confianza.

Las personas seguras de sí suelen hacer amigos con más facilidad. Se comunican con respeto hacia las necesidades de las otras personas y a sus propias necesidades. Suelen ser buenas para resolver conflictos y desacuerdos. Las personas que respetan son respetadas.

Hugo W Arostegui


lunes, 8 de mayo de 2017

La Coherencia


Una simple filosofía de vida, tan sencilla que en ocasiones nos olvidamos de aplicarla: sé coherente, que lo que piensas coincida con lo que dices y con lo que haces

Cuando esto no sucede, nos encontramos con problemas, malentendidos, falta de motivación, errores, y un sinfín de situaciones que podríamos evitar con una simple palabra: coherencia. Las personas en las que más confías la tienen. Las personas a las que admiras la muestran. Y créenos, es lo que quieres en tu vida. Existen muchísimos malentendidos entre las personas porque dicen unas cosas y hacen otras, o porque las hacen a regañadientes porque lo que han dicho que querían no coincide con lo que pensaban. Muchas personas acuden a consultas psicológicas porque quieren entender por qué hicieron esto o aquello, y se pasan (y pagan) semanas y meses tratando de comprender cómo han llegado a situaciones en las que no querían estar
.
¿Quieres algunos ejemplos?

Javier está sentado en un sofá, pensando en que está en baja forma, que debería ponerse a hacer deporte tarde o temprano, mientras se come otra galleta con chocolate delante de una reposición de un episodio en la tele.

Sonia necesita aprender idiomas, se lo está diciendo a todo el mundo, en la cafetería, en el bar, en la fiesta, el inglés es importantísimo para su trabajo, prácticamente imprescindible, y sin embargo, lleva tres meses en su puesto y ni siquiera ha buscado una academia.

Magda le dice a su novio que está harta de fumar, que lo deja, lo deja y lo deja, todo esto con un cigarro en la mano. Él lleva oyendo lo mismo tres años y medio, y le devuelve una sonrisa. Ella se enfada con él porque no la apoya.

Héctor ha decidido tras su separación que no quiere una relación. Sin embargo lleva cuatro semanas durmiendo en casa (y cama) de Elena. Cuando lo hablan, ella se enfada y él no la entiende.

Luz se pasa horas en una manifestación para reducir la pobreza en el mundo. Llega a casa, se quita sus sandalias de marca, su camiseta de marca, sus pantalones de marca, se sienta a leer el correo electrónico y el primer mensaje que elimina es el de una ONG que le pide una donación mensual para apadrinar a un niño.

Estos son sólo unos pocos ejemplos en los que el problema es siempre el mismo: falta la línea que une tus pensamientos, tus palabras y tus acciones. Si lo que sale de tu pensamiento lo verbalizas tal como lo quieres, y te pones en camino hacia ello, es mucho más probable que consigas tus objetivos, que seas una persona más sencilla, más libre, que te resulte mucho más fácil entenderte a tí mismo y comunicarte con los demás, pues habrás ganado en credibilidad y fuerza de voluntad. Además, es el tipo de personas que queremos tener a nuestro lado.

¿Cómo nos convertimos en una persona coherente? No es tan sencillo. Es más fácil decir que hacer. Como todo, a caminar se empieza andando, poquito a poco. Escucha tu diálogo interior, ¿qué piensas realmente? Escucha tu diálogo exterior, tu lenguaje verbal, observa tu lenguaje no verbal. ¿Quieres estar en este sitio? ¿Qué quieres hacer? ¿Qué quieres cambiar? Y luego piensa en las cosas que haces, en las situaciones y en las personas con las que las haces, ¿Son las que quieres hacer? ¿Quieres cambiar algún hábito? ¿Lo piensas realmente? Practica este ejercicio de escucha interior y observación para ver si vives una vida coherente contigo, con tus valores, con tus necesidades, con tus aspiraciones… 

¡Puedes hacerlo! Comienza el viaje, y disfruta la transformación a cada paso.


Hugo W Arostegui

Reflexionando


Para encontrarnos a nosotros mismos y tener un momento de reflexión, no es necesario que nos alejemos de todo, ya que podemos decidir hacerlo en donde estemos. Cuando estamos reflexionando, es como si nos pusiéramos un espejo hacia lo que tenemos adentro y es así como podemos identificar las áreas preocupantes que nos acechan o quizás lo que nos hace realmente felices y queremos continuar haciendo.

Es un proceso muy rico, porque nos ayuda a mejorar y a conocernos realmente, lo que facilita la toma de decisiones y nuestra interrelación con las demás personas. En esta ocasión, se nos ocurrió traerte una serie de hermosas frases, las cuales contienen un toque realista que nos hará reflexionar.

Reflexiones Como:

La idea es que puedas compartirlas con quienes quieras, de manera que este mensaje llegue cada vez más lejos y más personas puedan sentirse inspiradas al leerlos. Recuerda, es cuestión de perspectiva y del punto de vista que tengamos, dependerá la felicidad que experimentemos.

“Se me hace difícil ver lo ensimismados que vivimos en estos tiempos. Es una pena que ya no disfrutemos las cosas como antes, porque la verdad es que yo veía a los niños más contentos, a la gente más unida. En estos días la tecnología, bajo la excusa de conectarnos, nos separa físicamente, entre nosotros y de la naturaleza también. Démonos unas horas al día sin todo esto, respiremos más, seamos más felices y entremos en contacto con nosotros mismos, la naturaleza y los demás. Recuerda que no hay nada como sentir aire fresco en la cara, el olor de las flores o la sensación que deja el sol sobre la piel. Piensa en eso, te invito a reflexionar”.

