sábado, 4 de abril de 2020

Proyección Ciudadana

Tiene identidad. Conocer la historia del lugar donde se vive sirve para estar identificado con él. Sin embargo, eso no significa aprender una historia sesgada, como suele ocurrir cuando es escrita por los vencedores. La versión de los derrotados también es importante. Así mismo, es necesario conocer lo bueno y lo malo, las fortalezas y debilidades del municipio, el departamento y el país.


Está informado. No basta con saber qué significan los colores de la bandera, quién escribió el himno nacional o cuántas constituciones ha tenido Colombia. Hay que saber cuáles son los derechos y los deberes que señala la Constitución Nacional, qué es el Derecho Internacional Humanitario, qué leyes se están tramitando en el Congreso, etc.

Es deliberante. El que delibera examina atentamente pros y contras de una decisión. No traga entero, analiza y pide razones y explicaciones, y las da cuando quiere convencer a otros.

Participa. Estar informado y ser analítico obliga a no quedarse con ese conocimiento. El buen ciudadano comparte sus saberes con los demás y toma parte de acciones que sirven a la comunidad. Además, está pendiente y alerta de los mecanismos de participación que existen en su entorno: colegio, empresa, conjunto residencial, etc.

Se rebela. Indignarse ante la arbitrariedad es una de las características más importantes de un buen ciudadano. Si se tienen claras las reglas del juego y estas se incumplen sin justificación, es obligación oponerse a ello. No se trata de recurrir a las vías de hecho sino a las de derecho o mejor, a las institucionales. Para ello es indispensable conocer cómo operan la tutela, las acciones populares, los derechos de petición y otros mecanismos que ayudan a las personas a ser oídas o incluidas.

Es ético. La moral es una cuestión complicada. Los narcotraficantes, por ejemplo, trastocaron valores como la amistad, el honor y la honestidad. En nombre de ellos asesinaron a cientos de personas. Por eso, es importante identificar los valores que son reconocidos por todos y después seguirlos al pie de la letra. La ética precede la técnica, la ciencia y el poder.

Vela por el bien público. Sus conocimientos, su posibilidad de participar, de rebelarse ante las arbitrariedades, lo obligan a buscar que prime el bien público sobre el particular. De igual forma, vela por el bienestar de los más débiles.

No basta con cátedras y clases de ciudadanía, enseñar a los niños a ejercerla de manera ejemplar resulta más eficiente con la práctica. Los gobiernos escolares, los espacios de deliberación en el aula y la creación de proyectos que tengan impacto en la comunidad sirven para que los menores entiendan el significado de esa palabra.


Por ejemplo, los proyectos que buscan cuidar el medio ambiente o proteger a los más débiles (ancianos, huérfanos, etc.) ayudan a los niños a entender qué es ser buen ciudadano. No solo pueden hacerse, es obligación hacerlos, señaló Helen Haste, doctora en psicología de la Universidad de Bath (Inglaterra).Haste también propuso que se les enseñe a manejar sus emociones para que no se dejen llevar por ellas.

Asumir El Comando

 ¿Quién no ha visto alguna vez en la televisión, periódicos, libros…. un ángel y un demonio discutiendo entre ellos para convencer a la persona para que realice o no una acción?

El neurólogo Sigmund Freud describe un esquema mental a partir de tres instancias denominadas Ello (el demonio), Yo (la persona, Homer) y el Superyó (el ángel).

Ello
El Ello se refiere a la parte más profunda, primitiva, desorganizada e innata de la personalidad. 

El Ello  se presenta de forma pura  en nuestro inconsciente y está presente desde el nacimiento (el ello no es sinónimo de inconsciente). Representa nuestros impulsos, deseos y necesidades más elementales y primitivas  del ser, de cubrir sus necesidades fisiológicas inmediatamente sin considerar las consecuencias.

Está constituido por impulsos tan básicos como la tendencia natural a satisfacer el hambre, la sed y la sexualidad, las que Freud llamó pulsiones de vida, alimentados por el libido. Mas tardé Freud descubrió y matizó la pulsión de la muerte, responsable de las conductas de tendencia agresiva y destructiva.

Yo
El Yo tiene como fin cumplir de manera realista los deseos y demandas del Ello y a la vez conciliándose con las exigencias del Superyó. Todas las acciones ejecutadas son analizadas por el Yo amenazando con el castigo en caso de incumplimiento. 

El Yo nos permite reconocer las acciones que realizamos, a elegir el camino a seguir, y razonar los impulsos con tal de no ceder lugar a la liberación libidinosa, y velar por la integridad general de la realidad. Es el primer paso del reconocimiento, para afrontar las alegrías, culpabilidad o castigo.

Superyó
El superyó es la parte que contrarresta al Ello, representa los pensamientos morales y éticos adquiridos y aprendidos por la cultura. Consta de dos subsistemas: la consciencia moral se refiere a la capacidad de la autoevaluación, la crítica y el reproche.


En algunas publicaciones en el idioma español se puede encontrar los términos ello, yo y superyó en latín, como id, ego y superego, respectivamente. 

Estas formas fueron adoptadas en un principio por James Strachey en su traducción de la obra de Freud al inglés, titulada Standard Edition y publicada entre 1953 y 1974. Los términos originales utilizados por Freud se encuentran en idioma alemán: das Es, das Ich y das Über-Ich —respectivamente, el ello, el yo y el superyó (literalmente sobre yo)—. 

Freud tomó prestado el término "das Es" de Georg Groddeck, un médico alemán por cuyas ideas no convencionales Freud estuvo muy atraído (los traductores de Groddeck traducen el término desde el inglés como «el ello»).


