jueves, 24 de noviembre de 2016

No Te Detengas


No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,
que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y las poesías
sí pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis.
Nos derriba, nos lastima,
nos enseña,
nos convierte en protagonistas
de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra,
la poderosa obra continúa:
Tu puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar,
porque en sueños es libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores:
el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes.
Huye.
"Emito mis alaridos por los techos de este mundo",
dice el poeta.
Valora la belleza de las cosas simples.
Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas,
pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta del pánico que te provoca
tener la vida por delante.
Vívela intensamente,
sin mediocridad.
Piensa que en ti está el futuro
y encara la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes puedan enseñarte.
Las experiencias de quienes nos precedieron
de nuestros "poetas muertos",
te ayudan a caminar por la vida
La sociedad de hoy somos nosotros:
Los "poetas vivos".
No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas...

Poesía: No te detengas . (Walt Whitman)

Aportemos


Hoy en día son innumerables las oportunidades que nos surgen, diría a cada paso, en el intercambio de información que recibimos y transmitimos a través de los múltiples medios puestos a nuestro alcance mediante los cuales estamos en contacto.

Las redes sociales que hemos conformado se han convertido en un medio muy valioso de compartir inquietudes, como asimismo, una gran oportunidad para desarrollar nuestra solidaridad y fortalecer nuestro espíritu de colaboración con todos aquellos que de alguna manera necesiten de nuestro aporte solidario.

“Cabe destacarse que cuando es necesario conseguir algún fin que de manera individual sería realmente complejo de lograr, o directamente imposible, es que se llama, se invita a la gente que pueda hacerlo a colaborar con su participación, su esfuerzo, para poder alcanzar la propuesta que se persigue.

Asimismo, cuando observamos que alguien, un amigo, un compañero, un afecto cercano, necesita de nuestra ayuda, cooperación, auxilio, en la realización de alguna tarea o actividad y lo asistimos, estaremos colaborando con él.

Entonces, la de colaborar es una acción sumamente común y corriente a instancias de las relaciones interpersonales y en diversos ámbitos.

Y también el término de colaborar se usa para indicar la relación laboral que mantiene un individuo con una empresa determinada y que principalmente se destaca por no implicar la típica vinculación de dependencia laboral, ya que quien colabora, generalmente, lo hace de una manera un poco más libre en lo que respecta a la asistencia física al lugar de trabajo y el cumplimiento de horarios.”
... via Definicion ABC http://www.definicionabc.com/social/colaborar.php

Como decimos, hemos construido entre todos un medio sumamente eficaz por el cual contrastar nuestra tan peculiar indiferencia y demostrar por la vía de los hechos de cuánto somos capaces de aportar en ese encuentro en el que todos y cada uno podemos transformar los desafíos individuales en una realización colectiva que haga posible que las cosas sucedan.

Hugo W Arostegui


miércoles, 23 de noviembre de 2016

Amplitud de Miras


“Dar verdadero sentido a nuestra vida se va convirtiendo en realidad a lo largo de nuestra existencia, en la medida en que llevamos a la práctica el propio proyecto personal de crecer y perfeccionarnos desde dentro, encontrando satisfacción en la labor que realizamos, teniéndonos en gran estima y convirtiéndonos en nuestro mejor amigo.

Sólo cuando hemos logrado vivir en paz y armonía interior con nosotros mismos, estamos en disposición de derramarnos sobre los demás, de salir de nuestro caparazón mezquino y miope y elevar nuestra mirada por las altas y lejanas cumbres de la generosidad y del bien común, como actitud, como programa de nuestra vida cotidiana.

¿De qué manera? Haciendo realidad los siguientes principios:
a) Como dice Buscaglia, hay que sentir la propia identidad sabiendo que no es perfecta, pero que está en proceso de creación y de crecimiento. «Siempre pasan meses entre la siembra y la siega».
b) Gozar de la vida en sus múltiples facetas y comprender que la dicha, la felicidad, es una cuestión de interpretación personal, digo más, de elección. Cada pensamiento, cada acción es sobre todo un acto de elección, de interpretación de la realidad presente, sea cual fuere, de forma positiva o negativa. Seamos positivos, sembrando comprensión y esperanza.
c) Lo verdaderamente importante no es el propio interés, sino la cooperación desinteresada y el interés mutuo. «Al perder el interés apasionado por nuestros semejantes, hemos perdido la capacidad de ser felices», subraya A. Montagú.
d) Las acciones de interés social que redundan en provecho de pueblos y comunidades enteras y son de carácter universal producen una felicidad de mayor calidad y la correspondiente valoración positiva de sí mismo.
e) Hemos de convertir nuestra vida en un largo sendero sembrado de amor: a un lado, la aceptación y el amor a nosotros mismos; al otro lado, el amor y la aceptación de los demás.
f) Atinadamente afirma Amando de Miguel que “el truco para alcanzar la felicidad está en fijarse aspiraciones modestas”, refiriéndose a las cosas pequeñas, de cada día, aquellas que para la mayoría de los mortales carecen de importancia. Pero son precisamente estas “aspiraciones modestas”, sentidas y vividas en paz y armonía con nosotros mismos y con nuestros semejantes, las que forman el entramado de base de todo espíritu noble y generoso… ¡con amplitud de miras!
Dice Phil Bosmans en su Canto a las cosas sencillas de cada día.
“Redescubre las cosas normales,
el encanto sencillo de la amistad,
las flores para un enfermo,
una puerta abierta,
una mesa acogedora,
un apretón de manos,
una sonrisa,
el silencio de una iglesia,
el dibujo de un niño,
una flor que se abre,
un pájaro que canta,
una hilera de álamos,
un riachuelo, una montaña…
La vida se vuelve una fiesta
cuando sabes disfrutar
de las cosas normales de cada día”.

