martes, 20 de marzo de 2018

Intelecto Y Corazón


Filosofía De Krishnamurti
La inteligencia no está separada del amor… La educación moderna, al desarrollar el intelecto, ofrece cada vez más teorías y hechos, sin llevar a la comprensión del proceso total de la existencia humana. Somos demasiado intelectuales, hemos desarrollado mentes astutas, y no alcanzamos las explicaciones. 

El intelecto se satisface con teorías y explicaciones, pero la inteligencia no, y para comprender el proceso total de la existencia, debe haber una integración de la mente y el corazón en acción. La inteligencia no está separada del amor.

Para la mayor parte de nosotros, alcanzar esta revolución interna es un proceso arduo. Sabemos cómo meditar, cómo tocar el piano, cómo escribir, pero no tenemos conocimiento del pensador, el jugador, el escritor. No somos creadores, porque hemos llenado nuestros corazones y mentes de conocimiento, información y arrogancia, y estamos repletos de citas que otros han dicho o pensado. Pero la experimentación viene primero, no la forma de experimentar. 

Debe haber amor antes de que haya una expresión del amor. (…)
La información, el conocimiento de los hechos, aunque siempre está en crecimiento, es limitado por su propia naturaleza. La sabiduría es infinita, incluye el conocimiento y la forma de acción, pero nosotros agarramos una rama y pensamos que tenemos el árbol completo. 

A través del conocimiento de la parte, nosotros nunca podemos darnos cuenta del pleno regocijo. El intelecto nunca puede llevar a la totalidad, porque sólo es un segmento, una parte.

Hemos separado el intelecto de los sentimientos, y hemos desarrollado el intelecto a expensas de los sentimientos. Somos como un objeto de tres patas con una de ellas mucho más larga que las otras y sin equilibrio alguno. 

Estamos entrenados para ser intelectuales. Nuestra educación cultiva un intelecto agudo, astuto, codicioso, desempeñando así el papel más importante en nuestra vida. La inteligencia es mucho más grande que el intelecto, porque es la integración de la razón y el amor, pero sólo puede haber inteligencia cuando existe el conocimiento de uno mismo, una comprensión profunda del proceso total dentro de uno mismo.

Lo que es esencial para el hombre, ya sea joven o viejo, es vivir plenamente, en forma integral, y por eso nuestro mayor problema es el cultivo de esa inteligencia que trae la integración. El énfasis indebido en cualquier parte de nuestra composición total es, por lo tanto, una visión torcida de la vida, y esta deformación es la causante de la mayor parte de nuestras dificultades. 

Cualquier desarrollo parcial de nuestro temperamento en su totalidad tiene que resultar desastroso para nosotros mismos y para la sociedad, y por consiguiente es muy importante que nos acerquemos a nuestros problemas humanos con un punto de vista integral.

Ser humano de forma integral es entender el proceso completo dentro de la propia conciencia, tanto en su parte oculta como en la manifiesta. Esto no es posible si hacemos demasiado énfasis en el intelecto. Le concedemos una gran importancia a cultivar la mente, pero interiormente somos insuficientes, pobres y confusos. Este vivir en el intelecto es el camino de la desintegración, porque las ideas, como las creencias, nunca pueden unir a las personas salvo en bandos opuestos.

Mientras dependamos del pensamiento como medio de integración, habrá desintegración, y entender la acción desintegradora del pensamiento es estar conscientes de las formas del ser, de las maneras que adquieren nuestros propios deseos. Debemos estar conscientes de nuestro condicionamiento y sus respuestas, tanto colectivas como personales. 

Sólo cuando uno está completamente consciente de las actividades del ser con su búsqueda y sus deseos contradictorios, sus esperanzas y temores, existe la posibilidad de ir más allá del ser.

Solamente el amor y los pensamientos correctos pueden llevar a la verdadera revolución, a la revolución dentro de nosotros mismos. ¿Pero cómo podemos alcanzar el amor? No a través de buscar el ideal amoroso, sino sólo cuando no haya odio, cuando no haya avaricia, cuando el sentido del yo, que es la causa del antagonismo, se acabe. Un hombre que siempre está buscando la explotación, la avaricia, la envidia, nunca podrá amar.

Sin amor y sin pensar correctamente, la opresión y la crueldad siempre irán en aumento. El problema del antagonismo del hombre contra el hombre puede resolverse, no siguiendo el ideal de la paz, sino entendiendo las causas de la guerra que yacen en nuestra actitud hacia la vida, hacia el prójimo, y esta comprensión sólo puede alcanzarse por medio de una educación adecuada. Sin un cambio en la forma de sentir, sin buena voluntad, sin una transformación interna que nazca de estar conscientes, los seres humanos no pueden alcanzar paz ni felicidad.


Extraído del libro de J. Krishnamurti Education and the Significance of Life, publicado por la Editorial Harper and Row, de San Francisco, Estados Unidos, en 1953.

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