Los Tiempos Del Tiempo

Reloj no marques la horas… rezaba la letra de una conocida melodía ya un tanto añosa en la que se enfrentaba la inexorabilidad de la duración del tiempo físico con las necesidades de un corazón sufriente y es que el concepto de tiempo no estaría completo si no lo viéramos también desde el punto de vista personal, como vimos que algunos sostienen. 

Este es un tiempo elástico, de cronología incierta, de períodos no uniformes ni iguales, cuya duración está determinada por las circunstancias que atraviesa el medidor. 

No es, sin embargo, un tiempo ficticio ni artificioso porque asienta su realidad en las honduras del alma en donde se manifiesta como sensación palpable e influyente. Es el tiempo tal cual lo sentimos en nuestro yo único y personal. Por eso decimos que los años de la infancia transcurren lentos y largas son las extensiones de su marcha mientras que los de la edad adulta, cortos y veloces, corren en desaforado galope hacia su inexorable y azaroso final. 

Para su mejor estudio, los historiadores han dividido la historia del mundo en eras para la remota antigüedad geológica y en edades para épocas más cercanas. Ambas son mensuras del tiempo, pero mientras en la primera se basa exclusivamente en el tiempo físico (el tiempo de los astros que pueblan el universo, podríamos decir), en la segunda entran tanto este último como el tiempo de los hombres, es decir, el tiempo que viven los hombres según su propia subjetividad. 

Como el hombre es por naturaleza gregario, lo que supone que sólo puede vivir y desarrollarse dentro de las comunidades que conforma, cuando hablamos del tiempo de los hombres, estamos refiriéndonos al tiempo de las sociedades que los aglutinan, llámense tribu, clan, nación, en épocas que van desde la remota prehistoria hasta la creación del Estado Moderno, entre los siglos XlV y XV, cuando los reyes respaldados por la burguesía aprovecharon la crisis del feudalismo para retomar su poder, conformándose una nueva forma de organización de la sociedad occidental que cuenta entre sus componentes constitutivos fundamentales el territorio, sus fronteras geográficas y el elemento síntesis por excelencia, la soberanía nacional. 

Operan en el Estado Moderno organismos que son fundamentales para materializar el poder soberano de los mismos y que desempeñan funciones de interés público como son las Fuerzas Armadas asignadas a la función Defensa. Reina actualmente entre los estudiosos e investigadores de las diversas disciplinas un palpable espíritu de convergencia, alejado de toda exclusión y refractarias soberbias. Hasta la filosofía y la religión encuentran fronteras comunes al igual que las ciencias llamadas duras con las sapiencias humanísticas. Esto viene a reactualizar lo sostenido por el presocrático Anaxágoras cuando decía que todo tiene que ver con todo, que nada puede existir aislado. 

He aquí, por un extendido carácter transitivo, como se conectan el vago concepto de tiempo con el concreto de Defensa y Fuerzas Armadas, lo cual justificaría de algún modo la inclusión en los textos navales de la materia de un breve análisis de la esencia del tiempo antes de encarar el específico de su medición.

Frases Que Nos Animan


Michel Eyquem de Montaigne (Burdeos, Francia, 28 de febrero de 1533 - 13 de septiembre de 1592) fue un filósofo, escritor, humanista, moralista y político francés del Renacimiento, autor de los Ensayos, y creador del género literario conocido en la época moderna como ensayo.

"A medida que el hombre exterior se destruye, el hombre interior se renueva."
"A nadie le va mal durante mucho tiempo sin que él mismo no tenga la culpa."
"A quienes me preguntan la razón de mis viajes, les contesto que sé bien de qué huyo pero ignoro lo que busco."
"Aunque pudiera hacerme temible, preferiría hacerme amable."
"Dejemos que la naturaleza actúe a su aire; ella conoce su oficio mejor que nosotros."
"Del mismo papel en que el juez ha escrito una sentencia contra un adúltero rasgará un pedazo para escribir unas líneas amorosas a la esposa de un colega."
"Del obedecer y del ceder nace toda virtud."
"El hombre sabio no lo es en todas las cosas."
"El matrimonio es como una jaula; uno ve a los pájaros desesperados por entrar, y los que están dentro igualmente desesperados por salir."
“El mejor matrimonio sería aquél que reuniese una mujer ciega con un marido sordo."
"El provecho de uno es el perjuicio de algún otro."
 "El tiempo… excelente médico de nuestras pasiones."
"El valor, como las demás virtudes, tiene sus límites."
"Encuentro más soportable estar siempre solo que no poderlo estar nunca."
"Encuentro tanta diferencia entre yo y yo mismo como entre yo y los demás."
"En perfecta salud he tenido más miedo a las enfermedades que cuando las he sufrido."
"Es más fácil escribir un poema insignificante que comprender uno bueno."
"Es preciso prestarse a los otros, pero no darse sino a uno mismo."


Encuentros Y Desencuentros

Viajar con frecuencia tiene estas cosas.

A veces todo parece perfectamente ordenado, y todo sale según el guión previsto. Otras veces los acontecimientos giran en direcciones inesperadas y aquello que parecía fácil, casi hecho, se vuelve imposible.

Hace tiempo que acepté que los viajes están llenos de encuentros y desencuentros. No todos los encuentros son esperados o planeados, pero no por ello dejan de ser agradables. Incluso cuando ves por azar a alguien que hace mucho tiempo que desapareció de tu vida. El pasado lima las diferencias si las hubo.

Algunos desencuentros son tristes. No se puede satisfacer a todo el mundo. No hay tiempo ni energía para ello. Hay que aceptar que siempre vas a quedar mal con alguien, o que alguien no tiene el mismo interés que tú en facilitar el encuentro. Así son las cosas.

