jueves, 9 de mayo de 2019

Personalidad Histriónica


La gran finalidad de una persona histriónica es no pasar inadvertida, causar sensación allá por donde vaya. Depende en exceso de experimentar la vivencia de ser importante, pareciendo entonces que pueda tener una sólida autoestima, aunque esto no es así en tanto necesita reafirmarla con sus demandas constantes de atención. Es como los niños que se portan mal o que hacen "actuaciones" cantando o bailando con el único fin de atraer la atención de los adultos.

 Efectivamente, los histriónicos están obsesionados con llamar la atención, hasta el punto de que se encuentran aburridos cuando están solos y desmoralizados si no consiguen atraer el interés de los demás. Obviamente, están curtidos en estas artes y se las saben arreglar para provocar y conseguir sus intenciones: o bien buscan deliberadamente llamar la atención con sus gestos y forma de vestir inapropiada o seductora, o bien se muestran exagerados en su forma de hablar o en sus historias. 

Son expertos en la teatralidad, en la manera de convertir un hecho trivial en un acontecimiento enormemente relevante con sus tergiversaciones. "Inflan" las historias para así ganarse la atención de los demás, imprimiendo también entonaciones teatrales y una manera de relatar los hechos muy afectada. Como es lógico, la vida cotidiana de por sí no tiene los suficientes elementos como para llamar la atención de los interlocutores, por lo que el histriónico se ve obligado a distorsionar las cosas bien en su contenido o bien en la forma de relatarlas.

 Estos deseos de ser siempre el centro de interés, como si estuvieran en un gran escenario a oscuras con un foco iluminándoles, obedece a un temperamento muy extravertido, exageradamente sociable, con el que intentan satisfacer necesidades afectivas muy arraigadas. Atraer la atención de los demás les da una "vidilla" que les hace sentirse importantes, porque no sólo quieren ganarse a los otros para que se fijen en ellos, sino que también utilizan sus recursos para inflar su autoestima, de manera que pueden hacer creer a los demás que han hecho cosas meritorias o que conocen a personas famosas, por ejemplo.

Igualmente, una forma de garantizarse el interés de los demás puede ser, en ocasiones, siendo un auténtico "camaleón", es decir, siendo de diferentes maneras según las personas con las que se interactúe. Por ejemplo, con un aficionado a la música clásica, el histriónico puede mostrarse un apasionado de la ópera e incluso comprarse algún disco para escucharlo en casa; cuando hable con alguien que le gusta el vino hará creer que también es un aficionado a la enología, etc. 

Esta tendencia "camaleónica" para ser el foco de interés y ganarse a los demás puede llegar al extremo de que la persona ya no sepa claramente cómo es y qué gustos tiene, porque están supeditados a los de los demás; es decir, los histriónicos son individuos egocéntricos e incluso ególatras, pero que esconden también grandes inseguridades y que no tienen su autoestima consolidada, firme.

La necesidad afectiva y de atención que tiene el histriónico oculta también un gran egoísmo en los casos más importantes. Al histriónico, normalmente, sólo le importa él y está preocupado por sí mismo. Es muy sociable y le encanta estar rodeado de gente, pero para ser el centro de interés y despreocupándose de la vida de los demás. Si alguien está atravesando un mal momento no tiene gran importancia, salvo que pueda actuar haciéndose "el imprescindible" con esa persona. 

Suele ser también envidioso con aquellos que intentan eclipsarle y competir con él en su búsqueda de atención. 


Estas personas utilizan el sexo y el atractivo físico para atraer la atención de los demás, sobre todo de la gente del sexo opuesto (en caso de que el histriónico sea heterosexual, algo que no tiene por qué ser así como muchas veces vemos en la televisión). Se creen las personas más atractivas del mundo y no tienen reparos en ser provocativos e incluso inapropiados, pensando que los demás, realmente, están locos de deseo hacia ellas, cuando esto no tiene por qué ser así.

La Buena Onda


Caer bien es imprescindible para tener una buena relación con las demás personas. La buena onda hace que puedan surgir otra serie de sentimientos (compañerismo, amistad, amor...) por lo que es muy importante asegurarnos de que somos agradables a todo el mundo.


Hay una fórmula muy sencilla que nos permitirá tener este buen feeling con todos. Existe un procedimiento muy fácil para lograr esta buena onda. Podemos sin esfuerzo conseguir caer bien a todo el mundo, conseguir ser agradables a los ojos de los demás, lograr que los otros nos vean como personas cercanas y amigables.

Créeme que puedes conseguir todo esto sin ningún esfuerzo. Te aseguro que siguiendo este simple consejo vas a conseguir tener muy pocos enemigos, sino al contrario, vas a ser una persona popular y querida. No importa lo tímido o introvertido que seas, no importa la seguridad en tí mismo que tengas , no importa que pienses que no eres popular y querido. Con esta sencilla técnica, que está al alcance de todo el mundo (y eso te incluye a ti), nos aseguramos el mejorar nuestra imagen ante los demás, y caerle bien a todo el mundo.

Esa técnica es innata a algunas personas, pero para el resto se puede conseguir sin mucho esfuerzo. Es una fórmula tan simple y tan obvia que muchas veces pasa inadvertida a nuestros ojos, y sin embargo puede cambiar la percepción que los demás tienen de nosotros y nuestra relación con ellos.

¿Sabes cuál es esa "fórmula mágica"? Pues es tan simple como esto: SONREÍR

Así es. La sonrisa es la más poderosa de nuestras armas a la hora de causar buena impresión a los demás, a la hora de caerles bien, a la hora de generar buena onda con ellos. Sonreírle a los demás causa un hilo de empatía con ellos, provoca una sensación de buen rollo y de cercanía. Casi nadie profesa sentimientos negativos hacia alguien que le sonríe. Al contrario, ver a alguien que nos sonríe nos causa buena impresión, nos hace sentirnos confiados, cercanos, nos provoca sentimientos positivos  hacia esa persona que nos sonríe.

Una cosa importante para este concepto es que no se trata de poner una mueca forzada, una alegría fingida; no, ni mucho menos. Se trata de mostrar una sonrisa sincera, se trata de alegrarse uno ante cada persona que ves y trasmitirle y trasladarle esa alegría. Se trata comunicar a la otra persona tu amabilidad y tu disposición a la buena relación a través de tu sonrisa sincera.

Practica a menudo la sonrisa. Quizás al principio si no estás acostumbrado a sonreír, te sientas extraño. No te preocupes, piensa que estás agradando y siendo agradable a los demás, que ellos te lo van a agradecer. Practica con frecuencia, trata de estar sonriendo la mayor parte del tiempo, y pronto será algo innato a ti.

Puedes utilizar esta fórmula cuando quieras causar buena impresión, en una entrevista de trabajo, ante tus profesores o cuando vas a conocer a los padres de tu pareja. Pero también puedes (y deberías) hacerlo en TODAS las situaciones de la vida: sonríe al conductor del autobús , al portero de tu edificio o a la chica de la limpieza. Sonríe al tendero de la esquina, al camarero que te sirve una cerveza, o al chico hace gimnasia a tu derecha. Sonríe al guardia de tráfico, al vecino que te encuentras en el ascensor, o a la chica que te gusta y a la que no te gusta. Sonríe a todo el mundo.

Acostúmbrate a sonreír. No importa lo cansado que estés o que hayas tenido un mal día. Puede que estés distraído o enfadado. No importa. Acostúmbrate a sonreír a todos. Sonríe en todas las ocasiones. Sonríe en todos los momentos. La sonrisa es tu mejor arma. La sonrisa es tu carta de presentación. La sonrisa es tu imagen de cara al público. Tu sonrisa es lo que los demás van a ver de ti. Tu sonrisa eres tú.

La gente se agradará contigo. para ellos verte será como aire fresco. Una persona que siempre les sonríe, que siempre es amable y cercano con ellos. Serás alguien que cae bien, alguien con buena onda, alguien popular y querido. Y sin haber hecho ningún curso, ni esfuerzo.

Sentimientos Encontrados

La humana es una especie compleja, diversa y siempre en constante investigación. No todo está tan definido, o se sabe tanto como se quisiera, de las personas en sí, como sociedad y como individuos. A veces, se encuentran las zonas grises, esas que no se sabe bien cómo encasillarlas, o de qué forma reaccionar ante ellas. Y aquí es donde aparecen los sentimientos encontrados.

Sabes que X no te gusta, pero H sí. Y luego hay cosas en tu escala de “me gusta-no me gusta” que tienes en claro. Pero entonces viene T, que no es malo pero tampoco es bueno, o es bueno pero malo a la vez, o te gusta pero no te gusta... Porque no es algo del tipo blanco sobre negro. No tienes pautas para definir si te agrada o no, y por eso no sabes cómo sentirte al respecto.

Los sentimientos se clasifican en simples (interés, alegría, angustia, enojo, miedo, ansiedad, sorpresa y disgusto) y complejos. Los simples son universales e innatos, los complejos tienen elementos cognitivos, y pueden variar de cultura a cultura, o de persona a persona.

Imagina que has estado trabajando en algo por años. En principio te gustaba, y tu familia quería que lo lograses, pero con el tiempo las cosas se fueron complicando y terminó siendo una carga demasiado pesada. De golpe y porrazo, a ese algo se lo lleva un huracán y no hay forma de recuperarlo. Sientes alivio, tristeza, rabia, alegría, culpa, sorpresa... todo a la vez. Y no sabes qué es más fuerte de todo eso
.
A toda tu familia le gusta G, pero a ti no. No entiendes por qué: te han dicho toda la vida que debería gustarte, pero a tí, simplemente, no te agrada para nada. Y eso te genera sentimientos varios, a veces mezclados de forma tal que no sabes bien qué estás sintiendo, o si deberías de sentirte así. Lo mismo pasa cuando te gusta algo que te dicen que no deberías sentir.

Hay temas delicados, en los que algunas personas tienen fuertes opiniones, mientras que otras no se han definido (no es lo mismo si no les interesa). Analizando los pros y contras, o lo que dicen quienes apoyan y quienes se oponen, no sabes bien en dónde entra la moralidad o el “deber ser”: no hay instructivos claros, o los que hay no te parecen aplicables. No hay línea guía válida.

En psicología, se utiliza “disonancia cognitiva” para referirse a los sentimientos encontrados. Se refiere al estado psicológico de tener necesidades, pensamientos y deseos contradictorios. Es muy común cuando una persona a la que tenemos en muy alta estima hace cosas que consideramos repudiables o negativas.

En lengua común, a los sentimientos encontrados se los define como ambivalencia. Puede que seas una persona muy segura de ti misma, pero eso no te librará de tener sentimientos encontrados. Es algo que le sucederá a toda persona, porque cambias con cada día, aunque sea de forma casi imperceptible, y el mundo cambia a tu alrededor.

Antes las cosas eran distintas. Quizás te acostumbraste a tu vida, y luego apareció algo, o alguien, o salió a la luz algo que sucedía hacía mucho y llegó al punto de quiebre. ¿Qué te depara ahora? ¿Qué pasa si haces A pero no B, o viceversa? Cada opción tiene sus pros y sus contras, y no sabes cuál te gusta más. Estás en un punto en donde debes de elegir, o dejar que la gravedad te empuje hacia un lado, que puede no ser el que más te gustaría.


Que las drogas son malas, pero fumar marihuana es legal ahora. Que beber es malo, pero tus amistades te dicen que no se divierten sin un par de cervezas en el cuerpo. Que te ames como eres, pero que adelgaces, compres ropa incómoda y zapatos caros. Que la felicidad es tener hijos, pero luego no esperes poder hacer tu carrera, recibirte, o dormir. 

Todo esto genera sentimientos encontrados, porque la vida no es, ni de lejos, simple y sencilla como te la contaron.

miércoles, 8 de mayo de 2019

La Cultura Ciudadana


"Cultura es el conjunto de rasgos distintivos, espirituales, materiales, intelectuales y emocionales que caracterizan a los grupos humanos y que comprende, más allá de las artes y las letras, modos de vida, derechos humanos, sistemas de valores, tradiciones y creencias".

En otras palabras, cultura es todo lo que hacemos, es todo lo aprendido a través de la socialización, es el comportamiento que se refleja a través de las tradiciones, costumbres, idiosincrasia, etc. y que surge en la medida que las sociedades evolucionan; por lo tanto, es una expresión cambiante, a la vez que es interdependiente, es un reflejo de la estructura económica y permite a los individuos miembros de una sociedad diferenciarse de los ajenos, identificarse con los propios, llevando de esa manera a la formación de una conciencia individual y social. Es la manera total de vivir de un pueblo, el legado que el individuo recibe de un grupo.

Resumiendo todo lo anterior, la cultura es un lugar de encuentro que permite el diálogo con la diversidad, es, a su vez, un espacio de búsquedas colectivas y la formulación de un proyecto futuro para los grupos humanos.


Los Pies Sobre La Tierra



Frecuentemente escuchamos decir por todas partes que el destino del ser humano sería terrible sin los sueños, comúnmente argumentamos que todos tenemos derecho a soñar; y si bien esto es cierto, es necesario reflexionar un poco sobre la forma en que debemos plantearnos este “derecho al sueño”.

Pues bien, podríamos decir que todo comienza soñando, hasta ahí no hay ningún problema, pero lo cierto es que uno no puede vivir eternamente de los sueños, cuando estos se han prolongado durante demasiado tiempo, cuando son el ingrediente principal de nuestras vidas, comienzan a pesar.

En realidad la belleza de la imaginación humana es la previsión, es decir, la capacidad de pensar en el futuro y actuar de acuerdo a lo que vemos que ocurrirá en momentos posteriores a nuestro presente. En términos de los sueños, esto significa que la razón de su existencia es nuestra capacidad de transformarlos en realidad, los sueños no están ahí para que nos deleitemos con ellos, están para impulsarnos a actuar en su consecución.

Los sueños no son un placer, son un motivo, una necesidad, un deseo a cumplir; si se quedan por siempre almacenados en nuestras mentes para lo único que nos sirven es para sentir nostalgia por lo que no hemos podido convertir en realidad. La fantasía es como el premio de consolación ante la imposibilidad de fajarnos los pantalones e intentar, aún si fallamos, lograr aquellas cosas que imaginamos para nuestras vidas.

Pero llevar a la realidad lo que tenemos en nuestra mente requiere de mucho esfuerzo, es un reto administrado por nosotros mismos. En primer lugar es preciso poner los pies sobre la Tierra, ser honestos y omitir por un instante las fantasías narcisistas sobre nosotros, observarnos tal y como somos, con lo que nos gusta y con lo que detestamos, con lo que tenemos y con nuestras carencias; es preciso hablarnos con la verdad, pues deformando nuestra imagen y la del mundo que nos rodea lo único que conseguimos es una imposibilidad lógica en la consecución de nuestros fines, es decir, nos quedamos igual.

El trabajo de observación es quizá el más importante, pues sólo a través de este podemos descubrir las cosas que frecuentemente nos ocultamos por comodidad, pero la verdad tarde o temprano hace estragos en nuestra personalidad, así que nos obliga a verla, y entre más temprano mejor. Después de observar el trabajo debe estar dirigido a destruir aquellos ingredientes que poseemos y que no forman parte de nuestro sueño, de lo que queremos ser, y conseguir aquellos de los que carecemos pero son indispensables para nuestros planes.

Bien decían por ahí que cada día hay que ser lo que no somos, pero nos gustaría ser, entonces un día repentino las cosas habrán cambiado para siempre. Esto sugiere que los sueños son buenos como punto de partida, son los testigos del poder de nuestra imaginación, pero de ninguna forma son un estado estático en el que debemos detenernos, quizá valoramos muy poco al realismo, pero a decir verdad es sólo cuando nuestros sueños se han convertido en sucesos cuando el sosiego es realmente duradero.

Mejor Nos Callamos


Cuando en algún momento no expresamos lo que sentimos, o lo hacemos maquillándolo, el cuerpo, que no entiende la incoherencia, puede reaccionar con algún síntoma, poniendo en marcha un plan de acción para informarnos de las desventajas de ciertas decisiones. Esas desventajas se pueden llegar a transformar en lo que llamamos patologías o enfermedades.

El hecho de callarse o de no decir las cosas tal y como uno lo siente, a menudo se suele sustentar en criterios educativos, por diplomacia, por miedo a no poder afrontar las consecuencias, o para no hacer daño. En cualquiera de estos casos, dependiendo de la importancia de lo no expresado, el cuerpo humano ha desarrollado una estrategia de comunicación con su dueño que se ha dado en llamar enfermedad.

Una de las primeras dianas que se activa al callarse es la región de la garganta y cuello. 

Concretamente la faringe nos puede molestar por tragarnos algo que no nos ha gustado, y no hemos dicho nada al respecto, o por no conseguir algo que habríamos deseado tener a nuestro alcance. La mayoría de los dolores de garganta tienen poco que ver con coger frío o por la ingesta de bebidas frías, o cosas así que nos llevan contando. Aunque es cierto que un cambio brusco de temperatura sí puede ayudar a que se desencadenen este tipo de molestias, siempre y cuando vaya acompañado del conflicto que estoy mencionando. La sinceridad y la coherencia mantienen las defensas altas, por eso, si te quieres bañar en un mar de aguas frías, porque ése es tu deseo, es bastante improbable que enfermes.

La laringe, con sus cuerdas vocales, reacciona la mayoría de las veces regalándonos una afonía, no para molestar, sino para que nos demos cuenta de que los órganos entran en disfunción o se atrofian cuando no se utilizan.

“La faringe nos puede molestar por tragarnos algo que no nos ha gustado, o por no conseguir algo que habríamos deseado tener a nuestro alcance.”

La glándula tiroides responde con frecuencia ante conflictos de impotencia, cuando hay que hacer algo urgente y nos sentimos en soledad ante las responsabilidades. Esta glándula es la encargada de regular la velocidad del metabolismo celular; por eso reacciona ante estos conflictos con mayor o menor producción de hormonas, para adecuar al organismo a las necesidades del entorno. Se trata de un conflicto muy frecuente en las mujeres, dado que su capacidad ancestral para ocuparse de muchas actividades les ha generado una carga social que, hasta hace bien poco, estaba muy bien vista.

Si a eso añadimos su progresiva incorporación al mercado laboral, nos encontramos demasiadas mujeres que, al regresar del trabajo, se tienen que seguir ocupando de las tareas domésticas y de los asuntos importantes de los hijos, pese a que convivan con su pareja. Frases típicas que animan al organismo a enfermar de esta manera son: “-Pero, ¿cómo tienen esto así? Mira, mejor me callo. –La próxima vez, ¡Te vas a enterar!”(Y llega una próxima vez, y nadie se entera, porque no hay determinación).” –No voy a discutir, porque no sirve de nada.” “-El día que yo hable, vas a ver lo que es bueno.”

Hay que responsabilizarse de lo que se dice y de lo que no se dice; de lo que se hace y de lo que no se hace. Porque el cuerpo toma buena nota de ello, y en cuanto detecta alguna incoherencia, nos avisa.

Seguimos con los toques de atención que nos brinda nuestra naturaleza orgánica con el órgano de la visión. Éste se puede ver alterado cuando tu actitud frente a lo que haces o frente a lo que te proponen ves que no te gusta, pero no haces nada al respecto. 

Le haces tragar al ojo imágenes de una realidad que no aceptas, viviéndola en silencio.

Nadar Contra Corriente


Ser aceptado por los demás es una necesidad instintiva y profunda. Los seres humanos somos sociales por naturaleza, animosos de la integración en grupos interés y tristes por la marginación de los mismos. Cuando somos excluidos, dentro de lo más profundo de nuestro cerebro se activa una alerta milenaria. Sabemos que si estamos solos somos más vulnerables ante cualquier peligro que aceche.

De ahí nace también el miedo a ir en contra de la corriente. De ahí también nace la arriesgada tendencia a sumarnos a las masas sin que medie una reflexión previa. En principio, nos aterra quedar por fuera de la dinámica que adelantan los demás. Es como si fuera el anuncio de que podemos caer en el ostracismo y, con ello, vernos sometidos a riesgos más poderosos que nosotros mismos.

Pensar contra la corriente del tiempo es heroico; decirlo, una locura”.
-Eugene Ionesco-

Lo preocupante de este hecho es que hay momentos en que los que la gran corriente social va en contra de lo razonable o lo deseable. El ejemplo más evidente, que siempre es traído a colación, es el del nazismo. Muchos se sumaron a ese movimiento enfermo e inhumano, simplemente por miedo. 

Todos iban en esa dirección y, por más absurdo que fuera, para muchos fue mejor seguir la corriente que oponer resistencia.

Esto no solamente ocurre frente a los grandes hechos históricos. También hay un sinnúmero de situaciones cotidianas a las que podemos aplicar el mismo esquema. Sucede, por ejemplo, en los actos de acoso escolar. Aunque muchos saben que en el fondo constituyen una conducta reprobable, callan o se unen a los acosadores solo por no ir en contra de la corriente que impera. ¿Qué se puede decir de ese miedo? ¿Hay forma de conjurarlo?

El miedo a pensar y ser diferente a los demás
En cierta manera todos somos inducidos a crear un personaje que nos represente socialmente a nosotros mismos. Esto quiere decir que desde que nacemos alguien nos dice cómo debemos ser. Qué debemos hacer y qué no. De qué forma debemos comportarnos. No siempre, o más bien muchas veces, esto no coincide exactamente con lo que desearíamos ser o hacer.

Para entrar en la sociedad y en la cultura tenemos que “falsearnos” un poco. Debemos respetar la fila, aunque no queramos. O aprender a comer con cubiertos, así nos parezca inútil o muy complicado. Es el precio que debemos pagar por ser aceptados en un grupo humano. Por eso es que, en parte, cuando estamos en sociedad representamos uno o varios personajes.

¿Por qué terminamos aceptando esas reglas del juego? Simplemente porque, si no lo hacemos, recibimos a cambio un rechazo o una sanción. Los demás no están dispuestos a aceptar que hagamos lo que se nos venga en gana y suelen oponer una resistencia, sutil y poderosa, a cualquier postura diferente a la que defiende el grupo.

Nos ponen límites, que no siempre nos explican y no siempre entendemos. En principio, aprendemos a comportarnos de acuerdo con lo que dictan las normas de los demás, porque tenemos miedo del sufrimiento que nos ocasionaría no hacerlo.

Crecer es desarrollar la autonomía
Algunas personas nunca tienen la oportunidad de superar esta fase infantil. Cuando somos pequeños, mandan los adultos. Nos acostumbramos a obedecer, generalmente sin saber por qué. Lo bueno y lo malo nos es dado como un absoluto, frente a lo que nuestra opinión o deseo cuenta muy poco.

Crecer significa entender ese porqué de las normas, de los límites y las restricciones. También, decidir hasta qué punto esto se ajusta a nuestro deseo o no. Y luego, actuar en consecuencia. Para lograr todo esto es necesario que hayamos perdido el miedo a pensar por cuenta propia. Que hayamos explorado quiénes somos, independientemente del personaje que aprendimos a representar.

Al reconocernos como adultos también descubrimos que tenemos recursos para oponernos a aquello con lo que no estamos de acuerdo y nadar en contra de la corriente. Por supuesto, primero tenemos que saber con qué sí estamos de acuerdo. Eso forma nuestras convicciones y las convicciones son las que otorgan la fortaleza para ir en contra de la corriente si es necesario.


Lamentablemente, no siempre se completa ese proceso. A veces se elige no crecer. Es un trabajo arduo, que no solo demanda esfuerzo y constancia, sino también valor. No todos están dispuestos a recorrer ese sendero que lleva desde el personaje construido hasta el yo real. 

No todos quieren enfrentarse, cara a cara, con el miedo que da el hacerse capaz de ser uno mismo. Los que lo hacen ganan libertad. También ganan la posibilidad de diseñar su destino, a la medida de lo más real que llevan dentro de sí.

La Serenidad

La serenidad, se define como el valor que nos enseña a conservar la calma en medio de nuestras ocupaciones y problemas, es decir, hallar  la paz interna que nos insta a mostrarnos cordiales y amables con los demás. En situaciones difíciles es muy importante saber como mantener la calma.

Gracias a la serenidad podemos mantener un estado de ánimo apacible y sosegado – aún en las circunstancias más adversas -, nos facilita la búsqueda de soluciones adecuadas a nuestros problemas a través de la reflexión, sin engrandecerlos ni minimizarlos.

La serenidad implica saber enfrentarse a los contratiempos y  la adversidad, sin caer en la desesperación ni en la impaciencia sino manteniendo una actitud reflexiva que permita valorar y ver la magnitud del problema buscando soluciones desde la calma y la reflexión.

Las personas serenas se caracterizan por un mayor control de sus emociones. Estas persona no permiten que sus estados de ánimo o sus problemas afecten su trato para con los demás y procuran mantener siempre un trato cordial y tranquilo con quienes les rodean. 

Una persona serena no suele llevarse por sus sentimientos, intenta permanecer calmada el mayor tiempo posible, independientemente de que se trata de un momento o circunstancia que pudiera causar exaltación. Las personas serenas no suelen dejarse llevar por sus impulsos ni por la prisa. 

Procuran pensar siempre antes de actuar y sus actos son a consecuencia de pensamientos meditados y ponderados. Es por tanto que, las personas serenas poseen un gran dominio de sí mismas y también de su entorno, al tener una visión un tanto más objetiva respecto a lo que acontece.

Pero ¿qué es aquello que nos impide mantenernos serenos? Existen circunstancias o dificultades que nos dificultan la práctica de la serenidad. Algunas de estas pudieran ser:

El desconocimiento de nuestras limitaciones personales. Al no conocer dichas limitaciones o puntos débiles, somos presa fácil de la desesperación y el descontente. Al no poder distinguir los límites de nuestras habilidades los objetivos y metas que deseamos alcanzar nos resultarán imposible, lo que conllevará a la insatisfacción personal y se hará imposible mantenernos serenos.

Carecer de condiciones que nos permitan  meditar con tranquilidad problemas y preocupaciones personales.  Al no poder hacer, tampoco podremos poner en orden nuestros pensamientos, lo cual no solo nos hará perder la serenidad sino que promoverá el pensamiento errático y por ende se tomará decisiones apresuradas que conllevarán a acciones impulsivas o de las que nos arrepentiremos más tarde.

Intentar resolver los problemas de manera inmediata. La impaciencia es la que nos conduce a tomas decisiones impulsivas o erradas, sobre todo cuando los acontecimientos parecieran adquirir mayor duración si carecen de una pronta respuesta. Por ello, se debe tener en claro que hay cosas que no dependen de nosotros y por ende, la impaciencia no nos lleva a ningún lado.

Y entonces te preguntarás ¿Cómo puedo mantener la calma?

Antes que nada, debemos aprender a conocernos mejor. Pero no solo reconocer nuestras habilidades y fortalezas, sino estar conscientes de aquellas situaciones que nos hacen perder la calma. Si bien no podemos evitar estas situaciones siempre, al menos debemos comenzar a reconocer que son las que nos hacen perder la serenidad y armar una estrategia para saber cómo actuar.

Intenta anteponer sentimientos positivos ante los negativos.    Si no controlas tus pensamientos y permites que en tu cabeza afloren con cierta frecuencia todo tipo de ideas pesimistas y negativas, te sentirás mal en demasiadas ocasiones. Si controlas tu pensamiento, tu mente será tu mejor aliada. Si no eres capaz de controlar tu pensamiento, tu mente actuará como un despiadado enemigo que arrasará con tu serenidad.

Procurando un entorno ordenado y en compañía de la gente adecuada.  Una consecuencia de Rodearte De Gente Positiva, es estar lejos de situaciones conflictivas, tóxicas donde la gente negativa todo el tiempo está interviniendo. 

Este tipo de situaciones, siempre  repercuten en tu serenidad, por lo que no es nada saludable estar rodeado de gente negativa

Procura descanso físico y una buena alimentación.

La serenidad no es indiferencia ni postergación, sino que esta  implica tomar pausas, cesar la violencia, el descontrol y no entregarnos a los  arrebatos. Es un detenerse física y mentalmente a comprender la situación, con un pensamiento de aceptación hacia la vida, hacia los seres que nos rodean, sintiendo y sabiendo que seremos capaces de encontrar el camino adecuado.

La Disposición

Una buena disposición del ánimo facilita la relación armónica y afectuosa con las personas, al igual que padecer de una mala disposición del ánimo dificulta las relaciones con los demás. Y siendo ambas disposiciones del ánimo tan excepcionalmente importantes para bien o para mal, ¿cuál es la razón de no trabajar por la primera y por extinguir la segunda? Simplemente, porque no se nos ha dicho cómo hacerlo.

Una buena disposición del ánimo impacta en las funciones fisiológicas y mecánicas de nuestro cuerpo: nos sentimos ligeros, nos levantamos y sentamos con facilidad, sentimos gusto por el movimiento corporal, nuestros desplazamientos físicos denotan energía. En cambio, si nos encontramos en una mala disposición del ánimo, nuestro cuerpo lo sentimos pesado, no hay ligereza ni soltura en nuestros movimientos físicos, se nos impone una fuerte rigidez; sentimos incomodidad con nuestras reacciones físicas.

Nuestra mala disposición del ánimo se manifiesta en una languidez de nuestro espíritu. "La pereza, que es una languidez del alma, constituye un manantial inagotable del tedio", escribió Fenelón. 

La mala disposición del ánimo irremediablemente nos conduce al mal humor, la irritabilidad, y a una visión pesimista de la vida y del mundo. Sobre esto, Goethe escribió una reflexión apropiada al caso: "Sucede con el mal humor lo que con la pereza. Hay una especie de pereza a la cual propende nuestro cuerpo, lo que no impide que trabajemos con ardor y encontremos un verdadero placer en la actividad si conseguimos una vez hacernos superiores a esa propensión" (la propensión al mal humor).

La buena disposición de nuestro ánimo es hermana de la jovialidad, entendida como alegría y una apacibilidad de nuestro ánimo. Estamos joviales cuando vemos que nuestro mundo interior encaja con el mundo exterior, cuando no necesitamos de nada extraordinario para sentir elevado nuestro corazón. Nuestra jovialidad es como un imán que atrae hacia nosotros a muchas personas.

