En tiempos de las redes sociales la conversación es un arte en
decadencia. Se trata de una pérdida significativa.
Para Borges, la cultura se originó gracias a «unos cuantos griegos
conversadores».
Quien dialoga se sirve de la inteligencia en forma libre y gratuita;
aplaza las certezas, las opiniones definitivas, la voluntad de tener razón, y
descubre con asombro ideas propias.
A contrapelo de la celeridad contemporánea, Stavans y Villoro se han
servido de internet para dialogar dilatadamente, como lo hubieran hecho en un
café, explorando su pasión común por la literatura y las circunstancias en que
ocurre.
El ojo en la nuca es una conversación en tono suelto, atrevido, que
incluye las hipótesis, las confesiones, los desahogos, las bromas, las
anécdotas y las interpretaciones que no siempre llegan a la versión definitiva
de los textos pero los sustentan en secreto.
En este singular y fascinante intercambio de perspectivas, el ojo sólo
podía estar en la nuca.
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