martes, 12 de abril de 2016

Resiliencia

Hay momentos en que nos parece que “todo anda mal” que nada ni nadie nos puede comprender y, por ende, tampoco pueden extendernos una mano solidaria ante la incómoda sensación de soledad y desamparo que ocasionalmente nos embarga.

Cuando nos encontramos en tal situación perdemos la noción del horizonte y los nubarrones nos ocultan la luminosidad de la esperanza, de tal forma, en que todo parece adquirir una tonalidad grisácea, propias de “esos días” en los cuales la depresión y el desánimo toman cuenta de nuestro ser.

Se dice que ante lo descrito descendemos “hasta el fondo del pozo” y es allí, cuando ya no esperamos ningún rescate, que surge en nuestro interior una nueva fuerza, venida desde quién sabe dónde, que nos pone nuevamente en carrera otorgándonos un nuevo impulso con el cual superamos todos los desánimos y los falsos pronósticos que nos asolaban.

Cuando despierta en nosotros esa nueva fuerza interior, que en la mayoría de las veces la desconocíamos, se dice que hemos descubierto en nosotros mismos las propiedades que son únicas en el ser humano, un patrimonio exclusivo de la humanidad, cuyo nombre es: Resiliencia..

Resiliencia corresponde a la capacidad humana de hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas y salir de ellas fortalecido e, incluso, transformado.

En este enfoque determinado el término está asociado siempre con tensión, estrés, ansiedad, situaciones traumáticas que nos afectan durante el curso de nuestra vida. Los expertos señalan que es algo consustancial a la naturaleza humana, pero que no necesariamente siempre se activa, o aun cuando esté activada, genere una solución positiva. Esta situación misteriosa está basada también en la evidencia de que los elementos constitutivos de la resiliencia están presentes en todo ser humano y evolucionan a través de las fases del desarrollo o ciclo vital, pasando de ser comportamientos intuitivos durante la infancia, a agudizarse y ser deliberados en la adolescencia, hasta ser introyectados en la conducta propia de la edad adulta.

La resiliencia es más que la aptitud de resistir a la destrucción preservando la integridad en circunstancias difíciles: es también la aptitud de reaccionar positivamente a pesar de las dificultades y la posibilidad de construir basándose en las fuerzas propias del ser humano. No es sólo sobrevivir a pesar de todo, sino que es tener la capacidad de usar la experiencia derivada de las situaciones adversas para proyectar el futuro.

Hugo W. Arostegui


sábado, 9 de abril de 2016

Alfa y Omega


Las distintas alternativas que nos deparan los caminos que transitamos constituyen la esencia de lo que solemos denominar “nuestra vida” lo que equivale a decir: “Yo Soy” “Yo permanezco”  en la medida en que  comparto  “En los mundos que me rodean” el acumulado de instantes vivenciados,  mucho antes de que éstos, los instantes transcurridos, decanten en la sedimentación que  ha de transformarse en tiempo pasado.

… “Caminando comprobé que nos vamos encontrando con el otro, lenta, misteriosa, sensualmente, porque lo que teje esta red revolucionaria es la poesía. Ella nos lleva de la mano y debajo de la luna, hasta los últimos rincones del mundo, donde nos espera el compinche, uno más, el que continúa la línea que será un círculo que abarcará el planeta. Esta es la revolución fundamental, el revolucionarse constantemente para armonizar con la vida, que es cambio permanente, por eso nos vamos encontrando fatalmente para iluminar cada rincón. Que nada te distraiga de ti mismo, debes estar atento porque todavía no gozaste la más grande alegría ni sufriste el más grande dolor. Vacía la copa cada noche para que Dios te la llene de agua nueva en el nuevo día. Vive de instante en instante porque eso es la vida.

Me costó muchos años llegar hasta aquí, ¿cómo no gozar y respetar este momento? Se gana y se pierde, se sube y se baja, se nace y se muere. Y si la historia es tan simple, ¿por qué  te preocupas tanto?
No te sientas aparte y olvidado, todos somos la sal de la Tierra. En la tranquilidad hay salud, como plenitud dentro de uno.

Perdónate, acéptate, reconócete y ámate, recuerda que tienes que vivir contigo mismo por la eternidad, borra el pasado para no repetirlo, para no abandonar como tu padre, para no desanimarte como tu madre, para no tratarte como te trataron ellos, pero no los culpes porque nadie puede enseñar lo que no sabe, perdónalos y te liberarás de esas cadenas.

