martes, 26 de septiembre de 2017

Libertad Responsable


Según Nietzsche, libre es “lo que no es perturbado ni desviado en su dirección, lo que no es objeto de coacción alguna”. Y para hacer uso de esa libertad, dice que no se debe sentir vergüenza de uno mismo. Ese es el sentido de la libertad realizada.

Pero esta libertad puede ser cubierta por el temor de asumir con decisión nuestro propio destino y enfrentarnos a él, por lo que terminamos no haciéndonos cargo de nuestra responsabilidad como individuos.

Entonces se hace muy difícil asumir que podemos elegir libremente, sin condicionamiento externo alguno que nos acote el abanico de posibilidades. En caso de haber alguno, este condicionamiento hará que optemos por lo que nos haga sentir más seguros. Queramos o no siempre estamos condicionándonos, ya que perseguimos la seguridad, conciente o inconscientemente.

Cada uno de nosotros se maneja con un margen de maniobra que nos permite una segunda oportunidad. Siempre podemos animarnos a tomar otra de las alternativas que tengamos a nuestro alcance. El problema radica cuando nuestras limitaciones, es decir, las seguridades que anhelamos, no nos permiten arriesgar e intentar elegir otra de las posibilidades por temor a fracasar.

La libertad es una facultad natural que posee el hombre de obrar o no hacerlo, y de elegir la manera en que lo hace, siendo por ello responsable de sus propios actos.

Primero, hay que hacer una breve diferencia entre optar y elegir. Cuando uno opta por algo, lo hace entre varias posibilidades, seleccionando una por comodidad o seguridad más que por preferencia. En cambio cuando elegimos, estamos dando preferencia a esa posibilidad ya que existe un fin o un porque para decidirse por ella.

La opción es la facultad de elegir con un condicionamiento de por medio, en cambio la elección es absolutamente deliberada, teniendo plena libertad de acción para poder evaluar lo que queremos. Se opta por miedo, se elige porque se quiere.

La mayor parte de nuestra vida nos la pasamos optando, dejamos las cosas en manos del destino. Esto hace que no nos comprometamos con nuestra elección de vida, con lo que realmente queremos para nosotros.

Siempre creí que el compromiso pasa por uno mismo. Cuando uno se compromete con algo da su palabra. El compromiso es una elección. Salvo cuando optamos o dejamos que otro decida por nosotros, nos comprometemos por obligación.

Entonces llegó la hora de tomar las riendas de nuestro destino y empezar a elegir lo que realmente deseamos. Tenemos que comprometernos con nuestra propia libertad. La poca responsabilidad, el miedo y la comodidad hacen que no podamos llevar a cabo la vida que queremos.


Diálogo Social


El recurso del diálogo ha contribuido, según lo muestran los hechos, a resarcir diferencias y a fomentar los acuerdos a partir de la pluralidad; pero también y ante todo dicha  posibilidad, propia de los sujetos en calidad de hablantes debe estar dirigida al ámbito colectivo, de tal manera que se alcance a entender que en tanto se fomente la confianza y las acciones para facilitar el diálogo en todo orden, en particular en el social, se cumple con tareas básicas como: la prevención, la transformación de conflictos y la construcción de la paz. Se constata así como la mediación de la palabra y el establecimiento del diálogo propiciado desde y por diversos actores es quizá la mayor garantía para el alcance de la paz y en lo posible, para la recuperación de la credibilidad entre gobernantes y gobernados, en particular cuando se trata de sistemas democráticos.

Quizá ninguna otra actividad humana ha cobrado tanta importancia en los últimos tiempos, marcados por el conflicto y la dificultad para el acuerdo, como la del diálogo. Los sujetos en condición de hablantes y de seres de lenguaje hemos vivido gobernados por el “privilegio del diálogo”, circunstancia que ha operado más como intento que como realidad; a pesar del legado de dialogantes antiguos, para quienes la palabra siempre fue viva y cobró vida.

Sin embargo, en el actual panorama nacional e internacional son frecuentes los casos cuya salida a los conflictos se consigue por la fuerza, se desplaza a la palabra a una condición inferior e insignificante frente a las armas. Las guerras se explican por el temor a las armas; éstas, son las preferidas por quienes, en medio de documentos, persecuciones y legitimadas declaraciones, no ven otra alternativa más favorable a la solución de un conflicto, a diferencia de las palabras.

Casos recientes y de conocimiento mundial confirman esta afirmación, repetir esta patética realidad, es caer en una tautología.

La presente digresión encaminada a plantear algunas reflexiones en torno a la noción y a la práctica del diálogo y a la idea de que éste tenga alcances sociales partirá, entre otros, del referente teórico de la filosofía, pues esta disciplina tiene gran valor en la razón de ser de su discurso.

A la pregunta por la importancia de la filosofía puede resultarle persistente una preocupación hermenéutica fundamental que procure según plantean pensadores como Gadamer, la superación de la distancia entre el sentido de un discurso mantenido por quien escribe y por un lector que procura comprenderlo. 

Circunstancia que se registra cercana del ejercicio del diálogo, exaltado por la tradición humanista en oposición abierta al monólogo racional y reafirma, en cambio, la constante tendencia de un diálogo que se despliega en la comunidad, determinante del marco colectivo e histórico en que vive el individuo.



"Cosificación" De Las Personas


Nos comportamos con los demás como si fueran cosas, no personas. 

Nuestra relación con las personas es también como con las cosas.  Un marido se comporta con su mujer como si ésta fuera una cosa; la posee. La mujer se comporta con el marido como con una cosa. Si nos comportásemos con los demás como si fueran personas, no intentaríamos poseerlas, porque sólo las cosas pueden ser poseídas.

Una persona significa libertad. Una persona no puede ser poseída. Si tratas de poseerlas, las matarás, se volverán cosas. Nuestra relación con los demás no es realmente de yo a tú; en el fondo es una relación de yo a yo. El otro es sólo una cosa para ser manipulada, para ser utilizada, explotada. Por eso el amor se vuelve cada vez más imposible, porque amor significa considerar al otro una persona, un ser consciente, una libertad, algo tan valioso como tú.

