martes, 21 de abril de 2020

No Dejes Para Mañana

Escuché una vez este comentario:

«Una vez le pregunté a mi madre cómo decidió tener su primer hijo, el pequeño yo. Su respuesta fue sencilla: ‘Era algo que queríamos y decidimos que no tenía sentido retrasarlo. Nunca es buen momento para tener un bebé’. ¿Estás esperando un buen momento para dejar tu trabajo? Las estrellas nunca se alinearán y los semáforos de la vida nunca se pondrán en verde todos al mismo tiempo. El universo no conspira contra ti, pero tampoco se volverá loco para apartarte obstáculos del camino. Las condiciones nunca serán ideales
.
Algún día es una enfermedad que hará que te lleves tus sueños a la tumba. Si algo es importante para ti y quieres hacerlo, hazlo y corrige el rumbo mientras caminas». 

Sí, nos aterra que las cosas vayan mal, porque ya se sabe que del árbol caído todo el mundo hace leña. Lo siento, no hay alternativa: las cosas te irán mal a veces. 

Los hemos dicho muchas veces: el fracaso no es lo contrario al éxito; el fracaso forma parte del proceso del éxito. El precio del éxito es el precio del aprendizaje y el precio del aprendizaje es el precio del error. Así lo expresaba Zig Ziglar: «El fracaso es un evento nunca una persona». El fracaso es NO intentarlo; el fracaso es NO perseverar; el fracaso es NO aprender...

Continuamente aplazamos nuestras decisiones en búsqueda de la opción perfecta, aquella que no pueda ir mal y que no pueda ser criticada, en la que todo marche según un plan perfectamente estructurado y ordenado. Pero eso es un brindis al sol. Todo es criticable porque cada persona ve la vida desde su atalaya. El propio Napoleón Hill en su obra recoge las 30 principales causas de fracaso de las personas y señala como una de las principales el aplazamiento:

«El aplazamiento es una de las causas más comunes del fracaso. La tendencia a dejar siempre todo para más adelante acecha a todos los seres humanos, a la espera de una oportunidad para echar a perder cualquier posibilidad de tener éxito. La mayoría andamos por la vida como unos fracasados porque estamos esperando el momento ideal para empezar a hacer algo que merezca la pena. 

No hay que esperar. El momento nunca será el mejor. Debemos empezar donde estemos y trabajar con las herramientas que tengamos a nuestra disposición, y a medida que avancemos hallaremos mejores instrumentos».

No hay nada peor que la indecisión permanente. No hay nada peor que esperar a que se despejen todas las incógnitas de la ecuación. El inmovilismo siempre es aliado de la mediocridad. 

La materia prima de la que está hecha la vida es el tiempo, porque cada hora que pasa ya no vuelve, o se aprovecha o se desaprovecha; cada hora no utilizada a nuestro favor se pierde. 

«Si no actúas sobre la vida, la vida actuará sobre ti: los días se convertirán en semanas;
Las semanas en meses; los meses en años, y cuando te quieras dar cuenta, 

Tu vida habrá terminado».



Globalización


Desde hace más de tres décadas hemos vivido una globalización acelerada, acompañada por la llamada cuarta revolución industrial, la cual ha permitido conectar a la mayoría de la humanidad entre sí, en todos los planos. Esta oleada de globalización hizo central el debate sobre el rol de los mercados, el papel del Estado y la cultura en estos procesos. Muchos creyeron que era el fin de la historia, y el triunfo del capitalismo liberal y el Estado democrático. 

La experiencia indicó rápidamente que las reacciones generadas por estos procesos crearon tantas tensiones que le recuerda a uno las tesis de Karl Polanyi, en su libro La gran transformación, ocurrida a finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX.  Ello generó fracturas profundas que se resolvieron en dos guerras mundiales, el fascismo, el surgimiento del mundo socialista y el auge de la socialdemocracia.

La época actual nos invade con similares tensiones. La oleada globalizadora ha sido recibida por una respuesta que ha atizado los movimientos nacionalistas, populistas y religiosos. Ya no se discuten tanto los temas de las décadas recientes, sino el surgimiento de movimientos nacionalistas de derecha en Europa y otras partes del mundo, el rechazo a los migrantes y la lucha contra el fanatismo musulmán. Los Estados nacionales parecen ser cada vez más impotentes para enfrentar estas amenazas, y personajes histriónicos y peligrosos aparecen en la escena internacional. 

Los marginados de los supuestos beneficiarios de la globalización se sienten excluidos, olvidados, y desean recuperar la “grandeza” de sus naciones apoyando candidaturas que sorprenden, como es el caso de Trump en Estados Unidos, quien disputa en forma cerrada la presidencia. En Gran Bretaña, los excluidos de esta globalización apoyaron la salida de la Unión Europea. En Asia aparecen personajes como el Presidente de Filipinas. En el Oriente, la amenaza nuclear con Corea del Norte siembra incertidumbre.

América Latina no se queda atrás, al ver un chavismo aferrado al poder y saboteando un referendo que lo sacaría del mismo, pues en últimas es lo único que cuenta, a pesar de la posible implosión social. Brasil cae en el marasmo de la corrupción y Argentina se sacude con protestas sociales frente a las políticas de Macri. México está sumergido en la criminalidad del narcotráfico. La región se estanca en su crecimiento económico, y el desempleo empieza a crecer en todos los países.

Lo significativo es que nuestro país sea ahora portador de buenas noticias, con la firma en Cartagena de los Acuerdos de La Habana. ¡Quién lo creyera! El país parece dispuesto a escoger un sendero de desarrollo, inclusión y justicia social, en medio de los radicalismos universales.