Pero en el fondo, el encuentro y el desencuentro más fructífero de todo viaje es con uno mismo. Te ves en lo mejor y en lo peor: alegre y cansado, disfrutando y aburriéndote, confiado y temeroso. Te ves en tu realidad más descarnada, sin distracciones ni rincones conocidos en los que esconderte.

De ahí mi consejo de siempre. Si quieres conocer de verdad a una persona, viaja con ella. Si quieres conocerte, adóptate como compañero de viaje. Nunca dejarás de sorprenderte

Sentirnos Útiles

¿La conoces? ¿Conoces esa maravillosa sensación de sentirte útil? Es algo realmente alentador para el ser humano. Ese sentido de utilidad, ese «estoy siendo útil para alguien», ese sentirse partícipe del cambio de otra persona, es algo muy valioso. Un oasis dentro de este temporal de egoísmo y falta de empatía en el que a veces vivimos.

Seguro que en más de una ocasión te has visto dudando sobre tu capacidad para hacer aportes interesantes a un proyecto. Te has preguntado ¿para qué valgo yo? ¿Qué puedo aportar al mundo? Bueno… este tipo de cuestiones requieren de una respuesta bien elaborada, de manera que la interioricemos y evitemos que las dudas se cronifiquen y se conviertan en el mejor caldo de cultivo para la inseguridad.

Nuestra existencia a veces queda relegada a una serie de pasos bien definidos y estructurados. Pasos que muchas veces hemos elegido sin desearlos realmente, pasos que otras veces eran los que creíamos debíamos tomar…

Muchas veces nos encontramos viviendo sin un propósito que sirva como una motivación intrínseca. Trabajamos por muchas razones: para ganar el dinero que cubra nuestras necesidades, ya sean reales o espejismos, para estar ocupados y sentirnos realizados en nuestro día a día, para establecer relaciones sociales, etc. Trabajamos en aquello que nos gusta, o trabajamos en aquello que no nos quedaba otro remedio trabajar para poder sobrevivir. Si es que tenemos la suerte de poder trabajar.

De una manera o de otra, para muchas personas el trabajo se convierte en una auténtica prueba de voluntad, ya que no les gusta nada. Una situación que asumen pero que no se cuestionan porque intuyen que si miran para abajo los metros de caída pueden ser muchos. Han dejado de preguntarse qué les emociona, qué les alimenta o qué podría enriquecer sus almas.

Sin embargo, también hay esperanza. A veces se produce ese «CLICK». Algo toca nuestro ser. Algo aparece bien nítido y definido. Un sentido de vida, un sentido de utilidad, ¡un motivo por el cual vivir! Vivir una vida digna de ser vivida, una vida bien vivida desde MI persona.

Esa sensación es maravillosa. Ese momento exacto en el que nos descubrimos a nosotros mismos siendo relevantes. El ser humano, como sabemos, es un ser social. Necesita de un buen apego en la infancia para poder tener una psique sana con la que desarrollarse en su adultez. Somos seres sociales por naturaleza.

Ser útiles tiene que ver con crear o producir que se percibe como valioso, ya sea en nuestro mundo, en los alrededores o en las lejanías. Repercutir en los otros y serles de utilidad es una sensación que nos reafirma y nos conecta con aquello que es importante para nosotros. Muchas veces nos sentimos así a través de la profesión que desempeñamos, pero este no es el único ámbito de nuestra vida donde podemos sentirnos útiles.

Muchas personas descubren este sentido después de haber estado en múltiples trabajos, y llegan a la conclusión que estos trabajos no estaban alimentando sus necesidades más genuinas. Y es de manera azarosa como, en muchas ocasiones, acaban descubriendo ese sentido de utilidad. Se descubren ayudando a los demás y se encuentran, paradójicamente, a sí mismos en este movimiento.

Cuando somos útiles de manera genuina, y el sentimiento tiene que ver con nuestras habilidades y nuestras fortalezas más auténticas y propias, generamos la sensación de que tenemos un poder potencial mucho más grande que el que nos correspondería si comparásemos nuestra insignificancia física con la inmensidad del Universo. Fluimos. Somos conscientes de que nos estamos ayudando -o de que estamos ayudando al otro- y eso nos llena de ilusión y alimenta de paz.

Por ello, ser agradecidos con quien nos ayuda -de una manera en la que lo perciba- es una actitud que no deberíamos obviar ni olvidar. La gratitud alimenta el propio corazón y el ajeno. Todavía estás a tiempo de descubrir dónde te encuentras siendo útil y a la vez sintiéndote en plenitud por ello. ¡Tienes todo tu presente por delante!

Audacia Creativa


Practicar el valor de la audacia es tener gallardía, ser valiente y decidido. Es es atreverse a tirar la primera piedra, cuando los demás hacen silencio. La vida es un proyecto, una misión en cuya realización se encuentra el pleno sentido. Todo proyecto implica cierto riesgo, aventura e imprevisto. 

Hay que prever y programar, pero es imposible hacerlo en modo absoluto. El que espera una programación perfecta sin ningún tipo de riesgo jamás podrá triunfar.


Todo ser humano tiene el deber de ser valiente, audaz. Ser fuerte y decidido a luchar por los demás, para emprender grandes obras. 

El cobarde muere dos veces, pero la valentía no se manifiesta con violencia, ni con riñas y pleitos con nuestros hermanos. Se practica la audacia con proyectos de vida. Asumiendo metas, propósitos que persigan logros importantes para la familia y la comunidad. Sea audaz. Sea valiente. Luche por sus derechos.