Si te comportas como si todo fuera una cosa, entonces tú eres el centro y las cosas son para ser usadas. La relación se vuelve utilitaria. Las cosas no tienen valor en sí mismas: el valor es que puedes usarlas, existen para ti. Puedes relacionarte con tu casa: la casa existe para ti. Es una utilidad. El coche existe para ti, pero la esposa no existe para ti y el marido no existe para ti. El marido existe para sí mismo y la esposa existe para sí misma. Una persona existe para sí misma; eso es lo que significa ser una persona. 


Y si permites que la persona sea una persona y no la reduces a ser una cosa, poco a poco empezarás a sentirla. De lo contrario, no puedes sentir. Tu relación seguirá siendo conceptual, intelectual, de mente a mente, de cabeza a cabeza..., pero no de corazón a corazón".

El Valor Persona


Es un tema en el que nos vemos envueltos constantemente, no nos damos cuenta respecto a su presencia pero está ahí en todo momento. Estoy hablando del valor que te define como persona, aquello que te compara con todo los otros seres que hay a tu alrededor.

O quizá… ¿estamos partiendo desde un enfoque equivocado?
Desde luego que sí.

Antes que nada me gustaría resaltar que el valor que poseen tanto las cosas como las personas es simplemente una ILUSIÓN. Te pediría que lo leyeses las veces que fuese necesario hasta que quedase grabado en tu mente, puesto que la valoración es simplemente una etiqueta que otorgamos pero eso no define en absoluto.

He querido resaltar este concepto porque he visto infinitas veces caer en la trampa a un incontable número de personas, incluyéndome a mí mismo. Tenemos una naturaleza innata de definir nuestra valoración dependiendo de las distintas opiniones y aprobaciones que recibimos del exterior. Cuantos más votos positivos acumulemos más valiosos somos, cuanto menos feedback positivo poseamos, menos valor tenemos.

Si funcionamos desde este encuadre, nos posicionamos desde un lugar de escaso poder sobre nosotros mismos, puesto que éste va a estar en manos de los demás que podrán determinar a su antojo lo valioso que eres. Estarás dependiendo de la validación externa.

Otro enfoque que surge en la batalla que se genera al estar en un mercado dónde el ser más preciado es el que gana, sería el de la soberbia. La persona que funciona desde esa realidad vive en un absoluto miedo e inseguridad sobre sí mismo, pero en unos límites inimaginables, aunque pueda parecer todo lo contrario. 

Éste se caracteriza por una actitud en dónde intenta a toda costa disminuir el valor de los demás, para poder vivir temporalmente en un lugar más elevado. Quien vive desde este paradigma ha de estar en una lucha constante y a su vez el poder sigue estando en el exterior, dado que los demás han de seguir teniendo una valoración menor respecto a él.


lunes, 25 de septiembre de 2017

Transhumanismo


¿Es el hombre la culminación de la evolución cósmica? Algunos visionarios de nuestra época lo niegan apasionadamente. Según ellos, el ser humano sólo significa un eslabón provisional e imperfecto dentro de una cadena ascendente que todavía no ha llegado a su final. Este final se encuentra más allá del hombre, por encima del hombre. El siglo XXI dará un salto cualitativo en el dominio de una tecnología cuasi-mágica y permitirá —¡al fin!— transcender al ser humano. Tal es el sueño de los transhumanistas.

 Por supuesto, todo esto suena a película de Hollywood y a ciencia ficción. Y, sin embargo, el lobby transhumanista presenta en sus filas partidarios completamente respetables. Sin ir más lejos, en nuestro país un autor tan conocido como Eduardo Punset defiende una visión del hombre y de su futuro que exhibe numerosos puntos de coincidencia con las tesis transhumanistas. 

Al fin y al cabo, ¿no ha dado ya el ser humano todo lo que puede dar? Así lo consideran Marvin Minsky, Ray Kurzweil y otros gurúes norteamericanos del transhumanismo, para quienes la nanotecnología y la biotecnología habrán de conducir, dentro de pocas décadas, al interfaz hombre-máquina, piedra angular del mito transhumanista. No ser ya sólo hombres, sino hibridaciones entre hombre y máquina, entre hombre y ordenador. Liberarnos —al menos parcialmente— de las servidumbres que nos impone la biología. 

Ampliar nuestras capacidades psíquicas y sensoriales. Explorar todo el espectro de los estados alterados de conciencia. Experimentar sensaciones antes nunca conocidas por el género humano. ¿Quién no se sentiría atraído por tales perspectivas? Tanto más cuanto que el hombre, tal y como ha existido hasta ahora, parece incapaz de abandonar ese fango de egoísmo, vulgaridad y violencia en el que anda chapoteando desde tiempo inmemorial.

Como es evidente, desde un punto de vista humanista, e incluso desde el simple sentido común, sería fácil efectuar una indignada crítica contra tales desvaríos: que si son síntomas de un nihilismo mal disimulado, que si vamos al Mundo Feliz de Huxley, que si Hitler va a triunfar con un siglo de retraso en su lucha por crear al Superhombre. Sin embargo, el transhumanismo —como todo mito, como toda idea que logra fascinar al espíritu humano— contiene una parte de aspiraciones legítimas. 

Es decir: la humanidad experimenta hoy un intenso deseo de autosuperación y el anhelo de “empezar una nueva época”, una etapa radicalmente distinta dentro de su historia milenaria. 

Cambiar desde la raíz el ambiente de nuestra cultura, nuestros hábitos de vida, el régimen íntimo de unas existencias individuales que se han acostumbrado a respirar en una atmósfera de conformismo desencantado. Librarse de la Matrix omnipresente que hoy nos atrapa y salir al fin de la caverna platónica, para contemplar la verdadera realidad. Y los transhumanistas han sabido captar precisamente este aspecto del Zeitgeist actual: los hombres de nuestra época aspiran a vivir en un mundo lleno de aventura y de misterio, diametralmente opuesto a esta gris rutina de existencias vacilantes y desnortadas que hoy conocemos. Sin embargo, y como sucede tantas veces, se acierta aquí en el fin, pero se yerra —y de una manera decisiva— en los medios.

