Unas veces lo eliges y otras no te queda otra opción que
aceptar algo que te viene dado. Algo complicado, una nueva responsabilidad,
algo que no has elegido, en definitiva, un reto.
En la historia hay infinidad de casos de personas que se han
tenido que enfrentar a situaciones muy complicadas y que después de haber
tenido serios inconvenientes alcanzaron a metas excelentes, como Stephen
Hawking, Beethoven o el alpinista húngaro que después de haber perdido una
pierna en una avalancha volvió a la misma montaña un mes más tarde para
alcanzar la cumbre que se había propuesto, su nombre es Zsolt Erös.
Otro ejemplo es Niki Lauda, piloto de Fórmula 1, que tras haber
sufrido un grave accidente quedó atrapado por las llamas y sufrió gravísimas
heridas hasta el punto de haber recibido la extremaunción por parte de un
sacerdote. Unos meses más tarde volvió a la pista disimulando sus cicatrices
con una gorra y siguió corriendo hasta su retirada.
En la red he encontrado infinidad de ejemplos de este tipo,
la cantante Shania Twain que muchos días iba sin comer al colegio y con bolsas
de papel como zapatos debido a la pobreza extrema de su familia, en la que su
padrastro maltrataba a su madre, o Hilary Swank, ganadora de dos Oscar, que
vivió en parques durante toda su infancia y no pudo terminar el colegio…
En fin, no me extiendo con estos ejemplos porque seguro que
tú conoces de primera mano casos de personas que han superado fuertes
dificultades y han llegado donde se han propuesto.
La pregunta que surge es, ¿por qué unas personas reaccionan
de forma positiva ante los obstáculos de la vida, luchando y saliendo incluso
fortalecidas, y otras se quedan atrapadas en ellos?
Cultivando la resiliencia
La nota común en las personas que mejor gestionan los
obstáculos es que disponen de flexibilidad emocional, de resiliencia. La
Wikipedia la define así “La resiliencia es la capacidad de afrontar la
adversidad saliendo fortalecido y alcanzando un estado de excelencia
profesional y personal.
Desde la Neurociencia se considera que las personas más
resilientes tienen mayor equilibrio emocional frente a las situaciones de
estrés, soportando mejor la presión. Esto les permite una sensación de control
frente a los acontecimientos y mayor capacidad para afrontar retos.
La Resiliencia, es el convencimiento que tiene un individuo
o equipo en superar los obstáculos de manera exitosa sin pensar en la derrota a
pesar que los resultados estén en contra, al final surge un comportamiento
ejemplar a destacar en situaciones de incertidumbre con resultados altamente
positivos.”
Muy bien, pero vayamos a lo práctico, ¿qué aspectos debemos
trabajar para ser más resilientes? ¿Cómo podemos desarrollar nuestra
resiliencia?
La vida es un camino lleno de obstáculos. La diferencia
entre una persona que lucha por salvarlos y otra que se rinde está en su
actitud; la peor de todas es quedarse paralizada por un sentimiento de miedo
basado en creencias limitantes que nos bloquean y nos impiden ver mas allá del
problema que nos ocupa. Estas creencias limitantes se pueden y se deben
trabajar.
“Cada uno de nosotros es una fortaleza inexpugnable que
únicamente será devastada desde dentro” T.J.
Flynn
¿Cómo desarrollar esa mentalidad positiva que nos ayude a
superar los retos que la vida nos plantea?
Estas son algunas ideas:
Tus fortalezas. Nunca saques valor a lo que has conseguido,
a lo que sabes o a lo que eres. Piensa en tus puntos positivos, en las
habilidades que tienes y que ya has utilizado antes. ¿Por qué no aplicarlas en
esta ocasión?
Neutraliza tus limitaciones. Identifícalas y, si así lo
decides, trabaja para superarlas. Te sacarás un gran peso de encima. Superar
nuestras propias limitaciones es pasar de sentirte esclavo a sentir la
libertad. Lo digo por experiencia.
Fija pequeñas metas a corto plazo. La satisfacción del logro
te ayudará a seguir con más energía.
Menos pensar y más actuar. La parálisis por análisis es un
mal que padecen muchas personas y sus resultados son nefastos. Cuando haces
cosas, pasan cosas. Si no haces cosas, no pasa nada. Así de simple.
Genera alternativas. Pon en marcha tu creatividad, busca
otras opciones, otros puntos de vista, nuevas perspectivas. Deja de centrarte
en el problema y focaliza tu atención en las soluciones. Mira más allá.
Aprende de otros. Existen muchos casos de personas que han
superado grandes obstáculos en su vida o han triunfado desde cero, con ideas
aparentemente imposibles y enfrentándose a grandes adversidades. Analiza qué
han hecho y cómo lo han hecho, qué habilidades han puesto en práctica…
¿Cómo
podrías aprender de su experiencia? Aprender de la experiencia ajena es “menos
doloroso” emocionalmente hablado que hacerlo de la propia.
Piensa en positivo. De eso se trata. Está comprobado que los
lazos neuronales que se crean a través de los pensamientos positivos son mucho más
poderosos que los negativos, aunque los negativos son más fáciles de formar y
alimentar. Tú decides.
Como siempre digo, esas son claves generales, lo importante
es que tú mismo desarrolles tu propia fórmula para afrontar situaciones
complejas. Si no consigues hacerlo solo, pide ayuda.
Recuerda que eres dueñ@ de tu vida, convierte tu libertad en
valor.
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