jueves, 3 de enero de 2019

Infancia Y Educación

Si la pobreza afecta de manera grave al conjunto de la población de Iberoamérica, parece cebarse especialmente con la infancia, puesto que más de la mitad de los niños y niñas de la región sufren sus efectos. Según datos de CEPAL, el porcentaje de niños de 0 a 12 años en situación de pobreza es del 59% (51% en las ciudades y 80% en el campo). La pobreza infantil está a menudo asociada con una exclusión en el acceso a los servicios y a las oportunidades que les corresponden, lo que contribuye a perpetuar su transmisión intergeneracional. La situación se agudiza especialmente en las áreas rurales donde se muestra como un factor que tiende a su reproducción y que impulsa la emigración a las zonas urbanas y a otros países, generando, con ello, nuevos problemas de integración.

La población analfabeta y los jóvenes con bajos niveles de escolarización constituyen el crudo testimonio de la deuda que tiene la sociedad con una importante parte de la población. Ellos son los desfavorecidos históricos de los sistemas escolares, porque ellos estaban en edad escolar cuando la escolarización primaria tendía a la universalidad, pero el sistema no logró asegurarles la inclusión educativa y los estudios elementales. La cifra de analfabetos se sitúa en torno a los 34 millones de personas, casi el 10% de la población, mientras que el 40% de las personas jóvenes y adultas (cerca de 110 millones de personas), no han terminado sus estudios de educación primaria.

Las familias con muy bajos ingresos y con reducidos recursos personales tienen serias dificultades para promover el compromiso de sus hijos con los objetivos escolares e incluso para garantizar su asistencia a la escuela. Y muchas familias en los países latinoamericanos se encuentran en esta situación. Las familias se ven abocadas a que sus hijos trabajen o a que cuiden de los hermanos pequeños en vez de asistir a la escuela. Para estos alumnos, de poco sirve la ampliación de la educación obligatoria. Posiblemente, la conciencia colectiva de la radical importancia de la familia en la educación conduzca a que este tema forme parte inexcusable de las futuras reformas de los sistemas educativos.

El apoyo a las familias debe ir acompañado de una atención especial a la educación de los niños desde sus primeros años de vida, ya que es en estos años en los que se establecen las bases madurativas, de salud y neurológicas, los esquemas básicos de conocimiento, la provisión de estímulos y de información enriquecedora sobre todo a través del lenguaje, del desarrollo de la socialización, de las rutinas de la vida diaria y, finalmente, de la participación del niño en los procesos de aprendizaje en entornos escolares. 

Por todas estas razones, la OEI considera que su colaboración con los ministerios correspondientes para la educación de todos los niños desde las edades tempranas es la mejor estrategia para combatir la inequidad educativa desde sus raíces.

Por otro lado, es necesario señalar la importancia estratégica de la educación técnico profesional para abrir vías de inserción laboral a los jóvenes y para favorecer el desarrollo económico de los países. La oferta de un sistema integrado de formación técnico-profesional en el que participen las autoridades educativas y laborales, así como la colaboración de los sectores sociales y empresariales en el diseño de los perfiles profesionales y en las prácticas de los alumnos en las empresas es una garantía para que dicha formación responda a las demandas productivas y sea al mismo tiempo una opción atractiva para los jóvenes.

Finalmente, es preciso reconocer que existen colectivos de alumnos especialmente vulnerables: aquellos que forman parte de las minorías étnicas de un país, los que se escolarizan fuera de sus países de origen por haber tenido que emigrar sus familias, los que se encuentran en condiciones sociales desfavorables, o los alumnos que presentan necesidades educativas especiales tienen mayor riesgo de ser excluidos del sistema educativo común. En consecuencia, un sistema educativo sensible a la equidad debe comprometerse en el desarrollo de políticas de inclusión educativa que transformen las condiciones de la enseñanza y garanticen una educación de calidad para todos los alumnos.

Por estas razones, la OEI considera que debe colaborar con los países especialmente en el fortalecimiento de sus políticas de atención a la infancia, de alfabetización y educación básica de las personas adultas, de formación técnico-profesional, de inclusión educativa y de preocupación por las familias inmigrantes, con el fin de asegurar una mayor equidad en los sistemas educativos.



miércoles, 2 de enero de 2019

Autoconfianza


La confianza en uno mismo no es más que una creencia, una cuestión de expectativas. Si tengo expectativas de que seré capaz de tener éxito en los obstáculos que se me presenten, confiaré en mi mismo.

Por el contrario, si  creo que los problemas me van a superar, tendré baja confianza en mis posibilidades.

La confianza no será igual en todas las áreas de mi vida. Donde tenga una autoestima saludable y positiva será más fácil que confié en mi mismo. Quizá tengo mucha confianza jugando a baloncesto, pero muy poca como pianista.

O tengo mucha confianza como amante pero no como pareja. Todo dependerá de la interpretación que haya hecho de mis experiencias pasadas.

Para confiar más en mi mismo, por lo tanto tendré que reinterpretar de una manera más justa mis experiencias y de generar conductas que me reafirmen en una imagen más positiva de mí mismo. No bastará con generar pensamientos nuevos, también es necesario construir conductas coherentes con esa nueva imagen.  

La confianza en uno mismo es un concepto que tiene varios significados, como por ejemplo, autoaceptación, autosatisfacción, autoconciencia.

Es fundamental saber cuáles son los propios límites y fallos, y también las fortalezas que tenemos, para apreciarlas (Forges), en definitiva, tenemos que aceptar cada elemento que nos pertenece (Goleman, test de los caramelos) y mirar hacia nuestro interior como si tuviésemos que encontrar un potencial.

Generalmente la persona presenta ante a si misma y los demás, una versión mejorada de si mismo y esa evaluación que cada uno hace sobre si mismo muchas veces es más generosa que una evaluación hecha por otros (Seligman).

Es un mecanismo para la supervivencia, la confianza en uno mismo representa la motivación necesaria para cumplir los objetivos, eso se obtiene gracias al fenómeno de la profecía autocumplida. Otras veces la imagen de uno mismo será demasiado injusta debido a una alta exigencia hacia uno mismo. 

La autoconfianza forma parte del ser humano, el resultado de la mezcla entre autoestima y autoeficacia; la autoeficacia es la impresión que tiene una persona de que es capaz de cumplir sus metas, la autoestima está más relacionada a la percepción que tiene una persona sobre sí misma y sus capacidades.


La Persona Excelente


La excelencia no tiene límites de velocidad y para eso se requiere libertad, decisión, voluntad e inteligencia. La libertad se considera como el centro de la vida humana y el utilizarla adecuadamente equivale a perfeccionar tu calidad de vida.