Si estás atento al presente, el pasado no te distraerá, entonces serás siempre nuevo. Tienes el poder para ser libre en este mismo momento, el poder está siempre en el presente porque toda la vida está en cada instante, pero no digas “no puedo ni en broma” porque el inconsciente no tiene sentido de humor, lo tomará en serio y te lo recordará cada vez que lo intentes…”
La Vida Es El Arte Del Encuentro:   Facundo Cabral

Damos gracias a la vida por acogernos en su seno tal cual lo expresaba Rene Descartes cuando manifestó “pienso luego existo” es decir, existo en la misma medida en que me expreso, en la forma en que soy capaz de sentir la esencialidad de mi ser, decimos que el hombre para alcanzar su plenitud debe pensarse a sí mismo en empatía con sus semejantes, ampliando este concepto  de semejanza  a todo el universo de su entorno, ser capaces de comprender que la existencia es una analogía que nos incluye a todos sin excepciones.

Emito estas señales y las dejo fluir libremente,  en ellas me identifico con todos y cada uno, tal  como si fuesen el contenido de un recipiente que el náufrago arroja al mar en la esperanza de que “alguien” en la multitud las perciba y las comparta.

Hugo W. Arostegui  



La Cultura Del Mimetismo Expresivo


Desde hace un tiempo atrás, el ingreso a las redes sociales, se ha convertido para mí en una verdadera prueba, lejos de disfrutar de su contenido, encuentro que se están produciendo mutaciones de comportamiento que tienden a globalizar nuestras expresiones  ajustándolas a un padrón despersonalizado dónde cada vez se torna más difícil identificar quién es quién, como si nos evadiéramos del “yo soy” para ser meros continentes, desprovistos parcial o totalmente del factor esencial de toda comunicación:  su contenido.

Pareciera que nos estamos “mimetizando” envueltos en la maraña de comunicados cargados de imágenes, fotos, pensamientos, anuncios, denuncias, invitaciones, alegatos, protestas, etc.  (Todas muy válidas por cierto)  que se avalachan sobre los muros de nuestros ordenadores en cantidades abrumadoras, a un punto tal de que nos limitamos a difundirlos entre nuestros “amigos” con un simple agregado monosílabo como pueden ser: me gusta, comparto, etc.

Todo indica que nos resulta mucho más fácil y digerible el consumo de lo que defino como “información pre elaborada” las cuales se pueden encontrar en grandes cantidades, con gran variedades de temas a nuestra elección, este pseudo mensaje, por su gran practicidad, nos permiten cumplir con nuestro aporte diario,” el pan nuestro de cada día “alimento que nos repartimos diligentemente entre nosotros, los que conformamos  la Red.

Pero, me pregunto: ¿y nosotros? Cuál es nuestro aporte, actuando en la forma que describo y créanme que no es mi intención ofender a nadie, tómenlo más bien como una autocrítica, ¿qué diferencia tenemos con un poste, una cartelera, o los arbolitos que adornamos en navidad  a los cuales colgamos de sus ramas, cientos de adornos y tarjetitas los cuales hemos ido a comprar en el supermercado y agregamos a los recibidos de quienes  también han recurrido a algún centro de compras para enviarnos el suyo.

La verdadera comunicación es aquella que se emite “de la piel para dentro” entiendo que en el mundo virtual en el cual nos movemos resulta muy complejo “sentir”  al receptor de nuestro mensaje como alguien tan cercano como para poder abrazarlo en nuestro contacto, pero nada nos impide que logremos la sintonía de nuestras almas cuando nos brindamos el uno al otro.

Es muy loable recibir buenos mensajes sin importar su procedencia, todo sirve cuando la intención es agradar a quién nos dirigimos, ahora, convengamos, nada se puede comparar con el poder compartir lo que somos, como individuos somos únicos e irrepetibles, no estamos sujetos a la clonación, nada nos sustituye, mucho menos el pretender mimetizarnos entre la creatividad de otros creadores ,  nuestra presencia siempre será detectada ya sea por error,  omisión o simplemente por el tan trillado camino del plagio.

Hugo W. Arostegui



Sobre Tu Derecho A La Privacidad


Hay momentos en que la curiosidad desborda al sentido común y es entonces que se producen situaciones en que la ansiedad camina de la mano de la imprudencia para intentar, por cualquier medio, introducirse en senderos protegidos por una clara señal, la que nos indica de que estamos al borde de violentar, con nuestra simple presencia, los derechos esenciales que resguardan nuestra identidad, nos referimos a la necesidad de preservar, tal como si fuese un santuario íntimo e inexpugnable, el lugar de residencia y refugio de nuestra privacidad.

He tenido en los últimos tiempos requerimientos por saber cuáles son los sentimientos que me embargan en determinadas situaciones, por ejemplo, en mi condición de teólogo, suelen hacerme preguntas sobre experiencias personales, que de acceder a contestarlas , estaría provocándole al curioso interlocutor una severa confusión, es como si yo mismo intentase asumir una tarea que es natural e indelegable, cada uno de nosotros es un hijo de un Padre Celestial, que nos ha dado la vida, la identidad, que nos ama y conoce y sobre todo, que nos ha dotado de la capacidad de comunicarnos directamente con El, sin la intervención de intermediarios.

Muchos se abrogan el derecho a la intermediación y esa es una falacia oprobiosa, este derecho es inherente a cada criatura humana y el propio Señor Jesucristo, antes de ser absorbido por el poder de las corporaciones religiosas, las cuales intentan vanamente sustituirlo, de representarlo “ en el nombre de” reunido con sus discípulos les enseñaba este principio “Así que yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá la puerta.  Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre “ Lucas: 11

Hace unas pocas horas, una poetisa a la cual quiero y admiro a pesar de nuestras diferencias, mencionaba lo siguiente:

“Teniendo en mi ser la magia de volar, a voluntad, ¿cómo resignarme con un amor mortal, terreno, material? No me resigno. Por eso sigo volando”


Hugo W. Arostegui

Nobleza Obliga


A medida que nos acercamos a los últimos días del calendario, nos vamos sintiendo propensos a realizar una retrospectiva de días y meses surcando en vuelo  rasante por los distintos episodios que atesoramos en nuestra memoria, que cual si fuesen cuentas de un imaginario rosario, nos van permitiendo repasarles uno a uno  mientras les dejamos deslizar, lentamente, por las yemas de nuestros dedos,  como quien acaricia una ilusión largamente retenida en las retinas.

Todas las personas con las cuales me he contactado a través de las redes sociales a lo largo de este año me han dejado su impronta en el camino recorrido, algunas de ellas mantienen un vínculo fluido que se renueva y vigoriza, otras, muy queridas y sentidas, se han desprendido un tanto furtivamente, no obstante mantener una participación activa en sus publicaciones, pareciera que con la misma intensidad en que afloran sus sentidas y genuinas emociones, éstas, cual si fuesen  la lava de un volcán enfurecido, oscilan bruscamente de un extremo al otro de la báscula que intenta vanamente sopesar la carga emotiva de sus reacciones.

El poeta metafísico, John Donne, allá por el año 1624 nos comentaba:
Nadie es una isla, completa en sí mismo; cada hombre es un pedazo de continente, una parte de la tierra.; si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia. La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca hagas preguntar por quien doblan las campanas: doblan por ti. John Donne, Devotions Upon Emergent Occasions

Agregando:
: La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad [...]por quién doblan las campanas: doblan por ti.

Ernest Emingway, en el año 1940, cuando oficiaba como corresponsal de guerra en España, publicó una novela cuyo título fue precisamente “Por Quién Doblan Las Campanas” en la cual relata la tragedia de la guerra civil española a través de personajes, que, salvando las distancias, bien que podrían identificarse con muchos de nuestros contactos de la vida diaria con sus cúmulos de virtudes y miserias, con sus anhelos y fracasos y sobre todo por su persistencia en continuar transitando por las diversas sendas de la existencia, inhalando y exhalando su aliento de vida.

En el sentido recóndito e intestino, Por quién doblan las campanas, es una insinuación de la multiplicidad del ser que se hace desde el título del libro, si se quiere desde el mismo enunciado. El hombre hace parte de un "ser colectivo" constituido por todos los hombres; inexorablemente cuando algo de la existencia desaparece es una parte que se desmorona del "ser único" que conforma la humanidad (la unión de todos los seres), que emana la existencia como una rúbrica social.”



Desde hace mucho tiempo, tantos, que no alcanzo a distinguir cuando fue que lo aprendí, me enseñaron que el secreto de cultivar el bien consiste en lo que hagamos en el trato diario con nuestro prójimo, entendiendo como nuestro prójimo, a toda persona con la cual nos relacionemos, incluyendo en este concepto, por extensión,  a todos los seres vivientes que conforman nuestro hábitat natural.