“A veces creemos que la familia incomoda más de lo que ayuda, pero no nos damos cuenta del apoyo incondicional que representan realmente. Hay muchísimas formas de ser familia, ya no es como antes, no tienen que ser un papá, una mamá y un par de hijos, ahora la familia son aquellos que quieren estar juntos, que se aman y que encuentran los unos en los otros un apoyo hermoso. No te sentirás solo mientras le des a tu familia el espacio que le corresponde, agradéceles y quiérelos siempre”


Aprender de Los Errores


A través de nuestros errores tenemos la oportunidad de reflexionar y aprender algo nuevo. Cuando revisamos las consecuencias de una acción que acabamos de realizar, es cuando podemos reconocer el error que cometimos. Debido a esto, nos resulta tan difícil prevenir algunos errores, porque sólo podemos reconocerlos una vez que los hemos cometido.

 Desarrollar la capacidad de reconocer y aceptar nuestras equivocaciones amplía nuestra visión de la realidad, nos impulsa a asumir nuestra responsabilidad y nos enseña, además, a reconocer la presencia de personas afectadas por las consecuencias de nuestras equivocaciones.

 Oímos a diario frases como: "Cometer errores es humano", "Un error lo comete cualquiera", etc. pero, lo más importante, es que tengamos la disposición de asumir el compromiso de hacer cuanto sea necesario para corregirlos. Algunos padres, por ejemplo, temen reconocer un error frente a sus hijos por miedo a perder su autoridad o el respeto por parte de ellos, cuando, en realidad, hacerlo sería una señal de sabiduría, humildad y amor.

 Desde luego que no es sencillo aceptar nuestras equivocaciones, pues hiere nuestra autoestima. A veces nos da pena que otros descubran que hemos cometido un error; otras, quedamos paralizados por el miedo de volvernos a equivocar, o también puede suceder que en vez de asumir nuestra responsabilidad y reparar nuestros errores, busquemos culpar a alguien de ellos. En realidad, saber que tenemos derecho a equivocarnos y estar dispuestos a aprender de ello, nos da la libertad de ser auténticos, de tomar decisiones más acertadas y nos concede el permiso para atrevernos a realizar actividades nuevas con más seguridad y confianza.

 En algún momento, nos llegará el día en que hemos cometido un error grave, pero, a pesar de la vergüenza que podamos sentir, no debemos huir de la responsabilidad ni ponernos agresivos o defensivos cuando otros nos hagan una observación al respecto; nuestra meta deberá ser, en ese momento, tratar de reparar el daño de la forma más digna posible. Muchas personas creen que reconocer un error puede ser una señal de debilidad y que, además, puede representar la posibilidad de perder el respeto por parte de los seres queridos… ¡No es así! Definitivamente, el admitir que nos equivocamos nos merece el aprecio y la estima de ellos, especialmente si nos ven hacer el esfuerzo para superarlo y no repetirlo. 

Asumir nuestros errores nos permite crecer y madurar internamente. Además, todas las equivocaciones son una oportunidad para aprender algo nuevo acerca de nosotros mismos, de los demás y de la vida.

 Hay dos maneras simples de aprender y madurar: lo hacemos por error y acierto, reconociendo y asumiendo las consecuencias que se generan de nuestras elecciones. Si tienes hijos, la próxima vez que uno de ellos cometa un error pídele que asuma su responsabilidad sin presionarlo o castigarlo inmediatamente por la equivocación cometida. En su lugar, explícale las posibles consecuencias e invítale para que participe en el proceso de encontrar la solución y el medio para que no vuelva a suceder.


Pensamos, con frecuencia, que los errores son un fracaso, pero, en realidad, podemos verlos como una herramienta valiosa que nos permite aprender, crecer, hacer cambios y superar las limitaciones.

El Pensamiento


Somos seres pensantes y sintientes.
“Según nos hablemos a nosotros mismos, nos viviremos de una marera u otra y el mundo que percibamos será uno u otro.”
-Óscar González-

Nuestra manera de pensar determina lo que sentimos y, a raíz de lo que nos provoca tomamos como prueba de verdad aquello que pensamos. Esto es una capacidad increíble, pero también puede jugarnos malas pasadas.

Es delgada la línea que separa nuestra capacidad de pensar, y de sentir, en la que la emoción se encuentra a medio camino entre ellas.

En nuestro día a día y debido al uso que hacemos de nuestro lenguaje, en muchas ocasiones utilizamos estos tres conceptos como si fueran sinónimos, pero lo cierto es que pensar, emocionarse y sentir son cosas muy diferentes.

Somos seres racionales. Esto no implica que las emociones y los sentimientos sean ajenos y no intervengan en nuestra personalidad, nuestra manera de interpretar el mundo, la toma de decisiones y la forma en que fijamos nuestras ideas.

Hacemos caso a nuestras emociones y es una capacidad humana que no debemos alejar de nuestra vida. La razón sin emoción ni sentimiento no tiene sentido.

Aprender cómo funcionan en nosotros esa relación es fundamental para fomentar nuestra inteligencia emocional, nuestra manera de relacionarnos con nosotros y con los demás y, en definitiva, para mejorar nuestra salud mental.

La emoción está asociada con la personalidad y con la motivación de las personas. Las emociones son de menor duración que los sentimientos y son las que nos motivan a que actuemos. Son más intensas que los sentimientos, pero duran menos.

El sentimiento viene del verbo “sentir” y hace referencia a un estado de ánimo afectivo, por lo general de larga duración, que se presenta en el sujeto como producto de las emociones. Los sentimientos son el resultado de las emociones.