Ser audaz es no transigir ante la oleada de antivalores. Hay que ser valiente para no dejarse seducir por el mundo bajo. Ser audaz es mantenerse sano, limpio y libre de contaminación ente las tentaciones de la sociedad actual. Sea audaz, luche por superarse. Luche por encaminar a su familia y su comunidad hacia adelante. Nuestra sociedad tiene que ser redimida, tiene que ser liberada. Pero esta integración social solo es posible transformarla con el aporte de personas audaces.

La persona audaz se resiste al consumismo al que nos empuja la sociedad actual. Los cobardes caen endeudados, deprimidos, envueltos en las trampas del consumo irracional. De los recursos naturales sin control. De joyas, vestimenta, vehículos y demás artículos suntuosos. Ser audaz es resistir todo esto y sobreponerse y practicar la organización, la humildad y la valentía. Hoy más que nunca nuestra sociedad necesita y espera el ejemplo de personas audaces para echar hacia adelante.

Cuánta falta hacen los protagonistas en este proceso de cambios que esta sociedad ha emprendido. 

Las personas audaces ocupan un espacio interesantísimo para forjar la unidad de las mayorías. 

Solo con audacia podemos cambiar todos los males que nos arropan. Necesitamos hombres y mujeres audaces, en la familia, en la sociedad, en los grupos sociales, en las instituciones públicas, en el gobierno, en las presidencias de las repúblicas.


Comprometernos Al Cambio

Aceptación y Compromiso: una nueva fórmula para superar los problemas del Déficit Atencional del Adulto.


Si muchas veces, ante los desafíos de la vida diaria, el desánimo se apodera de ti y sientes que nada de lo que hagas por mejorar tendrá resultados, déjame decirte que no estás sol@ en eso.

Una de las consecuencias psicológicas del ADHD es un fenómeno que Martin Seligman bautizó en los 70 como Learned Hopelessness (desesperanza aprendida) y que se caracteriza por la creencia de que no importa lo que hagas, las cosas no van a mejorar.

Al considerar las dificultades características del ADHD no es sorprendente que esto suceda, ya que es muy probable que a lo largo de tu historia hayas experimentado muchos tropiezos y frustración por no lograr alcanzar tus metas.

Esto hace que muchas veces, ante nuevos desafíos o proyectos relativamente complejos puedan surgir pensamientos desmoralizadores (“para qué intentarlo si ya sé que no va a funcionar”), los cuales por lo general vienen acompañados de desánimo y desaliento.

Evidentemente que en ese estado todo se vuelve más difícil…

¿Qué hacer ante esta situación?

Actuando a pesar de todo.

El poder de los “pensamientos automáticos” y la influencia recíproca entre ellos y la conducta y las emociones.

Cuando ante situaciones difíciles surgen pensamientos desalentadores, existen distintas opciones.
Las técnicas de la terapia cognitiva tradicional buscan primero identificar estos pensamientos y luego modificarlos por medio de un procedimiento llamado “reestructuración cognitiva”. Básicamente se trata de registrar y anotar los pensamientos que puedan surgir en una situación dada y luego someterlos a cuestionamiento para examinar su validez.

Veamos un ejemplo…
Pensamiento: “no me van a resultar estas técnicas, ya lo he intentado antes y no ha funcionado”.
Cuestionamiento: ¿Qué evidencias sustentan esta convicción? ¿Cuántas veces lo has intentado? ¿De qué manera? ¿Con qué persistencia? ¿Por cuánto tiempo? …Y un largo etcétera.

La idea es desmantelar la “armazón cognitiva” que sustenta el pensamiento o la creencia y desafiar su estatus de verdad incuestionable (como suele presentarse), de modo tal que la persona pueda liberarse de su influencia y seguir adelante.

La otra parte de la fórmula es el Compromiso, que se refiere a tomar la decisión de actuar en la dirección de tus propias metas, con determinación y a expensas de lo que tu mente te pueda decir mientras lo intentas.

Es decir se trata de acción comprometida, con propósito, dirigida hacia la vida que quieres vivir.


Ahí está la clave para actuar de forma poderosa y decidida: no es necesario cambiar los pensamientos o creencias “negativos” por otros “positivos”, sino que es posible hacerlo directamente a nivel conductual, aceptando y haciendo espacio para todo aquello que surja en tu mente y que es producto de tu historia y la de tu ADHD.


viernes, 3 de abril de 2020

Lo Que Trasciende


Trascender (de trans, más allá, y scando, escalar) significa pasar de un ámbito a otro, atravesando el límite que los separa.
Desde un punto de vista filosófico, el concepto de trascendencia incluye además la idea de superación o superioridad. Este es el significado concreto de esta palabra, pero ahora debemos pensar que es lo que diferencia al hombre corriente de una persona "que trasciende", pues bien, toda persona que intenta superar los límites que le pone la vida, que intenta buscar sentido y conocimiento de su yo y de su existencia trasciende a un plano en el que la vida enseña su verdadera esencia y verdad.
No hace falta ser un monje o un iluminado espiritual para trascender en la vida, una persona que ayuda a otra cuando la ve en apuros ya está trascendiendo, una persona que realiza un voluntariado en una ong, está trascendiendo, una persona que escucha a otra contarle sus problemas con verdadero interés y da consejos para aliviarla trasciende, y así en todos los actos de bondad que los humanos realizamos a diario. 
También una forma de transcender, aunque no lo creamos, es el mero hecho de conversar con la gente. Hoy en día apenas conversamos con nuestros conocidos, vecinos, familiares, siempre vamos enganchados a los móviles o a Internet pero esas conversaciones no son verdaderas en el sentido "espiritual" de la palabra, hemos perdido el contacto humano que hace que la conversación sea un placer y una forma de intercambiar energías e ideas que poco a poco tiende a desaparecer.