Cuando compartimos nuestro tiempo con los demás, y conste que cuando decimos “nuestro tiempo” lo que estamos expresando es un acto de “apropiación indebida”  nos apropiamos de algo de tanto valor, que no existe una unidad de medida que se atreva a evaluarlo, lo cierto es que podrán haber infinidad de posesiones que podamos tildar como “nuestras” pero el tiempo existe fuera de nuestro alcance, es una dádiva divina, un maná de los cielos, un alimento de  eternidad para crear, para convertir los tiempos finitos, el que se nos escurre como arena entre los dedos, en experiencias de vida que permanecerán en nosotros en la nitidez de los recuerdos.

En este tiempo transcurrido he querido ser parte de las cosas agradables que suceden cada día, de hacer brotar de la fuente que fluye desde el fondo de mi alma, el agua pura y cristalina que vivifica la aridez de nuestras acciones, los caminos por los cuales discurren nuestras intenciones no siempre suelen alcanzar los objetivos propuestos , si esta ha sido tu experiencia, querido amigo/a , acepta mis sinceras disculpas , estaré presente, en el transcurrir de las horas, deseándote un nuevo año pleno de satisfacciones.

Hugo W Arostegui



Comunicación: Aporte metafísico

Voy a intentar abordar un tema, que seguramente, es uno de los cuales hemos oído hablar más, desde los albores de nuestra toma de conciencia de que somos parte de un mundo que nos rodea.

 Quién de nosotros no ha sido testigo, de las diversas formas, en que, nosotros los humanos, nos explicamos y transmitimos la noción, de que existe un Dios omnipotente, que escucha nuestras oraciones y súplicas, y al cual debemos recurrir cuando nos vemos en dificultades que superan nuestra capacidad de resolución.

En nuestro entorno, siempre nos han rodeado imágenes de rostros idealizados, las cuales representan, a hombres y mujeres, que han dejado de ser, precisamente, hombres y mujeres, para ser recubiertas por un halo solar, que las convierten en poderosos mediadores, entre nosotros, los pecadores mortales, sujetos a un cuerpo de carne y hueso, sexualmente definido, y nuestro creador al que llamamos Dios.

Estas imágenes de personajes asexuados que han superado las limitaciones de la carne, nos son presentadas, como  personajes santificados, cuando utilizo el término asexuados, es porque jamás les veremos en una relación directa con el sexo opuesto, las que han nacido mujeres, son vírgenes, y los que se nos representan como varones, son castos y santos, nunca les veremos asociados a lo que llamamos una vida en familia.

La salvedad a estas imágenes, que se han enquistado en nuestro subconsciente, es la de la “sagrada familia” compuesta por José, María, y el niño Jesús, pero claro, acompañada por la correspondiente aclaración: que José no es el padre de Jesús, y que María, es madre, pero “sin pecado concebida” por obra y gracia del Espíritu Santo, dándonos el mensaje, de que todos los demás concebidos en este mundo, nacemos bajo el signo pecaminoso de “ las debilidades de la carne.”

El mundo occidental y cristiano, al cual pertenecemos en estas latitudes, ha sido impregnado de éstas imágenes, todas las religiones que se sustentan de este tronco inicial, recompuesto a la voluntad, interés, y capricho, de un poderoso emperador, llamado Constantino el Grande, de una forma u otra, rinden tributo a este personaje, de carne y hueso, como cualquiera de nosotros, pero que contaba con la poderosa arma del poder, y de los recursos que de éste emanaban, para condicionar desde entonces, nuestro modo de pensar y adorar.

Existen a nuestro alrededor, innumerables evidencias de lo que estoy expresando, son tan obvias, que ni siquiera me voy a tomar el trabajo de especificarlas, si algunos, de  los posibles lectores o escuchas de esta exposición que estoy realizando, no las han descubierto aún, de nada les servirá continuar con la lectura, pues las escamas que cubren sus ojos espirituales, les impedirán observar el entorno del paisaje que intento desplegar ante vosotros. 

“Entonces Saulo se levantó de la tierra, y abriendo los ojos, no veía a nadie; así que, llevándole de la mano, le metieron en Damasco, donde estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió.”
                                                                                                                      Hechos   9: 8 - 9

Crecemos, con la sensación de desamparo, propia de criaturas mal nacidas, a las cuales, hay que de alguna manera “purificar” del estigma de su concepción, todavía hoy en día, se toman a estas inocentes criaturas, a las cuales se les acompaña con padrinos y testigos para ser lavados por unas gotas de agua que simbolizan su bautismo, una especie de rescate de su condición original.