Valorarse a uno mismo y tener congruencia interna es donde realmente se enfrenta la batalla, ganar sobre tu propio corazón y mente, no el de los otros, es lo que verdaderamente hace la diferencia entre una vida sin logros y una con propósito y plena. Pero muy seguido hacemos justamente lo opuesto de lo que realmente queremos, tenemos hábitos o adicciones que nos retienen de avanzar. 

Tenemos patrones de pensamientos negativos atorados en la repetición en automático. Desafortunadamente no tenemos diseñado un  botón de “STOP” en el pizarrón de nuestra mente, y no contamos con un manual, así que tenemos que hacer lo mejor que podamos para encontrar nuestro propio camino.


Hugo W Arostegui

domingo, 7 de mayo de 2017

El Accionar De La Voluntad


La voluntad nos hace realizar cosas por encima de las dificultades, los contratiempos y el estado de ánimo.

Todo nuestro actuar se orienta por todo aquello que aparece bueno ante nosotros, desde las actividades recreativas hasta el empeño por mejorar en nuestro trabajo, sacar adelante a la familia y ser cada vez más productivos y eficientes. En base a este punto, podemos decir que nuestra voluntad opera principalmente en dos sentidos:

- De manera espontánea cuando nos sentimos motivados y convencidos a realizar algo, como salir a pasear con alguien, iniciar una afición o pasatiempo, organizar una reunión, asistir al entrenamiento... 

- De forma consciente cada vez que debemos esforzarnos a realizar las cosas: terminar el informe a pesar del cansancio, estudiar la materia que no nos gusta o dificulta, recoger las cosas que están fuera de su lugar, levantarnos a pesar de la falta de sueño, etc. Todo esto representa la forma más pura del ejercicio de la voluntad, porque llegamos a la decisión de actuar contando con los inconvenientes.

No es de sorprenderse que en muchas ocasiones algo que iniciamos con gusto, al poco tiempo -sea por dificultades o rutina- se convierta en un verdadero reto. En este punto nos enfrentamos a la disyuntiva: abandonar o continuar.

Con relativa facilidad podemos dejarnos llevar por el gusto dejando de hacer cosas importantes; esto se aprecia fácilmente cuando vemos a un joven que dedica horas y horas a practicar un deporte, cultivar una afición o a salir con sus amigos, por supuesto, abandonando su estudio; en los muchos arreglos del hogar o en la oficina que tienen varios días o semanas esperando atención: el desperfecto en el contacto de luz; el pasto crecido; ordenar el archivero, los cajones del escritorio, o los objetos y papeles sobre el mismo...

Como podemos ver la intención no basta, como tampoco el saber lo que debemos hacer. La voluntad se manifiesta "haciendo". No por nada se ha dicho que "obras son amores y no buenas razones".

Se nota claramente una falta de voluntad cada vez que retrasamos el inicio de una labor; en nuestras actividades, cuando damos prioridad a aquellas que son más fáciles en lugar de las importantes y urgentes o siempre que esperamos a tener el ánimo suficiente para actuar. La falta de voluntad tiene varios síntomas y nadie escapamos al influjo de la pereza o la comodidad, dos verdaderos enemigos que constantemente obstruyen nuestro actuar.

Podríamos comparar a la voluntad con cualquiera de los músculos de nuestro cuerpo, estos últimos se hacen más débiles en la medida que dejan de moverse. Lo mismo ocurre con la voluntad: cada situación que requiere esfuerzo es una magnífica oportunidad para robustecerla, de otra forma, se adormece y se traduce en falta de carácter, irresponsabilidad, pereza, inconstancia...

Todos conocemos -al menos- a una persona que se distingue por su fuerza de voluntad: el padre de familia que cada día se levanta a la misma hora para acudir a su trabajo; la repetición de las labores domésticas de la madre; el empresario que llega antes y se va después que todos sus empleados; quienes dedican un poco más de tiempo a su trabajo y así no dejar pendientes; el deportista que practica horas extras... Cada uno de ellos no sólo asume su responsabilidad, lucha una y otra vez todos los días por cumplir y perfeccionar su quehacer cotidiano, lo distinto en ellos es la continuidad y la perseverancia, su voluntad está capacitada para hacer grandes esfuerzos por períodos te tiempo más largos.

Esta decisión que se requiere para hacer las cosas debe ser realista, inmediata y en algunos casos programados, de nada sirve esperar "el lunes", "el próximo mes" o el "inicio de año", generalmente son buenos propósitos que se quedan para cuando tengamos mejor disposición o se presenten circunstancias más favorables.

Tu Oportunidad De Opinar


Tú puedes decidir...

Mayra Fiorella Grández Flores

Cuando hablamos de estilos de vida nos referimos a la manera general de vivir, es decir, los comportamientos que tiene las personas en su vida cotidiana. A lo largo de los años, las personas vamos construyendo estas formas de vivir con las acciones que realizamos cotidianamente y que con el tiempo se convierten en patrones de conducta.

Por ejemplo: cuando se es pequeño, por lo general, nos mandan a lavarnos los dientes; mas adelante, lo hacemos automáticamente al levantarnos, luego de cada comida y al acostarnos; posteriormente, este y otros hábitos similares puedes ser parte de un estilo personal de cuidado por el cuerpo y la salud.”

Algunos estilos de vida pueden ser saludables y otros no .Serán saludables, en tanto contribuyan al bienestar de todos los aspectos del ser humano, es decir, promuevan la salud física, mental, emocional y espiritual, todo lo cual favorece al desarrollo de mejores niveles de vida
.
Las personas mayores las que tiene que preocuparse por mantener un estilo de vida saludable, ya que erróneamente solo se asocia al cuidado de la salud física. 