Y es que, en efecto, por sí misma la tecnología —ni siquiera la tecnología “mágica” con la que sueña el transhumanismo— es incapaz de reeencantar el mundo. A mediados del siglo XIX, los entusiastas del progreso predecían, extáticos y exultantes, un siglo XX poblado de máquinas fantásticas que convertirían el mundo en un lugar “emocionante” y “maravilloso”. La máquina volante —nuestro avión— era entonces el paradigma de lo fascinantemente futurista; y aún más el proyectil que, como imaginó Verne, nos llevaría hasta la Luna. Ahora bien: hoy en día, miles de aviones surcan cada día nuestros cielos, y hace décadas que conquistamos nuestro satélite; pero, aun así, seguimos bostezando. Seguimos haciendo ricas a las multinacionales farmacéuticas que nos proporcionan nuestra imprescindible ración de antidepresivos. La melancolía es la seña de identidad del Occidente posmoderno. Ergo: es obvio que nos estamos equivocando en algo decisivo.

También se equivocan, desde luego, los transhumanistas. Necesitamos —es cierto— un nuevo entusiasmo, una nueva frontera, un nuevo impulso que nos devuelva la ilusión y la alegría. Ahora bien: este impulso no provendrá de la tecnociencia (¡que no es execrable en sí misma, de ningún modo!), ni de los kennedys y obamas de turno. Porque la única energía que puede renovar la faz del mundo procede del núcleo más íntimo de lo real. 

De la centella más interior del espíritu humano: más allá incluso de nosotros mismos. Donde todo recobra su aspecto más auténtico y maravilloso. Donde la vida humana vuelve a convertirse en lo que nunca debió haber dejado de ser: una fiesta llena de alegría. Donde descubrimos con estupor que aquí mismo, junto a nosotros, existe —ocultada por nuestra torpe mediocridad— otra forma de vivir y de construir el mundo.


El Orgullo De La Soberbia


Conocida como uno de los siete pecados capitales junto a la ira, la gula, la lujuria, la pereza, la envidia, la avaricia y la vanidad, la soberbia es una característica común al ser humano que implica la constante y permanente autoalabanza que una persona realiza sobre sí misma. La soberbia es, además, una actitud de constante auto admiración que hace que la persona en cuestión deje de considerar los derechos y necesidades de aquellos que la rodean al considerarlos inferiores y menos importantes.

La soberbia es un rasgo característico del ser humano ya que tiene que ver con el desarrollo de la autoconciencia y de cada individuo como un ente único y separado del ambiente en el que habita, capacidad que no existe en el caso de los animales. La posibilidad que tenemos de reconocernos como seres capaces de muchas habilidades, facultades y virtudes es lo que deriva en la existencia de la soberbia. Si bien la soberbia puede darse en todos los individuos en algún punto de su vida de modos más o menos profundos, se habla de soberbia específicamente cuando los rasgos de vanidad y autoalabanza de una persona se vuelven exagerados.

Orgullo y soberbia
Son dos conceptos semejantes, pero no exactamente iguales. Mientras que en el primero el individuo se valora a sí mismo en su justa medida, en el segundo hay una desproporción. Por lo tanto, quien es soberbio no está orgulloso de sí mismo, sino que su autovaloración se fundamenta en el menosprecio de los demás. En otras palabras, en este sentimiento se produce un no reconocimiento de los semejantes.

Desde un punto de vista psicológico se trata de un mecanismo de defensa
La actitud soberbia es considerada como un mecanismo de defensa. De esa manera, quien tiende a la soberbia puede ser alguien con una escasa autoestima y para compensarla recurre a una sobrevaloración de sí mismo. Para camuflar los miedos y las inseguridades, se adopta un disfraz de engreimiento y petulancia. Las personas con este rasgo trasmiten a los demás que son mejores y de algunas maneras superiores, pero en el fondo se quieren poco a sí mismos.

Una persona soberbia es alguien con miedos y que necesita sentirse por encima de los demás.

El soberbio puede tener dificultades para valorar las acciones y normalmente vive pendiente de las apariencias y de la comparación con los que le rodean. Paralelamente, la soberbia es una falta de humildad. Los psicólogos consideran que para corregir esta actitud es conveniente centrarse en la autoestima personal.


Diversidad Cultural


Es preciso rechazar contundentemente la crítica que a menudo se hace de la diversidad cultural como causa de conflictos. Son los intentos de suprimir la diversidad lo que genera los problemas, cuando se exalta "lo propio" como lo único bueno, lo verdadero, y se mira a los otros como infieles a convertir, si es necesario, por la fuerza. O cuando se considera que los otros representan "el mal", la causa de nuestros problemas, y se busca "la solución" en su aplastamiento. 

Los enfrentamientos no surgen porque existan particularismos, no son debidos a la diversidad, sino a su rechazo. Son debidos a los intentos de homogeneización forzada, a los fundamentalismos. Conviene aclarar, por otra parte, que la defensa de la diversidad cultural no significa aceptar que todo vale, que todo lo que los pueblos crean sea siempre bueno.

Lo que es siempre bueno, en cualquier dominio, es la diversidad, porque nos hace ver que no hay una única solución a los problemas, una única ley incuestionable…

El tratamiento de la diversidad cultural puede concebirse, en principio, como continuación de lo visto en el Tema de Acción Clave dedicado a la Biodiversidad, en cuanto extiende la preocupación por la pérdida de biodiversidad al ámbito cultural. La pregunta que se hace Maalouf (1999) expresa muy claramente esta vinculación: ¿Por qué habríamos de preocuparnos menos por la diversidad de culturas humanas que por la diversidad de especies animales o vegetales? Ese deseo nuestro, tan legítimo, de conservar el entorno natural, ¿no deberíamos extenderlo también al entorno humano? 

Pero decimos en principio, porque es preciso desconfiar del "biologismo", es decir, de los intentos de extender a los procesos socioculturales las leyes de los procesos biológicos. Son intentos frecuentemente simplistas y absolutamente inaceptables, como muestran, por ejemplo, las referencias a la selección natural para interpretar y justificar el éxito o fracaso de las personas en la vida social.

Y no se trata solo de proponer el consumo de conocimiento en vez del consumo material: ampliar el conocimiento en cualquiera de sus formas, elaborar productos culturales, contribuir a concebir y resolver problemas, junto a otros, puede dar satisfacciones aún mayores que el simple consumo. 

La producción cultural y el acceso a su disfrute pueden, pues, constituir un eficaz instrumento para la transición a la Sostenibilidad. Así debe de reconocerse en los Objetivos de Desarrollo Sostenible, con metas precisas de promoción cultural, que constituyan, además, ocasión de creación de puestos de trabajo en áreas creativas: medios de comunicación públicos y de calidad, bibliotecas, videotecas, museos, salas de conciertos, teatros, cines, educación artística y musical, etc., etc. 