En todas las culturas anteriores a esta era tecnológica la conversación entre las personas ha sido uno de los medios de comunicación más importantes y usados, gracias a ella las gentes transmitían sus conocimientos, sus inquietudes y sus ideas para trascender en el desarrollo del grupo al que pertenecían. Mediante ella se transmitían los valores que regían a las personas y las desarrollaba como tales.

Hoy en día la falta de conversación en las nuevas generaciones está propiciando que la gente se aísle en sus casas, que se conviertan en gente taciturna y tímida y que tienda a buscar "amistades" mediante el ordenador en Internet esto no lo considero una verdadera conversación, pues no existe el intercambio de "impresiones" entre las personas y sí, se proporcionan la información, pero esta carece de "alma" por lo que enseguida la olvidamos o quizás pasemos de ella, no existe entonces la empatía con la persona y por lo tanto no hay verdadero sentimiento de haber conversado.

Sé que este concepto es un poco engañoso, porque la gente conversa con el WhatsApp todos los días y a cada momento, con el chat, con el móvil, pero la mayoría de las conversaciones por estos medios no tienen la "esencia" y alma de una conversación cara a cara. También las prisas con las que vivimos, la exigencia del trabajo en el día a día, la falta de tiempo para el ocio y el esparcimiento nos hacen vivir en un bucle existencial en el que no nos podemos parar a pensar en lo trascendental de la vida, que quizás sea lo único realmente importante que existe en ella.  Trascender en la vida es algo necesario, no solo pensar en los quehaceres mundanos, también debemos tener tiempo y valor para enfrentarnos a los misterios de la vida, de la muerte, del conocimiento, de lo "trascendente", de lo que va más allá de lo que vemos en la materia, tener tiempo para ser un poco más "espiritual" y no ver el mundo como algo predecible, sino como un misterio increíble que nunca va a dejar de sorprendernos.


Vergüenza Ajena

La vergüenza ajena es un sentimiento que nace a partir de la inteligencia social fundamentada en la empatía. Es decir, el ser humano tiene la capacidad de ponerse en el lugar del otro o de proyectarse a sí mismo en posibles situaciones de futuro similares a las que observa en otras personas. De este modo, el sentimiento de ridículo no solo puede sufrirse a partir de un hecho propio, sino también en términos de alteridad (a partir de la interpretación de cómo me sentiría yo si estuviese en ese lugar).

El sentimiento de vergüenza está muy condicionado por la propia percepción y punto de vista personal del sujeto. Cuando sientes vergüenza ajena por una situación que vives como si fuese propia, no estás tan condicionado por ese hecho objetivo observable en sí mismo, sino por tus propias creencias y experiencias previas. Es decir, proyectas tu propio miedo al ridículo en una situación en la que tú crees que te sentirías así si fueses tú el protagonista de esa escena que estás viendo. Sin embargo, en muchos momentos podrás observar cómo la libertad se manifiesta también en este punto cuando al sentir vergüenza ajena observas a esa persona libre y segura de sí misma, sin dejarse condicionar por aquello que opinen los demás.

Tu mente recibe estímulos constantes a partir de las vivencias prácticas del vivir. De este modo, cuando observas una escena que genera en ti este sentimiento de vergüenza pueden volver a ti emociones relacionadas con situaciones similares del pasado que te han condicionado en primera persona. Es decir, estableces una asociación de ideas entre aquello que estás viendo y tu propia vida. En ocasiones, este sentimiento también surge a partir del aprendizaje social.

Por medio de la experiencia de la vergüenza ajena, la persona también establece la conclusión de que quiere diferenciarse de ese alguien a partir de aquello que el otro hace y uno mismo evitaría. Sin embargo, la interpretación de la realidad no es innata sino que surge a partir de filtros específicos, por ejemplo, las normas sociales, la educación y los patrones culturales.

Cuanto más reducida sea la zona de confort vital de una persona, tiene mayores posibilidades de sufrir este sentimiento de forma recurrente. Por el contrario, quien tiene una mayor apertura mental, es menos vulnerable ante este condicionamiento. Los seres humanos somos distintos, pero también, tenemos puntos en común. Es esta naturaleza común la que establece el punto de partida hacia la comparación de las realidades interpersonales.

En este otro artículo de Psicología-Online te descubrimos por qué nos ponemos rojos cuando sentimos vergüenza.

¿Por qué sentimos vergüenza ajena cuando estamos cerca de personas que queremos? Existe una situación en la que la vergüenza ajena te resulta especialmente incómoda. Por ejemplo, cuando es alguien de tu grupo de amigos o familiares quien dice algo que te parece fuera de lugar. Y, entonces, te preocupa que la imagen que pueda producir esa persona que está contigo, pueda afectarte a ti mismo.

Esta circunstancia es relativamente frecuente cuando estás muy preocupado por querer causar una buena imagen en un momento que es significativo para ti y este deseo de tenerlo todo bajo control hace que cualquier gesto de espontaneidad que rompe con el criterio de lo que para ti resultaría lógico sea especialmente incómodo para ti.

¿Cómo se encuentra tu propia autoestima? Intenta reflexionar sobre tu nivel de seguridad cuando vives un momento de estas características ya que este puede ser un síntoma de que necesitas quererte un poco más y no dar tanta importancia al criterio ajeno. En lugar de interpretar esta situación desde la perspectiva del otro, intenta extraer una conclusión personal sobre qué puede decir de ti mismo este sentimiento.

La Creatividad

Es la capacidad del ser humano de desarrollar actitudes artísticas apoyadas por su experiencia o juicio creativo para crear nuevos espacios estéticos. 