Sin embargo, un estilo de vida de este tipo va más allá pues considera el desarrollo de todas las dimensiones de la persona y su equilibrio, orientado a mejorar la calidad de nuestra existencia.

“Nunca sopla viento favorable para el marino que no sabe en que puerto echar anclas.”
Proverbio americano


Hugo W Arostegui

Aprender A Conducir Sobre La Marcha


El sentido de vida podría decirse es la estrella que nos guía en el camino de la vida. Esa que nos permite darle una dirección para orientar nuestra acción en el mundo aun cuando los accidentes y los acontecimientos nos desvíen, permitiéndonos sostener o reencauzar nuestra coherencia interna y, por ende, nuestro bienestar físico, mental, emocional y social.

La coherencia tiene relación con alinear internamente en una misma dirección lo que pensamos, lo que sentimos y lo que finalmente hacemos en el mundo, tanto para nosotros mismos como para los demás. Si esa acción en el mundo es coherente y conectada con un sentido de vida positivo y más elevado, creará como resultado un progresivo y sostenido estado interno de orden y de bien-estar que reforzará nuestro propósito como personas.

Ese bienestar, aun cuando pueda verse comprometido por diversas circunstancias, será una construcción, una base interna y externa (familia, pareja, amigos, compañeros) cada vez más sólida que nos sostendrá en los malos momentos e impulsará en los buenos.

Como resultado de tener un sentido de vida, una coherencia interna lo más alineada posible entre el pensar, el sentir y el actuar, así como un sistema de relaciones interpersonales en crecimiento (pareja, amigos, compañeros, hijos, familia), vivenciaremos un progresivo y sostenido estado de felicidad. Una felicidad que no es estática sino que se construye, refuerza y retroalimenta, en un trabajo continuo.

Por esto es importante meditar regularmente sobre el avance de la felicidad o el sufrimiento en uno y nuestros afectos más cercanos como una forma de medir nuestra alineación o desvío del sentido de nuestra vida.

Creer o no creer en la existencia de un sentido o un propósito es una decisión exclusivamente personal, y más allá de dejar esto en el simplismo de creer o no creer, lo recomendable es animarse a probar cómo es vivir con un sentido o sin ninguno en particular.

No todo está dicho, ni esto aquí escrito es algún tipo de dogma. Muy por el contrario hay quienes encuentran en un momento de su vida la felicidad en la ausencia total de un sentido, y en un devenir en función de lo que el mundo les propone. Aun así, es importante no cerrarse a una u otra opción, sino estar siempre atentos a meditar si a medida que pasa el tiempo crece en nosotros y nuestros seres queridos la felicidad o el sufrimiento. Así entonces, puede ser que para un momento de nuestra vida el sin sentido nos provea un tipo de felicidad, pero en otro, nos enfrente a la necesidad encontrar un sentido que nos brinde orientación y dirección una vez agotada esa etapa vital del sin sentido.

Entender que se puede sin problemas pasar de uno a otro y que la vida requiere múltiples estrategias a medida que crecemos y evolucionamos, incluso cambiar de sentido, o tener más de uno, es entender que somos seres complejos y que merecemos cuidarnos y auto-observarnos constantemente.
     

Es importante entender que somos seres sociales viviendo en comunidad, y que no podemos abstraernos de nuestro medio social. Por esta razón es posible que tropecemos en esta construcción interna y externa múltiples veces. Algunas por errores propios, pero muchas otras por situaciones que escapan a nuestras decisiones y control. 

Por eso es altamente importante ser, para con nosotros mismos, los mejores amigos posibles, tratándonos bien, amablemente, tenernos paciencia, y buscar tiempo y espacio para meditar sobre nuestra vida y la dirección que estuviera tomando.

sábado, 6 de mayo de 2017

Entendiéndonos…


Entre un enorme caudal de información, esa que con el paso del tiempo se acumula en los cajones de nuestro escritorio, sin que sepamos a ciencia cierta de donde ni de parte de quién provienen, me encontré  con este manuscrito realizado en una servilleta del antiguo “Café Sorocabana”  
seguramente proveniente de la mesa en que solíamos juntarnos en nuestros tan escasos como valiosos “tiempos libres”  para disfrutar en conjunto de un improvisado asueto mediante el cual  compartíamos las peripecias de nuestros día a día.

Como lo expuesto en la improvisada misiva contenía latente, todo el ingenio y la picardía propia de nuestra añeja juventud , me he tomado el atrevimiento de compartirlo tal cual ha llegado a mis manos sin poder, como es obvio, identificar a sus autores.

El manuscrito dice lo siguiente: 

LOS PSICÓLOGO/AS:

No nos entristecemos, elaboramos nuestro duelo.
No enfermamos, somatizamos.
No estudiamos, sublimamos.
No tenemos ocurrencias, tenemos Insight.
No nos equivocamos, tenemos actos fallidos.
No cambiamos de idea, resignificamos.
No hacemos disparates, desplegamos nuestra creatividad.
No hablamos, verbalizamos..
No conversamos, puntualizamos.
No respondemos, interpretamos.
No decimos estupideces, asociamos libremente.
No nos desahogan, hacemos catarsis.
No hablamos por teléfono, nos comunicamos de inconsciente a inconsciente.
No somos pesados, tenemos una ligera compulsión a la repetición.
No resolvemos nuestros problemas, elaboramos nuestros conflictos..
No nos enamoramos, hacemos transferencia.
No padecemos la crisis, estamos atravesados por el malestar.
No tenemos relaciones sexuales, liberamos la libido!!!