Esa amplitud buscamos y es a esa amplitud que aspiramos

Hugo W Arostegui

Obsecuencia


“Es así que los despreciables obsecuentes se desviven en brindar celeridad ante el menor requerimiento sugerido, o festejan cualquier nimia ocurrencia de aquel individuo a quien desean servir. A veces, sobreactúan de un modo patético.
En algunos casos, quizás este accionar tenga su origen en un sentimiento íntimo de inferioridad, o asuman esa conducta con la malsana y perezosa intención de aventajar a otros semejantes —por lo general más capaces y laboriosos que ellos— para obtener un mejor reconocimiento en el grupo de pertenencia. Cuanto menos informal sea la organización donde se hallen, mayor será el daño ocasionado por estos individuos.
Este panorama se torna deleznable cuando tanto el subordinado como el supuesto líder son obsecuentes ambos. En estos casos, el resultado será fatalmente malo para cualquier grupo humano que los cobije. El jefe obsecuente no podrá entender la conducta de ninguno que no aplique la obsecuencia ciega hacia su persona. Automáticamente verá en él una amenaza a su liderazgo: nada peor para un vicioso que la virtud en un subalterno.
Hay veces en que el obsecuente cree que brinda sus favores a alguien menos capacitado que él, con lo cual siente un íntimo regocijo al pensar que, mediante sus artilugios de manifiesta obediencia y recepción de favores, maneja desde las sombras la situación. En verdad, los hechos se suceden por mera casualidad.
He visto como algunos pobres diablos tratan de hacer méritos mediante obsequios desmesurados a sus líderes; cuando en realidad debiera ser al revés, pues quien obtiene un mayor beneficio de un buen resultado es quien está a cargo y —por tal razón— debiera estar agradecido a todos aquellos que lo hicieron posible.
Existe desde aquel pequeño alumno mediocre, que entrega un regalo exagerado a la maestra, en busca de buenas calificaciones, hasta el empleado que se tira de cabeza a un pozo lleno de barro, para socorrer a su jefe, que ha tropezado dentro del mismo, en un afán desmedido por lograr un evasivo aumento de sueldo o un inmerecido ascenso.
La Argentina —como todos sabemos— es un país extraño. En él la norma es la anomia, razón por la cual, las artes de la obsecuencia son favorecidas.
En algunos raros casos, donde no se practica este fenómeno, tal situación se debe a que el subalterno es un familiar cercano de alguien con mucho poder. En estos casos resulta gracioso ver al jefe prodigando favores al subalterno.
Por estas razones, me resulta verdaderamente cómico escuchar esos argumentos sobre el reconocimiento recibido por este Fulano, o aquel Mengano, en función a su gran capacidad y logros obtenidos, cuando en realidad me consta que los personajes premiados sólo son mediocres… y obsecuentes.
El accionar de los obsecuentes torna muy difícil para el virtuoso encarar actividad alguna con un nivel de éxito significativo. Alcanzar un resultado, que luego pudiese depararle algún tipo de reconocimiento, le resulta una empresa casi imposible: no está preparado para resistir las argucias y zancadillas que le propinará el otro. Una situación que pudiera resultarle favorable y ser visible a los ojos de todos, no pasará desapercibida para quien pueda sentirse amenazado en su impericia o falta de capacidad.
En su argumentación para desmerecer al laborioso nunca faltarán argumentos: demasiado celo por su profesión que le impide ver la realidad con mayor claridad, tener un mal carácter, ser egoísta, ser petiso, ser gangoso, o ser negro.
Por eso, algunos pobres a los que en el reparto de dones les fue mal, sabedores de sus límites, finalmente no les quedará más remedio para progresar que hacer méritos y congraciarse con sus jefes. Y como saben de antemano que no tienen la capacidad intelectual para merecer ascensos, el único camino que se les ocurre es el de la obsecuencia.
Pero —como decía mi abuela—, “más vale caer en gracia, que ser gracioso”; por lo que a veces más que lograr sus fines, estos desdichados ponen aún más en evidencia sus limitaciones y terminan haciendo el papel de bufones.
Entre los de su especie, su arsenal está pletórico de las artes de la calumnia y el chisme; armas que utilizan con predilección sobre aquellos otros a los que su pobre razonamiento hace ver como rivales que deben vencer.
En este juego maléfico rápidamente recibe buenas dosis de su propia medicina, aplicada por parte de otros obsecuentes como él: estas dosis suelen ser fatales sobre él. Por el contrario, para quienes no necesitan mentir sus capacidades —pues son evidentes— esos ataques sólo les causan un daño momentáneo; aunque tal benignidad es cierta solamente si tuvieren otra oportunidad para mostrar su valía, entonces demostrarán tal equívoco y —en este caso— será el obsecuente quien terminará cuestionado.
Pude observar que generalmente se forma una pareja inseparable: el obsecuente y su jefe mediocre. En este nefasto dúo, uno de ellos se encarga de obtener todo tipo de información que desmerezca a sus compañeros, es el alcahuete, lo que es utilizado luego por el otro para cortar cualquier posibilidad de reconocimiento hacia alguno de sus dirigidos, en especial aquel que pudiera eventualmente convertirse en reemplazante suyo, o —lo que es peor— pudiera poner de relieve su poca capacidad para ocupar esa posición de privilegio. A cambio, prodiga escasos beneficios al obsecuente que le hace tal favor.
Si un obsecuente progresa, junto con él progresará su metodología de trabajo. Malos días le esperan a esa organización. Y aunque —por incompetente—  finalmente el obsecuente termine relevado, habrá ocasionado ya un grave daño a todos.
También me consta que, en otros casos, la obsecuencia es una burda actuación a tiempo completo, pero dirigida hacia un fin determinado: la obtención de un favor.
Esto es muy común en la política, donde la gente se arrima a los políticos con el solo fin de obtener un beneficio dado, que bien puede variar desde una pensión o subsidio, hasta una beca de estudio para un hijo o la asignación de una vivienda en un plan del gobierno, o aún un puesto de trabajo —aunque más no fuera temporario— para alguno de la familia.
En esas personas su lealtad hacia los postulados y objetivos que defiende ese político durará lo mismo que la paciencia que tengan para esperar por aquel beneficio. Llegado a ese punto, para el logro de su meta, el obsecuente se venderá al mejor postor.”