Polanyi indicó hace mucho que la globalización obligaba a las naciones a construir cinturones sociales de protección. No para aislarse del mundo, sino para neutralizar los efectos negativos y desarrollar más equidad e inclusión. Empezar por el agro, ampliar nuestra limitada democracia, y utilizar políticas diferentes para el narcotráfico vale la pena.

El mundo nos observa.


Las Opiniones Ajenas

Para la inmensa mayoría de las personas la opinión ajena es supremamente importante, tanto que es la motivación más poderosa de la vida moderna, al punto de que hay individuos que se suicidan sólo por que alguien les hizo algún comentario desvalorizante.

Si miramos las fantasías de la gente, qué vemos? Que este mundo está lleno de futuras reinas de belleza, campeones mundiales, actrices de éxito, cantantes famosos, presidentes de la República...

Si a alguien le dicen tú eres especial , su ego queda flotando en la estratosfera, pero se trata de una vanidad tonta, por la sencilla razón de que todo ser humano es especial. O usted conoce a alguien igual a usted? Conoce a alguien que haya vivido sus experiencias, o que pueda ver el mundo desde su mismo punto de vista? La aceptación de los demás es una necesidad psicosocial básica de toda persona. Todos requerimos que se nos preste atención, que la gente que nos conoce valore lo que somos, e incluso que se tomen la molestias de reconocérnoslo.

Para sostener una relación de amor o de amistad, periódicamente ha de recibirse el reconocimiento del otro. Como estás de linda , gracias , te quedó muy bien hecho ... Unas palabras de aliento, una sonrisa, un gesto de aceptación, una palmada en la espalda son indispensables para mantener una relación equilibrada con los demás.

Pero todo extremo es vicioso. Cuando la gente comienza a considerar la aceptación social como la razón de ser de su vida, no hace otra cosa que depositar su felicidad en manos ajenas.

En tales condiciones todo lo que tiene que hacer alguien para hacernos infelices es decir: No, a mí no me convence . Esa es la razón por la que cada vez vemos a personajes famosos venidos a menos, haciendo cualquier cosa con tal de seguir figurando. Piensa que si no tiene la atención y aprobación ajenas no son nadie.

Es paradójico que haya tanta gente soñando con ser famosa, cuando lo que vemos a diario es que las personas sobresalientes tienen más dificultades que las demás para ser felices. Son muy pocos los que tienen la fortaleza y madurez suficientes para manejar equilibradamente una situación tan complicada como la fama.

Si se piensa en la fama también hay que pensar en el olvido de los demás.

El mundo no está dispuesto a detenerse mucho tiempo para maravillarse ante lo increíble que alguien pueda ser. En el mejor de los casos, la gente le presta atención a una persona y pasado mucho tiempo ya no quiere saber nada de ella.

Es más, muchos de los que han adulado a los famosos después se complacen en despreciarlos; es la manera de cobrarle la atención anterior y de desahogar la envidia y la frustración por haber llegando a donde ellos no pudieron. Por eso dice el refrán que entre más alto se sube, desde más arriba se cae y más fuerte es el golpe.

Aunque la aceptación social es necesaria no conviene sobrevalorarla.

Para el adolescente, la aceptación de los demás es la vida, pero la maduración del adulto trae consigo la prioridad de otra necesidad: la auto-estima, es decir, el querernos a nosotros mismos y valorarnos mediante el logro de metas auto-impuestas, que si le gustan a la gente: bien, y si no: también.





lunes, 20 de abril de 2020

Cuando Atrapa La Inercia


“Todo cuerpo en reposo tiende a seguir en reposo y todo cuerpo en movimiento tiende a seguir en movimiento a menos que una fuerza externa actúe sobre él.”

Esto significa que tanto para poner un cuerpo en movimiento como para pararlo es necesario aplicarle una fuerza. Es decir, si un coche está en marcha y dejas de apretar el acelerador, el coche seguirá moviéndose debido a la inercia hasta que una fuerza externa (el freno o el roce generado por el movimiento) le haga detenerse. Igualmente, si intentas empujar un coche que está parado y en punto muerto, necesitas hacer un gran esfuerzo inicial para vencer la inercia y que el coche se empiece a mover. Una vez echa andar, es mucho más sencillo mantenerlo en marcha.

Y qué tiene que ver todo esto conmigo, te preguntarás. Pues mucho más de lo que crees. Porque aunque a Newton se le olvidó indicarlo explícitamente, la inercia también te afecta a ti.

Igual que ocurre con los coches, a los humanos lo que más esfuerzo nos cuesta es arrancar (y detenernos una vez estamos en marcha).

Utiliza este principio a tu favor y te ahorrarás muchos esfuerzos innecesarios, ya que hacer las cosas por inercia facilita el no tener que aplicar la misma voluntad y trabajo a cada uno de tus proyectos.

Aplicaciones prácticas de la inercia
Como soy una persona pragmática a la que le gusta ver resultados reales, no podía terminar este artículo sin antes compartir contigo algunas aplicaciones prácticas de todo lo que te acabo de contar. Son lecciones basadas en mi experiencia personal (la mayoría errores que cometí en su momento), pero estoy convencido de que las encontrarás útiles. ¡Ahí van!

1. Antes de empezar un nuevo proyecto, termina el anterior
¡En serio! No lo dejes al 95%, especialmente si sabes que tarde o temprano tendrás que acabarlo. Lo único que conseguirás es posponer lo inevitable y cuando por fin tengas que sentarte a hacerlo te costará 10 veces más de lo que te hubiese costado en su momento porque tendrás que empezar por re-aprender lo que ya sabías.