Una Sostenibilidad satisfactoria para todas y todos precisa de la Cultura, de la riqueza plural de las diversas manifestaciones culturales que constituyen un Patrimonio de la humanidad que es preciso proteger e impulsar.


Estabilidad De La Personalidad


Existen muchas dudas en relación a si la personalidad de un individuo se puede modificar a lo largo de su ciclo vital o heredamos unos rasgos de personalidad que nos acompañan a lo largo de la vida.

Considerando que la personalidad es estable, significa que el temperamento que mostramos cuando somos todavía bebés de 3 a 12 meses en relación a los niveles de actividad, de la sonrisa-llanto, miedo, malestar, tranquilidad u orientación permanece estable a lo largo del tiempo.

¿Si de niños éramos muy sonrientes y con desparpajo lo seguiremos manifestando de mayor?
Entonces como se puede explicar, que ante acontecimientos y experiencias especialmente las que tienen consecuencias emocionales fuertes, supongan cambios en la personalidad.

Hay estudios que contradicen la estabilidad de la personalidad a lo largo del ciclo vital, donde las características de nuestra personalidad se pone a prueba según los acontecimientos y cambios que se van produciendo en nuestras vidas de ahí que se produzcan cambios como los siguientes:

Entre hombres y mujeres de 30 y 40 años, se muestra una reducción en la necesidad de logro (hacer las cosas eficazmente y bien) y se produce un incremento en la necesidad de afiliación (establecimiento y mantenimiento de relaciones afectivas con otras personas), estudios Franz (1995)
También cambia la autoestima a lo largo del tiempo y con ello nuestro temperamento. (Estudio de Block y Robins, 1993)

El nivel de autoestima en las mujeres tiende a disminuir con el tiempo, y en cambio en los hombres tienden a aumentar su nivel de autoestima.

Las mujeres cuyo nivel de autoestima desciende se vuelven más irritables, negativas, impredecibles y con cambios de humor, mientras que aquellas mujeres cuyos niveles de autoestima se conservan altos son consideradas como sociables y con buen humor.

En el caso de los hombres con niveles alto de autoestima son más relajados, sociables y de buen humor que los hombres con niveles bajos de autoestima que presentan mayores niveles de ansiedad y estrés.
Otro rasgo de personalidad que parece cambiar a lo largo del tiempo es la dimensión de personalidad de Búsqueda de sensaciones (estudios M. Zuckerman), manteniéndose alto en la infancia y adolescencia para ir disminuyendo conforme avanzamos en edad.


Un estudio muy interesante de Helson y Picano en 1990, mostraron cambios de rasgos de personalidad como la independencia en la que influía la situación y contexto. Por ejemplos las madres separadas, la mujeres que trabajaban fueran del hogar y las madres sin hijos mostraban un incremento en independencia con el paso del tiempo, mientras que las amas de casa no mostraban ese incremento en el nivel de independencia, por lo que el nivel social en este caso influye en los rasgos de personalidad.

Qué Es Honestidad:


Como honestidad se designa la cualidad de honesto. Como tal, hace referencia a un conjunto de atributos personales, como la decencia, el pudor, la dignidad, la sinceridad, la justicia, la rectitud y la honradez en la forma de ser y de actuar. La palabra proviene del latín honestĭtas, honestitātis.
La honestidad es un valor moral fundamental para entablar relaciones interpersonales basadas en la confianza, la sinceridad y el respeto mutuo.
Una persona que actúa con honestidad lo hace siempre apoyada en valores como la verdad y la justicia, y no antepone a estos sus propias necesidades o intereses. En este sentido, es una persona apegada a un código de conducta caracterizado por la rectitud, la probidad y la honradez.

La honestidad verdadera permea todos los aspectos de la vida de una persona: se manifiesta socialmente, pero también en el entorno íntimo del individuo y en su vida interior. Esto quiere decir que la honestidad es tanto exterior como interior, en vista de lo cual debe ser un comportamiento coherente, donde las acciones del individuo sean consecuentes con lo que piensa, dice y predica.

En una persona honesta, incluso los actos más pequeños están regidos por la honestidad. Informarle al vendedor que se ha equivocado a nuestro favor con el cambio, devolverle al anciano el billete que se le acaba de caer sin notarlo, cumplir con nuestras obligaciones aun cuando nadie nos vaya a gratificar por ello, vigilar nuestras palabras en la medida en que estas puedan herir o afectar a terceros, guardar discreción ante aquello que lo amerite, ser prudentes en el manejo de nuestros recursos tanto económicos como personales, asumir la responsabilidad de nuestros errores, rectificar y corregir cuando sea necesario, ser leales y transparentes en nuestras relaciones con los otros; todo ello no es sino una breve enumeración del largo catálogo de acciones donde podemos manifestar activamente nuestra honestidad.


En este sentido, un individuo socialmente honesto se mantiene apegado a los principios del buen obrar en todos los actos que constituyen su interacción con los demás: en el trabajo, en el tráfico, en su comunidad, en sus estudios, ante el Estado; asimismo lo hará en su vida más íntima, en sus relaciones afectivas, de amistad y familiares; e igualmente en su vida interior, es decir, en aquellos aspectos de su vida que no está obligado a compartir con los demás, como sus sentimientos, sus ideas, sus gustos e intereses. Un individuo honesto, en definitiva, es ante nada honesto consigo y, por lo tanto, no se traicionará a sí mismo.

domingo, 24 de septiembre de 2017

Tu Sonrisa


No dejes que nada ni nadie borre tu sonrisa. Fluye, vive y disfruta, que la vida como mucho son dos días para el que tiene fortuna, y eres tú la que eliges cómo vivirla. Quítate las cadenas que te ligan a tus miedos, deshazte de la incertidumbre que te frunce el ceño y aventúrate a vivir a tu manera.

Desabróchate los tacones para notar la hierba mojada, nota cómo las hojas tiemblan entre tus dedos y el aire. Haz el pino si lo que quieres es tocar el cielo con los pies. Haz lo que te dé la gana pero que eso te haga feliz, y así puedas lucir esa hermosa sonrisa que te queda tan bien. Haz las cosas a tu manera porque así es como eres y ya sabes que la felicidad no se busca, tropezamos con ella sin querer en uno de los pocos descuidos que no dan cuidado.