Un ser humano excelente es aquel que influye en los demás y que busca siempre el bien para él y para los que le rodean. La excelencia es saber amar, saber ser amado y ver siempre las cualidades de las otras personas, buscando constantemente su bienestar. La excelencia es saber servir y apoyar con placer a los demás, porque entre todos se puede encontrar una mejor forma de hacer las cosas.

Cuando una persona es excelente quiere decir que es un privilegiado como ser humano porque está en desarrollo constante. Ser excelente es saber comunicar paz a los demás, aprovechar puntos de oportunidad y transformar dificultades en acciones positivas, pero no hacer por otros lo que estos pueden hacer por sí mismos. Un ser excelente sabe proteger sin asfixiar, sabe guiar sin imponer, sabe motivar a los que están a su cargo para que también puedan desarrollarse.

La excelencia es saber construirse sólidamente como ser humano, con piezas de calidad como los buenos principios y los valores. El hombre que vive con excelencia posee, entre otras cosas, las siguientes características: Intuición y alegría, claridad en sus propósitos, originalidad, responsabilidad y libertad. Un ser humano excelente construye a otros, soporta el rechazo, no se frustra, mejor aún, le da sentido a la vida, es equilibrado en su pasión y responde con la razón.

La excelencia personal se define como una manera de vivir, una actitud mental y un pensamiento inclinado a solucionar cualquier problema, la excelencia se refiere a ser cada vez mejor. En otras palabras se puede definir como la manera en que el individuo desarrolla gran parte de su potencial, sin perder tiempo en buscar excusas o razones para demostrar que algo no se puede hacer.

El único camino para lograr convertir nuestra riqueza potencial en real es, precisamente, a través del trabajo intenso y de calidad. Todo individuo que tome conciencia de lo que es, siente, piensa, hace, desea y dice, que se ha dado cuenta de sí mismo y de lo que le rodea, se ha dado cuenta de que lo que importa es el ser y no el deber ser, esto involucra el auto concepto y el autoestima.

El autoestima positiva es la base de la excelencia
Un autoestima positiva es el ingrediente base para que un ser humano pueda llegar a ser excelente. Dos características importantes del autoestima positiva son la dignidad y la capacidad de hacer las cosas de la mejor manera.

Los seres humanos excelentes poseen muchas características valiosas, pero el autoestima es un elemento característico de los que son excelentes. Puede pensarse que las personas excelentes son seres superiores, pero en realidad no es así, lo que pasa es que poseen un autoestima elevada, se sienten muy seguros de si mismos y capaces de concretar lo que tienen en mente.

La excelencia se construye
En la vida todo es posible y naturalmente alcanzar la excelencia no es una excepción. ¿Piensas que las personas excelentes nacieron así? Por supuesto que no, la excelencia se construye sobre la base de un mejoramiento personal continuo. Parte de sus ingredientes son: la autoestima positiva, la responsabilidad, cambiar un bien por un bien mejor, sólidos valores personales, pensar a largo plazo, actitud positiva, la ética, la ambición (que no es igual a la codicia), buscar siempre ser mejores cada día y compartir nuestro conocimiento con los demás.

Pretender siempre algo más de lo que tenemos o de lo que somos, querer e intentar ser mejor cada día, es tener espíritu de superación permanente, es el camino hacia la excelencia. Pero lo más importante para lograrlo, es darnos cuenta de lo que somos y poseemos, valorarnos como hace mucho tiempo no lo hacemos, y decidirnos al cambio, a trabajar juntos, motivados por un espíritu de superación constante, para alcanzar la grandeza y el bienestar de todos, sin excepción.


Practicar La Compasión

La compasión forma parte de los humanos, pero la cólera y el odio también, creo que estas emociones podríamos considerarlas secundarias, es decir, si tengo lo que quiero, si estoy estable, si estoy bien, tengo emociones “buenas”, como la compasión, el afecto y la generosidad, pero si me falta algo, si deseo algo de otro o me han rechazado o quitado algo, salen las emociones negativas, las que me hacen sentir mal, las que responden a la frustración de algo ajeno a mi mismo. 

Recordemos la frase:¨no es más feliz el que más tiene, sino el que menos necesita”. Cuanto mejor me sienta conmigo mismo, más compasivo seré, y cuanto más compasivo sea, más me llenaré de ayudar a los demás y de desearles lo mejor, ayudando a quitarles mal estar y sufrimiento. Es un principio que está en la base de las grandes religiones y que cuando el ser humano se ha centrado en él, mejor hemos convivido. Esto implica unas leyes donde se respete al ciudadano, donde haya un sentimiento de igualdad, de protección a la propiedad, a la pareja, la familia, donde se vea justo el castigo por robar o matar. Ante unas leyes justas, y un estado que las haga cumplir, el ciudadano será mejor persona y tendrá más compasión, más intención de ayudar y de hacer que los demás se sientan bien a su alrededor.

Cuando no me siento protegido por el estado o considero que son injustas las leyes, tendemos a cerrarnos más en nosotros y a ser más egoístas, desaparece la compasión y veo a los otros como una amenaza. Esto demuestra que no depende solo de nosotros el cómo somos ni cómo actuamos.

Nuestro entorno nos marca más de lo que pensamos. Teniendo esta premisa en mente, la compasión es una de las cualidades más importantes en el ser humano puesto que está enfocada a como somos con los otros y cómo los percibimos. No es sólo un acto de generosidad, es una forma de llenarnos nosotros mismos, de sentirnos bien aliviando el sufrimiento del otro, sabiendo que el malestar es algo que nos perjudica a todos, no sólo al que lo padece, de esa forma el bienestar de los otros también lo percibimos como algo positivo en nosotros.

Una consecuencia clara de la falta de compasión en nuestros días es la soledad, pero no pensemos en una persona mayor arrinconada en una residencia, la soledad está afectando a la gente joven y en general a todas las edades. la gente entra en redes sociales para no estar sola, en plataformas donde quedar con gente, donde buscar pareja o amigos, porque ya se están perdiendo las habilidades sociales para abrirse hacia los demás, las de escuchar y hablar respetando lo que nos dicen, y sobre todo y más importante, es conocer a alguien con una actitud compasiva, sin querer nada de esa persona, con la actitud de ayudarle o darle compañía, de hacerle pasar un rato agradable tan solo con nuestra conversación, esta actitud hace que los demás se relajen y no estén en tensión pensando que queremos algo de ellos, pues por desgracia, casi siempre que alguien se acerca es por su egoísmo y no por su compasión.

Se ha demostrado que las relaciones íntimas, donde hay empatía, afecto y confianza, mejoran tanto el bienestar psicológico como el físico.

Somos animales sociales por naturaleza y en nuestras sociedades debemos tener claro que el ser independiente ya no existe, lo que comemos está en una tienda que llevan personas, que lo compran a otras personas que lo llevan hasta ahí, procedente de unas tierras donde se ha cultivado o criado donde trabajan otras personas, que manejan herramientas hechas por otras personas, igual ocurre si pensamos en la ropa o en donde vivimos, estamos en una sociedad donde dependemos de otros y nuestra felicidad o bienestar, depende de nuestras relaciones sociales, aunque en ocasiones supongan disputas y momentos difíciles. Debemos mantener una actitud de cordialidad y amistad por nuestro bien y el de ellos. No pretendamos buscar a alguien que nos dé una intimidad y conexión especial, que nos quiera y nos dé estabilidad y al mismo tiempo queramos ser independientes.

Aunque sea un concepto, en principio, religioso, que parece tener un enfoque de sacrificio por el prójimo, quiero que entendamos el concepto como algo bueno y satisfactorio en primer lugar para el que lo realiza, y en segundo lugar para el que lo recibe.

Pensemos como humanos, con el principio básico de buscar la felicidad y nos daremos cuenta que el ser compasivo nos acerca más a ello que nos separa.

Por desgracia, la psicología y las ciencias humanistas han cogido el concepto de la persona, como un ser egoísta y partimos de ello para entendernos y explicar nuestra civilización y formas de actuar. Ya desde los romanos, se decía:”El hombre es un lobo para el hombre” Plauto (250-184 a.c.) frase que popularizó en el s. XVIII Thomas Hobbes, quien tenía un concepto muy pesimista del ser humano, considerándolo como seres egoístas, violentos y competitivos, sin ningún atisbo de bondad; Thomas fue descubierto en cierta ocasión dando dinero a un mendigo, y al ser preguntado por ello, afirmó: “No lo hago para ayudarle, sino para aliviar mi propia angustia al ver su pobreza”. S. Freud dijo: ”La civilización está permanentemente amenazada por la desintegración, debido a la hostilidad primaria del hombre”. 

El filósofo español Santayana, dijo que los impulsos generosos y de preocupación por los demás, son generalmente débiles, fugaces e inestables y si se escarba un poco por debajo de la superficie se encontrará un hombre feroz, obstinado y profundamente egoísta. Podría seguir poniendo ejemplos de grandes pensadores que han considerado al hombre, como el peor de los animales por sus sentimientos egoístas, pero también encontramos otros muchos que opinan y argumentan lo contrario, Hume, habla de las virtudes y bondades del ser humano, de una moral innata que nada tiene que ver con las religiones. Rousseau, considera que el hombre es bueno y nace bueno, y es la sociedad y el estado quienes lo corrompen, pensamiento divergente con el de Marx, que opina que el ser humano consigue, gracias a sentirse integrado en la sociedad, mejorar su autoestima y proyectar una imagen positiva de sí mismo y la forma fundamental de conseguirlo es a través del trabajo.

Parece claro que los seres humanos tenemos las dos semillas, las del bien y las del mal, y para desarrollar la compasión, debemos combinar una sociedad justa, con unas leyes que nos hagan sentir seguros, con opciones de desarrollar nuestros deseos y ganas de conseguir objetivos a través de un trabajo justo, junto con una educación que desarrolle mi potencial intelectual y mi moral.

Más Allá Del Horizonte

Filosofía
Más Allá Del Horizonte
El horizonte ha sido siempre un espacio inalcanzable: retrocede a medida que uno avanza hacia él y cuanto más corre uno, más adelanta; no hay modo de atraparlo; y es que el horizonte no es una meta, ni un lugar, ni un confín, por eso no se inscribe en ninguna geografía y no puede ser representado en ningún mapa, ni descrito en texto alguno; sin embargo está allí, más o menos lejano, siempre expectante, atendiendo a lo que sucede frente a él, inmiscuyéndose en los avatares que tienen lugar en su dominio. 

Podríamos decir que el dominio del horizonte es absoluto, ocupa todos los lugares sin estar en ninguno, es real y sensible, y es mental e imaginario, es representable pero no identificable. Su origen griego lo define como lo que limita y Cicerón lo tradujo como finiens y era un término esencialmente vinculado a la astronomía hasta que en el siglo XVII su significado científico se amplió, aunque siempre evocara el lugar del amanecer o del ocaso y permitiera distinguir lo visible y lo invisible, el día y la noche.

La literatura clásica, y también la pintura, siempre fueron fieles al sentido etimológico del horizonte como aquello que determina y limita, y es que el mundo clásico era un mundo cerrado, limitado, finito y ordenado. Lo infinito, ilimitado y abierto causaba estupor hasta en el maestro Pascal que tanto apreciaba los jardines donde las perspectivas convergían en el horizonte y cerraban una totalidad mensurable y armoniosa. Mensurable como la razón, como los límites del conocimiento y como la finitud del entendimiento, que si es capaz de concebir la idea de infinito es porque la ha heredado de Dios. La finitud de la razón y de la existencia tienen por horizonte un orden trascendente que les sobrepasa y les puede santificar.

En el transcurrir del XVII el horizonte sufre una transformación, se difunde en la lengua literaria y su significado se amplía: designa no únicamente la línea del horizonte, sino todo lo que se ofrece a la mirada del espectador. La introducción de este sentido nuevo provocará una inversión de los valores simbólicos del horizonte, se liberará de la idea de límite para asociarse al de extensión y en lo sucesivo se vinculará a adjetivos incompatibles con su etimología, como inmenso, infinito, ilimitado, y esta modificación coincidirá con la profunda transformación de las ideas y de la sensibilidad: la extensión del campo visual es inseparable del crecimiento de los poderes del espíritu. 

En la segunda mitad del XVIII la metáfora se asimila a la actividad del pensamiento humano, puesto que la multiplicación y la extensión de los horizontes desarrollan la inteligencia y favorecen el progreso de la razón. Helvetius afirmará: “El horizonte de nuestras ideas se extiende cada vez más, cada día”.

Esta transformación no únicamente da cuenta de una mutación ideológica e intelectual, sino también de la aparición de una sensibilidad y de una estética nueva que se caracteriza por una reacción contra el clasicismo y que inicialmente se manifiesta en el arte del paisaje, tanto en el de los jardines como en el de la pintura. El jardín clásico, a la francesa, cede frente al jardín inglés con sus pequeños valles, claros y repliegues que sugieren una profundidad que se escapa a la mirada, perdida en una lejanía invisible y misteriosa. El horizonte, entonces, retrocede, huye, se hunde o se cubre, como el horizonte de que, cubierto por el monte y la cuesta, despierta en el poeta la idea de infinito, quietud y eternidad. 

