domingo, 19 de mayo de 2019

Predecibles


Las personas mantenemos una relación de amor-odio con lo predecible. Aunque nos encanta saber a qué atenernos con lo que tenemos delante (sea lo que sea), mejor si nos depara alguna sorpresa.
Si es del todo predecible, aburre. Ese es el inconveniente principal. Exploremos un poco el asunto.

En una comedia romántica es predecible que la pareja protagonista termine feliz. Clásico, predecible… Pero que la pareja termine separada, deja peor sabor.

Cuando se te acerca alguien con la intención de ligar, qué tostón es que sea tan predecible, que te diga lo mismo que todos, que actúe igual. Pero, ¿y si no llegara a acercarse?

Cuando te levantas, qué fastidio es saber todo lo que va a pasar, desde la mañana a la noche. Qué pesado. Pero, ¿qué pasaría si no supieras nada de lo que va a pasar en las próximas horas?

La gente prefiere lo que conoce
No les cambies su champú de toda la vida por otro que quién sabe cómo les dejará el pelo.
No anuncies que vas a cambiar. Tal vez eso les obligue a cambiar a ellos. Qué contrariedad.
Prohibido tocarles el café… O el más amado de sus vicios.

Los humanos se quedan contigo cuando están apegados, incluso si eres malote. Más vale lo malo conocido.

Pero, que no cambies y seas del todo predecible, también es un fastidio.
Te conviertes en una película vista mil veces, en el juego repetitivo que manejas con los ojos cerrados, en una noticia de ayer.

¿Quieres ligar? No hay nadie que tenga menos éxito que una persona muy predecible… o aburrida.
Cuando haces “arte”, lo mismo. Predecible y aburrido son la misma cosa.

Si estás siempre para tus amigos (o conocidos), dan por hecho que siempre vas a estar ahí, esperando en el mismo sitio.

Esto es positivo, sí. Salvo cuando dejan de ver que tú no tienes la obligación de estar ahí, que lo haces por aprecio a la relación, por aprecio a ellos… No solo no lo ven… ¡Es que se aburren!
Dar con una bandada de ciegos ingratos no es raro ni infrecuente. Tranquilo. En todas partes pasa lo mismo. (Es predecible.)
Sigo.
Cuando siempre estás ahí, haciendo más o menos lo mismo, se acostumbran. Ya saben de qué vas o qué te traes. Es fijo que te mueves de tal o cual manera… Mira sus bostezos. Se vuelven a aburrir.

Piensan poco en ti. Y, si llevan tiempo tratándote y eres así de predecible, a saber si piensan en ti alguna vez. No necesitan hacerlo. Ya saben dónde vas a estar, qué vas a decir… O qué teclas tienen que tocar para que hagas esto o aquello.

Cómo dejar de ser tan predecible
Con que dejes o dejemos de ser aburrimientos infernales, ya estamos en buen terreno. Aunque siempre hay que estudiar la situación para ver dónde pisamos. Ahí está el punto.

Despierta. Mira hacia fuera. Adáptate a lo que ocurra y a quien tienes delante.
Conste que te lo digo a ti… y a mí también, que seguramente soy más predecible que tú. Amo mis rutinas, mis esquemas y mi vida como está. Pero eso tiene un precio… y no es barato. ¡Aburres a la gente!

¡Oggg…! No hay felicidad completa.

Lo dicho…

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