Recuerda que solo se vive una vez y que es mejor que hagamos que esa única vida con la que contamos merezca la pena, Piensa, ¿hay mejor inversión para nuestro recurso más preciado -el tiempo- que esa? Acota la influencia que tiene sobre ti lo que piensen o digan los demás; eso se llama envidia y es la manera que tienen de hacer que no te sientas bien.

“Soy yo cuando sonrío, al igual que soy yo cuando estoy triste. Ambas emociones son parte de mí y ambas me describen en algunos momentos. Nunca negaré ninguna de ellas porque sería el primer paso para negar una parte de mí, dejando de alimentar mi amor propio”

Vístete con tu mejor sonrisa y compártela con el mundo

Comparte tu sonrisa con el mundo porque una sonrisa siempre significa mucho. Una sonrisa hace sentir bien al que la recibe y también al que la exhibe. Ser generoso con la sonrisa no cuesta nada. 

Piensa que una sonrisa puede durar un segundo, pero el recuerdo que deja, a veces, es eterno.
La sonrisa es esa curva que endulza el rostro e ilumina la mirada. 

Pero eso solo lo hacen las sonrisas verdaderas, no cuentan si escondes la pena detrás de ella. Piensa que le quitas el valor a lo que sientes cuando lo escondes y lo disfrazas de lo que crees que resulta políticamente correcto para los que están a tu alrededor.

“Incluso una vida feliz no puede medirse sin la oscuridad. La palabra feliz perdería su significado si no estuviese balanceada por la tristeza”
-Carl Gustav Jung

Tienes derecho a estar triste, al igual que tienes derecho a ser feliz y ambas emociones merecen la misma libertad en su expresión. No te avergüences por desentonar con los que te rodean, tú eres tú y lo que sientes tiene el mismo valor que lo que sienten otros. No haces daño si te expresas, no haces daño si sonríes, solo muestras tu mejor cara al mundo, tu autenticidad.

Recuerda que es el presente el que está en tus manos, el que se escapa cada segundo que pasas pensando en lo malo. Los malos días vienen solos, pero los buenos hay que salir a buscarlos y si es con una sonrisa será más fácil encontrarlos.

Numerosos estudios han demostrado que si te tomas las cosas con buen humor y sonríes aumenta tu bienestar emocional. La sonrisa y, en mayor medida, la risa, estimulan la liberación de dopamina, serotonina y endorfinas en tu cerebro, haciéndote sentir mejor. Además, la sonrisa disminuye el nivel de cortisol causado por el estrés en tu cuerpo. 

Así que, ¿a qué esperas para sonreír hoy?


Superar Los Sinsabores


Por mucho que nos gustaría asegurar que nuestra vida esté llena de buenos momentos y de la paz y armonía necesarias, todos sabemos que es una utopía, y que las cosas se suelen poner feas muy de vez en cuando.

Idealmente a todos nos gusta imaginarnos mejor de lo que estamos, soñamos con vivir días plenos de felicidad o con llegar al final de nuestra vida con una sonrisa amplia, fruto de muchos años de buenos momentos. Sin embargo, la vida muchas veces nos muestra otras realidades.

La realidad es que todo es cíclico, y que por la misma razón que vives momentos de intensa felicidad, también vivirás los contrarios.

En esos ciclos que vivimos, hay muchas personas que cuando las cosas se ponen mal, suelen tirar la toalla, desesperarse y provocar más daño todavía a su alrededor y a sí mismos.

 “No es la carga lo que te hunde, sino cómo la transportas”

En la vida viviré muchas dificultades. De hecho, cada día vivo algunas, muchas de ellas son inevitables. Pero lo que sí puedo cambiar es la actitud que quiero tener ante las dificultades que esa vida me ponga delante. Tú también vas a vivir algunas, es muy difícil vivir una vida llena exclusivamente de placeres y momentos felices.

Si uno quiere conocer la felicidad también debe conocer la tristeza.
Si quiere conocer el amor, también necesita conocer el desamor.
Si quiere conocer la salud, también tendrá que haber vivido algo de enfermedad.
Si quiere conocer el encuentro, también debe conocer la pérdida.

¿Qué momentos difíciles estás viviendo ahora mismo en tu vida?, ¿Qué situaciones vives con dolor?
Aunque vivas momentos de alegría, nunca pierdas de vista que “esto también pasará”, y que aferrarse a un momento y no querer soltarlo no es más que una forma de confluencia, de quedarnos fundidos a una felicidad que es efímera, fruto de un instante de nuestras vidas. Tenemos que aprender a “soltar”, a “desprendernos” de los momentos felices, porque también otros momentos llegarán a nuestras vidas.
No tires la toalla, ni siquiera lo pienses
El pensamiento nos induce sentimientos, y estos se transforman en formas de estar y de actuar. Si piensas en tirar la toalla o en abandonar es muy fácil que la moneda empiece a caer hacia ese lado.
La actitud resiliente es una actitud que no contempla la derrota, que siempre cree que puede conseguirlo”


Responsabilidad Individual


El concepto de responsabilidad
Responsabilidad…  Una palabra que, si consultamos el diccionario, a priori tiene connotaciones negativas.

Tras los acontecimientos de los últimos años, es bastante común pensar que la culpa siempre la tienen los demás: el gobierno, la clase política, los del pueblo de al lado o simplemente nuestro vecino. Por este motivo, queremos llamar la atención sobre el concepto positivista de la responsabilidad y más específicamente de la responsabilidad individual.

La responsabilidad individual, es la que nos hace avanzar como personas, respetar a los demás, respetar al entorno en el que todos vivimos e incluso a respetarnos a nosotros mismos.

Un futuro mejor mediante la responsabilidad individual
Difundir un estilo de vida responsable como herramienta para transformar la realidad en un futuro más sostenible, tanto para nosotros mismos, los demás y el planeta en el que habitamos.

¿Qué es la responsabilidad individual?
Es conocer el impacto de nuestros actos hacia los demás.
¿Comportamiento responsable, hacia quiénes?
Hacia uno mismo
Antes se consideraba que nacíamos con una dotación genética que marcaba de manera inexorable nuestro futuro. Ahora, con el descubrimiento de la epigenética, se conoce que nuestros hábitos y estilo de vida determinan que nuestros genes se expresen o no.