El paisaje pictórico abandona la perspectiva geométrica y se transforma en una perspectiva atmosférica; ya no es el fondo estable de la figuras sino la profundidad indefinida en la que ellas se muestran. Diderot recomendaba a los pintores que “los campos deben extenderse hasta donde el horizonte se confunde con el cielo, y el horizonte se hunde en una distancia infinita”.

La ilimitación del horizonte es una idea constante y fundamental del paisaje romántico, tanto plástico como literario. A Baudelaire le atraían las “perspectives fuyants”, “les gouffres amers”, la “profondeur des perspectives” y para los románticos el horizonte crepuscular suponía el encuentro entre el aquí abajo y el más allá y la necesidad de franquear el horizonte que separa los dos mundos. 

Esta imagen expresa la necesidad de salir de los límites del universo sensible e intelectual del hombre, y la dificultad de acceder a este más allá que se mantiene misterioso y distante, inasible. 

Para Hölderlin, como para tantos alemanes, seguir el curso del sol poniente le permite dejar los límites terrenales para acceder a la patria ideal que el horizonte crepuscular sugiere como infinito y protector. 

A partir del romanticismo el horizonte cubrió todas las analogías posibles, desde la idea de horizonte político en expresión de Tocqueville a la imagen de la nostalgia o del tiempo por venir a la espera de nuevas perspectivas, como metáfora del espacio íntimo o el lugar donde se realiza el deseo, la idea y el amor: “Tu ressembles parfois à ces beaux horizons / qu'allument les soleils des brumeuses saisons”, de Baudelaire.


A Nuestro Alrededor


Para poder entender mejor todo lo que ocurre a nuestro alrededor, es esencial que dediquemos un cierto tiempo cada día conocernos a nosotros mismos, para lo cual podemos aprovechar frases y textos de otras personas que previamente han pasado por la misma situación que nosotros.

Al día de hoy es muy habitual sentirnos perdidos con el entorno que nos rodea, y es que vivimos en una sociedad en la que prácticamente han desaparecido los valores, de manera que parece que el objetivo único y exclusivo es el de cumplir con nuestras obligaciones, solucionar los problemas que van surgiendo y, básicamente, ser un robot que cumple con el papel para el que ha sido predestinado.

Sin embargo, a través de la experiencia de otras personas vamos a poder conocer los caminos correctos que nos ayudarán a entender mejor qué es lo que ocurre a nuestro alrededor y, por supuesto, cómo podemos alcanzar la felicidad.

La importancia del autoconocimiento en la sociedad actual
El autoconocimiento es un elemento imprescindible en la sociedad actual, ya que en primer lugar nos va a permitir saber el mejor modo en que podemos orientar nuestra vida para garantizar nuestro éxito personal, el cual mantendrá un adecuado equilibrio entre nuestras emociones y nuestra capacidad para hacer frente a nuestras responsabilidades.

Hay que tener en cuenta que en la sociedad actual son muchas las tentaciones que tenemos a nuestra disposición, y es que, miremos donde miremos, tenemos a nuestro alcance el beneficio de lo inmediato, es decir, nos encontramos en una situación en la que lo tenemos todo al alcance de la mano, con lo cual no es necesario que optemos por el sacrificio siempre y cuando lo que queramos es la simple y temporal satisfacción de los falsos valores.


Por ello debemos ver nuestra vida y nuestra existencia desde una perspectiva global que nos ayude a entender mejor todos esos valores que realmente dan sentido a nuestra vida, lo cual es sin duda la mejor forma de comprendernos a nosotros mismos, entender nuestras razones y situación y, por supuesto, también poder hacer todo lo que esté a nuestro alcance por ayudar a las personas que hay a nuestro alrededor, ya que no debemos olvidar que ellos están también sometidos a la misma sociedad del camino fácil y del autoengaño.

Observar El Entorno


“El modo de observar nuestro entorno y preguntarnos ¿cómo quiero ver el mundo?, determina aquello que posteriormente nos encontraremos día a día. Tomamos decisiones constantemente pero necesitamos entender de qué modo nos planteamos nuestras vidas y tomar conciencia de las situaciones que se nos presentan.

En algunas ocasiones, al observar nuestro entorno cotidiano, descubrimos cosas que nos sorprenden pero que nunca antes habíamos reparado en ellas, esas observaciones suelen ser fruto de la curiosidad que todos llevamos dentro, el ser humano no podría sobrevivir, al menos mentalmente, sin esa hermosa cualidad.


Para mantener viva esa curiosidad, es importante que cuando caminamos, ya sea por el campo o por la ciudad, nos dejemos llevar por el paso lento del tiempo abandonando la marcha acelerada de nuestra existencia. De esta forma podremos reparar en las cosas que nos rodean, en los detalles aparentemente insignificantes de los objetos, o de la propia naturaleza, y de algunas otras cosas que en algún momento nos llamaron la atención pero que ahora yacen abandonadas cerca de los caminos, en el monte, o en antiguos caserones.

martes, 1 de enero de 2019

El Entusiasmo Que Permanece


"Los años arrugan la piel, más renunciar al entusiasmo arruga el alma. ¡El ENTUSIASMO le da color a nuestras vidas! Y es la tonalidad justa para las grandes acciones"

El ENTUSIASMO puede ser despertado por dos cosas: en primer lugar, por un IDEAL que la imaginación visualice, y en segundo lugar,  por un PLAN que permita realizar dicho ideal.
 HOY, es un buen día para elevarse con las alas del ENTUSIASMO.

El entusiasmo es la exaltación del ánimo que se produce por algo que cautiva o que es admirado. 
El término procede del latín tardío enthusiasmus, aunque su origen más remoto se encuentra en la lengua griega. Para los griegos, entusiasmo significaba “tener un dios dentro de sí”. La persona entusiasmada, por lo tanto, era aquella guiada por la fuerza y la sabiduría de un dios, capaz de hacer que ocurrieran cosas.

En la actualidad, se conoce como entusiasmo a aquello que mueve a realizar una acción, favorecer una causa o desarrollar un proyecto. Por ejemplo: “Voy a tratar de despertar su entusiasmo por la lectura con un libro de cuentos”, “Jorge perdió el entusiasmo por el trabajo desde que le recortaron el sueldo”, “Siento un gran entusiasmo ante el viaje que estamos a punto de emprender”.

El entusiasmo puede entenderse como el motor del comportamiento. Quien está entusiasmado con algo, se esfuerza en sus labores y exhibe una actitud positiva ya que tiene un objetivo por cumplir. 

Un trabajador redoblará sus esfuerzos si sabe que puede acceder a un aumento de salario gracias a un buen desempeño; en cambio, si descubre que cualquier esfuerzo será en vano, es probable que pierda el entusiasmo.

La felicidad y el bienestar interior también se asocian al entusiasmo, que puede surgir de manera natural y espontánea, sin que existan motivos concretos o específicos. Durante las épocas alegres y positivas de nuestra vida, solemos afrontar el día a día con un entusiasmo espontáneo, que parece ser un rasgo de nuestra personalidad. En cambio, los momentos de mayor dificultad a nivel emocional o económico suelen atentar contra los deseos de luchar, y en ellos se encuentra la clave para salir adelante.

Existen diversas formas de entender el concepto de entusiasmo, y en gran parte se encuentra ligado a la vocación, en cuanto a que en cada individuo se manifiesta de manera particular y, muchas veces, impredecible. Hay quienes creen que todos nacemos con un talento especial, y que solo algunos lo descubren; por otro lado, existe la teoría de que unos pocos afortunados llegan a este mundo con habilidades sobresalientes, y que siempre oyen el llamado de la vocación, aunque decidan ignorarlo.


Se trata de un aspecto de nuestra vida muy difícil de comprender, dada su naturaleza intangible y las infinitas combinaciones que se dan en la construcción de cada personalidad, lo cual deriva en infinitos caminos para analizar la mente y sus características. 

Sin embargo, incluso las personas más reservadas sienten debilidad por una actividad, y emanan una alegría capaz de iluminar una ciudad entera cuando tienen la posibilidad de llevarla a cabo.

Cuando Cometemos Errores


Pese a nuestras mejores intenciones y esfuerzos, es inevitable: en algún momento de tu vida estarás equivocado.

Los errores pueden ser difíciles de asimilar, por lo que a veces nos rehusamos a admitirlos, en vez de asumirlos. Nuestro sesgo de confirmación se impone y esto provoca que comencemos a buscar cómo probar nuestras creencias. El auto al que le bloqueaste el paso ya tenía una abolladura en la defensa, lo cual demuestra que fue culpa del otro conductor.

Los psicólogos denominan esto como disonancia cognitiva (el estrés que experimentamos cuando tenemos dos pensamientos, creencias, opiniones o actitudes contradictorias). Por ejemplo, es posible que pienses que eres una persona amable y razonable. Por lo tanto, al bloquearle el paso a alguien de forma abrupta, lo que experimentas es una disonancia y para poder sobrellevarla, niegas tu error e insistes en que el otro conductor debería haberte visto o que tenías el derecho de paso, aunque esto no haya sido así.

“La disonancia cognitiva consiste en lo que sentimos cuando el concepto que tenemos de nosotros mismos (soy inteligente, soy amable y estoy convencido de que esto es verdad) se ve confrontado por el hecho de que lo que hicimos no fue lo mejor, que lastimamos a otra persona y que esa creencia no es verdad”, dice Carol Tavris, psicóloga social y coautora del libro Mistakes Were Made (But Not by Me).

Asimismo, Tavris añade que la disonancia cognitiva amenaza nuestro sentido de identidad.
“Para reducir la disonancia, debemos cambiar el concepto que tenemos de nosotros mismos o aceptar los hechos”, dice. “¿Y qué camino crees que va a preferir la gente?”.

Tal vez lo enfrentas al buscar cómo justificar tu error. El psicólogo Leon Festinger propuso la teoría de disonancia cognitiva en la década de 1950, cuando investigó a un pequeño grupo religioso que creía que un platillo volador los rescataría de un apocalipsis que tendría lugar el 20 de diciembre de 1954. Al publicar sus descubrimientos en el libro When Prophecy Fails, Festinger escribió que los miembros del grupo se rehusaron a aceptar que su creencia era errónea y mencionaron que Dios simplemente había decidido perdonarlos, mientras lidiaban con su propia disonancia cognitiva al aferrarse a una justificación.

“La disonancia resulta incómoda y eso nos motiva a disminuirla”, menciona Tavris. Cuando nos disculpamos por haber cometido un error, tenemos que aceptar esa disonancia, aunque no sea placentero.

Por otra parte, los estudios han demostrado que podemos sentirnos bien cuando mantenemos nuestra postura. En un estudio publicado en la revista European Journal of Social Psychology se descubrió que las personas que se rehúsan a disculparse después de cometer un error tienen más autoestima y creen tener más control y poder, en comparación con las personas que asumen sus errores.

“En cierta forma, las disculpas les dan una sensación de poder a quienes las reciben”, menciona Tyler Okimoto, uno de los creadores de ese estudio. “Por ejemplo: al disculparme con mi esposa, asumo haber hecho algo mal, pero esa disculpa también le permite a ella elegir entre aminorar mi pena al perdonarme o intensificarla al guardarme rencor. Nuestro estudio ha descubierto que las personas experimentan un aumento a corto plazo en los sentimientos de poder y control personal después de rehusarse a pedir disculpas”.

Sentirnos poderosos puede ser un beneficio atractivo en corto tiempo, pero a la larga existen consecuencias. Negarnos a pedir disculpas podría poner en riesgo “la confianza en la que se basa una relación”, tal como lo menciona Okimoto, y añadió que esto podría prolongar desacuerdos e incitar atropellos o represalias.

Según los expertos, cuando uno se rehúsa a admitir sus errores, también se está menos dispuesto a recibir críticas constructivas, lo cual podría ayudarnos a perfeccionar habilidades, rectificar malos hábitos y mejorar en general.

“Nos aferramos a nuestro modo de hacer las cosas, incluso si existen maneras más apropiadas, sanas y astutas de hacerlas, así como a creencias contraproducentes que ya han caducado”, dice Tavris. “Y provocamos que nuestras parejas, colegas, padres e hijos se enojen con nosotros”.

En otro estudio, realizado por los investigadores de Stanford Carol Dweck y Karina Schumann, se descubrió que los sujetos eran más propensos a asumir sus errores cuando creían ser capaces de cambiar su comportamiento.

Resulta más fácil decirlo que hacerlo, pero ¿cómo podemos cambiar nuestro comportamiento y aprender a aceptar nuestros errores?

El primer paso es identificar la disonancia cognitiva en el momento en que la experimentamos. La mente hará todo lo posible para preservar el sentido de identidad, por lo que es útil saber cómo se siente tener dicha disonancia. Por lo general, la disonancia se manifiesta en forma de confusión, estrés, vergüenza o culpabilidad. Estos sentimientos no siempre implican que uno está equivocado. 