“ He aquí, te digo que el que supone que los niños pequeños tienen necesidad del bautismo se halla en la hiel de la amargura y en las cadenas de la iniquidad, porque no tiene fe, ni esperanza, ni caridad; por tanto, si fuere talado mientras tenga tal pensamiento, tendrá que bajar al infierno.

Porque terrible es la iniquidad de suponer que Dios salva a un niño a causa del bautismo, mientras que otro debe perecer porque no tuvo bautismo.

“ ¡ Ay de aquellos que perviertan de esta manera las vías del Señor !, porque perecerán, salvo que se arrepientan.

He aquí, hablo con valentía, porque tengo autoridad de Dios; y no temo lo que el hombre haga, porque el amor perfecto desecha todo temor.

Y me siento lleno de caridad, que es amor eterno; por tanto, todos los niños son iguales ante mí; por tanto amo a los niños pequeñitos con un amor perfecto; y son todos iguales y participan de la salvación.

Porque yo sé que Dios no es un Dios parcial, ni un ser variable; sino que es inmutable de eternidad en eternidad.”
                                                                                                                      Moroni 8: 14 – 18

Estoy recorriendo caminos alternativos, es decir, que para que pueda llegar al punto central que motiva esta exposición, considero necesario, ir incorporando algunos aspectos, que hacen a nuestra percepción individual, del grado de desarrollo que hayamos alcanzado, en todo aquello que nos identifica como hijos de Dios.

Estas señales nos ayudarán a descubrir, por nosotros mismos, si hemos logrado realmente establecer una verdadera comunicación con Dios, si creemos que es posible que ocurra realmente esa comunicación, y si lo consideramos posible, si pensamos que sea imprescindible, la mediación de terceras personas para alcanzar este fin.

Considero que establecer comunicación con otra persona, significa, que la información que le hemos transmitido, ha provocado en esa persona, algún tipo de reacción, que nos permita verificar que sí ha captado nuestro mensaje.

Si no hemos logrado obtener algún tipo de respuesta, significará, que lo que hemos estado haciendo no ha pasado de una simple emisión de señales que no han podido establecer contacto con él, o los destinatarios, del mensaje enviado.

Lo que debe quedar claramente establecido, es que sólo se puede considerar que hemos logrado una comunicación, cuando obtenemos como respuesta, algún tipo de reacción a nuestros requerimientos, sin acuse de respuesta, no existe comunicación.

Ante lo que hemos expuesto, relacionado a la comunicación; si tuvieras que responderte a ti mismo, ¿ cómo considerarías tu relación con Dios ? ¿ haz logrado establecer una comunicación con él ? o piensas, que lo que has estado haciendo hasta ahora, no ha sido otra cosa, que simplemente emitir sonidos, sin pretender siquiera obtener una respuesta.

Si tu caso es, que siempre haz querido comunicarte con Dios, y no sabes, cómo obtener una respuesta, que te confirme que tu petición ha sido escuchada, permíteme que ponga a tu alcance algunas sugerencias que pueden ayudarte:

Lo primero que debes considerar, es que tu eres realmente, un hijo amado de Dios.

Tú, al igual que el más destacado de tus hermanos, haz venido ha este mundo dotado de facultades, que se te han otorgado para bendecir tu vida, y la de aquellos con quienes te relaciones, potencialmente posees todos los atributos inherentes a una criatura de origen divino.

Tal condición, la de hijo de Dios, te da el derecho de invocarle cada vez que lo estimes necesario, todo hijo puede y debe estar en contacto con sus progenitores, pero lo que tú ni nadie puede hacer, es apropiarte de Dios, tenerlo a tu disposición, eso no puedes hacer.

Cuando tu te comunicas con Dios a  través de la oración, tu invocación se elevará a los cielos y será escuchada, aunque tu te encuentres en ese momento, en el patio trasero del mismito infierno, nada puede escapar al conocimiento de Dios, y menos cuando se trata de uno de sus hijos el que está clamando por él.

Ahora, una cosa es que Dios, sepa lo que  te está ocurriendo, y otra cosa, es que tú estés en condiciones de escuchar su respuesta.

Veamos:

Cuando tu llegaste a este mundo, no lo haz hecho solo, tu padres celestiales, han dispuesto que uno o más ángeles te acompañen y protejan, ellos siempre responden por ti, aunque tu no te recuerdes de Dios, el recibirá un reporte diario de todo lo que está pasando contigo, ¿ te haz puesto a pensar en esto ?

