Un equilibrio de la emoción y del intelecto se debe mantener en la
proporción adecuada; de lo contrario la personalidad entera se enferma. Es
igual que si únicamente se usa una pierna. Tú puedes seguir usándola, pero no
llegas a ninguna parte; simplemente te agotas. La otra pierna debe ser
utilizada.
La emoción y el intelecto son como dos alas: cuando utilizamos solamente
un ala el resultado será frustración. Entonces la dicha que llega al usar ambas
alas simultáneamente, en equilibrio y armonía, nunca es alcanzada.
No tengas miedo de usar demasiado el intelecto. Solamente cuando se
utiliza la inteligencia tú tocas las profundidades; sólo ahí tu potencial está
estimulado. El trabajo intelectual no implica la utilización de tu
inteligencia.
El trabajo intelectual es meramente superficial; no se toca ninguna
profundidad, nada es desafiado. Eso da lugar al aburrimiento; genera trabajo
que no causa placer. El placer viene siempre cuando se desafía la
individualidad y tú tienes que probarte a ti mismo y responder al desafío.
Cuando son desafiadas, la inteligencia o la emoción crean ambas su propia
dicha.
Una persona es esquizofrénica si solamente una porción de su
personalidad está trabajando y la otra está muerta. Entonces hasta la parte que
está en funcionamiento no trabajará realmente bien porque estará con exceso de
trabajo.
La personalidad es una totalidad; no tiene ninguna división en
absoluto.
Realmente, la personalidad entera es una energía que fluye. Cuando la
energía se utiliza de manera lógica se convierte en inteligencia, y cuando no
se utiliza lógicamente sino emocionalmente se convierte en corazón. Éstas
son dos cosas separadas; es la misma energía que atraviesa dos canales
diferentes.
Cuando no hay corazón sino sólo intelecto, nunca te puedes relajar. La
relajación quiere decir que ahora la misma energía dentro de ti está trabajando
en un canal diferente.
La relajación no quiere decir que no hay trabajo en absoluto, significa
trabajo en otra dimensión. Entonces la dimensión que está sobrecargada se
relaja.
Una persona que sigue una búsqueda intelectual continuamente, nunca se
relaja. No desvía su energía a otra dimensión, así que su mente sigue
trabajando en una sola dirección innecesariamente. Eso crea aburrimiento. Más y
más pensamientos vienen y van; se difunde la energía, se pierde.
Tú no puedes disfrutarla; por el contrario, estarás decepcionado y
disgustado con esta carga innecesaria. Pero la mente, o el intelecto, no es el
culpable. Como una dimensión alternativa no se ha proporcionado, como no hay
otra puerta abierta a ella, la energía continúa dando vueltas en tu interior.
La energía nunca puede estar estancada. Energía significa lo que no está
estancado, lo que siempre está fluyendo. Relajación no significa la energía que
está estancada o dormida; científicamente, la relajación quiere decir que ahora
la energía está fluyendo a través de otro canal, de otra dimensión, — que ha
entrado en otro espacio.
Pero aunque el espacio puede ser diferente, si no es completamente lo
opuesto al espacio en el que te encontrabas antes, la mente no se relajará. Por
ejemplo, si tú trabajas en un problema científico, entonces te puedes relajar
leyendo una novela.
El trabajo es diferente: ocuparse de un problema científico es ser
activo — una modalidad muy masculina — mientras que leer una novela es ser
pasivo, que es una modalidad absolutamente femenina. Aunque estás utilizando la
misma mente estarás relajado, porque es el polo opuesto de la mente el que está
siendo utilizado. Tú no estás solucionando nada, no estás activo; eres sólo un
receptor, recibiendo algo. La dimensión es la misma excepto que la emoción, el
polo opuesto, está siendo utilizada.
De la misma forma, cuando amamos, el intelecto no entra en juego en
absoluto. Sucede justo lo contrario: la parte irracional de tu personalidad
entra en acción. La inteligencia debe ser balanceada por el amor y el amor debe
ser balanceado por la inteligencia. Ordinariamente, este equilibrio no se
encuentra en ninguna parte.
Si alguien está enamorado y comienza a descuidar todas las búsquedas
intelectuales, esto también creará aburrimiento. Incluso el amor se convierte
en una tensión si es un asunto de veinticuatro horas al día. Una vez que el
desafío se pierde, el placer también se perderá: el juego se perderá y se
convertirá tan sólo en trabajo. La misma cosa sucede con un intelectual que
descuida el lado emocional de su ser.
Estas dos piezas, estos dos polos, deben estar en equilibrio, sólo
entonces nace un ser humano integrado e individual”.
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