La mala disposición de ánimo es hermana de la tristeza y hermano del pesimismo. De hecho, cuando una persona padece ya de una crónica mala disposición de ánimo, al saludarla con la mano o con un abrazo, sentimos que nuestra energía se vacía. Y en cambio, cuando saludamos a una persona con una buena disposición de ánimo, conservamos nuestra energía, o bien, la incrementamos.

Es absolutamente cierto que un ánimo triste y abatido entorpece las funciones fisiológicas del cuerpo, y es cierto también que la actividad física ligera modifica increíblemente, para bien, el ánimo abatido de una persona
.
La persona triste y pesimista tiene estropeada la visión de sí misma y del mundo. Por lo general, se mete en su concha y no quiere salir de ella. El mundo le parece difícil y siente que no embona en él. 

Todo lo ve negro, complicado, y no se siente capaz de hacer lo que quiere. Se esconde en la resignación y renuncia a los placeres de la vida, los que le parecen inalcanzables. Uno de los rasgos dominantes de estas personas consiste en que se sienten depositarias del dolor, como si fueran las únicas que sufrieran en el mundo; por ello, no son solidarias con nadie, pues nada tiene que compartir, y sí en cambio sienten que son los demás quienes deben acudir en su ayuda.

Para Critilo, la persona jovial se siente con ganas para hacer las cosas, y goza de la íntima seguridad de que puede lograr muchos objetivos que se proponga. En cambio, quien padece de un ánimo triste y pesimista siente en su interior que no puede hacer lo que quiere. Por esto, no le dan ganas de actuar ni de vivir plenamente.

La gana es el deseo, la propensión y la inclinación hacia una cosa. Hacemos algo con ganas cuando actuamos con diligencia y esfuerzo. Y la desgana es todo lo contrario. La persona jovial tiene ganas para muchas cosas, y la persona con desgana carece de apetito por la vida, y por ello, no quiere salir de su coraza.

No es fácil que una persona con mala disposición de su ánimo pueda dejar la tristeza y el pesimismo como forma de vida. Pero no es cierto, tampoco, que estas personas en muy corto tiempo no puedan lograr extinguir ésta perniciosa disposición de su ánimo.

Por lo general, la persona triste y pesimista no se ha dado cuenta de que sus males radican, fundamentalmente, en tres equivocadas distorsiones: a) creen que son incompetentes por naturaleza y que no pueden hacer lo que quiere; b) que el mundo que los rodea no le puede proporcionar lo que necesita, pues su mundo lo ve raquítico y pobre; y c) que su futuro nada tiene que ofrecerle.


Estas tres suposiciones son falsas, por supuesto.

El Mal De La Ingratitud


Veamos que es la ingratitud. La definición de diferentes diccionarios de la lengua castellana acerca de la palabra INGRATITUD, es coincidente y su significado es: «Olvido o desprecio de los beneficios recibidos».  Cuantas veces  nos topamos con personas ingratas que pueden ser de la familia o extraños a los que consideramos amigos o simplemente por «causalidad» debimos hacer algo por ellos dando todo con el «corazón en la mano».  

Y es preocupante: hoy en día es muy común encontrarnos con mil y una ingratitudes de la gente de las que tal vez  ya  has sufrido algunas; te preguntaras  ¿en que falle? Y no encuentres la respuesta y sé no la encontraras ya que no fue cosa tuya sino del que olvido los favores que les diste.

«A cierto lobo glotón se le atravesó un hueso en la garganta mientras comía. Viéndose en semejante apuro, rogó con mil promesas a una cigüeña que se lo extrajera.

Oye- le dijo- tú que tienes un pico tan largo, bien podrías quitarme este hueso que me ahoga. Hazlo por favor, que yo recompensaré tu servicio. Enternecida la cigüeña por los ruegos del lobo y confiada en sus promesas, le sacó el hueso con suma habilidad; y luego, terminada la operación, le pidió el pago de sus servicios, a lo cual, el lobo mostrándole los dientes contestó:¡Cuán necia eres! Después de que he tenido tu cabeza entre mis dientes ¿Aún me pides premio mayor que el perdonarte la vida y dejarte libre para contar que pusiste tu vida entre mis dientes? Ante la insólita respuesta, para evitar mayores desengaños, se marchó la cigüeña sin decir nada»   ¿Lo ve?… La ingratitud es la insensibilidad a los favores recibidos.

Es la amnesia del corazón. Es inútil esperar bien de los malvados, ellos nunca corresponden a los favores recibidos. Por más miel y leche que usted diera a las víboras, veneno solamente le escupirán.  ¿Quién no ha sido pagado con ingratitud? El que no sepa de ingratitudes poco bien habrá hecho en la vida. Pero bueno, ¿qué importa la ingratitud de los hombres?

Al fin y al cabo, al servir, uno solo trata de hacer el bien y no de colocar fondos ni de recibir recompensas. Es preferible crear ingratos que dejar de hacer el bien. Además, el mal pago añade mérito a las buenas obras. Quien sirve y sabe dar ayuda… conocerá a veces la ingratitud pero también la emoción de dar. Y siempre se encontrará gente noble y agradecida.


Sé que no todos te corresponderán mal, también hay mucha gente que te agradece y valora tus esfuerzos y los premia de diversas maneras, eso hace que tu corazón se sienta complacido, sentir la satisfacción de que ayudaste a alguien cuando más te necesito es algo que debes llevar siempre contigo. Trae alegría, regocijo y paz a tu interior.

Ser Y Hacer


En la sociedad actual tenemos tendencia a ir con el piloto automático encendido y con las prisas como si fuera un vestido que nos ponemos al levantarnos por la mañana. En esa manera de funcionar más automática y alejada de la escucha interior, entran el conflicto el hacer y el ser. 

Mientras se nos enseña a ser productivos y a estar ocupados, nos distanciamos de nuestros verdaderos deseos y necesidades. Esto genera que nos creemos una falsa máscara que define quienes somos desde lo que hacemos o dejamos de hacer. 

En este artículo vamos a aclarar conceptos y ayudarte a que puedas entender y diferenciar si vives tu vida desde el «modo hacer» o el «modo ser». Así podrás tomar consciencia y empezar a cambiar si así lo deseas. Vamos a ello.

¿Dónde aprendemos a «hacer» o a «ser»?

A menudo el malestar aparece cuando los mandatos externos (mensajes familiares,  sociedad, etc) y tus deseos internos no están de acuerdo. Aunque es complicado cambiar, no es imposible, ya que desde pequeños se ha premiado el hacer y se relaciona con el que los padres estén contentos con el hijo.

Por ejemplo. “Si haces caso, conseguirás esto”. “Si sacas buenas notas, conseguirás esto”
 Como consecuencia, si el hijo no cumple con su obligación, no se sentirá merecedor de amor.

«Nuestra vida expresa el resultado de nuestros pensamientos dominantes». –                                  Soren Kierkegaard-

Como la mayoría de situaciones que ocurren en la infancia, va a tener unos efectos en el futuro. Puede ser que en la infancia, fuera la voz de tus padres  la que te invitaba a “hacer”, pero ahora que eres un adulto responsable y autónomo eres tu quien te exiges hacer más para parecer alguien. 

¿Qué significa el «modo hacer”?
El modo hacer se distingue porque no para nunca. Se da cuando entras en piloto automático funcionando con actos que te alejan y te desconectan de tus propias necesidades y deseos. El «modo hacer» busca reconocimiento por sus acciones. 

Por ejemplo, si piensas “haré otro máster, y así seré mejor profesional”. Quizá tendrás más conocimientos pero no serás mejor profesional ni persona por hacer o tener más. Es por eso que el «modo hacer» tiene trampa, pues nunca termina. 

El hecho de centrarte en lo superficial y en lo material te distancia de lo importante y sobretodo de lo que está en tus manos, como es el trabajo personal y emocional. Además, las acciones son infinitas y nunca serán suficientes para ti, porque la diferencia está en el ser, no en el hacer.