Tú, nunca estás sólo, aunque vivas en una ermita en el medio del desierto.

El cuerpo que tu posees, es tu palacio personal, no eres el propietario, sólo lo estás ocupando, se te ha confiado un cuerpo creado del polvo, y algún día ese polvo volverá a la tierra que lo produjo, pero mientras tu lo ocupes, eres responsable de su cuidado y de su bienestar, con ese cuerpo que tu tienes, puedes alcanzar el objetivo que te habías propuesto, cuando aceptaste, venir a cumplir tu experiencia terrenal.

“¿ No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros ?

Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es.”
                                                                                                       1 Corintios   3: 16 –17

Comparando tu cuerpo físico con una casa, especialmente la que puedas construir en tu propia mente, ¿ en que condiciones la tienes actualmente ? ¿ cuales son los ambientes que haz acondicionado ? ¿ a quiénes invitas a visitarla ? ¿ tienes un lugar para tus ángeles y otro para Dios en la mansión de tu mente ?

“Pasé junto al campo del hombre perezoso.

Y junto a la viña del hombre falto de entendimiento;

Y he aquí que por toda ella habían crecido los espinos,

Ortigas habían ya cubierto su faz,

Y su cerca de piedra estaba ya destruida.

Miré, y lo puse en mi corazón; Lo vi, y tomé consejo.”
                                                                                                                      Proverbios 24: 30 – 32

Si tu necesitas de tus padres, y quieres que vengan a ti para ayudarte, lo menos que se espera que hagas es que tengas un lugar donde recibirles, piensa en tus padres terrenales, ¿ de que manera te gustaría recibirles en tu casa ? cuando tu oras a Dios, lo que haces es invitarle a escucharte, a estar contigo, a brindarte consuelo y a que te bendiga con su amor.

Es bueno que realices un ejercicio mental, en el cual puedas imaginarte, que eres el ocupante de una hermosa mansión, tan confortable y agradable, como seas capaz de recrear en tu mente.

Si logras esta imagen mental, intenta recorrer todos los ambientes que le hayas incorporado, y recorre con tu vista interior los elementos que integran cada uno de esos lugares, evalúa todo lo que haz escogido para cada lugar, cuales han sido tus prioridades, cual es el clima que se respira, que soporte estético le incorporaste, que sentimientos te embargan cuando observas todo lo que tu mente ha construido.

Recuerda que ese es tu hogar celestial, nada ni nadie puede quitártelo, tu has hecho de ese lugar un tesoro de valor incalculable y en ese reducto donde moras, que haz construido con amor, sólo tu decides lo que pueda suceder, tu eres su creador.

“No temáis manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha complacido daros el reino.

Vended lo que poseéis, y dad limosna; haceos bolsas que no se envejezcan, tesoro en los cielos que no se agote, donde ladrón no llega, ni polilla destruye.

Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.”
                                                                                                                      Lucas  12: 32 – 34

Cuando tu mente se acostumbre a imaginar lo que tu corazón desea, podrás comprenderte mejor, es posible que tus deseos no recorran la misma órbita, que la que recorren tus acciones diarias, y si te encuentras en esta situación, podrás entonces darte cuenta, solo, y sin ayuda, de los por qué, el camino que recorren tus ruegos a Dios, no se encuentra con las respuestas que tu amado Padre te envía.

“... y os diré de la lucha que tuve ante Dios, antes de recibir la remisión de mis pecados.

He aquí, salí a cazar bestias en los bosques; y las palabras que frecuentemente había oído a mi padre hablar, en cuánto a la vida eterna y el gozo de los santos, penetraron mi corazón profundamente.

Y mi alma tuvo hambre; y me arrodillé ante mi Hacedor, y clamé a él con potente oración y súplica por mi propia alma; y clamé a él todo el día; sí, y cuando anocheció, aún elevaba mi voz en alto hasta que llegó a los cielos.

Y vino a mí una voz, diciendo: Enós, tus pecados te son perdonados, y serás bendecido.
                                                                                                                         Enós 1: 2 – 5

Usa tu mente y tu corazón y reflexiona sobre lo que ahora voy a decirte, hasta ahora hablamos de que somos hijos de Dios, de que el nos ama y anhela nuestro bienestar, pero ocurre que todos nos sentimos extraños ante Dios, hay algo que no cierra, en nuestro interior, nos sentimos como hijos huérfanos de madre, nuestro Padre que está en los cielos nos ama, somos fruto de su amor, pero en nuestra partida de nacimiento, en la doctrina de las distintas religiones cristianas, no figura nuestra madre.