Por lo tanto, nuestro estilo de vida influye en la expresión de nuestros genes y además, se transmite a nuestra descendencia.
Por este motivo, postulamos adquirir hábitos de alimentación, ejercicio y, en general, de estilo de vida responsable, por coherencia hacia nosotros mismos y hacia nuestra futura descendencia.

Hacia los demás
Evitar la desigualdad e intentar ayudar a las personas de nuestro entorno son claves para lograr un avance tanto personal como en la sociedad.


Lealtad Y Principios


La lealtad a los principios es la base del desarrollo de nuestra realidad, de nuestra identidad, de lo que somos como seres humanos. No estamos hablando aquí de unos principios externos, de lo que alguien nos marca desde fuera, sino de nuestros principios internos, de seguir esa luz que a veces no sabemos ver pero que brilla como un faro en nuestro interior.

En ocasiones, los acontecimientos externos nos nublan tanto la razón que nos dejamos llevar por el tsunami de nuestras emociones y damos por buenas situaciones que son a todas luces execrables, las justificamos, perdemos así la brújula y navegamos sin rumbo.  Al hacerlo, transmitimos esa información a nuestras células, que la repercuten a los centros de control. El resultado es que nuestros gobernantes siguen la misma dinámica.

Cada acto, cada movimiento, genera a nuestro alrededor un nuevo universo, nuevas circunstancias, que nos llevarán a su vez a vivir otras, del mismo modo que las semillas del tomate, al ser plantadas, darán nuevos tomates. Es tiempo pues de tomar conciencia de la repercusión de nuestros actos, pensamientos y sentimientos, en lugar de buscar siempre la culpa a otras circunstancias.

Quizá tu transformación no esté lejana, tal vez estas palabras resuenen en tu interior, quizá ha llegado el momento de descubrir el poder transmutador que posees, quizá empiece a circular por tus venas la sangre azul del idealismo, para que el caos deje de ser el termómetro por el que se mide el desarrollo de los pueblos. Es tiempo de plantearte las cosas desde la base del Amor incondicional o, lo que es lo mismo, desde la comprensión profunda.

Tenemos capacidad para sanarnos, para modificar nuestra realidad, por retorcida que nos parezca, pero debemos empezar por cambiar el pensamiento, por enfocar en positivo, por perdonarnos los errores y avanzar sin miedo hacia un mañana lleno de esperanza y de luz.

Reconstruir el orden natural debe ser nuestro principal objetivo, aportar armonía, rencontrar el ritmo perfecto en nuestro organismo, el personal y el general. En resumen, dar significado a nuestra vida, ser leales a nuestros principios.

¡Apasiónate, vive, cambia!


sábado, 23 de septiembre de 2017

Nuestro Hogar Compartido


Los hombres han mostrado interés por los primates no humanos desde tiempos inmemoriales y los han venerado, como lo atestiguan los numerosos mitos y los registros históricos y prehistóricos de diversas culturas. Con el advenimiento de la teoría de la evolución darwiniana y el establecimiento de la idea de que todos los seres vivos tienen un ancestro en común, este interés ha crecido, ya que los primates no humanos pasaron a ser el grupo biológico con mayor potencial para brindarnos información sobre el origen de nuestra especie y explicar nuestro comportamiento social.

El aporte que los primates no humanos pueden hacer a la comprensión del comportamiento humano es evidenciado por la diversidad de líneas de investigación que se han desarrollado con primates desde perspectivas que involucran directamente el estudio del hombre.

Campos como los de la antropología, la psicología experimental y la lingüística se fusionan con la ecología, la etología y la biología evolutiva para encontrar respuestas al origen del comportamiento humano.

Podemos obtener registros paleontológicos de nuestros ancestros y conocer sus dimensiones, su forma de locomoción, su dentición (y por lo tanto inferir su dieta) y su tamaño cerebral.

Podemos también reconstruir los paleoambientes donde vivían, pero poca es la información que los fósiles nos dejan sobre su comportamiento social
.

Estas preguntas han dominado la escena en los estudios primatológicos desde hace un par de décadas y son aún campo fértil de estudio.


El Poder De La Confianza


El miedo y la preocupación pueden ayudarnos en ciertos momentos a preservar la vida, pero también pueden mantenernos en situaciones que ya no queremos, que nos significan algo ya para nosotros. Pueden paralizarnos o impedirnos disfrutar de nuevas aventuras, de resultados más grandiosos y de gozar la vida bajo nuevos matices y emociones.

La confianza es un poder que sentimos cuando estamos convencidos de que algo llegara a nuestra vida, porque tenemos el poder para crearlo. Es ese poder que sentimos cuando tenemos la certeza de que podemos influir en nuestra realidad.

¿Y cómo podemos sentir confianza en estos tiempos donde todo parece inspirar más bien inseguridad y temor? Empezando, primero, por reconocer que tú posees un poder para transformar e influir las situaciones que hay o habrá en tu vida. Empezando, sobre todo, por no dar el poder de tu gozo, paz o infelicidad a los demás.

Si eres feliz o infeliz, si eres grandioso o te sientes limitado, si estás enfermo o te la pasas riendo. Tú eres el creador de esa vida que tienes y de la que está por venir.

Mientras dependas de algo externo para estar bien, para hacerte feliz, para darte lo que quieres, no podrás confiar en ti, porque estarás confiando en que los demás te den, digan o hagan. Depender frena la confianza y te hace sentir carente y vulnerable a las decisiones ajenas y a poderes que no son tuyos. No dependas de lo que está afuera para sentirte bien, o para conseguir algo. Mejor, practica tu confianza, empezando por no traicionar o engañarte tú mismo.

Por ejemplo: puedes empezar a ser leal a lo que quieres y sientes. No hagas las cosas en función de lo que piensen los demás o de lo que pensaran. No vivas para complacer tu imagen o al vecino. Se honesto contigo y encuentra que es lo que realmente quisieras ver en tu vida. Luego, prueba caminos nuevos, los cuales ayudaran a fomentar tu confianza.