Este tipo de situaciones se dan mucho en la universidad. Mucha gente deja a medias los estudios porque les sale un trabajo o para hacer otra cosa y ya nunca los acaban pese a que sólo les queda una o dos asignaturas. Y es que cuando por fin deciden ponerse con ello, se dan cuenta de que no era tan fácil como pensaban. Su mente está centrada en otros asuntos y recuperar el ritmo de estudio requiere de un esfuerzo BRUTAL.

2. Si te das cuenta de que vas por el camino equivocado, corrige el rumbo cuanto antes
Seguro que conoces a algún compañero de universidad que empezó la carrera contigo y un año más tarde se dio cuenta de que no era lo suyo o no era lo que esperaba. En vez de reconocer que se había equivocado y rectificar lo antes posible se empeñó en acabarla a cualquier precio porque “ya había invertido un año”. Cada año que pasaba su inversión de tiempo y esfuerzo era más grande, y le resultaba más difícil dar marcha atrás. Hasta que un día se graduó y entonces se dio cuenta de que por fin había llegado a la playa, pero él donde quería ir era a la sierra.

Hacer algo por inercia, cuando no es realmente lo que quieres hacer, no te ahorrará esfuerzos. Tan solo te provocará problemas y acabar hundido por haber desperdiciado horas, días, semanas, meses o años de tu vida en algo que no te servirá para nada a largo plazo.

Esta situación también es muy común en el mundo de los negocios, donde no es fácil reconocer que te has equivocado. En vez de eso, muchos prefieren invertir más tiempo, dinero y esfuerzo en un proyecto que no tiene ningún futuro. Grave error.

Si te has equivocado, te has equivocado, y punto. Acéptalo y no hagas el agujero más grande de lo que ya es. En vez de eso, cambia de rumbo cuanto antes porque debido a la inercia cuanto más tardes en hacerlo más difícil te resultará frenar (y más metros tendrás que recorrer en la dirección opuesta).


Nuestra Actitud


La actitud es la base de todo en la vida. Como bien dicen, lo importante no es lo que te sucede, sino cómo reaccionas ante ello. 

Así, está comprobado que con una actitud adecuada, con pensamientos de poder y palabras que te empoderan, miles de personas hasta enfermedades supuestamente terminales a los ojos de los galenos, han ganado la batalla. Incluso un divorcio, la muerte de un ser querido, una pérdida económica, de un trabajo, alguna situación emocional, con optimismo, se convierte en un proceso mucho más llevadero.

Debes tener actitud, para no formar parte de la gran mayoría. Algunos ejemplos:
el pesimista ve un problema en cada necesidad, el optimista, ve una oportunidad; el optimista dice en la mañanas: “¡Buenos días, Dios!”. En cambio, el pesimista dice, “¡ay, Dios mío, otro día!”. el optimista encuentra una respuesta para cada problema, el pesimista ve un problema en cada respuesta; un optimista puede ver la luz donde no la hay, pero ¿por qué el pesimista siempre corre a apagarla?. El optimista es el realista que siempre tiene una salida; el pesimista ama el atardecer, el optimista el amanecer (ambos son hermosos, pero uno implica la entrada de la oscuridad y el otro su marcha). 

El optimista tiene siempre un proyecto; el pesimista, una excusa. El optimista cree en los demás y el pesimista sólo cree en sí mismo... O como bien dijo Napoléon Hill, “el optimista se equivoca con tanta frecuencia como el pesimista, pero es incomparablemente más feliz”.

El término optimismo surge del latín “optimum”: “lo mejor”. Este término fue utilizado por el filósofo alemán Gottfried Wilhelm Leibniz en su Ensayos de Teodicea sobre la bondad de Dios, la libertad del hombre y el origen del mal; según el cual, el mundo en el que vivimos es el mejor de los mundos posibles.

El psicólogo Daniel Goleman en su libro “Inteligencia Emocional, explica que el optimismo y la esperanza impiden caer en la apatía, la desesperación o la depresión frente a las adversidades. 

Los pesimistas consideran que los contratiempos constituyen algo irremediable y reaccionan ante la adversidad asumiendo que no hay nada que ellos puedan hacer para que las cosas salgan mejor y, por tanto, no hacen nada para cambiar el problema. Los pesimistas y pusilánimes deberían tener en cuenta que esa actitud no es algo con lo que se nace y por lo que no se puede hacer nada, sino que es una actitud que podemos cambiar a cualquier edad. Uno mismo es responsable de sus propias actitudes y, aunque puede no ser fácil, pueden cambiarse y uno debe estar siempre dispuesto a mejorarse a sí mismo.

Goleman lo resume: “es la combinación entre talento razonable y la capacidad de perseverar ante el fracaso lo que conduce al éxito”. Esta última actitud es básica en lo que llama “inteligencia emocional” que, resumiendo, la define como la “capacidad de motivarnos a nosotros mismos, de perseverar en el empeño a pesar de las posibles frustraciones, de controlar los impulsos, de diferir las gratificaciones, de regular nuestros propios estados de ánimo, de evitar que la angustia interfiera con nuestras facultades racionales y, por último —pero no, por ello menos importante—, la capacidad de tener empatía y confiar en los demás.

La actitud de saber “diferir las gratificaciones” ha demostrado ser también muy importante, pues invoca la capacidad de saber que para conseguir ciertos éxitos hay que saber esperar y trabajar por ellos. 