¿Qué significa el “modo ser”?
El modo ser, pasa por escuchar lo que necesitas a nivel físico, emocional y mental. Tiene que ver con hacer caso a tu cuerpo, tus emociones y pensamientos. Cuando nos conectamos desde el ser, damos espacio a entrar en contacto con nuestro corazón.

Por ejemplo, Ir a zumba. Si lo enfocas desde el “hacer” quizá hoy es martes y te toca, si lo enfocas desde el “ser”, te apetece porque necesitas descargar energía, porque te quieres regalar ese momento, porque quieres bailar y sentirte libre…

El hecho de tomar las decisiones desde el ser hace que lo hagas desde tu necesidad personal, no por el mero hecho de complacer al otro o de recibir su atención. Es entonces, cuando te puedes sentir pleno y en el momento presente. De la otra manera, sólo estás en el futuro, haciendo listas infinitas. 
Identifica en qué modo estás: ¿hacer o ser?

Las personas que enfocan su vida desde el “hacer” probablemente el resultado sea más visible, 
porque son personas ambiciosas que han querido hacer más y han llegado a puestos de trabajo altos. Pero a veces, el constante hacer no les ha permitido parar y respirar, sentir y escucharse.

Las personas que enfocan su vida desde el “ser”, al estar más conectados con sus deseos y sus necesidades las acciones que tengan lugar tendrán coherencia ya que estarán en sintonía con el deseo y el movimiento que se hará.


Si actuamos de manera consciente, el “hacer” es positivo, ya que nos permite planificar, organizar tareas, tomar decisiones pero si lo hacemos en modo automático nos desconecta de la intención del momento. Siempre respetando nuestras pausas y ritmos, sino hay riesgo de que volvamos al piloto automático. 

Superar Retos Del Día A Día


Encarar los retos del día a día en tiempos inestables, supone un arte al cual tenemos que ejercitarnos.

Nada es imposible con un poco de visión y voluntad. ¿Pero que necesitamos para ese desafío?

Muchos ingredientes entran en línea de juego: reflexionar, tener una visión clara de sus objetivos y de cómo lograrlos, poner en marcha un plan de acción, preparar un plan B por si las cosas no salen como uno quisiera, perseverar, y lo que es más importarte conservar la motivación hacia lo que uno desea.

La motivación es un estado en el cual uno se “auto inspira” sin depender de las circunstancias. Para ello necesitamos una buena dosis de optimismo y confianza en nosotros mismos, en los demás y en las circunstancias para asegurarnos de que la “fijeza” de ciertas situaciones puede variar.

Aunque no lo parezca, el uso que hacemos de nosotros mismos, nuestro lenguaje corporal con toda su vivencia intrínseca, tiene mucho que ver con la manera en la que nos relacionamos con nosotros mismos, con los demás y también en la manera de actuar.

¿Te sientes erguido frente a las circunstancias de tu vida diaria o poco a poco vas perdiendo fluidez y capacidad de responder con soltura a los diferentes retos cotidianos? ¿Cómo mantienes tu vitalidad para tu acción cotidiana? La fatiga es menester cuando van pasando las horas de nuestro tiempo laboral pero siempre necesitamos un capital energético importante, para hacer frente a improvistos cotidianos.

¿Cuántas personas acaban sus jornadas con dolencias de todo tipo? Dolor de espalda, cuello y cervicales, dolor ocular, cansancio prematuro, migrañas. No querría pintar un cuadro demasiado oscuro de la situación pero si alentar a la toma de conciencia del cuidado personal. Necesitamos cuidar nuestro cuerpo para poder responder con frescura y aliento a las diferentes solicitaciones que se nos presentan.

Hablando en términos de psicofísica, nuestra relación a la gravedad, es el cimiento que determina la fluidez o la pesadez de nuestras acciones y sedimenta la capacidad de mantenernos erguidos frente a cualquier tipo de circunstancia. Nuestra estructura corporal está diseñada para la adaptación y nuestro sistema nervioso, maneja los artilugios necesarios para ello. Cuando se impone un cambio o un desequilibrio, nos permite el arraigo necesario para la supervivencia.

Aprender de ello, no es solo preservar su capital salud, manteniéndose en forma, sino desarrollar habilidades nuevas de adaptación frente a contextos y entornos dispares.


Recuperar los mecanismos naturales de nuestro organismo, clarificando la percepción de uno mismo en la acción, son termómetros que permiten una autorregulación sana y equilibrada en el día a día.

Todo Pasa Y Todo Cambia

Aunque cualquier persona entiende que el concepto de eternidad no es más que una ilusión y que el mundo en el que nos hayamos se caracteriza precisamente por el cambio constante, todavía nos cuesta creérnoslo a un nivel profundo y actuar sin ignorarlo. De hecho, la manera en la que vivimos nuestro día a día hace pensar que hemos apartado de nuestra conciencia una de las pocas verdades absolutas, la de que somos mortales.

Raras vez aprovechamos el momento presente, dejamos los pensamientos perturbadores a un lado e intentamos sacar el máximo jugo a que lo que está ocurriendo aquí y ahora.

Postergamos nuestros sueños, soportamos demasiadas cosas, dejamos de ser quien realmente somos por miedo a los pensamientos de nuestro entorno, a vernos aislados, a sentirnos inferiores… Esta manera de vivir encierra la ilusión de permanencia o el creer que la vida es eterna y que todo se mantendrá estable.

Este concepto está estrechamente ligado al apego: esa necesidad de estar en continuo contacto con algo o alguien. La persona apegada piensa que su objeto de apego le da sentido a su vida y que sin él, sería imposible ser feliz.

Cuando nos aferramos a algo de esta forma, acabamos siendo desgraciados ya que, antes o después, aquello a lo que estamos apegados acabará desapareciendo y entonces sufriremos. Ser conscientes de que todo es efímero, y que por lo tanto crear un apego profundamente dependiente no tiene ninguna funcionalidad, nos hará personas mucho más libres.

La ilusión de permanencia promueve el sufrimiento
Pensar que todo se mantendrá igual que siempre, que nuestra vida jamás cambiará: seguiremos siempre con la misma pareja, el mismo trabajo, la misma salud, etc, es un concepto tan irrealista como creer que los cerdos vuelan.

Está bien confiar en lo que tenemos ahora y no castigarnos con pensamientos ansiógenos, pues estos pensamientos tampoco nos servirán para evitar lo que tenga que ocurrir. Sin embargo, aunque confiemos en la vida que llevamos, no es una buena opción ignorar el conjunto de fuerzas que actúan sobre nosotros y que producen cambios constantes. Hoy tu vida es de una manera, pero mañana quizás todo puede cambiar sin que apenas te haya dado tiempo a parpadear.

O quizás no cambia todo, pero sí algunos aspectos que tu creías que te hacían feliz y como estabas apegados a ellos y pensabas necesitarlos, acabas sufriendo.

Buda decía que nadie puede escapar de los tres mensajeros divinos: la enfermedad, la vejez y la muerte. Aceptar que esta es la auténtica realidad es la puerta de entrada al sosiego y la de salida del sufrimiento. Tengamos lo que tengamos, poseamos lo que poseamos, llegará un momento en el que dejará de pertenecernos.

Este concepto, en lugar de deprimirnos, tiene que alegrarnos. Piensa que cuando aceptamos lo inevitable, lo que no podemos directamente controlar, nos sentimos libres para desprendernos de la responsabilidad ficticia con la que hemos cargado.

Ser conscientes de que no hay nada a lo que aferrarse
Si logramos interiorizar que la idea de eternidad es falsa y que todo lo que existe es efímero, seremos capaces de llevar una vida más auténtica y saludable. El realismo puede doler en un principio, pero cuando lo aceptamos de forma profunda, se torna tremendamente saludable.