La creatividad no es patrimonio del arte, pero a través de ellas podemos con contenidos pedagógicos apoyar el potencial creativo en el ser humano, promoviendo actividades prácticas para fomentar la iniciativa del niño en su búsqueda a la perfección de la imagen en la construcción de la forma.

Actualmente la creatividad constituye una necesidad para enfrentar las exigencias del desarrollo científico, económico y social. La creatividad aparece de un momento a otro, en cualquier momento de nuestras vidas.

Todos los seres humanos somos capaz de crear, pero es fundamentalmente necesario los medios pedagógicos artísticos para estimular su sensibilidad creativas. La sensibilidad nos permite estar abiertos al mundo exterior e interior de las cosas, entender esta forma, es captar el pensamiento abstracto con capacidad a crear. Además ayuda a reducir nuestra tensión muscular, mejorando los movimientos y coordinación del cuerpo. 

Para el dibujante-pintor, templa el pulso, de esta forma maneja con mayor precisión las construcciones de la figura y sus trazos serán más seguros.

Desarrollar la creatividad y la inteligencia del niño a través del arte, es enseñarle a vencer sus temores expresar sus deseos, emociones, sus fantasías, el desarrollo de la motricidad fina.

Cuando se trabaja con niños, se debe poseer un trato pedagógico para comprender sus expresiones y comportamiento.


En la actualidad, en este mundo competitivo, la creatividad encara ser tema obligatorio en todas las áreas, en las ciencias, tecnología y las humanidades.

Hoy Por Ti Mañana…

El refrán “Hoy por ti, mañana por mí” es un dicho popular basado en los valores de la amistad, la solidaridad y, muy especialmente, la reciprocidad.

El refrán da a entender la disponibilidad de una persona para ayudar a alguien con quien tiene una relación amistosa, y que en el futuro espera contar con su apoyo.
Quien invoca el uso del refrán normalmente es la persona que acude solícita a ayudar al amigo. Ante la pregunta cortés “¿Cómo he de pagarte?”, el buen amigo invoca la expresión “Hoy por ti, mañana por mí”, como quien dice “no te preocupes, ya me podrás corresponder de ser necesario”.
En este sentido, el refrán representa la vida como una reciprocidad de dones. No se admite el pago de los favores, pero sí la solidaridad mutua y el intercambio de valores espirituales, invocando a la capacidad de corresponder al bien recibido por medio de otro bien.



El Ser Consciente

En un estudio de la Universidad George Washington hallan la zona del cerebro que sería el asiento de la consciencia, avivando la discusión científica.

Investigadores de la Universidad George Washington informaron haber descubierto el “interruptor de encendido y apagado” de la consciencia humana.

En lo profundo, al interior del cerebro se encuentra una delgada zona llamada en latín Claustrum (claustro).

El equipo de Mohamad Koubeissi, de esta universidad, publicó en la revista Epilepsy & Behavior el caso de una mujer de 54 años con epilepsia a quien estimuló eléctricamente el claustro y se observaron sus reacciones.

Cuando a la paciente le estimulaban eléctricamente esta región del cerebro, la mujer perdía la consciencia súbitamente y se quedaba como en blanco, sin responder a ningún tipo de estímulo; y cuando cesaba la estimulación, despertaba de su letargo sin recordar lo que había sucedido.
El claustro parece unir todos nuestros sentidos, percepciones y operaciones mentales en una sola experiencia cohesionada. Sin embargo, ¿debemos llamar a todo eso “consciencia”?

Definición de consciencia
Cuando se trata de la consciencia humana, al igual que del resto de las funciones de nuestro cerebro, el conocimiento científico actual es mínimo. A pesar de todo un siglo de neurociencia “moderna”, apenas si tenemos un esbozo de cómo funciona el cerebro humano.

¿Qué es la consciencia? No es una pregunta fácil de responder, y no existe un acuerdo en cuanto a qué es y qué abarca.

Presentamos algunas definiciones breves como referencia que nos permitirán entender el alcance de este descubrimiento del claustro.

La consciencia según la Filosofía
El filósofo francés René Descartes define la consciencia a través de su famosa máxima filosófica Cogito ergo sum, en latín; Je pense, donc je suis, en francés; Pienso, luego existo, en español.

Parafraseando sería: “me doy cuenta de que pienso (consciencia); y ese acto hace de mi un ser que “es”, que existe: un ser humano.” La consciencia sería, según Descartes, propia de los seres humanos

Todo Lo Humano


Pocos son los hombres que han escrito con mayor propiedad acerca de la vida como lo ha hecho Humberto Maturana, un biólogo que en su pensamiento nos habla de emociones, lenguaje, amor y vida. Polémico, singular, Maturana parte del ser biológico para llegar a asomarse a las profundidades del alma. El lector tendrá la oportunidad de recorrer, junto al autor, los caminos que develan el sentido de lo humano.

En este libro, el autor nos invita a recuperar la vida matríztica de la infancia: "Atrevernos a ser nosotros mismos, no aparentar, ser responsables de nuestro existir", es uno de sus mensajes.

El libro está enfocado a la parte educativa, tomando en cuenta las emociones, lenguaje, amor y vida. Parte de convertir el aprendizaje en una educación para el amor. Considera que el convivir humano parte del lenguaje y que el aprender a ser humanos, se logra a través de una continua interrelación del lenguaje y emociones según nuestro vivir.

El punto central consiste en afirmar que el convivir del ser humano parte del lenguaje es decir de la comunicación y que se logra a través de la interrelación con otros; por lo tanto se puede decir que el ser debe conocerse desde su interior y que a través de la convivencia y aceptación logra comprender a los demás.

