Equidad, igualdad social y democracia
La agenda
económica social está, como siempre, sobrecargada. La necesidad de someterla a
una tensión intelectual y política para llegar a un sistema de prioridades
ordenadas por la creciente vulnerabilidad social y el desencanto político,
debería ser entendida como una condición urgente para la estabilidad
constitucional, el entendimiento social y la consolidación democrática; un
instrumento por excelencia para darle consistencia a esta tarea es, sin duda,
la planeación, que al adoptarse como mecanismo de concertación social le
impondría al Estado mutaciones significativas en su estructura administrativa y
en su conformación territorial.
Superar
nuestro "estancamiento estabilizador", que se ha vuelto en realidad
desestabilizador; acompasar la economía al ritmo de los cambios políticos y el
reclamo social, supone adoptar nuevas visiones que determinen, productivamente,
el contenido y el destino de nuestro desarrollo nacional.
Tarea que exige un
gran despliegue de imaginación política que deje maniqueísmos y retóricas
desgastadas, que evite tentaciones regresivas y autoritarias y busque fórmulas
político-culturales basadas en propuestas plurales e incluyentes.
Ello depende
en buena medida de que la noción de solidaridad se reconozca como uno de los
valores modernos, así como el hecho de que tanto las garantías como el
cumplimiento progresivo de los derechos fundamentales sean criterios maestros para
evaluar nuestro desempeño como sociedad y Estado nacionales. La hora de la
igualdad que la CEPAL proclama, nos obliga a ser capaces de combinar una
recuperación valorativa que ponga en el centro objetivos de igualdad, equidad
social y democracia con las restricciones y acosos que son propios del proceso
de globalización. Éste es el reto de fondo, para la sociedad y para el Estado.
A Sartre
se le ha atribuido el dicho de que para que haya lucha de clases se requieren
dos cosas: que haya clases y que luchen.
Parafraseándolo, podríamos decir que
para que haya políticas de Estado se requiere que haya Estado... y que haga
política.
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