Cuando nos damos cuenta de que lo que nace, acaba muriendo, de que lo compuesto se descompone y de que todo principio tiene un final, es mucho más fácil no aferrarse a ello y acabar haciéndonos daño a nosotros mismos. ¿Qué sentido tiene apegarme a algo que se que más tarde o más temprano voy a perder?

Es por ello que de nada sirve aferrarse a una pareja, ni a un estatus, ni al dinero, ni siquiera a nuestra propia salud. Ya sea por circunstancias de la vida incontrolables o por alguno de esos tres mensajeros divinos sobre los que Buda hablaba, vamos a acabar perdiéndolo.

Y eso está bien. Así es el mundo desde el principio de los tiempos. Esta manera de enfocar la existencia nos libera de las falsas necesidades, y por ende del sufrimiento que implica pensar que podemos perder algo que creemos necesitar o bien malgastar uno de nuestros más preciados bienes: el tiempo.

Por lo tanto, comienza a vivir una vida libre de apegos dependientes. Si te apegas de esta manera, estarás queriendo evitar el sufrimiento, cuando en realidad el propio apego te proveerá de más sufrimiento.


Comienza a ver lo que te rodea como estados de equilibrio fugaces que algún día cambiarán por completo. Esta es quizás la mejor razón para que disfrutemos de estos estados y de las personas que participan de ellos. No los necesitas para que tu corazón siga latiendo, pero tenerlos en tu vida la hace más agradable y reconfortante. Precisamente, quizás por eso, presente es sinónimo de regalo.

martes, 7 de mayo de 2019

El Despertar De La Conciencia


La Evolución Espiritual es un proceso personal y esencial para progresar en la vida. Depende 100% de nosotros el estar en determinado nivel.

Es tiempo de conocer el proceso evolutivo-espiritual por el que pasan los seres humanos. Es importante aclarar que todos los seres humanos recorrerán cada una de estas etapas (ya sea en esta vida o en la próxima) y pueden en cualquier momento de sus vidas pasar a la siguiente. El objeto de dividir en etapas o niveles nuestro comportamiento y lo que en este influya es con el fin de guiar hacia la solución y comprensión de las situaciones que se presentan en la vida diaria, apoyando el desarrollo en la etapa de preferencia.

Las personas normales a las cuales nos referimos aquí como "ser humano dormido", emprenden prolongadas divagaciones mentales en su vida cotidiana. La actividad mental sin ningún rumbo ni meta específica se suele llamar en psicología "pensamiento no dirigido, flujo de conciencia o conciencia normal en estado de vigilia".

Aparte del pensamiento no dirigido existe el "pensamiento dirigido". Este se orienta hacia una meta determinada y está vinculado con una situación o problema específico. Tanto el pensamiento no dirigido como el pensamiento dirigido, son los responsables de que el ser humano viva "dormido".

La característica principal, del "ser humano dormido" es que la persona que se encuentra en este estado, no se da cuenta de que es y está mientras lo experimenta, no se da cuenta de que existe mientras vive, piensa y actúa. Esta es la razón por lo cual se le conoce también como un estado de sueño psíquico, del cual el ser humano puede despertar.

Otro nombre para referirse al sueño psíquico es el de "mente mariposa", porque tal y como la mariposa vuela de flor en flor sin detenerse jamás, el pensamiento del "ser humano dormido" vuela de tema en tema, sin detenerse nunca.

Las personas comunes en general son mas materialistas y escépticas en relación a los temas espirituales, porque como están “dormidas” ven solo el aspecto material de la existencia o sea viven pendientes de la “punta del iceberg”. Estas personas suelen estar dominadas por los caprichos de su ego (tienen muchos “egos” dentro de ellos, por eso son dispersos y de conducta impredecible), no son capaces de escuchar su voz interior y tienen una tendencia a cometer frecuentemente errores básicos en su vida (los cuales raramente reconocen) suelen atribuir sus malos momentos a “la mala suerte”, “el destino” y en gran mayoría no se hacen responsables de sus actos.

Estas personas se dejan arrastrar y dominar fácilmente por otras, no tienen muchas opiniones personales, ya que generalmente no profundizan en los temas, se quedan con lo superficial. Este grupo de personas son las llamadas “masas”, las cuales son dominadas por los políticos de turno, además de las distintas religiones y sectas mediocres que todos conocemos.

La Voz Del Silencio


Mientras trascurren estos instantes y mi mente divaga por mundos extraños, mientras mis sueños me llevan cada vez más lejos a lugares que quedan fuera de la descripción porque toda palabra seria trivial e incapaz de transmitir al menos un indicio de esos mundos y esferas que se extienden por los espacios infinitos... Sin embargo por instantes temo a esos lugares, como si en medio de su extraña belleza se percibiera un oculto terror... pero también eso soy incapaz de describir... y quizás temo a la inmensidad que se abre ante mí en mis sueños...

Los fantasmas de la mente se fueron, se desvanecieron en el olvido y entonces mi ser libre de toda atadura, pudo ir más lejos, allá donde las esferas revolucionan y cuando estoy libre por fin del espacio y tiempo me sorprendo temeroso de perderme en esa eternidad oscura... y evoco a mis recuerdos la imagen de una quimera.... Evoco a mi mente la imagen de un vampiro que amenazaba con sorber toda mi sangre... sí, es tu imagen la que traigo a la mente y la que utilizo como una ancla para mantenerme en este mundo....

Tus ojos toman un nuevo papel en esta obra teatral, el de dos faros que iluminan mi oscuro sendero y guían a mi alma a mi cuerpo, porque quizás si fuera de otra manera no querría regresar a este mundo gris después de haber visto los extraños colores que manan de otros mundos, de haber olido los perfumes que flotan en el ambiente.

Poco a poco tu imagen aparece en medio de mis viajes nocturnos e invoco un sentimiento gastado y doloroso... El recuerdo de un idilio imposible y si, regreso de nuevo a este mundo de mentiras y farsas a este mundo carcomido y gris, que huele a soledad y a muerte.... Cuando el sol brilla durante el día imagino que al caer la noche huiré para siempre y me fundiré con los espacios etéreos y jamás regresaré a este mundo corrupto y horrible pero ya no sé si es mi miedo a perder mi despreciable individualidad o es que a pesar de todo lo que profeso sobre ti y mis sentimientos sean solo una mentira y no me quiero perder en la nada porque aún tengo la esperanza que un día vendrás a mí y un sueño que no pudo ser se hará realidad...

Vanas esperanzas que sería mejor desechar... Ya los ojos se sienten pesados, ya la mente empieza a divagar, ya los espacios etéreos me llaman y el sueño cae como un telón oscuro para llevarme lejos de este mundo, lejos, muy lejos tu mundo, ya en la lejanía se escucha el silencio e imágenes extrañas se empiezan formar ante mis ojos, la lejanía, bendita lejanía que me reclama y no sé si esta vez tu imagen pueda salvarme de mi intención de vagar por siempre errante entre las esferas...


No sé si tu voz podrá llamarme esta vez a regresar, porque mis sueños me llevan cada vez más lejos y tu voz se vuelve difusa y apagada y la luz de tus ojos ya no brilla como al principio de mis sueños y las esperanzas de que tu vengas a mí se desvanecen con cada instante que transcurre esperando a que algo suceda y al final nada sucede más que esta soledad y los espacios que susurran mi nombre, que me llaman con la voz del silencio...

La Codicia


Se llama codicia al deseo desmedido que siente una persona por obtener riquezas materiales o dinero. Aquella persona que es codiciosa, considera que nunca tiene demasiado y hace lo que esté a su alcance para obtener siempre más. Se trata de una ambición sin límites, por la cual se quiere más de lo que realmente se necesita.