Si aprendemos a valorarnos y sabemos lo que queremos en la vida y estamos conforme con lo que somos, queremos y hacemos podemos comprender a nuestros semejantes. 

En tal sentido se puede señalar que en el mundo de lo cotidiano es importante la interrelación, las acciones del ser humano influyen significativamente en la comprensión social, y es allí donde la Educación debe presentar una tarea constructora de saberes y por lo tanto va más allá de transmisión de conocimientos. 

Debe ser un curriculum para la vida donde el ser comprenda la importancia de la convivencia.


jueves, 2 de abril de 2020

La Primera Impresión

Seguro que te ha pasado alguna vez. Te presentan a una persona y al poco, sin saber muy bien la razón, terminas haciendo una valoración sobre ella. No necesitas ni un minuto para tener esa primera impresión. Su apariencia, sus gestos, modales, su voz… pequeños detalles que conforman una imagen que acabas catalogando de un modo u otro.


Puede que te sorprenda, pero los estudios nos dicen que, en general, las personas somos bastante buenas en esos breves análisis que perfilan las primeras impresiones. Sea como sea, habitualmente disponemos de muy poco tiempo no solo para analizar a otros, sino para dar nosotros mismos una buena impresión.

“Nunca hay una segunda oportunidad para causar una primera buena impresión”
-Oscar Wilde-

Si la persona que tenemos ante nosotros la juzgamos como amenazante y peligrosa, nuestra primera reacción será la huida. Las personas necesitamos hacer evaluaciones instantáneas para tomar decisiones al momento. En cierto modo, esos análisis aparentemente tan rápidos tienen mucha relación con nuestra personalidad, con nuestros miedos y también con nuestras necesidades. Bien es cierto que disponemos de esa parte instintiva –y casi irracional- que nos indica al instante si algo es inofensivo o amenazante, pero también pesa mucho nuestra propia experiencia.

Puede que una persona pulcra y bien vestida te parezca aséptica y superficial, puede que prefieras una imagen un tanto más informal porque te da más cercanía y te recuerde a otros de tus amigos… rasgos todos ellos que tienen mucho que ver con nuestra personalidad, y nuestro estilo particular. Podríamos decir que nuestro cerebro está programado para llegar a una rápida conclusión con muy poca información.

¿Cómo funciona la primera impresión?
Día a día nos llegan cientos, miles de estímulos. No tenemos tiempo de procesarlos todos ni de desmenuzar todas esas informaciones al milímetro. Entonces ¿cómo llegamos a ciertas decisiones? 

De modo inconsciente. Esa es la realidad, la mayoría de nuestras decisiones las tomamos de modo rápido y mediante el inconsciente, ahí donde está archivados nuestros recuerdos, nuestras sensaciones, nuestras experiencias, nuestra personalidad…

El cerebro lo que hace es organizar la información en categorías, y a partir de ahí hace comparaciones rápidas. Muy rápidas y siempre con ayuda de las emociones. ¿Se parece esta persona a alguien de nuestro pasado que nos hizo daño? ¿Ese tono de voz te es agradable? ¿Es su sonrisa tan sincera como la de nuestro padre, o es tan falsa como la de nuestra vecina?


El efecto halo es un sesgo cognitivo muy común. Tiene que ver con la influencia de nuestras percepciones, en juzgar las cualidades de una persona a partir de nuestra primera impresión. Este término lo acuñó el psicólogo Edward L. Thorndike en 1920, al darse cuenta de que las personas solemos sacar conclusiones globales de grupos o etnias de personas, sin conocerlas de modo individual.

Hacer Lo Que Debes

Al paso del tiempo siempre nos preguntamos qué es lo que haremos con nuestra vida y todo nuestro entorno, el personal, académico, profesional, laboral, familiar; y si somos honestos generalmente pensamos en un futuro próspero, una bonita familia, un excelente trabajo; pero lo que la mayoría de las personas no hacen es pensar en los pasos que los llevara a ello. Algunos dicen que harán lo que sea para conseguir lo que desean, otros para conseguir lo que puedan y unos tantos más para conseguir lo que quieren. La pregunta importante es: ¿Será lo mismo el poder, el querer y el deber?

Desde que iniciamos nuestra vida, tenemos dos caminos para conseguir o lograr lo que nos proponemos: el del deber o el del querer y también agregaría uno más, el del poder. Lamentablemente la mayoría toma la vía del deber, inclinándonos por la creencia de que es el camino correcto y además el único. Nos enfrentamos a tomar esta decisión porque simplemente no encontramos otras alternativas, culpamos a las circunstancias que nos rodean, además de que nos dejamos guiar por otras opiniones que llegan a convencernos de que si escogemos el camino de lo que queremos no tendremos un futuro prometedor, lamentablemente entendemos demasiado tarde, que los únicos responsables de elegir el camino correcto, somos cada uno de nosotros.

En los inicios de la filosofía, al hombre le daba temor preguntarse el porqué de las cosas que sucedían, por tal razón la mayoría de los filósofos se dedicó a observar su entorno y contemplar todos los acontecimientos desde su más mínimo detalle tanto en la naturaleza hasta en el comportamiento de los seres humanos. Con respecto a este último, Aristóteles y Sócrates hablaron de la felicidad perfecta y de lo que era una virtud.

Para Aristóteles, la felicidad perfecta consistía en hacer lo que le causara más placer a un ser humano, en su caso, era la contemplación, le gustaba pasarse horas en esta actividad y descubrió que eran los momentos más felices de su vida.

