jueves, 16 de mayo de 2019

La Fuerza Interior


La clave está en no desistir, en no alzar a la mínima una «bandera blanca” ni darnos por vencidos, aun cuando la tormenta haya creado tantas olas y estemos muy lejos del puerto más cercano. No se trata tampoco de una simple metáfora, sino de la vida misma. Porque a veces, cuando nos vemos más lejos de la costa más altas debemos izar nuestras velas.

«El verdadero buscador crece y aprende, y descubre que siempre es el principal responsable de lo que sucede.»
Jorge Bucay-

En un estudio llevado a cabo por Martin Seligman en el 2004, analizaba qué características definían a las personas psicológicamente fuertes. Así, algo que pudo verse es que aquellos perfiles orientados hacia las emociones positivas y a un enfoque basado en la resiliencia, eran los que mostraban mayores índices de salud física y psicológica.

La fuerza interior se relaciona por tanto con nuestra mentalidad, correcta gestión emociona y nuestras actitudes. Veamos no obstante qué más factores definen a estas personas.

Les guía la responsabilidad personal: son dueños de su destino

En primer lugar, las personas no tenemos el control sobre todo lo que nos ocurre. Sin embargo, lo ideal es ser siempre responsables de nosotros mismos. Algunos pueden decir que han sido bendecidos con esa fuerza interior, otros que tienen buena suerte y otros que son empujados por una estrella. Sin embargo la persona con fuerza interior es constructora activa de su bienestar.

Además, tienen esperanza porque saben que si se equivocan también que van a aprender. Saben que no todo va a ser fácil, pero no encuentran una razón lo suficientemente poderosa que les diga que no van a poder.

Invierten esfuerzos en lo que vale la pena

En segundo lugar, las personas con una gran fuerza interior saben que hay cosas en las que no pueden influir ni cambiar, por lo tanto, no gastan sus energías en ellas. Por el contrario, se enfocan en aquello que está en sus manos y trabajan incansablemente para poder llevar a cabo lo que desean.
Esto se puede aplicar a cualquier ámbito de la vida diaria. Por ejemplo, si estamos en un embotellamiento de tránsito, ¿De qué nos sirve gritar, enojarnos o perder el control? Mejor es enfocar las energías en algo más productivo, como escuchar música, aprovechar para pensar en nuestro plan del día, ponernos objetivos para la jornada…

Si quieres mejorar tu fuerza interior deberás ver el pasado como una fuente de información a la cual puedes acceder cuando lo necesites.

Ahora bien, debemos tener en cuenta algunos detalles. Existen otras bases de datos para nutrirnos. Muchas personas viven atadas a su pasado y esto no es bueno. Todo lo que les ha ocurrido se convierte en un fardo o en una mochila pesada que no permite avanzar un solo paso.

Los que realmente tienen una fuerza interior considerable saben que las vivencias del ayer son valiosas, pero que no hay que encadenarse a ellas.

Por otra parte, para ser una persona con una fortaleza interior, no hay que focalizarse en la queja, en el error cometido, en todo lo perdido y dejado atrás.

En realidad, el problema no está en quejarse, sino en mantener esa actitud “de por vida”. Esto quiere decir, que es muy simple volverse un quejoso crónico, pero no hacer nada para cambiar aquello de lo que nos quejamos o criticamos.

No te centres en los aspectos negativos, no pierdas energías en nimiedades. Si hay algo que te molesta, actúa de tal manera que puedas cambiarlo. No te sientes a llorar sobre la leche derramada, como dice el refrán popular, ponte a limpiar el desastre.

«Es duro fracasar, pero es todavía peor no haber intentado nunca triunfar.»
-Theodore Roosevelt-

Por último, los que pueden sentirse orgullosos de su fuerza interior no quieren impresionar a nadie más que a ellos mismos. No actúan para demostrar a los demás lo que son capaces de hacer, sino que son felices por su propios logros.

La motivación es algo que no pierden ni por un instante y estas personas la alimentan celebrando sus logros; no para presumir sino para disfrutar de lo que han conseguido. Esto no quiere decir que no puedan comunicar lo que consiguen, sino que saben cuándo, cómo y a quiénes contar sus buenas noticias.

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