Sin embargo, pueden utilizarse como recordatorios para analizar una situación desde un punto de vista imparcial, y cuestionarnos de forma objetiva si uno es culpable o no.

Del mismo modo, debemos aprender a identificar nuestras justificaciones y racionalizaciones habituales. Piensa en algún momento en que, estando consciente de un error, hayas tratado de justificarlo en vez de aceptarlo. Recuerda cómo te sentiste al racionalizar su comportamiento, y determina ese sentimiento como una disonancia cognitiva la próxima vez que te ocurra.

Okimoto menciona que esto puede ayudarnos a tener en cuenta que a menudo las personas son más indulgentes de lo que uno cree. Rasgos como la honestidad y la humildad nos hacen más humanos y, por lo tanto, más cercanos. Por otra parte, si no hay duda de que hemos cometido un error, negarnos a disculparnos denota una falta de confianza en nosotros mismos.


“Si es evidente para todos que has cometido un error”, dice Okimoto, “ser obstinado le muestra a la gente una debilidad de carácter, en vez de una fortaleza”.

El Efecto Pinocho

Las Mentiras En Internet
"Cuando mentimos, la temperatura de la punta de la nariz desciende entre 0,6 y 1,2 grados, mientras que la de la frente sube entre 0,6 y 1,5. Cuanto mayor sea la diferencia de cambio de temperatura entre ambas regiones de la cara, más probable es que esa persona esté mintiendo", 

Los investigadores precisan que cuando alguien miente, se produce una respuesta emocional en su cuerpo, que se manifiesta en la temperatura de la nariz. Al mismo tiempo, se produce una respuesta cognitiva, porque para mentir hace falta pensar mucho, planificar las excusas, analizar el contexto, así que una fuerte demanda de control atencional se traduce en un aumento de la temperatura de la frente.

Para confirmar la hipótesis, los científicos llevaron a cabo una prueba con 60 voluntarios que debían telefonear a un familiar, pareja o amigo y tener una conversación de unos minutos. Durante esta, debían contarles una mentira inventada por ellos.

Durante otra prueba, los participantes tenían que hacer una llamada similar contándole a su interlocutor lo que estaban viendo en la pantalla del ordenador y que debía provocar su ansiedad.


Al monitorear a los participantes con cámaras térmicas, los investigadores lograron determinar las mentiras durante la primera llamada, así que la hipótesis sobre el 'efecto Pinocho'  quedó  confirmada.

Escuchar El Silencio

Cómo escuchar el silencio: Una cuestión que puede parecer evidente a primera vista, pero nada más lejos de la realidad. De hecho, ¿estás seguro de saber qué es exactamente el silencio? El silencio no es sólo la ausencia de ruido, como pudiera parecer. El silencio es lo que sostiene todos los sonidos, lo que los hace posibles. De hecho, el silencio es mucho más que eso. 

El silencio es una puerta abierta hacia el Aquí y Ahora, donde los dramas y el estrés de las rutinas mentales no tienen lugar. Y lo mejor de todo es que, aunque la mayor parte del tiempo pasa completamente desapercibido para la mente pensante, el silencio siempre está ahí, a tu alcance, aunque ni siquiera te des cuenta.

Cómo escuchar el silencio cuando el mundo hace ruido

El silencio, como mencioné antes, es mucho más que la ausencia de ruido. De hecho, incluso cuando el mundo a tu alrededor es más ruidoso, como en un concierto o en una calle muy transitada, puedes reconocer el silencio de fondo si prestas atención. No hablo sólo del silencio interno de la mente, que no depende de ningún factor ajeno a ti, sino también del que hay tras cada sonido, tras cada palabra, tras cada pensamiento… Los ruidos son sólo olas que fluyen sobre un océano de calma, ¿lo habías notado?

El silencio y el ruido no son, en absoluto, incompatibles. De hecho, sin silencio no podría haber sonido alguno. Observa esto ahora mismo. ¿Puedes percibir ese silencio que, pase lo que pase, permanece inmutable?

Presta atención a cuanto te rodea, Aquí y Ahora. Da igual la situación en la que estés: en el metro, en la playa, caminando por una ciudad… No importa los estímulos y los ruidos que te rodean. Tan sólo observa, sin juzgarlos. Seguramente  te resulte fácil sorprenderte inmerso en pensamientos que etiquetan unos ruidos como “buenos” y otros como “malos”, ¿verdad? Pues no luches tampoco contra eso. Deja que tus pensamientos también fluyan con los sonidos, pues son sólo eso, ruido mental. Si eres capaz de observar de esta manera, sin juzgar y sin buscar nada, veras cómo escuchar el silencio es mucho más sencillo de lo que parece. Pero, ante todo, no te juzgues si no lo consigues, porque ese juicio también es ruido, también es distracción. Recuerda: sólo necesitas prestar atención, Aquí y Ahora.

El silencio no es sólo físico

 Cuando hablo del silencio, no me refiero a la ausencia de sonidos físicos, como es evidente. El silencio va mucho más allá, traspasa todos los ámbitos de la vida, de la mente y de la propia consciencia. Todo el movimiento, todo el ruido es sólo superficial y pasajero, mientras que el silencio permanece inalterable, siempre en su sitio.


Quizá la mente lance pensamientos del tipo “¿y de qué me sirve eso a mí?” “¿qué conseguiré con estar en silencio?”. Si es así, eso es una buena muestra de que todavía no has experimentado el verdadero silencio del Ser, de la atención plena. Es una buena señal, porque tienes una magnífica oportunidad de hacerlo, justo en este momento. ¿Te animas?

Donde La Mente Me LLeve

Filosofía De La Mente

La filosofía de la mente o filosofía del espíritu es la rama de la filosofía que estudia la mente, incluyendo las percepciones, sensaciones, emociones, fantasías, sueños, pensamientos y creencias. 

Uno de los problemas centrales de la disciplina es determinar qué hace que todos los elementos de esta lista sean mentales, y otros no. ​ Además de las cuestiones ontológicas acerca de la naturaleza de los estados mentales, la filosofía de la mente estudia cuestiones epistemológicas en torno a la cognoscibilidad de la mente.

Tanto para la fenomenología como para la filosofía analítica, un candidato importante para ser una condición necesaria, aunque no suficiente, de todo fenómeno mental es la intencionalidad.

La intencionalidad es el poder de la mente de ser acerca de, de representar, o de ponerse en lugar de cosas, propiedades o estados de cosas.​ Por ejemplo, uno no recuerda simplemente, sino que recuerda algo, y tampoco quiere en abstracto, sino que quiere algo determinado. La propuesta de algunos filósofos es que todo lo que sea mental está «dirigido» hacia algún objeto, en el sentido más general de objeto, y que por lo tanto la intencionalidad es una característica necesaria, aunque no suficiente, de lo mental.

