la naturaleza dotó al individuo de herramientas limitadas para conocer
el exterior.
Esta condición natural de la debilidad intelectual del hombre debe
generar la obligación individual de percibir intensa y ampliamente un objeto
para entenderlo y conocerlo en su estructura fundamental, compartiendo esta
percepción, entendimiento y conocimiento con los demás individuos, quienes
también están obligados a tener su propia experiencia intelectual o mental en
los mismos términos antes señalados y compartirla con otros individuos.
Así, compartiendo las experiencias de percepción, entendimiento y
conocimiento individual de un objeto determinado, la humanidad se acercará un
poco más a la certeza del conocimiento de la esencia de ese objeto. Sin olvidar
la inevitable y constante transformación del objeto, es decir, la percepción,
entendimiento y conocimiento que hoy se tiene de ese objeto mañana carecerá de
certeza y será quizá una mentira y por este mismo ejercicio intelectual que se
realice mañana hoy su certeza es nula y es una mentira.
Por este motivo, la búsqueda del conocimiento es permanente, la
propiedad del conocimiento es retrógrada.
Esta razón, de la obligación de buscar y compartir el
conocimiento, es la base para fundamentar de manera sólida el considerar
un crimen grave contra la humanidad la creencia falsa de ser propietario de la verdad
absoluta -independientemente que cancela y obstaculiza la búsqueda del
conocimiento de aquel que se crea propietario de la verdad total-, al convertir
en un peligroso delincuente agresor de la humanidad al que pretende, como
pastor, imponer a los demás individuos su estéril verdad producto de una
creencia para muchos engañosa.
Por otro lado, y en estas mismas condiciones, el individuo que por
temor y ocio no busca percibir y entender, incumpliendo su obligación de tener
un conocimiento propio, se someterá inevitablemente al conocimiento de otro
individuo convirtiéndose en su esclavo o en su borrego y es también un
delincuente que lesiona de gravedad a la humanidad.
El sentimiento de ser propietario de un conocimiento únicamente
oscurece el camino hacia las tinieblas; al contrario, la constante búsqueda del
conocimiento es la generadora de la luz que ilumina un poco más el camino del
hombre: es menester que el hombre reconozca la pobreza de su intelecto y así
estar en condiciones de enriquecerlo.
El proceso para enriquecer el intelecto humano está en ejercitar
las facultades de percepción, entendimiento, pensamiento, razonamiento y en
otras más con los que la naturaleza dotó al hombre y no en la dogmática
creencia en factores ajenos y extraños a su esencia; complementando este
proceso enriquecedor con la actitud individual de compartir esa experiencia
personal en la búsqueda del conocimiento con otros individuos que a su vez
compartían esta misma experiencia.
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