pensamientosyopinionesdearturo.blogspot.com/2012

martes, 22 de noviembre de 2016

No Tirar La Toalla


Utilizamos este término de no tirar la toalla recurriendo a una expresión típicamente latina, para referirnos a un comentario que por notoria actualidad se refiere a las muy probables dificultades que se agregarían a las muchas ya padecidas  por todos aquellos que han debido tomar la penosa decisión de buscar nuevos horizontes fuera de sus países de origen.

Los  cambios sustanciales anunciados en las últimas elecciones realizadas en nuestro todopoderoso vecino del norte del Río Grande, donde no han faltado el uso de los más duros epítetos para todas aquellas personas que producen la mayor riqueza jamás vista en tiempos de crisis( no obstante ser groseramente discriminados por realizar sus tareas carentes de documentación y garantías ciudadanas situación que es extensiva a los miembros de sus propias familias), hacen que cunda el pánico entre ellos como asimismo una muy genuina preocupación sobre sus posibilidades de sobrevivencia en el futuro.

“Tirar la toalla” es una expresión que usualmente se aplica a una situación en la que nos rendimos y dejamos de intentar conseguir aquello por lo que estamos luchando ya que no salimos airosos, abandonamos, nos damos por vencidos.
Tiene su origen en el mundo pugilístico. Cuando el entrenador o preparador de un boxeador ve que éste está al límite de su resistencia y no se encuentra en condiciones físicas de continuar tiene la opción de arrojar una toalla al aire (que debe caer dentro del cuadrilátero) como símbolo de rendición y finalización del combate para evitar daños mayores o irreparables.

Algunas fuentes señalan que en un principio se arrojaba la esponja con la que se refrescaba al boxeador, pero más tarde se optó por la toalla al ser ésta más fácilmente visible.”

Es ahora más que nunca donde debe aflorar la voluntad combativa del emigrante, con la fuerza y dignidad de su trabajo calificado, donde no se vislumbran, ni en el corto ni mucho menos en el largo plazo, etnias blancas ni de ningún otro color capaces de satisfacer la demanda agregada que pudiesen brindarles el confort y bienestar que tanto anhelan y necesitan.

Los tiempos han cambiado y ya no queda espacio, y si lo hubiera, sin lugar a dudas no hay cabida, civilizadamente hablando, para que turbas xenófobas, culturalmente anquilosadas, pretendan, con su nacionalismo exacerbado,  someter a sus semejantes a un trato discriminatorio o despectivo, entiendo que será  nuestra propia evolución quien se encargará a su debido tiempo de poner las cosas en su lugar.

La altivez, el discurso agresivo y retumbante tendrán que cederle el paso a una realidad circundante que nos envuelve y globaliza, somos ciudadanos de un mundo que se manifiesta e impone sus condiciones y en donde las posturas fósiles y arcaicas solo se podrán exhibir en los museos ni siquiera tendrán lugar en cárceles u hospicios.

Hugo W Arostegui  


Estar Atentos



A instancias de la Psicología, la atención es una cualidad que ostenta la percepción y que hace las veces de filtro de los estímulos ambientales, evaluando cuáles resultan ser los más relevantes e importantes, atribuyéndoles en este sentido la prioridad para luego recibir un procesamiento más profundo.

Además, la atención, es entendida como un mecanismo que se ocupa de controlar y regular los procesos cognitivos, en muchas ocasiones hasta actúa de manera inconsciente.

Determinantes de la atención

Los expertos determinan dos tipos de determinantes de la atención, por un lado los internos, aquellos propios del individuo y que dependen de él; y por otras parte los externos, que son aquellos que resultan del medio.

Entre los internos nos encontramos con el estado orgánico (las pulsiones que sufre el sujeto cuando recibe estimulación), los intereses (aquello que se encuentra íntimamente vinculado con lo que atrae a la persona en cuestión, por ejemplo, si le gusta muchísimo la moda, prestará especial atención a aquellos contenidos vinculados al tópico), la sugestión social (atraer la atención de otras personas por invitación) y los cursos de pensamiento (cuando el pensamiento sigue una idea y justo se presenta un estímulo, este captará de inmediato la atención).

Y respecto de los externos, nos encontramos con la potencia del estímulo (aquellos sonidos fuertes), el cambio (las alteraciones en el campo de la percepción), tamaño (cuando la imagen es realmente imponente), repetición (un estímulo débil pero que por su constante repetición gana fuerza y entidad), el movimiento (un desplazamiento que genera una reacción), contraste (estímulo que se contrapone al entorno) y organización estructural (los estímulos se organizan y jerarquizan para recibir correctamente la información).

El interés aumenta la atención

Todas estas cuestiones recién mencionadas están comprobadas que aumentan la atención de una persona. Sabemos que cuando algo nos interesa especialmente no hará falta que nos digan que prestemos atención, la misma surgirá de manera espontánea ante la percepción de aquello que nos interesa demasiado.

