miércoles, 8 de mayo de 2019

Ser Y Hacer


En la sociedad actual tenemos tendencia a ir con el piloto automático encendido y con las prisas como si fuera un vestido que nos ponemos al levantarnos por la mañana. En esa manera de funcionar más automática y alejada de la escucha interior, entran el conflicto el hacer y el ser. 

Mientras se nos enseña a ser productivos y a estar ocupados, nos distanciamos de nuestros verdaderos deseos y necesidades. Esto genera que nos creemos una falsa máscara que define quienes somos desde lo que hacemos o dejamos de hacer. 

En este artículo vamos a aclarar conceptos y ayudarte a que puedas entender y diferenciar si vives tu vida desde el «modo hacer» o el «modo ser». Así podrás tomar consciencia y empezar a cambiar si así lo deseas. Vamos a ello.

¿Dónde aprendemos a «hacer» o a «ser»?

A menudo el malestar aparece cuando los mandatos externos (mensajes familiares,  sociedad, etc) y tus deseos internos no están de acuerdo. Aunque es complicado cambiar, no es imposible, ya que desde pequeños se ha premiado el hacer y se relaciona con el que los padres estén contentos con el hijo.

Por ejemplo. “Si haces caso, conseguirás esto”. “Si sacas buenas notas, conseguirás esto”
 Como consecuencia, si el hijo no cumple con su obligación, no se sentirá merecedor de amor.

«Nuestra vida expresa el resultado de nuestros pensamientos dominantes». –                                  Soren Kierkegaard-

Como la mayoría de situaciones que ocurren en la infancia, va a tener unos efectos en el futuro. Puede ser que en la infancia, fuera la voz de tus padres  la que te invitaba a “hacer”, pero ahora que eres un adulto responsable y autónomo eres tu quien te exiges hacer más para parecer alguien. 

¿Qué significa el «modo hacer”?
El modo hacer se distingue porque no para nunca. Se da cuando entras en piloto automático funcionando con actos que te alejan y te desconectan de tus propias necesidades y deseos. El «modo hacer» busca reconocimiento por sus acciones. 

Por ejemplo, si piensas “haré otro máster, y así seré mejor profesional”. Quizá tendrás más conocimientos pero no serás mejor profesional ni persona por hacer o tener más. Es por eso que el «modo hacer» tiene trampa, pues nunca termina. 

El hecho de centrarte en lo superficial y en lo material te distancia de lo importante y sobretodo de lo que está en tus manos, como es el trabajo personal y emocional. Además, las acciones son infinitas y nunca serán suficientes para ti, porque la diferencia está en el ser, no en el hacer.

¿Qué significa el “modo ser”?
El modo ser, pasa por escuchar lo que necesitas a nivel físico, emocional y mental. Tiene que ver con hacer caso a tu cuerpo, tus emociones y pensamientos. Cuando nos conectamos desde el ser, damos espacio a entrar en contacto con nuestro corazón.

Por ejemplo, Ir a zumba. Si lo enfocas desde el “hacer” quizá hoy es martes y te toca, si lo enfocas desde el “ser”, te apetece porque necesitas descargar energía, porque te quieres regalar ese momento, porque quieres bailar y sentirte libre…

El hecho de tomar las decisiones desde el ser hace que lo hagas desde tu necesidad personal, no por el mero hecho de complacer al otro o de recibir su atención. Es entonces, cuando te puedes sentir pleno y en el momento presente. De la otra manera, sólo estás en el futuro, haciendo listas infinitas. 
Identifica en qué modo estás: ¿hacer o ser?

Las personas que enfocan su vida desde el “hacer” probablemente el resultado sea más visible, 
porque son personas ambiciosas que han querido hacer más y han llegado a puestos de trabajo altos. Pero a veces, el constante hacer no les ha permitido parar y respirar, sentir y escucharse.

Las personas que enfocan su vida desde el “ser”, al estar más conectados con sus deseos y sus necesidades las acciones que tengan lugar tendrán coherencia ya que estarán en sintonía con el deseo y el movimiento que se hará.


Si actuamos de manera consciente, el “hacer” es positivo, ya que nos permite planificar, organizar tareas, tomar decisiones pero si lo hacemos en modo automático nos desconecta de la intención del momento. Siempre respetando nuestras pausas y ritmos, sino hay riesgo de que volvamos al piloto automático. 

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