Poco a poco hemos hecho de su uso un automatismo que utilizamos en nuestra vida cotidiana, perdiendo así una buena parte del sentido que realmente tiene. Así, es bueno que nos detengamos un momento para ver en realidad qué significa y el gran poder que posee una palabra tan simple y maravillosa.
Cuando a una persona le dices gracias le estás diciendo que la reconoces y que valoras que te haya dado su tiempo. Le expresas, sólo con cinco letras, que lo ha hecho bien y que tienes una deuda con ella. Reconoces su esfuerzo y le muestras que se ha ganado un poco más tu confianza. Le enseñas que te has sentido apreciado y que se ha ganado tu afecto.
Al mismo tiempo que a alguien le dices gracias, le estás contando que te alegras de que haya pasado por tu vida, aunque sólo haya sido un momento. Simplemente, estás diciendo algo que no tiene precio, pero que al mismo tiempo tiene un valor infinito.
Estás haciendo un regalo, y como con todo regalo lo mejor para que luzca y resalte es que esté envuelto en un papel bonito. Así, un «gracias» se vuelve mucho más hermoso si va acompañado de una sonrisa, de un momento de pausa y de una mirada acogedora. Si lo haces, será mucho más fácil que la persona que lo recibe sienta y entienda lo que significa.
Un mundo lleno de gracias, es un mundo lleno de favores y de contacto humano. Es un mundo que todos deseamos para las personas que queremos. Es por eso, por lo que en el fondo, nos empeñamos en enseñarles a los niños que deben decirlo. Y lo que hay en el fondo, es probablemente lo más importante.
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