Que la lectura es un placer no es un secreto, pero ¿alguna vez os habéis
preguntado por qué leer libros nos hace sentir bien? Parece ser que existe una
explicación científica a este hecho. Según se deduce de un estudio de la Universidad
de Búfalo (EE UU), publicado recientemente en la revista Psychological
Science, cuando leemos un libro nos sentimos
parte psicológicamente de la comunidad que protagoniza la narración
(por ejemplo el colectivo de magos en el caso de la popular saga de Harry
Potter). Este mecanismo satisface una necesidad humana fundamental: la de
pertenencia a un grupo.
En concreto, para la investigación los investigadores trabajaron con dos
best-sellers: Harry Potter y la piedra filosofal y Crepúsculo.
Y estudiaron la afiliación psicológica con magos y vampiros, respectivamente,
de más de un centenar de sujetos antes y después de leer dos fragmentos de
ambos libros durante media hora. De este modo comprobaron que los lectores se
sentían identificados con uno u otro grupo en función del libro que les habían
proporcionado. Además, la pertenencia a las comunidades de ficción producía una
mejora del estado de ánimo y la satisfacción similar a la de formar parte de
grupos reales.
El escritor francés Antoine Houdar de la Motte dijo en
su día que “mediante la lectura nos hacemos contemporáneos de todos los
hombres y ciudadanos de todos los países” y ahora esa frase cobra más
sentido que nunca ya que, según los autores, leer satisface una
profunda necesidad psicológica que ha jugado un papel clave en la
evolución: la necesidad de pertenecer a un grupo.
Por otra parte, en relación con lo anterior, también podemos afirmar que
leer narrativa de calidad mejora las relaciones con los otros.
En esta ocasión, es un estudio de la VU University Medical Centre
de Ámsterdam, publicado por la revista PLOS ONE, el que se encarga
de proporcionarnos una explicación a esto. Según este estudio, leer
libros de ficción que nos involucren emotivamente nos hace mejores personas ya
que ayuda a desarrollar nuestra capacidad de empatía.
Para llegar a esta conclusión los investigadores escogieron a 163
estudiantes de dicha universidad, y les hicieron leer algunos capítulos o
fragmentos de libros como Ensayo sobre la ceguera de Saramago o El
regreso de Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle y
reportajes de actualidad sobre la revuelta en Libia o el desastre nuclear en
Japón.
Al estudiar posteriormente a los sujetos se comprobó que aquellos
estudiantes que más se habían implicado emotivamente en las historias de
ficción que les había tocado leer eran aquellos que mostraban mayor capacidad
empática, manifestando el nivel más alto de empatía una semana después de haber
experimentado la lectura.