sábado, 18 de mayo de 2019

La Literatura En La Genealogía



El estudio de los albores del género de la literatura de linajes pone de manifiesto la libertad con la que los autores escriben. A caballo entre la historiografía y la ficción literaria, entre el documento y la obra propagandística, los libros de linajes dicen mucho sobre las representaciones de la nobleza tardo medieval y su imaginaire. Pero ello explica también que algunos lectores coetáneos pudieran juzgarlos con severidad.

Creo que la existencia de un discurso propio de las casas nobles, producido y controlado por ellas, tanto oral como escrito, justifica una empresa intelectual como la de Fernán Pérez de Guzmán en sus Generaciones y semblanzas. Cuando leemos el prólogo de dicha obra, tenemos por de pronto la impresión de que el señor de Batres está prologando otro libro.

Lo esencial del prólogo gira en torno a la historia y cómo debe escribirse la historia y, a menudo, se ha dicho que es uno de los primeros textos sobre el carácter casi científico de la verdad histórica. 

¿Qué relación tienen estas ideas con las semblanzas que siguen? Cuando Fernán Pérez se refiere a grandes nobles, de linajes poderosos y principales, es decir aquellos de los que podemos suponer eran “productores” de un discurso sobre sí mismos, insiste muy a menudo en lo dudoso de muchas afirmaciones sobre tal o cual antepasado.

Entendemos entonces que la tarea del historiador Fernán Pérez de Guzmán consiste en poner en duda muchas de las leyendas que se contaban o leían sobre tal o cual linaje. Era pues ante todo el discurso de los linajes lo que justificaba todo lo dicho en el prólogo de las Generaciones. Esta obra guarda una estrecha relación con los primeros libros de linajes y no en vano encontramos casi todos los motivos característicos de dicha literatura (la mitología de los antepasados, los códigos caballerescos, la lucha contra el infiel…).

 Ahora bien, se opone a ellos en el sentido en que Fernán Pérez quiere “hacer historia” con los linajes y por lo tanto cultivar la árida y pedregosa tierra de la verdad. Se permite así salir de la lógica apologética que iba forzosamente contra la verdad de los hechos.


Ello explicaría también los “efectos” de una obra como las Generaciones. Si bien el autor considera la influencia del linaje y establece una diferencia entre aquellos que son de buen linaje y los que son de bajo linaje, la organización textual de las Generaciones obedece menos a la lógica del libro de linajes que al modelo antiguo de las vitae, es decir de los viri ilustres. Por encima del linaje está siempre la virtud y, por lo tanto, lo que cuenta es el individuo, más que el linaje: las “semblanzas” priman sobre las “generaciones”, como lo comprendió, por cierto, el principal seguidor de Fernán Pérez de Guzmán, Hernando del Pulgar, llamando a su obra Claros varones de España

Tal vez por ello, entre otras razones, se impusiera en la mente de un obsesionado del linaje como lo fue Ferrán Mexía la necesidad de componer una obra como su Nobiliario vero: “vero” para distinguirlo de aquellos tan fantasiosos de los reyes de armas, pero “vero” también con ánimo de fundar una nueva racionalidad de la nobleza de la que surgiría su modernidad.

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