En cuanto nos dejamos llevar, pasamos los días insertos en una
nebulosa que nos resulta familiar.
Es lo cotidiano, lo que conocemos bien y para lo que, por tanto, no
necesitamos prestar mucha atención, y menos aún preguntarnos “¿quién soy yo?”.
Error.
¿Sentimos que todo va bien cuando estamos en piloto automático? Muy
adentro sabemos que la respuesta es no; en realidad, dejamos todo esto muy al
margen y por tanto podemos incluso contestar: “estoy perfectamente”.
Nos da mucho miedo aventurarnos en preguntas de indagación e
identidad personal, preferimos a menudo la penumbra antes que saber qué
hay dentro de nosotros.
Preferimos la seguridad de lo que ya hay y es.
Pero es que no sabemos lo que “hay y es”.
Y pero es que no se está “perfectamente” en piloto automático. Como
mínimo, podemos afirmar sin miedo a equivocarnos que es una situación
mejorable. Porque, aunque todo esté como queremos que esté, en piloto
automático no estamos aprovechándolo correctamente, ni siendo conscientes de
nuestra suerte o nuestro bienestar.
Y al final viene la ansiedad. O la depresión.
O, como mínimo, la vida pasa por nuestro lado mientras nosotros
dormitamos.
El ruido de fondo. ¿Quién soy yo?
Además de la nebulosa, hay también un ruido de fondo, algo que no distinguimos
bien y que no sentimos que esté reclamando nuestra atención. Pero tal vez sí lo
esté haciendo.
Debemos parar y escuchar. Y averiguar qué significa ese ruido. Es un
buen modo de aproximarnos a las preguntas más cruciales sobre nuestra identidad
personal.
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