Muchas veces no queremos probar caminos nuevos porque tememos el resultado, y estamos demasiado acostumbrados al camino habitual. Por ejemplo: tomar medicamento es para muchos un hábito. Si tú les dices a estas personas que pueden curarse sin medicina, quizá muchos no lo crean. Y, sin embargo, el camino nuevo les podría hacer confiar en nuevas habilidades del cuerpo.

Para desarrollar confianza hay que arriesgarse poco a poco a lo nuevo, a lo que te hace “clic”. Es decir, a aquellas cosas que te despiertan interés o curiosidad, y que intuyes te traerán un beneficio o algo más grandioso que lo que tienes o eres. Así que prueba hoy mismo: piensa en algo que te gustaría probar o hacer, y que no te has atrevido por miedo a perder o a no tener, pero por otro lado sabes que te traería un beneficio o te liberaría o daría más paz, tiempo o alegría.

Si lo sientes, si ya lo tienes en mente, hazlo. Escríbelo en un papel y empieza a valorar la forma de concretarlo, confiando en que eso te llevara a un destino más grandioso, porque sin duda así será. Realmente no perderás nada al probar lo que realmente te inspira y has soñado algunas veces en secreto, sabiendo que te va a traer un bien. Lo único que podrías perder seria la duda. Cuando lo hagas y empieces a caminar de acuerdo a lo que quieres y sientes te inspira, y no de acuerdo a lo que perderás o temes, verás como poco a poco te empiezas a sentir una persona más segura, confiada y con poder.


Nuevo Amanecer


DESPERTE.....
LAS PUPILAS DE MIS OJOS RESPLANDACIERON
AL MIRAR LA LUZ DE ESTE DIA NUEVO
QUE GRANDE ES MI DICHA
EL PENSAR QUE HAY SALUD Y SIGO VIVA.
Y PENSAR QUE AL MUNDO ENTERO
SE LE DA UNA ENSEÑANZA
ES DE VIDA NO LO DUDES
EN LA LUCHA TODO AVANZA.
QUE A PESAR DE TERREMOTOS
Y DE TANTAS CRUELES GUERRAS
HAN DE AFERRANSE A LA VIDA
SIEMPRE EXISTE LA ESPERANZA.
VIVE EL HOY.....
Y NO EL MAÑANA
QUE EL MAÑANA LLEGARA
SIN TANTA PRISA.
LUCHA, ALCANZA
NO TE RINDAS.
QUE TU ESFUERZO YA SERA RECOMPENSADO
DARA FRUTOS, DARA VIDA.
DA GRACIAS POR TUS SABANAS CALIENTES
Y NO POR FRIOS ESCOMBROS
QUE COBIJAN A LA GENTE.
QUE AUN ASI, BAJO PENUMBRAS
 LUCHAN....
SE AFERRAN....
Y  ALCANZAN,
LA ESPERANZA A COMENZAR
UN NUEVO DIA.

marilu35



viernes, 22 de septiembre de 2017

Dualismo Ético Inconsciente - Voluntad


Aunque “fuerza de voluntad” es una expresión que todos usamos sin reparar en ello, la verdad es que se trata de un concepto frente al cual hay grandes controversias.

Desde el punto de vista filosófico, tiene su origen en la metafísica, particularmente en Aristóteles. Desde allí se introdujo en las diversas religiones occidentales, convirtiéndose en una virtud de primer orden.

La fuerza de voluntad se define como la capacidad para dirigir y controlar las acciones propias.
Los metafísicos y las religiones señalan que esa fuerza nace exclusivamente de la libre determinación de cada persona.

Sin embargo, el psicoanálisis planteó serios reparos tanto al concepto de “voluntad”, como al de “fuerza de voluntad”, debido al descubrimiento del inconsciente.

Lo que se sale de control
Para el psicoanálisis, los procesos conscientes son solo “la punta del iceberg” en la actividad mental. En realidad, los pensamientos y los actos están determinados por una fuerza que no es la de la voluntad, sino la del inconsciente.

Ese descubrimiento permitió explicar muchos hechos. Por ejemplo los “lapsus linguae”, o episodios en los que una persona quiere decir algo, pero, “sin quererlo”, termina diciendo otra cosa.

También el inconsciente es el responsable de los llamados “actos fallidos”: la persona se propone conscientemente hacer algo, pero termina realizando una acción muy diferente.

Lo vemos todos los días en la vida cotidiana. Alguien que quiere llegar temprano a su cita, pero “sin querer” se retrasa o nunca llega. O los que quieren “poner empeño en su trabajo”, pero terminan ocupándose en otras cosas, mientras laboran.

Para el psicoanálisis, entonces, la voluntad no es una fuerza, sino la expresión de un deseo inconsciente. Solo cuando una persona es consecuente con su deseo, acude la voluntad. Si no es así, esa “voluntad le traiciona”.

Por eso hay planes que siempre se posponen, decisiones de cambio que nunca se hacen realidad, o intenciones que jamás se convierten en actos.

Las filosofías orientales, como el Zen, tampoco abordan la llamada “fuerza de voluntad” en sus prácticas. Sostienen que la misma es una autoagresión y que debe ser sustituida por el entendimiento y el amor, que son, finalmente, las fuerzas que llevan a la acción.

La voluntad y la conciencia
Lo que hay en común entre el psicoanálisis y las filosofías orientales es la idea de que la voluntad no es un acto de fuerza. Y que, en cambio, solo puede nacer de la comprensión y, por lo tanto, de la conciencia.

Quizás necesitamos menos forzarnos y más comprendernos para lograr que las intenciones se conviertan en actos. Y que esos actos sean coherentes con lo que realmente queremos hacer de nuestra vida.


Nuestro Lenguaje


¿Formamos parte los seres vivos de la Tierra de un macroorganismo que se encuentra en la actualidad en fase reproductiva? ¿Cómo podemos estar seguros de ello y hasta qué punto? La posibilidad de dar respuesta a estas dos cuestiones se encuentra en el lenguaje y desde una perspectiva racional nunca llegaremos más lejos de lo que alcance el tipo de código lingüístico que utilicemos.

El lenguaje es un instrumento básico para los humanos. Del mismo modo que observando una herramienta nos hacemos una idea de sus posibilidades funcionales, igualmente analizando el lenguaje, es posible caer en la cuenta de lo que podemos realizar mediante su empleo e incluso establecer sus límites de eficacia. El lenguaje es sin duda un instrumento fabuloso, nos permite utilizar la razón, una capacidad característica nuestra por la que nos calificamos de racionales, sin embargo la irracionalidad también se muestra en el lenguaje humano, más de lo que pudiéramos pensar a priori.