Tal la desfachatada creatividad de aquellos tiempos.

Hugo W Arostegui


El Dedo En La Llaga


Desde La Historia Reciente:
En esta tierra, durante los «años de plomo», muchos vivimos con relativa comodidad agazapados tras un silencio mezcla de miedo y semiclandestinidad. En ese ecosistema social, muy pocos fueron los que se atrevieron a levantar su voz contra aquel auténtico poder fáctico representado por un universo ideológico que se autodefinía a sí mismo como abertzale, «patriota». 

Recuerdo con profunda tristeza el visionado de la película 'Trece entre mil', de Iñaki Arteta, un film construido con la narrativa desnuda de numerosas víctimas del terrorismo de ETA. En 2005, en una ciudad de 230.000 habitantes, en la sala no estábamos más de una docena de personas. 

En 1990, 'La carta', de Raúl Guerra Garrido, fue presentada casi a escondidas. En el año 2010, la sugerente novela del profesor Vicente Carrión Arregui 'Padre Patria' fue publicada bajo el manto del olvido por parte de la cultura oficial vasca, de la propia sociedad y en especial del mundo educativo.

En 2013, la obra 'Arresti', de Iñaki Martínez, vio la luz bajo una casi total oscuridad.

Quizás por esto, por inesperado, me ha resultado tan gratificante el éxito obtenido por la novela de Fernando Aramburu 'Patria'. Superada su décima edición, es 'best seller' número uno en España, valorada muy favorablemente por la crítica europea, premio Francisco Umbral y con un éxito de ventas inimaginable hasta hace poco en Euskadi. 

Aun así, el merecido éxito cosechado por Fernando Aramburu no se ha visto correspondido en su presentación en el País Vasco, pues la obra ha estado rodeada del mismo halo de abandono, cuando no de estigma, de sus predecesoras. La presentación en Vitoria, a la que asistí, concitó a poco más de cincuenta personas. El propio autor confesó allí, que la asistencia en su ciudad natal, Donostia, fue similar y ello gracias a la presencia de miembros de su propia familia. Resulta a todas luces contradictoria esa pobre respuesta en el ámbito público con la calurosa acogida obtenida en el ámbito privado. Y es que, en mi opinión, ciertos mecanismos no han sido totalmente desactivados en este país, y la vergüenza por el pasado está resultando más pesada de lo que podíamos haber previsto. 

Así, puedo entender el temor de la Izquierda Abertzale (Izquierda Patriótica en definitiva) a que alguien señale, incluso de forma novelada, los mecanismos que arrojaron a cientos de jóvenes vascos a sacrificar sus vidas, arrebatándoselas a los demás, en aras del «gran ideal patrio». Pero se me hace mucho más difícil comprender esa especie de veto no explícito, pero en la práctica poderosamente eficaz, del nacionalismo jeltzale (Nacionalismo Patriótico a su vez) ante esta obra, sintetizado en los «piropos» expresados a través de la pluma de un conocido articulista: «…construcción de una opinión prefabricada, reduccionismo en torno a personajes básicos; torpe retrato de Miren y Bittori, ridículo mito del matriarcado vasco; falsedad de dos bandos, el de la violencia y el de las víctimas, escenario que no es sino una caricatura que no sirve ni como alegoría; el apoyo al terrorismo fue minoritario, la sociedad vasca no es responsable de complicidad, cobardía o silencio…».

¿A qué obedece esta posición negacionista del nacionalismo moderado a reconocer la contribución sanadora de la obra de Aramburu? En mi opinión, a dos razones fundamentales: La primera tiene que ver con la dificultad por desligarse de su primigenia concepción mesiánica del Pueblo Vasco. Desde la misma resulta muy difícil condenar a los miembros del mismo grupo corporativo, la misma tribu. Fueron vascos equivocados, sí, pero pertenecen a nuestro propio etnos, son euskaldunes, son de «los nuestros» y numerosos lazos afectivos se entrelazan en el mundo, siempre complejo, de las lealtades primordiales. 

Los asesinados (salvo un número menor de casos), por el contrario, pertenecían a otro etnos representado en el texto por Guillermo, el 'maketo', otro grupo humano, construido como radicalmente distinto, ajeno y patógeno. La condena se produce en el discurso, pero no en las prácticas sociales, amicales o de parentesco. La segunda tendría que ver con el efecto interpelador de la novela. Las familias de 'Txato', el empresario extorsionado, y de Joxe Mari, el joven etarra, incluso la figura de don Serapio, el cura, no son sino reflejo fiel de nuestro pasado reciente. Lo queramos o no, su presencia en la novela nos revela con toda su crudeza el grado de putrefacción social al que esta sociedad llegó, y eso es doloroso. Aramburu, en un ejercicio ético que es digno de elogio, no rehúye el tema de la existencia de excesos policiales, de los asesinatos del GAL o de casos de tortura, y este hecho, que le honra, da todavía mayor credibilidad a su novela; pero no cae en la equidistancia, tan de moda, para reflejar de forma descarnada el poder aterrador que un proyecto totalitario, preñado de mitología patria, tuvo en este pequeño país. ¡Ahí está su supuesto pecado! Que esa realidad nos señala, nos interroga, y ante ella sería necesario dar respuestas, dictámenes que pueden hacer tambalearse a ese proyecto de «comunidad de destino», del que es muy difícil separar el vínculo establecido entre identidad y violencia.