Para Sócrates, aquel ser humano que era capaz de encontrar su virtud o areté, era el ser más dichoso del mundo, en otras palabras, aquella persona que sabe para qué es bueno será feliz desempeñando esa actividad o lo que sea que fuere.

A qué viene lo anterior, que desde hace muchísimos años el ser humano descubrió como ser feliz eligiendo el camino del querer. Pero entonces ¿Qué sucedió? ¿Por qué el cambio repentino de decir “quiero hacer esto” a debo hacer esto” o más aun “solo puedo hacer esto”?

La respuesta, pues simplemente dejamos de hacer lo que queríamos porque consideramos el deber como un mandato, una regla que debo de cumplir para lograr mis metas; debo trabajar para tener una linda casa, debo tener una buena figura para que alguien se fije en mí, debo comportarme según me dicte mi entorno social para ser aceptado(a), etc., y la lista puede continuar y encontraremos miles de cosas que anteponen el “debo”.

Ahora hagámonos la siguiente pregunta: ¿Lo que hago es lo que realmente quiero hacer? A lo largo de nuestra vida, cuantas cosas hacemos cuando ni siquiera tenemos ganas ni el ímpetu de hacerlo, aquí es donde entra el “hago lo que puedo”, lo que significa que hemos entrado en una etapa de conformismo personal “hago lo que puedo porque no debo hacer más”, sin embargo, todas estas frases son las que se utilizan cotidianamente en el léxico de cada persona, si ponemos atención, 
escuchamos estas frases día a día, se han heredado de generación en generación y le hemos inculcado a las generaciones futuras lo que deben hacer mas no lo que quieran hacer.

Podemos poner como ejemplo a los estudiantes que están por salir de un bachillerato, personalmente me ha tocado escuchar a sus padres decir; que si eligen ser músicos, artistas, cantantes, o profesiones que no son muy comunes; se morirán de hambre; cabe mencionar que si sus progenitores se dedican a la medicina o a la abogacía, pretenden que sus hijos sigan ese mismo camino sobre todo por comodidad laboral, ya que no batallaran para conseguir algún trabajo, tendrán buenas influencias debido al legado de sus padres. 

En este momento, estas personas que están por salir de su bachillerato se verán influenciadas para tomar la decisión que deben más no la que quieren.
Debido a lo anterior, frecuentemente los seres humanos están acostumbrados a que les faciliten el camino a sus metas y si dentro de esto, está el no hacer lo que se quiere, hará lo que debe por comodidad. Lo anterior en palabras de Ortega y Gasset, quien decía que el ser humano se ha vuelto desagradecido y comodino, por eso lo llamo el “hombre masa”, quien solo espera a ver quién le facilita las cosas para poder hacerlas aunque no lo quiera.

Tenemos que comprender que el deber y el querer, no significan lo mismo. El deber es una palabra autoimpuesta por nosotros, por la sociedad en sí; hemos comprado la idea de que el deber es más importante que el querer y que es una regla que debo cumplir.

Querer, significa tener una capacidad de elección y de ejercer voluntariamente mis deseos o de rectificarlos, decidir qué es lo más importante para mí y para cumplir mis objetivos, tomar en cuenta la viabilidad de lo que quiero realizar, las oportunidades y todo lo que tenga que ver con el entorno de mi meta.

¿Y qué sucede con el poder? Bueno, el poder tiene que ver con las circunstancias que rodean mi objetivo, a veces se presentan situaciones que no dependen de nosotros y que hacen que cambiemos de metas o de caminos, lo primordial en este caso, es que no desistamos en ningún momento de lo que queremos, sin embargo, cuando utilizo, el “yo solo puedo…” para quedarme conforme, solo estamos limitándonos de saber de qué somos capaces, hasta donde somos aptos para llegar a conseguir lo que deseamos.

Lo importante hasta este momento es que ya se observe la diferencia entre el querer, el poder y el deber. Ahora ya sabemos que de acuerdo a lo anterior, la frase más importante es “lo que quiero es…” debemos dejar a un lado lo que los demás quieren para nosotros, debemos pensar en que es lo más importante para lograr mis objetivos pero sin afectar lo que realmente estoy dispuesto a hacer.
Y ahora, ¿Cómo vamos a pensar en lo que queremos? En primer lugar debemos discriminar lo que debes hacer de lo que quieres hacer, cambia el tengo o el debo por el quiero, si ya estás en algo que debes hacer, busca el lado bueno y aprende a querer lo que haces, aprende a cumplir lo que realmente debes y que te corresponde solo a ti y por último, no desistas, si fallas en hacer algo que quieres, sigue intentado, no hay límites.

Finalmente, la decisión es de cada uno de nosotros, reflexionemos acerca de si lo que estamos haciendo es lo que debo o lo que quiero o simplemente lo que puedo, demos rienda suelta a nuestros sueños, imaginemos cada minuto que es lo que realmente queremos lograr, visualicemos que sucedería si cambio de perspectiva y hago lo que quiero.

Es importante tomarse el tiempo necesario para tomar conciencia de lo que nos generan determinadas circunstancias o actos, es decir, si nos hacen feliz o nos hacen sentir infeliz o simplemente nos da igual; lo anterior para poder vislumbrar nuevas posibilidades, nuevas rutas de acción o nuevos propósitos.


Recordemos que la vida es fugaz y estamos aquí para hacer lo que realmente queremos y que nos hace felices y que esta alegría se transmite al entorno en el que nos encontramos y que todo esto nos generara satisfacciones personales que nos llevaran a vivir una vida plena, pero lo que sí es una obligación, es que debemos tomar decisiones prontas y oportunas, porque un día nos daremos cuenta que es demasiado tarde y que dejamos ir todo lo que queríamos y ya no habrá tiempo para retomar el camino.