domingo, 11 de marzo de 2018

Comprender Lo Que Leemos


La comprensión lectora: propuestas para la atención a la diversidad en el aula: Esta obra fruto maduro de un dilatado y minucioso trabajo de un equipo de investigación de profesores de la Universidad de Cádiz nos ofrece una amplia serie de principios lingüísticos, de criterios de análisis y de pautas didácticas que fundamentan, estimulan y orientan la más compleja e inaplazable de las tareas pedagógicas en los diversos niveles y en los diferentes ámbitos disciplinares de la enseñanza: la de desarrollar la competencia lectora que, como es sabido, abarca, no sólo la destreza interpretativa, sino también la pericia crítica y la habilidad valorativa.

Para calibrar el alcance de la aportación científica y técnica que nos proporciona este instrumento, hemos de partir de dos supuestos que, a nuestro juicio, son fundamentales: el primero, que aprender a leer correctamente los textos es la senda más directa para alcanzar una visión adecuada de la vida humana, y el segundo que enseñar a leer es una labor difícil que exige el dominio de diversas técnicas especializadas.

La lectura es una de las actividades intelectuales que más contribuyen a ensanchar y a profundizar nuestra existencia: nos proporciona un conocimiento supraindividual y nos abre unos caminos anchos, dilatados y divertidos; nos descubre unas esperanzadoras avenidas del tiempo que cada uno ha de recorrer palmo a palmo y, en consecuencia, nos acerca a la libertad verdadera; es un inagotable motor de superación personal y un mecanismo impulsor de cambios saludables y de ilusiones nutritivas; es un lazo que liga el pasado con el presente y con el futuro e, incluso, es una práctica terapéutica que nos ayuda a reconciliarnos con nosotros mismos y nos empuja, amigablemente, a luchar para no ser presas prematuras de una muerte inevitable.

La lectura de estos textos, tan adecuadamente seleccionados y tan minuciosamente preparados, puede, efectivamente, ayudar a desentrañar sus misterios internos y, si está correctamente dirigida, pueden estimular a los alumnos para que no se limiten simplemente a transitar por la vida sino que se esfuercen en examinarla detenidamente, en digerirla y en vivirla. 

A algunos, incluso, les descubrirá nuevos mundos, los relacionarán con personas insólitas con las que, unas veces, llegarán a identificarse y con las que, otras veces por el contrario, discreparán.

Otro de los objetivos de este método es lograr que la lectura estimule la reflexión sobre las diferentes maneras de ser y de actuar, sobre las distintas sendas que conducen a la realización humana. Estoy convencido de que, en cierta medida, este libro servirá también para educar el buen gusto y para enseñar a valorar la belleza. 

Si lo leemos de manera exigente, si lo explicamos y aplicamos de forma adecuada, servirá también para que los alumnos, al mismo tiempo que aprenden, disfruten. Es posible, incluso, que sirva también para que al mismo tiempo que desarrollan la capacidad crítica y racional, tomen conciencia de su existencia y mantengan tensa esa inquietud por el crecimiento espiritual, por la palabra precisa, por la imagen bella y, en resumen, por la perfección estética.

La lectura que nos hace herederos de inmensas fortunas que superan toda nuestra limitada capacidad de disfrute es la escuela más grata para la niñez, es el taller y el hogar más acogedor para el adulto y es el asilo más confortable para la vejez.

Es la flecha que dirige nuestros anhelos; es el arco que impulsa y concentra en una armoniosa unidad las múltiples voces de los personajes. Es la voz que hace imposible el olvido y, por lo tanto, el silencio definitivo. 

La lectura agrupa los mundos complementarios de la imaginación y de la realidad en el universo unificador de la palabra y, cuando es atenta, proporciona una felicidad más intensa, más honda, más completa y mejor repartida entre los hombres.

Los textos escritos son puentes levadizos...

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