Y el proceso contrario sucede con aquello que no nos despierta ni el más mínimo interés, solemos despreciar en materia de atención a lo que no nos importa o no forma parte de nuestros intereses. Una de las maneras más comunes es no escuchando cuando se habla de algo que no nos reporta ningún tipo de interés o beneficio.

A la persona que no se la encuentra atenta se la llamará distraída porque su pensamiento no está focalizado en aquello que se demanda.

La atención es una condición sine quanom a la hora de aprender cualquier cosa, desde una materia en la facultad hasta alguna tarea.
Los centros educativos y asimismo algunos cursos se esfuerzan en este sentido y entonces desarrollan técnicas que se proponen justamente aumentar la atención.

Pero la atención también es sumamente importante para no incurrir en equivocaciones en el trabajo, en el estudio o para no sufrir algún tipo de accidente. Entonces, la atención es importante en muchas áreas de nuestra vida y no solamente para aprender conocimientos.

Por otro lado, cuando se quiere dar cuenta de la urbanidad, cortesía y la demostración de respeto de la que se es objeto por parte de alguien se suele emplear el término atención para referirla. “Mientras duró mi visita, la atención de mis primos fue excepcional”.
La atención en este sentido es sinónimo de buenos modales. Cuando las personas disponen de buenos modos suelen ser muy atentas y están al tanto de las necesidades y demandas del otro, especialmente si les toca ser anfitriones.

Mientras tanto, cuando la persona carece de buenos modales no será para nada atenta ni se preocupará por lo que necesita el otro, si la está pasando bien o qué puede hacer para que disfrute.

A la persona que se muestra concentrado ante determinado estímulo y entonces se preocupa por escuchar, leer, oír, observar se lo denominará atento y de la misma manera se llamará a aquella persona que se muestra amable en su trato para con los demás.





lunes, 21 de noviembre de 2016

Convergencia


En el vastísimo espacio de nuestras redes sociales donde suelen surcar muy variadas expresiones como si fuesen consecuencia de una eclosión intempestiva y esporádica de una fuerza ingobernable e inconsulta que surge de la impresión interior de cada uno para cursar el firmamento donde suelen orbitar en las esferas de influencia de cada individuo dejando verdaderas estelas de energía que se pierden inútilmente en el espacio.

Cada uno dentro de sí mismo, envuelto en su propia caparazón, acorazando con uñas y dientes apretados aquello a lo que ha definido como “su postura” como si para emitir lo que considera su interpretación personal de un determinado asunto, implicase un enfrentamiento contra todo y todos en un “caiga quien caiga” dispuestos de salvaguardar hasta el “último límite” aquello que consideramos una realidad ineludible.

Lo cierto es que demostramos, en las expresiones de nuestro intelecto, ser partícipes de una gran libertad expresiva, pero también, en esa misma actitud,puede observarse un fuerte contenido de individualismo que “impregna” a cuánto decimos de cierta fragancia que nos caracteriza como si fuésemos “machos alfa” que marcamos nuestro territorio para dejar constancia de cuáles son los límites de “nuestro territorio”.

Es por eso que señalamos la necesidad de la convergencia, la de encontrar posturas que nos sean comunes dentro de las cuales podamos enriquecer y fortalecer nuestras inquietudes.

“Cuando dos cosas o varias tienen un punto de unión se produce una convergencia, es decir, una confluencia, concurrencia o concentración. Lo contrario supone una divergencia o separación.

Convergencia de ideas y proyectos

Si dos personas tienen planteamientos similares están convergiendo, pues hay una semejanza entre sus posturas.

En el contexto de un debate se produce una lógica discrepancia de opiniones y visiones. Ante ello, cabe la posibilidad de que alguien proponga un acercamiento de las posiciones y cuando esto sucede se produce una convergencia.

Imaginemos que dos empresas competidoras deciden fusionarse para un proyecto concreto con el fin de obtener una mayor rentabilidad. 

En este caso, ambas entidades tendrán que converger, lo cual implica establecer estrategias conjuntas.

Así, el concepto supone un cierto acuerdo o pacto para que las diferencias iniciales se traduzcan en coincidencias.

A eso seguramente todos aspiramos

Hugo W Arostegui



Qué hacer Con Lo que Se Sabe


Muchas veces escuchamos, y es muy bueno que esto suceda, sobre la importancia del conocimiento en todos los emprendimientos que proyectemos a lo largo de nuestra vida.

Ahora bien, es bueno tener en cuenta, a la hora de recurrir al conocimiento que hayamos adquirido, que este, el conocimiento, no es la mera suma de los distintos cursos, incluyendo los de nivel universitario, o de tercer nivel como nos resulte mejor llamarlos, sino que lo que realmente importa es que este conocimiento que hemos adquirido sea el específico que necesitamos para sentirnos habilitados en la aplicación en todo lo que pretendemos realizar.

Existen personas, seguramente muchas más que las que pensamos, que tienen una idea que cuántos diplomas podamos exhibir, sin importar mucho ni cómo ni dónde los hayamos adquirido, nos serán de gran utilidad como una demostración elocuente del grado de preparación obtenida, es por esta razón que suelen haber “curriculum vitae” ostensiblemente voluminosos, cuyo contenido se suele comparar con los “arbolitos de navidad” cargados de diplomas que acreditan cursos que en nada contribuyen a las exigencias de una especialización específica para lo cual se pretende calificar.

