sábado, 11 de abril de 2020

Conductas Y Vivencias Pasadas

Una impronta es un acontecimiento significativo que tuvo lugar en el pasado, a partir del cual adquirimos una creencia o un conjunto de creencias. En este contexto, partimos de la base de que los comportamientos actuales a menudo han sido creados o configurados por conductas y vivencias pasadas. Para nosotros lo más importante de las experiencias pasadas no es su contenido objetivo, sino la interpretación o creencia que la persona se formó a partir de tal experiencia.


El concepto de impronta fue acuñado por Konrad Lorenz, quien estudió el comportamiento de las crías de pato cuando salían del cascarón. Lorenz descubrió que los patitos recibían una impronta de la figura materna durante el primer día de vida. Para ello, se basaban en el movimiento, de manera que si algo se movía a su lado en cuanto salían del cascarón, ese algo “se convertía” en su madre. Además, descubrió que si más tarde los reunía con su verdadera madre, los patitos no la reconocían como tal; los patitos ya habían recibido la impronta.

Konrad Lorenz creía que las improntas se establecían en ciertos periodos neurológicamente críticos, y que una vez pasado el periodo crítico, lo que quedaba “impreso”, fuera lo que fuese, era permanente y no susceptible de cambio.

Sin embargo, investigaciones posteriores sobre el fenómeno de impronta en seres humanos revelaron que, en condiciones apropiadas, era posible acceder a los contenidos que se habían improntado en anteriores periodos críticos y se podían reprogramar o reimprontar. Esta posibilidad de la que disfrutamos los seres humanos se debe a que nuestro sistema nervioso es más refinado que el de los animales salvajes.

Las improntas establecidas durante ese periodo instauran creencias núcleo que modelan nuestra personalidad. Las improntas pueden ser experiencias significativas positivas, que conducen a creencias útiles, o bien experiencias traumáticas o problemáticas que conducen a creencias limitantes.

Para el proceso de reimpronta deberemos localizar eventos o periodos de tiempo de nuestra vida que estén relacionados con nuestro síntoma o situación conflictiva actual. Reviviremos desde otra perspectiva determinados funcionamientos, estados o tensiones que hemos experimentado en el pasado.

Lo que nos hace sufrir son las grabaciones que hemos registrado de nuestras experiencias, no la realidad en sí.


Al externalizar estos eventos es mucho más fácil disociarse de ellos, reflexionar y reevaluar las creencias que nos hemos formado a partir de ellos. Con esta técnica obtendremos nuevos conocimientos y conectaremos con los recursos que fueron necesarios pero no estaban disponibles en ese momento por las propias circunstancias. 

No estamos buscando una solución a un evento del pasado, sino más bien una integración y actualización de nuestras creencias y del sentido de identidad en relación con el sistema de relaciones que hemos mantenido con personas significativas.


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