Es un error buscar sólo las gratificaciones inmediatas o a corto plazo. En varios experimentos efectuados sobre niños se ha demostrado que aquellos con mayor capacidad para diferir las gratificaciones conseguían mayores éxitos en sus vidas adultas, mientras que el otro grupo era más propenso a tener una vida desordenada con delincuencia, drogas e insatisfacción, por ejemplo.

Tampoco se trata de caer en el extremo que todo va a ser color de rosa, la idea es encontrar un equilibrio en la vida y en vez de perder la paz, la paciencia, que la actitud sea encontrar qué es lo bueno que la vida nos está permitiendo vivir y qué lección de aprendizaje desea que aprendamos de lo que nos sucede y sobretodo, en medio de ello, tener la capacidad de no caer en la angustia, desesperación, tristeza, depresión o negatividad ya que si elegimos eso, los únicos que estaremos atribulados y haciéndonos daño a nosotros mismos somos nosotros.

Y no confundamos, una cosa es ser optimista y otra hacerse el mojigato. Hay situaciones en la vida que hay que afrontar y confrontar, solamente que debe ser desde la paz, con conciencia y optimismo.


Cultivar La Paciencia

los impulsos primarios y sustituirlos por un proceso de análisis pausado. Esta paz interior requerirá de un gran cultivo interior de una mente comprensiva, empática y paciente. Una mente que, a pesar de lo que ocurra ahí fuera, sepa permanecer tranquila.

Mientras la paciencia nos lleva a ser asertivos (decir lo que queríamos decir, hacer lo queríamos hacer y pensar lo que queríamos pensar), la impulsividad nos conduce al equívoco. Terminamos agravando problemas que no eran graves, creando distancias donde debería haber cercanía y diciendo lo que nos ordena nuestro impulso de causar daño, en lugar de lo que puede hacerle bien a todos.

Por eso la paciencia está entre las grandes virtudes universales, que incluso los guerreros más osados han cultivado a lo largo de la historia.

Dentro de cada uno de nosotros sigue habitando un mamífero, más o menos depredador. Cuando no se cultiva el carácter, tendemos a ser impulsivos. Reaccionamos con rapidez para atacar o defendernos, sin que tengamos claro lo que pretendemos lograr, ni la estrategia que vamos a emplear para ello. A veces, ni siquiera podemos definir con exactitud cuál es la amenaza que nos produce semejantes reacciones.

La paciencia es el extremo opuesto a la impulsividad. No se trata de un estado de pasividad, sino de una respuesta basada en la sabiduría y no en lo que nos gritan las vísceras.

La clase de paz que lleva a la paciencia es, sobre todo, una paz interior. Supone un grado de equilibrio suficiente como para refrenar los impulsos primarios y sustituirlos por un proceso de análisis pausado. Esta paz interior requerirá de un gran cultivo interior de una mente comprensiva, empática y paciente. Una mente que, a pesar de lo que ocurra ahí fuera, sepa permanecer tranquila.

Mientras la paciencia nos lleva a ser asertivos (decir lo que queríamos decir, hacer lo queríamos hacer y pensar lo que queríamos pensar), la impulsividad nos conduce al equívoco. Terminamos agravando problemas que no eran graves, creando distancias donde debería haber cercanía y diciendo lo que nos ordena nuestro impulso de causar daño, en lugar de lo que puede hacerle bien a todos.

Por eso la paciencia está entre las grandes virtudes universales, que incluso los guerreros más osados han cultivado a lo largo de la historia.

Nadie nace esgrimiendo la virtud de la paciencia. Todo lo contrario. El bebé quiere lo que necesita y lo quiere ya. No tiene sentido de la espera, ni las herramientas intelectuales o emocionales que le permitan posponer un deseo. Crecer, entonces, está íntimamente relacionado con aprender el significado de la paciencia.

Para lograrlo, en principio, se trata de renunciar a reaccionar de manera inmediata. A veces unos cuantos segundos marcan la diferencia entre actuar de manera errática o comportarnos de forma inteligente. Como afirma el sabio Shantideva: «así, cuando vea hacer algo incorrecto ya sea a un amigo o enemigo, recordaré que ocurre debido a las circunstancias y permaneceré sereno». Shantideva, nos introduce de este modo, a que comprender las circunstancias de una situación, nos llevará a fomentar nuestra paciencia.

Se trata de un entrenamiento. Cuanto más practiques, más paciente serás. Cuanto más adoptes el hábito de tomarte un momento antes de responder o actuar, más fácilmente vas a introducir esa orden en tu cerebro, obligándolo a razonar.

La respiración ayuda a que te calmes. Respirar profundo siempre es un recurso fácil, que tenemos a mano todo el tiempo. Pero también ayuda que, al tiempo que cultivas la paciencia, siembres en tu mente y en tu corazón la idea de que eres dueño de ti mismo. Que todo lo que haces o dejas de hacer es responsabilidad exclusivamente tuya. Que todo lo que ocurra dependerá de la forma como actúes.
sereno». Shantideva, nos introduce de este modo, a que comprender las circunstancias de una situación, nos llevará a fomentar nuestra paciencia.

Se trata de un entrenamiento. Cuanto más practiques, más paciente serás. Cuanto más adoptes el hábito de tomarte un momento antes de responder o actuar, más fácilmente vas a introducir esa orden en tu cerebro, obligándolo a razonar.

Con esa convicción y una pizca de esperanza, lo puedes lograr. Piensa que todo en la vida tiene un principio y un final. Así como los momentos de felicidad nacen y mueren, también las adversidades, o los momentos ingratos, no son eternos. La paciencia te ayuda a que cualquier problema sea más manejable, dure menos y tenga consecuencias más controlables.

Así pues, si comenzamos a cambiar el foco sobre el control de las emociones, comenzaremos a ser dueños de nuestra paciencia. En lugar de darles a los demás el poder para que nos saquen de quicio, seremos nosotros quienes decidamos estar calmados o alterados. De esta forma, cuando seamos conscientes de que tenemos el poder de permanecer tranquilos a pesar de lo que ocurra ahí fuera, habremos dado un paso muy importante. Un paso que nos llevará a gozar de una vida mucho más tranquila y llena de paz.


Las Cosas Sencillas


Las cosas sencillas de la vida son como esas estrellas que relucen en las noches despejadas. Siempre están ahí, rodeándonos, ofreciéndonos su magia sutil; sin embargo, no todos los días nos detenemos a mirarlas ni recordamos que existen.

Sólo cuando nos faltan, sólo cuando la vida nos da un pequeño o gran revés, apreciamos de golpe lo que de verdad edifica nuestro corazón, lo que constituye cada una de esas cuerdas internas que dan música y sentido a nuestra existencia.
Las cosas sencillas, amables y discretas forman día a día la orilla de nuestra vida, ahí donde yacer en los días de tormenta y donde todas nuestras alegrías cobran sentido.

Hay quien suele decir que cuanto más sencilla sea nuestra forma de existencia menos preocupaciones tendremos y menos errores cometeremos. Ahora bien, cada cual es libre de complicarse la vida tanto como desee, todos tenemos derecho a asumir riesgos, proyectar sueños y a tener un círculo social tan amplio y variado como queramos.

Lo principal, la clave de todo no está en llevar una vida sencilla sino en ser sencillos de pensamiento y saber qué es lo importante, qué es lo que de verdad hace feliz a nuestro corazón y nos identifica. A partir de ahí, todos nosotros muy somos libres de edificar nuestros microuniversos particulares. Te invitamos a reflexionar sobre ello.

Hay un dato que nos llama la atención, Google publicó hace sólo unos días cuáles son las búsquedas más comunes entre los usuarios. Entre ellas, la que casi siempre es tendencia es una en concreto: “¿cómo ser feliz?”

Ser feliz es cerrar los ojos y no desear nada más, y para ello, basta con que dejemos de medir la felicidad por el dinero que tenemos o dejamos de tener: sino por aquellas cosas sencillas que no cambiaríamos ni por todo el dinero del mundo.

Llevar una vida plena y consciente es saber entender en qué momento de tu vida estás, y en sentir tu presente, el aquí y ahora.

Hemos de ser conscientes de lo que nos dice nuestro corazón y de las necesidades que tienes a tu alrededor. Puede, por ejemplo, que trabajar más horas te dé la oportunidad de tener más cosas, pero tú eres consciente de que a pesar de todo, prefieres invertir ese tiempo en tu familia.

Vivir una vida plena es comprender también que cada esfuerzo vale la pena, porque cada cosa que haces te hace feliz y ofrece felicidad a los tuyos.

Si no hay reciprocidad no hay plenitud. Mira tu vida como si fuera un círculo: si no hay equilibrio contigo mismo y lo que te rodea, será difícil disfrutar de esa felicidad.

No todas las personas saben disfrutar de las cosas sencillas que les ofrece la vida. Tal vez porque son incapaces de verlas, otras porque no las aprecian y se inclinan más por el apego material, por la satisfacción inmediata, esa que no perdura…


Respira, ama, sé feliz, disfruta de las cosas sencillas de la vida… Esto es lo único urgente, lo demás, aunque no lo creas es secundario.


Los Ojos En La Nuca



En tiempos de las redes sociales la conversación es un arte en decadencia. Se trata de una pérdida significativa.

Para Borges, la cultura se originó gracias a «unos cuantos griegos conversadores». 

Quien dialoga se sirve de la inteligencia en forma libre y gratuita; aplaza las certezas, las opiniones definitivas, la voluntad de tener razón, y descubre con asombro ideas propias.

A contrapelo de la celeridad contemporánea, Stavans y Villoro se han servido de internet para dialogar dilatadamente, como lo hubieran hecho en un café, explorando su pasión común por la literatura y las circunstancias en que ocurre.

El ojo en la nuca es una conversación en tono suelto, atrevido, que incluye las hipótesis, las confesiones, los desahogos, las bromas, las anécdotas y las interpretaciones que no siempre llegan a la versión definitiva de los textos pero los sustentan en secreto.

En este singular y fascinante intercambio de perspectivas, el ojo sólo podía estar en la nuca.

domingo, 19 de abril de 2020

El Recurso De La Empatía

Según Daniel Goleman, la empatía es un componente fundamental de la inteligencia emocional. ... Ser empático implica ser capaz de identificarse con alguien y con sus sentimientos, algo que puede ayudarnos a tratar mejor a las personas a nuestro alrededor y gestionar los conflictos interpersonales que surjan.

La empatía (del vocablo griego antiguo εμπαθεια, formado εν, "en el interior de", y πάθoς, "sufrimiento" , lo que se sufre"), llamada también inteligencia interpersonal en la teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner, es la capacidad cognitiva de percibir en un contexto común lo que otro individuo puede sentir.También podemos conceptualizar la empatía como un proceso mediante el que un ser inteligente y emocional (por ejemplo, el homo sapiens y algunos animales) tiene la capacidad de ponerse en el lugar del otro, comprendiendo sus actos, sentimientos y emociones. La empatía no es otra cosa que "la habilidad para estar conscientes de, reconocer, comprender y apreciar los sentimientos de los demás". En otras palabras, el ser empáticos es el ser capaces de "leer" emocionalmente a las personas. La empatía es una cualidad clave para las relaciones interpersonales exitosas; probablemente sea una de las competencias emocionales básicas más relevantes. Es sin duda una habilidad que, empleada con acierto, facilita el desenvolvimiento y progreso de todo tipo de relación entre dos o más personas. La empatía viene a ser algo así como nuestra conciencia social, pues a través de ella se pueden apreciar los sentimientos y necesidades de los demás, dando pie a la calidez emocional, el compromiso, el afecto y la sensibilidad.

Debemos saber que nuestras relaciones se basan no sólo en contenidos manifiestos verbalmente, sino que existen muchísimos otros mecanismos llenos de significados que siempre están ahí y de los que no siempre sabemos sacar partido. La postura, el tono o intensidad de voz, la mirada, un gesto e incluso el silencio mismo, todos son portadores de gran información que siempre está a nuestra disposición, para ser descodificada y darle la interpretación apropiada. De hecho, no podemos leer las mentes, pero sí existen muchas sutiles señales, a veces "invisibles" en apariencia, las cuales debemos aprender a "leer".

Las empresas e instituciones son cada vez más conscientes de la importancia de la citada competencia en las relaciones con sus clientes, especialmente en situaciones en las que el contacto directo es necesario (ejemplo, vendedores, atención al cliente, oficinas abiertas al público, directivos en las relaciones con sus colaboradores, políticos en la relación con sus votantes, profesores en la relación con sus almnos, etc).

Detrás De Las Preguntas


Quizás llevas tiempo dándole vueltas a una pregunta a la que todavía no has encontrado ninguna respuesta. La has buscado leyendo libros, escuchando a gurús, asistiendo a cursos, haciendo terapias…

Es posible que la respuesta esté más cerca de lo que piensas, porque está en tu interior. Pero para encontrarla hay que desempolvar algún viejo archivador en tu subconsciente.

Te propongo que no esperes más. Puedes acceder a la respuesta que buscas si formulas una pregunta diferente.

Por ejemplo, imagina que, desde hace tiempo, no logras responder a la pregunta “¿qué sentido tiene mi vida?”. Para encontrar una respuesta podrías variar la pregunta y, por ejemplo, preguntar: ¿por qué no le encuentro sentido a mi vida? o ¿el sentido de la vida se busca? o ¿para qué quiero encontrar un sentido a mi vida? o ¿cómo podría encontrarle un sentido a mi vida? o ¿cómo sería mi vida si ya tuviera sentido? o ¿qué necesitaría para encontrarle un sentido a mi vida?  … u otras que se te ocurran.

O, si bien, por ejemplo, lo que te ocurre es que estás sumid@ en una depresión por algo que te ha sucedido.

Si tu pregunta sin respuesta es: “¿por qué me ha sucedido esto a mí?”, te propongo buscar preguntar alternativas como: ¿para qué me ha sucedido esto? o ¿cómo podría ver desde otra perspectiva lo que me ha sucedido? o ¿tiene alguna utilidad lo que me ha sucedido? o ¿cuándo podré superarlo? o ¿cuánto esfuerzo deberé emplear para salir de esta situación? o ¿qué herramientas necesito para salir de esa situación?… u otras que se te ocurran.

No te conformes con la primera respuesta que obtengas. Sigue el hilo a partir de ella, sigue preguntando. Llegarás al fondo de la cuestión.


La Riqueza Del Lenguaje

Mejorar el vocabulario y fluidez verbal puede realizarse a cualquier edad y sin importar el nivel educativo. Incluso los estudiantes universitarios pueden beneficiarse de tener un vocabulario más rico y variado que ayuda a mejorar la comunicación tanto oral como escrita a la vez que proporciona una comprensión más profunda del idioma. Es frecuente que la gente vea el aprendizaje de vocabulario como una prueba dura y aburrida pero también puede convertirse en un proceso ameno y divertido dependiendo de las herramientas que se utilicen. 

Leer, escribir, jugar a juegos de palabras y consultar el diccionario son las mejores formas de aprender nuevas palabras.
Lee y escribe más 
Esta es probablemente la mejor forma de mejorar y ampliar el vocabulario. Leer está directamente relacionado con una amplia variedad de palabras, especialmente si lees libros sobre temas con los que no estás familiarizado o de géneros literarios poco comunes. 

Aunque se suele recomendar leer libros que no sean de ficción, la verdad es que las novelas de ciencia ficción también pueden enseñarte nuevas palabras aunque hay que estar atento a su uso y significado correcto; mientras lees toma nota de las palabras que no conoces aunque deduzcas su significado al leer. Cuándo termines la lectura consulta su significado y escríbelo. 

Una práctica tan simple como leer el periódico cada día es un buen comienzo para ir adquiriendo el hábito de leer más. Y si leer es importante para adquirir nuevo vocabulario, escribir es primordial para interiorizar este aprendizaje. Al escribir te ves en la necesidad de explicar las ideas de una forma muy diferente a como las explicas de forma oral siendo frecuente el uso de palabras y  construcciones de frases que no utilizarías normalmente. 

Realiza juegos de palabras 
Si leer no te gusta, puedes intentar pasar un rato divertido jugando a juegos de palabras para aprender nuevo vocabulario. Algunos como el popular Scrabble® o Boggle® entrenan tu cerebro en combinar letras y encontrar palabras desconocidas o conocidas pero poco utilizadas. La mayoría de estos juegos son interactivos y se juegan en compañía por lo que pueden ser una forma de mejorar tu vocabulario a la vez que pasas un rato agradable con tu familia y amigos. 

Incluso puedes jugar desde tu tablet o smartphone, por ejemplo a través de Scrabble para Android, y mantener una partida a distancia. 
Sopas de letras y autodefinidos 

Las sopas de letras y autodefinidos son pasatiempos que juegan con el idioma y, a diferencia de otros juegos de palabras, puedes realizarlos sólo. 

Puedes encontrar revistas dedicadas a este tipo de pasatiempos o hacer los que vienen en la mayoría de periódicos. También puedes hacerlo en grupo si prefieres el estímulo de la competición. 

Utiliza el diccionario 
Utilizar el diccionario es una forma muy simple de mejorar el vocabulario. Crea tarjetas con palabras que no conoces o que no utilizas mucho. Mientras vas en el bus, esperas tu turno en la cola del super o en cualquier otro momento de espera práctica alguna de las palabras de estas tarjetas. 

Intenta utilizarlas en tu día a día de forma que te vayas acostumbrado a ellas. Si oyes a alguien decir alguna palabra poco común pregunta sobre su significado y luego búscala en el diccionario. En español puedes consultar el diccionario online de la Real Academia Española o el diccionario panhispánico de dudas. 

Recursos online 
Existen numerosos sitios web dedicados a la mejora del vocabulario y al aprendizaje de idiomas. Desde webs completamente dedicadas a juegos de palabras y otras actividades lúdicas relacionadas con el lenguaje. 

Puedes, por ejemplo, suscribirte para recibir una palabra cada día en tu correo electrónico. También puedes encontrar comunidades de usuarios con este mismo interés. Si estás intentando mejorar el vocabulario de tu idioma materno podrás encontrar gente con la que aprender juntos y si estás aprendiendo un nuevo idioma podrás encontrar comunidades en las que escribir, hablar e intercambiar experiencias con otros aprendices. 


Dato: 
El uso frecuente de muletillas, tales como: “tipo…”, “este…”, “am…”, “pa…”,“eeh…” hará que inclusive las personas con vocabularios más ricos y amplios parezcan incultas. Evita las palabras y contracciones innecesarias


sábado, 18 de abril de 2020

La Acción Inteligente

 
El problema verdadero no es el uso de demasiada inteligencia sino la falta de uso de la emoción. La emoción se desatiende totalmente en nuestra civilización, así que se pierde el equilibrio y se desarrolla una personalidad torcida. Si la emoción también es utilizada, entonces no hay desequilibrio.

Un equilibrio de la emoción y del intelecto se debe mantener en la proporción adecuada; de lo contrario la personalidad entera se enferma. Es igual que si únicamente se usa una pierna. Tú puedes seguir usándola, pero no llegas a ninguna parte; simplemente te agotas. La otra pierna debe ser utilizada. 

La emoción y el intelecto son como dos alas: cuando utilizamos solamente un ala el resultado será frustración. Entonces la dicha que llega al usar ambas alas simultáneamente, en equilibrio y armonía, nunca es alcanzada.

No tengas miedo de usar demasiado el intelecto. Solamente cuando se utiliza la inteligencia tú tocas las profundidades; sólo ahí tu potencial está estimulado. El trabajo intelectual no implica la utilización de tu inteligencia. 

El trabajo intelectual es meramente superficial; no se toca ninguna profundidad, nada es desafiado. Eso da lugar al aburrimiento; genera trabajo que no causa placer. El placer viene siempre cuando se desafía la individualidad y tú tienes que probarte a ti mismo y responder al desafío. Cuando son desafiadas, la inteligencia o la emoción crean ambas su propia dicha.

Una persona es esquizofrénica si solamente una porción de su personalidad está trabajando y la otra está muerta. Entonces hasta la parte que está en funcionamiento no trabajará realmente bien porque estará con exceso de trabajo.

La personalidad es una totalidad; no tiene ninguna división en absoluto. 

Realmente, la personalidad entera es una energía que fluye. Cuando la energía se utiliza de manera lógica se convierte en inteligencia, y cuando no se utiliza lógicamente sino emocionalmente se convierte en  corazón. Éstas son dos cosas separadas; es la misma energía que atraviesa dos canales diferentes.

Cuando no hay corazón sino sólo intelecto, nunca te puedes relajar. La relajación quiere decir que ahora la misma energía dentro de ti está trabajando en un canal diferente. 

La relajación no quiere decir que no hay trabajo en absoluto, significa trabajo en otra dimensión. Entonces la dimensión que está sobrecargada se relaja.

Una persona que sigue una búsqueda intelectual continuamente, nunca se relaja. No desvía su energía a otra dimensión, así que su mente sigue trabajando en una sola dirección innecesariamente. Eso crea aburrimiento. Más y más pensamientos vienen y van; se difunde la energía, se pierde. 

Tú no puedes disfrutarla; por el contrario, estarás decepcionado y disgustado con esta carga innecesaria. Pero la mente, o el intelecto, no es el culpable. Como una dimensión alternativa no se ha proporcionado, como no hay otra puerta abierta a ella, la energía continúa dando vueltas en tu interior.

La energía nunca puede estar estancada. Energía significa lo que no está estancado, lo que siempre está fluyendo. Relajación no significa la energía que está estancada o dormida; científicamente, la relajación quiere decir que ahora la energía está fluyendo a través de otro canal, de otra dimensión, — que ha entrado en otro espacio.

Pero aunque el espacio puede ser diferente, si no es completamente lo opuesto al espacio en el que te encontrabas antes, la mente no se relajará. Por ejemplo, si tú trabajas en un problema científico, entonces te puedes relajar leyendo una novela. 