Y es que Fernando Aramburu pone el dedo en la llaga de una idea terrible, la existencia de un fundamentalismo esencialista o comunitarista, basado en una visión evangélica de la patria, que siempre deriva en exigencias de inmolación en nombre de la misma.

Utilizando una idea del historiador Javier Merino, yo diría que quien alegue contra 'Patria' que con juicios de valor no se explica el pasado que pruebe a contar la historia de los campos de exterminio, del franquismo, del GAL, o de la masacre del 3 de marzo vitoriano, sin hablar de víctimas y verdugos, de asesinos y asesinados, sin hacer una valoración moral, rotunda y sin eufemismos de lo ocurrido.

Lo del título, El dedo en la llaga


Hugo W Arostegui

viernes, 5 de mayo de 2017

Concebir El Placer


Se puede entender al placer como aquello positivo que se siente al satisfacer una necesidad o conseguir un objetivo. Existen, por lo tanto, múltiples fuentes de placer de acuerdo al contexto. 

Aquello que provoca placer se conoce como placentero.

Las relaciones sexuales, en este sentido, pueden calificarse como placenteras. Las personas suelen disfrutar al estimular sus órganos genitales, por lo que el sexo provoca placer físico.

Dentro de este tipo de placer, el sexual, hay que tener en cuenta que no sólo se alcanza con la estimulación de los genitales sino también con la excitación provocada al acariciar otras partes del cuerpo. Esas zonas que, de igual modo, provocan placer son conocidas como zonas erógenas y entre ellas se encuentran el cuello, el pecho, los lóbulos de las orejas…

Asimismo no hay que olvidarse que cada persona encuentra ese placer sexual en distintas posturas, con diferentes fantasías e incluso con variadas experiencias. Ejemplos de esto son quienes se excitan llevando a cabo acciones de sadomasoquismo, los que necesitan vestir o que su pareja lleve determinadas prendas…

Lo que está claro, como así lo demuestran distintos estudios, es que experimentar el placer sexual ayuda a mejorar el sueño, a ponerle fin al estrés o a contar con mayor autoestima.

La ingesta de una comida que nos gusta también puede considerarse como un placer. Cuando el alimento ingresa al paladar, e incluso antes a través de la vista y el olfato, podemos sentir algo agradable que surge de los sabores y aromas.

Otros placeres no son físicos, sino que resultan más bien simbólicos. Tener un hobby como coleccionar sellos postales; jugar a un videojuego; leer un libro; dibujar; o escuchar música son algunas actividades que pueden producir placer.

Cuando una persona persigue el placer como principal finalidad de su existencia, se dirá que es hedonista. El hedonismo es la doctrina que siguen aquellos que viven para maximizar los placeres y minimizar el dolor. Hay que destacar, sin embargo, que ciertas posiciones morales consideran que el hedonista es egoísta porque no piensa en los problemas del prójimo, sino que sólo privilegia su placer.

El placer físico es una sensación correspondiente a una situación positiva –operación, función, evento, estado– del organismo viviente. Se lo puede mencionar también con verbos como gustar, gozar, sentir agrado, disfrutar, etc. El placer no existe aisladamente, sino que está unido a una situación vital buena percibida con una connotación sensible positiva. Por ejemplo, una persona puede sentirse bien o a gusto mientras pasea, come, hace deporte o descansa. Lo que gusta –el objeto del placer– se dice gustoso, agradable, deleitable. La sensación contraria es el disgusto o desagrado, que en su caso extremo es dolorosa, por lo que de ordinario placer y dolor se ven como sensaciones físicas opuestas.

Agrado, gusto, placer, complacencia, son términos con significados analógicos, es decir, indican algo común pero con connotaciones diversas. Pueden usarse de modos variados en distintas circunstancias, no sólo físicas, sino también psicológicas, espirituales, intelectuales, etc., como cuando decimos "encuentro agradable esta novela", "me gusta estudiar matemáticas". Términos cercanos a placer, aunque con matices semánticos peculiares, son: deleite, gusto, complacencia, gozo, delicia, agrado, disfrute, alegría, dicha, felicidad, beatitud, gratificación, satisfacción, contento, bienestar, sentirse bien, sentirse cómodo. 

Algunas de estas situaciones no son sensaciones, sino emociones, estados anímicos o psicosomáticos, o situaciones de la voluntad. Podríamos llamarlas en general sensaciones afectivas positivas, así como las negativas son el dolor, el malestar, el sufrimiento, el cansancio, el aburrimiento, el disgusto y tantas otras.

En términos generales, la complacencia es el sentimiento generado por la posesión de un bien. En consecuencia, el placer físico es la sensación que surge con el bien del organismo como un todo o en sus partes, cuando está en reposo o cuando actúa. Es la vivencia o sensación del viviente cuando "se encuentra bien" o cuando realiza bien sus operaciones naturales, o las que se le han hecho connaturales por habituación. Por eso, si alguien realiza con dificultad unas tareas (p. ej., habla mal un idioma), encuentra cierto malestar ("le cuesta"), y en cambio lo hace con gusto cuando las ejecuta bien porque ya las ha aprendido.

La realización de funciones naturales biológicas, por tanto –alimentación, respiración, destreza muscular, locomoción–, o la práctica de hábitos adquiridos positivos –bailar, jugar–, siendo signo de salud corporal o psíquica, se presentan a la sensibilidad como placenteras, mientras que la enfermedad o la inhabilidad hacen sufrir. El mismo placer físico tiene un sentido analógico variado: una cosa es el placer del gusto alimenticio, otra el placer genital de tipo somático, otra el placer olfativo de un perfume, etc., así como se dan también placeres más espirituales, cuando vemos o escuchamos cosas bellas, que nos da gusto contemplar u oír.