La persona ambiciosa es una a la que solo le importan sus propias necesidades. Suele decirse que “mira solamente su propio ombligo”, dado que no ve más allá de sus intereses y solo desea acaparar más y más dinero o riquezas sin tener límite alguno.

Psicológicamente se considera que a la persona codiciosa se le nubla la mente y se le llena solamente de ideas que le permitan obtener más bienes materiales. Por ello para lograrlo no piensa si daña a terceros o afecta las necesidades de otro. Simplemente sigue adelante teniendo en mente en todo momento, su propio beneficio.

La codicia es considerada en la biblia, como un pecado. El codicioso no tiene, además, interés por los más necesitados. No es una persona que se adhiera a causas humanitarias o se preocupe por la solidaridad con el prójimo. La codicia suele ser algo totalmente negativo e incluso destructivo. No solo por el posible daño a terceros al querer obtener más sin importar si estos se ven afectados, sino también por el daño que se genera el mismo codicioso. Lo vuelve una persona sumamente interesada y que vive solo para obtener cosas.
La codicia implica ambición. Pero a diferencia de la ambición con metas positivas y de crecimiento, esta ambición es egoísta y carece de significado para el crecimiento personal. La codicia puede resultar muy peligrosa cuando el que la práctica tiene a su cargo a un grupo de personas. Si se trata, por ejemplo, de un sujeto que es director de una empresa y comienza a obtener buenas ganancias, la codicia lo puede llevar a querer tener más.

De esta manera puede poner en riesgo a su empleados. No solo se puede afectar a otras personas, sino también a la naturaleza. Un ejemplo es el caso de una explotación minera, donde las ganancias obtenidas pueden hacer que se siga explotando con el fin de extraer más riquezas, a costa de la destrucción del medio ambiente y el daño a seres vivos.

Diferencia con la avaricia A pesar de todo, puede suceder que la persona codiciosa comparta parte de sus riquezas con personas muy allegadas o con la familia. Pero raramente lo hará con un círculo más amplio que ese. En esto se diferencia la codicia de la avaricia, ya que esta última implica acaparar pero sin gastar o utilizar lo que se obtiene. 

El avaricioso acumula más allá de sus propios límites, pero no piensa en utilizar o compartir aquello que tiene. Simplemente sigue acumulando por el simple hecho de hacerlo y de tener siempre mayor cantidad de bienes o dinero.

La Imagen Falsa

Hoy, es frecuente observar a corporaciones, compañías, empresas, instituciones, marcas y personas, aprovecharse de la ignorancia y de la bajísima capacidad de análisis que caracterizan a importantes segmentos de las audiencias actuales, pretendiendo con ello proyectar una reputación falsa, la que solo existe como parte de los esfuerzos mediáticos de comunicación que planifican, implementan y controlan con fines perversos. La falsa reputación es una estrategia muy usada por los que carecen de méritos y credibilidad para alcanzar determinados logros económicos, políticos, sociales y profesionales.

La vía más viable para construir reputación positiva y sostenible, consiste en mantener siempre, en todo momento, lugar y circunstancia, la coherencia y consistencia entre el pensamiento, las decisiones, las actuaciones y la comunicación. Por más ignorantes e ingenuas que sean las audiencias de hoy, no es posible fingir que tiene buena reputación por largo tiempo. Pese a la gran crisis de valores que vive la sociedad dominicana, la falsa reputación nunca será una estrategia sostenible. Las corporaciones, las compañías, las empresas las instituciones, las marcas y las personas que actúan incorrectamente, que mienten y manipulan a sus audiencias, nunca gozarán de buena reputación.

Parecería que la falsa reputación es una de las olas que caracterizan al presente siglo, la cual es empleada como plataforma mediática para crear determinadas percepciones a partir de realidades y contextos ficticios, con el propósito deliberado de posicionar en las mentes de las audiencias una imagen distorsionada del ser y el parecer. 

La reputación sustentada en méritos y credibilidad no se destruye fabricando y difundiendo falsas historias.

En fin, la buena reputación no se echa por la borda usando con malas intenciones el poder y el lenguaje de los símbolos.

Transparencia

Transparencia es una cualidad que tienen algunos objetos o materias a través de los cuales pasa la luz y se puede ver. Por ejemplo, la transparencia de una hoja blanca, del agua o de un vidrio.

También se denomina como transparencia a las láminas o diapositivas que se proyectan, bien sea en una exposición o conferencia, sobre una pantalla blanca y que contienen información e imágenes.

En el cine se denomina como transparencia la técnica de proyección de imágenes capturadas por medio de un dispositivo fotográfico.

También se entiende por transparencia la propiedad óptica que poseen algunas sustancias que pueden ser atravesados por los rayos de luz. Por ejemplo, los vidrios polarizados que forman parte de los vehículos.

Por otra parte, el término transparencia se acostumbra a emplear para indicar la conducta positiva de los individuos.

Se dice que una persona es transparente cuando es sincera, responsable, asume las consecuencias de sus actos, no miente ni tiene secretos. Es decir, las personas transparentes se muestran tal cual son.
Para muchas personas la transparencia es un valor social que genera confianza, seguridad y muestra el lado positivo de los individuos.

Entre las palabras que se pueden emplear como sinónimo de trasparencia están claridad, lucidez, luminosidad, nitidez o limpidez.

Transparencia política
Transparencia política se refiere a la honestidad, ética y responsabilidad que deben tener los gobiernos y los entes públicos a fin de dar a conocer a los ciudadanos cuáles son las gestiones y actividades en las que se realizan inversiones económicas de importancia social.

Por ello, incluso se relaciona la transparencia política con temas del área económico, social y legal. Por otra parte, la transparencia política no solo abarca el ámbito político público, también incluye a las instituciones privadas.

La transparencia política busca generar una relación de confianza y seguridad con los ciudadanos a fin de dar a conocer todas aquellas actividades, negociaciones, presupuestos y acceso a la información que es de carácter e interés público.

Sin embargo, existen muchos casos en los cuales no existe dicha transparencia y eso se relaciona con hechos de corrupción, malversación de bienes, falta de información, pérdida de dinero, obras inconclusas, entre otros.


Instrumento Básico


¿Formamos parte los seres vivos de la Tierra de un macroorganismo que se encuentra en la actualidad en fase reproductiva? ¿Cómo podemos estar seguros de ello y hasta que punto? La posibilidad de dar respuesta a estas dos cuestiones se encuentra en el lenguaje y desde una perspectiva racional nunca llegaremos más lejos de lo que alcance el tipo de código lingüístico que utilicemos.

El lenguaje es un instrumento básico para los humanos. Del mismo modo que observando una herramienta nos hacemos una idea de sus posibilidades funcionales, igualmente analizando el lenguaje, es posible caer en la cuenta de lo que podemos realizar mediante su empleo e incluso establecer sus límites de eficacia. El lenguaje es sin duda un instrumento fabuloso, nos permite utilizar la razón, una capacidad característica nuestra por la que nos calificamos de racionales, sin embargo la irracionalidad también se muestra en el lenguaje humano, más de lo que pudiéramos pensar a priori.

El lenguaje como todo instrumento arrastra un error en su uso, es más, al ser una herramienta dotada de una notable imprecisión y ambigüedad, no es nada desdeñable el factor de distorsión que introduce sobre la realidad que creemos percibir.


Nos tenemos que enfrentar a la vida, y por tanto al conocimiento, con un instrumento limitado en el que la racionalidad se manifiesta, pero también la irracionalidad, en el que la ambigüedad es una propiedad básica del instrumento, y en el que hemos podido comprobar la existencia de unos límites que probablemente nunca podremos atravesar.