Es por eso lo del título de este artículo, es muy importante el saber pero que no nos resulte como una anécdota muy contada en una zona rural del interior de mi país:

“dice la anécdota en cuestión que un señor cargado de títulos tuvo la necesidad de cruzar un río que en aquel entonces estaba bastante más crecido de su cauce normal situación por la cual tuvo que requerir a los servicios de un nativo del lugar que contaba con una embarcación para realizar este cruce, una vez embarcado, siendo la distancia a recorrer bastante considerable, para amenizar el recorrido este señor cargado de títulos comenzó a vanagloriarse de todo lo que había hecho y para marcar diferencias con el nativo que remaba en silencio le solía preguntar si éste, el nativo, sabía sobre tal o cual cosa y ante la respuesta negativa del remero, agregaba, cuánto lo siento que usted no lo sepa, repitiendo esto varias veces, entonces, cuando se encontraban en medio del río, la embarcación comenzó a oscilarse peligrosamente de un lado al otro a un punto en que el nativo le menciona a su pasajero que tendrían que abandonar la embarcación y cruzar a nado para llegar al otro lado, demás está decir, que este señor, el cargado de títulos, se alarmó y le dijo al remero de La embarcación de que no sabía nadar, el nativo sin perder la calma le contestó: no sabe cuánto lo siento que usted no lo sepa”  .

Así las cosas.


Hugo W Arostegui

sábado, 19 de noviembre de 2016

Persistir


Cuando llegamos a un punto desde el cual entendemos que hemos agotado todas las variables posibles de una situación dada, todo parece indicar que no nos vale la pena continuar con el esfuerzo y que lo mejor, lo que nos viene en mente, es dejar de lado lo que intentamos realizar abandonando nuestras aspiraciones de alcanzar nuestros objetivos.

Es entonces, cuando todo parece conspirar en contra de nuestras expectativas, en que surge nuestra capacidad de resiliencia sacando de lo recóndito de nuestro ser esa fuerza adicional que nos induce a continuar, a no dejarnos doblegar ante la adversidad, es decir, extraemos de nosotros mismos el aliento vital que nos impulsa a persistir con mayor intensidad.

Persistir:

“Esta palabra proviene del latín persistere y su significado es “mantenerse firmemente parado”. Se forma con los siguientes componentes léxicos, el sufijo per que es a través de, por completo y sistere que es establecer, estar fijo.
El verbo persistir tiene dos significados, el primero es aquel que se encuentra ligado a la idea de que algo se mantenga a lo largo del tiempo o que tenga una continuidad en su duración. El segundo significado de esta palabra es mantenerse firme y ser constante en la manera en la que se actúa o en la que se plantean planificar determinadas acciones en la vida de una persona”.

Todo esfuerzo que se realiza requiere poner a prueba nuestra voluntad de alcanzar los objetivos propuestos, seguramente habrán innúmeros obstáculos, algunos previsibles y otros que puedan surgir durante la marcha, la magnitud del éxito o el fracaso siempre estará proporcionalmente ligado a cuánto estemos dispuestos a realizar en la dedicación constante que seguramente nos requerirá lo que nos hayamos propuesto.

Hugo W Arostegui




viernes, 18 de noviembre de 2016

Descalificar


La descalificación de alguna persona por la sencilla razón de que no contamos con los elementos de juicio medianamente razonables como para rechazar sus opiniones generalmente contrarias a nuestro modo de ver las cosas, suele ser un recurso, o un golpe bajo o, como se dice vulgarmente, “una puñalada trapera” que “escondida debajo del poncho” le ensartamos con el ánimo de eliminar de alguna manera su pensamiento adverso a los nuestros.

Todos contamos con “con cierto morbo” que nos hace proclives a “a degustar” ese sabor especial que suele emitir el “condimento” que casi siempre, por no decir siempre, acompaña a este procedimiento de deslizar subrepticiamente alguna referencia tendiente a descalificar el concepto, generalmente buen concepto, que alguna persona ha sabido ganarse a lo largo de su trayectoria.

Como alguien entendido en el asunto ha dicho: “cuánto más alto crece el árbol mayor es el ruido que produce al caer”.

 “Descalificar se utiliza también en aquellas situaciones en las que alguien es desacreditado. Así, si una persona hace una afirmación inadecuada es muy probable que alguno de sus interlocutores rechace su idea y la descalifique.

El concepto de descalificar se emplea en contextos de agresividad verbal. De hecho, si alguien dice "no voy a consentir ningún tipo de descalificaciones personales" está indicando que se opone a los insultos y a las críticas.”

Lo cierto es que cuando se recurre sin argumentos válidos, por el hecho de que de alguna forma cierta envidia nos corroe, o nos sentimos impotentes de ante la argumentación esgrimida por nuestro ocasional contendor, en el ámbito que fuere, lamentablemente el daño que se produce suele salir mucho más caro que la enfermedad que nos aqueja y moleste.

Generalmente la desacreditación suele dejar sus víctimas tanto en el lado de quien las formula como en el de aquel a quien se le formulen tales acusaciones, lamentablemente su accionar tiene el “efecto boomerang”  suele golpear por detrás a quien lo arroje.

