El discernimiento
es el juicio por cuyo medio percibimos y
declaramos la diferencia que existe entre varias cosas.
El término
discernimiento se forma a través del sufijo en latín mentum que
significa “medio o instrumento” y discernir que también proviene
del latín discernere y expresa “distinguir o separar”.
El acto de
discernir es una virtud ligada a un juicio moral que permite al individuo
valorizar si una acción es buena o mala.
El discernimiento
como juicio moral es la habilidad o capacidad que posee una persona para
certificar o negar el valor moral de una determinada situación.
La palabra
discernir es sinónimo de juicio, perspicaz, distinguir, comprender, es decir,
cuando una persona discierna algo debe de comprender, distinguir lo bueno y lo
malo, lo correcto e incorrecto y ser prudente en su manera de actuar.
Por ejemplo, cuando
a una persona le proponen un trabajo debe de discernir, es decir, debe de
analizar lo bueno y lo malo de esa propuesta de trabajo para poder tomar una
correcta decisión.
Otro ejemplo puede
ser cuando un individuo se desenvuelve en un grupo de personas, debe observar
su entorno para determinar lo bueno y lo malo, lo correcto e incorrecto de sus
acciones con el fin de llevar una convivencia saludable.
Por otro lado, lo
contrario de discernir es imprudencia, inocencia, insensatez, irreflexión,
entre otros. Se refiere a la persona que no es capaz de hacer un juicio cabal
sobre la situación y sin apreciar las consecuencias de sus actos.
Asimismo, en el
ámbito jurídico se refiere a la acción que toma un juez al asignar a un sujeto
un curador o tutor, a causa de su falta de discernimiento, con el fin de
representarlo en ciertos actos de la vida civil.
En estos casos el
tutor debe de tomar decisiones personales en nombre del pupilo y, a su vez, un
curador toma las decisiones que afectan el patrimonio del sujeto bajo su
responsabilidad.
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