El lenguaje como todo instrumento arrastra un error en su uso, es más, al ser una herramienta dotada de una notable imprecisión y ambigüedad, no es nada desdeñable el factor de distorsión que introduce sobre la realidad que creemos percibir.

Nos tenemos que enfrentar a la vida, y por tanto al conocimiento, con un instrumento limitado en el que la racionalidad se manifiesta, pero también la irracionalidad, en el que la ambigüedad es una propiedad básica del instrumento, y en el que hemos podido comprobar la existencia de unos límites que probablemente nunca podremos atravesar.


Este instrumento nos transmite visiones borrosas de la realidad. Es importante considerar que tener una seguridad total en este tipo de imágenes es un error, por tanto debemos guardar una cierta duda y procurar incrementar nuestro grado de información a partir de otras perspectivas. Así hacemos en el acto de mirar un cuadro, donde la proximidad nos puede dar una visión más cercana de las partes, pero la lejanía nos ofrece otra clave en la que veamos una imagen global y más completa, otra dimensión de la información a nuestra disposición.



Persona Humana


Persona, en nuestra cultura, se opone a cosa y a animal, aunque de distinto modo. En cuanto opuesto a cosas y a animales el término persona se aproxima al término hombre. Sin embargo no se superpone con él:

(1º) Porque existen, entre las creencias de nuestra cultura, y sobre todo en el lenguaje, personas no humanas (personas divinas: Padre, Hijo y Espíritu Santo; personas angélicas o diabólicas; o incluso las extraterrestres).

(2º) Porque hay seres o cosas que son humanos, pero no son personales (por ejemplo el «hombre de Neanderthal» –nadie dice: «la persona de Neanderthal»– o bien una máquina, un mueble, y en general, la «cultura extrasomática», que es humana, «cultura humana», y no es personal).

Persona humana añade algo no sólo a «persona» sino también a «humano». El hombre recibe una determinación importante cuando se le considera como persona así como la persona recibe una determinación no menos importante cuando se la considera como humana. Por tanto, no es lo mismo hombre que persona, como tampoco es lo mismo hombre que ciudadano. «Hombre» es un término más genérico o indeterminado, que linda con el «mundo zoológico» (decimos hombre de las cavernas pero sería ridículo decir persona de las cavernas); «persona» es un término más específico que tiene que ver con el «mundo civilizado» o, si se prefiere, con la constelación de los valores morales, éticos o jurídicos propios de este mundo.

La misma etimología de la palabra persona demuestra que es un concepto sobreañadido al concepto de hombre. Un refrán de origen jurídico, también lo recuerda: homo plures personas sustinet, es decir, el hombre sostiene o desempeña muchas máscaras o papeles (un mismo hombre es empresario y delincuente, es padre y metalúrgico, &c.). «Persona» era, en efecto, la máscara o careta que usaban los actores de la tragedia para hablar –per sonare–. No decimos que los hombres actuales puedan no ser personas; decimos que cabe un concepto de hombre al margen del concepto de persona.

En el derecho romano los esclavos eran hombres pero no eran personas. Lo que queremos subrayar es que aquellos juristas romanos que usaban el concepto de hombre lo disociaban del concepto de persona; de suerte que, históricamente, ocurre como si nuestro concepto actual de persona, como equivalente a hombre, fuese el resultado de una ampliación del concepto de persona a los esclavos. 

Según esto cabría decir que el concepto de persona apareció como resultado de un proceso vinculado a la liberación, al menos teórica, de los esclavos (o de los bárbaros) y no como un mero concepto abstracto, mental, intemporal. {SV 115-119}



Paso A Paso


Seguro que a ti no te ha pasado pero, a que conoces a alguien que habiendo intentado algo una, dos o quizás tres veces, ha dicho algo parecido a: esto no me sale….yo no valgo para esto….. Esto no es para mí…… esto es imposible….. Estoy harto/a de fracasar….. Podría seguir pero creo que ya es suficiente y nos hacemos una idea.

Pues bien, esto que le pasa a gente a la que conocemos, es bastante común y me atrevo a decir que peligroso para cualquier tipo de avance o transformación personal.  En la vida real, las cosas no suceden al toque de una varita mágica, más bien requieren planificación, adquisición de herramientas y conocimientos, entrenamiento y perseverancia.

En los procesos de coaching hacemos mucho hincapié en la importancia de avanzar paso a paso. De hecho la mayoría de las veces lo más importante es dar el primer paso. Para dar ese primer paso en busca de un sueño o de una vida más plena y consciente, tenemos que traspasar un umbral.  Tenemos que cruzar esa línea imaginaria que nos enfrenta a nuestros miedos, que nos hace tomar conciencia de los obstáculos que vamos a encontrar.

Uno de esos obstáculos es el miedo a que como alguna vez lo intenté y no salió, ya nunca voy a poder hacerlo. Y yo me pregunto: ¿acaso tenemos una bola de cristal que nos indica el futuro? ¿quién te ha dicho que porque una vez o dos no salió es que nunca saldrá?

Tirar la toalla, y fingir que ya no nos interesa algo, puede salvarnos la cara delante de los demás, pero te aseguro que el daño interno es mucho más profundo.

Otro obstáculo muy común es proyectarnos a un futuro en el que todo ya está conseguido y olvidarnos de que para llegar allí, tenemos que avanzar paso a paso. Lo contrario será vivir de espejismos.

 ¿Podrías decirme cómo caminas? ¿Qué es lo que haces exactamente para caminar?

Ah!, pues va a ser lo mismo que yo, avanzar paso a paso, primero un pie y luego el otro y si te fijas y lo haces despacio, te darás cuenta de que pierdes un poco el equilibrio y parece que te vas a caer, pero no… sigues y das otro paso.

Pues esto mismo ocurre con todo en la vida real, esa que experimentamos instante tras instante.

En esta vida avanzamos paso a paso, nos caemos y nos volvemos a levantar, que nos miran y nos ven caer, pues genial, pero que nos vean también levantarnos, re-inventarnos, y darnos todas las oportunidades que necesitemos. 

Y si las cosas no salen a la primera recuerda que lo importante siempre es dar el siguiente paso.