Vivimos en un mundo, donde las apariencias y lo físico cobran un sentido
bastante importante. Para nadie es un secreto que nos hemos convertido en
una cultura visual, pues todo entra por los ojos y la sociedad está llena
de estereotipos, que generan a su vez una presión social para todos y
afectan nuestro desarrollo interior. En otras palabras, las personas
están en constante búsqueda de aceptación e inclusión, y se ha considerado que
esto se logra si se tiene un buen físico, es decir, si uno es bello.
Ahora bien, ¿qué es bello y qué no lo es? A lo mejor este tema parece
inclinarse hacia las mujeres, sin embargo, va dirigido a todos sin excepción:
hombres, mujeres, niños, adultos, ancianos, jóvenes, personas con alguna
discapacidad, enfermedad, etc. Nadie queda por fuera.
A partir de ahora entenderemos que nada ni nadie determina quién es
bello y quién no; lo importante y realmente bello es aceptar nuestra
apariencia, independientemente de lo que sea.
Al momento de mirarnos en un espejo surgen sentimientos y complejos que
por lo general preferimos esconder y hundir en nuestra mente. Esta, es
precisamente la acción que limita nuestro crecimiento personal y nos aleja del
objetivo para vivir en paz con nosotros mismos, aceptarnos tal y como nos
vemos.
¿Estás un poco gordo? ¿No te gusta tu nariz? ¿Sufres de alguna enfermedad
cutánea de la que te avergüences? ¿Te hace falta una pierna? Respóndete la
verdad, tu verdad y ahora acéptala con amor. Todo lo que consideremos un
defecto lo será y será nuestro para siempre. Entonces, ¿Por qué no mejorar la
relación con nuestros complejos?
El autoestima propio esta sin duda alguna, siempre expuesto a
ser afectado y a su vez nuestro desarrollo interior. Lo mencionado se
debe a esos estereotipos existentes que van catalogando a la
humanidad y generando una cantidad de problemas como la depresión, la
soledad, la anorexia, la bulimia, el rechazo, la discriminación, entre
otros que pueden llevar a la muerte.
Con respecto a esto, hay que poner un freno y ser conscientes de que
estos estereotipos no determinan nada en el espíritu, ni hacen a nadie
menos merecedores.
Hoy día, una persona puede creer firmemente en que por ser obesa, es
imposible ser amada; o por tener la cara manchada no tiene derecho a salir
sonriente en las fotografías o con la cara en alto por las calles.
Estos simples ejemplos son tan solo dos de muchas personas que no se
aceptan como son y esperan aún ser aceptados y felices. Asimismo, condicionan
su vida de una manera desgraciada y se ponen límites que los vuelven infelices
de inmediato.
Pero entonces, ¿Cómo podemos ser felices con nuestra apariencia?
La respuesta es aceptarla y no negarnos la verdad.
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