El complejo de superioridad es un
mecanismo inconsciente,
neurológico, en el cual tratan de compensarse los sentimientos de
inferioridad de los individuos, resaltando aquellas cualidades en las que
sobresalen. Es lógico pensar que cada individuo posea aspectos positivos y
otros negativos.
Posiblemente los aspectos negativos del ser son obviados por
su psiquis para obcecarse sólo con los positivos. El término fue acuñado por Alfred
Adler (7 de febrero de 1870 – 28 de mayo de 1937).
La exhibición del
complejo de superioridad, generalmente, se proyecta hacia los sentimientos de
inferioridad con respecto a los demás. El problema más común de este complejo
es sentirse "apartado" de los grupos sociales, por no presentar las
mismas características que el resto de las personas. En el resto de las personas,
al estar con una persona con este tipo de complejos, se puede llegar a pensar
que son arrogantes o que quieren hacerse destacar por aspectos banales.
La conducta
relacionada con este mecanismo puede incluir una opinión exageradamente
positiva sobre el valor y las habilidades de uno mismo, expectativas muy altas
y poco realistas con respecto a los logros de uno mismo y de los demás,
vanidad, estilo extravagante en la forma de vestir (con la intención de llamar
la atención), orgullo, sentimentalismo y facilidad de ser herido, una tendencia
a rechazar las opiniones de los demás (a veces con fundamentos racionales),
comportamiento snob, entre otras.
El alejamiento
social y el "soñar despierto" pueden ser también asociados al
complejo de superioridad, ya que es una forma de evadir el temor al fracaso
relacionado con los sentimientos de incapacidad de enfrentar el mundo real.
Los complejos de
superioridad e inferioridad son a menudo presentados ambos en las mismas
personas, y se manifiestan de maneras diferentes. Sin embargo, los dos
complejos pueden existir el uno sin el otro.
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