¿Seremos acaso, hijos de Dios el Padre y de una madre desconocida?

Voy a dejarte un sendero de pistas, por si se despierta en ti, el deseo de iniciar la búsqueda de tu madre celestial, porque sin duda la tienes, y, mucho más cerca de lo que te imaginas.

Se nos han dado muchos ejemplos del amor de Dios en las escrituras, Jesús, en sus enseñanzas, comparó el amor del Padre, con el que nosotros mismos brindamos a nuestros propios hijos:

“¿ Que padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra ? ¿o si pescado, le dará una serpiente ?

¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión?

Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?

¿Has pensado en los atributos que una madre celestial debería poseer? ¿sería esta madre celestial, un modelo a seguir, por las mujeres madres en esta tierra?

Si sientes un sentimiento tierno hacia tu madre terrenal, ¿piensas que ella sería capaz de abandonarte? ¿o de negarte su consuelo ? ¿acaso no ha estado junto a ti y no te ha protegido? ¿ acaso no ha sido ella la primera voz que te ha orientado en la vida?

Si aún continúas por la senda de pistas, reflexiona sobre estas palabras de Juan:

“Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo, y el Espíritu Santo; y estos tres son uno.

Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan.”
                                                                                                       1 Juan 5 7 –  

Cuando llegaste a este mundo, cuando irrumpiste por primera vez en un llanto de vida, ¿quién ha estado a tu lado? tu madre, el agua que te cubría en el vientre, y la sangre del cordón umbilical que te mantuvo unido a ella.

Si tuvieses que identificar los atributos maternos en las palabras de Juan, ¿cuál de los personajes descriptos por él, cuando menciona a:  el Padre, al Verbo, y al Espíritu Santo, se asemeja más.

Los tres constituyen una unidad, y esa unidad tiene su símil terrenal, y ese símil no es otro que: Tu padre, tú, que eres el verbo, y tu amada madre que te dio a luz.

Quizás ahora, luego de transitar por esta senda, podrás encontrar en las enseñanzas de Jesús, un sentido diferente, mucho más amplio y consistente, referente a los sentimientos del Salvador hacia el Espíritu Santo, leamos:

“De cierto os digo que todos los pecados serán perdonados a los hijos de los hombres, y las blasfemias cualesquiera que sean;

pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, sino que es reo de juicio eterno. ”
                                                                                                                                     Marcos 3: 28 – 29

Te recuerdas cuando eras niño y jugabas con tus amigos, y aún ahora siendo ya un adulto, cualquier cosa podías permitir que te hicieran, todo podía ser perdonado, pero jamás permitirías que alguien ofendiese a tu madre, ella es para ti algo sagrado, algo que sitúas muy cerca de Dios.

Ahora, con esta imagen materna en tu mente, escucha estas palabras de Jesús:

“Vienen después sus hermanos y su madre, y quedándose afuera, enviaron a llamarle.

Y la gente que estaba sentada alrededor de él le dijo: Tu madre y tus hermanos están afuera, y te buscan.

El les respondió diciendo: ¿Quién es mi madre y mis hermanos?

Y mirando a los que estaban sentados alrededor de él, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos.

Porque todo aquel que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre.”
                                                                                                                                     Marcos 3: 31 – 35

Una lectura distraída de este relato, nos dejaría la impresión, de que Jesús estaría de alguna forma, menospreciando a sus hermanos y a su madre terrena, o por lo menos, no hace ninguna diferencia entre ellos y las demás personas que le acompañaban.

Pero, leamos nuevamente con mayor atención:

¿Qué estaba haciendo Jesús cuando llegaron su madre y sus hermanos? la respuesta es que estaba enseñando sobre el Espíritu Santo, ahora bien, ¿que mejor ocasión se le podría presentar para una explicación práctica sobre ese tema?

¿A quiénes comparó Jesús que son sus hermanos, hermanas, y su propia madre ?

Leamos nuevamente el último versículo:

“Porque todo aquel que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre.”

Cuando hacemos la voluntad de Dios, ¿cuál es la promesa que recibimos? ¿no nos han enseñado que el Padre nos ha prometido la asistencia del Espíritu Santo?

Entonces, quiere decir, que aquellos que son obedientes y viven dignamente, tienen la presencia de su madre, la cual es la misma madre espiritual de Jesús.

