miércoles, 22 de mayo de 2019

El Pensamiento Desiderativo


Estamos continuamente tomando decisiones que tienen que ver con nuestro trabajo, nuestras relaciones… Pero, ¿crees que todas ellas son racionales y lógicas? A veces, no somos conscientes de que nuestro pensamiento es un pensamiento desiderativo en el que tienen un gran peso nuestros deseos.

«Puedes ignorar la realidad, pero no puedes ignorar las consecuencias de ignorar la realidad»
-Ayn Rand-

Cuando deseamos un objeto o una situación, por ejemplo conseguir determinada meta o lograr tener esa casa que has visto y que no puedes sacar de tu mente, enviamos una señal a nuestro cerebro en la cual le indicamos que nos falta algo. Todas las decisiones que tomemos a partir de entonces estarán influenciadas por este deseo.

¿Qué ocurre entonces con la realidad? Esta se transforma para nosotros en lo que queremos y provoca que veamos todo lo que ocurre «a nuestra manera». No es difícil pensar en la cantidad de problemas que esto nos puede traer, no solo en el plano de las relaciones, sino también con relación al trabajo. La realidad es como es y por mucho que queramos verla con otros ojos no va a cambiar.

El pensamiento se vuelve esclavo del deseo

Puede parecer extremo, pero el pensamiento se vuelve esclavo de ese deseo que está en nuestra mente, sobre todo si ese deseo es muy grande. Cuando esto sucede, por muy racionales que nos creamos en el momento de tomar nuestras decisiones, esto no será así. Ya no vemos la verdadera realidad, sino que vemos lo que queremos ver.

El pensamiento desiderativo se basa en la ilusión y en la fantasía. De esta manera, no importa lo que realmente esté sucediendo, si vamos por el mal camino, si no estamos tratando bien a las personas, si estamos cometiendo errores… No podemos ver nada de esto porque estamos visualizando un mundo aparte, uno que imaginamos y hacemos real en nuestra mente.

A pesar de que el pensamiento desiderativo puede ser una forma de motivación, a veces también se vuelve una manera de evadir una situación que no nos gusta. Por ejemplo, imaginemos que en una relación de pareja -en la que todo va mal- queremos que todo continúe como antaño, cuando todo era mejor. Nuestro pensamiento recuperará los recuerdos de aquellas épocas donde la felicidad reinaba, las traerá hacia el presente e imaginaremos que así transcurre la relación ahora.

La realidad puede ser muy dolorosa y, por eso, de forma inconsciente, intentamos huir

Estamos viviendo en una fantasía sin quererlo y sin ser conscientes de que cerramos nuestros ojos ante lo que está pasando. En realidad, fingimos. Acabamos centrándonos en nosotros mismos, en nuestro propio deseo y acabamos olvidándonos de los demás. Esto provoca graves problemas en nuestro entorno.

Las trampas del pensamiento desiderativo

Tenemos que ser conscientes de que el pensamiento desiderativo nunca nace de la realidad, sino de lo que deseamos que sucediese. Pero, ser realistas es necesario para no caer en ciertas trampas que nos pueden provocar serios problemas en nuestra vida. Algunas de estas son las siguientes:

Te centras en la meta y no en el proceso: esto provoca que no seas capaz de ver los errores que estás cometiendo, aquello que estás haciendo mal y que si no lo rectificas no te llevará a un buen término. Al final aquello que tanto has deseado puede volverse en tu contra.

No comprobarás si es factible lo que quieres: cuando tenemos una meta o un sueño, lo primero que tenemos que hacer es verificar que este sea viable para no esforzarnos en vano y evitar decepciones. El pensamiento desiderativo impide que hagas esta valoración y permite a su vez que destines recursos a objetivos que no están a tu alcance.

Te frustrarás y te decepcionarás: el pensamiento desiderativo hace que vivas en un mundo de fantasía que, como tal, no es real. Esto provocará que cuando no te quede otra y tengas que ceñirte a la realidad te frustres y de decepciones. A pesar de esto, si tu deseo es muy fuerte continuarás en esta situación que te desgastará progresivamente.

Tarde o temprano, la realidad se hará presente, mucho más cruel y mucho más amarga

Si vivimos en este mundo de fantasía durante demasiado tiempo, llegará el momento en el que no sepamos distinguir qué es real y qué no. Habrá momentos en nuestras relaciones interpersonales en los que los demás intentarán abrir nuestros ojos. Esto será como una bofetada de realidad que te entristecerá. No acudas entonces de nuevo a la fantasía para sentirte mejor.

Nos encontramos en un mundo real del que no podemos escapar por mucho que queramos. Si tú no abres los ojos, las situaciones y las personas terminarán haciéndolo. Pero, es mejor que lo hagas por ti mismo, si no quieres acabar destrozado por el sueño en que te has visto sumergido tanto tiempo, una mentira que has creído real.

El pensamiento desiderativo es muy cómodo. Con él nos encontramos a gusto, justamente donde queremos estar. Pero, esto también nos transforma en personas cobardes que huyen de la realidad y de todo aquello que no queremos aceptar.





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