En este mundo tan sumergido entre las transformaciones y las
contradicciones parece que la expresión “dar la cara” fuese sacada de alguna
obra literaria. “Dar la cara” es dar crédito. Dar crédito es dar confianza dice
“paradójicamente” un anuncio de la radio de un banco.
Pero aunque intentemos hacer matrices, esquemas y Excel para organizar
nuestra vida, no siempre sale según lo esperado. Y no siempre tenemos a nuestro
lado las personas afines, las que comparten esa misma historia, esos mismos
códigos, con las que cerramos los ojos y nos entendemos. A veces tenemos que
gestionar la diversidad, y esa diversidad está en poder dar crédito y confianza
a gente con la que pensamos diferente, actuamos diferente, tenemos historias
diferentes, porque sabemos en el fondo que su talento, competencias y valores
nos aportan en nuestro día a día.
Pero además de gestionar esa diversidad el “dar la cara” implica un paso
más, probablemente más valiente, donde los verdaderos líderes asoman, aquellos
que son capaces de poner en valor lo que nadie puso en valor hasta hoy, “dar la
cara” a pesar de lo que se diga, a pesar de lo que se piense, a pesar de la
historia, a pesar de todo. Será allí que nos daremos cuenta que habiendo
regalado ese acto de confianza estas personas puedan dar incluso más de lo que
nos dan aquellas personas afines.
Muchas veces el miedo es quien impide que exista confianza, en cualquier
tipo de relación. Si vivimos con miedo, enfocamos nuestra energía y esfuerzos a
protegernos y jamás podremos hacer cosas diferentes, innovar, cambiar, etc. Si
el líder desarrolla seguridad en su equipo o el padre o madre en su familia,
existirá confianza más allá de las compatibilidades y el grupo trabajará en
conjunto obteniendo mayores y mejores resultados. Podemos ponernos las excusas
que queramos, sólo servirá para dejar pasar unas horas, no más
.
Todos necesitamos, aunque pensemos lo contrario, de esa persona que sea
capaz de “dar la cara” por nosotros en los momentos difíciles. Es entendible
que busquemos inconscientemente estar rodeados del líquido amniótico de la
confianza porque hay sensaciones que no se olvidan. Ya que ese líquido nos ha
cuidado en su día, nos ha dado cierta seguridad y en la vida real
instintivamente buscamos lo mismo.
Por eso, la responsabilidad del líder es tan alta y exigente y no es una
misión para cualquiera. “Dar la cara” equilibrando las necesidades del negocio
y compatibilizarlos con las expectativas de su equipo, y a la vez mantener la
confianza de ambas parte en alto, no es una misión fácil. Ese líder que “da la
cara” va primero, toma riesgos, no prejuzga y otorga confianza para generar
confianza. Y en ese pacto implícito asumimos que esa confianza se gana a base
de mucho trabajo pero también se pierde con muy poco esfuerzo.
“Dar la cara”, jugársela por el otro a pesar de los pesares es uno de
los mayores testimonios de madurez, de grandeza, de profesionalidad, de
amistad, de valores, de humildad, de fortaleza, de compañerismo.
Es hora de darnos a luz a nosotros mismos, salir de nuestro mundo
amniótico, porque gestionar lo previsible sólo nos aportará resultados
previsibles, gestionar situaciones o personas previsibles nos convertirá en
manager, madres, padres, amigos o gestores de equipos previsibles. Y por si nos
queda alguna duda, recordemos lo que nos dijo alguna vez Ernest Hemingway: “La
mejor forma de averiguar si puedes confiar en alguien es confiar en él”.
En definitiva, “dar la cara” es confianza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario