Filosofía De Krishnamurti
La inteligencia no está separada del amor… La educación
moderna, al desarrollar el intelecto, ofrece cada vez más teorías y hechos, sin
llevar a la comprensión del proceso total de la existencia humana. Somos
demasiado intelectuales, hemos desarrollado mentes astutas, y no alcanzamos las
explicaciones.
El intelecto se satisface con teorías y explicaciones, pero la
inteligencia no, y para comprender el proceso total de la existencia, debe
haber una integración de la mente y el corazón en acción. La inteligencia no
está separada del amor.
Para la mayor parte de nosotros, alcanzar esta revolución
interna es un proceso arduo. Sabemos cómo meditar, cómo tocar el piano, cómo
escribir, pero no tenemos conocimiento del pensador, el jugador, el escritor.
No somos creadores, porque hemos llenado nuestros corazones y mentes de
conocimiento, información y arrogancia, y estamos repletos de citas que otros
han dicho o pensado. Pero la experimentación viene primero, no la forma de
experimentar.
Debe haber amor antes de que haya una expresión del amor. (…)
La información, el conocimiento de los hechos, aunque siempre
está en crecimiento, es limitado por su propia naturaleza. La sabiduría es
infinita, incluye el conocimiento y la forma de acción, pero nosotros agarramos
una rama y pensamos que tenemos el árbol completo.
A través del conocimiento de
la parte, nosotros nunca podemos darnos cuenta del pleno regocijo. El intelecto
nunca puede llevar a la totalidad, porque sólo es un segmento, una parte.
Hemos separado el intelecto de los sentimientos, y hemos desarrollado
el intelecto a expensas de los sentimientos. Somos como un objeto de tres patas
con una de ellas mucho más larga que las otras y sin equilibrio alguno.
Estamos
entrenados para ser intelectuales. Nuestra educación cultiva un intelecto
agudo, astuto, codicioso, desempeñando así el papel más importante en nuestra
vida. La inteligencia es mucho más grande que el intelecto, porque es la
integración de la razón y el amor, pero sólo puede haber inteligencia cuando
existe el conocimiento de uno mismo, una comprensión profunda del proceso total
dentro de uno mismo.
Lo que es esencial para el hombre, ya sea joven o viejo, es
vivir plenamente, en forma integral, y por eso nuestro mayor problema es el
cultivo de esa inteligencia que trae la integración. El énfasis indebido en
cualquier parte de nuestra composición total es, por lo tanto, una visión
torcida de la vida, y esta deformación es la causante de la mayor parte de
nuestras dificultades.
Cualquier desarrollo parcial de nuestro temperamento en
su totalidad tiene que resultar desastroso para nosotros mismos y para la
sociedad, y por consiguiente es muy importante que nos acerquemos a nuestros
problemas humanos con un punto de vista integral.
Ser humano de forma integral es entender el proceso completo
dentro de la propia conciencia, tanto en su parte oculta como en la manifiesta.
Esto no es posible si hacemos demasiado énfasis en el intelecto. Le concedemos
una gran importancia a cultivar la mente, pero interiormente somos
insuficientes, pobres y confusos. Este vivir en el intelecto es el camino de la
desintegración, porque las ideas, como las creencias, nunca pueden unir a las
personas salvo en bandos opuestos.
Mientras dependamos del pensamiento como medio de
integración, habrá desintegración, y entender la acción desintegradora del
pensamiento es estar conscientes de las formas del ser, de las maneras que
adquieren nuestros propios deseos. Debemos estar conscientes de nuestro
condicionamiento y sus respuestas, tanto colectivas como personales.
Sólo cuando
uno está completamente consciente de las actividades del ser con su búsqueda y
sus deseos contradictorios, sus esperanzas y temores, existe la posibilidad de
ir más allá del ser.
Solamente el amor y los pensamientos correctos pueden llevar
a la verdadera revolución, a la revolución dentro de nosotros mismos. ¿Pero
cómo podemos alcanzar el amor? No a través de buscar el ideal amoroso, sino
sólo cuando no haya odio, cuando no haya avaricia, cuando el sentido del yo,
que es la causa del antagonismo, se acabe. Un hombre que siempre está buscando
la explotación, la avaricia, la envidia, nunca podrá amar.
Sin amor y sin pensar correctamente, la opresión y la
crueldad siempre irán en aumento. El problema del antagonismo del hombre contra
el hombre puede resolverse, no siguiendo el ideal de la paz, sino entendiendo
las causas de la guerra que yacen en nuestra actitud hacia la vida, hacia el
prójimo, y esta comprensión sólo puede alcanzarse por medio de una educación
adecuada. Sin un cambio en la forma de sentir, sin buena voluntad, sin una
transformación interna que nazca de estar conscientes, los seres humanos no
pueden alcanzar paz ni felicidad.
Extraído del libro de J.
Krishnamurti Education
and the Significance of Life,
publicado por la Editorial Harper and Row, de San Francisco, Estados Unidos, en
1953.