El trabajo es diferente: ocuparse de un problema científico es ser activo — una modalidad muy masculina — mientras que leer una novela es ser pasivo, que es una modalidad absolutamente femenina. Aunque estás utilizando la misma mente estarás relajado, porque es el polo opuesto de la mente el que está siendo utilizado. Tú no estás solucionando nada, no estás activo; eres sólo un receptor, recibiendo algo. La dimensión es la misma excepto que la emoción, el polo opuesto, está siendo utilizada.

De la misma forma, cuando amamos, el intelecto no entra en juego en absoluto. Sucede justo lo contrario: la parte irracional de tu personalidad entra en acción. La inteligencia debe ser balanceada por el amor y el amor debe ser balanceado por la inteligencia. Ordinariamente, este equilibrio no se encuentra en ninguna parte.

Si alguien está enamorado y comienza a descuidar todas las búsquedas intelectuales, esto también creará aburrimiento. Incluso el amor se convierte en una tensión si es un asunto de veinticuatro horas al día. Una vez que el desafío se pierde, el placer también se perderá: el juego se perderá y se convertirá tan sólo en trabajo. La misma cosa sucede con un intelectual que descuida el lado emocional de su ser.


Estas dos piezas, estos dos polos, deben estar en equilibrio, sólo entonces nace un ser humano integrado e individual”.


Hacer Todo Lo Posible


Todos huimos del fracaso. Al fin y al cabo, fallar no es algo positivo; implica no haber logrado lo que se quería, y es, en cualquier caso, tal como lo define la Real Academia Española, un “suceso lastimoso, inopinado y funesto”. Negativo, en cualquier caso, pero inevitable. Tal como dijo Truman Capote, “el fracaso es el condimento que da sabor al éxito”. No hay un gran logro que no vaya acompañado de decenas de fracasos.

Saber aprovechar nuestros fallos es la clave para el triunfo Desafortunadamente, mucha gente no sabe cómo superar sus errores. En vez de aprovecharlos para insistir en su objetivo su influjo les empuja a abandonar la empresa acometida, y esto es lo peor que se puede hacer ante un fallo. La habilidad para aprovechar las oportunidades que nos brindan los fracasos es la gran diferencia que distingue a la gente exitosa de la mediocre. Hay algo que hay que tener muy claro, y es que sólo a través del fracaso se puede lograr el éxito. Aprovecharse de él es la clave para el triunfo. Estos son unos consejos, alumbrados por grandes mentes de los negocios, la ciencia y la cultura, para aprovechar todo lo que el fracaso puede ofrecernos.

No te arrepientas, has gastado tu tiempo sabiamente

Cuando fallamos podemos tener la tentación de pensar que hemos malgastado nuestro tiempo en algo que no hemos logrado, y nos arrepentimos de haber empezado siquiera a intentarlo. Esto es un error. La realidad es que hacer algo, aunque sea errado, es siempre mejor que no hacer nada. La inacción es el peor de los fracasos, y muchas veces la gente que nos critica es la misma que prefiere no intentar absolutamente nada. No les hagas caso. Lo que es lamentable es no hacer nada, no intentarlo y fallar. 

Tal como explicó acertadamente el filósofo y teólogo Paul Tillich, “aquel que escala y cae puede ser olvidado. Aquel que nunca escala y nunca cae es un fracaso en todo su ser”.

El fracaso existe para ofrecer sabiduría
Los errores tienen el significado que queramos darle. Si lo consideramos como un aprendizaje nuestros fallos tendrán un sentido distinto, nos servirán para darnos la sabiduría que necesitamos para alcanzar el éxito. Y cada pequeño fracaso será un paso hacia el triunfo. Si cambias el punto de vista verás el fracaso de forma diferente: será una oportunidad para aprender. Henry Ford decía que el fracaso “es sólo una oportunidad para empezar de nuevo de forma más inteligente”.

Aprende todo lo que puedas de cada fracaso
“No he fallado la prueba, sólo he encontrado cien maneras para no hacerla mal”. Así explicaba Benjamin Franklin como los errores pueden verse como un éxito. Y es que, tanto en la ciencia como en la vida, un fallo nos enseña lo que no debemos hacer para lograr el éxito. Nuestra habilidad para identificar por qué hemos fallado es esencial en este sentido. Debemos reflexionar para encontrar la manera en la que no repitamos los mismos errores. Algo que es esencial para no caer en el mismo error una y otra vez.

No te rindas; quizá estás a sólo un paso del éxito
Nadie podría explicar esto mejor que Thomas A. Edison: “Muchos de los fracasos vitales son de gente que no se dio cuenta de lo cerca que estaba del éxito cuando decidió rendirse”. Tirar la toalla es muy tentador, especialmente cuando los fracasos se repiten. Pero es precisamente la concatenación de intentos fallidos lo que puede conducirnos al éxito. Si de verdad crees en lo que estás haciendo, sigue intentándolo. En algún momento lograrás tu objetivo. En caso contrario, al menos tendrás la satisfacción de que lo intentaste hasta el final.

Mantén tu entusiasmo
No basta con seguir intentándolo, además hay que hacerlo con el mismo nivel de entusiasmo con que se comenzó la empresa. De otra manera, los intentos serán cada vez menos poderosos. La clave reside en lograr que la emoción no decaiga. Una buena manera para lograrlo es poner sobre el papel los avances logrados, para tener claro que estás un paso más cerca del éxito. 

El fracaso puede ser una gran motivación. El dramaturgo Tennessee Williams contaba que siempre encontró impulso en las críticas negativas: “El fallo aparente de una obra me llevaba directo a la máquina de escribir, incluso antes de que salieran las críticas. Me sentía más obligado a trabajar que las veces en las que el estreno era un éxito”