El hombre tiene esencia en sentido propio, el animal no. El animal está
al servicio de la esencia del universo.
El hombre tiene naturaleza (materia + forma + vida), como el animal, pero el hombre se autoperfecciona perfeccionando esa naturaleza.
La esencia humana es la perfección de la naturaleza humana ejercida por la persona humana.
En cuanto que tiene naturaleza, el hombre pertenece a la especie humana.
Esa naturaleza, además de estar finalizada por la especie (como los otros vivientes intracósmicos) es susceptible de una perfección de la que los otros vivientes intracósmicos no pueden dotarse.
Es la perfección ejercida por la persona humana, que perfecciona la naturaleza.
Llamamos esencia humana a esa autoperfección (que se consigue perfeccionando el mundo).
Vivimos en un mundo carente de amor, de afecto, de compartir; con seres humanos llenos de depresión, con ausencia de propósito que le de sentido a su vida, lo cual genera mucha frustración y violencia.
Esa naturaleza, además de estar finalizada por la especie (como los otros vivientes intracósmicos) es susceptible de una perfección de la que los otros vivientes intracósmicos no pueden dotarse.
Es la perfección ejercida por la persona humana, que perfecciona la naturaleza.
Llamamos esencia humana a esa autoperfección (que se consigue perfeccionando el mundo).
Vivimos en un mundo carente de amor, de afecto, de compartir; con seres humanos llenos de depresión, con ausencia de propósito que le de sentido a su vida, lo cual genera mucha frustración y violencia.
Es necesario retomar la dimensión humana y espiritual del ser. Para
ello, tenemos que creer en el propio potencial y sentirnos responsables por el
logro de nuestras metas y de la creación de nuestro destino.
También tenemos que generar una autoimagen positiva y una autoestima
saludable, como fuerzas motivadoras y autodeterminación, para alcanzar nuestros
sueños. Así somos en nuestro estado más puro, seres de inmensa luz, que
esparcen amor infinito e incondicional.
Así es como debemos de vernos a nosotros mismos, por más que nos
sintamos opacos, siempre estamos brillando. Formemos parte de los que creemos
en la victoria de la vida, en el milagro y la magia del amor, así como en la
capacidad transformadora de los seres humanos.
No nos olvidemos nunca de vivir la verdadera esencia de la vida, las
cosas sencillas, trascendentes, que nos dan felicidad.
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