Otra característica importante y controversial de lo mental son los qualia, o propiedades subjetivas de la experiencia. ​ Cuando uno ve una nube, se pincha un dedo con un alfiler, o huele una rosa, 
experimenta algo que no se puede observar desde fuera, sino que es completamente subjetivo. A estas experiencias se las llama «qualia». Parte de la importancia de los qualia se debe a las dificultades que suscitan al fisicalismo para acomodarlos dentro de su concepción de lo mental..

La filosofía de la mente se relaciona con la ciencia cognitiva de varias maneras.

Por un lado, las filosofías más naturalistas pueden considerarse como parte de las ciencias cognitivas. En cambio, otras filosofías critican a la ciencia cognitiva por suponer que lo mental es representacional o computacional.​ 

Por ejemplo, algunos críticos señalan que la ciencia cognitiva descuida muchos factores relevantes para el estudio de lo mental, entre ellos las emociones, la conciencia, el cuerpo y el entorno.

Algunos problemas centrales en la filosofía de la mente son el problema de la relación entre la mente y el cuerpo, el problema de la permanencia de la identidad personal a través del tiempo, y el problema del reconocimiento de otras mentes.

               

Desde La Inmensidad


Dimensionarnos en el espacio despierta grandes interrogantes y activa nuestra imaginación. Mundos que contienen mundos y la avasallante sensación de escasez y consumismo. 

¿Qué tan indiferentes nos hemos vuelto a lo que sucede a nuestro alrededor? Estamos sumidos en nuestro propio universo, creando barreras mentales de manera consciente e inconsciente, que nos alejan y desensibilizan ante la violencia y las problemáticas actuales.

La obra de Isaac Cordal, abre muchas puertas a la reflexión. La mancha urbana, el crecimiento desproporcionado de las ciudades y la deforestación como huellas alarmantes de nuestro paso por el planeta, detonan su proceso de creación.

En el año 2000, Cordal inicio una serie de esculturas de no más de 25 centímetros de alto, el material elegido para ello fue precisamente el cemento, enfatizando las temáticas por abordar.

Que mejor lugar para mostrar su arte, que el espacio público. Las calles de ciudades como Londres, Berlín, Milán, Amsterdam y Barcelona, han sido intervenidas con las instalaciones efímeras del artista, las cuales él mismo documenta, creando colecciones fotográficas impresionantes.

Se trata de personas, principalmente del género masculino, replicando la realidad a la que el hombre contemporáneo, habitante de las grandes ciudades, se enfrenta en la cotidianidad. 

Pasajes desolados, nostalgia, fragilidad y la más profunda belleza que podemos encontrar si nos detenemos a observar, si somos conscientes de lo que sucede a nuestro alrededor, si mantenemos alerta nuestros sentidos y nos dejamos sorprender por los pequeños detalles.

En algunas entrevistas, Isaac Cordal habla de la evolución de las manifestaciones artísticas, de la combinación de técnicas, formatos, de la importancia de salir a la calle y poner al alcance de cualquiera el arte, de la ilusión que le causa el saber que la gente puede hacer suyas sus piezas… algunas de ellas no duran más de 24 horas, antes de que alguien se decida a tomarlas.

Además de proyectos como los de la serie Cement eclypses, el artista también realiza instalaciones para espacios convencionales para el arte, como galerías y museos, o para espacios alternativos que interviene bajo solicitud; además cuenta con otras piezas realizadas en materiales como la malla metálica, en las que combina su trabajo de escultura e instalación con arte sonoro.

Cement bleak es otro de los llamativos proyectos de Cordal, está instalación urbana es realizada con pequeños coladores metálicos moldeados para proyectar grandes sombras de rostros humanos, al ser estratégicamente colocados para aprovechar el alumbrado público. 

Marcado el interés y la sensibilidad por la condición humana, Isaac Cordal es un artista al que vale la pena conocer.   

La Capacidad De Ver Y Sentir

Vivimos en una Cultura eminente visual, el 80 % de la información que recibimos todos los días es a través de la imagen. Nuestro proceso perceptual habitual está condicionado a percibir la realidad desde esta acentuación visual.

Por lo que nuestra capacidad de Ver, como un proceso de lectura y decodificación de la imagen está muy desarrollado en la cultura contemporánea. Basta una mirada al realismo e hiperrealismo del cine, la televisión y la publicidad para corroborar esta cualidad perceptual de nuestra contemporaneidad.
No obstante esta supremacía perceptual de la imagen, la capacidad de percepción del ser humano y de interacción con nuestro entorno, abarca todos los demás sentidos y la particular información que provee cada uno de ellos es una forma distinta de crear y procesar la realidad.

A esta capacidad perceptual de todos los sentidos de los seres vivos se le denomina Sensorialidad.
Y si bien es aceptada la idea de que la construcción de la realidad no es una entidad absoluta al margen de nosotros los individuos, si no la construcción que el sistema nervioso de cada individuo hace a partir de los estímulos que recibe.

Las posibilidades de comunicación que abre el espectro de sensorialidad de los seres humanos, apenas comienzan a investigarse y explorarse activamente en el mundo del arte, la gastronomía y el marketing.

El marketing sensorial y experiencial,  las salas cinematográficas de estimulación sensorial, las salas interactivas de los museos contemporáneos, el teatro sensorial, la poética sensorial son algunas estrategias de comunicación, que buscan ir más allá de la imagen e impresionar en la esfera de sensorialidad de espectadores y clientes.


En la búsqueda de esa experiencia significativa, de esa huella emocional que nos acerque y posibilite distintos caminos de comunicación, La sensorialidad, nuestra gran capacidad de sentir, nos tiene reservada muchas y nuevas construcciones neuronales por descubrir y experimentar.

domingo, 30 de diciembre de 2018

Metafísica De La Luz Y El Color


Entonces, si la luz está presente tanto en el mundo exterior que percibimos como en nuestro propio organismo ¿dónde surge el color, en qué rincón emerge? El mundo que vemos ¿está ahí fuera? ¿está dentro? ¿fuera o dentro de qué o de quién? ¿del cuerpo? ¿del yo? ¿Dónde está el límite, la frontera, entre lo interior y lo exterior? El color nos ayuda a vivir ese tránsito constante entre los mundos, a recordarnos, desde el ámbito fronterizo e imaginal, que hay una corriente de intercambio energético que no se detiene, que desborda los límites. La luz y el color están allí, ahí y aquí, nos hacen recordar argumentando nuestra visión, haciendo legible y comprensible nuestra experiencia del mundo, del acontecer, y nuestra propia naturaleza de claroscuro.