Hugo  W Arostegui



jueves, 17 de noviembre de 2016

La Procrastinación: Dejar Para Mañana


El origen etimológico del término Procrastinar proviene del latín: "Pro" que significa adelante y "Crastinus" que hace referencia al futuro y, aunque esta palabra la podemos encontrar en textos antiguos de los egipcios, los griegos y los romanos, no se añade como definición en el Oxford English Dictionary hasta el año 1548.
Resulta que esta tendencia tan marcada que muchos suelen padecer y que tanto sacan de la paciencia a los ilusos que esperan confiados en que las cosas se realicen un mañana tan prometido como esquivo, es una antigua conocida que ha estado presente desde los albores  de nuestra civilización y continúa vigente en todas las promesas incumplidas.
La procrastinación es una epidemia en nuestros días que afecta a todo el mundo en mayor o menor medida.
Es la que nos lleva a postergar de manera sistemática las tareas que debemos hacer y a reemplazarlas por otras más irrelevantes pero placenteras. En la mayoría de los casos la confundimos con la pereza.
La traducción más correcta sería dejar para mañana aunque también la encontramos traducida como aplazar, diferir, posponer, postergar o relegar.
Las definiciones de postergar, posponer o relegar implican dar menos importancia a la cuestión o persona que espera y además “dejar para después” y son palabras que conllevan costumbre o rutina. En cambio diferir o aplazar significa dejar para otra fecha por definir pero no implica necesariamente un hábito personal.
La procrastinación se trata de un desorden del comportamiento que tiene su origen en la asociación del hecho a realizar con el cambio o la incomodidad que produce dicha acción que puede ser psíquica, física o intelectual.
Normalmente suele aplicarse al sentido de ansiedad que se produce ante una tarea pendiente de concluir, el acto que se pospone puede ser percibido como pesado, angustioso, abrumador, peligroso, difícil, tedioso, aburrido…  y nos produce cierto estrés así que queda justificado el posponerlo para un futuro sin determinar “sine die”.
Las personas que lo padecen son aquellas que suelen llegar a las tiendas o establecimientos en el momento en el que están a punto de cerrarlos, o los que pagan los recibos en el último minuto, o los que realizan las tareas escolares o universitarias la noche antes, o los que reservan hoteles, restaurantes... en el último instante
Pienso que todos, de una manera u otra ,hemos compartido, por no decir padecido, estas actitudes que tanto nos desagradan por mayor que sea la educación y los modales de quienes utilizan este recurso disuasivo como una forma de dilatar hasta quien sabe cuándo lo que ansiosamente esperamos recibir.
Hugo W Arostegui


El Libre Albedrío



Todos los actos presuponen a la libertad para poder ser moralmente imputables (libre albedrío).

La libertad se sitúa en la interioridad de la persona y siguiendo esa línea de pensamiento:

“Es una de las notas definitorias de la persona.

Permite al hombre alcanzar su máxima grandeza pero también su mayor degradación. Es quizás su don más valioso porque empapa y define todo su actuar.

El hombre es libre desde lo más profundo de su ser. Por eso los hombres modernos han identificado el ejercicio de la libertad con la realización de la persona: se trata de un derecho y de un ideal al que no podemos ni queremos renunciar.

No se concibe que se pueda ser verdaderamente humano sin ser libre de verdad.”  
Ricardo Yepes Stork

El ser humano tiene libre albedrío, es decir, libertad de elección en la toma de decisiones.

De tal forma que un ser humano maduro es aquel que se hace responsable de sus aciertos y errores ya que la responsabilidad en la toma de muchas decisiones decisivas en el destino personal son totalmente propias e intransferibles.

La libertad es una facultad que está muy vinculada a otro don tan humano como el conocimiento. La inteligencia es la luz de la voluntad sobre la que se sustenta la libertad.

El conocimiento es la luz de la voluntad

Gracias al conocimiento, una persona puede reflexionar, recopilar información sobre un asunto determinado o pedir opinión a un amigo antes de tomar una decisión concreta. A través del libre albedrío el ser humano puede realizar el bien, en cuyo caso conviene puntualizar que la bondad perfecciona de forma notable el corazón humano. Pero la persona también, puede realizar una mala acción.

La elección del bien muestra la responsabilidad ética de aquel ser humano que motivado por su fuerza de voluntad y capacidad de superación desea crecer como persona.

La cuestión reside en la conciencia humana, en definir con total honestidad hasta dónde se está dispuesto a permitir el acceso a la información que todos necesitamos,  sin la tutoría o intervención directa en muchos casos, que puedan limitar, dosificar o filtrar, tanto lo que recibimos como lo que estemos dispuestos a permitir su difusión.

La ignorancia es una limitante que vanamente intenta “encepar” a la inteligencia humana.

El miedo a que una “mayor exposición a la iluminación” nos pueda “perjudicar  o condenar” con seguridad nos conducirá, tanto a nosotros como a quienes pretendamos preservar, a estar inmersos en una cada vez más profunda oscuridad.


Hugo W Arostegui

miércoles, 16 de noviembre de 2016

El Proceso De Aprender

“El aprendizaje es el proceso a través del cual se adquieren o modifican habilidades, destrezas, conocimientos, conductas o valores como resultado del estudio, la experiencia, la instrucción, el razonamiento y la observación. Este proceso puede ser analizado desde distintas perspectivas, por lo que existen distintas teorías del aprendizaje.
El aprendizaje es una de las funciones mentales más importantes en humanos, animales y sistemas artificiales. En el aprendizaje intervienen diversos factores que van desde el medio en el que el ser humano se desenvuelve así como los valores y principios que se aprenden en la familia. En ella se establecen los principios del aprendizaje de todo individuo y se afianza el conocimiento recibido que llega a formar después la base para aprendizajes posteriores.
El aprendizaje humano está relacionado con la educación y el desarrollo personal. Debe estar orientado adecuadamente y es favorecido cuando el individuo está motivado. El estudio acerca de cómo aprender interesa a la neuropsicología, la psicología educacional y la antropología, la que recoge las peculiaridades propias de cada etapa del desarrollo humano, y concibe sus planteamientos teóricos, metodológicos y didácticos para cada una de ellas. En ella se enmarcan, por ejemplo: la pedagogía, la educación de niños; y la andragogía, la educación de adultos.
El aprendizaje es concebido como el cambio de la conducta debido a la experiencia, es decir, no debido a factores madurativos, ritmos biológicos, enfermedad u otros que no correspondan a la interacción del organismo con su medio.
El aprendizaje es el proceso mediante el cual se adquiere una determinada habilidad, se asimila una información o se adopta una nueva estrategia de conocimiento y acción.
El aprendizaje como establecimiento de nuevas relaciones temporales entre un ser y su medio ambiental ha sido objeto de numerosos estudios empíricos, realizados tanto en animales como en el hombre. Midiendo los progresos conseguidos en cierto tiempo se obtienen las curvas de aprendizaje, que muestran la importancia de la repetición de algunas predisposiciones fisiológicas, de «los ensayos y errores», de los períodos de reposo tras los cuales se aceleran los progresos, etc. Muestran también la última relación del aprendizaje con los reflejos condicionados.
El aprendizaje es un proceso a través del cual la persona se apropia del conocimiento, en sus distintas dimensiones: conceptos, procedimientos, actitudes y valores.
El aprendizaje es la habilidad mental por medio de la cual conocemos, adquirimos hábitos, desarrollamos habilidades, forjamos actitudes e ideales. Es vital para los seres humanos, puesto que nos permite adaptarnos motora e intelectualmente al medio en el que vivimos por medio de una modificación de la conducta.”
Para nuestra mente siempre se puede, el vivir y el aprender caminan de la mano, crecen en la experiencia de cada paso y se fortalecen al levantarse cada vez que soportan alguna caída, caminan sin detenerse y cuando parece que  les sorprende la noche se iluminan con el resplandor de un nuevo día, caminan para tropezar y volverse a levantar, siempre  adelante viviendo y aprendiendo.

