Los sentimientos, desde la psicología, se consideran las
experiencias subjetivas de las emociones. Se tratan de las experiencias
mentales de los estados del cuerpo que surgen cuando el cerebro interpreta las
emociones que aparecen con los estímulos externos.
Ejemplo: ves un tigre a lo lejos, experimentas la emoción
del miedo y sientes horror.
Los sentimientos se originan en la región neo cortical del
cerebro y son reacciones a las emociones. Además, son subjetivos, siendo
influenciados por las experiencias personales, recuerdos y creencias.
La diferencia fundamental entre emoción y sentimiento, según
el neurocientífico Antonio Damasio,
es que las emociones son respuestas
involuntarias, una versión más compleja de un reflejo. Por ejemplo, cuando
estas en peligro y el pulso se acelera. El sentimiento es ser consciente de esa
emoción.
Los sentimientos forman parte del ser humano desde que
nacen. Somos seres sensoriales y podemos percibir el mundo a través de los
diferentes órganos de los sentidos.
Muchos estímulos despiertan sentimientos en nosotros:
sentimos con lo que pensamos, con lo que observamos, con lo que escuchamos, con
lo que olemos, con lo que tocamos o con lo que comemos.
En primer lugar, tenemos que diferenciar los sentimientos de
las emociones.
Aunque en muchas ocasiones se utilizan estos dos términos de
forma indistinta vamos a ver la definición de cada uno de ellos:
Las emociones son impulsos que comportan reacciones
automáticas y constituyen un conjunto innato de sistemas de adaptación al medio
por parte del individuo.
Por lo general las emociones tienen una duración menor que
los sentimientos, y son las que impulsan y motivan a las personas a actuar. Son
más cortas pero también más intensas.
Los sentimientos son bloques de información integrada,
síntesis de datos de experiencias anteriores que ha vivido la persona, de
deseos, de proyectos y del propio sistema de valores.
Se pueden entender los sentimientos como un estado subjetivo
de la persona que se produce como resultado de las emociones que le provocan
algo o alguien.
Son un estado de ánimo afectivo y por lo general son de
larga duración. Constituyen una guía interna de cómo la persona dirige su vida
y se enfrenta al entorno.
Las funciones de los sentimientos: ¿para qué sirven?
Los estudios coinciden en señalar cuatro funciones
principales de las emociones:
Son el punto de vista subjetivo y particular del sujeto
Sirven para establecer su vinculación con el mundo. Tanto
las personas, como los conocimientos, como el entorno que percibe el individuo
pasan por el filtro de los sentimientos previamente.
Estos son los que interpretan si algo es conocido, querido,
deseado o por el contrario rechazado.
Sirven para indicar a la personas un estado físico o mental
De una forma subjetiva y diferente para cada individuo, nos
indican el estado en el que nos encontramos a todos los niveles (biológico,
mental, social, económico, etc.).
Indican los valores según los que actúa la persona.
A través de los sentimientos, la persona guía su conducta en
una dirección u otra. Marcan las directrices, el camino a seguir. Facilitan una
valoración de la realidad sobre la que actuamos de una forma determinada u
otra.
Son la base de la conexión que nos une con el resto de las
personas
Nos ayudan a expresarnos, comunicarnos y entendernos con los
demás.
En primer lugar, los sentimientos modulan cómo nos
encontramos y por tanto cómo actuamos.
Además, esta expresión la percibe la persona con la que
estamos interactuando, indicándole en qué estado nos encontramos y actuando
como la base de nuestra comunicación.
En segundo lugar, los sentimientos nos permiten desarrollar
la empatía, nos ayudan a entender el estado en el que se encuentra el otro y
facilita que nos pongamos en su lugar y así podamos comprenderle y ayudarle.
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