Todo ello nos lleva inevitablemente a reconocer que son muchos los ámbitos donde acontece el fenómeno del color pero también que, independientemente de dónde se produzca su brotación, podemos decir que el color es primariamente inflexión, información, señal, y que, como todo código de señales, el lenguaje cromático ha de comprender una lexicografía, una gramática, una sintaxis, una semiología y una hermenéutica. En el marco de las culturas occidentales modernas, los primeros ámbitos han suscitado más interés que los últimos, y, de éstos, el más relegado hasta hoy ha sido seguramente el ámbito hermenéutico, por la imposibilidad del pensamiento moderno más tardío de utilizar marcos interpretativos unitarios, un serio problema epistemológico del que hablábamos al comenzar este ensayo.

La hermenéutica, en este caso aplicada al color, requeriría de una actitud y una visión holísticas que trascendiesen el marco lógico y analítico de la física y la biología —e incluso el más aparentemente subjetivo de la psicología— como ciencias separadas e independientes, y se abriesen a una dimensión más insegura y vulnerable, a un ámbito de experiencia interdisciplinar donde pudiesen vislumbrarse, además de las diferencias y especificidades, los vínculos y señalamientos, las homologías y correspondencias. Esta actitud y esta visión más allá del análisis mecanicista han eclosionado en la contemporaneidad durante las dos últimas décadas, por lo que aquel olvido resulta aún comprensible. 

Hoy hablamos ya de Biofísica y de Biofotónica, como campos de investigación holística que tienen en cuenta los diversos aspectos del fenómeno lumínico/cromático.
La voluntad hermenéutica siempre aspira a alcanzar el manantial de los significados, ese ámbito polisémico donde entran en contacto los datos de nuestra experiencia sensible y el mundo abstracto de la lógica y de las ideas, mediante la visión imaginadora, la meditación y la experiencia conceptual más extrema. Quizás sea este el ámbito que pueda sernos de más utilidad a la hora de abordar un estudio unitario y holístico del color desde una perspectiva fenomenológica.


El recorrido y los aconteceres de la luz en la creación son, al mismo tiempo que vibración escueta, señales llenas de sentido, estaciones alumbradoras de la conciencia. Darse cuenta de ello es asistir al fenómeno de la transmutación incesante, de una creación constante y recurrente. Las experiencias cromáticas que vivimos a diario, en su mayoría inconscientes o poco conscientes, conforman literalmente nuestra visión interior, colorean por así decirlo nuestra imaginación conceptual, componiendo un entorno formal favorable al conocimiento, a la comunicación y a la co-creatividad, soportando en gran medida los diversos lenguajes que utilizamos.

El Silencio Interior


Cada año parece que necesitamos más la llegada de las vacaciones. Las prisas y la acumulación de tareas es una constante en el hombre y la mujer actual. La acción, el movimiento, el ruido se han convertido en compañeros de viaje inseparables en nuestro quehacer diario. Sin embargo, las doctoras Montserrat Noguera y Padma Solanas, autoras de «La fuente de la salud» advierten que hay que cultivar el silencio interior, convertirlo en un hábito y practicarlo a diario. 

Se puede hacer «cómodamente sentados, por ejemplo, o bien al caminar de una forma consciente. También la contemplación de la belleza y la grandeza de la naturaleza es una forma inmejorable de hacerlo».

Otra forma de cultivar el ser es educar el sentido del asombro «que yace adormecido en nuestro interior ante la predecible tiranía de la cotidianeidad. En cierta manera —matizan— la felicidad del ser humano está íntimamente vinculada a la capacidad de asombro» porque la mirada rutinaria de las cosas nos enferma».


En su opinión estamos hiperestimulados, de ahí que se hable del síndrome del agotamiento profesional, «burn out», una patología severa relativamente reciente que está estrechamente relacionada con el ámbito laboral y el estilo de vida que se lleva. «Pagamos un altísimo precio por dicho ritmo trepidante de vida, la salud y nuestra felicidad. 

Es preciso que haya una gestión natural del estrés».


sábado, 29 de diciembre de 2018

El Arte De Hablar Y Decir


Hablar y decir no es lo mismo, aun cuando son interdependientes. Hablar es actuar, un acto intransitivo; decir es hacer, que supone transitividad. De la diferencia entre hablar y decir se derivan dos concepciones complementarias de la retórica. El autor de este artículo afirma que el «arte de hablar» exige una perspectiva fundamentalmente antropológica. La retórica se convierte así, en competencia con la filosofía, en una ciencia fundamental que influye en todo conocimiento humano de cualquier índole, pero especialmente el conocimiento práctico que supone la deliberación sobre nuestras actuaciones y el planteamiento y resolución de nuestros problemas.

Después de más de un siglo de incomprensión y desprecio asistimos desde hace dos decenios a lo que podría llamarse el renacimiento de la Retórica. El interés por la vieja disciplina aumenta día a día a ritmos diferentes según los países. Nuevas instituciones, actividades y publicaciones que propugnan la restauración de los estudios retóricos van surgiendo en estos momentos de transición tanto secular como histórica entre la sociedad postindustrial y lo que llaman sociedad de la información. Vivimos sin embargo en unos tiempos en que la chrêmatistikê, el espíritu financiero, y la retórica del Mercado dominan nuestra vida y nuestro pensar de una manera inevitable. Como en el siglo de la Sofística, estamos expuestos a un uso de la retórica de variopintas intenciones.

El dar nombre a algo no implica sin más que ese algo conlleve una descripción o una definición clara y unívoca. Cuanto más frecuente es el uso de una denominación concreta, más probabilidad hay de que vaya adquiriendo sentidos diferentes. La denominación de retórica no se aplica a algo que pueda definirse o delimitarse sin más. La retórica es un lugar, un topos -por usar un término retórico-, una especie de hogar que reúne en su torno narraciones diferentes, o un parque de recreo en el que cada uno juega su juego. El filólogo noruego Øivind Andersen publicó en 1995 uno de los mejores libros sobre la evolución y los diferentes aspectos de la retórica que hayan visto la luz durante los últimos años. 

Ha dado el autor nórdico a su libro el sugestivo título de "En la pradera de la retórica» (I retorikkens hage, Andersen [1995]). La comparación entre la retórica y una pradera en la que proliferan plantas y flores de diversas especies y en donde muchos tipos diferentes de actividades pueden tener lugar, es sumamente acertada y ha inspirado el subtítulo de este artículo.