Hugo W Arostegui

El Estar En Contacto


Otra vez estamos en contacto y pienso en la medida en que voy avanzando en el desarrollo de este tema en  la importancia que reviste para mí el hecho de estar dispuesto y poder hacerlo sin impedimentos, a no ser los habituales, claro, como lo pueden ser la indisponibilidad de tiempo por acumulación de tareas pendientes, visitas muy gratas pero inesperadas, o como en esta ocasión, dificultades con el sistema informático por no tener acceso a internet.

La sensación que nos invade es de que “algo está pendiente” de que necesitamos transmitir nuestras impresiones, las que han acudido a nuestra mente al comienzo de cada nuevo día, aquellas que surgen a través de nuestro mate amargo, el que participamos en solitario antes de que salga el sol.

Nuestra intención es de transmitir para quien pueda recepcionarlo el claro mensaje “de que estamos aquí” en contacto, de que sentimos que “todos nos importan” y aunque lo que tengamos para decir no tenga los contenidos trascendentes de  otras oportunidades, el mero hecho “de decir a los cuatro vientos” de que cuánto suceda o pueda suceder nos importa en  función solidaria para con todos quienes integran “nuestras redes sociales” nos hace sentir que continuamos atentos y vigilantes.

Hugo W Arostegui


martes, 15 de noviembre de 2016

Describiendo


Digamos de que lo que hacemos esta mañana es intentar dar alguna explicación sobre lo que entendemos que significa el concepto de describir desde el punto de vista de quien se toma la tarea de comentar un acontecimiento dado.

Cada vez que realizamos una descripción de algo que percibimos lo hacemos partiendo de la base  de lo que a nuestro entender son los elementos que de alguna forma nos han llamado más la atención y que por tales causas entendemos que contienen en sí mismas ciertas características que ameritan que se les realice una descripción al respecto.

“Puede decirse que la descripción es una representación de algo o alguien a través de la palabra y que incluye una explicación ordenada y detallada de distintas cualidades y circunstancias.

Es importante tener en cuenta que toda descripción resulta inevitablemente subjetiva ya que se encarga de representar mediante el lenguaje (escrito u oral) aspectos parciales de cómo una persona observa e interpreta la realidad.

El punto de vista de quien describe, sus necesidades y sus conocimientos previos acerca de la materia en cuestión son algunos de los muchos factores que influyen en el resultado.

Si dos periodistas asisten a una celebración y luego describen su experiencia, es posible que cada texto cuente una historia diversa, opuesta quizás; el mismo evento que para uno puede parecer pintoresco y animado, puede resultar caótico y escandaloso para el otro.

Cabe aclarar que esto no es producto de una manipulación de la verdad, sino que deja en evidencia las diferencias entre ambas personas.”

Pensamos que es importante que tengamos en cuenta estas consideraciones para que podamos asociar la descripción con la persona que realiza tal comentario y de esta manera podamos comprender mejor esta premisa la cual es inherente a todo comentario que se analice:

Así como no hay dos personas iguales ni que piensen exactamente lo mismo, lo mismo ha de ocurrir con la descripción de sus impresiones.

Hugo W Arostegui



lunes, 14 de noviembre de 2016

El Pan Nuestro De Cada Día


Al escribir este artículo soy plenamente consciente de que es muy probable que incurra en su desarrollo en la aplicación de conceptos fuertemente adheridos a mi tan particular forma de entender y de aplicar algunos principios básicos de nuestra condición humana.

Génesis 3:19
“Te ganarás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la misma tierra
de la cual fuiste sacado.
Porque polvo eres, y al polvo volverás.»

Cuando escucho el contenido de algunas oraciones que la gente suele elevar a los cielos me rechina en mis oídos el pedido diario que se realiza con relación al clamor de que se nos pueda suministrar el pan nuestro de cada día, partiendo en esa súplica de lo que entiendo es un error conceptual básico en la comprensión del grado de relación que siempre ha existido entre el Creador, nuestro Padre y sus hijos, los creados a “su imagen y semejanza” vale decir: “la criatura humana”.

Cuando se nos ha enseñado a orar, cuando en nuestras oraciones nos dirigimos al “Padre nuestro que está en los cielos” y le suplicamos por “el pan nuestro de cada día” no nos deberíamos referir a la provisión de un determinado alimento, porque el pan nuestro de cada día nos lo debemos ganar con “el sudor de nuestra frente” sin concesiones.

