miércoles, 15 de abril de 2020

El Peaje De La Comunidad


Eso sucede en todos los sitios, aún en las comunidades más santas. No debemos soñar en grupos humanos donde no existan las formas de ser que me molestan. En el fondo todas son necesarias para mantener el equilibrio del conjunto. Por eso más nos vale pagar cuanto antes el peaje para disfrutar de la autopista.

Ese peaje supone el trabajo del propio corazón, si no queremos ir por la autopista con el freno de mano echado. Afrontar con naturalidad esa realidad es muy importante. Ayuda a mejorar las relaciones, a ser pacientes, a sobrellevar las debilidades de los demás. La ayuda en carretera –corrección fraterna la llamamos- no es echar en cara ni humillar. 

Se puede avisar de los peligros y se puede ayudar a reparar los desperfectos, para lo que el perdón y la misericordia son herramientas indispensables en toda relación humana. Cuando una comunidad toma conciencia de ello y sus miembros trabajan en ello, la comunidad experimenta una gran transformación, aunque siga teniendo sus debilidades.


No estrechemos la autopista con nuestra mezquindad, preocupados de exigir a los demás lo que nosotros no damos, o mostrando nuestra insatisfacción por lo que nos molesta de los demás. La corrección busca el bien del otro con amor. La insatisfacción volcada en la crítica es el desagüe de nuestras aguas fecales.

Dejemos la autopista en su anchura original para que puedan circular todos los vehículos por ella, y no sólo los de nuestra marca. Que nuestra magnanimidad atraiga más que ahuyente, sin que ello signifique permiso para saltarse las normas comunitarias establecidas, supervisadas siempre por la corrección fraterna.

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