Cuando nos juntamos bajo la influencia del Espíritu Santo, Jesús, el salvador del mundo, se encuentra rodeado de sus hermanos, de sus hermanas y de su madre,          ¿entiendes?


Hugo W Arostegui


                    



 



 

 

 





viernes, 8 de abril de 2016

El Burrito De La Noria


Desde siempre, los fabricantes de las innumerables norias, que se han instalado con el propósito de que permanezcan firmemente adheridas en nuestro subconsciente,  han desarrollado una técnica de sumisión tan eficiente que aún en nuestros días, en los que presenciamos  la mayor cantidad de información - desinformación circulando por todos los medios de comunicación que la tecnología nos ha permitido desarrollar, continúan siendo tremendamente efectivas en el condicionamiento nuestro comportamiento tanto individual como colectivo.

No en balde, un maestro en el arte de la manipulación, como lo ha sido sin ninguna duda Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, quién recurría con frecuencia a una frase que sus sumisos seguidores repetían al ritmo de sus autoflagelaciones, como una afirmación del grado de sometimiento alcanzado:

"¡Bendita perseverancia del borrico de noria! Siempre el mismo paso. Siempre las mismas vueltas. Un día y otro: todos iguales.

Y así andamos, día tras día, girando alrededor de un pértigo que nos mantiene firmemente ligados a propósitos que en su esencia nos son ajenos, que nos alienan, que nos hacen vivir una vida que creemos que nos pertenece, que somos libres e informados, que vamos por el buen camino, el que ha sido trazado por quienes han logrado la iluminación de sus dioses  y ejercen el derecho de dictarnos las normas de vida que nos asegurarán un justo premio si seguimos constantes, firmemente asidos a una ilusión, sin otra perspectiva  que la de continuar y continuar, sin mirar ni apreciar otra cosa que la sabrosa zanahoria que se nos ha puesto por delante… así, tozudamente… continuamos.

Veamos: Si de economía se trata, se nos dice que el sistema financiero está en crisis y que por lo tanto ¡tenemos que salvar al sistema!  Y salvar al sistema requiere sacrificio, deberíamos preguntarnos “¿sacrificio de quienes” , pero la noria no nos permite tales preguntas, nuevamente resuenan en nuestros oídos la interrogante: que está primero: ¿el huevo o la gallina? 

Y en lugar de responder que nos importa un rábano tanto el huevo como la gallina, que las crisis deben ser asumidas por quienes las han generado, que la economía y el sistema financiero que se enquista en ella y la succionan sin piedad , no son más que una mera herramienta puesta al servicio de la sociedad en su conjunto, y que los papeles llenos de distinguidas firmas de banqueros y políticos corruptos que determinan el monto de tan abultada deuda  no son más que eso: papeles, y como tales deberían esperar su turno.

Los papeles de los tenedores de deuda registrados en los Bancos Centrales del Mundo, no generan la producción que hace posible la vida en sociedad, por lo que habrá que dar prioridad a quiénes producen, porque producción es sinónimo  de riqueza y de trabajo y trabajo es sinónimo de dignidad y bienestar de las naciones y eso es lo prioritario, la gallina no come papeles ni sus excrementos son monedas, de manera que recortemos lo que hay que recortar, es la hora de apostar y defender  la vida, de dar cobertura a las necesidades básicas de nuestra especie.

Y cuando hablamos de defender la vida, ¿Qué es lo que oímos? Que nos dicen los dueños de la noria? ¡Debemos luchar contra el aborto! Eso es lo que dicen.

Y yo humildemente me pregunto: Donde reside el aborto?  Será que sólo percibimos lo que pueda suceder en el interior del útero, ¿eso es la vida que hay que defender?, y que decimos del fruto de ese vientre?  Cuántos de esos niños nacidos vivos morirán en los próximos meses?

En la mirada cortoplacista de los que damos vueltas en la Noria, nos preocupa más, los nueve meses en el interior de una gestante, que los hipotéticos años de vida de quien llega a este mundo, antes se decía que los niños al nacer lloran por causa de una suave palmadita en sus nalgas, ahora sabemos, que su llanto se debe a que debe asumir su cuota parte de deuda financiera, que le privará de una buena cobertura de salud, que tendrá una mediocre educación, y ni que hablar de su futuro, cuando se entere que uno de cada cuatro de los que vengan a este mundo, dentro de veinte años, engrosarán las filas de los aspirantes a un empleo que no se vislumbra en el horizonte.

Así va la noria.

Hugo W. Arostegui