Hay cosas en nuestra vida que dependen de nosotros y otras que por más que nos afanemos en lograr, no dependen ni dependerán, de acuerdo con  el plan divino, de nosotros de ninguna manera, una de esas necesidades vitales es nuestra propia vida, representada en cada mañana en que el sol resplandece en los cielos, ese nuevo amanecer es el “pan nuestro de cada día” que se nos es dado hoy para poder desarrollar en él todos los atributos que se nos han confiado mediante los cuales podremos transformar nuestro presente y así como seamos capaces de perdonar a nuestros potenciales deudores nos sintamos en condiciones de agradecer por la “gracia divina” de cada nuevo día de vida en esta tierra que nos cobija.

Hugo W Arostegui


domingo, 13 de noviembre de 2016

La Creatividad Insustituible

Insustituible:

“Irreemplazable, necesario, fundamental, indispensable, imprescindible, esencial, obligatorio, forzoso, vital, primordial”


Este segundo domingo de noviembre tengo en mente un tema que seguramente debe ser muy recurrente en mis intervenciones anteriores.

El tema en cuestión está relacionado a una pregunta que me formulara un jovencito muy inteligente e inquieto que en medio de una multiplicidad de interrogantes sobre sus posibilidades futuras en su orientación profesional, se refirió concretamente a la siguiente pregunta: dígame una cosa, ¿dónde debo continuar mis estudios una vez que termine la secundaria?  Lo que ha motivado, no sin cierto estupor de mi parte, de que me declarara absolutamente incompetente para formular una respuesta, le explique, o intenté explicarle, que entre él y quien suscribe, existía un enorme abismo generacional, que las circunstancias obviamente no podrían ni deberían ser las mismas y que el mejor de los aportes que podría otorgarle, es la certeza absoluta, que la decisión que adopte siempre deberá estar ligada al grado de compromiso consigo mismo que esté dispuesto a asumir.

Una interrogante extra, que seguramente dejó para el final, no era precisamente lo que pueda considerarse una pregunta, digamos que se parecía más a querer satisfacer una curiosidad sobre si pudiese haber,  considerando los avances de la tecnología, algún programa disponible por el cual uno pudiese seleccionar un tema y obtener el desarrollo del mismo sin necesidad de tener que recurrir tanto al intelecto humano.

La respuesta a esta interrogante o curiosidad, vaya uno a saber, es la que intento esbozar en las próximas líneas, si algo merece una respuesta contundente es todo lo relacionado con la capacidad creativa de la inteligencia humana la cual es “insustituible” no existiendo elemento alguno que pueda suplantarlo y menos sustituirlo, nada puede siquiera compararse con lo que pueda surgir de nuestra mente.

Hugo W Arostegui



sábado, 12 de noviembre de 2016

El Abrazo Virtual


Existe una regla inversamente proporcional que es aplicable a cada uno de nosotros que se demuestra en la imposibilidad de compatibilizar el tiempo que nos insume el uso de nuestros medios de comunicación electrónicos y el consecuente e inevitable distanciamiento físico con quienes mantenemos esos, cada vez más frecuentes, encuentros virtuales.

Nuestros seres queridos, aún aquellos aparentemente más cercanos como lo pueden ser quienes viven bajo un mismo techo o a distancias muy cercanas, viven sus vidas sumidos en sus medios de comunicación absortos, pendientes del sonido electrónico o al brillo de sus pantallas, todo lo que ocurre en este “nuevo mundo” es lo que puede de alguna forma interesarles, este comportamiento, cada vez más usual, nos ha convertido en “zombis virtuales” incapaces de integrarse con “el estar”  “el aquí” “el ahora” o “el conmigo” vale decir, ese intercambio tan natural como observar la naturaleza y el escenario de la vida misma.
   
“Creo, sinceramente, que el abrazo es para nosotros esa  conciencia de que hay otros seres que se alegran de que compartamos con ellos nuestra vida, nuestros momentos de trabajo, de ocio o nuestros problemas y de que ellos confíen en que el sentimiento es recíproco.

Estamos siendo muy poco generosos con nosotros mismos al permitirnos tan escasos abrazos físicos y limitarnos a los virtuales, pues la satisfacción que producen  los primeros jamás podrá ser igualada por la automática y  escasamente afectiva de los segundos. 

Además, aquéllos suponen una atención, una sincronización de cuerpos, y una predisposición a mostrar nuestro cariño que hacen  difícil que puedan ser falsos o hipócritas sin que este disimulo no lo perciba el abrazado; por el contrario, los virtuales, los enviados desde el móvil o la Tablet mientras nos tomamos unas cervezas o mientras ponen los anuncios de la peli no suelen ser, en muchas ocasiones, sino meras fórmulas rituales para cerrar un mensaje que no sabemos cómo acabar.

Abracémonos, de verdad; acercándonos a nuestros seres queridos, a nuestros amigos, y digamosles que sus dificultades, sus dolores físicos o del alma, por un instante, por ese eterno instante que dura nuestro abrazo, desaparecerán y sentirán que, cuando se separen nuestros cuerpos, las penas seguirán allí, pero ellos quedarán ( y nosotros) reconfortados por nuestro abrazo y amistad.

El abrazo, en definitiva, no es sino la constancia de que no estamos solos.”

Que podamos comprender que nos necesitamos los unos a los otros, que nada podrá jamás reemplazar la carencia de esos encuentros los cuales nos hacen convivientes en una vida compartida, en un tiempo cronológico que transcurre y carece “de marcha atrás” .

Hugo W Arostegui