El deleite puede relacionarse así con la belleza, pues esta última consiste en la condición armoniosa de algo visto u oído que es agradable ver o escuchar. Lo bello en su sentido originario tiene que ver con lo placentero en los sentidos que captan armonías, cosa que puede hacer sólo el hombre, ya que sus sentidos están animados por la inteligencia. Al animal puede gustarle ver algo en relación con sus instintos vitales, pero no porque contemple una armonía. 

Al gusto contemplativo lo llamamos estético.

Placer, salud y belleza se acompañan mutuamente. El cuerpo sano goza de una belleza especial derivada de lo armonioso o bien ordenado de la vida. Aunque estas características puedan separarse por circunstancias especiales, de suyo están relacionadas intrínsecamente.
Un placer nocivo, que daña a la salud, al final acaba por causar sufrimiento y afea el cuerpo, pues el cuerpo enfermo pierde belleza.

Estas nociones no deben entenderse como aplicadas al cuerpo en un sentido sólo fisiológico, sino también en cuanto el organismo humano está informado por dimensiones más altas de tipo psicológico, espiritual y personal ("cuerpo personal") (Sanguineti 2007b). Aunque comer, por ejemplo, sea fisiológicamente placentero, lo es en un sentido más alto cuando comemos en un contexto social y antropológico adecuado, como personas y no como animales. Por eso repugna ver que alguien coma sin buen gusto o de modo inmoral, y así diremos que cierto placer fisiológico "se envilece" si no es incorporado a las dimensiones de la persona: amor a los demás, sociabilidad, justicia, inteligencia. La persona humana tiene estratos jerárquicos y esto afecta a los sentidos analógicos de los conceptos de placer, salud y belleza.

Un concepto relacionado con los anteriores es la limpieza, contrapuesta a la suciedad. En un sentido primario, limpio –también higiénico y saludable– es el cuerpo orgánico, y por derivación se dicen "limpias" las cosas, los alimentos, el ambiente y el vestido. La suciedad es el desorden nacido de una mezcla de cosas que se adhieren al cuerpo y le resultan antiestéticos o nocivos (residuos, substancias extrañas). La falta de limpieza es desagradable, insalubre e impide realizar bien el trabajo. Como el hombre no puede vivir sólo con su naturaleza, sino que a ésta le añade la cultura, son limpias especialmente las cosas artificiales que perfeccionan el obrar humano y crean el ambiente típicamente humano: casas, instrumentos, vestidos, transportes, etc. La limpieza y la higiene aseguran una buena relación –bella, saludable y placentera– entre el cuerpo humano y su ambiente.

El "cuerpo personal" preserva su salud/belleza no sólo cuando ejercita bien sus actividades naturales o cuando es alimentado, sino cuando vive en un ambiente adecuado (dimensión ecológica), lo que incluye el vestido (cuerpo vestido) y la limpieza (cuerpo limpio). Por esto, por ejemplo, aunque el cuerpo humano desnudo tenga una belleza fisiológica propia, en el ambiente ordinario de trabajo, convivencia social o familia, un individuo desnudo resulta feo y desagradable, pues reduce su presentación ante los demás a su pura naturaleza fisiológica.

El placer no indica una perfección inmanente cerrada o puramente "subjetiva". Muchos placeres se comparten y el gusto está precisamente en compartirlos. Cuando hay relaciones personales de amor, quien ama intenta no sólo ayudar al amado, sino que se goza en complacerle, en darle gusto, al unirse a su voluntad con amor benevolente. Los amigos se complacen mutuamente y así se ve cómo el placer espiritual –gozo– tiene una dimensión trascendente. 

Hugo W Arostegui


Percibiendo Lo Que Somos



Imagina una vida sin sentimientos. ¿Sería posible disfrutar de algo? Funcionamos con un cuerpo físico, mental, emocional y espiritual. Si consideramos la palabra 'sentimiento' y la aplicamos a estos niveles de conciencia podremos examinar a lo que nos conducirá. ¿Cómo sería experimentar la vida en un cuerpo carente de la capacidad de sentir a nivel físico? Estaríamos entumecidos, insensibles al tacto, el placer o el dolor. ¿Sería posible mantenernos en contacto con lo que somos sin la capacidad de sentir a un nivel mental, emocional o espiritual? 

Nuestros sentimientos son la esencia de quienes somos. Alimentan la energía que constantemente reinventamos a lo largo de nuestras vidas. Nuestros sentimientos nos mantienen informados de nuestro estado de ánimo; le imprimen expresión a nuestras vidas. Los sentimientos nos motivan o nos deprimen. Son el núcleo de nuestros problemas y nos impulsar a la acción, positiva o negativa. Nosotros somos nuestros sentimientos en todas las etapas de nuestras vidas. Nos informan cómo estamos: optimistas, esperanzados, deprimidos o tristes. Le dan valor y sentido a nuestra existencia, a nuestras relaciones, a nuestros sueños y aspiraciones. 

Por eso es tan importante identificar los sentimientos involucrados con nuestras vidas. En nuestros problemas están nuestras oportunidades para cambiar. Después de haber identificado el problema la pregunta que sigue es: "¿Cómo me hace sentir esto? ¿Cuál es el sentimiento asociado al problema, y dónde lo puedo 'sentir' en mi cuerpo? " 

El resultado es cambiar la resonancia asociada a la sensación. No sólo somos nuestros sentimientos cuando los experimentamos, por eso tenemos que entender nuestros sentimientos y su origen. 

