Está informado. No basta con saber qué significan los colores de la
bandera, quién escribió el himno nacional o cuántas constituciones ha tenido
Colombia. Hay que saber cuáles son los derechos y los deberes que señala la
Constitución Nacional, qué es el Derecho Internacional Humanitario, qué leyes
se están tramitando en el Congreso, etc.
Es deliberante. El que delibera examina atentamente pros y contras de
una decisión. No traga entero, analiza y pide razones y explicaciones, y las da
cuando quiere convencer a otros.
Participa. Estar informado y ser analítico obliga a no quedarse con ese
conocimiento. El buen ciudadano comparte sus saberes con los demás y toma parte
de acciones que sirven a la comunidad. Además, está pendiente y alerta de los
mecanismos de participación que existen en su entorno: colegio, empresa,
conjunto residencial, etc.
Se rebela. Indignarse ante la arbitrariedad es una de las
características más importantes de un buen ciudadano. Si se tienen claras las
reglas del juego y estas se incumplen sin justificación, es obligación oponerse
a ello. No se trata de recurrir a las vías de hecho sino a las de derecho o
mejor, a las institucionales. Para ello es indispensable conocer cómo operan la
tutela, las acciones populares, los derechos de petición y otros mecanismos que
ayudan a las personas a ser oídas o incluidas.
Es ético. La moral es una cuestión complicada. Los narcotraficantes, por
ejemplo, trastocaron valores como la amistad, el honor y la honestidad. En
nombre de ellos asesinaron a cientos de personas. Por eso, es importante
identificar los valores que son reconocidos por todos y después seguirlos al
pie de la letra. La ética precede la técnica, la ciencia y el poder.
Vela por el bien público. Sus conocimientos, su posibilidad de
participar, de rebelarse ante las arbitrariedades, lo obligan a buscar que
prime el bien público sobre el particular. De igual forma, vela por el
bienestar de los más débiles.
No basta con cátedras y clases de ciudadanía, enseñar a los niños a
ejercerla de manera ejemplar resulta más eficiente con la práctica. Los
gobiernos escolares, los espacios de deliberación en el aula y la creación de
proyectos que tengan impacto en la comunidad sirven para que los menores
entiendan el significado de esa palabra.
Por ejemplo, los proyectos que buscan cuidar el medio ambiente o
proteger a los más débiles (ancianos, huérfanos, etc.) ayudan a los niños a
entender qué es ser buen ciudadano. No solo pueden hacerse, es obligación
hacerlos, señaló Helen Haste, doctora en psicología de la Universidad de Bath
(Inglaterra).Haste también propuso que se les enseñe a manejar sus emociones
para que no se dejen llevar por ellas.
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