Podemos escapar de nuestros sentimientos, hasta cierto punto. Pasa todo el tiempo. Se le conoce como negación. En un proceso de duelo por la pérdida causada por la muerte de alguien querido o el final de una relación, podemos tratar de bloquear los sentimientos asociados con el evento, bloquear el flujo de energía de los sentimientos desde el núcleo interno de la conciencia mental. Algunas formas de represión pueden ser muy agobiantes. Esto puede suceder cuando el dolor, la tristeza y fuerzas similares nos empujan hasta el borde de nuestra capacidad para aceptar el dolor y la pérdida. 

El ser experimenta todo esto en el centro de nuestra naturaleza emocional. Los sentimientos deben ser identificados, aceptados y sentidos antes de que puedan ser tratados. Identificar su naturaleza y lo que están tratando de decirnos es esencial para entender el estado actual de ser. El conocimiento informado de nuestros sentimientos es esencial para que mantengamos buenas relaciones. 

Los sentimientos son la información sobre quién y qué somos, dónde estamos y hacia dónde nos dirigimos en nuestra evolución personal, o lo que nos está limitando para seguir adelante con nuestras vidas. Reciclar los viejos sentimientos nos mantiene atrapados en nuestras vidas y son una manera de permanecer en lo que nos es familiar y nos limita. Reconocer nuestros sentimientos y cambiar la resonancia con ellos es lo que nos impulsa al crecimiento. Aceptar nuestros sentimientos y trabajar nuestros patrones inconscientes asociados a esos sentimientos nos permite liberarnos de su control sobre la psique y responder a su necesidad de ser identificados y expresados. Sólo los podemos liberar después de haberlos aceptado y expresado en un ambiente seguro. 

Nos validamos a nosotros y a los demás al escuchar y comprender los sentimientos expresados. En nuestra comunicación con los demás reconocer un sentimiento puede verificar: "Tú eres importante. Tú eres valioso. Eres digno de ser escuchado". Durante cualquier diferencia de opinión o discusión, una manera de liberar la energía negativa es dejar claro lo que fue el incidente, libre de juicios, y luego decir "esto es lo que yo siento" o "así es como me hizo sentir". De este modo sólo afirmamos los hechos y los sentimientos asociados. Cuando nos sentimos escuchados nos sentimos validados y podemos llegar a algún tipo de conclusión y sentir paz. 

Los sentimientos son transitorios, a veces nos sentimos atrapados por ellos, pero a menudo pasamos de un sentimiento a otro. Esa es la naturaleza de lo que somos. Reconocer nuestros sentimientos es importante. Por eso, en una sesión el hacer la pregunta "¿y cómo te hace sentir?" crea una posibilidad inesperada para que la persona identifique y reconozca la sensación consciente por primera vez. 

Como seres emocionales, somos sensibles a ser acariciados o golpeados. Debemos celebrar lo que sentimos, aunque sea dolor, porque ese sentimiento fluirá en nosotros. Una vez que sea reconocido sabremos que podemos sobrevivir y seguir adelante con nuestras vidas hacia una mayor coherencia.

Puedes Contar Conmigo


Solidaridad en acción

Le estás dando demasiadas vueltas. Te estás rayando. El problema se hace más y más grande en tu cabeza, y lo estás pasando mal. Puede que no sea para tanto, puede que sí. Puede que sólo haya sido una mala decisión, un mal día, un mal momento.

Si has tenido un mal día, y parece que todo te sale mal. Si te da por el pesimismo y tienes esa tristeza tonta que te ata nudos en la garganta. Si te quedas mirando al techo en tu habitación, dando vueltas en la cama, mirando la lluvia por la ventana, sorbiéndote las lágrimas. Es el momento, en serio, llámame.

Si simplemente no quieres quedarte en casa, si te apetece caminar, charlar, disfrutar del sol tumbados en el césped o de un día de lluvia con un chocolate entre las manos. Cuenta conmigo, 
yo te acompaño. Entiéndeme, no te estoy haciendo un favor. No me cuesta nada, me apetece. Vamos a planear una tarde improvisada, pero cuenta conmigo. No te quedes en casa.

Si tienes un problema, si algo te preocupa y ese sentimiento se ha quedado aferrado en tu pecho. Pues vente, puedes contármelo, podemos buscar soluciones, pedir consejos o simplemente dejar que te desahogues. Podemos inventarnos insultos nuevos para quien haga falta, planear asesinatos fallidos, o brindar por todas las personas que hacen nuestra vida más complicada. O puedes no contármelo, y sencillamente vamos a hacer que lo olvides durante todas las horas que necesites un descanso. Hay tantos y tantos temas de los que podemos hablar que te juro que el silencio no va a ser un problema. Yo tengo cuerda.

Si te sientes solo, cuenta conmigo. Si necesitas alguien en quien confiar, alguien con quien reír o un hombro en el que llorar. Si necesitas compañía, alguien que te endulce el día, yo me hago con toneladas de azúcar para el café. Que no estás sólo. Que eres alguien importante, eres alguien esencial, especial, alguien sencillamente increíble. 

No tienes ni idea lo complicado que es encontrar a alguien como tú. Que estoy dispuesto a ayudarte en lo que necesites. Que de todo se sale y es mucho más fácil si alguien te toma de la mano. 

Que tú puedes, tú puedes con todo, no se trata de debilidad, se trata de hacerlo más fácil. Porque puedes recorrer tú sólo todo el camino pero, ¿sabes qué? Me encantaría recorrerlo contigo. Porque, no lo olvides, puedes contar conmigo. Siempre.

https://compartiendomacarrones.com